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Vías Silvestres por Cafe Amargo II

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Notas del fanfic:

Universo alterno. NaruSasu implícito y explícito; contenido sexual homosexual en pequeñas cantidades. Violencia, palabras altisonantes, sangre y muerte. Personajes de doce y trece años.

Esta es una historia que tenía almacenada por ahí, y ahora que la estoy escribiendo de nuevo, me pongo a actualizarla.

xXx

Le gusta ver el atardecer desde lo alto de la colina, aquella tan verde, rocosa, rodeada de una tranquila vegetación que le daba vida a su pequeña ciudad; etiquetada hasta ahora como una agradable zona turística para vacaciones. El cielo se ve extraño desde ahí, porque su visión es limpia y panorámica, haciéndole creer por un segundo ser dueño de toda la insignificancia que cruza por sus ojos. Incluso puede ver claramente los techos de piedras y hormigón de las casas y centros que, usualmente de cerca, están cubiertas de polvo, insectos y una que otra agonizante florecilla silvestre.

Pero ahora no está viendo ese espectáculo solamente. Su mente vaga, impía y desbocada, recordando con ansias el rostro durmiente que reposa en el hospital, luego de sufrir un accidente que pudo arrebatarle la vida. No se siente mal por él, porque estuvo a su lado y sabe muy bien que pudo haberle ido peor; de hecho, se siente feliz que Sasuke se haya fracturado el brazo y no la cabeza, porque realmente sabe lo doloroso y problemático que es ser herido en esa parte. Aunque tampoco logra recordar a la perfección si se ha lastimado antes ahí o no, pero por una oscura razón, ese dolor se ha marcado tan dolorosamente ahí que, a veces, le duele horrorosamente aunque no le duela realmente.

A Naruto le encanta visitar a Sasuke al hospital, a su casa, en el muelle del lago o en cualquier otro lado, porque siempre está solo. El trata de hablar con él, contándole cosas absurdas, cada una de sus travesuras, arrojándole cosas cuando lo ignora o le dice que lo deje en paz, que vaya a molestar a alguien más. Pero no le hace caso, porque sabe que él es su único amigo y que a pesar de su brutalidad, lo quiere lo suficiente para no morderle donde están grabadas las cicatrices más profundas.

—Vete a tu casa. Ya es tarde.

Sasuke siempre dice lo mismo cuando está levantando las sábanas de la cama en la noche, mirándole con el entrecejo fruncido, yéndose instantáneamente al baño para mudarse de ropa, para que nadie lo vea o lo ayude, aunque tenga el brazo herido. Naruto sonríe, porque a pesar de los esfuerzos que hace el bastardo para que no lo vea desnudo, ya lo ha visto muchas veces cuando se está bañando. Le gusta espiarlo, porque adora verlo así, tan avergonzado, furioso, y más que nada, tan relajado como cuando está dormido. Piensa que es una lástima que Sasuke, siendo tan hermoso como es, tenga el alma espesa y arrogante, una tan desconfiada y solitaria como los raros animales que vagan dentro del bosque en la noche.

No sabe porqué le viene a la mente aquella vez cuando lo conoció, cursando los primeros años de aquella primaria vieja y distintiva de la aldea. Sasuke parecía en ese entonces una niña babosa y retraída, siempre estudiando y regresando a casa temprano, donde seguramente también estudiaba. Se acuerda muy bien que su abuela, ahora patriarca del pueblo, le decía que fuera un niño bueno como él y que tomara su ejemplo para que no le doliera tanto la cabeza. También recuerda cuánto lo detestaba, envidioso, deseando todos los días que se tropezara contra una piedra mientras caminaba y que se muriera pronto. Por eso se sintió mal cuando pasó el incendio, ese tan grande que acabó con la vida de los padres de Sasuke y dejó ciego de por vida a Itachi, su hermano mayor. El bastardo se había salvado porque, maravillosamente ese día, Sasuke había decidido hacer los deberes detrás de la escuela. Lo sabe bastante bien, porque precisamente ese día e le ocurrió arrojarle una piedra en la cabeza para despertarlo intencionadamente de su burbuja. También recuerda lo mucho que Sasuke se asustó mirando el cielo, comprobando que era muy tarde. Eso aún sigue pareciéndole extraño, pero Sasuke siempre ha sido raro desde que lo conoce, así que no le da mucha importancia.

De todos modos ya han pasado muchos años, algo así como siete, y parece ser que ahora está mejor día a día, aunque su cara de pasa no lo demuestre con tanta devoción.

—Sasuke —llama Itachi desde la puerta. Naruto escucha detenidamente como se las arregla para abrirla y entrar a la habitación. Por una extraña razón, a pesar de que antes se llevaban bien, ahora siente escalofríos cuando esa mirada muerta que no lo ve, lo observa.

—¿Qué? —responde el bastardo saliendo del baño, con el piyama puesto, dejando la puertecilla de madera semiabierta.

Naruto sonríe maliciosamente cuando Sasuke le manda una mirada de advertencia, de esas frías y salvajes que lo hacen sentirse bien haciendo travesuras; como la que se le ocurre en ese momento. Sasuke parece leerle la mente, dirigiéndose con rapidez hacia su hermano, haciendo hasta lo imposible para sacarlo de la habitación y llevarlo a la cocina. Itachi no refunfuña, dejándose hacer, mientras los ojos azules ven la escena con enfado. Está seguro que Sasuke no quiere que pase lo que sucedió hace algunas semanas, pero el desea que pase porque es la única forma en que Sasuke habla de él con otras personas, sintiéndose bien, incluso importante, en su vida aburrida y solitaria.

Los sigue desplazándose por el pasillo de madera, pasando a los lados de las paredes sobrias sin fotografías. Es iluminado por un bonito foco de vidrio incrustado en el techo blanco de la casa, ese que pocas veces se ha tomado la molestia en ver. Pero le parece una pérdida de tiempo mirarlo, a menos que sea la lámpara que está en la habitación del bastardo cuando Sasuke duerme.

—Es posible que nos mudemos con el abuelo en unas semanas. Me llamó por teléfono y dice que no le importaría que viviéramos con él en la ciudad.

Los ojos azules se dilatan y sus párpados morenos se estiran en el momento fugaz que detiene bruscamente su caminata y escucha al bastardo quejarse.

—Sabes que él no nos quiere —repone Sasuke apretando los puños, mirando a su hermano con brusquedad—. Sabes perfectamente que lo único que quiere es humillarnos y utilizarnos. Siempre ha sido así. Tú lo conoces mejor que nadie, lo sabes.

Itachi no hace nada, alzando sus brazos hasta colocarlos torpemente en los hombros de su hermano. No es porque se le dificulte localizarlo, pero Sasuke ha crecido y él casi nunca intenta abrazarlo. Luego lo jala hacia su cuerpo y clava su boca en la pálida sien, dirigiéndose al oído de abajo con rapidez, murmurándole algo que hace que el corazón del más joven palpite con violencia.

A pesar del intento que hace Itachi para que él no lo escuche, Naruto logra oír todo cuando se coloca apresuradamente a su lado. Fue tan rápido que, cuando el más grande guardó silencio, ya había sido tarde. Sasuke se estremece cuando una mirada extraña le penetra la nuca, dándose cuenta del error de su hermano al instante. No necesita palabras, el aura es demasiado fuerte. Lo asfixia.

Quiero alejarte de él, Sasuke. Lo más rápido posible. Las palabras de Itachi aún navegan frenéticas en su cabeza, sintiéndose dominado por una cólera al darse cuenta que quieren separarlo de lo que más quiere en el mundo. No puede permitirlo, Sasuke es parte de él como él es parte de Sasuke. Es una ridiculez que les haga eso ahora, es cruel.

Aprieta los puños. Sasuke arquea las cejas, mordiéndose el labio. Lo sabe, el bastardo sabe que no dejará que se lo quiten. No van a arrebatárselo. No como aquella vez, porque es posible que ya no regrese. Porque Sasuke estará a su lado siempre. Ambos estarán juntos, serán los mejores amigos hasta que no quede nada de ellos en el mundo. Y es cuando lo decide.

Tiene que esconderlo, escapar juntos, donde nadie jamás pueda encontrarlos.


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