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Get it por Kamimi-san

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Notas del capitulo:

Con mucho amor para Kairi ♥ Hard 2MIN SHIPPER 

Me costó mucho hacerlo, pero espero que sea de su agrado... :3 

*Estuve como 4 meses intentando hacerlo :c di todo de mí, es mi mayor esfuerzo... por favor amenlo!!! *

Aclaración: las frases que están en "cursiva" son parte de la canción C:

 

Ahora a leer ♥ :D

Un gran suspiro salía de su boca. Estaba sentado en una de las mesas de aquel restaurant que visitaba cada fin de semana. Si bien le encantaba la comida y el ambiente, su razón principalmente era otra. 

Se encontraba mirando a un chico alto, castaño, de cabello un poco largo, portador de unos ojos grandes y unos labios carnosos. Cada fin de semana acechaba en aquel lugar solo para mirarlo a él. Puede sonar un poco psicópata, pero sentía que ese chico era su ideal.

Sorbió el ultimo poco de su bebida, bien, momento perfecto para llamar al mesero el cual se notaba desocupado. Se puso algo nervioso, alzó la mano para llamarlo en un gesto rápido.

El alto chico alcanzó a ver que lo llamaban y se acercó de lo más cordial.

- ¿Que se le ofrece, señor? – el chico de los ojos saltones, estaba parado a su lado portando una bandeja, una pequeña libreta y un lápiz.

- Emmm… este… yo… - se sentía nervioso, no podía articular alguna oración clara. Odiaba el hecho de que se paralizara con solo ver a un “extraño”.

La mirada impaciente y penetrante del mesero le sugería que dijera su pedido.

- ¡Cierto! Quiero una bebida… -sonreía algo sonrojado al ver la dulce sonrisa que el mesero le dedicaba.

- Claro, en un momento – anotó en su pequeña libreta y dio media vuelta.

Se le quedo mirando mientras le daba la espalda pensando en que aquella era una buena figura, deseaba abrazar aquella formada espalda o refugiarse en esos duros brazos. No podía sentirse más un depravado, seguía pensando con la cabeza gacha cuando se dio cuenta que la bebida ya estaba servida en la mesa.

Buscó con la mirada a aquel hermoso mesero pero no lo halló cerca. Decidió tomar un poco de aquel liquido que no muchas ganas tenía de beber, tomó el vaso pero se percató que algo había bajo de este.

- ¿Ah? ¿Qué es esto? – se preguntaba a si mismo tomando aquel papel que tenía las marcas del vaso mojado por efecto de la bebida helada.

¡El hombre por el cual has estado esperando soy yo!

¿Estás preparado para que te robe el corazón?

Su cara era de una notable confusión, sus mejillas comenzaron a tornarse rojas mientras seguía analizando el papel. Podría ser que… aquel mozo le había dejado ese papel.

No. No puede ser. Comenzó a mirar a su alrededor buscando a algún sospechoso. No había indicio de alguien que haya dejado aquel papel ahí. Puede que el mesero por pedido de alguien lo haya puesto ahí. Si, debe ser eso.

Dobló el papel y lo guardó en el bolsillo de su chaqueta. En aquel instante paso el mesero a su lado, cayéndosele algo. Se agachó a recogerlo para entregárselo pero se percató que era otro papel idéntico con algo escrito en él.

“Si lo quieres ahora, solo susurra esa palabra

Voy a necesitar tu permiso antes de empezar”

Esas palabras lo dejaron aun más confuso. ¿Qué palabra debía susurrar? ¿Qué era todo este juego de papeles? Volvió a buscar con su mirada a aquel mesero. Ahora lo halló en la barra sirviendo algunas bebidas. Lo observó un buen rato esperando alguna respuesta de aquel chico. Al rato levantó la cabeza logrando un intercambio fugaz de miradas.

Su corazón comenzó a latir con fuerza y sus mejillas se agolparon de un rojo intenso. Nunca antes se había sentido así. Quería creer que aquellos papeles provenían de aquel bello mesero, pero algo se le hacía extraño. Continuo tomando su bebida, ahora de un solo trago, se sentía sofocado por la situación quería salir luego de ahí pero no podía, su cuerpo ya no reaccionaba a su mente, en cualquier momento podría desvanecerse por todas las emociones que pasaban en su indefenso cuerpo.

Al terminar se levantó de la mesa en un movimiento veloz y se dirigió a la caja de pago para poder salir luego de ahí. Sintió una mirada penetrante mientras intentaba pagar. Con toda valentía volteo a ver de quien se trataba, para su sorpresa era aquel mesero el cual se estaba despojando de su delantal de trabajo y se acercaba a él.

- Hola, soy Choi Minho. Un placer conocerte – aquel chico de labios carnosos le sonreía de una manera muy deseable mientras le estrechaba su mano.

Muy sorprendido, cogió su mano mientras le sonreía de una manera muy tierna.

- H-hola, yo… me llamo… Lee Taemin… - decía mientras bajaba un poco la mirada y ladeaba su rostro intentando ocultar su sonrojo.

- Que lindo nombre… -el más alto no dejaba de sonreírle mientras hacia una pausa incomoda. – Emmm… ya termino mi turno, se que puede sonar raro, pero te gustaría pasar la tarde conmigo? – preguntaba ahora algo pucheroso y casi suplicante.

- ¿Eh? ¿Qué? ¿Yo…? ¿Por qué? – sus ojos estaban como platos, era una situación bastante extraña.

- Porque me pareces interesante y he visto como me miras constantemente – decía demasiado confiado y sin dejar su sonrisa de lado.

- Eh… no… eh… yo… - Taemin estaba comenzando a sudar y pronto comenzaría a hipar, cuando está nervioso tiene síntomas extremos.

- Lo sé, cuando me miras es como si tu corazón explotara

Pero no te preocupes estaré, justo aquí para ti – aquellas palabras provinieron del más alto en un susurro algo provocador. Aquel cliente intrépido no pudo ocultar más su sonrojo al ser descubierto por el lindo mesero que lo traía loco. Sintió una mano arrastrarlo fuera del lugar.

-¿D-donde me llevas? – su voz salía temblorosa, tenía miedo de lo que fuera a pasar de ahora en adelante.

- A un lugar más tranquilo donde podamos conversar… - el más alto decía muy tranquilo mientras lo arrastraba de la mano por las calles de Seúl. Llegaron a un pequeño parque, se acercó a una pileta y se sentó en el borde indicándole a su “cliente habitual” que se acomodara a su lado.

Tímidamente Taemin se sentó a su lado, algo sonrojado y pensativo. ¿Qué se traía entre manos este tipo?

Un largo suspiro salió del mesero mientras recarga sus brazos al borde de la pileta y alzaba su vista al cielo.

- Me gusta ver cómo me miras… - Minho lanzaba aquellas palabras mientras aún miraba el cielo anaranjado y con algunas nubes dispersándose.

Taemin no tenía palabras, a cada movimiento o palabra de su “mesero” se quedaba paralizado y no sabía cómo actuar. Llevaba bastante tiempo yendo a verlo, ¿acaso el siempre se había percatado de su presencia en aquel lugar?

- Desde que sentí como tu mirada se posaba en mí… decidí mirarte también, lo juro, mis ojos te miran como si fueses veneno y noto como todos van desapareciendo, uno a uno… – su vista había vuelto a aquel pequeño que lo miraba con ojos desbordantes.

Taemin no lograba asimilar las palabras, las acciones y la situación real en la que se encontraba con el mesero de sus sueños. Le miraba atentamente mientras sus mejillas ardían ferozmente.

-E-eso... ¿Qué significa? - tímido el pequeño intentaba articular frases cuerdas.

-Que... sé exactamente lo que quieres, incluso si no lo dices. Lo sé, puedo verlo... - el mesero se acercó peligrosamente a la sonrojada cara de Taemin.

El pequeño estaba demasiado nervioso, Minho lo había descubierto... se dedicó a mirar esos labios carnosos que cada vez se acercaban más a él, lo único que pudo hacer al sentir ya su aliento chocar con el suyo fue cerrar sus ojos y entregarse a aquel que ya lo traía loco.

Minho disfrutaba cada reacción que el menor tenía ante sus acciones. Con una leve sonrisa en sus labios se acercó al rostro de Taemin, se percató de que el más pequeño había cerrado sus ojos.

Sin vergüenza alguna tomó esos labios para sí, fundiéndose en un beso suave y lento. Las manos de Minho rodearon la cintura del menor mientras que este rodeo con sus delicados brazos el cuello de su mesero. Fue un roce casto pero importante que hizo fluir un sin fin de sentimientos entre aquel apuesto mesero y su adorable cliente.

Al cabo de un minuto interminable se separaron para tomar aire y componerse de aquella situación. Taemin se alejó un poco y desvió su mirada tratando de ocultar sus notables mejillas enrojecidas con los mechones de su anaranjado cabello, cosa que no consiguió a la perfección porque el más alto estaba mirándole divertido, mientras pensaba en lo hermoso que se veía.

Se quedaron en silencio varios minutos, los cuales a sus percepciones parecían horas. Taemin se perdía pensando en lo extraño que era aquella situación, hace un par de meses que se había embobado con aquel muchacho y ahora ya lo estaba besando; algo que se veía tan lejano estaba ocurriendo y no sabía cómo reaccionar ante aquello. Su pequeña cabeza estaba hecha un lío, a ratos miraba a aquel tipo de ojos saltones que estaba a su lado. Lo único que podía hallar en su rostro era una expresión neutra, se notaba tranquilo, como si estuviera un domingo por la tarde paseando por la plaza a refrescar su mente. Era realmente increíble, a cada minuto le fascinaba aún más aquel mesero.

Minho no se quedaba atrás, su mente estaba funcionando a mil por hora, si bien las expresiones de su cara no lo demostraban, si lo hacía la arritmia cardiaca que estaba teniendo en aquel momento. Ese pequeño roce bastó para que su pulso cardiaco se descontrolara, ni cuando iba al gimnasio quedaba en aquel estado. Miró hacía el cielo, buscó la mano del pequeño y sonrió al sentir aquella delicada piel atrapada en sus grandes manos.

- Nunca he sentido nada tan fuerte… por nadie, excepto tú…- Minho buscó nuevamente la mirada deslumbrante del más pequeño. Al encontrarla, acarició con su mano libre aquellas suaves y sonrojadas mejillas. Se acercó nuevamente a su rostro pero esta vez besó su mejilla, pudo sentir los latidos descontrolados de su acompañante.

Lentamente se levantó de aquella pileta, sin soltar la mano de Taemin, comenzó a caminar. El más pequeño se dejó llevar sin protesta alguna, ya no podía distinguir si todo esto era un sueño o era realidad.  Llegaron a un lugar desconocido para el menor, un departamento algo cerca de la plaza… ¿acaso sería la casa de Minho? Y si así fuera… ¿por qué estaba ahí? Tenía miedo… pero a pesar de todo no podía escapar, estaba siendo preso de aquel agarre, de aquel hombre que le había robado el aliento y el corazón.

Ingresaron al departamento, aún no se soltaban las manos, en un movimiento rápido aquellos fuertes brazos lo aprisionaban. Minho pegaba aquel débil cuerpo aún más al suyo, necesitaba sentirlo… a pesar de conocer nada más que su nombre, necesitaba de él.

Sin pedir permiso pasó una de sus manos por debajo de la camisa del menor, acariciaba su espalda. La piel de Taemin era tan suave como siempre lo había sido en sus sueños. Sentía como aquel pequeño cuerpo se estremecía ante cualquier suave roce que le daba con sus dedos, tomó aquello como una aprobación para continuar, se acercó a su oído para lamer su lóbulo y susurrarle.

- Hasta que la noche termine, hagámoslo… hagámoslo… - su voz era completamente seductora, las mejillas de Taemin habían tomado un fuerte color carmesí. El mayor no espero respuesta alguna y se apoderó de aquellos labios a los cuales se había vuelto adicto. Aquel beso no tardó mucho en ser correspondido, quitó rápidamente aquella camisa que estorbaba mientras que las manos de Taemin se aferraban a su cuello.

Taemin tenía miedo, miedo de lo que sucedería de ahora en adelante, pero ya no podía dar vuelta atrás, se entregó completamente a aquel muchacho de ojos grandes, piel tersa, labios gruesos y abultados, pelo castaño desordenado y de un exquisito abdomen.

Perdido en sus pensamientos no se dio cuenta cuando ya se encontraban en camino hacia una habitación. Por medio de besos y caricias desenfrenadas lograron llegar a la cama, Taemin cayó de espalda mientras Minho estaba encima de él, aprisionándolo y devorando sus labios con extremada pasión, mordiendo su labio inferior y abriendo paso con su lengua a aquella dulce cavidad, explorando. Sus lenguas se conocían, interactuaban mientras las manos de Minho seguían recorriendo el abdomen desnudo de su acompañante, concentró sus dedos en aquellos rosados pezones, presionándolos y estimulándolos a lo que salían suaves jadeos de la boca de Taemin.

La atmósfera se estaba volviendo más caliente, Taemin intentaba ahogar sus gemidos con los nudillos de su mano derecha, mientras que con la otra se aferraba a las sabanas. Minho lo había despojado de sus pantalones y ropa interior, tomando su hombría gustoso, lamiendo desde la punta a la base. El menor lo único que podía hacer era suspirar, se estaba entregando por completo a esa pasión, a ese sueño que le acompañaba todas las noches y que por cosas del destino ahora estaba realizando… ahora se estaba cumpliendo y no podía hacer más que disfrutarlo.

Minho seguía degustando aquel pedazo de carne, quería hacerlo sufrir un poco así que se detuvo en su acción.

-M-Min… Ho… - el menor le sugería con la mirada que continuase, pero no sucedería tan fácil. El aludido subió por su abdomen besando cada rincón, lamiendo los rosados pezones y mordiéndolos como si de un dulce se tratara, siguió lamiendo y succionando por aquel blanco cuello hasta llegar a su oído.

-¡Pídemelo! – exigió el castaño para luego morder ferozmente la clavícula del menor. Quería ver que tanto lo deseaba. Se podía ver que su cuerpo lo necesitaba, cada espasmo y temblor le indicaba que ese cuerpo lo deseaba, pero aún así, quería oírlo de sus labios.

El menor desvió la mirada agitado por el dolor que sentía en su vientre, sus mejillas estaban de un dulce color carmesí. En un desenfreno, tomó del cuello al más alto y juntó sus labios en un acto desesperado. Introdujo su lengua, explorando cada rincón de aquella adictiva boca. Se tuvieron que separar por falta de aire.

- Házmelo... No pienses en nada, solo siente este sentimiento…  – lamió descaradamente sus labios y volvieron a unirse, ahora en un beso más calmado y lleno de pasión. – Tómame, abrázame… déjate llevar por la música de nuestros corazones… - Minho se ruborizó de una manera impactante, sonrió seductoramente y volvió atacar aquellos labios mientras hacía subir las caderas al menor, acariciando su entrada con un par de sus dedos.

Aquellas palabras lo habían vuelto loco, quería penetrarlo ya, pero intentó contenerse para disfrutar de toda su piel, deseaba grabar aquella perfecta sensación con sus manos. No quería olvidar este momento jamás.

Llevó un par de dedos a la boca del menor, tocando su labio inferior y abriendo paso por sus dientes para que este los envolviera con gusto, lamió aquellos largos dedos mirándole seductoramente mientras pequeños jadeos salían de la boca de ambos. Al sentir los dedos bastante humedecidos, los apartó de la boca del menor y los llevó a su pequeña entrada. Introdujo dos de sus dedos lentamente, provocando el estremecimiento en las entrañas de Taemin. Sin piedad entraban y salían esos largos dedos, quedándose sumergidos para formar círculos y así dilatar más aquella estrecha cavidad. Gemidos, sudor y respiraciones agitadas, todo eso combinado en una excitante atmosfera.

Sin compasión alguna, Minho introdujo en una sola estocada su duro y grande miembro en la dilatada entrada del menor. Las lágrimas corrían por las sonrojadas mejillas del más pequeño, su trasero dolía, dolía bastante, pero al cabo de un rato aquel latente dolor se transformó en una agradable sensación. Una sensación de placer, amor, excitación y éxtasis recorría su cuerpo; los gemidos se hacían cada vez más fuerte y las embestidas también.

Las manos de Minho recorrían las piernas del menor, sus labios se volvían a juntar, sus lenguas competían para ver quién mandaba entre ellas. Estaban bañados en sudor, los vidrios de la habitación estaban empañados y la luz anaranjada del sol ocultándose iba llenando la habitación en distintos matices. Taemin con sus ojos llenos de lágrimas intentaba verificar las expresiones de Minho al poseerlo. No podía pedir más, ver aquella expresión de placer, donde el mayor tenía entrecerrados sus ojos, se mordía el labio inferior y su largo cabello se le pegaba al rostro de una manera exquisita, lo hicieron llegar al éxtasis.

- M-me vengo… - Taemin gemía extasiado mientras Minho le intentaba pedir que llegaran al orgasmo juntos. Deseaba terminar de aquella manera, Minho llenando la estrecha cavidad del menor con su semen y este último llenando sus abdómenes con su esencia. Habían llegado al clímax juntos, el más alto se recostó encima del de cabellos rojos, sus respiraciones agitadas se entremezclaban y los jadeos se iban apagando poco a poco.

Taemin sonrió. Se llevó una mano al rostro y tapó sus ojos, no quería ver la situación real en la que se encontraba, estaba temeroso pero muy feliz a la vez. Espero alguna respuesta del más alto, pero parecía no querer moverse de su cuerpo y mucho menos salir de él. Se sonrojó abruptamente al notar que aún tenía el pene del mayor en su trasero.

- Eh… ¿Hyung, podrías salir? – lo sacudió un poco para que le prestara atención. Sin muchos ánimos el mayor salió del cuerpo de Taemin, a lo cual por la rápida acción no pudieron evitar soltar algún gemido.

Minho estaba aún encima de Taemin, pero esta vez tenía sus rodillas a los lados de su cadera y los brazos rodeando la cabeza del menor. Se dedicó a mirar cada parte de su cuerpo, pasó los dedos por todas las rojizas marcas que había dejado, aquellas marcas podían indicar que Taemin era suyo. Completamente suyo.

El mayor sonrió al encontrarse con la mirada de Taemin, volvió su vista a aquellos adictivos labios y sin más los volvió a degustar, como si fuera la primera vez que lo hacía. Un beso suave y lento, pero cargado de muchos sentimientos. Quería hacerle saber que no estaba arrepentido de nada y que tomaría la responsabilidad por el asunto.

Por la falta de oxígeno se separaron. Ambos se miraron, cómplices y sonrieron a la vez. Desde ahora el futuro era incierto, pero el presente tenía matices brillantes y cautivantes.

- Nada… nada se compara a esto, créeme… - Minho había comenzado a hablar con una voz ronca y seductora – Ahora… estarás pegado a mi corazón fuertemente… para siempre – hizo énfasis en la última frase.

Taemin sonrió tímidamente. Cerró los ojos y poco a poco se dejo llevar por los brazos de Morfeo. Minho vigiló su sueño por un par de minutos, no podía ser una noche más perfecta. Se acercó a sus labios y susurró sobre estos:

- Te amo, Taemin… mi dulce cliente… mi pequeña adicción – rozó suavemente aquellos labios. Se acomodó a su lado y lo acompañó al mundo de los sueños.

Aquel mundo donde todo podría ser perfecto, pero nunca tanto como lo ocurrido aquella noche, donde hacer el amor con la persona que amas fue el paraíso idílico. 

 

Notas finales:

Espero que haya sido de su agrado ♥

¡Nos leemos!


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