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Vías Silvestres por Cafe Amargo II

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Notas del capitulo:

Agradezco los comentarios del capítulo pasado. Me gusta actualizar rápido  cuando tengo tiempo y esta historia, vaya, por ahora se está escribiendo sola.

Pues eso, dedicado a mi editora loquita, con la esperanza que se anime a escribir y publique de una vez por todas esa historia tan buena que tiene. 

Disfruten el capítulo.

(2)

Desde entonces sigue a Sasuke como si fuera su sombra. No quiere dejarlo solo porque teme que Itachi cumpla su palabra repentinamente y no esté junto a él para impedírselo. Hoy, desde muy temprano, está enfadado porque el bastardo no tiene ni la más mínima intención de hablarle. Pero de todos modos no se arrepiente de haber roto la ventana del cuarto de Itachi en la madrugada, cuando el frío estaba más potente. Naruto cruje los dientes, desesperado por terminar ese silencio donde sólo se escucha a sí mismo, gritando que Itachi se lo buscó por decir babosadas y que no permitirá que nadie los separe como antes. Repentinamente Sasuke se tensa, mirándolo como hace tiempo no lo hace, ordenándole que guarde silencio y deje de recordarle las cosas que trata de olvidar cada vez que se levanta en las mañanas.

—No entres a mi casa hasta que Itachi se calme —le dice, cuidándose que el tono de su voz sea imperceptible para los demás. Naruto odia que hable de esa forma, porque piensa que se avergüenza de estar con él—. Voy a tratar de arreglarlo, así que no metas tus narices porque lo único que lograrás será arruinarlo todo, ¿entiendes?

Naruto asiente inconforme, pasándose los brazos detrás de la cabeza, siguiéndolo hasta el bosque donde pueden estar tranquilos. Mira el cielo azul, claro y despejado, con una que otra esponjosa nube blanca flotando en él. Es un día bonito, incluso el sol no es tan fuerte, porque no ha llegado a enrojecer la piel de Sasuke.

Ahora es cuando presta la debida atención al lugar donde está parado, porque al fin han salido del pueblo y escapado de las incómodas miradas pueblerinas. El suelo está tan respingado como siempre, incluso el sendero de piedrecillas grises y la extensa alfombra verde salpicándolo todo con sus diminutas flores amarillas está intacta. También hay muchos árboles. Naruto corre apresuradamente hacia uno de ellos, sonriente, mirando hacia arriba pegado al tronco como es que las ramas llenas de hojas se dividen en busca de más luz. Es precioso como los rayos del sol hacen que brillen, haciendo sombras delicadas en ellas, otorgándole cierto encanto místico al paisaje.

—Naruto —le llama Sasuke, varios metros delante, con el cuerpo ladeado en su dirección. El cabestrillo que le protege el brazo resalta verde y brilloso junto a su pecho—. ¿Qué esperas? Sabes que tengo toque de queda y vamos cortos de tiempo. Camina rápido y no te distraigas.

El aludido asiente, dirigiéndose hasta él, frunciendo el entrecejo sin que Sasuke se de cuenta. No comprende porqué Itachi hace todo eso, tampoco porqué desde hace algunos días Kakashi, su antiguo profesor de secundaria, duerme en el largo sofá café de la casa del bastardo. No le molesta que viva ahí, pero sus intencionadas caminatas nocturnas cerca de la habitación de Sasuke le molestan mucho; siente como si eso fuera de alguna forma peligroso para él.

Ese es uno de los principales motivos por los que están escapándose a la colina, porque Kakashi espía a Sasuke, como si estuviera esperando que hiciera algo malo para decírselo a su hermano. Le parece desesperante y aceptable que Itachi sea tan sobreprotector con Sasuke, pero es indignante que se comporte solamente así cuando él está a su lado. Más que nada, le parece estúpido porque jamás, bajo ningún motivo, lastimaría al bastardo. Se decepciona otra vez, porque lo creía listo; Itachi debe aprender a ser el mismo de antes, ese que lo apreciaba y le daba consejos, animándolo a tolerar los desplantes de su hermano.

—¿Kakashi…? —le medio pregunta Sasuke, de pronto y sigiloso, sacándolo de su ensoñación.

Frunce la nariz, sabiendo lo que quiere decir, echando un vistazo hacia atrás y encontrando solamente el camino vacío y silvestre donde se había detenido antes. Luego lo mira, cruzándose los brazos por detrás de la cabeza.

—No está.

Y en cuanto dice eso, Sasuke corre colina arriba, el cabestrillo verde de su brazo izquierdo rebotando, dejando de lado el camino de piedrecillas, perdiéndose entre los árboles. Sabe a donde va, así que no lo sigue inmediatamente, cuidándole las espaldas por si realmente Kakashi aparece. Pero no lo hace y se siente feliz por esa insignificancia. Quizá al fin Kakashi se ha dado cuenta que es una tontería de Itachi hacerlo pasar como guardaespaldas. O quizá esté tramando algo más gordo. Con él nunca sabe, porque es demasiado listo para todo. Incluso llega a sorprenderle más que cualquier otra persona.

Al llegar a la cima de la colina, antes de ver el paisaje de cada día, Naruto ubica a Sasuke en el suelo, con su espalda recargándose en un macizo tronco y cubierto por la gigantesca sombra de un árbol. Observa los tenis negros que trae puestos, los calcetines limpios que le rozan los tobillos y la blanca piel lampiña de sus piernas, brazos y cara; además del compás medio acelerado de su respiración elevándose sobre su camisa azul holgada y sus pantaloncillos blancos. Incluso el cabestrillo verde que cubre su brazo izquierdo, encima de su pecho, se ve bien en él. No sabe en qué momento ha sucedido, pero ahora está a su lado, perdiéndose sin brújulas o mapas en la tinta gris, tan clara y a la vez oscura, de sus ojos. Le mira fijamente las espesas pestañas largas, la delgada e insinuante silueta de su ceja y en la delicada y carnosa forma de su boca. Es muy atractivo, pero sabe que si Sasuke no fuera Sasuke, no le gustaría en lo más mínimo.

Y por eso se siente bien cuando lo besa, lo toca y lo muerde; porque tener a alguien como él es tan difícil como encontrarlo y ganárselo. Naruto piensa que es afortunado de estar a su lado, a pesar que Sasuke es la persona que más le ha hecho llorar en la vida. Pero no puede perderlo, se niega siquiera a pensarlo, porque sabe que nadie más que él mismo puede cuidarlo apropiadamente.

—Vámonos de la aldea —dice Naruto acariciándole la barbilla, aplastándolo contra su cuerpo—. Podemos vivir en cualquier otro lado. Sabemos trabajar duro y nos podría ir mejor que aquí.

Sasuke ríe amargamente en un punto de sus palabras, haciéndolo enfadar. Aunque es imposible que pase lo que dice, aborrece que sea tan realista y negativo, porque no le da espacio a los sueños, ni siquiera a aquellos que podrían llegar a cumplirse.

—No quiero abandonar a mi hermano —le dice después de un rato, mirando el cielo azul que pronto se teñirá de sangre.

—Y yo no quiero que me abandones a mí, bastardo.

Naruto se molesta por el comentario, pero muy dentro lo entiende perfectamente. Sabe que es difícil apartarse de lo que se quiere, porque alejarse de Sasuke es algo que no tolerará de nuevo. No logra soportar la idea pase el tiempo que pase.

—Ya dije que hablaré con mi hermano, pelmazo, ¿no me oíste antes o qué? Voy a hacer lo posible para convencerlo de que lo que está haciendo es una exageración y que irnos con el abuelo es un error muy estúpido. Algo tiene que ocurrírseme.

Naruto asiente como la primera vez, de forma automática, matando el comentario de "¿y si no lo logras, qué?" que brota rápido en su cabeza. Prefiere besarlo, ambos intercambiándose una mirada cómplice.

Varios metros atrás, respaldado por un inmenso árbol y matorrales, Kakashi apaga la pequeña grabadora poniéndole stop, guardándosela en un bolsillo secreto dentro de la mochila parda que trae al hombro. En lo que se acerca, mira con tristeza el suelo, pensando una serie de cosas donde Sasuke es el protagonista y nada de lo que pasa en ellas es bueno para nadie.

Naruto se exalta de pronto, levantándose, susurrándole al bastardo que alguien se acerca. El cabello gris de Kakashi brilla por un momento, mientras alza la mano a forma de saludo. Su ojo curveado y cerrado no parece tan feliz como de costumbre.

—Hey, Sasuke, es hora de irnos a casa. Tu hermano me dijo que quería que habláramos juntos sobre el viaje. Me dijo que no quieres ir.

—¿Y por eso me seguiste hasta aquí? —le dice con el entrecejo arrugado, aún recargado en el árbol—. Mi decisión no va a cambiar con tu intervención. Creí que me conocías más.

Kakashi se acerca más, ofreciendo su mano para que Sasuke la use para levantarse. Pero él la ignora, levantándose por su propia fuerza, haciendo un pequeño esfuerzo al tener inutilizado un brazo y un poco molesto porque esté ahí, pisando el lugar secreto que solo Naruto y el conocen. Kakashi recoge su mano, caminando hasta él, diciéndole que es mejor no hacer esperar a Itachi mientras intenta sonreírle.

Naruto ve, con los puños apretados, como su antiguo profesor y el bastardo lo dejan solo en el bosque, con el viento de la tarde agitando las hojas y las ramas de los árboles, alborotando también las flores y los pastizales. Frunce el ceño impetuosamente, viendo los alrededores completamente solos, adentrándose en lo profundo del bosque y prometiéndose que la próxima vez que pase por ahí, Sasuke estará a su lado y no en el de Kakashi.

***

Es entrada la madrugada y Naruto no entiende porqué Sasuke sigue lavándose. Decide entrar al baño como siempre lo hace, encontrándolo de pie, húmedo y desnudo, con la frente recargada en el frío azulejo blanco. Todo lo que usó ese día está mojado y hecho bola en el suelo, haciendo pequeñas lagunas a sus alrededores. Pero eso no le interesa, porque ya se ha abalanzado contra él, abrazándolo bajo el chorro de agua tibia.

Sasuke se calma, permitiéndose una pequeña sonrisa arrogante, pegándose más a la pared mientras las manos bronceadas le aprietan el estómago. Sabe que Naruto no escuchó la conversación que tuvo en la tarde con Kakashi y su hermano; la tranquila forma como lo besa ahora es una señal muy convincente.

Y no sabe si alegrarse o enfurecerse por eso, porque todo empieza a salírsele de las manos. Sabe que no podrá ocultarle las cosas por mucho tiempo más; Naruto busca pistas en todos lados y se enfurece cuando escucha lo que ya sabe de una boca que no es la suya.

—Te dije que no entraras aquí hasta que pase todo y estuviste de acuerdo. Puedes irte largando.

—Esa ni tú te me la has creído, bastardo.

Sasuke recarga la frente en la pared brillosa, haciendo una delicada línea en medio de las cejas.

—Naruto —le llama, pero no le presta atención. Es seguro que lo escucha, pero ahora para el otro es más importante sentirlo entre sus dedos. No quiere que lo toque más, que le llene el cuello de besos hasta la mandíbula o que le acaricie de esa forma las piernas. Ya es mucho por hoy. Es suficiente por hoy.—. Quítate. Aún me duele el brazo.

Milagrosamente Naruto se aparta esta vez, dejándolo girarse, dándole un último lametón en la mejilla antes de retirarse por completo. Sasuke quiere golpearlo, pero nada más lo insulta, diciéndole que se pudra y que salga del baño ahora. Naruto vuelve a obedecerlo, lanzándole una mirada hastiada, diciéndole que es un bastardo amargado y que lo esperará dentro de la cama en un rato.

Una vez solo, Sasuke gira y cierra la llave del agua, cogiendo una toalla para secarse, cuidándose de no lastimarse más el brazo izquierdo. Tarda en ponerse la ropa interior y el pantalón gris de la piyama porque le parece extraño que le duela ahora más que antes, así que se da por vencido con la camisa blanca de mangas cortas. Hace calor y está lo suficientemente oscuro para que Naruto no lo vea; aunque sabe de antemano que ya lo ha visto infinidad de veces sin su consentimiento.

Cuando sale del baño y no hay nadie en su recámara, su corazón late en mitad asustado y aliviado; uno porque quizás Naruto esté haciendo una travesura de nuevo y otro porque al fin está libre de él. Quiere a Naruto, pero es demasiado empalagoso. A veces le gustaría que dejara de visitarlo, pero no se atreve a exigírselo con demasiada seriedad, porque sabe que esa no es una buena idea.

Sasuke decide no pensar más en eso, yéndose a su cama, alzando las sábanas y hundiéndose dentro de ellas, relajando su cuerpo cansado en el mullido colchón que tiene desde hace algunos años. Respira hondamente y cierra los ojos, acomodando su brazo lastimado en una posición más agradable. Pero toda esa tranquilidad escapa un segundo después, sintiendo un peso extraño colocándose a su lado, casi encima de su cuerpo. Sus párpados se abren en un autoreflejo, ladeando el rostro hacia el que está mirándolo al lado.

—Espero y no le hayas hecho nada a nadie.

Naruto ríe, sus ojos azules brillan como los de un gato en la oscuridad, sacándole un imperceptible escalofrío a su compañero.

—No hice nada, de veras. Confía más en mí, cretino.

Sasuke vuelve a cerrar los ojos, olvidando todo lo que ha sucedido, dejando que Naruto lo acerque más a él. Está feliz de vivir a su lado después de todo, aunque no merezca estarlo de ninguna forma. Sabe que no puede vivir solo y tranquilo luego de haberlo conocido, y mucho menos cuando ha vivido la experiencia; aunque su elección sea tan patética y humillante y está seguro que la descartará mañana cuando Naruto lo vea a los ojos, recordándole todo lo que ha pensado.

Es mejor renunciar a su relación, se dice en momentos de lucidez, pero no quiere abandonarlo y Naruto también se niega a hacerlo, así que prefiere tragarse las palabras que podrían llegar a separarlos hasta que sea capaz de escupírselas a la cara, sin miedo ni remordimientos.

Aunque eso signifique quedar solo para siempre.


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