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Aeternum. por PauYh796

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Notas del capitulo:

Número de palabras del capítulo sin notas: 7.803

Living young, wild and free.

 

“Diez portazos por minuto,
en las manzanas que nos rodean.”

-Prisioneros.

 

Actualidad, 6 de diciembre, Japón.

 

Sasuke avanzó lentamente por los pasillos del último piso del edificio administrativo de la multinacional Uchiha. En su oficina, y esperándolo, estaba el maldito Orochimaru que se había presentado allí para cerrar su compra a la multinacional.

¡Por favor!

Detrás de Sasuke, secundándolo, iba Itachi junto a su antiguo asistente, Deidara, quien al parecer aun existía en la nómina de la multinacional. Los tres entraron a la oficina y se encontraron con el hombre de mirada terrorífica y que estaba con su asistente, un hombre de cabello blanco y una cara de idiota.

—Un gusto verlo —dijo Orochimaru saludando a Sasuke con toda la falsedad del caso.

—Lástima que no sea para ambos lados.

—Lo bueno es que no estamos acá para agradar sino para hacer negocios.

—Me temo que eso nunca será, puesto que no vamos a vender la empresa a cualquier fulano que se imponga.

—Pero eso no es totalmente su decisión, ¿no es así?

Sasuke miró a otro lado, cosa que causo que Orochimaru sonriera abiertamente, el presidente parecía estar dudando en cuanto a sus afirmaciones y eso era todo lo que él necesitaba: buscar la debilidad del oponente para ir con todo a esta, como un vampiro que ataca la yugular de un humano indefenso. Así mismo.

—Sé perfectamente que tengo que ver la decisión de los socios —aceptó sin perder la mirada dura.

—¿Entonces por qué los socios no están acá?

—Esto solo me incumbe a mí. He hablado con los socios y ninguno está dispuesto a vender.

Orochimaru maldijo para sus adentros y en seguida volvió la vista a Sasuke para sonreírle a la cara; estaba seguro de que Sasuke sabía de sus intentos de chantaje para con los socios, y estaba seguro de que Sasuke había hecho algo para que su plan fuera un fracaso total. Así que no valía de nada estar ahí en ese instante.

—Sasuke-kun —comenzó a hablar fijando su vista en la ventana—. ¿Conoces el mundo de los negocios?, ¿sabes lo que implica ser presidente de una gran multinacional?

—Aprenderé con el tiempo.

—Déjame darte un vistazo rápido al futuro. Primero todo será fácil, muy fácil porque todos los empleados te van a ver como el nuevo y te van a ayudar en todo, absolutamente todo; pero después de unos meses comenzarán a ver que el nuevo presidente ya es apto para encargarse de todo. Y te dejarán prácticamente solo, en ese momento si es en serio que tendrás a muchas personas bajo tu mando.

Un silencio nada cómodo abarcó toda la oficina. Pero, como en el pasado cinco de mayo, Orochimaru se negaba a parar.

¾La multinacional Uchiha tiene empleados que cuidan cada uno de su familia, lo que hace que la multinacional también cuide de estas familias; en una estimación aproximada, en el momento en que te conviertas en verdad en el presidente de la multinacional, en tu espalda acarrearás cerca de doscientas mil familias —esperó unos segundos para que el gran número se le metiera en la cabeza a Sasuke—. Y eso no es todo; en ese momento, cuando tengas que velar por tantas familias olvidaras la tuya propia. ¿No es así, Itachi?

Todos los presentes giraron hacía Itachi, quien permanecía con las manos cerradas en puños conteniendo su propia ira al recordar los últimos años, y al reconocer que aquel hombre tenía razón en lo que decía.

—Es verdad —dijo Itachi mirando solamente a Orochimaru—. Pero eso no tengo que decirlo, Sasuke sabe muy bien a lo que se enfrenta.

Y ahora, Orochimaru mirando a Sasuke dijo. —¿Y estás dispuesto a abandonar a los que quieres?

—Todos lo entenderán —respondió con simpleza.

—¿Todos?, ¿tu madre, Itachi, tus amigos… inclusive Naruto?

Sasuke abrió los ojos sorprendido. —¿Y tú que sabes de él?

—Lo suficiente.

—¡Tú…! ¡Maldito!

Orochimaru soltó una carcajada muy de película de terror. Y Sasuke se quedó callado, ¿qué significaba todo eso?, iba a responder algo pero la mano de Itachi en su hombro se lo impidió.

—Vete —le siseó a Orochimaru quien solo se encogió de hombros y con toda la parsimonia del mundo salió de la oficina seguido por su asistente.

Una vez solos se volvieron a sumir en silencio.

—¿Por qué él lo conoce? —preguntó Sasuke después de unos minutos.

—Creo que hay muchas cosas que no conocemos de todo lo que nos rodea.

—¿A qué te refieres?

—Voy a desenterrar el pasado —afirmó Itachi—. Tenemos que admitir que todos los sucesos de hace diez años son demasiado extraños para que queden impunes. 

—Repito, ¿a qué te refieres?

—La muerte de nuestro padre, la muerte de Naruto, y el…

—Basta —interrumpió Sasuke—. No necesito que me recuerdes eso último. Pero tienes razón, todo es muy raro, aun así: si no hemos averiguado nada en los últimos once años, ¿por qué hacerlo en este momento?, ¿qué ganaríamos con ello?

—Solo tengo la necesidad de averiguar todo lo que pasó hace tanto tiempo.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

 

Actualidad, 31 de diciembre, Japón.

 

Decir “feliz año nuevo” sería por mucho la cosa más hipócrita que Sasuke hubiese hecho en sus cortos dieciocho años de vida, porque ese año nuevo tenía de todo menos la palabra felicidad en ello. Primero que nada, y tal como había predicho Orochimaru, los empleados de la multinacional comenzaron a ver a Sasuke como el presidente todopoderoso que puede con todo sin la ayuda de nadie, poco a poco el trabajo comenzaba a acumularse más y más. Después de eso estaba la admisión a la universidad, esas personas se habían vuelto insistentes hasta el punto de ser estresantes, y Sasuke, como era el estudiante “más” importante que estaba por entrar a la universidad, todos estaban encima de él preguntando toda clase de cosas absurdas. Y por último estaba la misteriosa desaparición de Itachi, que se había ido hace dos semanas dejando una nota que decía: volveré.

Entonces eso dejaba a Sasuke sentado en el lugar que le había servido a Mikoto como oficina cuando aún seguía en la mansión Uchiha. Pensar en la felicidad que las familias debían estar experimentando hacía que Sasuke se pusiera de mal humor, y eso era por simples celos y envidia, que lo comenzaban a carcomer por dentro.

Una copa de vino, suave música de fondo y la oscuridad de su propia mansión era todo lo que Sasuke necesitaba, o al menos todo lo que él afirmaba que necesitaba. Al fondo sonaron las doce campanadas que anunciaban el nuevo año, sonaron alegres gritos de varias personas que transitaban en la calle y Sasuke tomó otra gran bocanada a su copa. En medio de la soledad Sasuke se preguntó si había algún otro desgraciado que estuviese pasando esas fechas totalmente solo.

 

Al final, entre trago y trago el alba apareció. Aquel día no tenía que preocuparse por ir a trabajar, pues todos los empleados de la multinacional tenían el día libre para que lo pasaran con sus seres queridos, pero Sasuke no quería quedarse encerrado en su propia mente por lo cual se levantó como cualquier otro día, y como cualquier otro día se encaminó a los edificios administrativos de la mansión Uchiha.

Llegó a su oficina solo para terminar sentado de nuevo. Solo que esta vez tenía una espectacular vista.

Y de la nada (casi como un milagro aunque Sasuke no lo admitiría) llegó la única persona que probablemente también había pasado año nuevo totalmente solo. Itachi atravesó la oficina rápidamente y detrás de él venía Deidara con la respiración agitada (con esto la última suposición de Sasuke se destruyó, pues era más que obvio que esos dos habían estado juntos).

—¡Nii-san! —murmuró sorprendido.

 —Te dije que volvería —afirmó el recién llegado sonriente.

—¿Y por qué te fuiste?

Itachi sonrió.

—Deja todo en mis manos.

—¿Qué se supone que debo dejar en tus manos? —preguntó Sasuke con una ceja levantada.

—No te preocupes, soy tu hermano mayor y voy a cuidarte.

—Vale, gracias. Pero, ¿qué? —casi se podía ver una pequeña gota resbalando por la frente de Sasuke en señal de frustración.

Sin decir más Itachi salió corriendo de la oficina y Deidara suspiró para después seguirlo.

Cuando llegaron al ascensor Itachi paró de golpe y Deidara casi se estrella contra él. Ambos se miraron por un segundo mientras sonreían como cómplices uno del otro. —Listo —musitó Itachi.

—¿Ahora podemos seguir?

—Claro que sí. Solo quería asegurarme de que todo estuviera bien acá.

—¿Por todo te refieres a Sasuke?

Itachi asintió. —No podíamos seguir con este plan sin asegurarnos antes de que nada se saldrá de control. Ahora que todo está bien puedes llamar a Sasori para comenzar.

Deidara, atendiendo a la orden, sacó de su bolsillo un pequeño celular e hizo una simple llamada que contestaron pero Deidara solo pronunció una única palabra: sigan. Y la llamada se cortó sin que el remitente contestara nada.

—¿Cuánto tenemos que esperar?

—Tres horas como mucho. Para ese momento Orochimaru estará muy lejos de este país.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Un hombre de tez blanca esperaba sentado detrás de un cristal bastante resistente, a través del cristal —como toda una exhibición de feria— estaba Seichi Naruto mostrando más piel de la que debería, su desnudez se mostraba ante todos los lunáticos que permanecían sentados al lado contrario del cristal.

En su lado, se encontraba totalmente solo, totalmente desnudo y totalmente adolorido. Además de la vergüenza de mostrar su cuerpo a totales desconocidos estaba esa rabia que se esparcía por todo su interior cada vez que los hombres detrás del cristal decidían lanzar un nuevo objeto.

El juego era así: basándose en el mecanismo de un cañón de guerra se había creado un pequeño lanzador a gran velocidad, ¿y con quién debían usarlo? ¡Pues con el experimento favorito de Orochimaru!; entonces, tomándolo como conejillo de indias —de nuevo— lo encerraron en ese pequeño cuarto que tenía una pared de cristal de donde salía el cañón, y todos los invitados se ubicaron en una posición adecuada para el espectáculo.

—Tuercas —dijo uno de los invitados con una pequeña sonrisa.

Kabuto, el asistente de Orochimaru, asintió y por el cañón lanzaron pequeñas tuercas de hierro que le dieron de lleno en el pecho a Naruto, quien se encogió de dolor mientras sentía como el hierro perforaba su piel levemente.

Todos soltaron una carcajada.

—Tiene poca resistencia —reprendió Orochimaru mirando fijamente a Kabuto que miró a otro lado haciéndose el inocente.

—No creo —dijo una mujer elegante sentada al lado de Orochimaru—. Ese niño es más resistente de  lo que creemos.

Orochimaru rió. —¿No lo estarás diciendo como orgullo de madre?

—No. Solo lo digo.

—Yo diría que a pesar de todo le tienes cariño, Kujaku. Es tu hijo —murmuró con un deje de ironía.

Ella no respondió, solo se reacomodó en la silla quedando de nuevo en una perfecta posición. Volvió a fijar la vista en el cristal donde Naruto no hacía movimiento alguno, entonces, con la voz más fría que pudo sacar de su interior exclamó: —agujas.

Kabuto, sonriendo, volvió a hacer caso depositando en el cañón pequeñas agujas, que lanzaron sin avisar, y que al llegar al cuerpo de Naruto se incrustaron dolorosa y profundamente sacándole un grito de dolor al rubio, que después de unos segundos se recompuso y mandó una mirada fiera al cristal.

—Ya no más —musitó con rabia contenida.

Orochimaru rió desde su asiento. —Me temo que aun no tengo los resultados que espero —dijo. En seguida miró a Kabuto dándole una orden silencio que de nuevo aceptó silenciosamente. Luego de una pequeña mesa sacó un puñado de pequeñas piezas de metal.

Kujaku miró curiosa a Kabuto, abrió los ojos sorprendida, ¿eso era…?

Pero alguien se adelantó y musitó antes que ella:  —balas.

Todos los presentes giraron a Kabuto que sin ninguna clase de culpa depositaba las balas en el lanzador del cañón, de nuevo sin aviso se disparó. Las balas salieron como si hubieran sido lanzadas de un arma común y corriente, por suerte aterrizaron solo en los brazos de Naruto, gimió de dolor pero ahí paro la cosa, pues parecía que el dolor era tanto que comenzaba a ser imposible sentirlo todo.  

Aun así permanecía consciente, aun viendo con furia el cristal que él mismo había comenzado a denominar “otra dimensión”, en la que la gente no veía más allá del peso de sus bolsillos, de cuánto dinero tienen, de cuanto poder ostentan. Aquel era un mundo nada agradable, y Naruto no tenía cabida allí, puesto que él no quería ni dinero ni poder, solo quería pasar un día sin que ningún objeto extraño entrara a su cuerpo.

Claro que eso en su mundo era un imposible. Pero las cosas a veces suelen dar un giro inesperado. 

Orochimaru interrumpió su sesión de lanzamientos cuando el sonido de su celular sonó de la nada provocando un silencio sepulcral en medio de los presentes, pero sin ningún problema Orochimaru contestó la llamada cambiando su expresión de inmediato.

—¿En serio? —preguntó incrédulo. Al otro lado de la línea le respondieron algo que nadie escuchó, sin embargo todo el mundo imaginó al notar la rabia que se posó en la mirada de Orochimaru.

 —¡Definitivamente…! ¡Me las va a pagar, lo juro!

Colgó azorado, luego se viró a los invitados donde con su más falsa sonrisa dijo: —Me temo que esta reunión tendrá que posponerse unos días.

Los invitados, cabizbajos, salieron uno a uno de la pequeña habitación sin mencionar ni una sola palabra, allí se quedaron Orochimaru, Kujaku y Kabuto que se mantenía alejado en un pequeño rincón. —Kabuto —llamó Orochimaru y el aludido se acercó con timidez.

—Ya sabes que tienes que hacer.

Kabuto asintió y en forma silenciosa abandonó la habitación. Kujaku, que había observado toda la escena se volteó hacia Orochimaru preguntándole con la mirada pero él se limitó a moverse por el lugar con notable nerviosismo en sus pensamientos.

—¿Qué pasa? —se atrevió a preguntar ella.

—El maldito Uchiha Itachi, que ha estado haciendo movimientos bajo su nombre y con los mafiosos más pesados. Después de semanas investigando por los bajos barrios él ha descubierto que soy yo quien tiene bajo su mando a Hasd Corp, y en este país es definitivamente ilegal experimentar con humanos. Vienen por mí.

—¡Y yo soy cómplice! —gritó Kujaku aterrada—. Sabes que no podemos estar más tiempo acá ¿no?

Orochimaru asintió. —Tenemos que salir del país antes de que la policía llegue.

—¿Llegue? ¿Cómo que llegue?

—Ya saben dónde estamos ubicados, es cuestión de minutos para que aparezcan por acá con una orden de arresto bajo sus manos. Es en serio cuando digo que tenemos que irnos, ya.

Luego, casi involuntariamente fijó la vista en el cristal; al otro lado y totalmente inmóvil Naruto aun estaba pegado contra la fría pared como si eso le otorgara la fuerza que le había sido drenada con esos atroces lanzamientos.

—No podemos —negó Kujaku al notar que pensaba Orochimaru—. Él no puede venir; no tiene pasaporte y lo más seguro es que sus heridas no le permitan exponerse a un viaje en avión.

—¿Qué estás sugiriendo? ¿Qué lo dejemos acá?

—No tenemos más opción.

Cada uno se sumió en sus pensamientos sopesando posibilidades.

—Podemos continuar con el plan original —sugirió Kujaku—. Podemos acercarlo a Sasuke de nuevo, que juegue unos meses más, después de todo necesitamos eso.

Eso; Kujaku se refería a la trampa que Orochimaru había planeado cuidadosamente al momento de aceptar aquel plan meses atrás: se quedaría con ambos. Pues ambos eran partes importantes en aquello que quería lograr, necesitaba de los dos si quería que sus investigaciones estuvieran completas… así que ¿por qué no dejar que esos dos jugaran un rato?

Sin decir más Orochimaru llegó hasta la habitación en la que Naruto respiraba pesadamente pero se negaba a perder la consciencia, porque para él eso sería perder una batalla contra su tenebroso padre. —¿Ya te cansaste? —preguntó Naruto a Orochimaru en cuando lo vio entrar.

—En realidad surgieron ciertas cosas.

—¿Qué cosas? —preguntó sin alzar la vista y procurando quedarse bien quieto para que nada se le incrustara más lo que ya estaba.

—No te interesa —espetó—. Pero hay algo que de seguro si te interesa.

Se creó un aura de suspenso que ninguno de los dos quiso romper. En eso llegó un hombre que portaba una bata de médico y sin decir nada comenzó a curar las heridas de Naruto quien solo se dejó hacer mientras puntualizaba su vista en la cara pálida de Orochimaru.

—¿Qué es? —preguntó al fin.

—Eres libre.

Al principio Naruto no reaccionó. ¿Libre? Por su mente pasaron mil escenarios posibles en los que todo terminaba en un “era broma” por parte de Orochimaru, pero él se mantenía con la vista tan seria que costaba creer que aquello era una broma. Y en medio del estupor Orochimaru le tendió un sobre elegante.

Naruto lo tomó ignorando el dolor y al médico.

—¿Universidad? —preguntó.

—Sí. Considéralo un regalo.

Era sospechoso, muy sospechoso, porque aquel hombre que siempre te vio como un experimento no viene de buenas a primeras a darte un regalo que resulta ser la admisión en una universidad ¡y a la facultad de música para más colmo! No, aquello estaba mal, él no podía entrar a estudiar en una universidad elite, y menos a estudiar música. Todo eso pudo pensarlo, pero Naruto estaba feliz; un regalo que tanto ansió en su más remota infancia, ahora aparecía frente a él y lo que menos pensaba era en cuestionar las decisiones de su padre. Solo asintió.

—Toda la información se encuentra allí; según tengo entendido la semana de inducción comienza en un mes, así que tienes hasta entonces para curar todas esas heridas.

—¿Tu…?

—Me voy a ir —anunció Orochimaru—. Y Kujaku también —agregó, acto seguido deslizó una pequeña tarjeta de plástico hacia las manos del chico rubio—. Eso bastará, hay suficiente dinero, y la casa está a tu nombre, lo cambié en el momento en que cumpliste la mayoría de edad.

—….Yo, ¿soy mayor de edad? —preguntó confundido; no recordaba celebrar algo como un cumpleaños desde hace mucho tiempo—. ¿Cuándo cumplo años?

—No importa —se apresuró a contestar Orochimaru consciente del error que había cometido.

Luego, sin más, sin decir ni un adiós ni un hasta luego salió del lugar dejando la puerta abierta tras de sí. —La puerta nunca queda abierta —murmuró Naruto sorprendido, el médico, que aun estaba allí lo miró con una sonrisa que se le hizo bastante paternal.

—Ahora eres libre —le susurró de vuelta—. Puedes salir, ya no más puertas cerradas.

De repente captó lo que pasaba. De un salto, e ignorando el dolor, se levantó y caminó a la puerta lentamente sintiendo el frio que el suelo emanaba hacia sus pies. —Libre —susurró. Y cruzó la puerta.

Afuera del lugar había un largo pasillo que parecía de película de terror, pero no importaba, porque aquello parecía un campo de rosas bajo la vista de Naruto. Comenzó a correr como loco hasta lo que parecía una escalera de lejos; “ya casi llego” pensó, “ya casi veo la luz”. Corrió el último tramo y subió las escaleras sin importarle ni sus pies descalzos, ni su pecho desnudo, o las heridas de las cuales comenzaba a salir sangre por el brusco movimiento.

Había otra puerta, y de nuevo estaba abierta. Usualmente, si las cosas fueran normales, esa puerta estaría cerrada con miles de seguros para que él no se escapara, pero no era así; ese día estaba abierta, abierta en todo su esplendor.

Con una carrera más lenta atravesó lo que le quedaba para salir. Y cuando se encontró en la calle pegó un grito de felicidad, giró un poco bajo los resplandecientes rayos de sol que le acariciaban la piel, rió un poco, puede que haya soltado unas pocas lágrimas, pero ese momento era único, era efímero.

Se iba a ir, con miedo de que lo atraparan en el último segundo y se arrepintieran de su decisión, lo mejor era huir cuanto antes, y comenzar a tener una vida, lejos de las agujas, las balas y los cañones. Pero recordó algo vital, algo esencial: no se iría sin la guitarra que había evitado la pérdida de su cordura; por ello —y aun con miedo— volvió a entrar buscando algún atisbo de movimiento, pero al no escuchar nada siguió avanzando hasta llegar al sótano del lugar, y allí yacía la guitarra, como llamándolo a tocar alguna canción; pero ignorando el llamado solo se echó el instrumento al hombro para volver a caminar hacia la salida.

Una vez fuera atravesó la calle para sentarse al otro lado mirando fijamente la puerta por la que acababa de salir, calculaba cada movimiento que surgía alrededor de la puerta. Pasaban los minutos y poco a poco las personas salían inocentemente. Luego, y casi que de la nada, llegaron muchos automóviles que mostraban la palabra “policía” grabada en cada parte de la coraza. Entraron al lugar, pero allí ya no había nadie. Y nadie pareció notar a Naruto.

Aun no se habían ido los policías cuando Naruto decidió que era tiempo de irse. Descalzo, en la mano izquierda la guitarra, y en la derecha la admisión a la universidad comenzó a caminar por las calles ganándose varias miradas desaprobatorias, esas personas de seguro eran conservadoras a morir porque en sus miradas gritaban algo como: “ese adolescente, semidesnudo, descalzo y todo lleno de heridas. ¡Quién sabe en que estaba metido!”. Pero ¿alguien pensaría algo que se acerque a la realidad?, alguien que piense coherentemente.

Al final llegó al centro comercial; era el único lugar en que podía sentirse como alguien más del montón, alguien normal por un rato. En la entrada el guardia de seguridad casi no lo deja entrar, pero cedió cuando Naruto mostró la tarjeta que de lejos se veía que solo era una tarjeta que entregaban a alguien muy importante.

Avanzó por un camino conocido, se sintió feliz cuando escuchó de lejos la música; apresuró el paso hasta que llegó a la entrada de la tienda de música y aun desde la puerta gritó.

—¡Yahiko!

El aludido alzó la cabeza de una revista a la vez que una sonrisa se le plasmaba en la cara, pasó la vista por el cuerpo desastroso de Naruto frunciendo el seño.

—Vaya pinta que tienes. Como recién salido de una guerra.

—Muy parecido —sonrió con ironía—. Quiero  mostrarte algo.

Yahiko asintió levemente. Naruto avanzó lo que le separaba de su amigo, como la tienda estaba vacía no vaciló en sacar la guitarra y sin más comenzar a tocar suavemente deslizando los dedos por los trastes con maestría total. Yahiko amplió su sonrisa, cerró los ojos disfrutando la canción.

En medio de la canción, y con timidez Naruto soltó una parte de la letra. —Would you hold my hand If I saw you in heaven? —Yahiko sonrió enternecido.

Al acabar la canción Naruto suspiró aliviado. —Todo el tiempo creí que me equivocaría —confesó apenado.

—¿Bromeas? Estuvo perfecto. Yo conozco la canción: Tears in Heaven de Eric Clapton, debería alabarte por hacerle honor con tan buena interpretación. ¡Solo dos meses y mira como mejoras! —soltó de seguido, tanto que sonó atolondrado.

—Yahiko… —comenzó Naruto sonriendo levemente y dejando la guitarra a un lado, en el suelo dijo—. ¿Puedo contarte mi historia?

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Y de repente un mes había pasado volando, el calendario marcaba primero de febrero, y Naruto se alistaba para ir a su primer día en la universidad. El último mes había sido una locura, entre el miedo y la felicidad Naruto se sentía agotado mentalmente. Había vivido las pasadas semanas en el pequeño departamento de Yahiko; una pocilga en medio de un asqueroso barrio pero aun así era mucho mejor que volver a su casa.

Pero algo había pasado hace tres días: un viejo amigo de Yahiko, un chico con cabello rojo llegó al departamento de Yahiko proponiéndole un negocio en América; el pequeño sueño americano que se formó allí fue todo un hecho al momento en que Yahiko empacó todas sus cosas, deshizo el contrato del departamento y amablemente le pidió a Naruto que se fuera.

—¿Qué pasará contigo? —preguntó Yahiko antes de irse.

—Tengo dieciocho años, ya me las he arreglado solo por un buen tiempo.

—De acuerdo, pero sabes que estaré en Estados Unidos. Si algo sucede puedes ir y buscarme.

—¿Si sucede algo como qué?

—Que tu amado y cariñoso padre vuelva. ¿Te parece razón suficiente? —ambos rieron suavemente—. Solo prométeme que no dejarás que ese hombre vuelva a tomarte como rata de laboratorio… porque si lo vuelve a hacer voy a…

—Cálmate. No lo dejaré, no de nuevo. Ahora soy libre y no me arrebatará eso.

Yahiko asintió confiado.

Entonces eso dejaba a Naruto de vuelta a esa casa; una casa demasiado enorme para su gusto pero que al final había aceptado sin más remedio. Vivir allí no era tortuoso pero prefería no hacerlo, era como sucumbir a las órdenes de Orochimaru, quien había desaparecido sin más semanas antes, ningún rastro, ni ninguna noticia, claro que para Naruto eso era lo mejor pues por fin era libre, libre totalmente, o por lo menos así era mientras Orochimaru y sus seguidores permanecieran en paradero desconocido.

Salió de la gran casa y caminando se dirigió a la universidad; después de todo eso era lo único que su padre le había dejado de bueno: un sueño para cumplir, ahora simplemente quería convertirse en un gran músico, quería tocar guitarra, quería escuchar buena música y sobretodo quería encontrar de nuevo a Sasuke.

Pero no es como si Sasuke estuviese desaparecido, en realidad Naruto podía ir y buscarlo, pero no se sentía con la capacidad moral para hacer eso. No es como si pudiera simplemente llegar y hablar con Sasuke como si hubiese estado de vacaciones los últimos meses.

Suspiró en cuanto entró a los territorios de la universidad; la semana de inducción de seguro sería una molestia total, porque estaría rodeado de personas que no conoce pero que sin embargo serían sus compañeros de facultad, y segundo también estarían los estudiantes mayores que se encargarían de enseñarles como era la universidad.

Al llegar a la plaza central de la universidad se sentó a esperar; todos los estudiantes recién ingresados habían sido citados en ese lugar en particular, así que poco a poco comenzaron a llegar uno a uno. Nadie hablaba con nadie. Se miraban con desconfianza entre sí, sin atreverse a hablar.

La quietud formada entre los estudiantes se quebró cuando uno en particular pegó un grito en el cielo al reconocer a alguien…

 —¡Naruto!

El aludido giró hacia el sonido, se le desencajó la mandíbula al darse cuenta de quién era.

—¡¿Qu-qué haces acá?!

—Usualmente las personas entran a una universidad después de salir del instituto.

—Pero… ¿a esta universidad?

—¡¿Estás insinuando que no podría entrar?!

Naruto alzó las manos frente a su cara en ademán conciliador. —¿Hace cuanto no te veía? —preguntó Naruto cambiando el tema abruptamente.

—¿El día de la graduación?

—Exacto. ¿Qué haces tú acá?

—Por esas cuestiones de la vida terminé estudiando en esta universidad —se rascó la cabeza mirando a otro lado algo avergonzado—. Pero más allá de eso, ¿qué estás estudiando Kiba?

Kiba sonrió complacido con la pregunta. —Algo —respondió enigmático.

Naruto rodó los ojos pero no preguntó nada más, volvió a sumirse en un mutismo cómodo hasta que vieron como un grupo de personas mayores se acercaban a la plaza, tenían toda la pinta de estudiantes mayores que “caritativamente” se habían ofrecido a ayudar a los estudiantes de primer semestre a no estar tan perdidos en cuanto comenzaran las clases.

 —Reúnanse —ordenó uno de los mayores.

Y rápidamente todos los estudiantes menores se aglomeraron alrededor de él, como pequeños patitos que van detrás de su madre por miedo a perderse.

Una chica habló en cuanto todos se reunieron. —Básicamente hoy jugaremos un poco para que se relacionen entre sí, y para que comiencen a conocer donde quedan las diferentes facultades.

Todos asintieron obedientemente.

—Por ahora vamos a formar grupos de a tres —anunció la mujer—. No importa que no vayan a la misma facultad.

Naruto miró a Kiba quien asintió sonriente, aun así eso los dejaba con un grupo de dos; a su alrededor las personas en un son bastante sociable formaban grupos sin ningún problema, tanto que al final tanto Naruto como Kiba quedaron parados en medio de la plaza mirando como tontos al infinito. Uno de los estudiantes mayores se fijó en la situación que vivían los dos chicos, entonces sondeó todo el lugar en busca de un alguien solitario para mandarlo con los dos chicos y así formar el trío.

Sonrió complacido al ver a un chico parado totalmente ajeno al revoloteo que habían armado el resto de estudiantes.

—Hey tu —lo llamó desde su posición, y debido a su altura (medía casi dos metros) logró captar rápidamente la atención del chico—. Únete a ellos —y señaló a los aun perdidos Naruto y Kiba. El aludido no dijo nada, mirando al suelo —como si estuviera regañado— caminó hacía donde el chico alto le había señalado.

Naruto, que aun no había notado la acción del estudiante mayor vio a un solitario chico caminar directamente hacía ellos.

E irónicamente las cosas se volvieron en cámara lenta. La sonrisa de Kiba se ensanchó más —si es que eso era posible—, Naruto abrió y cerró la boca varias veces, su respiración se volvió inusualmente irregular, en sus adentros maldijo al universo, maldijo a ese gato que pasaba por allí, o a esa maldita brisa que acababa de revolver su cabello; en una milésima de segundo maldijo a todo aquel habido y por haber. Pero solo atinó a sonreír con falsedad y sinceridad a la vez para después pronunciar.

—Hola, Sasuke.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Si las miradas mataran…

Aquella típica frase tan cliché pesaba en los hombros de Naruto mientras corría por el campus de la universidad en una estúpida carrera de recolección de objetos; a la vez esa carrera lo mandaba a unos meses atrás cuando estaban en el viaje ese, y la pelea que se había formado con Sasuke aquella vez en busca de conseguir el último objeto.

En medio del estupor ocasionado por los recuerdos Naruto tropezó cayéndose de bruces contra el suelo.

—¡Usuratonkachi!

—Cállate ¡teme! —gritó Naruto desde el suelo. De nuevo, pensó Naruto mientras se levantaba sin apartar la vista de los ojos ónix del que lo miraba; de nuevo esa mirada. Sasuke, desde su posición no se había movido ni un solo milímetro, mantenía una mirada de odio puro posada sobre Naruto.

—Deja de mirarme así —dijo Naruto en cuanto se levantó.

—¿Así cómo? —le rebatió Sasuke con la voz helada.

—…Así.

—Creo que estoy viendo a un muerto —ironizó.

Kiba los miraba sin entender nada, ellos no se movían de sus posiciones y mucho menos quitaban la vista uno del otro, se desafiaban y a la vez leían los sentimientos que sus almas albergaban, sin embargo Naruto no podía ver más que odio en los ojos de Sasuke, algo en su cerebro hizo clic;  ahora lo comprendía, definitivamente Sasuke lo odiaba, y no era para menos. Y para ser justos Naruto no tenía que cuestionar esa decisión, porque en aquella carta prácticamente le había dicho a Sasuke que lo odiara por lo que había hecho.

Pero… no podía. Saber que ahora era algo muy parecido a libre, ahora no podía renunciar a Sasuke, porque había admitido que lo amaba, que lo amaba por sobre su vida.

Y ahora te busco sin razón,
fui yo quien dijo que no.
¿Cómo es posible tanto dolor?
Ahora sé lo que es amor. 

Rindiéndose en el duelo de miradas Naruto se lanzó hacia Sasuke atrapándolo en un abrazo, uno en el que puso toda la fuerza que no tenía; Sasuke se tensó, pero poco a poco terminó relajándose, mas no devolvió el abrazo; se quedó allí como un vil muñeco de trapo que Naruto abrazaba con fuerza.

—Soy un cobarde —murmuró Naruto sin dejar de abrazarlo—. Perdóname, creo que es lo único que puedo decir.

De un movimiento brusco Sasuke se liberó del agarre de Naruto, sin decir nada caminó en la dirección contraria a donde se suponía debían ir. Naruto se sentó en el suelo bastante frustrado, Kiba se acercó y se sentó junto a él.

—Puedo asegurar que perdimos la carrera —dijo divertido.

—¿Lo siento?

Kiba rió. —No, no lo sientas. Pero ¿qué pasó allí? —preguntó refiriéndose a los últimos minutos.

—Es algo largo —afirmó Naruto esquivándole la mirada.

—Tenemos tiempo. Podemos conocer el campus mientras hablas.

Naruto asintió. Sabía que podía confiar en Kiba, así que… estaba dispuesto a contarle todo. Se levantó suavemente siendo seguido por Kiba, caminaron en la dirección en la que Sasuke se había ido minutos atrás, a lo lejos se escuchaban los gritos de emoción de las personas que aun seguían haciendo la carrera sin notar que un grupo se había retirado.

—Supongo que tengo que comenzar por el principio —murmuró Naruto a la vez que soltaba un suspiro.

Kiba lo miró con curiosidad, pero antes de que pudiese decir algo Naruto comenzó a hablar; comenzando desde sus raras visitas a los laboratorios cuando era apenas un niño, siguiendo por el descubrimiento de esos científicos locos, el posterior “secuestro” que comenzó los experimentos, la oscuridad, los sótanos. El deseo de libertad que causó que aceptara esa asquerosa misión, pero misión que en su momento no había parecido asquerosa; comenzó a volverse atroz en el momento en que Naruto comenzó a enamorarse de Sasuke.

Terminaron sentados contra un gran roble mientras Naruto seguía hablando y por consiguiente Kiba seguía escuchando. Al paso de los minutos ya no parecía que Naruto le estuviese contando todo a Kiba sino que se lo estuviese contando a sí mismo.

—¿Debo pensar qué el mundo está en mi contra solo por el hecho de reencontrarme con Sasuke tan rápido? —preguntó Naruto al aire en cuanto acabó su relato.

—Era inevitable.

—¿Tan rápido?

—Exacto. Así como todo lo que ha pasado es de película, necesitaban un reencuentro de película. ¿Tiene sentido?

Una idea pasó por la cabeza de Naruto. —Todo el sentido del mundo —aceptó—. Entonces, basándose en una película ¿cuál es el siguiente paso?

—Normalmente el protagonista va detrás de su amor sin importarle nada más.

—¿Sugieres que vaya detrás de Sasuke después de lo que le hice? —por primera vez en todo ese tiempo se dirigieron la mirada uno al otro, Naruto miraba con incredulidad y Kiba miraba con una gran sonrisa plasmada en la cara.

—Técnicamente no le hiciste nada. Pues antes de que sucediera algo te sacrificaste a ti mismo.

—Pero ha de sentirse traicionado, ¿no?

—Es solo una rabieta. Se le pasará en un tiempo.

—Y mientras tanto… ¿qué hago?

Cada uno comenzó a pensar por su cuenta, pero sin que se les ocurriera nada. —Creo que deberíamos ir a conseguir una de esas películas como guía.

—No creo que eso sea buena idea.

Kiba se levantó emocionado. —Oh, claro que es una buena idea. Ya verás como todo sale perfecto.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

El segundo día de la semana de inducción no fue mejor que el primero. Primero porque los estudiantes mayores se habían dado cuenta del escape que Kiba y Naruto habían hecho, mas parecieron no notar que Sasuke había hecho lo mismo, y estaba más que obvio porque era: no podían regañar al estudiante “más” importante de la universidad.

Aun así seguían haciendo actividades en grupos de tres, y bajo la orden “deben estar con su mismo grupo de ayer” Sasuke había quedado atrapado con Naruto, de nuevo. Y lo peor del caso —por lo menos para Sasuke— era tener que verle esa cara de idiota a Naruto, las sonrisitas que le mandaba, y esas miradas cómplices que se daban con Kiba.

Estaban dibujando en una pared de la facultad de medicina; era un espacio que el mismo decano había otorgado para que los estudiantes pudiesen expresarse. Y no solo eso, la mayoría de la universidad tenía graffitis callejeros pintados por los grandes artistas que tenía la universidad. Pero aunque el ambiente se había tornado divertido y relajado solo era cuestión de mirar a Sasuke para entrar en depresión.

En cuanto los estudiantes mayores dijeron que ese día la inducción había acabado literalmente Sasuke salió corriendo, dejando a Kiba y a Naruto mirando con la boca abierta el lugar por el que se había ido.

El tercer día, y a pesar de las miradas de odio de Sasuke Naruto se acercó.

—Sasuke, hace tiempo te prometí que te contaría todo. No sé si ya lo hice, sin embargo estoy para responder a cualquier pregunta que quieras hacerme.

—Hmp —bufó Sasuke sin dirigirle la mirada—. No necesito nada de ti —agregó.

Naruto se encogió de hombros y silenciosamente se retiró hasta donde Kiba lo estaba esperando, pero sin decirse nada Kiba entendió que las cosas seguían igual o peor. Ambos se sumieron en sus pensamientos ignorando a todo su entorno.

Pocos minutos más tarde Naruto se atrevió a hacer su siguiente movimiento. Mientras Sasuke descansaba recostado contra un árbol Naruto se acercó y se sentó al lado recordando meses atrás cuando hacía eso en los descansos del instituto.

Sasuke, rompiendo su ley de hielo dijo.

—¿Puedo preguntar por qué? —susurró sin mirarlo a los ojos—. ¿Por qué estás acá?

—Él se fue —respondió Naruto—. Tuvo que irse, y no podía llevarme.

—¿Él?

—Mi padre —se encogió de hombros—. Sasuke, mi padre está detrás de cada experimento, de cada orden; él y mi madre comenzaron todo. Es así de simple, y así de triste.

—¿Eso responde a mi pregunta? —Sasuke aun se negaba a mirarlo, hablaba como si estuviese hablando solo. Por otro lado Naruto lo miró confundido, confusión que Sasuke sintió desde su lugar. —Hace tiempo —comenzó a narrar—. En el momento en que te saqué de tu casa te hice una pregunta: ¿por qué dejar que realizaran todos esos experimentos? ¿Por qué no oponerse? De igual manera en ese momento no hablaste, simplemente omitiste la pregunta y yo lo acepté.

Naruto no respondió. Una imagen se instaló en su mente, y un recuerdo doloroso volvió a sus ojos.

 

Hace unos años, en un lugar desconocido.

En el típico sótano al cual estaba acostumbrado ahora estaba atado a una incómoda cama. Hace unos meses que se había descubierto que él era el indicado para los experimentos, y las cosas habían comenzado a volverse un infierno, las pruebas recién comenzaban y por consiguiente eran más dolorosas.

Un niño de apenas siete años no tiene reparo en llorar cuando algo no le gusta o le parece doloroso, así que los gritos se escuchaban en cada rincón del mugroso sótano. Fastidiado por el ruido un hombre de cabello negro y mirada terrorífica bajó dispuesto a acallar el ruido.

—¿Qué pasa acá? —preguntó estresado.

Naruto, al ver al hombre sonrió. —Papá —lo llamó—. ¿Vas a sacarme de acá? —preguntó esperanzado. 

Orochimaru quiso reír por lo estúpido que estaba siendo su hijo pero se calmó para con una sonrisa falsa pero bastante paternal anunciar. —Naru, has esto por papá y por mamá ¿sí? Nosotros deseamos esto y solo tú puedes conseguirlo. Es tu deber como hijo.

—¿Aunque me duela?

—Aunque te duela.

En ese momento, y aunque estaba aterrado Naruto asintió. —De acuerdo, lo haré por ti y por mamá. Porque los quiero un montón, y no me importa que me duela si eso los hace felices.

—Yo también te quiero, hijo.

 

Naruto apretó las manos en puños al recordar aquello. Y aunque un nudo comenzaba a formarse en su garganta le respondió a Sasuke.

—Un niño siempre se aferra a su familia, y harían lo que sea que se les pida —dijo bajando el tono de voz—. ¿Crees que yo quería que hicieran todo eso que me dolía? No, no lo quería, pero lo hice porque mi papá me lo había pedido, porque me dijeron que ese era mi deber como hijo.

Sasuke bufó fingiendo que aquello no le había removido el corazón. —Es parte del instinto alejarse de las cosas que hacen daño. Como cuando tocas algo caliente, tu cerebro de una vez hace que alejes la mano, porque duele y está mal.

—Llámame inocente.

Sasuke negó. —Idiota —le respondió—. No inocente, idiota —agregó. Acto seguido se levantó y se fue como si nada.

No pasó mucho para que ese día de inducción acabase. Por lo cual apenas les dieron parte de salida Sasuke se fue de la universidad. Siguiendo su costumbre del instituto caminó hasta la mansión Uchiha, pues esos días había dejado la multinacional a cargo de los socios por más peligroso que eso fuera. Entró a la mansión para encontrarse con Itachi esperándolo en la sala común.

—¿Qué tal el día? —preguntó.

—Nada importante.

—¿Qué tal Naruto?

Sí. Itachi estaba enterado de la reciente aparición de Seichi Naruto en la vida de Sasuke. Al principio le dio risa por lo curioso de la situación, pero después de meditarlo un poco se había decidido a poner de su parte para que esa relación prosperara, no le guardaba ninguna clase de rencor a Naruto, inclusive le parecía de admirar la forma en que había decidido sacrificarse para salvaguardar la vida de Sasuke.

—Igual de idiota —respondió Sasuke después de unos segundos.

Itachi soltó una carcajada en tono bajo. —Deberías darle una oportunidad.

—¿Una oportunidad? —dijo Sasuke incrédulo—. Lo haces sonar como si hubiéramos tenido una relación y ahora él vuelve para recuperar mi amor o alguna babosada así.

—¿Acaso no es cierto?

—No —negó rotundamente y sin un ápice de duda.

Un suspiro de parte de Itachi y un bufido de parte de Sasuke, así acabo esa conversación.

Sasuke subió a su habitación, se recostó en su cama sin poder dormirse. Lo cual era frustrante, más que nada era porque si no dormía los pensamientos comenzaban a invadir su mente, y de nuevo el destino comenzaba a burlarse de él. ¿Acaso no podía simplemente vivir un tiempo en paz?

Debía admitir que había pasado un tiempo desde que Naruto había desaparecido. E irónicamente Sasuke sabía perfectamente que habían sido poco menos de dos meses, en los cuales se había auto convencido de que odiaba a Naruto, claro que su odiosa mente se encargaba de repetirle cada tanto que eso no era cierto, que era un engaño que había creado.

Giró hacia su reloj para descubrir que apenas eran las diez de la noche. Con un suspiro se levantó, tomó sus zapatos para bajar silenciosamente y posteriormente salir de la mansión Uchiha. Se encaminó al bosque, aquella noche era particularmente oscura, pero a Sasuke de causó una sensación reconfortante que nadie le podía quitar.

Al llegar al claro del bosque se tiró al suelo como solía hacerlo siempre que iba allí.

Desde que había tenido su encuentro con Namikaze Naruto no le había vuelto a hablar por un miedo absurdo de que reapareciera. Y con eso de nuevo la ironía se plasmaba en su vida, porque desde siempre él había querido reencontrarse con su Naruto, y ahora que lo había logrado a medias tenía miedo de lo que pudiese pasar.

Como si tuviera miedo de perder su meta.

Volvió a aquellos días en los que solo llegaba allí, se recostaba, miraba el cielo, se llenaba de recuerdos y se sentía incompleto. Patéticamente eso lo hacía sentir como él mismo.

Aunque a causa de su visita al bosque el sueño comenzó a hacer estragos en Sasuke causando que se durmiera allí mismo, sin importarle el frio ni mucho menos la humedad del suelo. Se asustó porque cuando despertó el sol ya resplandecía en todo lo alto del cielo, aun así con una sonrisa se levantó y caminó dispuesto a ir a la universidad.

En el camino se quitó la chaqueta que llevaba porque comenzaba a sentir la humedad colarse hacía su espalda. No le importó llegar con la misma ropa a la universidad. Mientras caminaba por un perfecto camino de cemento una chica escandalosa le entregó un papel, y en medio de la curiosidad Sasuke leyó.

—¿Una fiesta? —se preguntó a sí mismo. Como nadie respondió simplemente guardó el papel en su pantalón, a la vez se encogió de hombros, tal vez, y solo tal vez iría a esa fiesta.

Como los últimos días se reunieron en la plaza central de la universidad, y de nuevo comenzaron a llegar todos los estudiantes, Sasuke se fijó particularmente en uno. Una cabeza rubia que se asomaba latosamente y que al ver a Sasuke se le acercó como si fueran los mejores amigos.

—Sasuke —saludó.

Sasuke de nuevo lo ignoró y Naruto suspiró. —¿Pretendes ignorarme por el resto de mi vida?

—O de la mía —respondió con algo de sorna—. ¿Qué te hace suponer que vivirás menos que yo?

Naruto soltó una risita. —Por lo menos tienes algo de humor… a pesar de que me odies.

—¿Por cuánto tiempo seguirás en esa actitud de victima?

—¿Victima?

—Claro. Vienes, cuentas una o dos historias conmovedoras y pretendes que yo diga algo como: que vida tan trágica tienes, ven, seamos amigos —Sasuke hizo una burlona imitación de la situación y Naruto se sintió ofendido.

—Porque sé que no puedo llegar y aparentar ser feliz, que nada ha pasado —se excusó.

—Es que eres feliz —recalcó la palabra—. Por lo menos en cuanto estás con Kiba sueles sonreír felizmente. Y es frustrante saber que solo vienes a mí para aparentar ser infeliz.  

—No soy infeliz, pero tampoco soy feliz. Solo intento adaptarme a esta nueva libertad, pero no puedo simplemente ignorar los últimos años como si nunca hubiesen existido.

—Expertos en sufrir con recuerdos —dijo Sasuke burlándose de la situación de ambos.

Naruto se posicionó frente a Sasuke con una sonrisa mirándolo fijamente a los ojos. —Living Young, wild and free —dijo imitando la canción.

—¿Eres capaz? —preguntó Sasuke sonriendo, y Naruto se alivió; era la primera vez que Sasuke le sonreía desde que había vuelto.

—¿De vivir libre?

—Exacto.

—Pruébame —su sonrisa se ensanchó más y Sasuke buscó en su pantalón la hoja que le habían entregado minutos antes. Se la pasó a Naruto.

—¿Van a hacer una fiesta? —preguntó después de ver el papel.

—Es para celebrar el inicio de semestre, y parece que toda la universidad está invitada. Ven conmigo, solo así podré probar que eres capaz de vivir como dice la canción, jóvenes, salvajes y libres.

—Jóvenes, salvajes y libres… —repitió Naruto en un susurro. Sasuke volvió a sonreír.

That’s how it’s supposed to be —mencionó Sasuke en un susurro.

 

Notas finales:

Me he demorado mil años pero acá está. En un ataque de poca inspiración intenté releer lo que ya había escrito hace tiempo en busca de algo de inspiración... y me encuentro con la no tan grata sorpresa de mis antiguos errores de ortografía ¬¬ ... entonces decidí reeditar todo. Y bueno, como mis capitulos son largos no es tan sencillo xd. En esas estoy... pronto todo estará bonito, y editado y bla bla bla.

"That's how it's supposed to be" significa "así es como se supone que debe ser"...

Hoy voy a dejar un pequeño adelanto del siguiente capitulo.

 

—Sasuke, ¿en serio sabes conducir? —preguntó Naruto.

Sasuke con una sonrisa boba dijo. —Claro que no, pero puedo aprender mientras lo hago.

—Estás borracho —afirmó el rubio—. Nos vas a matar.

—La muerte es solo el comienzo —dijo Sasuke y en seguida soltó una carcajada. Apretó el acelerador todo lo que su pie pudo, y de repente perdió el control sobre el volante.

 

A que da curiosidad ¿no? Pues si he de decir algo sobre el siguiente capitulo es ¡que está pasa morirse! Es el capitulo que más he planeado desde que empecé a escribir este Fic, y ya muero por escribirlo. Así que...

Gracias por los siempre presentes Rr's. Pocos pero constantes xd... Y ahora a esperar al siguiente capitulo :)

Adiós.

Sean felices y coman chocolate :3


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