Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Vitamina G por Marbius

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Martes, leche, migraña.

Martes de sustitucin

Como si lo prometido fuera deuda, apenas cruzaron el umbral de la puerta, Bill se les lanz encima con garras como zarpas buscando la yugular para un golpe certero y mortal. Ms concretamente, la de Tom. Sus gritos de ‘Irresponsable’ y los repetidos ‘Te mato!’ ocasionaron un disturbio digno de llamar a la polica por ayuda en un caso de maltrato domstico severo.

Nada nuevo, o no hasta que Bill opt por dejar de jalarle las rastas a Tom para comprimirlo en un abrazo tan estrecho que de haber durado un poco ms, el mayor de los gemelos habra tenido que recibir primeros auxilios por hipoxia.

—Idiota –sollozaba Bill aferrando a su gemelo con uas y dientes como si la vida se le fuera en ello—, jams, me oyes?, jams te atrevas a desaparecer sin ms. No sin una nota, no sin llevarme contigo. No tienes permiso a hacerlo. No me puedes dejar –gimote entre lgrimas conforme aligeraba un poco su abrazo para en su lugar proceder a besar el rostro de su gemelo con suavidad—. Jams, Lo entiendes? Hablo en serio, Tomi.

—Slo fuimos a… —Tom abri la boca en espera de que el cielo se partiera en dos y la iluminacin divina le diera una mentira creble para salirse con la suya.

—Tomar un par de cervezas –secund Gustav—. El calor de la temporada hizo que se me antojaran… —Ignor el gesto incrdulo de Bill que a sabiendas del clima con grados bajo cero, no se trag aquello—. Bien, bien, no cerveza, slo… Me apeteca salir.

—Pues ve t solo. –Se aferr ms a Tom que experiment un segundo intento de asfixia antes de recuperarse del primero—. O con Georg. Tom es mo.

—Tuyo? Oh Bill, no exageres…

—No exagero, es que…

Gustav, que por otro lado nada tena que ver con aquello, se escabull silencioso haca el dormitorio que l y Georg compartan en el segundo piso. Si aquel par queran discutir, adelante; Gustav lo que quera era recostarse sobre la cama con Georg a un lado y caer muerto. Ya no aguantaba las emociones del da, una ms y quedara extenuado.

Apenas abrir la puerta y ajustar los ojos a la patente oscuridad que reinaba en la habitacin, supo que algo andaba mal. Por regla general, Georg jams se iba a dormir sin l. Luces apagadas y bulto en la cama no hacan mella a aquel conocimiento. Dejaba una segunda opcin: El bajista estaba enojado. Furioso si caba decir, que la discusin del piso inferior no le arranc un sonoro ronquido, sino un ruidito desaprobatorio que expresaba lo que senta.

Contenindose las ganas de darse de cabeza contra el muro un par de veces, Gustav se descalz, lanz la ropa sin ganas por la habitacin y de gatas, se coloc sobre la figura oscura que descansaba en uno de los costados de la cama falsamente roncando.

—Georg… —Le pic en un costado para ver que se retorca sin palabras—. Anda, s que ests despierto. Terminemos esta… —Arrug la nariz –pelea y durmamos en paz.

—No estamos en una pelea, Gus –murmur la voz desde debajo de los cobertores—. Ni siquiera s si estoy enojado.

—Ah… —Ante aquello, Gustav se qued sin saber cmo actuar. Si no estaba enojado entonces qu era? No esperaba otro sentimiento que no fuera la ira asesina—. Lo siento –tante en espera de haber acertado, pero en su lugar recibi un suspiro largo y cansado—. Qu?

—Por qu te disculpas? –Georg asom la cabeza al fin para demostrar que no se esconda. En su cara se haca patente la preocupacin—. No es como si me tuvieras que dar explicaciones de haber salido…

—Ah… —Dijo de nuevo Gustav al apartarse para que Georg se pudiera sentar y entrando en razn. Georg estaba celoso. Como confirmacin de sus palabras, el bajista carraspe un par de veces antes de preguntar lo que era obvio se mora por formular desde que Gustav entr en la habitacin.

—Tom tambin se fue e la tarde, ejem, Acaso ustedes dos…?

—S, s, estbamos juntos –repuso Gustav, no queriendo ir muy lejos—. Yo le ped que me acompaara y no, nada pas. Quera salir, Tom tambin y salimos. –Trat de aligerar la tensin en el aire acercndose al bajista y besando sus labios con una suave dulzura—. Por qu? Celoso?

—Jams –afirm el mayor con las mejillas del color de la grana—. Y este… A dnde fueron? Qu hicieron ah? —Hesit un segundo—. Por qu volvieron tan tarde? Pudiste haber llamado y avisar.

Gustav ignor sus preguntas al darle un nuevo beso, esta vez con renovados bros, abriendo los labios un poco en una clara invitacin de profundizar aquella tierna caricia. El leve contacto entre sus bocas aument en pasin y temperatura cuando un abrazo se hizo presente y los dos cayeron sobre el colchn entrelazos y ansiosos por continuar.

Dispuesto a hacer todo lo posible para dejar el tema anterior enterrado, Gustav se apresur a desabotonar la camisa de dormir de Georg que no puso objecin mientras su cuello era recorrido con tenues besos de mariposa a lo largo de la yugular.

Apenas se vio despojado de la prenda superior, rod con Gustav hasta intercambiar posiciones quedando el arriba y el rubio tendido sobre su espalda con los bxers como nica barrera entre la desnudez. No le dio tiempo de contemplarlo pues apenas se vio recostado entre las almohadas, el rubio us ambas manos para ayudarse a desnudar al bajista que alz las caderas para dejar que los pantalones del pijama se deslizaran por sus piernas.

—No pens que estuvieras tan ansioso –murmur al presionar sus entrepiernas juntas y moverse al comprobar que sus erecciones se encontraban incluso a travs de la tela—. Tenamos tanto sin, Ah!

—No tanto –replic el baterista en un ronroneo bajo al arquear la espalda para un contacto ms cercano. Contuvo un grito de sorpresa al sentir la mano rebasar la lnea elstica de su ropa interior y cerrarse en torno a su turgente miembro.

—Mucho, mucho, mucho tiempo… —Sigui Georg al masturbar a Gustav con una lentitud que rozaba el borde de la crueldad—. Siempre ests cansado o con sueo; tenamos una semana sin esto… —Sin reproche en su voz, bes los entreabiertos labios del baterista—. No importa si no lo hacemos esta noche, pero de verdad extraaba este tipo de cercana…

Gustav no pudo evitar la sonrisa triste que se le form en el rostro. Cierto, con el pretexto del exceso de trabajo, de estar agotado o con los ojos pegados el uno al otro, haba rechazado cualquier tipo de contacto que no fuera un beso y un abrazo antes de caer dormido por doce horas.

—Lo siento –dijo por segunda vez en la noche, con voz contrada, mientras se vena en la mano de Georg. Largos jadeos que consumieron sus reservas de aire antes de poderse explicar—. Por ser egosta.

—Perdonado. Ahora… —Georg agit frente a Gustav la mano hmeda— hay que limpiar.

—Ven ac… —Tomando la punta de un dedo entre los labios, Gustav succion—. Quieres que lo limpie todo? –Escuch un sonoro ‘gulp’—. Tomar eso como un s.

Un par de horas ms tarde, casi esperando la salida del sol, Gustav se permiti relajarse por completo en la cama. Georg ya dorma desde al menos una hora atrs, extenuado como lo estaba l tras haber recuperado las semanas anteriores de agotamiento en una sola noche. Slo recordarlo le ocasionaba un delicioso dolor de estmago que nada tena de malo.

An con un saludable sonrojo esparcido a lo largo y ancho de la piel, Gustav se abraz ms a Georg que inconsciente hundi la nariz en la nuca de su amante y respiro aire tibio ah, enviando piel de gallina por todo el cuerpo del rubio. Si aquello era el paraso, Gustav no lo iba a poner en duda. Todo era calma y tranquilidad… O al menos lo fue hasta que casi caer dormir, sinti una oleada de nuseas que le fue imposible reprimir.

Diferente al ltimo mes, se levant y rumbo al bao, cont los das que faltaban para el siguiente lunes. Vomit y por primera vez desde el inicio, se sinti aliviado en una forma perversa.

Mientras pudiera permanecer con Georg, soportara lo dems.

Apagando el despertador que son esa maana a las siete en punto, Tom se sent en el borde del colchn en un pattico intento por no caer de vuelta contra la almohada. Siendo vacaciones, la hora que su cuerpo consideraba correcta para levantarse, era pasado el medioda, no cuando el cielo despuntaba y los gallos cantaban.

Como fuera, Tom ignor su reloj biolgico por razones ms altruistas. Dndose un par de leves cachetadas sobre ambas mejillas consider el ir al bao para orinar y lavarse el rostro con suficiente agua fra como para pertenecer al mundo de los vivos.

Tanteando el suelo con los pies en bsqueda de las pantuflas, casi salt fuera de su piel al sentir una mano cerrarse en torno su brazo. Con ojos an entrecerrados, localiz la figura de su gemelo que yaca a la mitad de la cama con aspecto de tambin haber sido despertado a una hora que no le corresponda.

—A dnde vas? –Pregunt el menor tratando de contener un bostezo—. Son apenas las siete, vuelve a la cama, Tomi… Nos acabamos de acostar.

Tom se pregunt por un segundo qu demonios haca Bill en su cama. Los eventos de unas horas antes se le mezclaban en la memoria como borrosos. Recordaba haber llegado con Gustav y los gritos de Bill al respecto. Tambin tena presente la pelea ocurrida y las disculpas con las que el asunto qued olvidado, pero se le escurra el elemento clave en ese cuadro: Por qu Bill estaba en su cama?

En lugar de atormentarse por elloporque a fin de cuentas no le importaba realmente, no dijo nada. Descalzo, rindindose al fin de encontrar sus pantuflas que probablemente estaban perdidas en el desastre que reinaba debajo de la cama, camin con una mueca dado lo helado del suelo, rumbo al bao. Sin molestarse en cerrar la puerta pues no esperaba que Bill lo siguiera, orin y se lav las manos a velocidad mnima. El adormecimiento que experimentaba lo tena tambalendose por el esfuerzo de permanecer consciente.

Contemplndose un segundo en el espejo del gabinete del bao, tom la pasta y el cepillo de dientes para proceder a alistarse. Su cuerpo le peda casi de manera agresiva que regresara a la tibieza de la cama, pero su conciencia le deca lo contrario.

En un plan elaborado con desesperacin, Tom planeaba ir directo a la cocina a hacer desayuno, un buen desayuno, y hacer que Gustav se lo comiera. No tena esperanza alguna de lograr que el rubio olvidara la idea de abortar su beb, pero s de retrasarlo lo ms posible. Adormilado, pensaba que si lograba hacerlo dudar hasta el da del parto, todo ira bien.

—Tomi? –En el marco de la puerta y usando las pantuflas que en un inicio Tom haba buscado, estaba Bill—. La cama se siente helada sin ti… —Su labio inferior tembl un poco y Tom se encontr preguntndose no slo la razn de que hubieran dormido juntos, sino de esa repentina dependencia.

—Voy a ir a la cocina –dijo sin tratar de mentir. Era obvio que no poda explicarle a su gemelo las razones de porqu iba a hacer un desayuno saludable siendo que l se contentaba con comer restos de comida rpida que quedaran en el refrigerador, as que en su lugar comenz a vestirse con las ropas del da.

Bill, sin moverse de su lugar, arrug el ceo.

—Mmm… Mmm… —Oliendo algo delicioso, Gustav se incorpor a medias del abrazo estrecho que mantena con Georg, ambos an bajo las cobijas y dormidos. O dormido el bajista, que Gustav apenas abri los ojos, entendi que o coma lo que fuera que oliera tan delicioso o no podra volver al pas de los sueos.

Sin molestarse en lo helado del suelo, se apresur rumbo a la cocina para casi irse de espaldas ante el espectculo de Tom con un mandil y esptula en mano, trabajando frente a la estufa sumido en profunda concentracin. Sentado en una silla al lado de la barra, Bill con una cara de puro fastidio.

—Ah, Buenos das, Gus! –Salud el mayor de los gemelos al baterista con excesiva alegra para ser tan temprano en la maana, quien dio un paso con el terror pintado en el rostro no muy seguro si lo ms raro de todo era verlo cocinar o tan feliz a esas horas de la maana. Su saludo matutino era una prueba ms de que lo segundo iba ganando.

—Creo que Tom va directo al manicomio –gru Bill a la mitad de un bostezo.

—Si quieres desayunar de esto ms vale que no digas nada –amenaz Tom con la esptula a su gemelo, que lo ignor lo mejor que pudo sin dejar entrever que se senta herido—. Adems, creo que a todos nos hara empezar bien el da temprano.

—Son las ocho de la madrugada! –Replic por segunda vez Bill—. Yo quiero ir a dormir un par de horas ms. Ningn desayuno me har cambiar de opinin.

—Como quieres –dijo Tom distrado al poner dos rebanadas de pan tostado en un plato y proceder a untarlas con mantequilla y mermelada—. Yo no te ped que te levantaras de la cama en primer lugar.

Gustav contrajo la mandbula al ver que Bill pareca listo a gritar una nueva sarta de improperios. Dispuesto a salvar la situacin, el rubio se acerc a la cafetera para servirse una taza de caf recin hecho y coment muy al azar—: Bueno, Y por qu tan repentino inters de hacer desayuno? En aos que los conozco, chicos, nunca los haba visto comer algo a estas horas.

—Eso es –dijo Tom al arrebatarle la taza de caf de los labios y cambiarla por un vaso de leche—, porque t necesitas una vida ms saludable. –Le dio un significativo gesto que Gustav entendi como “Por el beb que llevas dentro, idiota” que ni en lo mnimo le pareci considerado.

—Tom, quiero caf, no leche, gracias –fulmin con la mirada al mayor de los gemelos al arrebatarle la taza de caf y tomar un sorbo largo de ella.

—En serio? Yo no lo creo. –Olvidando las buenas maneras, Tom se la arrebat de las manos por segunda ocasin y sin esperar un nuevo ataque, la vaci en el fregadero, lo mismo que el tazn de la cafetera—. La leche es sana.

—Hey, yo quiero caf –aleg Bill en cuanto vio el preciado lquido oscuro irse por la coladera.

—Si quieres, haz ms –fue la corta respuesta de su gemelo—. Gustav no puede tomar caf y no quiero que caiga en tentacin si la cafetera est llena. Para l hay…

—Leche, ya entend.

Gustav rod los ojos. Ok, iba a jugar aquel jueguito. Ignorando la sonrisa de victoria de Tom, tom de la leche que le tendi y comprob extraado que el sabor era ms agradable de lo que recordaba. Sin darse cuenta, se bebi el vaso entero sin detenerse a respirar y al terminar un bigote de leche apareci sobre su labio superior. Limpindoselo con la lengua, incluso acept una segunda dosis que Tom le sirvi acompaada de una pastilla de peculiar color azul.

—Qu, viagra? No gracias. –De pronto cay en cuenta que eran las vitaminas prenatales que haban comprado la noche anterior—. Oh, no hablars en serio? –El baterista bebi un sorbo ms de su leche y consider el tirar la pastilla directo al bote de basura—. Tom…

—La doctora dijo que eran necesarias. No me hagas tener que mezclarla en tus alimentos o metrtela como supositorio… —El baterista se sonrojo como nunca antes y sin ms rplicas, se tom la pastilla con un nuevo trago de leche—. Mucho mejor as. Ahora, a comer.

Sirviendo platillos al por mayor, en cuestin de segundos la mesa se vio repleta de una diversidad enorme de comidas. Los clsicos waflles con miel, tazones de fruta como mango, papaya, pia, manzana y meln cortadas, cereal de tipo integral y con granola, huevos cocinados de diferentes maneras; para rematar, incluso un poco helado sabor chocolate. De acompaamiento, al menos una torre de tostadas ya untadas de mantequilla, una variedad de al menos tres tipos de licuados que por los colores eran combinacin de ms de tres frutas.

—Esperas en serio que comamos todo eso? –Pregunt Bill al tomar un plato y comenzar a tomar un poco de todo—. Es demasiado.

—Para empezar… —Tom le quit el plato a su gemelo y lo pos en las manos de Gustav, que lo sostuvo no muy seguro de si era lo correcto en vista de que Bill lo fulminaba con un par de ojos semejantes a metralletas— espero que Gustav sea el que coma todo esto. Si sobra, puedes tomar un poco.

—Nah, pues tomar lo que quieras, Bill –intent aligerar el ambiente el baterista. Le devolvi el plato y esper que eso funcionara—. Tom ha hecho como para un ejrcito as que podemos comer los cuatro sin problemas.

—Comer qu? –Entrando a la cocina con cara de apenas haberse levantado de la cama, estaba Georg—. Mierda, Quin va a venir a desayunar? O es que vamos a abrir un bufete?

—Van a desayunar Gustav y Tom –casi escupi Bill al dejar caer su plato sobre la mesa y salir de la habitacin en grandes zancadas.

—Sndrome Premenstrual a la vista –ironiz Tom al tomar de nueva cuenta el plato desechado y proceder a llenarlo hasta los bordes y haciendo montaas con la comida—. Gus, Cuntos waffles? –Georg arque una ceja y volte a ver a Gustav que se encogi de hombros sin saber qu decir—. Olvdalo, comers al menos cuatro. Srvete un vaso ms de leche y te llevar la comida a la mesa—. Se detuvo para mirar como el baterista se quedaba en su sitio con una cara que expresaba lo poco que entenda—. Anda, con prisa.

—No quiero parecer entrometido, pero… —Empez Georg tratando de no sonar molesto pero fallando miserablemente cuando su voz se ti de celos.

—Gustav tiene que comer sano, es todo –dijo Tom al tomar el cartn de leche con una mano y el plato repleto de comida en otro y posarlos ambos frente al baterista—. Y s, eres un entrometido.

El berrinche de Bill dur lo mismo que el magnfico desayuno sobre la mesa: Algo como dos horas. Ni mucho ni poco. El tiempo suficiente como para que el menor de los gemelos entendiera que no le iba a funcionar el hacerse el ofendido y en lugar de amargarse la tarde de manera miserable tomando un papel de vctima, opt por aparentar que nada haba pasado y que todo iba bien.

Por ello, en la tarde, cuando Tom propuso un maratn de pelculas, accedi sin tratar de imponerse con alguna comedia romntico. O al menos lo intent…

Con el tazn de palomitas de maz recin hechas en la mano, casi se fue de espaldas al ver las primeras escenas de la primera pelcula de la tarde.

—Ehm, Tom… Creo que se equivocaron en el videoclub. Qu esa no es…? –Dej el tazn sobre el silln y se inclin para tomar la caja donde iba el disco—. S, ‘Mira quin habla’.

—Hablan en serio? –Georg, que vena de la mano con Gustav, apenas oy la noticia, se quej—. Ni remedio, veremos alguna de las viejas pelculas de Bill. Y yo que pensaba que hoy nos librbamos de ver alguna cursi comedia romntica.

—Hey! Al menos es mejor que esta pelcula.

—Alto los dos, esa es la que rent –se defendi Tom—. ‘Mira quin habla’ es un clsico y pens que podamos pasar una divertida tarde con ella. Adems –agreg al ver que Gustav se empezaba a poner de color morado a causa de la rabia— quiero ver algo que no haya visto ya antes cincuenta veces.

—Si lo dices por ‘Legalmente rubia’… —Se intent defender Bill ante la certera indirecta que le salt a la yugular—. Porque no fueron cincuenta.

—Como si cuarenta y nueve no fueran casi cincuenta. Ya, lo que sea, veamos esta. –Georg tom el asiento de la esquina y se sent con Gustav en el medio. Apenas acurrucarse un poco el uno sobre el otro, Tom se sent en el espacio restante y Bill frunci el ceo al colocarse en el silln de una plaza.

La pelcula dio comienzo con su clsica escena de una carrera de espermatozoides persiguiendo un vulo. En cuestin de segundos, todos olvidaron que aquella pelcula era tan vieja como los dinosaurios y comenzaron a disfrutarla entre risas.

Todos excepto Gustav, que ni comi maz tostado ni se sinti cmodo ante las casi programadas miradas que Tom, a un lado suyo, le daba. Ms que relajarse o poderse concentrar en la trama, se senta caminando por la cuerda floja a sabiendas de que la cada que le esperaba era mortal.

Lo saba, Tom no era idiota o al menos no del tipo que lo poda perjudicar. …l no dira su secreto y en cuanto el lunes se aproximara podra olvidarse de aquello e ignorar que en algn momento en el pasado se sintieron as. Hasta entonces, quedaba tratar de actuar lo ms normal posible. Casi forzado, recarg la cabeza sobre el hombro de Georg e intent con toda su fuerza de voluntad prestar atencin a la pelcula que ya casi terminaba y que admita, estaba divertida.

Media hora despus, con el beso final y el cro diciendo ‘Pap’ a Bill le dio por soltar un suspiro amoroso que fue la seal de que la pelcula haba terminado y de que era hora de ver otra.

—Eso fue lindooo –canturre Bill al estirarse desde su sitio y voltear a ver a los dems chicos—. Lo admito, no estuvo tan mal la pelcula.

—Claro que no; joder, los bebs son geniales –dijo Tom y los dems le dirigieron gestos de incredulidad—. Hey, es cierto. Disculpen si soy el nico aqu que quiere tener hijos algn da.

—Tom –gru Gustav, dispuesto a darle un puetazo si se atreva siquiera a dar una insinuacin de su embarazo. Lo iba a colgar del farol de la luz que estaba en la entrada y a usarlo de piata si se le escapaba cualquier palabra o insinuacin.

—Y yo que estoy invisible o qu? –Replic Bill con indignacin—. Yo tambin quiero hijos Algn da. Cinco por lo menos. O seis y as tendr tres pares de gemelos.

—S claro, suea Billy –se burl Georg con una amplia carcajada—. Antes tendremos hijos Gustav y yo, no es as? –Le pas el brazo por encima al rubio y Gustav rez como un mantra una plegara al cielo, al infierno y a los viejos dioses del Valhala que la tierra se abriera y se lo tragara—. Vamos, Gus, di que s.

—No vale, no seran sus hijos de verdad –los acus Bill con un dedo—. No es como si Gustav pudiera embarazarse y as el beb fuera de ambos.

Lo que sigui fue un acceso de tos que no le dio a Gustav, sino a Tom que segundos antes beba un refresco de Coca-Cola que se le ator a la mitad del camino como un ladrillo. Bill ni se inmut al ponerse de pie para darle unos golpecitos en la espalda y hacerlo recobrar la compostura.

—Dudo mucho que ustedes dos adoptaran y en vista de que Tom siempre usa condn con sus groupies, quedo yo como nico posible candidato a ser el primer padre de la banda—. Sonri—. Slo falta encontrar a ‘La nica’ y todos ustedes se convertirn en tos de un precioso par de gemelas.

—Suea, Billy –lo desde Georg al abrazar ms de cerca de Gustav—. Adoptar nios es un desastre. En todo caso, Gustav y yo podemos usar una madre sustituta usando nuestro… Nuestro… Ya saben, ‘elixir de la vida’ y quedarnos con el beb.

—Tienes que admitirlo, Bill, ellos lo harn antes de que t encuentres a la nica –se burl Tom y Gustav capt un brill en los ojos del mayor de los gemelos que para nada le agrad—. Chicos, slo no olviden usar el ‘elixir de la vida’ –enfatiz con ambas manos al decir aquellas cuatro palabras— de Gustav.

—S, nadie quiere ver pequeos Georgies corriendo por la casa –secund Bill—. Se imaginan pequeas copias de Gustav? Sera un beb rubio con un malhumor del demonio si no nos levantamos a hacerle su bibern temprano.

—Ouch, cinco de la maana… No quieren mejor que los nios sean mos? –Dijo Georg al imaginarse de pie antes de que saliera el sol para atender a un beb grun. A su lado, Gustav se encogi un poco y se sinti por toda la habitacin—. Es broma, Gus. T sabes que el beb tendra que ser tuyo.

—S, mejores genes –ayud Bill—. Igual Georg lo amara tanto que lo echara a perder como si fuera suyo. Ya sabes que el quiere todo lo que venga de ti.

—Todo –repitieron los tres en coro para Gustav, en torno a una vieja broma de aos atrs en la que la premisa rezaba: “Por Gusti Pooh, Georgie Pooh hace de todo. TODO.”

—A Georg le valdra un carajo que el nio no fuera suyo –coment Tom al cabo de unos segundos y el color de la cara de Gustav se dren fuera.

—Exacto. –Georg bes a Gustav en la mejilla e ignor los sonidos obscenos que a los gemelos les dio por hacer—. Apenas vivamos fuera de esta casa y lejos de este par de locos tendremos nuestros hijos. Y no –mir a Tom y luego a Bill— sern gemelos, eso se los aseguro.

—Aburridooo, no sabes de lo que te pierdes con un par de encantadores gemelos –exclam Bill al buscar otra pelcula para ver en la bolsa de las cintas que Tom haba rentado.

—Ya lo viv, gracias, no quiero ms –desde Georg, ajeno a la repentina seriedad que domin a Gustav y que lo tena sentado a su lado como piedra en el camino—. Pon la otra cinta que Tom trajo. Espero que esta sea mejor –rod los ojos.

—Es mejor –dijo Tom como toda respuesta—. Slo intenten no comer mucho mientras la vemos –coment como de pasada. Segundos despus, su comentario cobr significado.

—Oh Tomi, tienes que estar de broma. No podemos ver esto –refunfu Bill al sacar la caja del DVD y mostrar la grotesca portada. El ttulo ya deca mucho: “Crnica de un embarazo: Meses cero al nueve”. La imagen de fondo era la de un quirfano y a juzga por la mujer sudorosa que cargaba un bulto baado en sangre, aquello era un parto—. Acabo de terminar de comer!

—Pens que sera educativo ver eso en lugar de rentar ‘Mr. & Mrs. Smith’ por veinteava vez –se justific el mayor de los gemelos—. Siempre quise saber como vienen los bebs al mundo.

—Ugh, eres un cerdo pervertido –gru Bill al dejar caer el CD y sacudirse las manos con asco—. Olvdalo, vamos a ver una de mis pelculas y no quiero or quejas de tu parte.

—Bill! –Reneg su gemelo al verlo ponerse de pie y enfilar a su habitacin.

—Lo siento, yo opino lo mismo que Bill –dijo Georg—. No es que no me interese, pero acabo de terminar de comer una pizza grande con anchoas y championes as que…

—Y t, Gus? –Ignorando las palabras del bajista, Tom pregunt directo a Gustav que permaneca quieto contemplndose las manos sobre el regazo.

—Voy al bao –dijo sin ms el baterista y en segundos la puerta del sanitario se cerr con fuerza excesiva, casi con furia.

—‘Spanglish’ con Adam Sandler, Qu opinan? –Ajeno a la repentina huida de Gustav, Bill regres la pelcula mencionada en mano—. Y Gus?

Gustav pas el resto de la tarde malhumorado y alegando un dolor de cabeza que no se iba sin importar el nmero de aspirinas que tomara. Sin comportarse fuera de su yo habitual, despach a Georg del cuarto diciendo que no quera arruinar su tarde hacindolo quedarse con l. “Quiz estoy por atrapar un resfriado o algo as” dijo, y para darle realismo a sus palabras, fingi una sarta de estornudos.

Al dejar la habitacin, Georg no luca muy convencido, pero confiaba en Gustav casi con fe ciega. Si l deca estar bien, slo cansado y posiblemente a punto de caer con alguna mala gripe, lo entenda. Con un ltimo beso en los labios, apag la luz y cerr la puerta tras de s lo ms silencioso posible.

Dentro del cuarto, Gustav solt un largo y profundo suspir que hizo eco. La verdad era que s, la cabeza le daba tumbos, la mentira era que no, nada de aspirinas. La razn? El empaque deca claramente ‘No usar en caso de embarazo o lactancia’ lo que lo hizo sentir mal frente al gabinete de las medicinas. A manera de cruel burla, el espejo del bao lo censur por siquiera llegar a pensar en tomarse una.

Resignado, haba optado por permanecer a oscuras y tratar de deshacerse de aquel dolor de cabeza lo ms sano posible. Tom, al que al parecer ninguna de sus mnimas molestias se le escapaba, le haba llevado un t de manzanilla que le asegur obrara maravillas. Si lo admita, Gustav saba que el mayor de los gemelos estaba en lo correcto. Las palpitaciones que antes eran por toda la cabeza ahora slo se concentraban justo encima de los ojos.

Le daban la oportunidad de permanecer recostado, pero tambin de dejar que su mala costumbre de pensar las cosas demasiado ocurriera.

En aquellos instantes, en lo nico que poda concentrarse era en las palabras de Georg con respecto a la idea de algn da adoptar nios. O en todo caso, si era honesto con lo que en realidad lo tena ansioso, con el hecho de que Georg haba dicho que no le importara tener bebs que slo fueran de Gustav. Claro que la hipottica situacin se planteaba usando a una desconocida madre sustituta que desaparecera de sus vidas apenas el parto ocurriera, no a Gustav cargando al beb por nueve meses y siendo el padre Bushido, mejor conocido como la relacin anterior antes de que Georg y Gustav estuvieran juntos. Preferible no considerar la opcin que la nica semejanza entre ambas historias era un beb. Lo dems era lo que afectaba y hablando con honestidad, no era poca cosa.

Pensar en aquello slo contribua a un aumento del dolor de cabeza y Gustav se vio forzado a hacer un esfuerzo supremo por relajarse o le iba a dar una embolia.

Para colmo y no remediar nada, los dos golpes a su puerta que fueron acompaados por un cuerpo que se introdujo en la habitacin, no ayudaron en lo ms mnimo. Era Tom, con un vaso de agua y al parecer un par de pastillas para la migraa.

—No voy a tomar eso –murmur por lo bajo el baterista al hundir el rostro en la almohada. Lo suyo era ridculo: Cuidar la salud de un beb que iba a abortar el lunes de la siguiente semana, porque lastimarlo de cualquier otro modo le pareca imperdonable. Era lo menos que poda hacer siendo que en un par de das lo iba a exterminar de una vida que nunca lograra tener.

—Llam a la doctora Drfler y me dijo que podas tomar una de estas cada doce horas. Toma. –Gustav hesit un poco antes de tomar la pastilla y deglutirla con un poco de agua que le corri por la barbilla—. S que no tomaste las aspirinas, Por qu?

—Contraindicaciones –dijo el baterista como toda respuesta—. Le poda hacer dao al… —Se mordi la lengua para no decir el ‘beb’ porque en su opinin, darle nombre a algo era permitirle existir y l mismo no poda dejar eso pasar. Por el bien de no slo su vida o la relacin que mantena con Georg, sino por la banda entera—. Las instrucciones decan que no era recomendable hacerlo.

—Quieres conservar al beb… —La voz de Tom se quebr y tuvo que recomponerse antes de seguir—. O al menos no lo quieres lastimar, Gus. S que lo quieres conservar, an estamos a tiempo…

—’Estamos’? –Gustav estall—. No, Tom, no ‘estamos’. El que est a tiempo soy yo y no quiero. No quiero y no… No puedo hacer esto solo. –Tom pareci dispuesto a abrir la boca, pero Gustav lo silenci cabeceando en negacin ante cualquier argumento que quisiera usar—. Detn lo que sea que quieras decir para convencerme porque no va a funcionar. Yo necesito alguien que est conmigo como pareja…

—Georg dijo…

—Georg dice muchas cosas sin pensarlo. No es lo mismo. –Gustav arrug la nariz ante una punzada en la cabeza especialmente dolorosa que lo hizo ver puntos luminosos detrs de los prpados—. No voy a tener a este beb y es mejor que me deshaga de l antes de que… —Quiso decir ‘antes de sea ms difcil de lo que ya es’ pero se cort. Por el gesto que Tom mantena, supo que l entenda lo que flotaba en el aire—. No es correcto tener un hijo. Todava estoy a tiempo de no tenerlo y elijo tomar esa opcin.

—Te ests comportando como un idiota. Un cobarde. Si tan poco te preocupa tu hijo, por favor, toma aspirinas –dijo Tom sin dar media vuelta y salir de la habitacin.

Gustav, que ya no poda soportar ms, dej salir un sollozo apagado que no supo si era debido a las duras palabras o al dolor de cabeza que creca en intensidad.

—… Y le dije que no. Un hijo? Bah, ni siquiera estaba seguro si era mo.

—Hummm… —Es la nica respuesta de Gustav ante las palabras de Bushido. Picotea un poco del par de huevos estrellados que el rapero ha preparado como desayuno y espera que el fin de la historia no est muy lejano. Ya se ha cambiado de ropa y las ansas de regresar con los chicos de la banda lo matan. Extraa a Georg como nunca—. Y luego, qu pas?

—Luego le pagu para abortarlo. –Bushido hace un ruidito despectivo entre labios mientras toma de su taza de caf negro, ‘nada de azcar, nada de crema, porque eso es para maricas’—. Seguimos un par de meses juntos, pero ya no era lo mismo. Luego ella se mud a otra ciudad y no la volv a ver. Lindo trasero —agrega—, tambin lindas tetas; un beb la habra arruinado. Lo que tenamos no daba para tanto, sabes? Con las relaciones y los hijos, uno debe de tener cuidado. Mantenerlos separados de ser posible –brome.

Gustav no tuvo ni como sonrer ante tan triste idea.

—Gus, eres t? –Con la voz espesa por el sueo, Georg camin por la sala hasta darse justo en el dedo pequeo del pie con el borde puntiagudo de una mesa—. Oh, mierda! Duele, duele…

—Ten cuidado –es la montona respuesta del rubio. Tiene sentado en el mismo lugar dos horas y dado que la madrugada ya apunta al amanecer, su voz se aprecia ronca.

—Qu haces despierto a las… No puede ser, a las cuatro de la maana!? –El bajista se sent al lado de Gustav y toc su frente para ver si haba indicios de fiebre—. No ests caliente –murmur al abrazarlo ms de cerca y oler un poco su cabello corto—. Te sientes mal? Cmo va el dolor de cabeza?

—Nah, no es nada. Slo… —Con control remoto en la mano, Gustav se encogi de hombros y seal la televisin encendida— no me senta con nimos como para dormir.

—Y por eso te quedaste viendo…? –La mueca de Georg al darse cuenta de lo que Gustav vea a semejantes horas en la madrugada era total—. No me digas que eso es un beb…

Ambos contemplaron con morbosa fascinacin el proceso de parto que ocurra casi en cmara lenta a travs de la pantalla. Una mujer que luca como si estuviera dando a luz una sanda y no un cro de tres cuatro kilos, chill con toda la fuerza de sus pulmones y congel el aire en la oscura sala. Presa del terror, Georg sujet la mano de Gustav que no dijo nada y as ambos terminaron de ver el video que horas antes Tom haba trado para ver y que por unanimidad haban desechado. Ahora las razones parecan evidentes.

—Me alegro de ser hombre –afirm Georg apenas la los crditos de la cinta comenzaron a aparecer—. No s porque te ha dado por ver esta cinta tan tarde y tan de la nada, pero… —Se estremeci –si queras me podras haber despertado y verla juntos.

Gustav se recarg contra el bajista. An entrelazados sus dedos, dud un poco antes de atreverse a preguntar.

—De verdad querras pequeos Gustavs corriendo por la casa? O preferiras que fueran tus hijos?

—Buena pregunta… —El mayor se mordi el labio inferior antes de contestar—. Honestamente, no? –Gustav asinti con solemnidad—. Qu tal de ambos? Podramos intentar tener la pareja sin tener que sufrir con otro par de gemelos. Podemos ir al mercado de las madres sustitutas y elegir un par para que tengan a nuestros hijos –brome.

—Seh –el rubio se sumi en aquella esplndida idea. Tener hijos no lo aterraba si se planteaba de aquella idlica manera.

—En un par de aos ser perfecto tener una casa con un enorme jardn, unas cuantas mascotas y unos dos o tres nios que nos levanten los sbados en la maana para ver las caricaturas con ellos.

—Genial –susurr Gustav. La sonrisa que se dibuj en sus labios fue genuina. Un par de aos en el futuro le parecan el tiempo correcto precisamente porque no era un tiempo cercano, uno definido y por obvias razones, uno que tena que enfrentar en el presente.

—Nos vamos a dormir? –De pie, esperando con la mano extendida a que Gustav decidiera ir a la cama, Georg igualmente sonrea.

Enfilando a la habitacin que compartan, fue el bajista el que detuvo su caminar. –Espero no tener pesadillas por esa pelcula.

El rubio cerr los ojos. –Espero yo tampoco tener pesadillas al respecto…

/*/*/*/*


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).