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Liveliness por ksjoonah

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Notas del capitulo:

Por favor comenten, que asi me alientan a actualizar más rápido!! :)

Capitulo 3

 

Cuando los primeros rayos de luz atravesaron la ventana de la habitación, abrí los enrojecidos ojos. No había podido conciliar el sueño, pero al menos había logrado tranquilizarme.

Sin embargo, al recordar los acontecimientos del día anterior, un escalofrío estremeció mi cuerpo. En todo lo que podía pensar, era el tiempo. Algo que alguna vez para mí, no había significado nada -un recuerdo lejano- pensé con pesar. Esta sensación, me había transformado en una persona temerosa, la cuál había perdido toda esperanza posible.

 

Luego de levantarme, ni siquiera pude reconocerme al verme en un espejo que se encontraba en el pequeño baño del cuarto de hospital.

-¿Quién es ese sujeto?- pregunté al reflejo. Todo lo que veía era un rostro pálido, con ojeras alrededor de sus ojos irritados y un cabello castaño oscuro que había perdido su tinte.

Éste había levantado un brazo para tocar unos profundos y oscuros surcos que se encontraban bajo sus ojos. Al sentir el tacto frío, comprendí que ya estaba delirando por la falta de sueño.

-Ese extraño soy yo- murmuré, mientras observaba en el reflejo que una leve risa de profunda amargura se escapaba de mis hinchados labios.

Sentí una ligera humedad en los ojos. Mi figura reflejada, me mostraba que unas gotas habían empezado a rodar por mis mejillas.

-Cuánto tiempo…- dije luego de taparme la cara con las manos. Ya no quería verme en el espejo -¿Cuánto tiempo durará esta tortura?- finalicé entre sollozos, mientras mi cuerpo se desmoronaba lentamente.

Cuando salí del baño, me senté junto a una esquina de la ventana, abrazando fuertemente mis piernas y con la cabeza apoyada en mis rodillas. Decidí olvidar y no pensar en nada más. Ya no me quedaban lágrimas que derramar y al fin me entró sueño por lo que me dormí profundamente.

 

Mis ojos se abrieron, al sentir una gota helada en mi frente. Había empezado a llover, y me encontraba recostado sobre un pasto verde y húmedo.

-¿Dónde estoy?- me pregunté. No entendía como había llegado a ese lugar. Traté de recordar dónde había estado anteriormente -un hospital- dije luego de cerrar los ojos para poder dilucidarlo. Cuando volví a abrirlos, levanté la cabeza para poder contemplar lo que se encontraba a mí alrededor. Era un campo abierto muy grande, pero tenía un detalle que lo hacía diferente de otros, unas hileras de lápidas de gran tamaño ubicadas una junto a la otra. Inscriptas con los nombres de sus respectivos difuntos, y sus años de nacimiento y muerte. Muchas tenían coronas de flores frescas a sus pies.

-Realmente, ¿Qué hago en este lugar?- me cuestioné por última vez, pero repentinamente un estremecimiento se apoderó de mi cuerpo. Tenía un mal presentimiento y no quería permanecer ahí por más tiempo razonándolo. Así que sin pensarlo mucho, me levanté bruscamente y empecé a caminar hacia donde mi cuerpo instintivamente me llevaba. Al principio, fue lento pero ante la desesperación de querer  salir de ese sitio, mi paso se volvió cada vez más ligero.

La primera imagen familiar que apareció ante mis ojos, me sorprendió. Me había encontrado con mi madre y Kyung Soo. Pero lo extraño era que estos estaban llorando junto a una tumba.   

-¿Porqué estamos en un cementerio? ¿Y porqué están llorando?- pregunté luego de acercarme a mi llorosa madre. Ésta ni siquiera me escuchó, por lo que me volví hacia Kyung Soo, el cual se encontraba al lado suyo. Con una mano en su hombro, intentaba brindarle consuelo. Pero éste a su vez, tampoco se había percatado de mi presencia.

-¡Estoy aquí! ¡¿Pueden prestarme atención?!- chillé con impaciencia. Había comenzado a perder la poca cordura que aún conservaba.

Por fin, Kyung Soo habló:

-No estés triste- musitó él, tratando de mantener la compostura, pero le resultaba muy difícil ya que las lágrimas no se detenían por más esfuerzo que hiciera- él está descansando, así que tenemos que estar bien para que pueda permanecer en paz- Estas fueron sus últimas palabras, antes de que mi madre se lanzara a sus brazos llorando desconsoladamente.

-¿Quién les escribe el libreto a estos dos?- pregunté al aire. Intentaba encontrar una broma al asunto. Pero el humor de ellos, no había cambiado en lo más mínimo. De hecho, yo no parecía existir. Eso explicaba que no se percataran de mí.

-¡¡NO!!- grité cuando al fin lo comprendí. Entonces, mi mirada voló hacia la inscripción escrita en la lápida, la cual decía: 

 

Kim Jun Myeon

1991-2012

 

Entonces todo ante mis ojos se volvió claro, ya que ese era el nombre que mis padres me habían dado al nacer. Pero como podía estar muerto, si me encontraba junto a mi mejor amigo y mi madre. Mi cuerpo estaba entero y sano. Esa última palabra, me hizo rememorar que antes de llegar a allí, había estado en un hospital.

-¿Cómo puede ser posible?- dije con incertidumbre, después de mirar mis manos húmedas por la lluvia. Esto era una prueba de seguir con vida. Pero aún así, yo sabía que ese era evidentemente mi nombre -¡Mamá! ¡Kyung Soo!- exclamé intentando abrazarlos, pero fue inútil como intentar capturar el aire y terminé cayendo sobre la tierra removida de mi supuesta tumba.

 

Finalmente, mis ojos se abrieron en el mundo real y vi todo lo que anhelaba en ese instante. Mi madre estaba observándome intranquila.

-Mamá, ¿puedes verme?- pregunté agitado. Todavía no sentía que mi cabeza lograba volver a la realidad.

-Claro hijo, como no verte- dijo aún preocupada- Acuéstate en la cama, sino te resfriarás- agregó gentilmente mientras me ayudaba a llegar hasta mi cama.

-¡Gracias madre mía!- grité mientras la estrechaba muy fuerte contra mi cuerpo. Me dolía todo el cuerpo por la posición en la que había dormido, pero estaba tan aliviado que ya no importaba. Ella me había devuelto el abrazo y la sentía tan auténtica -No estoy muerto, gracias- murmuré, y percibí a mi madre tensarse entre mis brazos. Ésta, de pronto se alejó y me miró a los ojos detenidamente.

-¿Qué quieres decir?- me interrogó con curiosidad en la voz.

-Nada, fue sólo un sueño- intenté relajarla pero fue una estupidez, ya que ésta no aflojó para nada. No quería que supiese que estaba enterado de mi situación -¡No te preocupes mujer!- exclamé despreocupado -No es la primera vez que tengo este sueño- finalicé en lo que parecía haber resultado. Su expresión ya era más relajada y dijo:

-Bueno quédate quieto aquí, que voy a preparar los papeles para salir- concluyó depositando un suave beso en mi frente y se retiró.

-¡Al fin saldremos de aquí!- vociferé y me sentí un tanto avergonzado, ya que escuché risas en el pasillo junto a mi habitación.

 

Unas horas más tarde, ya estando en nuestro hogar, mi madre preparaba la cena.

-¡Mamá!- exclamé al acercarme.

-¿Si?- preguntó ella con una sonrisa en su rostro y pude notar que unas pequeñas arrugas comenzaban a formarse alrededor de sus ojos.

-Hasta lo senil puede ser adorable- dije por lo bajo hacia un costado para que no me escuche, pero una risa se escapó de mi boca al decirlo.

-¿Qué has dicho?- preguntó fulminándome con la mirada.

-Nada, nada- dije con regocijo y luego recordé que había venido a preguntarle -Por cierto, ¿has hablado con mi jefe?-

-Si, le he dicho que renuncias- declaró mientras volvía a su tarea culinaria.

-¡¿Qué?!- exclamé en un grito ahogado -¡¿Quieres arruinarme?!- esta vez me agarraba la cabeza.

-¡Pero que dices!- dijo descuidada -Ambos sabemos que odiabas a ese hombre- y después de pensarlo agregó -De todas formas, ya está hecho-. A ella, parecía no importarle el esfuerzo que yo había hecho para mantener ese maldito trabajo, que había resultado ser un buen sustento.

Después de unos momentos de recapacitarlo, debía de agradecérselo ya que ella se decidió a hacer lo que yo nunca me había atrevido.

-Gracias mamá- dije al fin.

-No hay de que- contestó con una nueva radiante sonrisa -Deberías llamar a Kyung Soo- agregó al rato.

-¿A qué te refieres con ‘deberías llamarlo’?- cuestioné con cierto tono indagatorio.

-He hablado con su padre- se escuchaba su voz consternada -Nos mudaremos a Gyeonggi en tres días. Ya he arreglado todo, asi que prepara lo que quieras llevarte.

-Mamá, me encantaría estar cerca de D.O, pero- me detuve a reflexionar lo que había pasado en los últimos días y terminé -esto es muy repentino.

-No hay nada que hablar del asunto. Es la única manera de poder hacerte los estudios, ya que no contamos con mucho dinero ahorrado- acabó en un lamento.

-Pero…- quise objetar, sin embargo ella ya ni siquiera me miraba.

Mi motivo no se trataba de no querer ir. Mi apreciado amigo se encontraba allí, por lo que era seguro que no tenía nada que ver. Sólo me incomodaba ir a molestarles. No quería resultar una carga para él y su familia, por lo que me decidí a llamarlo. Intentaría convencerlo de que no era una buena idea.

 

Volví a mi habitación para hablar en privado y marque su número telefónico.

-Hola. ¿Con quién hablo?- pregunté ya que a pesar de conocer su vos, era fácil  confundirse con la de su padre que sonaba idéntica.

-¡Hola Suho! ¿Cómo estás?- preguntó alegre y supe enseguida de quien se trataba. Sus primeras palabras al atender las llamadas eran siempre las mismas. Continuamente intentando ir dos pasos por encima de los demás, aunque nunca haya sido su intención competir. Sólo lo hacia de inocente, que hasta me causaba ternura.

-Bien, acá estoy. Intento sopesar la situación, ¿entiendes, no?- dije a pesar de no saber como abordar el tema.

-Puedo entenderlo- dijo y pronto trató de cambiar el rumbo que había comenzado la conversación -Yo también iba a llamarte. Estoy muy ansioso porque vengas a casa- se notaba mucha euforia en su voz -¿Cuándo vendrán?

-En tres días- dije sin emoción. No sabía como decírselo, pero al menos debía esforzarme -No es muy conveniente que vayamos ¿Puedes intentar hablar con mi mamá y persuadirla de alguna forma?

-¿Es que no quieres estar conmigo?- preguntó con tristeza. Había conseguido hacerlo infeliz y eso no me estaba gustando para nada. Por lo que decidí hablar honestamente.

-No se trata de eso- dije después de mucho esmero -Pasa que no quiero molestarlos. Nosotros causaremos muchos problemas innecesarios en tu casa- dije esto y apareció en mi mente el sueño que había tenido. No quería recordar a D.O sufriendo junto a mi tumba -Pienso que definitivamente es lo mejor para todos.

-Causas más problemas si no estás aquí, ¿escuchaste?- dijo en modo de advertencia. Esto no me había molestado, sino que me había hecho muy feliz -Y además quiero poder cuidar de ti alguna vez- agregó y sentí como sus pocas palabras me habían convencido completamente.

-Si, mi general- contesté como si se tratase de un soldado recibiendo la orden de su oficial al mando.

Ambos reímos a carcajadas por el curso que había tomado la charla y estuvimos un largo rato planeando mi llegada. Cuando me dí cuenta de lo tarde que se había hecho, nos despedimos.

 

Ya acostado en mi cama, luego de haber cenado, me quedé mirando fijamente al techo. -Toda esta situación tiene un beneficio… podré estar con Kyung Soo y el tiempo ya no será tan importante- logré dormirme con ese pequeño feliz pensamiento rondando mi mente.

Notas finales:

Pronto aparecerá DO en persona!! jaja XD

Hasta yo estoy ansiosa >_<


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