Sanji decide morir.
Parte XI
Sanji Pov’s.
Dormí espléndidamente, y aunque seguía con el frio y bien calado, me había dormido, pues estaba cansado.
Quien me despertó no fue Smocker –lo que me extraño, pero no dije nada al respecto, o no pensé en hacerlo–, si no un extraño enfermero nuevo, o eso supuse –puesto que no llevaba el habitual uniforme, pero si cosas extrañas que supuse eran de los doctores–. Y no me despertó con una sacudida o algo, si no con nada ni menos que unos gritos desde afuera y un portazo al entrar. Parecía ser que le habían regañado o él había sido el que le había tocado regañar a alguien, aunque lo dudaba, pues se veía de verdad muy joven; pero no daba aspecto de ello, pues no parecía exactamente molesto.
Era un chico joven, supuse que seria menor que yo, era pelinegro y de ojos grises. Con dos aretes en cada oreja, delgado y de estatura promedio. Parecía cansado, pues caminaba aburrido y tenía unas ojeras muy notables.
-Ah, hola –dijo cuando vio que le observaba. Solo agite la mano a modo de saludo y sonreí.
-¿Sabes si dejaron la llave para abrirle al chico de la celda? –pregunto mientras buscaba yo creo lo que menciono. Solo negué con la cabeza, pero no me vio, por que volvió a preguntar lo mismo, a lo que hice lo mismo que la primera vez, solo que esta vez si me vio negar.
-Bien, iré a por ella, si despierta dile que ahora vengo –dijo mientras se encaminaba a la puerta y salía por ella tranquilamente. No parecía doctor, pero tampoco estaba vestido como alguien más del internado. Me pregunto quien será.
Me quede observando la puerta por no se cuanto tiempo, pero después esta se abrió y dejo ver a Smocker, el cual parecía cabreado.
-Eh, Sanji, ¿Has visto a Law? –pregunto. Yo solo le mire confuso.
-¿Un enano de pelo negro con ojeras? –pregunto mientras me negaba con la cabeza. Yo me le quede mirando. Quizás se refería al chico de aretes. Aunque no era un enano –como anteriormente dije, era de estatura promedio– para Smocker cualquiera lo era, pues él era gigante.
“¿Un chico extraño que tenia aretes?” pregunte. El asintió, a lo que hice lo mismo.
-¿A dónde se fue? –pregunto. Yo solo alce los hombros y el volvió a salir. Esta vez no me quede mirando a la puerta y mire al piso. Quería intentar de nuevo caminar, quizás hoy tenia más suerte que ayer… Ayer… hoy… Un día menos para mí.
De verdad que era algo irritante –por no decir que tenia algo de temor, lo admito– el tener que saber cuando iba a morir, ¡Odio saberlo! Me revolví los cabellos con algo de desesperación. Pero suspire y negué con la cabeza, pues aunque odiara todo esto, no por eso iba a dejar de pasar, ya había elegido mi destino con el simple hecho de tomarme las pastillitas. No se cuando fue que todo esto se volvió contra mi. ¿Desde antes de pensarlo? ¿Cuándo pensé en suicidarme? ¿Cuándo hacia la nota? ¿Cuándo fue que decidí mi destino con todo esto? Creo que debía dejar de pensar en eso o me haría daño psicológicamente de verdad.
-Ah, Sanji, ya estas despierto –dijo una voz. El pelirrojo bostezo y yo solo asentí sonriendo.
“¿Que tal dormiste?” le pregunte.
-¿Sabes? Me esta empezando a molestar esa estúpida libretita, pero que se la va a hacer, y eso que apenas llevo unos minutos “hablando” contigo –dijo mientras reía y hacia remarcaba con sus dedos el ‘hablando’.
“Y que lo digas, yo tengo que escribir a cada rato para pedir y responder” le dije mientras suspiraba fingiendo cansancio. El solo rio.
Alguien entro nuevamente y los dos callamos, viendo hacia la puerta, por donde entraba el pelinegro jugando con unas llaves en sus manos. Se acercó a la puerta por donde había puesto mi silla de ruedas, el chico la saco y la armo, para después ponerla frente a mi cama.
-Tienes que desayunar –dijo amablemente, mientras suspiraba y me daba las manos para ayudarme a apoyarme en estas.
Me agarre fuertemente de su brazo y de un salto con muy poca fuerza, salte a la silla de ruedas y me aferre a esta con fuerzas, temiendo caer. Pero al darme cuenta que ningún dolor llegaba a mí, abrí los ojos y suspire aliviado al saber que había caído en la silla. Me acomode y el chico solo me miro neutralmente. Me condujo hacia la puerta, la cual abrió de nuevo, pero antes de sacarme, el pelirrojo carraspeo. Estaba tendido cual largo era y parecía algo enfadado, de seguro era por que aun no le sacaban.
-No te quiero quitar el protagonismo ni nada Sanji, pero yo también quiero salir de aquí –dijo Kidd, lo que me hizo sacar una pequeña risilla que traía dentro por su rostro de fingida molestia exagerada.
-Lo siento, ahora vengo a por ti, tengo que dejarlo a él primero, tratare de no tardar ¿vale? –pregunto sonriendo.
-Jodete, no me quiero quedar aquí, quiero que me saques en este instante–dijo mientras se paraba y se aventaba a los barrotes, agarrándolos y tratando de romperlos o tan siquiera moverlos, o de eso daba impresión de querer hacer. Aunque me preguntaba si en algún momento fuese capaz de poder hacerlo.
Ya que lo pensaba más detenidamente. No sabía por que Kidd estaba en una celda. Me pregunto por qué esta aquí, y más aun, en esa celda. Me gustaría saber. Rayos, debí preguntarle a Smocker por que me dio esa pistola de electricidad. Cuando me la dio solo le mire algo confundido, pero el a mi sorpresa le respondió con un “es por seguridad, úsala solo si estas en peligro” y después no había pronunciado ni pio.
-Oye, que si no ni me molesto en sacarte –dijo amenazador el pelinegro.
-A mi no me vengas con amenazas mocoso –dijo irritado Kidd. Pero esta vez si parecía que estaba realmente enojado.
-Me habían dicho que eras un busca pleitos, pero no me imagine que tanto así –dijo el, en un tono burlón. Vi como Kidd tenia ganas de asesinarlo seriamente y trataba de mantenerse tranquilo, pero algo en su mirada y en la forma en la que actuaba no me gusto, mejor que no le hiciese enojar, algo en mi instinto me decía que era peligroso estar mucho tiempo en estos momentos con el, mejor nos íbamos ya.
Le jale un poco de la manga de su camisa al chico. El cual inmediatamente volteo a verme.
“No lo hagas enojar, solo apúrate” le escribí.
-¿Por qué escribes en una… –lo interrumpí con un pequeño golpe en la mano con la libreta. Yo negué con la cabeza, haciéndole entender que no le respondería y que quería que se apurara. Acato mis peticiones. Cerro la puerta mientras escuchaba como dentro Kidd rezongaba con furia y empezaba a hacer un desorden, lo que me preocupo demasiado y veía hacia atrás.
-No te preocupes, el estará bien –dijo el chico, con un tono despreocupado que no hizo si no calmarme un poco, pero solo un poco, por que seguía pensando en ello.
“Soy Sanji” le escribí, para intentar mantener una conversación. Y tratar de no preocuparme por lo que pudo haberle pasado a Kidd, o mas bien lo que le pasaría al chico de cabellos negros cuando regresase, ¿Kidd le golpearía? ¿Qué tan furioso estaba, y por qué actuaba así? ¿Tendría algo que ver con su enfermedad? Quien sabe, pero estaba seguro que esto quizás no llegase a terminar de lo mas bonito.
-Soy Trafalgar Law, mucho gusto –dijo mientras bostezaba un poco, pero mas que tomármelo como ofensa, me lo tome como algo bueno, pues era algo impresionante que no estuviese nervioso por estar con un “demente” como decían los enfermeros –o en su mayoría– a mi y los demás en ese lugar. Sabia que las personas que trabajaban ahí nos miraban con malos ojos, o casi todos ahí. Lo que me molestaba, por que los demás no daban indicios de correr como salvajes y ponerse a comerse a los de su gente, eso si que seria un acto de algún “demente”, no, las personas eran muy tranquilas. O eso observe ayer. Quizás en otros días era mas “activo” todo el lugar.
Hoy empieza la cuenta regresiva, así que me quedan dieciséis días como máximo. Seré positivo y pensare que me quedan dieciséis días, ni uno menos. Así que hoy es el primer día, contare hasta el diecisiete, ahí será el día en que moriré. Aunque aun no abandono la idea de buscar algo con lo que suicidarme aquí dentro.
Llegamos a la cafetería, la cual estaba atiborrada de personas con mi mismo uniforme del lugar. Unos pants y camisa blanca. Algunos que otros llevaban los tenis que nos daban, pero eran muy pocos, además, éramos locos, ¿Qué tanto importaba que fuéramos a todos lugares con calcetines? Porque eso era lo único que traía en mis pies. Había decidido que si iba a estar seleccionado como “loco maniático con tendencias suicidas” por lo menos debía actuar como uno más.
“No quiero desayunar aquí” le escribí mientras hacia una mueca, a lo que el sonrió.
-Si, yo tampoco, ¿Te gustaría salir la hora afuera a desayunar? –pregunto, refiriéndose a la hora que teníamos que salir obligatoriamente. Yo solo asentí y agradecí entre pensamientos su grandiosa idea. Me preguntaba por qué a ninguno de los que estaban aquí dentro nunca se habían animado a salir la hora obligatoria, si era una buena excusa para no volver a salir mas tarde.
Me dejo ahí, pues dijo que iría a por la comida de los dos, a lo que estuve de acuerdo, pues no era como si pudiera servir de mucha ayuda, quizás y hasta era un estorbo más… si, posiblemente lo era. Mi vida era una mierda y más, pero no podía quejarme. Había tenido todo lo que había querido en mi vida. Chicas, dinero, buena vida, compañero, amigos y demás, sobre todo la popularidad y una imagen de Don Juan que aunque las chicas sabían que yo iba de acoston en acoston, igualmente se enrolaban conmigo. Pero… la mierda en mi vida, no era ni más ni menos que la persona “especial” que todo mundo se supone que debería encontrar en su vida.
Todos menos yo. No he encontrado a mi persona ‘especial’, pero… eso no se supone que no exista mi persona especial ¿no?
Quizás existe, y tengo esa ligera esperanza, pero tal vez no pueda verla ya nunca, por que moriré en pocos días.
El pelinegro regreso, con nuestra comida en manos, me pidió que la cuidara, a lo que lo hice. Y de nuevo me llevo en la silla de ruedas hacia el jardín, donde había dos guardias que solo nos miraron algo extrañados y cuchichearon algo que no logre escuchar. Vi un lugar cerca de una fuente que había en el jardín y apunte hacia allá.
El lugar era muy grande, tenía una gran fuente en el centro y otras dos escondidas que no se apreciaban a plena vista. Había flores que habían crecido sin ser cultivadas, y el césped estaba muy limpio y sin lodo.
Nos dirigimos hacia el lugar que apunte, y nos encontramos con dos chicos comiendo. Uno que inmediatamente recordé y otro que no sabía quien era.
El peli verde del otro día… de nuevo me miraba intensamente y yo sin saber la razón.
-¡Ah! ¡Olvide que tenía que sacar al muchacho! –dijo Law. Y eso fue lo que me saco de la competencia de miradas que hacíamos aquel cabeza de chorlito y yo. Mire a Law con mala cara, ¿Cómo pudo olvidársele algo tan importante como eso? Admitía que a mi también se me había pasado, ¡Pero yo era una historia diferente! Yo no fui el que le dijo que trataría de no tardar demasiado y ese rollo, aunque pareciera que lo hiciese a propósito.
-Lo siento Sanji… Oigan chicos, ¿Podrían cuidarlo mientras voy a atender unos asuntos? –pregunto Law.
-Si claro, déjalo aquí arrumbado, ¿Qué mas necesitas? ¿Qué le demos de comer y le cambiemos el pañal? –pregunto sarcástico el de pelo verde. Yo solo le vi con odio, ¡Por supuesto que no necesitaba algo así! ¡Y mucho menos de ese grandísimo idiota!
-Si se puede, quizás –dijo Law, siguiéndole el juego a lo que también le vi fulminándole con la mirada. No me gustaba nada que hablasen de mi como si fuera alguien que no puede valerse por si mismo. No podía caminar y tenia que estar en silla de ruedas, pero eso no significaba que el fuera demasiado inútil como para no poder siquiera comer por mi mismo.
-No seas así Zoro, no te preocupes, nosotros lo cuidamos –dijo el otro muchacho al lado del de pelo verde. Era un pelinegro, con pecas y parecía muy amigable por que me sonreía de oreja a oreja, a lo que me rasque nervioso la mejilla mientras volteaba haciendo pucheros hacia otro lado. Yo no quería quedarme con esos dos. O al menos no en el mismo lugar que esa cabeza de alga, cabeza de chorlito, idiota y estúpido que había empezado a detestar por sus miraditas. ¿Qué tanto problema tenia conmigo que cada vez que nos encontrábamos parecía que yo le hubiera hecho algo a el? Si ni lo conocía, y muy apenas reparaba en su presencia.
Law se fue corriendo sin decir nada, y me dejo con esos dos. Solo esperaba que el silencio no se tornase mas incomodo de lo que yo ya estaba.
-¿Cómo te llamas? –pregunto el de cabello negro. Solo le vi algo curioso, no parecía ser tan antipático como el otro tipo de cabellos verdes.
“Sanji” escribí rápidamente, pues ya no sabría decir cuantas veces son las que he escrito mi nombre en dos días, que ya me sabia todas las formas que me pidieran que escribiese mi nombre.
-¿Tu eres el que intento suicidarse no? –pregunto el peli verde mientras veía como se acostaba y cerraba los ojos, el de cabellos negros se quedo a esperar mi respuesta con la mirada. Solo me sonroje y asentí mientras veía lo que Law había escogido para desayunar.
No tenia caso que dijera que no, pues recuerdo que el director dijo algo de un tal Ace, que haría pasar la información. No es que odiase al tipo, pero también no quería que todos supiesen y me conociesen como “El tipo que intento suicidarse”, seria muy bochornoso que me pasara algo así.
-Mi nombre es Ace, y aquí mi antisocial amigo es Zoro –dijo riendo. Ace… ¡¿Él era Ace!? ¿De verdad ese tipo era el que esparció la información de mi suicidio? No parecía ese tipo de personas, me imaginaba a un tipo serio, con mirada de mala leche y personalidad de malas pulgas, alguien parecido al tal “Zoro”. Me le quede viendo algo curioso. Bueno, quizás era otro Ace… quería que fuese asi.
-¿Por qué escribes en una libreta? –pregunto Ace con un puchero.
“¿Tu eres Ace? ¿El tipo que saca la información de los pacientes y la pasa a los demás en este lugar?” pregunte sin importarme mucho el ser directo o algo tosco.
-Ah… si, soy yo –dijo con una ceja alzada. Solo me quede boquiabierto, ni siquiera estaba avergonzado frente al tipo del que dio información… ¿Qué clase de chico era este?
-Tsk… Me iré a dormir, las malas compañías no me dejan –dijo Zoro mientras se levantaba del piso, donde momentos antes estaba irado acostado, aunque dudaba que estuviese despierto. Lo mire con mala cara y le avente la libreta a la nuca, donde al darle me volteo a ver furioso, pero solo voltee hacia otro lado, como restándole importancia, lo que lo hizo enojar mas. Y reí mudamente. En esos momentos como agradecía ser mudo, por que estaba seguro que si me escuchaba, me golpearía, y no es como si tuviera fuerzas para detenerlo, pues ni siquiera podía caminar… aun.
-Te perderás de nuevo Zoro –dijo Ace y se rio. Zoro solo lo vio y bufo molesto, para después irse, aun furioso. Entre el chico y yo cruzaron las miradas y estallamos a carcajadas, aunque sus risas resonaban mas, pues las mías eran roncas y solo algunas se alcanzaban a apreciar bien.
-¿Y bien? –pregunto el. Pero yo solo le mire con la cabeza ligeramente ladeada, por si el de cabellos verdes decidía regresar y golpearme.
-¿Por qué no hablas? Habla hombre, ¿O acaso eres demasiado tímido que ni siquiera quieres que escuchen tu voz? –pregunto riendo. Solo negué con la cabeza y sonreí, me apunte la garganta mientras hacia intentos por hablar –o mas bien, intentar gritar–, pero solo salían unos cuantos gemidos roncos. Al menos ya podía hacer algunos sonidos, pero aun seguía sin poder articular palabra.
Alguien puso su mano en mi hombro y me tense, pensando que pudiese ser aquel cabeza de chorlito que decidió regresar a darme una paliza, y no es que me de miedo pelear, si no que, tendría demasiada desventaja con las fuerzas que tenia en estos momentos.
Ace empezó a reír descontroladamente y yo solo seguí tenso, sin siquiera respirar.
-Dios, ¿Estas bien Sanji? ¿Un paro cardiaco? –preguntaron mientras me tomaban del rostro y vi que era Law a lo que suspire aliviado. Solo asentí y el me dejo, aun un tanto inseguro.
-De seguro pensó que era Zoro –dijo entre risas el pelinegro a lo que solo me sonroje y voltee hacia otro lado. No quería darle la razón… pero estaba en lo cierto.
Law me miro con una sonrisa de lado, pero no dijo nada. Recogió la libreta y me la entrego a lo que solo la acepte sin ni siquiera mostrar agradecimiento. Agarre la pluma que estaba arraigada a esta y me puse a jugar con ella, pensando en aquel cabeza de chorlito. ¿Por qué me odiaba? Yo no le conocía, pero el pareciese que tan solo mirarme le repugnaba, ¿Seria por mi intento de suicidio? Digo, que hubiese personas que odiasen a los locos, también podría haber los que odiase a personas como yo. Pero… ¡El no entiende! ¡Alguien como el, jamás lo comprendería! ¡Jamás comprendería algo tan complicado por lo que estoy pasando estos momentos! Y lo que pienso acerca de la vida es algo demasiado complicado para su cerebro, de seguro que se haría bolas solo.
Yo no tenia la culpa de verle algo de realidad a la vida… ¡No tenia la culpa de que mi vida fuera tan jodidamente aburrida y de repente me entraran ganas de asesinarme solito!
¡Ah! ¡Que rabia!
-¿Sanji te encuentras bien? –pregunto Ace, a lo que lo vi, y pareciera que vio un fantasma por que volteo hacia otro lado, con el rostro pálido. Law me vio algo sorprendido. Solo negué con la cabeza y me dirigí, con mi silla rodante hacia donde el viento me llevara… o bueno, en este caso... hasta donde mis manos aguantaran y mi fuerza se quedara conmigo.
Entre a los edificios, de seguro que ya había pasado mas de media hora, por que aunque había todavía algunas personas en la cafetería comiendo y platicando entre susurros –como si alguien se interesase en lo que dijesen, si claro, y yo me convertiré en homosexual… ¡Ja!–, la mayoría de ellos, ya estaba en otro lugar, ya fuera en su habitación o por ahí en grupitos.
Vi que el peli verde con cara de dolor de barriga estaba merodeando por ahí. ¿Qué no dijo que se iba a dormir? Esperen, ¿Y a mi que tiene que importarme lo que haga ese cabeza de musgo? Creo que solo estoy cansado -¡Si! ¡De nuevo! ¡Y si, a plena hora de la mañana justo cuando me desperté hace menos de dos horas! ¿Y que? ¿Algún problema?–, seria mejor descansar un poco.
Observe que caminaba lento, e inseguro, como no sabiendo hacia donde se dirigía, y sus ojos buscaban algo hacia todas direcciones.
Te perderás de nuevo Zoro…
¿¡Aaaaah!? ¿Estaba perdido? ¿Era enserio? Parecía que si, pero tenían que estar bromeando. Estaba bien que el lugar fuese grande y todo, pero… ¡De seguro que ese chico llevaba muchísimo tiempo aquí! ¡El suficiente como para aprenderse todo el lugar y ser un guía de turista profesional aquí!
Mire como daba vueltas y vueltas por el lugar, buscando de seguro su habitación, sin darse cuenta de que ya había pasado por el mismo lugar como cinco veces. Me reí ante su actitud enfadada por no encontrar su destino. Creo que le ayudare… ¡Pero solo porque me causa gracia y algo de lastima!
Me acerque lentamente, pues mis brazos estaban algo adoloridos –recuerden que era Smocker el que me llevaba de un lado a otro, por lo que no había tocado las ruedas ni en un mísero minuto, hasta hoy– por apenas hoy intentar transportarme solo hacia todos lugares.
Chifle y el me volteo a ver, a lo que se mostro algo sorprendido, y me quede en silencio al ver que no me lanzaba esas miraditas de nuevo, lo que me agradaba, pues ahora no me sentía nervioso y con malas auras detrás mio.
“Dime cual es tu numero de habitación” le pedí con una sonrisa mientras mostraba la libreta. Pues nuestras habitaciones estaban por números, como si fuera un hotel para enfermos mentales. No estaba seguro si era eso lo que buscaba, pero lo intuía, quizás pudiese intentar llevarme mejor con este cabeza de musgo.
Él se sonrojo notablemente y carraspeo.
-Ah… erm… tre-treinta y ocho –dijo nervioso y sonrojado mientras rehuía a mi mirada apenado. Creo que di en el clavo, justo era eso lo que parecía pasarle, ¡De verdad se había perdido! No era algo de verse todos los días, por lo que a cambio de risas descontroladas para mostrarle, preferí no reírme como un verdadero demente y mejor sonreía bobamente, ocultando tras mis sonrisas, mis ganas de reírme con ganas.
Le hice señas con la mano para que me siguiera y el así lo hizo, sin rechistar.
Llegamos en cuestión de minutos, yno hubo necesidad de sacar llave, solo giro la perilla y abrió la puerta y entro.
-Si quieres pasar, adelante –dijo mientras dejaba la puerta abierta y suspiraba, se alejó de esta y se dirigió hacia su cama.
Solo asentí y con cuidado de que la silla pudiese entrar, me adentre a su habitación.