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all you want por soul_eater_yaoi

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Notas del fanfic:

otro fic

ojala les guste :)

Notas del capitulo:

disfruten!!

Desde siempre supo que lo suyo no eran las relaciones, cuando niño nunca logro acercarse a una mujer, siempre iba a los bailes solo, ahora que era más grande, en lo que cabe la palabra para una persona con los 23 cumplidos, seguía con la misma suerte.

Esa mañana se levanto más temprano de lo usual, se metió al baño, desayuno, lo rutinario, pero había algo que sentía que estaba cambiando, no le tomo importancia y se dirigió al trabajo; ser mesero de uno de los restaurantes más visitados de la ciudad tiene sus ventajas, dejando de lado el recibir buenas propinas, te proporciona el conocer personas de diferentes lugares; después de todo, ¿quien no quiere comer en un lugar de 5 estrellas?

Al comenzar su turno el lugar ya se encontraba algo lleno, la música clásica comenzaba a inundar el ambiente causando una sensación de relajación constante, las personas charlaban, los pedidos iban y venían, todo normal, como lo había sido desde el primer día que llego a ese lugar.

Habían pasado unas horas cuando, por la entrada principal, lo vio llegar, alto y delgado más sin embargo no escuálido sino todo lo contrario, con las cejas arqueadas y una perilla de cerca afeitado. Pelo ondulado hasta los hombros; vestía un gran sombrero negro alto con una banda de color sepia; portaba un impecable traje negro con las mangas enrolladas, zapatos de cuero negro, corbata blanca y un pañuelo en el bolsillo del pecho.

Ya sabía de quien se trataba, Rob Lucci, uno de los magnates más grandes que en su vida hubiera, o tuviera, el placer de conocer, ¡y vaya que placer!, desde la primera vez que lo vio entrar por esa puerta quedo prendado de ese hombre, todo en el le fascinaba tanto, desde su personalidad hasta su porte; jamás se considero homosexual, ni por su cabeza pasaba la dichosa palabrita, pero sabía que Lucci le alteraba tanto, que era imposible el no estar seguro de que lo amaba.

Tan concentrado estaba observando al hombre que no se dio cuenta que este también lo miraba, se sintió tan estúpido que lo único que atino a hacer fue desviar la mirada sonrojado mientras corría a esconderse en la cocina; aquello era tan vergonzoso, estaba pensándose el seriamente pedir el día libre y salir de ahí lo antes posible pero como la suerte lo odia tanto aquello no iba a ser posible

-       Kaku, ¿Qué se supone que haces aquí? – le gritó Spandam tras el asador – se supone que deberías estar afuera atendiendo a los clientes, uno aquí quemándose en la cocina y tú que respiras afuera…

-       Spandam piedad, él acaba de llegar – susurro cortando al hombre – solo déjame esconderme aquí hasta que se vaya

-       Tsk, eres un cobarde de lo peor

-       Mira quién habla – sonrió mas calmado - ¿me puedo quedar?

-       Ya que

Spandam solo sonrió mientras seguía con su tarea, realmente no entendía el miedo que su amigo le tenía a ese hombre, bueno que si uno lo mira bien si podía llegar a ser intimidante pero no parecía una mala persona, después de todo era su mejor cliente, siempre pedía las bebidas más caras y lo mejor del menú, además de dejar cuantiosas propinas. Alguien que derrocha su dinero así no podía ser malo, solo asquerosamente rico.

No lograron pasar ni 5 minutos cuando Paulie, el jefe de meseros, entro hecho una fiera, literalmente hablando, a la cocina con ganas de carne fresca, aunque Kaku sabía que lo estaba buscando a él.

-       ¡Kaku! ¡donde te has metido! – el grito bien podría escucharse hasta la luna, o tal vez el sol - ¡sal ahora, hay clientes que atender, no se te paga para que holgazanees en la cocina!

El hombre miro a Spandam mientras se fumaba un puro, el cocinero se encogió sobre sí mismo, Kaku solo suspiro antes de salir de la cocina, debía admitir que su jefe daba miedo cuando se enojaba, Paulie era de esas personas con un carácter un tanto, peculiar. Observo a su alrededor buscando una mesa que atender, y cerciorándose de que el hombre de sus sueños, si, el ya lo había decidido así, no estuviera.

-       Si lo que buscas es una mesa libre – susurro alguien atrás de el tomándole por la cintura – a mi aun no me han tomado el pedido

Inhala, exhala, ¡dios que alguien le diga que está soñando! O en su defecto, que entro en una especie de realidad alterna en donde la persona que le hace suspirar cada 2 por 3 parece corresponder sus sentimientos. Parpadeo un par de veces; en las cuales Lucci aprovecho a oler el delicioso aroma que el joven desprendía, hasta que por fin volvió a la realidad.

-       E-enseguida lo atiendo – como pudo se aparto del hombre mientras se tambaleaba hacia la mesa del pelinegro – q-que desea pedir

-       El mejor vino que tengan en su repertorio, langosta y… tu número de teléfono

¿Había escuchado bien? Por favor ahora díganle que no está soñando. Miro al hombre sonrojado hasta las orejas mientras hablaba incoherencias, si, realmente no podía verse más patético, pero era imposible para el hilar dos palabras seguidas cuando tenía a Lucci en frente. Pero como dijimos que el destino lo odia, ella apareció.

Llevaba puesto un vestido negro y corto de mangas sobre una camisa de rejilla que cubría sus grandes pechos y medias a lo largo de sus piernas, zapatos de tacón alto, el pelo rubio suelto y sus inseparables lentes que hacían juego con sus pendientes de perla y maquillaje. Su nombre, Califa, su dolor de cabeza más grande, la niña consentida de papa Lasky, la diva con el ego y la vanidad más grande y lo más importante… la prometida de Lucci.

Notas finales:

comenten!!


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