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Con un Poco de Valor por Darka

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Notas del fanfic:

Esto lo hice para un concurso del face por el cumpleaños del
pequeño Ryutaro~♥ [El cual obviamente no gané~ xD!]

Espero que lo disfruten! :D!♥

Notas del capitulo:

Pensamientos entre comillas (").

Ryutaro es un berrinchudo, llorón y gruñón, mientras que Yabu puede parecer demasiado… ¿Tonto? ...¡Lo siento mucho por eso...! ;w;Uu ~!

«*//*//*//*//*//*//*»♥«*//*//*//*//*//*//*»


─Yabu… hay un mosquito en el cuarto…─. Susurró un pequeño niño de cabellos negros desde el marco de la puerta de la habitación mientras miraba con fingido nerviosismo a su alrededor. Su figura apenas se veía en la oscuridad, pero su voz era totalmente inconfundible.

─¿Estás seguro Ryu-chan?─. Se removió somnolientamente en la cama, buscando a tientas la luz y la encendió. Sinceramente, no era necesario prender la lámpara para asegurarse de quién era el que interrumpía su sueño, era una respuesta bastante obvia.

Tan pronto como sus ojos se acostumbraron a la iluminación, vio que, efectivamente, se trataba del pequeño Ryutaro con el cabello revuelto, que estaba usando una bonita pijama azul con figuritas de helados por todos lados, y que a su vez, estaba abrazando con ímpetu una almohada de plumas.

El mayor tuvo que toser para ocultar una sonrisa. No creyó que esa noche iría de nuevo a pesar de las advertencias previas que le habían hecho. Con el solo hecho de estar ahí, el pequeño ya estaba rompiendo como 5 reglas de la escuela, entre las cuales estaba que tenían estrictamente prohibido colarse en las habitaciones de sus amigos pasadas las 10:00 pm.

Aunando el hecho de que se había metido en el cuarto de un superior con toda la despreocupación del mundo. Pero al pelinegro eso le importaba muy poco, porque ninguna cosa podría superar el lanzarle petardos al subdirector mientras éste iba a casa. Cosa que ya había hecho el día anterior. 

─¿Puedo dormir contigo?─. Insistió, observando tímidamente hacia las cobijas calientes que rodeaban al mayor. ─¡Juro que me portaré bien!─. Se apresuró hasta llegar al lado de la cama y aprovechó su posición para hacer la cara más adorable que podía, añadiendo un lindo puchero. Nunca fallaba. 

No tuvo que suplicar demasiado, puesto que el castaño le abrió las sábanas, dejándole un espacio libre. ─Ven…─. Bostezó con pereza, y se hizo a un lado. La cama no era muy grande, pero si se quedaban lo suficientemente pegados, podrían caber dos personas a la perfección. ─Apresúrate, que hace frío…─. Se sentó sobre la cama para esperar al pequeño, que básicamente saltó sobre él, sacándole el aire.

 ─¡Gracias!─. Sonrió satisfecho, ignorando el ataque de tos que le había provocado a su amigo, y se acurrucó en el colchón, poniéndose de lado para poder mirar fijamente a Yabu. 

¿Cuántas veces no se había quedado con cara de tonto cuando lo veía pasar por los pasillos del dormitorio de la escuela?. Deseaba fervientemente que el castaño no se hubiera enterado de sus miradas furtivas y un poco acosadoras. No es como si lo hiciera todo el tiempo… ¿O sí?.

Continuó estudiando su cara con recelo, anhelando poder tener la oportunidad de deslizar sus dedos por las líneas faciales del mayor, pero tuvo que salir de su ensoñación cuando Yabu se dio cuenta de que lo estaba mirando de manera anormal. ─¿Tengo algo en la cara?─. Preguntó con curiosidad, tocándose el rostro para quitar una mancha invisible.

─N-no es nada─. Balbuceó un poco apenado y se dio media vuelta, tapándose con la sábana de pies a cabeza. No podía permitir que el mayor se enterara de su sucia estrategia para dormir con él. Si quería engañarlo, debía actuar lo más torpemente posible. Aunque no es como si necesitara ser un gran actor para que el crédulo de Yabu cayera.

Pero lo que Ryutaro ignoraba era que éste ya sabía que hacía eso de manera intencional.

─''Venir con la misma excusa 8 veces no es algo normal, tonto''─. Suspiró, mirando con cariño la diminuta silueta a su lado. ─''Solo tienes que admitir que te da miedo la oscuridad''─.  Yabu estaba seguro de que esa era la razón, ya que el pequeño siempre había sido un poco cobarde.

Solo tenía que recordar la vez que fueron a una casona del terror y Ryutaro se le colgó cual mono, gritando con desesperación que alejara a los monstruos de él en cuanto salieron alrededor del carrito, y también, como tuvo que comprarle un helado de 3 bolas para que dejara de llorar y reclamarle que lo hubiera obligado a ir a ese lugar.

Rió por lo bajo al recordar esa adorable escena, tratando de morderse la lengua. Si su pequeño amigo se hubiera enterado que se reía de él, seguramente lo habría mordido.

Soltó un suspiro, preparándose nuevamente para dormir, cuando inesperadamente, las cobijas a su lado se movieron, dejando entrever unas brillantes y preciosas orbes negras que lo miraban fijamente. ─B-buenas noches…─. Se escuchó débilmente  por un breve momento, antes de que el pelinegro volviera a esconderse con igual urgencia. 

─Que descanses─. Murmuró el mayor con una enorme sonrisa, depositándole un suave beso en su cabeza, lo que provocó que el pequeño saliera de nueva cuenta de su cálido escondite.

─¡Oye!, ¡No soy un bebé para que hagas eso!─. Su cara enrojecida casi le sacó una carcajada al castaño, pero se aguantó para no hacerle enojar más. Sin embargo, esto no pasó desapercibido para Ryutaro, que se acercó a él con enorme rapidez, robándole un beso. ─¡Así es como besan los adultos!─. 

Le miró con suficiencia, chasqueando la lengua para darle a entender que estaba sumamente enfadado, y volvió a acomodarse en su lugar, golpeando la almohada un par de veces, antes de taparse con la sábana de nuevo. 

El mayor estaba en shock. ¿De verdad el pequeño niño que estaba frente a él le había robado un beso?, ¿No estaba teniendo un extraño sueño?. Se tocó los labios para comprobar que no estaba alucinando, mientras mantenía fija su vista en el bulto a su lado. 

─''Él siempre bromea conmigo y se acerca extraño…''─. Se excusó. ─''Supongo que es otra más de sus bromas… ¿N-no?''─. Ya era normal para él ser burla de su compañero. Era fácil ponerle nervioso y el pequeño aprovechaba cualquier oportunidad para fastidiarlo.

Sabía bien que no era bueno que llegara a ideas precipitadas y absurdas. Ya había tenido una mala experiencia con Hikaru al pensar que éste tenía sentimientos por él, y había terminado con el corazón lastimado cuando su amigo le confesó estar enamorado de alguien más.

─¡Hey!, ¡Di algo!─. Se destapó precipitadamente Ryutaro después de un largo e incómodo silencio, rompiendo el hilo de pensamientos negativos que había tenido momentos antes el mayor. ─¡¿No vas a comentar nada acerca de lo que pasó?!─. Añadió envalentonado, esquivando su mirada instantes después.

─Eh… estabas jugando, ¿Cierto?─. Una boba sonrisa le cruzó por su cara cuando dijo esas palabras, causando que el pequeño se enojara aún más y se ocultara bajo las mantas sin decir nada. ─¿Qué pasó?, ¿Por qué te enojaste?─. Preguntó un poco preocupado, tratando de retirar las cobijas de su camino para mirarle.

─¡Quiero dormir!, ¡Buenas noches!─. Gritó el pelinegro, aferrándose a las mantas para que su amigo no pudiera ver que su cara estaba totalmente sonrojada. Fue un impulso el que le obligó a besarle, pero había intentado hacerlo tantas veces en vano desde que se quedó a dormir con Yabu por primera vez, que había llegado a su límite.

La primera noche, cuando después de muchos minutos de dudárselo, estuvo a punto de rozarle sus labios mientras dormía, un precioso gato negro se acercó a la ventana, y maulló con tal fuerza que casi le da un paro cardiaco, provocando que soltara un grito aterrorizado y golpeara a Yabu. Resultado: Una enorme y roja marca de mano en la mejilla del mayor.

La segunda noche no fue muy diferente. Otra vez trató de besarle, cuando alguien irrumpió abruptamente en la habitación, dijo un par de cosas incoherentes, se tropezó con unos zapatos y quedó tendido en el piso. Debía hacer algo con respecto al sonambulismo de Takaki, porque además de que despertó a Yabu, no los dejó dormir por sus ronquidos.

Las siguientes veces fueron bastante parecidas. Cosas realmente increíbles sucedían sin que estuviera en sus manos. Era como si alguna fuerza sobrenatural lo detuviera para no aprovecharse de la castidad del atractivo joven durmiente. 

─Anda, dime por qué te enojaste─. Insistió el mayor, aún jaloneando la cobija que le tapaba la cara a Ryutaro. ─No seas cobarde─. Le retó con la esperanza de que saliera. No podía subestimar el orgullo que se guardaba el pequeño, a pesar de su edad y estatura, era bastante quisquilloso en ese sentido.

No obstante, su plan no funcionó. Era demasiado extraño que ni siquiera soltara algún reclamo o berrinche como siempre, pero el menor  estaba luchando con todas sus fuerzas para que no lo mirara, era mucho más vergonzoso que se diera cuenta de su situación, a que le dijera 'cobarde'.

Ryutaro se mantuvo en silencio, rogando a lo que fuera que le estuviera escuchando, que su amigo dejara de insistir y se durmiera. ─''¡Basta!, ¡Al menos déjame calmarme!''─. Cerró  los ojos lo más fuerte que pudo para tratar de borrar de su mente los recuerdos que tenía del beso robado.

Y de pronto, las manos que jalaban las sábanas de su escondite se retiraron.

─Está bien, ya no insistiré…─. Oyó que suspiraba su compañero, y se acomodaba de nueva cuenta en la cama. Parecía que esta vez había podido ganar la batalla. Estuvo a punto de sonreír, cuando de improviso, jalaron su refugio con tal fuerza que retrocedió a la orilla de la cama, y solo tuvo tiempo de sostenerse de lo primero que sus manos pudieron agarrar para no caer.

─Fiuu… eso estuvo cerca─. Resopló, mirando el vacío de no más de 70 centímetros de la cama al piso, pero volvió a la realidad cuando sintió algo tibio en su mano. Parecía tela, una muy delgada para ser específicos. Se volteó lentamente y vio que de lo que se había sostenido para no  desplomarse había sido la camisa de Yabu, que ahora tenía los botones fuera de su sitio y dejaba entrever el pecho del castaño, que solo atinó a sonrojarse ligeramente y cerrarse la pijama, mientras el pequeño se volteaba rápidamente para evitar mirarle.

─Uhm… ─. Carraspeó el mayor, tratando de romper el nuevo y embarazoso silencio que los había envuelto, atrayendo a su vez, la atención del pelinegro, que se rascó la cabeza para no mirarlo en su totalidad. ─¿Sigues enojado…?─. Su cara mostraba una preocupación tan sincera, que le resultó un tanto frustrante al pequeño.

¿Es que era tonto?, ¡¿No podía leer el maldito ambiente?!.

 Se golpeó la cara con desgana y simplemente le ignoró. Sus ganas de discutir se habían esfumado por completo. Ryutaro creyó que por fin había llegado su oportunidad de declararse, sin embargo, el mayor había roto su burbuja de felicidad con tan solo una frase y en menos de 5 segundos.

─Nunca podré hacerlo…─. Susurró en un suspiro, acostándose sobre la cama, al tiempo que le daba la espalda a Yabu, que inmediatamente lo jaló y trató de obligarle a que clavara su vista en él.  Pero el pelinegro estaba decidido a no dejarle ver  su lado patético, y se volteó hábilmente para que no interceptara su triste mirada.

Sin embargo, olvidó que el mayor era igual de testarudo que él.

Así que no tardó mucho en tratar de sujetarle la cabeza y apretujarle las mejillas para que le prestara atención. Y una batalla se desató sobre la cama, puesto que Ryutaro trataba de poner las almohadas y cobijas como barreras, pero solo era cuestión de que el castaño usara su fuerza bruta para lanzar lejos todas las cosas que se interponían en su camino. 

Forcejearon intensamente jadeando por el esfuerzo, hasta que el pequeño, tratando de usar su última alternativa, le dio un fuerte empujón. Pero había un ligero inconveniente con su nuevo plan, ya que empujar a Yabu era como tratar de mover una pared con un dedo, así que no tardó en caer estrepitosamente de la cama.

El mayor se quedó mirando a la nada unos instantes, tratando de asimilar lo que había sucedido en ese corto periodo de tiempo. ─¿E-estás bien…?─. Preguntó cautelosamente cuando pudo reaccionar, mientras se asomaba hacia al lugar donde yacía su amigo, recibiendo una intensa y rabiosa mirada de vuelta. ─''Si las miradas pudieran matar...''─.

No tuvo tiempo de pensar en resguardarse bajo la cama, cuando el pelinegro se levantó hecho una fiera, clavando sus brillantes y furiosos ojos sobre él. ─¡¡TE ODIO!!─. Fue lo último que pudo escuchar, puesto que después de eso, el menor salió de la habitación dando un portazo.

Yabu suspiró y se tendió sobre la cama de nuevo. Observó fijamente el techo, antes de poner las manos sobre sus ojos. ¿Qué iba a hacer ahora para que el pequeño lo perdonara por ser más grande y provocarle su propia caída?. ¿Debía comprarle un helado como recompensa?, no, eran más de las 12:00 am. y lo asesinarían si salía sin permiso de los dormitorios.

Continuó pensando en ello, cuando una brillante idea llegó a su cabeza.

─Si esto no funciona, debo dar por perdida su amistad por una semana…─. Se giró sobre sí mismo para incorporarse sobre la cama y palmear sus mejillas con unos suaves golpecitos. No iba a dejar que una pequeña discusión interrumpiera sus adorables y cálidas visitas nocturnas.

Éstas le gustaban más de lo que quisiera.

 

«*//*//*//*//*//*//*»
 

Ya tenía todo listo, solo esperaba que Ryutaro no lo mandara a volar con una de sus famosas patadas. Así que se apresuró en llegar a la puerta del pequeño, y tocó suavemente. No quiso esperar una respuesta, sabía de antemano que no la iba a recibir.

Abrió con cuidado y tragó saliva, era ahora o nunca.

 ─Hay un mosquito en el cuarto… ¿Puedo dormir contigo?─. Fueron las dulces palabras que utilizó Yabu para pedirle una disculpa. No estaba seguro de que funcionara, pero debía utilizar cualquier excusa para poder volver a estar a su lado.

Los minutos pasaron y el pelinegro no movía ni un solo músculo. El mayor, ya resignado, soltó un suspiro desganado, perdiendo toda la fuerza que tenía al principio. Al menos lo había intentado y no se quedó con los brazos cruzados. Comenzó a dar media vuelta para ir a su habitación, cuando escuchó que algo crujía.

Volteó con curiosidad para mirar lo que significaba ese sonido, y vio que el pequeño se había acomodado en la orilla de la cama, le había dejado un pequeño espacio y mantenía abiertas las cobijas mientras desviaba su mirada tratando de que fuera casual.

─Apresúrate, que me da frío…─. Fueron las únicas palabras que necesitó el castaño para correr hacia la cama con una enorme sonrisa satisfecha, lanzando la cobija y la almohada al piso, al tiempo que lo abrazaba con fuerza y le depositaba un tierno beso en la mejilla.

No podía creer que había seguido su juego tan fácilmente.

─Gracias─. Sus ojos somnolientos se cerraron en el momento que lo dijo, haciendo que soltara una risa tonta y pensara que su pequeño amigo era tremendamente adorable. ─Que descanses…─. Murmuró por última vez. Y, bostezando, se  quedó profundamente dormido.

Cuando Ryutaro estuvo seguro de que ya no despertaría de su ensoñación, se acercó a él y besó su cabezaPoco después, se incorporó sobre la cama y pasó los dedos por el enmarañado cabello del castaño, haciéndole soltar un par de cosas incoherentes en el que su nombre estaba mezclado con un '…Gustas' bastante meloso.

Tuvo que rascarse la mejilla y mirar en otra dirección para tratar de ocultar un creciente sonrojo.

Maldición, ese hombre le encantaba, y mucho. Pero él mismo sabía que hasta que ambos no pudieran llenarse de valor, sus sentimientos solo podrían permanecer en el anonimato.

 ─Hasta que los dos seamos adultos, nuestros sentimientos solo nos acercarán…─. Un poco más de tiempo era lo único que necesitaba, estaba seguro de eso. Levantó sus manos, cerrando sus ojos con fuerza, y juntándolas en el aire en una especie de plegaria. Todo esto fue observado por Yabu, que esbozaba una enorme sonrisa satisfecha.

Tal vez las cosas no tendrían que esperar demasiado.

 

«*//*//*//*//*//*//*»♥«*//*//*//*//*//*//*»

 

Notas finales:

¿Qué tal estuvo?, muy raro? :'D?
Si les gustó, espero que dejen una bonita review~♥ *0*!
y si no.. también!, aunque sea para criticar! xD!

Muchas gracias por leer! nwn)/♥

¿Review?, ¡Anda!, ¡Y te daré una galleta!(?)


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