Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Soñando con el paraíso por Kokuma

[Reviews - 10]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Me costó imaginarme la continuación, pero por fin está aquí. Espero les guste. :)

SOÑANDO CON EL PARAÍSO

El contacto de sus dedos con mi piel ardía, intentaba zafarme de las cadenas, pero era imposible en la condición en que me encontraba. Los recuerdos de la noche en que Muraki me había marcado no dejaban de pasar por mi mente, pero sabía que esto era mil veces peor. Este demonio iba a apoderarse por completo de mi cuerpo, la chispa de “vida” que tanto me había costado recuperar estaba a punto de extinguirse de nuevo.
Lloraba y gritaba incontrolablemente, estaba enojado por el maldito destino que me había tocado. Aún muerto no existía más que para observar cómo poco a poco mi alma se hundía en un abismo, un punto sin retorno. Mi vida pasó frente a mis ojos en segundos, ¿por qué nunca me había abierto a Tsuzuki? ¿Por qué nunca le había confesado mis sentimientos? Tal vez todo terminaría igual, conmigo en esa habitación, pero no tendría este arrepentimiento.
El ardor en mi piel terminó y el demonio se colocó sobre mí, mirándome directamente a los ojos.

- He esperado cientos de años, y por fin estaré estable en este mundo.

El cuerpo de Hazuki empezó a convulsionarse, de la boca comenzó a salir el ente malvado en forma de humo negro. Se fue introduciendo en mí, sentí cómo mi interior iba siendo conquistado. La joven sobre mí cayó inerte al piso al mismo tiempo que me hundí en mi mente para intentar contraatacar al demonio. Todo era negro, combatíamos con gran fuerza. Sabía que no evitaría que se hiciera con mi cuerpo, pero mi alma encontraría refugio en ese pequeño rincón.
Había logrado arremeter contra él, estaba a punto de ganarla cuando sentí la presencia de Tsuzuki acercándose. Mi satisfacción fue enorme al notarlo, no pude evitar sonreír; y fue la peor distracción, porque entonces el demonio se apoderó por completo de mí, se asentó como una piedra tocando fondo, y el mundo dejó de existir.



Una extraña fuente de calor me rodeaba, era cómodo y tranquilo estar así. Abrí los ojos con lentitud, estiré los brazos y para mi sorpresa noté que estaba acostado sobre pasto y alguien me abrazaba. Intenté ponerme de pie, pero unos brazos fuertes me sujetaban.

- ¿Estás bien, Hisoka?

Dejé de respirar por un momento, Tsuzuki era el que estaba ahí conmigo, su voz era inconfundible. Hice la cabeza hacia atrás, una cálida sonrisa recibió mi mirada.

- ¿Qué ocurrió? –pregunté aún sin poder salir del shock.

Acarició mi cabeza y volteó hacia el cielo, mirando detenidamente la luna menguante sobre nuestras cabezas.

- Todo está bien ahora, ya no pienses en eso.

Me senté sobre el pasto para observar en dónde estábamos: era un campo extenso hasta donde tocaba el horizonte. Atrás de nosotros, a unos cuantos metros, se levantaba una pequeña cabaña, y más allá otra docena de ellas.

- ¿En dónde estamos?

- Aquí pasaremos nuestras vacaciones, ¿te agrada?

Ambos nos levantamos y me llevó a recorrer el pequeño pueblo, mucha gente desconocida para mí nos saludaba con entusiasmo. Entonces noté algo que había pasado de largo, no podía detectar las emociones ni leer los pensamientos de nadie. Los rostros me parecían vacíos, la vida careció de sentido por unos instantes. Me detuve alarmado, no sabía qué estaba ocurriendo.
Sin preguntarme nada, mi compañero me llevó hasta donde indicó era nuestra cabaña. Era espaciosa, de dos pisos. En la planta baja estaba una cocina pequeña, medio baño y una sala de estar; arriba, dos habitaciones individuales, con baño para cada una. Tsuzuki sonreía explicándome lo divertido que resultaría estar ahí realizando todo tipo de actividades.

- ¿Qué está pasando, Tsuzuki? –inquirí con un tono de angustia.

- ¿A qué te refieres? –ladeó la cabeza, pero la sonrisa nunca desapareció de su rostro.

Lo miré pensando que en realidad no lo conocía, era él pero a la vez no lo era; era una persona vacía.

- No puedo detectar los sentimientos de nadie aquí, ni siquiera siento tu presencia a pesar de tenerte enfrente de mí. ¿Cómo es eso posible?

Entonces me relató que había luchado contra el demonio en mi cuerpo, había sido una pelea inigualable en dificultad, pero al final lo derrotó y me salvó.

- Watari se aseguró de hacerte todo tipo de análisis y resultaron bien. Esas habilidades pudieron perderse en el proceso de recuperación, no podemos estar seguros.

Podía ser, tal vez al regresar del abismo no todo era igual, mi alma podría haberse reintegrado de una manera distinta. Sin embargo, era como si mi vida fuera la de otra persona, una parte de mí había quedado enterrada y no sería posible recuperarla.

- ¿No es mejor así? –Se acercó y me acarició el rostro- Siempre te has quejado de tus poderes, tu modo de vivir es complicado. Ahora tienes la oportunidad de empezar de nuevo, de llevar una vida como los demás; aunque claro, seguirás siendo shinigami.

Me resultó difícil hacerme a la idea de continuar de esa forma, siempre había estado consciente de los demás de un modo profundo. Un golpe del destino me había llevado a esto, pero no me gustaba a pesar de las grandes maravillas de poder vivir sin preocupaciones ajenas.



Llevaba apenas dos días en ese lugar y me parecía una eternidad. A pesar de hablar con muchas personas, sentía que nadie era de fiar, no confiaba en nadie para nada, ni siquiera en mi compañero.
Mis sentimientos por Tsuzuki no habían cambiado, pero ahora no estaba seguro de conocerlo. Todos los días sentía que estaba junto a un extraño, una réplica física perfecta de él, pero que no pensaba ni actuaba como debería ser.
Cuando pude deshacerme de mi compañero, comencé a caminar por el campo. Parecía que las cabañas se encontraban en medio de la nada, no se veían árboles a la redonda, nada se movía. Continué intentando encontrar algo distinto y de pronto divisé una figura a lo lejos, venía hacia donde yo estaba. Qué difícil se me hizo reconocerla hasta que estuvo más cerca pues no podía detectar nada en mis condiciones. Y cuando estaba a punto de alcanzarme, me di cuenta de lo extraño que era el tiempo, el sentido común y la razón.

- ¡Hisoka! –La dulce joven se abalanzó y me abrazó con fuerza- No te había visto desde hacía tanto tiempo, y cuando me enteré de que habías venido aquí vine desde mi cabaña. ¡Qué feliz estoy de verte otra vez!

No supe qué decir ni cómo reaccionar, porque en mis brazos estaba Tsubaki, la misma chica a la que había asesinado, por su propia elección, años atrás a bordo del Queen Camellia.

- ¿Ha venido también tu compañero? ¡Vayamos a buscarlo! –exclamó con una enorme sonrisa.

Agarró mi brazo y me llevó de vuelta a las cabañas.



Todo estaba de cabeza. De repente me encontré en la cabaña sentado en medio de Tsuzuki y Tsubaki, ambos conversaban animadamente sobre cosas cotidianas. Me la pasé intentando encontrar una posible explicación, pero nada me resultaba convincente. Miraba una y otra vez a la joven, recordando cómo había muerto, cómo había sufrido yo. Ahí estaba, hablando como si nada hubiera pasado, riendo como solía hacerlo.

- Tsubaki –interrumpí-, ¿cómo es que estás aquí? Yo… te maté.

Esperé una respuesta y en vez de eso escuché una gran carcajada por parte de ambos acompañantes.

- ¿De qué hablas? Nunca ocurrió nada parecido, sino yo no estaría aquí.

Sus brazos me envolvieron, y por el otro lado los de mi compañero. Así estaba yo, tan cerca y tan lejos de ellos. La puerta se abrió de repente y entraron Watari y Tatsumi, seguidos por Terazuma y Wakaba. Saludaron y se acomodaron en los demás sillones; no detectaba la esencia de ninguno de ellos, todos eran muñecos vacíos a mi alrededor. Entonces, cuando creí que aceptar la realidad era lo mejor, una serie de sucesos giró los acontecimientos otra vez.

Tsubaki se acercó a Terazuma y tomó su mano, en vez de que éste se convirtiera en un monstruo, continuó hablando sin problemas; Tatsumi parecía no gustar de la compañía de Watari, e incluso se alejó hasta el otro extremo de la habitación en cuanto intentó hablarle. Pero lo peor de todo, lo que me hizo darme cuenta de la gravedad de la “realidad”, fue cuando Wakaba le acercó a Tsuzuki un gran plato con galletas y bombones, y él lo rechazó.

“Tsuzuki rechazó los dulces, los rechazó, los rechazó…”, fue todo lo que cruzaba mi mente. Hice una rápida conexión de los hechos y llegué a una respuesta espantosa que necesitaba ser confirmada.

- ¡Nunca rechazarías algo dulce! –grité señalándolo con el dedo.

Las miradas cayeron sobre mí como ladrillos cayendo de una construcción e inmediatamente intentaron convencerme de que mi comportamiento era inadecuado, que todo era normal.

- ¡Aléjense! –Me acerqué a la puerta principal- ¡¿Quién rayos son todos ustedes?!

- Hisoka, por favor –me suplicó Tsuzuki-, no te hagas daño.

Salí corriendo de la cabaña, quienes pasaban a mi lado intentaron detenerme sin lograrlo. Llegué al campo y no me detuve, tenía que regresar. Un estallido me detuvo en seco, frente a mí estaba mi compañero.

- ¡¿Me dirás la verdad?! –pregunté enojado.

Intentaba abrazarme, pero lo apartaba furiosamente y daba un salto hacia atrás.

- ¿No te agrada estar aquí? Hisoka, éste es tu paraíso, aquí puedes ser libre y vivir todo aquello que no se había permitido antes.

Consiguió retenerme entre sus fuertes brazos, susurraba a mi oído palabras que resultaban irreconocibles. Temí que me estuviera hechizando, así que forcejeamos, y grité:

- ¡Me niego a morir!

Se separó un poco de mí para decirme que yo no estaba muerto, todo era real, era una nueva oportunidad.

- ¡Tú no eres Tsuzuki! ¡No lo eres!

Corrí hacia otro lado, me detuvo con facilidad. Sólo decía que debía tranquilizarme, que todo iba a estar bien, que no podía comprobar que no era él.

- ¡Sí puedo y lo haré! –respondí, me preguntó cómo, sabiendo perfectamente cómo era en verdad él me atreví a hablar- ¡Dime que no me amas! ¡Admite que me detestas!

Y lo hizo, de su boca salieron las horribles palabras “no te amo, te detesto”, como si quisiera complacerme. Nunca, nunca en su vida diría algo así, preferiría no contestar.
Desapareció de mi lado, mi cuerpo flotó en un fondo negro y a lo lejos divisé el final del camino, una tenue luz blanca. Mis piernas se movieron por sí solas, corrí a la salida, de vuelta a la vida; aún no iba a morir. Atravesé el portal.

El cuerpo me dolía demasiado, apenas logré girar la cabeza sólo un poco, y como siempre en las peores situaciones, escuché su voz.

- ¡Hisoka! ¡¿Estás bien?! ¡Hisoka!

Abrí los párpados con pesadez, y él estaba ahí con un rostro de extrema preocupación, detrás suyo, un poco alejado, se veía cómo las llamas consumían un almacén. Dirigí mi mirada a él otra vez, podía sentirlo.

- ¿Eres tú, idiota? –articulé con dificultad.

- Sí, estoy aquí, y siempre lo estaré –esbozó media sonrisa.

Sentí cómo mis músculos se relajaron, sonreí un poco y me sumergí en un sueño profundo.

Notas finales:

Por favor, dejen reviews. Esto aún no ha terminado, no crean que me olvido de lo mejor.

ACTUALIZACIÓN: MIÉRCOLES 1 DE MAYO.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).