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Liveliness por ksjoonah

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Notas del capitulo:

Espero disfruten del capitulo :)

Capitulo 4

 

El día que dejaba atrás el lugar donde me criaron, mi madre me despertó trayéndome el desayuno a la cama. Ante un descuido mío, tropezó con un libro que había dejado tirado la noche anterior.

-¡¿Pero que demonios estás haciendo?!- grité luego de que ella me tirara accidentalmente todo el jugo sobre mi cara.

-Lo siento hijo- dijo disculpándose, pero su rostro no lo demostraba porque al verme, empezó a reirse a carcajadas. Al notar que se estaba burlando de mi aspecto de recién levantado y con jugo chorreando por mi cara, se tapó la boca instintivamente de forma avergonzada -Es solo que estoy tan emocionada por nuestro viaje, que ni siquiera percibo lo que se me atraviesa en el camino- agregó con una sonrisa de oreja a oreja.

-Puedo verlo en tu cara- dije con expresión de pocos amigos -Siempre te sobra tiempo para molestarme, ¿no?- finalicé fulminándola con la mirada, luego de limpiarme la cara con la frazada y engullirme un bocado del tostado semi quemado que ella había preparado.

 

Horas más tarde, terminaba de preparar el bolso cuando alguien tocó la puerta de mi habitación. Mi madre entraba con el teléfono en la mano y me lo alcanzaba para que lo tomase.

-Es Kyung Soo. Dice que es urgente- dijo encogiéndose de hombros y luego salió del cuarto.

Escuché que alguien reía al otro lado del teléfono y contesté:

-¿Qué es lo que te causó tanta gracia?- pregunté con curiosidad.

-Tu madre- respondió y su risa se tornó mas fuerte -se creyó que tenía que decirte algo con urgencia.

-Su ingenuidad es tremenda- dije y luego me acoplé a sus carcajadas.

De repente, él se detuvo para hablar nuevamente.

-Bueno…- dijo, para luego tomar aire antes de continuar -Te llamaba para preguntarte, ¿A qué hora van a llegar?- preguntó con ansiedad y se apresuró por hablar antes de que yo cuestionase el motivo de su pregunta -Te lo pregunto ya que papá quiere que los pasemos a buscar por la terminal.

-No tienen porque preocuparse- dije un tanto avergonzado.

-Según mi padre es protocolo- declaró resaltando la última de sus palabras.

-¿Protocolo?- pregunté indagando -¿Qué quieres decir?

-Lo hace siempre que tenemos invitados- dijo con mucha felicidad, por lo que se escuchaba en su tono de voz. Esto me dio a suponer que su euforia se debía a nuestra llegada, lo cual me hacía sentir muy contento.

-Siempre que él se sintiese satisfecho, yo también lo estaría- recordé el pensamiento que tuve desde nuestro primer encuentro. Yo no sabía lo que él pensaba de mí, pero estos eran mis verdaderos sentimientos.

Rápidamente, volví al presente.

-¿De qué estábamos hablando?- pregunté esforzándome por recuperar el hilo de la conversación.

-Te decía que necesito saber la hora en la que llegarán- contestó ignorando mi dispersión.

-Supongo que alrededor de las cinco de la tarde- dije, después de calcular mentalmente que tanto nos tomaría de viaje.

-¡Genial!- exclamó dejándome aturdido -A ese horario estaremos ahí- agregó y cortó la comunicación abandonándome con varios temas pendientes. Era su costumbre dejarme con palabras en la boca, lo cual me hizo reír.

 

Luego de tanto ajetreo, entre cargar los bolsos en un taxi, llegar hasta la parada de ómnibus y acomodarme dentro de éste, me sentí agobiado. Me dio la impresión que esto había sido más eterno que el propio viaje, ya que apenas me senté, me quedé completamente dormido.

Cuando llegamos a la terminal, empecé a sentirme muy nervioso por tanto tiempo sin vernos personalmente, el uno al otro. Mi madre al notarlo, puso una mano en mi hombro y dijo:

-No te preocupes. Hablan prácticamente todos los días. No hay razón para que estés así- finalizó. Sus palabras no me hicieron sentir más relajado, pero al menos lograron que dejara de temblar.

-Gracias mamá- dije concediéndole una sonrisa.

 

Después de mucho trabajo intentando quitar mi gran bolso del portaequipajes, bajamos del ómnibus. Kyung Soo estaba allí, observándome con mucha felicidad y curiosidad mezcladas. Muchas sensaciones vinieron a mí de manera rápida y simultánea. Tanto el anhelo como la dicha que sentí al verlo, me produjeron una satisfacción que no había sentido desde la vez que nos conocimos.

No sabía que hacer, ni que decir; por lo que cuando comenzó a acercarse a donde me encontraba, me aterroricé. Sin darme cuenta siquiera, me di la vuelta y empecé a caminar para el lado contrario. Él, consternado, aceleró el paso hacia mí y yo instintivamente me puse a correr. Y así fue hasta que ambos no podíamos más, y nos detuvimos para descansar y tomar aire.

-¡¿Qué estás- gritó exasperado y tomó una bocanada de aire -haciendo?!

-Nada…- contesté estresado, luego de un momento de descanso -Sólo me estoy dando un respiro.

-Sabes que no me refiero a eso- dijo ya más repuesto.

-Lo sé, sólo estoy pensando que es bastante ridícula la situación- declaré y ambos nos reímos ante la imagen que dábamos.

Al sentirme más relajado, me acerque a él y fui yo quien lo abrazó. Nos quedamos unos instantes entrelazados y me susurró al oído:

-Me alegro que hayas venido- dijo tan cerca de mi oreja que su respiración hizo que me estremezca de pies a cabeza -Vamos a casa. Tengo mucho que contarte- finalizó y luego se alejó de mi, para regalarme una bella sonrisa.

 

Cuando llegamos, me sorprendí mucho ya desde que había pisado los primeros escalones de la entrada. Su hogar era inmenso -como tres veces mi casa… no tal vez, cuatro veces la mía- pensé sintiéndome un tanto indispuesto. D.O había venido varías veces a mi casa, y me daba mucha timidez porque no había podido ofrecerle lo mismo que él podía ofrecerme en ese momento. De cualquier modo, intenté poner buena cara para no hacerlo sentir mal.

Nos condujeron a mi madre y a mí, por un amplio pasillo muy iluminado. Por lo que conté mientras caminábamos, pasamos por cinco cuartos hasta llegar a uno en el que entró mi madre. Cuando estaba a punto de seguirla, Kyung Soo me frenó.

-¿Qué haces?- preguntó analizando los movimientos que yo estaba realizando -Tu, te vienes conmigo- exigió al tiempo que comenzaba a arrastrarme por toda la casa.

-¿A dónde vamos?- lo interrogué con confusión. Me sentía como Alicia en el País de las Maravillas. El lugar era demasiado para mí y estaba totalmente perdido.

A medida que avanzábamos, intenté focalizar pero me resultaba muy difícil, ya que D.O me observaba eufórico y expectante a la vez. No sabía si intentaba matarme antes de tiempo de un paro cardíaco o lo hacía de inconsciente, por lo que me concentré en desviar la mirada ya que sentía el rostro arder.

Repentinamente, Kyung Soo se frenó delante de una puerta. No había llegado a advertirlo, ya que choqué con él y tropecé. Al darse cuenta de lo sucedido, me tendió una mano para ayudarme a levantarme, mientras disimulaba la risa contenida.

-Hemos llegado- dijo entretanto abría la puerta para darme paso -Esta es mi habitación- agregó empujándome para entrar.

-Interesante- dije examinando cada rincón de su cuarto. Me sorprendí al descubrir ciertos gustos suyos que desconocía -Puedo ver que te gusta el Kpop.

-Si- asintió -Me encanta f(x) y Super Junior- agregó con una radiante sonrisa, mientras me enseñaba sus albums.

-Ya que te gusta tanto la música, ¿no has decidido intentarlo?- dije rememorando lo que alguna vez me había contado -Recuerdo que me habías dicho que estabas estudiando canto y por lo que he oído tienes un gran talento- añadí pensando que me encantaría poder escucharlo alguna vez.

-Lo he dejado- dijo con pesar -Ahora tengo que concentrarme en mi carrera de medicina.

-No creo que hagas eso por propio gusto- dije un tanto molesto. No quería que se sintiese fastidiado y obligado a seguir algo que lo hiciese infeliz el resto de su vida -Debes hacer lo que tengas ganas y no tratar de agradar- terminé con un gesto alegre para mostrarle un poco de valor y seguridad.

-Te equivocas- dijo Kyung Soo luego de un momento meditándolo -Me gusta mucho la música y el canto, pero también me apasiona lo que estudio.

-¿Estás seguro?- pregunté curioseando.

-Si, lo estoy- afirmó, asintiendo con la cabeza -Igualmente, no pienso alejar nada que ame de mi vida- añadió y luego su cara se tornó seria. Lo último que dijo me golpeó internamente, ya que supuse que estaba pensando en ese amor irracional que tenía por aquel desconocido.

-¿Él te ha dicho algo que te hizo sentir triste?- cuestioné luego de poner una mano en su hombro, mientras con la otra sujetaba su mentón y lo levantaba para que nuestros ojos se encontrasen.

-No es nada- dijo desviando la mirada para que no pudiera desvelar sus pensamientos.

-¿Crees que no lo supongo?- interrogué en un esfuerzo de poder lograr que él mismo me lo diga.

-Él no hizo nada malo- suspiró afligido -Soy yo el problema.

-No entiendo el porque de tus sentimientos- dije con una sonrisa melancólica -¿Por qué siempre te sientes culpable?

-No es así- sollozó -Quiero acercarme a él pero no puedo.

-¿Qué pasó con el entusiasmo de hace un momento?- pregunté con sarcasmo, al tiempo que limpiaba sus lágrimas con la manga de mi camiseta. Mi broma no resultó por lo que le dí un poco de ánimo -Yo te ayudaré. Lo prometo- finalicé en lo que supuse me arrepentiría prontamente.

-¡Gracias!- contestó con una emoción diferente, adorable y llena de vitalidad -Eres irremplazable, ¿lo sabías?- dijo rodeándome con los brazos.

-Lo sé- respondí con cierto orgullo propio, mientras lo estrechaba más fuerte.

 

Acomodé mis pertenencias en la habitación de D.O, el cual había insistido para que compartiéramos cuarto, por lo que no tuve alternativa y accedí a quedarme.

Mi madre, a su vez, no podía consigo misma de la alegría. A mí, por otra parte, me daba todo igual excepto el estar con mi amigo. Quería recuperar el tiempo que habíamos perdido estando distanciados.

 

A la mañana siguiente, desperté cuando Kyung Soo me golpeó accidentalmente con su brazo en la cara.  

-Además de roncar, también eres inquieto- murmuré acompañado de una risita -No deberíamos dormir juntos- agregué luego de observarlo detenidamente. Aunque era un hombre, no me importaba ya que su tierna cara al dormir me estaba volviendo loco.

Cuando me dí cuenta que libidinosos pensamientos venían a mi mente, sacudí mi cabeza para aclararme y me levanté para alejarme de él. Eso lo empeoró, ya que al verlo de lejos, pude notar que sus piernas blancas se asomaban por debajo de la frazada. Rodeé la cama hasta donde él descansaba y lo cubrí con la manta, pero lo hice tan descuidadamente que se despertó.

-¿Qué hora es?- preguntó adormilado mientras se removía bajo las sábanas.

-Son las nueve- declaré luego de mirar mi reloj de pulsera -Aún es temprano. Sigue durmiendo.

-Pero…-

-Tú quédate- lo interrumpí antes de que proteste -Yo debo irme. Después hablamos- dije y deposité un pequeño beso en su tersa frente.

-Bueno- dijo y se durmió nuevamente.

 

Una vez ya vestido, fui a desayunar. Mi madre estaba en la cocina junto a la de D.O.

-Buenos días, Soo Hee- saludé a ésta cortésmente.

-No soy transparente- comentó mi madre con cara de pocos amigos.

-Hola mamá- dije con fastidio ante su ironía.

-Recuerda que en unos minutos tenemos que salir para el hospital

-Sí, ya sé- dije mientras me servía una taza de café -Al menos déjame terminar mi comida.

 

Cuando salimos de la gigantesca casa de la familia Do, buscamos la parada de colectivo más cercana, ya que no queríamos molestarlos con trivialidades. Afortunadamente, la encontramos fácilmente, gracias a las indicaciones de las amables personas que pasaban por allí. Tardamos alrededor de media hora en llegar, pero sino hubiese sido por la torpeza de mi madre que confundió la dirección, podríamos haberlo hecho antes.

Al entrar, me descompuso el olor a antiséptico y desinfectante, por lo que tuve que ir al baño corriendo. Mientras tanto, mi madre anunciaba mi llegada para que me llamasen cuando fuese mi turno.

Al sentirme más recuperado, salí del baño y ella estaba allí esperándome.

-¿Cómo te sientes hijo?- preguntó consternada al verme.

-Estoy bien- contesté al tanto buscaba un asiento en la sala de espera, para poder sentarme.

 

Aguardamos ansiosamente que me nombraran, lo cual creí eterno.

-Kim Jun Myeon- decía una mujer através de unos altavoces -Por favor, diríjase al consultorio numero cuatro al final del pasillo.

-Por fin- dije mientras me dirigía a donde me habían indicado por segunda vez, ya que de tanto esperar había comenzado a dormirme.

-No te quejes- me reprendió mi madre mientras caminaba por delante de mi.

 

Entramos en un limpio y ordenado consultorio. Un hombre se encontraba apoyado contra un escritorio de espaldas a nosotros.

-Siempre existen los irrespetuosos- murmuré con sarcasmo y  rápidamente noté que mi madre me estaba fulminando con la mirada.

-¡No seas desubicado!- exigió ésta exasperada -¿Cómo puedes decir tal cosa?

-No creo haberme confundido en mis palabras- declaré con indiferencia ante la situación.

-¡Pero si serás…- intentó responder mi madre furiosa.

-Yo tampoco pienso que él este diciendo algo equivocado- comentó el hombre interrumpiendo, al tiempo que se volteaba para mirarme. Pude haber dicho algo, pero me resultó imposible al verlo. Sino fuese por su ladina sonrisa, hubiese admitido que había encontrado la perfección.  

Notas finales:

Gracias por leer!

Espero por sus reviews :)

Les dejo mi twitter por si quieren comentarme ahí:

https://twitter.com/#!/ksjoonah


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