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A war between present and future por Khanate

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Notas del fanfic:

Un pequeño One-Shot para reflexionar n.n'


Vivamos el presente. Atrevámonos a vivir.

Notas del capitulo:

DBSK no me pertenecen

Un prodigio musical. Esa era la frase recurrente de Yunho para describir a Jaejoong. Porque en verdad lo era. Víctima de un pasado tortuoso, Jaejoong supo seguir adelante sin importar nada: se esforzó para lograr llegar a la mira en la que estaba. Para lograr llegar a estar frente a los jueces más reconocidos de Corea y Estados Unidos. Era el día en donde determinarían si Jaejoong estaba capacitado para participar en un curso de renombre a nivel mundial y sin duda, no quería desaprovecharlo. Allí estaba, brindándoles a aquellos señores de traje formal y libretas en mano, un digno ejemplo del talento de Corea... Jaejoong estaba feliz. Y Yunho muy orgulloso.

–Nunca me esperé menos de alguien que me recomendó su academia, señor Park. –  Uno de los jueces proveniente de Norteamérica halagaban el buen trabajo que  Jaejoong había ofrecido, fruto de muchos años de práctica. – Después de todo, de aquí siempre han salido excelentes cantantes. – Y el señor Park sonrió.

Yunho observaba el rostro de Jae que casi parecía brillar en medio de ese auditorio oscuro. A sus ojos, era como una especie de trofeo valioso al que nadie tuviera acceso nunca. Pero él sí. Él era el privilegiado. Llevaba algo más de seis meses saliendo con Jaejoong pero no se había dignado a pedirle  -oficialmente- tener una relación. La razón principal era el futuro que pesaba mucho en ese momento. Jaejoong tenía un sueño al cual no renunciaría ni en un millón de años y por absolutamente nadie, ni por Yunho…

 

Ese grande llamado “futuro” no pasaba dos veces. Si el futuro se desperdicia, con él se van las ilusiones y un centenar de oportunidades.

 

–Es nuestra primera opción para llevarlo a América y ayudarlo a crecer a nivel artístico. De todas maneras, estaremos en contacto con usted y con el joven. – El juez de ojos azules le dio una palmada en el hombro a Jaejoong y le permitieron irse a casa.

El chico de cabellos negros corrió hacia donde se encontraba Yunho con una imborrable sonrisa.

–¿Entonces, qué haremos? – Preguntó Jaejoong mientras se colgaba en la espalda de Yunho. – Estoy que muero de sueño.

–Es lo que quieras hacer. Haremos lo que gustes por hoy… Sólo porque estás cansado y se te nota. – Yunho suspiró imitando pesadez. – Cada vez te pones más gordo. – Y de respuesta recibió un golpe en la cabeza.

–Bien, mejor caminemos. Así bajo peso. – Se burló Jaejoong bajándose del cuerpo de Yunho.

Yunho lo miró divertido y le tomó su mano, colocándolas ambas entrelazadas en el bolsillo de su chaqueta. Quería pasar el mayor tiempo posible así, de esa forma. Sólo con Jae.

–Yunho… – Jaejoong rompió el tranquilizante silencio que había entre los dos. – Quisiera preguntarte una cosa. – E hizo que ambos se detuvieran en medio de la acera.

–Pues… Pregunta, supongo. – Yunho despeinó un poco el cabello de Jaejoong y le dedicó una pequeña sonrisa.

–Quisiera saber… – Su mirada se agachó para luego morderse el labio. – En todo el tiempo que llevamos, quiero decir, ¿por qué nunca me has pedido ser tu novio? De hecho, nunca me has besado o pasado de tomar la mano y…

– ¿Quieres que te bese? – Preguntó directamente Yunho. Jaejoong asintió. – ¿Aquí en frente de todos? – Su sorpresa incrementó al saber que nunca Jaejoong le hubiera pedido algo así,  a menos que…

 

Para yo querer besar a alguien… Debo entonces de adorarlo inmensamente.

 

–De acuerdo, no quieres besarme. – Jaejoong rió con tristeza mal disimulada. – Yunho, yo te quiero. ¿Tienes alguna duda?  – El único sentimiento que podría albergar Jung Yunho para Jaejoong es… amor. Pero, ¿y luego?  – Yunho… – El moreno le tomó suavemente el mentón. – Piensa en el ahora, no en lo que pasará. – Esos ojos que son capaces de leer tan claramente el pensamiento…

Yunho no necesitó una nueva petición. Era el primer beso formal que le daba y quería hacerlo lo más experto posible; sin embargo no lo lograba del todo. A sus cortos dieciséis años, excepto con Jaejoong, no había experimentado eso que solían llamar “mariposas en el estómago”. Era algo intangible para su corazón el llegar a enamorarse de Jaejoong. Se rehusaba. Sabía que dolería… Sabía que no sería sencillo despegarse de ese sentimiento. Pero, ciertamente, quién puede saber lo que deparan los días, los años y los meses venideros.

Pero Jaejoong, una vez más, le recordó que vivían en el presente y que como tal, tenía el derecho de disfrutarlo.

Yunho apegó más sus labios a los de Jae, procurando alargar esas extrañas sensaciones que estaba sintiendo en cada parte de su cuerpo. La piel de su nuca se erizó ante el contacto de las manos de Jaejoong, quien lo atraía más con intención de prolongar su primer beso con Yunho.

Yunho se separó de Jaejoong algo agitado y sonrojado por el reciente torrente de sentimientos que el “chico prodigio” le había brindado. Lo miró profundamente, aún con miedo de dar el siguiente paso.

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–Su ficha es todo lo que necesitamos. Es perfecto. No sólo canta excelente, también tiene una coordinación para bailar magnífica. – El juez americano, llamado Michael Thompson, discutía acerca de seleccionar o no a Jaejoong para estudiar por seis años en la academia de canto en la que esperan quedar los aspirantes a triunfar en el mundo de la música.  – Incluso puedes descartar el hecho de que necesite maquillaje o algo. Es también muy fino de facciones.

–Tiene sólo quince años. Sabes que necesitas el permiso de sus tutores legales antes que nada, ¿no? – Una chica que se maquillaba estrafalariamente frente a un espejo de lo que parecía como un camerino escuchaba lo que decía su superior.

–Eso déjaselo a Nancy. Es la encargada de todo ese papeleo. Yo simplemente me encargo de venderte su imagen.

–Entonces no se diga más. Si tiene tu aprobación, tiene la mía.

 

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Los cuerpos de Kim Jaejoong y Jung Yunho, agitados y acalorados,  yacían en la cama de la habitación de Jae. Recién dejados llevar por el calor del momento. Entre besos, Yunho había hecho suyo a Jaejoong.

–Jaejoong… Necesito que me prometas que no me vas a dejar. – Yunho apartaba algunos mechones que se habían adherido al pálido rostro de Jaejoong.

–¿Cómo se te ocurre eso? Entonces lo que hicimos… ¿no fue hacer el amor? – Jaejoong miró a Yunho confundido. Según él, quedaba más que aclarado que estaba enamorado de Yunho.

Yunho por su parte le sonrió esperanzado. Pero sabía a dónde iba a terminar todo.

 

Si lees un libro comenzando por la última página, ya no es ni un ápice de especial.

 

–Gracias por llamarme. – La madre de Jaejoong sonreía feliz y completamente orgullosa. – ¡Jaejoong! ¡Tu profesor de canto necesita que vayas cuanto antes!  – Jaejoong miró a Yunho con picardía y le dio un último beso para acomodarse su ropa.

–¡Dame un minuto, omma! ¡Estoy terminando de emm… explicarle un ejercicio a Yunho! – Yunho lo miró con ganas de soltar una gran carcajada.

–Eres un gran matemático, Jaejoong. – Éste sólo bajó la cabeza guiñándole un ojo.

–¿Quieres acompañarme? – Yunho amaba asistir a las clases de canto de Jaejoong. Era para él un enorme placer escuchar la melodiosa voz de su ahora novio. Pero a la vez le disgustaba desde que esos jueces venían diariamente a evaluar el progreso de Jaejoong. Su corazón volvió a albergar ese miedo… Y es que de todas maneras…

 

Si nos toca alejarnos, prométeme que sonreirás cuando pienses en mí.

 

–Felicidades, Jaejoong. Te vas a Los Ángeles. – Michael Thompson estrechaba enérgicamente la mano de Jaejoong con una sonrisa plasmada en su rostro. – Consideramos muchas cosas de ti y quedamos de acuerdo en que definitivamente alguien como tú le vendría muy bien a nuestra academia.

Jaejoong no podía salir de su asombro. Las palabras de Thompson se escuchaban como un eco a la lejanía. Admitía que se había esforzado por años por obtener ese privilegio, pero esto parecía casi un sueño. Corrió hasta donde Yunho con el mismo gesto de asombro y lo abrazó intensamente.

–¡Sí me aceptaron! ¡Tenías razón, Yunho! ¡Voy a los ángeles! – Yunho le pasó una mano por el cabello despeinándolo cariñosamente.

–Ya ves. Si no te aceptaban, esa academia no era tan genial. – La sonrisa de Yunho era tan forzada que casi sentía caer los pómulos de sus mejillas. – Estoy muy feliz por ti… Enserio.

–Ahora sólo necesito saber para qué fecha me programan este viaje. – Jaejoong tomó de la mano a Yunho y se acercó nuevamente a Michael. – ¿Para cuándo sería el curso?

–¡Oh! ¿El señor Park no te lo dijo? ¡Salimos mañana por la mañana! – Michael sonría más ampliamente  -si cabía- – ¡Tu madre ya firmó los permisos y falta que hagas tus valijas para decir Bye-Bye! – La felicidad de Jaejoong se borró súbitamente de su rostro.

–¿Qué? ¡No! No me quiero ir mañana… – Jaejoong miró a Yunho y luego a su maestro de canto. – ¿Por qué no me lo dijo?

–Lo lamento, no tenemos otra fecha posible. No volveremos a Corea hasta luego de cuatro años más. – Explicó Thompson. Yunho veía la escena tratando de contenerse, de no salir corriendo y proclamar que Jaejoong era suyo y que ninguna tonta escuela famosa se lo llevaría. Pero sabía todo lo que su novio había trabajado por ese puesto en la “tonta escuela famosa”… Y no iba a ser un egoísta. Su deber era apoyar incondicionalmente las decisiones de Jaejoong.

–¿Me disculpan un momento con Jaejoong? – Yunho arrastró a Jaejoong hasta cerca de unas sillas del lugar. – Jae…

–No quiero ir, me quiero quedar contigo. Puedo soportar otros cuatro años. – Jaejoong se cruzó de brazos. – Y no me intentes convencer de lo contrario.

–No quiero convencerte, te pido como favor que vayas. Regálame tu felicidad de saber que estás cumpliendo tus sueños. Yo te prometo que no veré a nadie más que no seas tú, te llamaré todas las mañanas y noches, antes y después de cada comida… Y tendré la satisfacción de tu felicidad. – Yunho trataba de no quebrarse frente a Jaejoong. – Por favor, acepta tu futuro…

Silencio. Un suspiro de Jaejoong confirmó lo que Yunho quería escuchar.

–Ya lo prometiste, Jung Yunho. Si no lo llegas a cumplir, juro que me devolveré así sea nadando y te mataré.

–¡Oye! Actúas como si no supieras que te amo… – Esas palabras fueron suficientes para que Jaejoong se llenara de seguridad y aceptara su valiosa oportunidad.

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Jaejoong abrazaba con pesar el inodoro en el que hace un momento había devuelto la cena.

Suspiró agotado.  A su lado del baño estaba el examen de sangre que le indicaba que efectivamente, a sus cortos quince años, ya estaba esperando un bebé.

Ya sabía que algunos hombres podían concebir, no era algo novedoso. Pero nunca se esperó que él mismo fuera uno de esos raros casos.

–¿Jaejoong? ¿Te sientes mejor? Si no puedes continuar por hoy está bien,  tómate un descanso. – Se escuchaba la voz de su coreógrafa tras la puerta del baño. Con pesar se levantó del frío azulejo de ese baño y destrabó la perilla.

–Estaré mejor mañana, enserio. Muchas gracias, Betty. – La amable coreógrafa le sonrió y siguió dictando un compás para el  resto de los bailarines.

Era el momento de decirle a Yunho lo que estaba ocurriendo dentro de Jaejoong. Ya no valía la duda porque de todos modos, un día se iba a notar que Yunho dejó un regalo dentro de Jaejoong. No había hablado con él desde la noche anterior.

Tomó su móvil y marcó ese número tan conocido que lo llamaba al menos cuatro veces diarias… Pero  esta vez no atendió.

–Qué extraño… – Susurró para sí mismo.

Segundo. Tercer. Sexto. Décimo intento. La preocupación comenzó a hacer casa en el estómago de Jaejoong. Instintivamente posó una mano sobre su imperceptible vientre.

–Appa no nos contesta, bebé. – Por primera vez desde hacía un mes sabía de la existencia del producto de esa noche con Yunho, hablaba con su hijo. – Llamaré a su casa.

La voz rota en llanto de la madre de Yunho hizo que el corazón de Jaejoong estallara en pedazos incontables.

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Tres años más tarde.

 

 

–¡Sun  Woo! –  Jaejoong llamaba a su pequeño hijo de tres años que estaba introduciendo sus pequeños dedos en un tomacorriente. – No hagas eso, pequeño demonio. ¡Puedes hacerte daño! – El pequeño, que se parecía considerablemente a Yunho, sólo sonrió y dijo algo parecido a un “te amo”.

–Yunho también solía chantajearme de esa manera. – Dijo la señora Jung con nostalgia. – Era su manera de hacer travesuras apoyadas por mí.

Jaejoong miró a la señora Jung cargar a su hijo.

Se había cuestionado un millón de veces qué había sucedido…

Por qué Yunho no le dijo que estaba enfermo de su corazón. Él sabía que llegaba su tiempo límite y aún así quiso estar con Jaejoong…

Le costó un  tiempo darse cuenta de que Yunho tenía miedo a vivir. Pero se arriesgo a hacerlo sólo porque en verdad amaba a Jaejoong.

¿Para qué vivir en el futuro si existe un presente que se construye minuto a minuto?

Eso le demostraba con cada ocurrencia Sun Woo a Jaejoong.

Sí, tuvo que sacrificar su sueño para obedecer a su responsabilidad: su hijo.

Pero cuidar a su hijo nunca fue un mejor trabajo…

Nunca algo fue tan hermoso.

¿No es así, mi pequeño Jung Sun Woo?

Notas finales:

Bien, espero que les haya gustado esta forma bastante cortita de enfocar la vida de Yunho y Jaejoong.

¿Les gustó? Dejénme saber si sí o si no, de cualquier manera :)


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