Salí de su consulta… todavía en shock, el delegado me había hecho completamente a un lado.
-Entonces no me ama- me dije.
Los recuerdos de su rechazo estuvieron acechándome todo el día, tanto que mi trabajo se hizo torpe, mis conversaciones con las chicas que iba a coquetearme se hicieron confusas y termine yéndome a casa temprano con la escusa de no sentirme bien.
Nunca nadie me había rechazado. Si hubiera sido cualquier otro hombre, cualquier otra chica… no me hubiera molestado tanto ese hecho, me abría ido a algún bar a tirarme a alguna mujer que se me insinuara… pero era el delegado quien me había rechazado. ¿Cómo podía superar eso?
Simplemente ya no quería pensar en nada mas, llegue a mi departamento, tome unas cuantas pastillas para dormir y me tendí en la cama.
-¿Qué haces aquí? Me pregunto el delegado, notablemente malhumorado
-¿No es obvio? Es el cumpleaños de la hija de Ousho y como miembro de su familia vine a la fiesta
Nos encontrábamos en un parque, en una zona cubierta de arboles verdes, era un parque natural así que no contaba con juegos. A nuestro alrededor solo había un claro donde nos ubicábamos, mas haya una gran cantidad de arboles que nos rodeaban.
El encuentro fue al llegar al lugar cuando cada uno respectivamente bajábamos de nuestros autos.
-Ah… es cierto- dijo con vaguea, mientras miraba a cualquier otra parte, intentando no mirarme a los ojos
-¿Tu qué haces aquí?
-Soy el padrino de la niña por eso vine- respondió
-¿Lo eres? No te vi en el bautizo
-No fui al bautizo, pero soy su padrino… como esa vez no pude asistir, le hice después una fiesta como disculpa
-No me invitaron a mi- comente, casi como si rezongara de ello.
-¡Por supuesto que no!! Era solo para niños- en ese momento una voz nos interrumpió.
-¡Hola!! Cuanto sin verte Shiro-san-dijo una chica flamante y bella de la especie del perro, quien era la esposa de Ousho. Su cabello era castaño claro corto hasta los hombros y lacio, con unos hermosos ojos color verde oscuro- Gracias por venir- dijo, eh hizo una reverencia hacia él.
-Como estas Shiyo-san- respondió el, con la misma reverencia- Ah pasado mucho en verdad, gracias por invitarme, le traje esto a la niña- dijo, mientras extendía una bolsa hacia la mujer
-Muchas gracias- sonrió ella cálidamente, después volteo a verme a mí- ¡Ah! Yonekuni-san gusto en verte a ti también, solo vienes a los cumpleaños- este último comentario, a mi parecer fue una réplica, más que un saludo. Pero tampoco iba a decirle que solo vengo por obligación.
-Como estas Shiyo, gracias por invitarme- me incline
-Estoy bien gracias por asistir todos los años- Shiyo sonrió y de nuevo se inclino, esta vez hacia mí- Ah, pero… ¿ustedes se conocen?- Y justo cuando iba a responder, Inchou respondió primero que yo.
-No, jamás nos habíamos visto antes. Ahora, ¿dónde está Ousho?
-El está por allá, junto a Kushina- Indico Shiyo con el dedo en dirección a la izquierda, donde podía verse a un Ousho un tanto más gordo que el del año pasado y a una pequeña niña de cabello castaño como el de su madre largo y arreglado en una trenza, que jugueteaba con los brazos de su padre.
-Bien, iré a saludarlos, nos vemos después Shiyo-san- se alejo y ni siquiera se despidió de mí
Si tuviera que describir la fiesta, desde el punto de vista de un niño, diría que fue genial, había castillos de aire, trampolines, resbaladeros, un mago, payasos, pastel, golosinas, regalos, etc. Y eso es algo maravilloso para los niños. Si tuviera que describir la fiesta desde el punto de vista de un adulto diría que también fue muy buena, los niños se divertían y los adultos pasaban tiempo de calidad con otros adultos, viejos amigos, recordando tiempos que ahora lucían lejanos, etc. Pero si tuviera que describirlo desde mi punto de vista diría que la fiesta fue un asco. Niños gritando y corriendo por todos lados, comida tirada en el piso, manchas y demás. Pero lo único bueno es que pude ver a Fujiwara y molestarlo por un rato, aunque él se paso toda la fiesta huyendo me mi. Me gustaba verlo jugar con los niños, el era como un imán para los mocosos, ni siquiera Kunimasa le llegaba a los talones todos se le acercaban y querían estar con él. Shiro es, sorprendentemente bueno con los niños, podía calmar incluso al más inquieto de todos, con una simple palabra o una sonrisa.
En un momento, justo cuando la fiesta ya estaba llegando a su fin Kushina, la hija de Ousho se cayó y se raspo la pierna, dado que su padre y madre estaban ocupados despidiendo a los invitados Shiro se encargo de curarla y calmarla, y dado que el lugar empezaba a despejarse me dio la oportunidad para acercarme
-¿Te duele mucho?-pregunto el delegado a la niña, mientras le regalaba una cálida sonrisa
-Si duele-dijo ella con un puchero
-No te preocupes, en un rato mas ya ni te vas a acordar- decía mientras colocaba un poco de alcohol en la herida y después una pequeña bandita con dibujos de dinosaurios.
-S-si…-asintió la pequeña con la cabeza
-Dime que te regalaron-le dije mientras llegaba por detrás de ellos, pude ver su descontento, pero aun así no dijo nada al verme y se limito a ignorarme
-¡Tio Yone!- Dijo la niña y me sonrió mientras se sonrosaba
-Hola-le dije y me senté a su lado. Estábamos sentados en un árbol que serbia como banca, aun que realmente no lo era (no tengo idea de donde salió) y nos encontrábamos más allá del claro en el que se ubicaba la fiesta, desde un punto que no era muy visible.
-¡Me regalaron una muñeca, y un osos de peluche gigante, muy pero muy grande, asi!!-hizo un ademan con los brazos- Y mi papa me trajo un pastel de chocolate para mí y mis amigos
-Eso se oye muy bien, se nota que te divertiste
-Sip!!!-sonrió
-Ya veo entonces valió la pela el raspón ¿cierto?
-Tio Yone, ¿tú también te divertiste?
-Por supuesto!! Fue muy entretenido verte a ti… y a alguien más-dije esto último mirando al delegado que evadió mi mirada rápidamente
Por un rato mas mientras el delegado la curaba ella me conto todo su maravilloso día, después se levanto, de dio las gracias a Fujiwara con un beso en la mejilla y luego se fue, brincando y corriendo en dirección a donde estaban sus padres, dejando a Fujiwara y a mi solos es ese lugar.
Shiro recogió las cosas del botiquín que había sacado en silencio, sin siquiera voltear a verme, Inchou me daba la espalda.
Me acerque lentamente y bese su oreja. El delegado casi deja caer le botiquín
-¿Qué haces!!?- Me pregunto, sonrojado
-Beso tu oreja, ¿no es obvio?- pregunte, incrédulo
-Lo que pregunto es ¿Por qué?- se molesto
-¿Que no puedo?- Obviamente estaba molestándolo, me pregunto si él lo habrá notado en ese momento.
-¡No! No puedes, nadie te dio el permiso, ni siquiera te conozco ¿recuerdas?-se levanto
-En ese caso, conóceme- le dije, aun sin moverme de ahí, el se detuvo y volvió a mirarme
¿ah?
-Soy Madarame Yonekuni- me levante y extendí mi mano hacia el- Gusto en conocerte, soy homofóbico, pero no me molestaría ser tu amigo…
Me miro asombrado sin saber muy bien que decir, entonces proseguí.
-… Tampoco me molestaría ser más que un amigo para ti- le dije y Shiro se sonrojo, pero esta vez no desvió la mirada
-¿Por qué haces esto?-me pregunto
-Tú mismo lo dijiste Fujiwara, nosotros no nos conocemos, y como no nos conocemos, podemos conocernos ahora, si algo malo paso antes ahora podemos arreglarlo y empezar bien las cosas…- le dije y extendí aun mas mi mano- ¿Vas a estrechar mi mano sí o no?- el delegado me miro por un momento, después de un rato de vacilación finalmente tomo mi mano.
-S-soy Fujiwara Shiro… alguna vez fui el delegado de la clase… gusto en conocerte-me dijo y podía ver que su rubor le llegaba a las orejas, aun sin verme a los ojos
-Mucho gusto en conocerte, Inchou-le dije y bese su mano.
-S-si- me dijo