Hoy les traigo un drabble en toda forma, sólo porque tenía ganas de actualizar, y la verdad, porque "algo" me decía que tenía que hacerlo. Lo escribí hace casi un mes y lo publiqué en mi cuenta de Tumblr junto con otros cuantos drabbles que voy escribiendo cuando se me ocurre; sin embargo, nunca pensé que terminaría colgando uno de ellos aquí. Casi todos son ideas que no he terminado de desarrollar, pero éste en especial es lo suficientemente autoconclusivo como para que yo decidiera venir y dejárselos aquí. No esperen la gran cosa, tengan en cuenta que lo hice sólo para evitar saludar a mis amigos los cuchillos de cocina y mi querida amante Calibre 44.
En fin, drabble. Las advertencias de siempre: si me dejan un review, me dan un chocolate y me hacen feliz. SI soy feliz, escribo fanfics largos, llenos de lemon, y bien escritos. ¿Y a que el lemon es bueno?
See ya.
Epik High, "Love, love, love". Ya saben, por si quieren oir una canción mientras leen. Este drabble se inspiró muchísimo en ella.
No pueden decir que no lo intentó, por que lo hizo. Nunca había sido tan cuidadoso con su apariencia personal como desde el día en que comenzaron a salir como pareja. Ajustó sus horarios de tiempo lo más que pudo para tener las tardes libres y verlo aunque sólo fueran un par de horas. Le llevaba flores cada que se veían, aunque él las rechazara con un gesto despectivo. Cada noche le enviaba mensajes de texto que el otro jamás contestaba. Se contuvo para no tomarle la mano mientras caminaban juntos por la calle, pues sabía que al ojiverde no le gustaba que los vieran en público. Hizo intentos desesperados por no gritarle de repente que le quería para no avergonzarlo, e incluso tuvo que aprender a no mirarle a la cara mientras hablaban para no terminar abalanzándose sobre el otro y besarlo hasta que le sangraran los labios, porque estaba seguro de que si lo hacía sólo conseguiría hacer enojar al taliano. Trató con todas sus fuerzas de ser el chico perfecto, esforzándose en no decepcionarle, en darle su atención, en entregarle cada minuto de su tiempo. Literalmente, Yamamoto dio todo lo que tenía. Todo.
Por eso, cuando Gokudera terminó con él argüyendo su falta de compromiso a tan sólo un escaso mes de haber comenzado la relación, Takeshi hizo de tripas corazón y tuvo que tragarse todo el enojo y la frustración que tenía dentro para no gritarle a Gokudera que había hecho más sacrificios que nunca en su vida por él. Incluso dejó que el italiano le gritara mil y un improperios, que le insultara y que le dijera que desde que empezaron a salir sólo se habían visto formalmente tres veces, sin poner ningún tipo de objeción y sin rogarle para que se quedara a su lado. En ese momento, Takeshi estaba mucho más ocupado recogiendo los trocitos de su corazón y jurando que jamás volvería a dar todo por una persona.