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BOY LOVE BOY por Nanami Jae

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Notas del capitulo:

 

Amor a primera vista. Algunos lo consideran un sentimiento irresponsable, inválido, superficial, efímero, falso.

Pero para mí, emana de un corazón sabio, que le bastó sólo una vez, para reconocer al amor de su vida.

Adrián.

 

 

CAPÍTULO ESPECIAL 2

BOY LOVE BOY

 

Cuando le miré a los ojos, me vi reflejado en ellos. Y me percaté de ese vínculo que ya nos unía con fuerza: “Ambos buscábamos con desesperación el verdadero amor”.

Y bajo la penumbra del gimnasio, cubrí esos labios que pedían a gritos ser besados.

 

*~~~~~*~~~~~*~~~~~*

 

La noche, capa oscura que cubre los crímenes de un asesino y a los amantes de su pecado de lujuria. Sumergido en ella, me abrí paso por las solitarias y húmedas calles de la cuidad. En la esquina, la débil luz de una lámpara alumbraba a una joven de la vida galante que esperaba impaciente al hombre que alquilara su cuerpo en esta fría noche que se prestaba como para conseguirse compañía.

Estacioné mi moto y bajándome, me recargué en ella. La mujer me divisó de donde se encontraba y con esos tacones que retumbaron en el silencio, se acercó coqueta y se refugió bajo mis brazos buscando la calidez de mi chaqueta, cubriendo a su vez, su atrevido escote ante ese fresco aire que atacaba con fuerza.

—Así, abrázame así, Adrián —se acorrucó.

Aún me encontraba inquieto, así que encendí un cigarrillo mientras ella acariciaba lentamente mi abdomen sobre la ropa. «Y yo que creí haber dejado el vicio». Maldije a baja voz mientras absorbía el tabaco y luego liberaba el humo desde la nariz, mirando con detenimiento el cielo nocturno. Ese cielo nocturno que fue el único techo de hogar que tuve.

Cómo es que había llegado a este punto. De vivir indecentemente. Cómo es que la calle me adoptó.

No fue por un  infortunio o un trágico suceso que me haya obligado. Yo mismo elegí esta vida. Yo mismo me condené a ella.

 

Cualquiera consideraría que soy un chico afortunado y quizá sea verdad. He sido un prodigio desde mi nacimiento. En todos los aspectos. No importa lo que intente hacer o si es la primera vez, siempre he poseído el talento innato y la habilidad para llevar a cabo lo que deseo. Fui bendecido por los Astros, o de la forma como quieran llamarlo. Pero así como era afortunado, de la misma manera era infortunado…

Desde siempre me creé una idea errónea de lo que era el amor y la felicidad. Quizá porque desde pequeño fui testigo y sin censura de los amoríos de mi padre. Él llevaba mujeres a casa y tenía sexo con ellas sin importar que su pequeño hijo estuviera presenciándolo, mismo, que nunca dejó de preguntarse, cuál de todas ellas fue quién lo engendró. Sin una madre a mi lado y un padre descuidado, aprendí a valerme por mi mismo y fui educado en un ambiente callejero e influenciado por el ejemplo libertino de papá. A los doce años me independicé completamente y abandoné mi hogar. Aunque realmente nunca tuve uno en realidad. Y ahí fue cuando inicié la vida en las calles de la cuidad. Recorriéndolas, fui añadiendo incontables aventuras eróticas y amoríos prohibidos a mis experiencias. La mayoría de veces amanecía en hoteles de carretera en brazos de una desconocida, o tirado en los baños de algún bar con una molesta jaqueca y con recuerdos a medias.  

“Pero todo eso era mejor que volver a un apartamento donde nadie me esperaba.

No importaba, mientras llenara este vacío insaciable.”

 

Quería arruinarme la vida. Tocar fondo.

El tiempo fue trascurriendo y sin que me diera cuenta, cada día iba convirtiéndome inevitablemente en una copia exacta de Papá. Taciturno me sumergí en los bares y tabernas, profanando cuerpos, rompiendo corazones. Sólo bastaba una mirada para lograr lo que quisiera y a quien quisiera. Nadie se resistía a mis encantos, nadie lograba escapar de ellos. Las mujeres venían a mí como hembras en celo. Féminas en matrimonio y de gran posición económica no fueron la excepción. Todo tipo de mujeres me buscaban y sucumbían ante mí. Pero jamás me até a nadie. No perpetuamente. Sí, quizá cualquier chica podía sentirse afortuna de poseerme una noche, pero inevitable terminaría por perderme al amanecer.

El tamaño de mi miembro me convirtió en el amante más deseado de la ciudad. Virtud física que me fue heredada desde generaciones atrás. Gracias a ello y a una atractiva apariencia, mi padre, mi abuelo y mi bisabuelo fueron los hombres más solicitados de su época, y ahora me había tocado a mí el legado. Ya corría por mi sangre, ser un conquistador. Desde tiempos inmemorables.

No conocía otro estilo de vida, así que continué en aquella demasía. Hasta que una tarde de domingo en Abril del año pasado, -lo recuerdo perfectamente-, mientras paseaba cerca de un parque, contemplé sentados en una banca, a una pareja de enamorados sonriéndose mutuamente, invadidos de una dicha que desconocía y que iluminaban sus rostros, mientras se hacían arrumacos y se ofrecían entres sí helado de vainilla. Frente a ese conmovedor e inexplicablemente acontecimiento para mis ojos, el mundo que había construido, se vino abajo, derrumbándose, reduciéndose a escombros. Entonces, por encima de mi chaqueta me presioné mi inerte corazón, y pude sentir, aún ese hueco lastimándome en el pecho, aquel que con desesperación intenté llenar, y que no logré desaparecer, sino que al contrario, se iba haciendo cada vez más grande. En ese instante, supe que había errado, que durante todo ese tiempo, nunca encontré verdaderamente el amor y la felicidad. Y me pregunté: ¿Por qué no podía sonreír de la misma manera que ellos lo hacían? ¿Tan natural y honestamente? ¿Por qué mis ojos no podían iluminarse y mirar de esa forma a alguien? Aquel amor que se profesaban no era maquillado por la apariencia, ni manchado por el deseo sexual. Era un sentimiento puro.

Yo, tan sólo quería amor y felicidad, eso, lo que esa pareja en ese momento presumían ante mis ojos, y a lo que me dediqué con desesperación a buscar. Era lo único que anhelaba y siempre fue el motor de mis acciones.

Pero entonces, ¿en qué me había equivocado?

Ese mismo día al anochecer, en mi moto subí una colina y desde su mirador, observé a lo  lejos la cuidad, con sus enormes edificios iluminados y sonidos mundanos. Era mi paraje favorito. Y apartado por unos momentos de esa vida de perdición que llevaba, me lamenté por primera vez, ahí, donde nadie era testigo, al haberme percatado del camino equivocado, sin amor, que había tomado. Desgarrado por sus consecuencias.

—Papá, me siento triste y solo, ¿qué debo hacer? —con una pelota desinflada en la mano me asomé a la habitación con los ojos hechos agua mientras me estrujaba con fuerza el corazón a través de la camisa, y que dolía, hasta morir.

—A este pequeñín le falta su madre —ronroneó su amante montada a papá mientras besaba su cuello.

—Haz lo que yo, hijo. Búscate una puta rica y desaparecerán esas molestas sensaciones. Ahora cierra la puerta.

Después de escacharlo, regresé a la cocina e intenté preparar algo de comer con mis inexpertas manos para calmar aquellos extraños sonidos que emitía mi estómago.

 

Y sus palabras se quedaron grabadas en mi mente.

Quizá mi padre encaró de esa forma a la soledad y al vacío, pero no significaba que era el camino correcto para encontrar el verdadero amor y la felicidad. Pero infortunadamente, fue la única opción que tuve y que conocía. Porque, no importaba las veces que me sumergía entre tibias sábanas, mezclándome con un candente cuerpo, al final terminaba sin poseer nada, bajo noches frías y perpetuas de un cielo cruel. En carencia y soledad. Porque no importara que estuviera rodeado de tanta gente, rodeado de tanta hipocresía y de superficialidad. O sumergido en la bebida embriagante y la lujuria para evadir mi realidad y hacerla más amena. Al final, nada podía cubrir lo que en realidad  era… un lobo solitario que lo único que poseía era a la luna.

De corazón suicida, bajando de la colina regresé maniobrando mi moto por la autopista, violando los límites de velocidad. Insensible de la vida. Juguetón con el peligro. Porque no había nada que perder. No había un futuro que esperar. Porque nunca poseí nada en realidad. Porque para mí, jamás existió un mañana. Alguien con quien esperarlo.

Desde ese entonces nunca dejé de preguntarme qué era el amor en realidad. Y a esas alturas no sabía siquiera, si sería capaz de encontrarlo o de reconocerlo si apareciera frente a mí. Era demasiado tarde. Ya estaba totalmente perdido en el mundo del libertinaje y del cariño fácil. Sin ser capaz de huir de esa vida.

O eso creí.

Hasta que apareció él, cuando creí que no existía ningún acreedor de poseer mi corazón.

 

Recuerdo hasta el más insignificante detalle de esa madrugada lluviosa, en la que vino a mí la salvación. Haciendo mi rutina, me desnudaba arriba del pequeño escenario del rustico bar “Blue Rose”. En medio de ese griterío, mis ojos tuvieron el más valioso hallazgo. Con un brillo más resplandeciente que el de un reflector, perdido en el público, un joven, de apariencia común y sencilla, con las mejillas enrojecidas y pecosas, fingía no mirarme.  

Él fue la inocencia y la pureza reencarnada.

Un Ángel.

Desde su espalda se extendieron sus grandes y blancas alas

Ahuyentando las sombras que me consumían.

Nadie más perfecto que él.

Sí, fue amor a primera vista. Algunos lo considerarán un sentimiento irresponsable, inválido, superficial, efímero, falso. Pero para mí, emana de un corazón sabio, que le bastó solo una vez, para reconocer al amor de su vida.

Sí, indudablemente fue un flechazo.  Aunque no lo haya aceptado en ese momento…

Reí irónico mientras me dirigía a los camerinos con el corazón latente e impregnado de aquellos  alocados estremecimientos. ¿Cómo alguien como yo podría reconocer el amor con tan sólo mirarlo? ¿Estaba ebrio? ¿Estaba alucinando? No le conocía y además se trataba de un chico, y yo jamás había tenido orientaciones homosexuales. Era absurdo. Con esos pensamientos, intenté pasar desapercibido; evadir rotundamente aquel incidente y esas osadas sensaciones revoloteando en mi interior, pero entonces, el joven apareció en mi camerino, de nueva cuenta frente a mí, dando un ferviente testimonio del amor verdadero y respondiendo preguntas que yo siempre me hice respecto a ese sentimiento. Corrí tras él cuando salió dramático del bar, pues si él presumía saber sobre el verdadero amor y la felicidad, tenía que decirme cómo y dónde encontrarlo.

Fue cuando le miré, tirado en suelo, inconsciente en el callejón trasero de Blue Rose. Había sido atacado por los maleantes y se estaba tendido en el suelo. Me enfrenté a sus atacantes para después correr a socorrerle.

Una extraña sensación que jamás creí sentir, me lastimó el pecho. ¿Era preocupación y angustia? ¿Por un extraño?

Inmediatamente intenté darle primeros auxilios. Bajo la lluvia descubrí su torso, que era blanquecino y famélico. Y comencé a presionar con fuerza y desesperación sus pulmones.

Pero no respondía a mis estimulaciones…

 Mis labios temblaron, ansiosos, con tan sólo al pensar en la otra maniobra, como si no hubiera pasado por aventuras más eróticas que esa. Sintiéndome sumamente extraño por eso, más nunca incómodo.

¿Fue porque se trataba de alguien de mi mismo sexo? No. Porque se trataba de él.

 Sin titubear más, aparté sus húmedos y claros mechones del rostro, e involuntariamente conmovido, contemplé esas facciones de niño, esas hermosas pecas tapizando sus mejillas y aquellos labios rosados y entreabiertos. Toqué esa suave textura, esos labios susurrantes y le brindé mi aliento, hasta obligarlo a abrir nuevamente ese par de orbes iguales a las de un cachorrito, para lograr apreciar por segunda vez, su ingenua y límpida mirada que me cautivó extrañamente desde el primer contacto. Lucia tan ingenuo y su cuerpo tan frágil como de cristal, que parecía quebrarse con el más leve tacto, efecto que me obligaba a querer tratarlo con la más extrema delicadeza.

Después de aquel incidente no pude olvidarme de él por más que evité pensarlo. Creí que Cupido estaba haciéndome una mala jugada. Y me aferré a ese pensamiento. Pero el destino, se encaprichó en cruzar nuestros caminos. Y nos hizo reencontrarnos, inevitablemente.

Es verdad que desde que apareció en mi vida, ha logrado irritarme y no puedo evitar tener una riña con él cada vez que nos vemos. ¡Es un testarudo y tiene mal carácter! Pero llegó el momento en que ya no pude refugiarme en ese pensamiento. Ya no pude evadir el verdadero sentimiento, aquel que se ocultaba bajo ese odio fingido. Porque más que odio, era tensión sexual lo que sucedía entre ambos. 

Y ese día, fue hoy, en el GYM…cuando le miré a los ojos y me vi reflejados en ellos. Fue cuando me percaté de ese vínculo que ya nos unía con fuerza:

Ambos buscábamos con desesperación el verdadero amor.

Y bajo la penumbra del gimnasio, cubrí esos labios que pedían a gritos ser besados.

 

 

— ¿En qué tanto piensas? —la chica me tomó de la barbilla con esas largas uñas pintadas de carmesí —.Haz lanzado un profundo suspiro al aire. ¿Quién te tiene sin aliento? Mira que me estoy poniendo celosa…

Reí de medio lado, aún disperso en todo aquello. De mil bocas, fueron esos labios rosados impregnados de inocencia, los que me ataron. Y sí, ellos son el motivo por el que ahora me encuentro sin aliento.

La vida me sorprendió haciendo que me enamorara de él. Yo, el principal incrédulo, ahora soy capaz de afirmar que… Solo una mirada bastó. Un leve roce de sus labios y decir: «definitivamente esto debe ser algo parecido al verdadero amor». Esa caridad que mostré hacia él y con nadie más, ya estaba justificada. Ese sentimiento de protección. El porqué mi corazón, se empeñaba en ser cálido y considerado por primera vez con alguien.

—Entonces, ¿vamos a un lugar más privado a divertirnos? —jadeando, la mujer tomó la hebilla de mi cinturón—.Para ti será gratis, guapo.

—Lo siento, me temo que hoy no me apetece —le dije y la aparté bruscamente.

Fue como si una nueva sensación en mí, me hiciera repentinamente desear pertenecerle a una sola persona, incondicionalmente. ¿Qué era ese arrebato por hacerlo? ¿Será que estoy en camino de conocer el verdadero amor y la felicidad?

—¿Es por Carla? ¿Tú nueva noviecita que ahora me rechazas tan fríamente? —me reprochó ella.

—No te incumbe. Ni a ti, ni a nadie —respondí con una repentina gravedad, y me monté a la motocicleta.

 Encendí el motor y huí de ahí.

«Besé a ese testarudo». Festejándolo, sonreí mientras me relamía los labios, sintiéndome orgulloso de ello, aún embriagado del dulce sabor de su boca, que llegó para salvarme de la perdición en la que vivía sumergido.

 «Y Ángel tuvo que ser tu nombre. Te queda a la perfección». Seguí sonriendo para mí mismo, de la ironía de la vida. «Un Ángel… pecoso».

A toda velocidad, me alejé de la cuidad y de sus pecaminosas calles.

Después de un largo recorrido, detuve la moto frente a esa casa con un colorido y bien tratado jardín. La ventana de arriba junto al árbol era la única con la luz encendida, con una cortina de naves espaciales que no me dejaba ver más. Me pregunté si esa era su habitación, y si él se encontraba en ese preciso momento en ella.

Comencé a vacilar… si debía o no llamarlo para que saliera y explicarle el motivo de mi beso…

Pero, ¿cómo expresar estos sentimientos? Y, ¿eran siquiera correctos? ¿Por qué debería distorsionar esa pureza e ingenuidad con ellos? ¿Por qué sumergirlo a mi mundo del pecado?

Nuevamente encendí el motor y arranqué lejos de ahí.

Quizá era mejor olvidar el incidente de esa noche…

El viento pegaba en mi rostro, y sentía la vibración del motor en mis nudillos mientras me aferraba a las manillas de la motocicleta.

Gruñí y me reprendí a mí mismo. Había comenzado a sentir frustración.

 «Estoy comenzando a aferrarme a algo que jamás podrá ser. Quizá deba alejarme. Eso es lo más prudente. Antes de que el corazón se involucre».

Notas finales:

Muy corto, lo sé, (no me maten ;3; )pero fue porque  es un cap especial. Aún falta muchos detalles sobre la vida de Adrián, no crean que ya saben todo de él  :3

Me despido sin antes seguir insistiendo en que visiten mi pag en facebook y gracias a l@s que ya me regalaron su sensual like, les prometo compartirles imágenes y videos que me inspiran escribir esta historia. Aquí dejo el link

https://www.facebook.com/FanficsYaoiNanamiJae?fref=ts

Me despido y que viva el yaoi wujuuuu


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