La música había inundado la sala de nuevo, esta vez tocaba el violín. Él solía cambiar de instrumentos, según lo deseaba, pero siempre era un placer escucharlo. Lo había descubierto un día, por casualidad mientras pasillaba por el instituto, era un joven de aproximadamente mi edad, rubio y era un excelente músico. Llevaba unos dos meses, viniendo día tras día a escucharlo tocar a veces era piano otras veces flauta, hoy era violín solía tocar todo tipo de instrumentos. Siempre me quedaba un rato a escucharlo y antes de que se marchara, me escabullía por algún rincón para que no me viera.
Nunca me atreví a interrumpirlo mientras tocaba, no quería que supiera que lo espiaba. En fin, una vez me animé a pintarlo…porque esa era mi pasión, la pintura. Lo pinté de espaldas, como solía verlo sentado, lo pinté tocando un piano de cola. Me había gustado el resultado de aquella pintura. Pero a mi gran descontento las clases iban a terminar y todos los internos, se iban a marchar y eso significaba que él también se marcharía…
Suspiré largamente, yo vivía con mi tía la dueña de este prestigioso instituto reconocido mundialmente. Mis padres habían fallecido y ella siempre me había tenido mucho aprecio, por eso me había acogido sin molestias el fatídico día. Y a pesar de eso y que éramos de una familia bastante adinerada, nunca había tenido la necesidad de mostrarlo, prefería pasar por un chico normal, aun que la mayoría de los chicos sabían quién era.
Saqué uno de mis cuadernos de bosquejos y comencé a dibujar, esa imagen que había visto hace unas horas. Armado de su violín hice la silueta, el cabello le caía sobre el rostro y solo se denotaban unos ligeros trazos de la boca. Estaba absorto en mi dibujo cuando mi tía entró en la sala que usaba para pintar.
-Joshua estas muy ocupado? Preguntó, solo volteé a verla con una sonrisa. –no lo estoy Tía Sarah, que pasa?
Se acercó, mirándome tranquilamente y observando atentamente mi dibujo. –está preciso ese bosquejo, al parecer te gusta pintar músicos últimamente. Dijo en un tono dulce y divertido, me avergoncé un poco pero no respondí nada, por lo cual siguió hablando. –Cuando las clases terminen, uno de los alumnos se quedará con viviendo con nosotros un tiempo.
Me sorprendí un poco al oír la noticia, que clase de chico quería quedarse más tiempo lejos de casa? O tal vez no tenía casa… Habían muchas hipótesis que se formaban en mi cabeza. Pero a lo mejor ninguna era correcta, miré a mi tía. –Está bien. Pero… No había tenido tiempo de preguntar que mi tía había comenzado a hablar, ella conocía mi carácter curioso y luego de unas cuantas palabras termino por soltar lo que quería saber; problemas familiares… No quiso meterse más en el tema pero siguió hablando.
-No sé cuánto tiempo permanecerá con nosotros, pero quiero que se sienta a gusto. Comprendes? Dijo, más bien como algo que era obvio que se debía cumplir. – Esta bien, haré lo que pueda.
Los pocos días de clase que faltaban pasaron rápidamente y el último día, fui a la sala de música pero mi músico no estaba. Suspiré, seguro ya había vuelto a su casa o estaba por partir, resignado terminé por irme a casa. Había llegado primero que mi tía pues había dicho que estaría ocupada; fui a mi alcoba, tiré la mochila a un lado y me quité la chaqueta del uniforme. Pasaron unas horas en las cuales había ido por un sándwich y me había puesto a escuchar The Beatles acostado en mi cama con mi cuaderno de bosquejos en la mano, observando los dibujos que había hecho.
De pronto fui llamado, mi tía había llegado y por ende, mi nuevo compañero de verano también. Baje las escalera a paso rápido aun con el uniforme puesto, claro que con la camisa medio desabotonada y sin zapatos. Mi tía estaba ahí parada y me sonrió aunque luego me regaño.
-Joshua, te hubieras cambiado… ya han pasado horas desde que te fuiste del colegio. Sonreí. – Ya estoy de vacaciones tía Sarah. Solo me miró y negó ligeramente. –Bueno te presento a Ethan Delaway. Dijo mientras se apartaba un poco, dejando ver a un chico rubio.
Cual no fue mi sorpresa al notar que aquel chico que iba a quedarse el verano en mi casa era el chico al cual había espiado estos últimos meses en la sala de música. Me quedé algo mudo antes de balbucear un “mucho gusto”, noté que mi tía se burlaba discretamente de mí. Dijo que la habitación de Ethan era la continua a la mía y por eso tenía que enseñársela.
Asentí y baje los últimos escalones, para ayudarle con su equipaje, seguro eran las cosas del internado. Subimos en silencio la escalera, la verdad es que no sabía que decirle. Al llegar la escalera le indiqué mi habitación y luego entramos a la suya, dejando sus cosas a un lado. –Bueno…esta es tu habitación…Yo… Me volteé a verle algo intimidado por el hecho de que lo había observado tocando. –Me llamo Joshua, un gusto en conocerte. Me respondió con un simple “encantado”. Era mejor que lo dejara tranquilo. –Si necesitas algo no dudes en llamarme Ethan. Me retiré para luego irme a la habitación.
Estando ahí me senté en mi escritorio, pensativo. Jamás hubiera imaginado que aquel chico músico iba a ser el que se quedará el verano conmigo. Terminé por sonreír tontamente, tal vez podíamos convertirnos en buenos amigos.
Me aburría y como no quería molestar a mi huésped, fui a mi sala de pintura. Era una sala inmensa muy iluminada y tenía enormes ventanales por los cuales se podía ver parte de los jardines. Me senté frente al caballete, comenzando con unos finos trazos, poco a poco el bosquejo tomaba forma, era una puesta de sol sobre un lago, el sol se reflejaba por el agua. Los colores iban a ser cálidos a excepción del color de agua, era más bien fría y calentada por el reflejo del sol.
Pasaron unas horas antes que me llamaran a comer, bajé y todos estaban en la mesa esperándome. –Perdón…me entretuve. Dije mientras me sentaba en mi lugar, miré a todos y comenzamos a comer. Mientras lo hacíamos, se hablada de todo y nada. La cena pasó rápido y no retiramos. Solía pasar un rato con mi tía, pero hoy estaba cansado. Terminé por irme a acostarme. Estando ya en la cama, me dormí penando en Ethan y en que mañana hablaría con él.