Sanji decide morir.
Parte VI
Kidd Pov’s.
De nuevo ha pasado. De nuevo he peleado con una pandilla, y de nuevo he dejado al borde de la muerte a muchas personas a causa de mi ira. No entiendo como puede pasarme esto, y después regresando de casa, he estado a punto de violar a una chica, pero pude reaccionar a tiempo. No se lo que me pasa, no sé que hacer. Mi padre me ha llevado con diferentes psicólogos para ver si me dan alguna ayuda en esto que estoy pasando, pero nada, solo parece empeorar más y más cada vez.
Llegue a casa, y mi padre me vio, me saludo con un abrazo.
-Prepárate, mañana iremos con un psicólogo nuevo, esta vez te curaremos ¿Esta bien? –sonrió esperanzado. Pero aunque me mostrara una sonrisa así, yo ya había perdido toda esperanza en recuperarme, claro que quería, pero nada funcionaba, ya lo había intentado todo y todas las cosas daban el mismo resultado: nada.
-Tsk… creo que la opción de mis compañeros de clase es mejor que ir con alguien desconocido de nuevo para tratarme –le dije malhumorado.
-Ya te dije hijo, que ir a un manicomio no es para ti, yo no te quiero ver en ese tipo de lugares, ¿Te imaginas como me sentiría sabiendo que mi hijo esta en un lugar para locos? No podría dejarte ahí, además, ya te dije que te curaríamos de ello –dijo mi padre.
-Padre, las enfermedades jamás se curan, y mucho menos este tipo de enfermedades –le dije molesto.
-Pero… –insistió.
-Mira, ya hemos probado con diferentes personas y jamás funciona, ya te dije que hasta yo estaba de acuerdo en ir a un manicomio, al fin y al cabo ahí es donde acabare y si no, será la cárcel –dije mientras intentaba por que no se me subiera la voz y empezara a gritarle. Él era lo más importante para mi, mi única familia, o lo que quedaba de ella.
-No te gustaría estar en un lugar de esos, yo lo se, pero si quieres podemos decirle al psicólogo que si te puedes quedar mas tiempo con el –dijo mientras sonreía triste.
-Hoy… ha pasado de nuevo, papa, ya no sé que hacer –dije mientras me sentaba en un sofá de la sala y me sentaba. Suspire y pase mi mano por mis pelirrojos cabellos.
Mi nombre es Eustass Kidd, tengo 19 años de edad, si les dijera que era un chico normal y corriente como cualquier otro, de verdad que seria una gran mentira. Tengo problemas psicológicos desde que tengo memoria, y estos problemas no son nada menos que tener impulsos asesinos repentinos y he de parecerles quizás un frustrado sexual, pero no hay una semana que pase sin querer violar a alguien, y ya lo he hecho, ha pasado con tres chicas, y se me ha enviado a la correccional durante meses. La próxima seria la ultima, y decidirían muy seriamente que hacer conmigo. Pero cuando se den cuenta que ya apalee a una pandilla y los deje medio muertos, no se lo pensaran dos veces para dejarme en la cárcel o enviarme a algún internado, o algún otro lugar, yo que se. De verdad que yo no haba deseado ser así, pero ya me da igual lo que me pase.
Al día siguiente, no desperté a la hora acostumbrada para ir al instituto, pues era fin de semana. Así que no tenia que salir a ningún lado.
La luz se filtro por mi ventana, y me tape con las cobijas para que no me molestara. Pero siempre hay algo o alguien que la caga, y en este caso fue mi estúpida alarma, la cual agarre y la avente, para que se cayera y dejara de sonar.
Me acurruque en las sabanas para volver a dormir en paz. Para dormir llevaba solo los pantalones de las pijamas, los cuales me quedan cortos, pues crecí muy rápido los últimos dos años, así que me desarrolle mas de lo que pensamos mi padre y yo.
Tocaron la puerta tan fuertemente que pareciera que estaban tocando a la puerta de mi cuarto. Me puse la almohada en la cara y la mordí con furia.
-¡¿Quien jode?! –grite preguntando mientras aventaba la almohada a mi puerta enojado y me sentaba. Dejaron de llamar a la puerta y me quede callado. Los muy malditos me habían hecho despertar de nuevo, y ahora se supone que nadie llama… mira que chulos.
-¡Gaah! –grite mientras me hacia ovillo en la cama de nuevo, pues me había sentado para ir a ver quien era, pero mejor me hice bolas en las sabanas de mi cama a intentar dormir de nuevo, y esta vez esperando no tener interrupciones.
Ya me estaba quedando dormido, cuando vuelven a llamar a la puerta.
-¡Puta madre, ¿Qué quien jode?! –grite mientras me levantaba de un salto de mi cama con cara de malas pulgas.
Fui a la puerta de entrada y abrí enojado.
-¿Qué quiere? –pregunte. Hasta que vi quien era.
Policías.
-Chico, tienes que venir con nosotros –dijo el hombre, mientras otros dos parecidos a los hombres de negro aparecían y me agarraba cada quien de un brazo. Me solté de ellos y los mire serio.
-¿Qué quiere? No esta mi padre, tengo que esperarlo, solo dígame que quiere para que se pueda ir, que estaba durmiendo muy a gusto –le dije de mala gana mientras me metía el dedo menique a la oreja y me limpiaba esta, dándoles a entender que estaba desinteresado en lo que sea que fueran a decirme, y la verdad no pude evitar bostezar, haciendo mas énfasis en que enserio estaba desinteresado.
-Nos enteramos que de nuevo peleaste y dejaste a doce personas al borde de la muerte, tienes que venir con nosotros. Uno se quedara para avisarle a tu padre así que no te preocupes –dijo aquel hombre. Para mi los tres se veían iguales, calvos, blancos, con lentes negros y traje de pingüino, a excepción de la estatura que era la que los diferenciaba.
-¡No! –me negué mientras intente meterme a la casa, pero me lo impidieron los tipos interponiéndose.
-Sera mejor que vengas por voluntad –dijo aquel. Solo bufe molesto.
-¿Y mi ropa que? Todavía no me he cambiado –le dije, con tal de no ir a ningún lado y poder volver a mi cama.
-A donde iras no necesitaras eso –dijo serio.
-¿A dónde iré? –esta confundido, pues creo que esta vez, las cosas serán un poco diferentes de lo que pensé. Me pregunto que tantas. Bueno, no es como si esperara que de repente me dijeran: Ey felicidades, tienes un pase al infierno, por que yo ya sabia que iría a allá, pero eso será hasta que muera o me maten, lo que pase primero.
-Han decidido que iras al internado, Shichibukai Yard –dijo el hombre. Genial, ahora de verdad que iría al manicomio.