“Inchou, yo te amo”
Recordé esas palabras, una y otra y otra vez, toda la noche, eran tan, pero tan perturbantes que no pude conciliar el sueño por toda la noche.
¿Amarme? ¿A mí? ¿A estas alturas? ¿Cuando en el pasado me abandono de la forma más cruel que le fue posible? ¿Cómo se atreve a tener el descaro de decirme eso y esperar que yo le de otra oportunidad? ¡él fue el único hombre al que he amado en toda mi vida y definitivamente será el último! no porque aun quiera amarlo, simplemente porque salir con hombres es mucho problema-pensé.
Pero pensar en eso y molestarme, no arreglaba el problema, sus palabras seguía resonando en mi cabeza.
A la mañana siguiente, me dirigía nuevamente a mi despacho y mi teléfono celular sonó, conteste y era mi viejo amigo Ousho.
-¡Hola Shiro! ¿Qué haces?
-¿Qué crees que hago? Voy mi trabajo- le dije con mi voz cansada, debido a la falta de sueño- ¿Y tú? ¿Por qué llamas tan temprano?
-Quería encontrarte temprano, antes de que se me olvidara y recordarte que mañana es el cumpleaños de mi pequeña hija-sonaba muy feliz, Ousho amada a su pequeña hija y a su hermosa esposa (después de los años que había pasado persiguiéndome, me alegraba saber que por fin el había encontrado a la persona indicada, y de cierto modo me hacía sentir menos culpable al respecto).
-¡Oh si! Ya no lo recordaba-le dije- Ahí estaré.
-Bien te esperaremos, ¡no llegues tarde!!- me regaño, como si yo fuera siempre el que no llega a tiempo. (¡si yo siempre soy puntual!)
-Ok, Ok.-le dije, y el colgó.
Lo recuerdo bien, después de la rotura con Madarame, Ousho había intentado confesárseme otra vez, pero era demasiado difícil para mí aceptar sus sentimientos, la verdad es que a Ousho nunca lo he podido ver como esa clase de persona, a mis ojos Ousho es como el hermano pequeño que nunca tuve. Pero esa vez cuando se me declaro fui tan cruel con él, gritándole que no lo amaba, que no quería estar con él… que me daba asco…-pensé con dolor- le dije exactamente las mismas palabras que Madarame me había dicho a mi cuando termino conmigo.
Entiendo que tal vez no haya querido decírmelas, pero la presión, del que dirán, le interesaba más que YO, en ese entonces.
Cuando estábamos juntos, antes, incluso si solo era para comer el almuerzo en la azotea de la escuela, yo sé, el era feliz a mi lado, podía verlo en su cara, en su sonrisa, esa sonrisa que me encantaba que solo ponía cuando estábamos solos, en las pocas y sutiles demostraciones de afecto que me hacía, notablemente avergonzado por sus acciones. Pero le preocupaba el “que dirán” cuando alguien más nos veía. Cuando sus amigas estaban con nosotros, el se comportaba distante conmigo o cuando había otros chicos (especialmente hombres) ni siquiera quería mirarme. Ese tipo de cosas, me rompían el corazón cada vez ¿Qué acaso no me amaba? Nunca me lo dijo, pero… yo creía que sí.
Al final cuando el ya no pudo soportar más los rumores que se generaron por que el ya no salía con las chicas, todo el mundo decía “de seguro es gay, es gay! Por eso odia a los hombres” y otros decían “a dejado embarazada a una chica” el no lo soporto mas, me convoco en la parte trasera de la escuela y con voz muy clara y fuerte me dijo que ya no quería verme mas (pero con otras palabras, mucho más fuertes que no quiero recordar).
En ese mismo instante pensé “Me equivoque, el no me ama, nunca lo hizo, solo me necesitaba para el invierno, ahora que la primavera llegaba esta mejor sin mí, yo solo le estorbo”. Pero aun así, aun cuando estaba destruyendo todas mis esperanzas, por tercera vez. No pude evitar pensar en los buenos momentos que había pasado con él, y con Kunimasa, Noririrn y todos sus hermanos y familia, que me habían ayudado a controlar mi apariencia espiritual, y sin darme cuanta ahí estaba yo… dándole las gracias por todo, y sonriendo mientras me despedía de él.
Su cara estaba notablemente sorprendida y desconcertada, creo que de hecho cuando me marche para irme, oí como se contuvo cuando intento llamarme de nuevo, eso me dolió aun más, ¿me amaba pero no quería amarme?
Para cuando desperté de estos pensamientos, ya había llegado a mi despacho, apenas iba asacar las llaves del consultorio cuando note una silueta recargada contra la puerta de este, por un momento pensé que era la mujer de la limpieza, que había llegado antes que yo y estaba parada esperando que yo abriera, cuando de repente escuche una voz.
-Buenos Días Inchou…
-Voltee a verle- Madarame…
-No, es Yonekuni… me dijo.