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Junior Generation:(3) Los niños perdidos por SatuPro

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Notas del capitulo:

1. La nueva vida

JongWoon abrió los ojos. Los tenia pegajosos y aún le dolía la cabeza. Un chico se acercó y le cambió el pañuelo húmedo que tenía en la frente.

- ¿Cómo estás?

- ...

- Sigues sin hablar... ¿eh...?

“RyeoWook...”

 

Se levantó de un salto algo asustada. Buscó sus cosas y comprobó que estaba todo allí. Había una mujer a su lado durmiendo que le había cogido la botella de agua. “Genial, hora tendré que comprar otra...”

- Baby... – Seo miró a la prostituta con cierto asco, pues olía extraño

- Me llamo Seo.

- Seobaby, entonces – Suspiró acerándose a ella – Mira. – Se acercó la mano al escote y de allí sacó unos billetes arrugados – Son de un cliente de ayer; es para ti.

- ¿Para mí?

- ¿Tú querías ir al campo, verdad...? Pues tómalo. Ves en taxi. No quiero que hagas autoestop, es peligroso para una baby como tú. – Seo miró el dinero también con asco pero lo cogió. Aquella mujer le estaba dando lo que equivalía a su comida de aquel día y su dosis de alcohol. Se arrodilló junto a ella. – Ahg... Necesito beber algo, Seobaby...

- Ranzza, yo puedo darte comida. – la mujer la miró y luego hizo una mueca

- No, no... Guárdatelo para ti. – La miró con severidad - ¡Si me duermo y me dejas comida me enfadaré contigo y te castigaré sin paga! ¿¡Me has oído!?

- S-sí.

Se levantó pesadamente y luego salieron de allí. Seo llevaba unos días con ella. La defendió de unos hombres extraños. Le dijo que fuese con ella, que ella la cuidaría, pero Seo quería irse al campo. Aún así, la mujer parecía oler que estaba sin blanca y la seguía a todas partes para procurarle comida, aún quedarse ella sin. No parecía importarle.

- Tendremos que mirarte un colegio – “Ya estamos”

- Ranzza yo no voy a ir al colegio. ¡Y tú no tienes que pagarme nada, no soy tu hija!

- ¡Ya estás otra vez gritando, Seobaby! ¡Y por supuesto que eres mi hija! – La agarró de la mano para cruzar la calle - ¡Estás conmigo así que eres como una hija para mi, Seo!

- ¡Agh! Lo que tú digas.

- Por cierto, tú dijiste que tenías muchos medicamentos en tu bolsa, ¿verdad?

- Sí. Que pasa. – La mujer miró la maleta pensativa.

- Puedo conseguirte más dinero si me dejas la maleta una hora. ¿Hacemos un trato? Yo ahora te doy... veamos – se regiró los pechos en busca de algo de dinero y encontró un billete arrugado. Guardaba allí todas sus cosas – te doy 20.000 wons, ¿vale? Y te compró tu maleta. – Seo se aferró a ella

- ¿Qué harás con ella? Necesito todas mis cosas.

- No necesitas las pastillas para nada

- Claro que sí. Son... son por si todo sale mal... – Ranzza le dio un capón - ¡AU! ¿¡Que haces vieja loca!?

- ¡NO BROMEES SOBRE ESO, JOVENCITA! Ahora toma los 20.000 y dame tu maleta.

Seo se frotó la cabeza alejándose de ella. Se quedaron en una calle trasera y abrieron la maleta allí. Antes de irse de casa había quemado todas su fotos de ella a partir de los seis años en el suelo de la habitación. Se había ido dejándolo allí ardiendo, esperando que ocasionase un incendio en toda la casa. Pero desgraciadamente no fue así. Aunque eso ella no lo sabía.

- Que mona eras Seobaby... – dijo mirando las fotos de cuando era bebé - ¿Estos son tus padres? ¿Qué les pasó?

- Murieron. – Ranzza le acarició el pelo

- Oh cielo... Lo siento mucho. – siguió regirando, apartando su ropa. - ¡Vaya! Son unos binóculos

- Sí... Y no los toques – dijo con desprecio, arrancándoselos de las manos y dejándolos de nuevo en la maleta. Ranzza los cogió y se los colocó pasando la correa por su cuello.

- Es mejor que los lleves encima. A ver, donde están las pastillas.

Seo lanzó una de sus camisetas sobre un bote lleno de calmantes, y luego la recogió cogiendo también el bote, de modo que no se diese cuenta.

- Mira, es todo esto. Puedes venderlo si quieres. ¿Cuánto dinero me darás por esto?

- No lo sé, habría que mirarlo... Aunque mis compañeras del club matarían por tener pastillas así. – La miró mostrándole los dientes – Acabas de salvar muchas vidas, Seobaby.

Le cogió las bolsas de pastillas y se las llevó. La dejó en un hostal donde la conocían y le dijo que vigilase siempre los alrededores con los binóculos. Era una invitación absurda pues obviamente ya pensó en hacerlo.

Se pasó casi una semana entera durmiendo y comiendo en ese hostal. Un hombre gordo le traía un plato de comida todos los días allí. Sospechaba que era un cliente de Ranzza que pagaba por su silencio, pues estaba casado y tenía unas hijas. La mujer siempre era amable con ella. Dormía muy bien allí, y casi siempre soñaba con KyuHyun.

 

JongWoon abrió los ojos. Ya no le dolía la cabeza pero seguía estando fatal. Se incorporó y miró a su alrededor. La habitación era algo pequeña. Tenía otra cama a su lado y detrás había un armario y un escritorio. Su compañero de habitación lo miró.

- ¿RyeoWook es un chico o una chica? – preguntó inocentemente. – Decías su nombre.

Iba vestido con una especie de uniforme verde caqui. Parecía algo más pequeño que él; le recordó a su hermano, pero evidentemente no era él. Se apartó la sábana y se levantó.

- Llevas muchos días enfermo. – Dijo trayéndole un uniforme - ¿Te encuentras bien ya? – Él no respondió – No quieres hablar, ya veo. Ponte esto. – Jong se vistió rápidamente – Aún no han empezado las clases; estamos de vacaciones.

- ...

- Solemos hacer excursiones al campo y acampadas. Es divertido en realidad, te gustará. Por cierto, me llamo JK. ¿Tu?

- ...

- Te llamaré RyeoWook, ¿de acuerdo? – apretó los puños y giró la cabeza para que no viese una lágrima resbalando por su mejilla.

Se dirigían al patio donde había el resto de niños. Era un lugar bonito, en realidad, rodeado de bosque. No se veían las vallas que delimitasen el terreno, por lo que JongWoon supuso que abarcaban mucho trecho de bosque. Tendría que inspeccionarlo todo.

- ¡JK! – Unos niños lo llamaron desde un rincón del patio – JK, hoy vino otra vez; vino la chica de las verduras. – dijo con los ojos brillantes.

- Chicos, este es mi nuevo compañero de cuarto. – Ellos lo examinaron con la mirada – No sé cómo se llama porque no habla

- ¿Es mudo?

- No lo sé. – respondió JK. – De momento le podemos llamar RyeoWook; es el nombre que dice mientras duerme.

Uno de los chicos lo miró fijamente a los ojos y luego bajó la mirada. JK lo presentó como Seung. Uno que llevaba unas ridículas gafas se llamaba Ho, uno muy alto Hae, el del uniforme mal puesto Dae y uno con pinta agresiva Yon.

Se fueron todos juntos andando por el bosque. JK le explicó que ellos eran la clase de primero de la escuela media. Había muchos más niños de todas las edades, pero en su clase solo estaban ellos. Aquello era todo muy extraño.

Cuando llegaba la noche no hacía más que pensar en él. Se abrazó a la almohada tratando de imaginar que seguía en esa cama cálida y confortable con Ryeo pero él estaba muy lejos.

- ¿Estás llorando otra vez? ¿Echas de menos a tus padres? – Se sentó a los pies de su cama, mirándole – Yo no. Ellos me encerraron aquí hace dos años. Dijeron que vendrían a recogerme todas las vacaciones pero nunca venían. ¿Te hicieron lo mismo a ti...? – Lo miró mientras él se incorporaba y asentía con la cabeza - ¿Por qué no quieres hablar?

 

Ranzza volvió de madrugada y entró en la habitación donde ella dormía.

- Seobaby... – dijo susurrando - ¿Está dormida...? – Se acercó a ella, que estaba despierta, pero con los ojos cerrados, y la acarició peinándola con una sonrisa. Luego se acerco a su frente y fue a darle un beso, pero se paró. – Será mejor que me lave antes...

La escuchó ducharse y luego salir al comedor, que estaba allí mismo, al otro lado de la puerta.

- ¿Una copa, JooJin? – le preguntó el casero

- Mm... Bueno, pero solo una ¿eh? Estoy dejando la bebida

- Eso está muy bien – dijo sirviéndole. “¿Entonces porque le das? Estúpido...” Pensó Seo enfurruñada mientras seguía escuchando - ¿De dónde sacaste a esa niña? ¿De verdad es hija tuya?

- Por supuesto que sí – Seo sonrió

- Venga Ranzza, sé que tú no puedes tener hijos. Dime, ¿de dónde la sacaste?

- La rescaté de la calle.

- ¿Era prostituta también?

- ¡Claro que no! ¿¡Como puedes siquiera insinuar algo así!? – Gritó descontrolada - ¡Es una buena chica mi Seo!

- Eh, eh, cálmate, ¿quieres? Vas a despertar a todos los huéspedes; Seo incluida. – Ella se tranquilizo dando un par de tragos más. – Así que de la calle. ¿No tiene padres?

- Sus padres murieron cuando ella era muy pequeña.

- ¿Ah sí...? ¿Eso te dijo? – La mujer asintió dando otro trago – Pues a mí me parece que eso es mentira; ella se ve muy bien cuidada. Puede que sí que hayan muerto pero... hace poco.

- ¿Dices que es una mentirosa? No... Yo creo que... murieron y quedó a cargo de otra persona, pero ya se hartó de ella y por eso escapó. Sea como fuere ahora la tengo que cuidar, porque ahora es mi hija, ¿lo entiendes...? Toma. – Dijo dándole dinero

- ¿Le robas dinero a tu hija, Ranzza?

- ¿¡QUE DICES BOCA DE SAPO!? ¡ESTE DINERO LO HE GANADO YO! El dinero de Seobaby lo guardó en otro lugar... Es mucho mucho dinero... Ella iba con muchas pastillas...

- Sus padres serían médicos... – se hizo un breve silencio hasta que Ranzza golpeó la barra con fuerza.

- Te he dicho que sus padres murieron hace tiempo.

- Que sí, que sí...

 

Los chicos invertían su tiempo de vacaciones en actividades al aire libre. Tenían un huerto por allí y plantaban cosas bajo la supervisión de sus profesores. También les enseñaban a reconocer tipos de plantas y a coser. JongWoon no hablaba nunca, ni a los profesores, por lo que todos le tomaban por mudo. Aprendía las cosas diligentemente ya que en realidad le parecían muy útiles. Aprendió que plantas eran comestibles y cuales venenosas, a hacerse sacos de dormir y tiendas de campaña.

La única clase que seguían dando era la de religión. Se hacia todas las mañanas a primera hora, justo después de despertarles.

- Tú, niño

- Se llama RyeoWook – la monja lo miró y lo hizo levantarse.

- RyeoWook, ¿sabes leer no? – Los chicos se miraron entre ellos, pues sabían que no pronunciaría una sola palabra – Lee esto.

- Madre, él no habla. – explicó JK “Solo habla por la noche” pensó él.

- Sí, él es mudo. – Dijo Hae. La mujer se acercó mucho a él. Le cogió del brazo y lo pellizco.

- ¡AH!

- ¿Veis? No es mudo. Ahora lee esto. ¿Sabes leer, verdad?

“Estúpida. Los mudos también gritan.” Se miró la hoja durante un rato sin decir nada. Hasta que la mujer le dio otro pellizco. Abrió mucho la boca, cogió aire y empezó a cantar. Porque aquella oración era un cántico en realidad. Tanto la mujer como todos los niños se quedaron anonadados ante su voz, y lo metieron en el coro religioso junto a otros chicos más pequeños.

Cuando salieron de allí para ir a jugar al bosque, los chicos de primero de la media, los seis que eran junto con él, lo rodearon y le pidieron que cantase sus canciones favoritas si es que las conocía. Él lo hizo de buen grado, pues cantando se sentía liberado.

- ¡Tu voz es tan asombrosa RyeoWook...! – Aquello lo entristeció. - ¡Canta otra vez!

- ¡Sí! Cuando cantas puedes imaginar que estas fuera de aquí.

“Fuera de aquí... Lejos de aquí con RyeoWook... ¿Qué te parece que esté usando tu nombre? Claro que no fue voluntariamente, que lo sepas.”

- ¿RyeoWook no es tu nombre, verdad que no? – Los chicos estaban tratando de construir una casa sobre un árbol y se había quedado alejado con Seung recogiendo palos. - ...Es el nombre de alguien que quieres... ¿Cierto...?

- ...

- ¿Y es un chico, verdad? Por eso te trajeron aquí. – Jong empezó a andar lejos, más deprisa, pero Seung lo alcanzó – Tenía un amigo aquí antes, mayor. Él se fugó porque decía que tenía que volver con su novia. – “¿Fugarse? Ni siquiera sé donde estamos” – Tú me recuerdas a él; él también decía su nombre por las noches. Él decía cosas maravillosas sobre el amor aunque en realidad sufría mucho. No lo entiendo. Y un buen día su cama estaba bacía y él ya no estaba y tenía que cuidarme yo solo porque él siempre hacia todo por mí; me defendía de los otros chicos que se metían conmigo y cuando no me dejaban comer o me castigaban sin la cena, él me guardaba comida y me daba en la habitación. Por favor, dime; dime porque alguien puede desear algo que te hace tanto daño, dime porque él me abandonó aquí

- Porque el dolor se olvida; El dolor se olvida cuando le ves y estás a su lado; es como si no existiese nada más en el mundo, no hay más problemas ni nada que pueda hacerte daño y sientes que puedes hacer frente a todo. – Seung se quedó allí mirándole mientras él siguió andando. - ¡Por eso tengo que irme de aquí a buscarle!

 

Seguía sin hablar con nadie, ni siquiera con Seung, pero de pronto él estaba siempre junto a él cuidándole, como su fuese alguien especial solo por lo que sentía. “Quizás él también estaba enamorado de ese chico y ni lo sabía... O quizás no, que importa.”

- Tu voz es tan asombrosa, RyeoWook. – oía a todo rato.

- Oye Ryeo, ¿Cuál es tu verdadero nombre? – le preguntó JK. – Si no quieres decirlo, escríbelo.

- “Yo ya no tengo nombre” ¿Por qué no? – Volvió a leer – “No quiero el nombre que me pusieron mis padres” Ah...

- Entonces tenemos que pensar en otro nombre para ti. Yo tampoco no me llamo Ho, ni ChungHo, es un nombre que me puse aquí.

- ¿Eh? ¿En serio? – Preguntó JK – Yo creía que era el de verdad. – Él negó con la cabeza y luego se fijó en Jong, que volvía a escribir – “¿A ti también te castigaron a venir aquí?” Sí. A todos nos hicieron eso RyeoWook. – explicó él. – A mi me trajeron aquí porque robaba a los vecinos.

- Ya. A mí también fue por eso. Bueno, y porque me pelee con un chico – añadió sin darle importancia Seung. – Se lo merecía.

- Siempre se lo merecen – Comentó Hae riendo. – A mi me trajo mi tía aquí porque no quería cuidar más de mí.

- Ya sé cómo podemos llamarte, - dijo de pronto Ho - ¿Te gusta cantar, verdad?

- Como no va a gustarle si lo hace tan bien – protestó Yon

- Bueno, que lo haga bien no significa que le guste – Replicó él, pero Jong asentía enérgicamente – Entonces te llamarás YeSung. ¿Te gusta?

- ¿Eso qué significa? ¿”Cantante”? – preguntó Hae inocentemente

- Es “arte vocal” ¿no? “Arte con la voz” – dijo Dae. JK lo miró con una sonrisilla

- ¿Te gusta este nombre? ¿”YeSung”?

Él asintió. Realmente le gustaba mucho el nuevo nombre. “Me pregunto si le gustaría a Ryeo. Seguro que sí, él también se merecería tener ese nombre porque su voz también es maravillosa.”

 

Ranzza se fue dejándola sola de nuevo en aquel hostal. El hombre gordo le sirvió un plato de comida junto a otros huéspedes, pues comían todos juntos en una gran mesa de madera. Excepto su familia, que dormía en otra habitación, todos juntos.

No estaban en Seúl; exactamente no sabía dónde estaban; era una especie de ciudad pequeña junto a una zona industrial inmensa. Había mucha gente por la noche, y de día todos estaban en la fábrica. Había pocos niños en las calles. Casi todo eran inmigrantes o gente con pocos recursos.

- ¿De qué conoce usted a Ranzza? ¿Fue cliente suyo, verdad? – El hombre miró en todas direcciones antes de servirle el postre de mala manera

- Eso no es asunto tuyo, niña entrometida.

- Mm... Gracias por cuidar de ella. – El hombre estalló a reír después de quedar desconcertado varios segundos.

- ¿Y tú porque estás huyendo de tus padres?

- Mis padres están muertos.

- Oye niña, a mi no me engañas. Si estuviesen muertos desde el tiempo que tu dices, no estarías alta como estás ahora, ni tendrías las uñas así de cuidadas ni el pelo tan brillante. Y de dónde sacaste esas pastillas

- Las robé.

- ¿Para qué?

- ¡Porque me quería morir, vale!

- ¿Qué estupidez es esa? – Seo se giró a mirar su plato enfurruñada. No quería que aquel hombre convenciese a Ranzza de que era una mentirosa. Eso le llevaría problemas.  – Pues si te quieres morir, muérete. – Seo lo miró desconcertada – Sinceramente... Creo que sí aún estás viva es porque en realidad no quieres morirte. Ah... Odio a estos niños ricos que no valoran lo que tienen... Como papá y mamá no me hacen caso entonces me voy a suicidar, que original... – dijo con desdén.

- Pst, usted no tiene ni idea. – dijo ignorándole

- Mira niñata, creo que he vivido mucho más que tú por lo que sí tengo idea de muchas más cosas que tú, por muy inteligente que te creas, ¿me oyes? – En ese momento Ranzza entró por la puerta borracha como una cuba

- ¡Se...o....! Te he conseguido mucho más dinero... – dijo con una sonrisa deformada, tambaleándose hacia delante – ¡Tengo tanto dinero que podrás irte a donde tú quieras...!

Él hombre la miró mal y ella se levantó a acompañar a la mujer a la ducha de su habitación. La desnudó y la hizo entrar en aquel cubículo, dándole al paso del agua, que empezó a empaparla.

- ¿Ranzza? ¿¡Qué te ha pasado!?

- Nada, nada cielo... – su cuerpo estaba lleno de magulladuras – Tuve unos problemas vendiendo tus pastillas, pero ahora ya está y hemos sacado una fortuna. El dinero está guardado en la estación de tren, en un lugar ultra secreto. – Empezó a limpiarse pero se quejaba por el dolor.

- Ranzza... tienes... creo que tienes rota una costilla...

- ¿Tú crees? – Seo miró horrorizada el bulto del hueso claramente fuera de lugar.

- Ajá...

- Pues no siento nada... – dijo con una sonrisa

- Mm... Podría darte una de mis pastillas pero... Creo que si has tomado alcohol es peligroso... ¡Dijiste que ibas a dejarlo!

- ¡No es tan sencillo, Seo! Anda, ves a dormir... Que es tarde para que una pequeña como tú ande despierta.

- No. Vamos a ir al hospital a que te pongan bien eso. Y de pasó te harán una revisión... –añadió bajando el tono de voz

- ¡No...! – dijo ventando con el brazo. Seo la esquivó - ¡Yo no voy a ir al médico...!

- ¡Claro que vas a ir!

- ¡N...No!

- ¡Que sí te digo! ¡Venga! ¡Báñate rápido y bien que vamos a ir! – Fue a salir del baño pero antes de hacerlo, abrió de nuevo una vez más y añadió - ¡Revisaré que estés bien limpia o no cenarás!

- ¡NO...! – Dijo haciendo pucheros.

 

Llegaron allí con parte del dinero de Seo, pues era un largo viaje hasta la ciudad de verdad más cercana. En esa solo había una farmacia y de allí les mandaron a la ciudad de la lado.

Mientras esperaba a que la atendiesen tenía que estar diciéndole que se portase bien y no gritase ni quitase las cosas a los niños que pasaban por ahí, y cuando por fin las atendieron, pensaban que la que estaba mal era ella y no la mujer. Tuvo que esperarla en aquella salita llena de bebés llorando y entonces se dio cuenta de que aquello no era para nada lo que había imaginado cuando se fue de su casa.

“- ¿Dónde querías llegar? ¿Al prado de los caballos enterrados? ¿A un mundo de duendes y elfos? – Preguntó KyuHyun a su lado. Iba vestido con la misma ropa que la última vez que se vieron.

- Yo lo que quería de verdad era morirme.

- ¿Pero porque Seo?... Me dejarías solo...

- ¡No! ¡Tú me dejaste sola a mí! – Él se escandalizó

- ¿¡Que dices!?

- ¡Tu de repente tenías una vida perfecta  y yo... yo me quedé sola otra vez!

- ¡Pero igual podíamos seguir siendo amigos! ¿¡O no!? – Ambos se quedaron en silencio, mirando al frente. – Pero al final no te moriste.

- No... Roger me dijo que no valía la pena... Que las cosas podían cambiar... – Se miró en el reflejo de la ventana, ese reflejo en el que Kyu no se veía – Pero era mentira... Mis padres no van a cambiar, Kyu. Lo sé.”

“Me pregunto si estaré realmente aquí o... O en mi habitación sufriendo alucinaciones. Esta no era la aventura que yo quería; yo no quería algo tan crudo; no quería putas ni tráfico de drogas, ni ETS, ni hospitales; quería el prado, el bosque, quería libertad y arcoíris... Que tonta he sido; pensé como una niña pequeña creyéndome tan lista... Y ahora estoy aquí atrapada...”

- ¿Seobaby? – el médico preguntó sonrojándose. Seo sonrió

- Sí. ¿Está mejor ya?

- Dice que tienes que pagar tú, que tú tienes el dinero. Está mejor; estaría mejor si no bebiese, claro... Pero tiene un problema; es VIH positiva. – “Lo sabía.”

 

- ¡Hey YeSung! – La pelota voló hacia él y la recondujo hacia la portería.

- ¡BIEN!

- ¡GENIAL...! ¡OS GANAMOS! – Yon corrió hacia los de segundo – Ahora dadnos.

YeSung se acercó allí cauteloso. El chico de segundo se sacó unas chocolatinas del bolsillo y se las pasó a Yon, que las empezó a repartir entre ellos y se las comieron allí, delante de sus narices.

- ¿No te gustan, Yeye? – preguntó Hae

- ... – la sostenía entre sus manos y luego se la metió en el bolsillo.

- ¡Ah! Se la va a guardar. Buena idea. – observó Ho. Luego se giró hacia los de segundo que se marchaban desanidamos. - ¡Cuando querías darnos más avisad y jugamos otro partido!

Estallaron a reír viendo como se alejaban.

Siempre que se jugaba a algo, fuese lo que fuese contra otro grupo, se apostaban cosas. Casi siempre era comida, o dulces o caramelos o chocolates; cosas que robaban de la cocina, y luego podían guardarlo o tratar de cambiarlo por cosas. Había un chico mayor que a veces les hacia hacerle la cama a cambio de dejarles comer en el comedor. Si tenían algo que ofrecerle a cambio se podían librar.

- ... – YeSung le dio su chocolatina a ese chico y él le miró de arriba abajo.

- ¿Tu eres ese que no habla, verdad? – él asintió. Los otros chicos estaban sirviéndose la comida, pero lo miraban por si ocurría algo - ¿El que canta, cierto? – asintió de nuevo. Le cogió del brazo – Me gusta esta pulsera. – Apartó el brazo rápidamente, con lo que él se lo agarró de nuevo, con más fuerza - ¿Quieres comer o no? Pues dame la pulsera.

- No. – Los otros chicos le miraron sorprendidos de verle hablar. Se soltó bruscamente

- Entonces no vas a comer en toda la semana.

- Bien.

Se alejó de allí y se fue corriendo hacia la salida. Era la pulsera que se compró con Ryeo en el festival de primavera; ni loco se la daba, y menos a cambio de comida.

- ¿Done vas, RyeoWook? – Uno de los profesores lo paró, lo cogió de los hombros y lo giró mirando hacia el pasillo – Venga para el comedor, anda. No podrás jugar si no te alimentas bien, ¿eh?

Lo hizo pasar allí, pero el chico mayor lo miró advirtiéndole de que si cogía algo de comer le daría una paliza. Pero el profesor lo acompañó expresamente hacia allí, así que se puso las botas. Comió de todo y más, y luego se lo vomitó en la cara cuando le atestó un golpe en el estomago.

Los chicos miraban algo alejados, riéndose y haciendo muecas de asco. Siguió pegándole después de aquello, pero había valido la pena.

- Jo, qué asco. – Dijo JK viendo su uniforme manchado. Luego se echó a reír – Eres raro YeSung, pero me caes bien

- Gracias. – Se fue a duchar y él lo acompañó. Las duchas estaban en una habitación en el pasillo interminable de puertas y más puertas.

- ¿Ahora ya vas a hablar siempre?

- Mm... No. – se metieron los dos allí compartiendo la misma pastilla de jabón. – JK, ¿Cuándo empiezan las clases?

- Dentro de unos tres o cuatro días, ¿Por qué? ¿Es que tienes ganas?

- No. – Se enjuagó  y luego le miró de nuevo mientras le pasaba una toalla – Tengo que irme de aquí.

- Jo, pues como todos. – dijo risueño.

- No, de verdad. Tengo que irme. Tienes que ayudarme a fugarme.

- ¿Ayudarte?

- Sí. Eso.

- Pero... ¿pero eso quiere decir que no me llevarás contigo...? – JongWoon miró a sus pies – Yo también quiero irme de aquí.

- Vale; pues tenemos que pensar la forma de irnos todos.

- ¿Cómo?

- No lo sé...

Los tres días que quedaban de vacaciones pasaron muy rápido, y aún no habían logrado la forma de saber cómo escapar.

Los profesores eran por lo general benevolentes con ellos y tampoco no tenían muchos deberes. Pero siempre tenían que llamarle la atención porque él se pasaba el rato mirando por la ventana, pensando de todo para poder escapar.

 

Seo se acercó mucho a la vía del tren. Era de noche y no había apenas luz. Miró a lado y lado y esperó a que pasase el tren. Cuando lo vio alejarse bajó a la vía, ignorando a algunas personas gritándole que subiese. “Estúpida Ranzza; no podía esconder el dinero en un lugar más peligroso...Podría morirme ¿y entonces quien te daría el dinero, estúpida?” Andó como unos dos quilómetros en la dirección en que venía el tren. Por suerte, al salir de la zona de la estación, la vía se centraba un poco y dejaba algo de espacio por el que andar. Por fin encontró el pozo que ella le dijo. Aunque en realidad no era ningún pozo, como se imaginaba Seo. Era una tapa que cubría una habitación bajo tierra que seguramente tendría mecanismos de la vía o algo así. Metió la mano por allí y agarró su maleta, que ahora pesaba mucho.

Estaba sucia pero no había duda alguna de que era la suya, tenía la etiqueta allí con su nombre y aún llevaba la pegatina del aeropuerto de cuando viajaron a Francia.

Era uno de los pocos recuerdos buenos que conservaba de sus padres. Ellos estaban muy unidos entonces, fueron allí a celebrar sus diez años de casados cuando Seo tenía siete años o seis. Se preguntó si habría quemado las fotos del viaje.

Salió de allí tan rápido como pudo, después de ver pasar el tren. Al llegar al hostal, Ranzza estaba como loca diciendo que había tardado mucho en llegar y se había preocupado por ella.

- ¿Estás bien? ¿Te vio alguien? – dijo toqueteándola como loca, comprobando que no tenía ni un rasguño.

- Sí... Estoy bien. Y no me vio nadie; bueno... eso creo. – la mujer le peinó el pelo y luego dirigió una mirada a la maleta.

Se metieron en la habitación y cerraron con llave. Seo no podía ni creerse lo que estaba viendo: aquello estaba lleno de billetes. Eso sí, billetes de 20.000, ¡pero aún así era increíble! ¡Habría como unos 5.000.000 wons por lo menos!

Salió al salón meneando el trasero como una buena puta que era.

- ¡Camarero...! ¡Una de papas dulces...! – Seo la siguió viendo como el hombre reía y sacaba los boniatos de un cajón para asarlos. Ranzza se giró hacía Seo sonriente - ¿Te gustan las papas dulces Seobaby?

- ...Ranzza... ¿Cómo conseguiste tanto dinero...?

- Vendí algunas pastillas a mis amigas, de ellas saqué unos... 100.000 wons o algo más. Las vendía una por una. – “Vaya robo.” Pensó Seo – Ya te dije que esto curaría a mucha gente.

- No entiendo porque pagaron tanto...

- Bueno... ellas creían que era otra cosa –“¿Otra cosa? ¿Cómo droga?”

- ¿Qué cosa? – la mujer hizo una mueca y luego le sonrió. Parecía que no quería decírselo

- También vendí a unos chicos que eran traficantes. De verdad tenías muchas, Seo.

- Vacié la casa. – Dijo despreocupada. Su madre tenía una colección de pastillas en el baño, la cocina y su habitación. Le robó todas las de una semana, cogiéndole cada día una de cada durante varios meses. – Pero oye... ¿No se van a enfadar cuando vean que no es droga de verdad...? Ranzza... – La miró con severidad – Ya lo han averiguado, ¿verdad? ¡Por eso te dieron esa paliza! ¡Ahora van a ir a por ti, como en las series!

- ¡No te preocupes...! – dijo tranquila – No saben dónde estoy.

- ¿¡Pero tú estás loca o qué!? ¡Nos has metido en un lio enorme! ¡Ahora tenemos que irnos las dos de aquí y tú necesitas tus medicinas!

- ¿Qué medicinas? – preguntó desconcertada

- ¡Las de tu enfermedad, estúpida!

Se puso a recoger todas las cosas de la habitación y meterlo todo en la maleta, pero se dio cuenta de que no habría otro lugar más seguro que ese.

- Seobaby... no te preocupes, no nos va a pasar nada...

- Calla y déjame pensar...

“- Seo

- Kyu, esta mujer es imbécil, ¡tienes que ayudarme! – él miró la maleta y silbó impresionado

- Ya sabes cómo son esa gente. ¿Recuerdas lo que dijo ese policía? ¿El de la charla? La gente mata por la adicción. Cuando vean que no les coloca irán a por sus traficantes y ellos atarán cabos enseguida...

- Lo peor es que lo habrá hecho con varios... ¿Cómo llegué a meterme en esto? ¿¡Porque dejaste que lo hiciera, Kyu!? ¡Ahora me van a matar!

- ¡No me eches la culpa a mí! Además, ¿¡No era eso lo que querías!?”

- Seo, ¿estás bien? – Se giró hacia Ranzza, que seguía arrodillada en el suelo - ¿Qué vamos a hacer? – preguntó de repente asustada.

- Vamos a escapar. Tenemos que escapar de aquí.

 

“RyeoWook...”

- YeSung, despierta. – JK lo sacudió fuertemente. – Venga, llegaremos tarde a clase.

- ¿Qué les pasó a tus sábanas? – Él se sonrojó llevándolas a la ropa sucia y colocando otras - ¿Manchaste?

- ¿Eh...? S-sí.

- No hace falta que te avergüences – comentó riendo.

Fueron juntos hacia allí y se sentaron como siempre, donde les parecía, pues el aula estaba prácticamente vacía. Como eran pocos avanzaban más rápido, así que muchas clases las hacían junto a los de segundo.

“Tiene que haber alguna forma de escapar de aquí, Ryeo. Ayúdame a pensar.”

Recordaba las historias de Fly y Jones como si fuesen algo muy lejano. Ellos siempre estaban metiéndose en problemas enormes con gente malvada de toda clase y siempre lograban escapar; alguna de sus fugas seguro podría aplicarse aquí también.

Se tumbó en la cama pensado en algo. “Ryeo, ¿crees que eso funcionaria? Podríamos escondernos en la casa del árbol y luego huir, aunque no sé cómo pasar el muro... Claro que podríamos cavar unos túneles pero... Eso es complicado... ¿No? ¿Tú qué opinas?”

Durante las horas de patio siguientes trató de hacer un mapa a escala de todo el terreno. Se lo habían enseñado a hacer en el colegio de MS. A falta un metro, podía contar con sus pasos. Empezó dibujando una línea recta inmensa, que iría de la casa al muro de la parte norte. Empezó a andar contando los pasos y luego los apuntó. Volvió corriendo porque ya se había hecho muy tarde, pero al día siguiente reemprendió su caminó hacia allí y empezó a dibujar el contorno del gran muro de piedra, contando con pasos, y luego contando los pasos del punto en el que estaba hasta la casa.

Se despertó en medio de la noche. Salió de la cama sin hacer ruido, tratando de no despertar a JK, y se acercó al escritorio, encendió la luz y empezó a mirarse el mapa que había hecho. Lo pasó a limpio por cuarta vez aquella semana, añadiendo arbolitos y patos, ya que no se le ocurría que hacer con aquello. “Seguro que a Ryeo se le ocurriría algo.” Pensó fastidiado. Se acercó la muñeca y besó la pulsera. “Tienes que ayudarme Ryeo. Piensa en mí y mándame alguna idea.”

Seguía contemplando los árboles cuando de repente se le ocurrió. Saltó de la silla y fue hacia la cama de JK, apartando la sábana de un tirón

- ¡JK! ¡JK, Despierta! – el se removió nervioso y al ver que YeSung estaba allí, buscó su sábana exaltado. Él no entendió porque hasta que se dio cuenta de que todo su pantalón y la sábana que cubría el colchón estaban mojados. - ¿Te... te haces pis encima? – preguntó algo divertido.

- ¡CALLA! – gritó sollozando. - ¡SI SE LO CUENTAS A ALGUIEN TE CORTARÉ EL CUELLO CON UN CHUCHILLO!

- ¡No iba a contarlo a nadie! ¡...Y no hace falta que me amenaces, idiota!

Esperó a que se tranquilizara y volvió a su escritorio. Poco después él se le acercó con ropa limpia y seca.

- ...Siempre me pasa... porque tengo pesadillas...

- No hace falta que me lo cuentes si no quieres. – dijo despreocupado. Alzó el papel del mapa, que acababa de pasar a limpio de nuevo – Mira. He tenido una idea. Ya sé cómo vamos a escapar.

- ¿Es un mapa del terreno? ¿Y las X?

- Las X son los árboles donde hay restos de casas. Esta de aquí era la que tratamos de levantar en vacaciones, y estas son las otras que había por allí; de donde robábamos algunos tablones, ¿ves?

- ¿Y eso de que nos sirve?

- Vamos a necesitar tablones de madera... Muchísimos... ¿Tú has visto como es una mina por dentro?

- ¿Eh, una mina? ¿Cómo las minas de oro? – YeSung lo miró con una gran sonrisa.

- ¡Vamos a escapar de aquí, JK!

 

Seo volvió al hostal con un montón de ropa y una maleta enorme, un neceser nuevo y otro más, lleno de pastillas de la farmacia.

Ranzza lo inspeccionó todo tras cambiarse de ropa. Limpia y maquillada, y con esa ropa parecía una persona distinta.

- Tendrás que dejar el alcohol, ¿me oyes? – Ella asintió – Mira; te he preparado la maleta, ¿vale? – Empezó a ponerle dinero allí pero la paró- Tus medicamentos son caros Ranzza

- Ese dinero es  tuyo. – Seo se peinó el pelo hacia atrás dispuesta a discutir de nuevo sobre aquello

- Pero yo solo...

- ¡Vas a ser una buena niña y harás lo que mamá te dice! ¿¡O quieres que te castigue!?

- No...

- Entonces... – sacó el dinero que le había guardado en su maleta y se lo puso en su mochila. No sabía si era porque la trataba como si fuese su hija porque sabía que en realidad no estaba muy bien de la cabeza, pero siempre que le decía eso aceptaba sin rechistar.

- Vale. Pues ya está todo entonces. Ah, toma; págale todo al casero

- Él nos dejó quedar gratis, me debía un favor – dijo risueña

- Oye, si alguien viene aquí buscándote y hace algo malo le irá muy bien el dinero. Ya causamos muchos problemas, además le debes mucho por las copas; él lo comentó que yo lo oí. – La miró severamente – ¿Porta te bien, eh?

- Sí...

Por alguna extraña razón, parecía que a Ranzza le ocurría lo mismo. Se peinó el pelo hacia atrás, igual que hacia Seo, y se incorporó. Se sentía extraña con un calzado tan plano, pero realmente era mucho mejor que aquellos tacones tan horribles que llevaba normalmente. Andó por la sala disfrutando aquella sensación en los pies, hasta que Seo le ordenó ir a pagar al casero. Obviamente, aprovechó para meterle el dinero en la maleta.

Iban a irse cada una por su lado aquella misma noche. Seo iría al campo y Ranzza hacía Seúl. Pensaba que allí podría encontrar trabajo en algo que no fuese “eso” puesto que ya no podría dedicarse igual que antes por su enfermedad; a saber a cuanta gente habría contagiado ya.

Estaban haciendo algo de tiempo allí en el hostal, jugando con unas cartas que se compró Seo y comiendo las dichosas papas dulces de Ranzza.

- ¿Esta?

- No... No puedes tirar esta. Tiene que ser o un número más alto o uno más bajo... – Ranzza se miró las cartas resoplando y le mostró otra. – No... Esta tampoco... ¿Es que nunca habías jugado a cartas...? – le mostró otra. – Esta sí... – Seo la miró con una sonrisilla. – Gané

- ¡Ah! ¡Qué tramposa!

- ¡No hice trampas...! – dijo risueña. Ranzza cogió el pilón de cartas y las volvió a mezclar

- Vale, esta vez sí que ganaré, ya verás.

- Ya, claro...

De pronto se sobre saltaron al oír la alarma de un coche y unos cristales rotos. El hombre gordo dejó de secar los vasos con su trapo, se lo colocó sobre el hombro y se acercó al balcón. Seo corrió hacia allí con los binóculos en la mano. Miró un segundo, el tiempo suficiente para ver a un montón de gente acercándose allí con bates y otras armas. El hombre la apartó y miró a Ranzza, que ya estaba allí dándole la mochila a Seo.

- Mamá... – Se giró y la miró muerta de miedo. La mujer le agarró de la mano.

- Por la puerta de la cocina; venid.

“- ¿De verdad no es un sueño?

- Deja de imaginar cosas absurdas, Seo, ¡Y corre!” KyuHyun desapareció de su lado y apretó aún más fuerte la mano de Ranzza.

- Muchas gracias por todo. – El hombre miró a la joven durante un tiempo a los ojos, y luego la besó en la frente.

- Daos prisa; no los voy a retener mucho tiempo.

- ¡Adiós!

Corrieron calle abajo en dirección a la estación.

El hombre gordo recibió a tres hombres con navajas en el cinturón. Él se armó con el bate y les preguntó que querían, invitándoles a charlar al pie de la escalera, pues no quería alarmar a ninguno de los huéspedes, aunque la gente que iba por allí ya estaba curada de espanto.

Al fin lograron llegar a la estación y empezaron a respirar tranquilas.

- Recuerda que no puedes tomarte los medicamentos con el alcohol, y que puedes pedir trabajo en hornos, cafeterías o demás, pero diles que tienes eso y que eras prostituta. Seguro que sienten lástima y te ofrecen algo.

- Pero yo no sé hacer nada, Seobaby, no soy tan lista como tú.

- Eso no importa... Eres una buena persona y sabes trabajar duro; seguro que con eso les convences. – Dijo para animarla, aunque sabía que era difícil trabajar si no se tenía preparación ni experiencia en ese campo.

- Y tú pórtate bien y ves al colegio, ¿de acuerdo? – Seo la miró sonriendo y asintiendo – Tienes que estudiar. Seguro que llegarás a ser famosa; harás descubrimientos y eso que hace la gente lista como tú, ¿eh? Y entonces me vendrás a ver, y te invitaré a un café – le dijo dándole un golpecito en las costillas con el codo.

- Claro.

 

Se escuchó el zumbido en el aire, y el cuerpo de Ranzza dio una sacudida. La poca gente de la estación se refugió dentro del edificio mientras ellas corrían de la mano de nuevo hacía la ciudad. Se escuchó otro disparo y vieron a los hombres acercarse, así que dieron media vuelta, se metieron en el edificio de la estación de nuevo, y bajaron a la vía. Olía a carne quemada y resbalaba sangre por su brazo. Seo se miró las dos manos unidas viendo aquel líquido rojo y reluciente. Apartó la mano temiendo el contagio y se la frotó en la ropa. Fue entonces cuando miró a Ranzza; no solo estaba herida en el brazo, sino también en el abdomen.

- S-sigue corriendo Seobaby...

No le hizo falta repetirlo una vez más; ella corría con todas sus fuerzas, pero Ranzza no, y cada vez estaba más atrasada. Apenas podían verse en aquella oscuridad. Lo bueno era que seguramente ellos tampoco la verían.

- ¡VAMOS RANZZA!

- S-sigue tu, Seo... – se dejó caer junto a una roca y empezó a toser. Seo se acercó allí.

- P-pueden curarte en un hospital; lo he visto en miles de series; vamos... Solo tenemos que andar más y... luego... –Decía a la vez que pensaba – Luego hacemos autoestop y les pedimos que nos lleven. – Ranzza pareció sonreír antes de toser de nuevo violentamente.

- ...Siempre fui una desgraciada Seo... Y sé que ahora voy a morir...

- ¡No digas tonterías! ¡No lo permitiré! ¿¡Me oyes!? Venga... ¡levanta...! – la agarró del brazo bueno y se lo colocó sobre el hombro, estirando de ella con todas sus fuerzas, pero pesaba y Seo no tenía mucha fuerza - ...Venga Ranzza, tenemos que salir de aquí; ¡Están llegando ya!

- ...Sigue tu.

- ¡NO!

- ¡QUE SÍ!

- ¡HE DICHO QUE... NO! – gritó con todas sus fuerzas mientras tiraba. Empezó a reír y Seo la miró enfadada

- Te he metido en un buen lio, baby. Tienes que irte o vendrán a buscarte. – Seo se miró la mochila de reojo. Ranzza había huido dejando la maleta en la estación.

- Quizás han registrado tu maleta y ya no nos sigan. Ranzza, yo te puse el dinero  allí.

- Ya lo sé: y luego te lo puse en la mochila. – Dijo con una sonrisa. De repente la mochila le pesaba más y la sentía extraña junto a ella. - ¿Quieres dejar de mirarme? ¡Vete de una vez!

- ...

- ¡SE UNA BUENA NIÑA, SEO, Y HAZ LO QUE MAMÁ TE DICE!

- ...No.

- ¡SEO, POR FAVOR...! – suplicó empezando a toser de nuevo. Le dio un empujón apartándola de ella.

Se escuchaban los pasos acercándose y Ranzza la miraba insistente. Sin quererlo se giró y empezó a correr lejos de ella. Ya no sentía sus piernas del esfuerzo, eran como de goma, pero seguían moviéndose deprisa, alejándola. Sonó otro disparo y se detuvo en seco a mirar atrás.

Sentía el peso de la mochila a su espalda y la agarró lanzándola con rabia. “¡RANZZA ESTÚPIDA! ¡Y TODO POR QUERER CONSEGUIR MÁS Y MÁS DINERO! ¡TODO POR QUERER DARME MÁS DINERO! ¡SI YO NO NECESITABA NADA DE ESO....!”

“Y ahora voy a morirme. Dios mío... Ranzza ha muerto... ha muerto de verdad...”

Los pasos lejanos la pusieron en alerta. Siguió corriendo pero no quería que aquellos hombres se quedaran con el dinero de Ranzza, así que se puso a buscar la mochila. Cuando por fin la vio entre la maleza, se dio cuenta de que pisaba un tablón de madera. “¡El pozo!”

 

Esperó durante horas a que entrase algo de luz por entre aquellos paneles. Había pequeñas arañas y muchas hormigas ahí dentro, pero los hombres habían pasado de lago y luego habían vuelto pensando que habría escapado por la carretera, tal como ella planeó en un principio.

“Ahora tengo que volver...” Le aterrorizaba la idea de encontrarse con el cuerpo inerte de Ranzza, pero ella no se veía tan diferente. Estaba pálida, con los labios rojos manchados de sangre y esas heridas, pero aparte de eso, parecía estar dormida. Tenía los ojos cerrados y parecía sonreír.

“- ¿Qué estás mirando, Seobaby? Anda a coger el tren”

Se acercó a ella y besó su frente.

- ... ¿De verdad estás muerta...? – se dejó arrodillar a su lado.

Le colocó bien la falda y le puso un zapato que le había resbalado del pie. No podía dejarla allí sola; no podía dejar que su cuerpo se quedase allí en la intemperie. ¿Tendría familia? ¿Quizás padre o madre? A lo mejor era huérfana.

No tenía ni idea, pero sabía quien sí, así que se dirigió al hostal. El hombre la miró como si viese a un fantasma. Luego endureció la mirada.

- La mataron, ¿verdad?

¿Cómo podía dolerle tanto? Apenas sabía nada de ella; pero fue tan buena. Las lágrimas empezaban a escapar por sus ojos mientras escuchaba la conversación telefónica con la policía.

“Ella ha muerto. Se ha ido; se ha ido de verdad para siempre.” Se imagino a sí misma allí junto a ella, también muerta. “¿De verdad? ¿De verdad pensé en morirme?” El hombre colgó el teléfono.

- Es curioso; me pregunto que habría pensado ella de ti si hubiese sabido la verdad

- ¡Calle! – chilló

- Maldita niña arrogante... Y pensar que ella murió por ti. ¿Qué diría ella si supiese que escapaste de tu casa, de tu familia, de una buena familia, con casa y amigos, para irte a ninguna parte... a morir?

- ¡...Déjeme en paz...!

- Ranzza tuvo que llevar esa vida por sus padres. No tenía a nadie en el mundo, ellos la abandonaron cuando era muy pequeña; estaba sola; Sola de verdad, no como tú. Pero nunca pensó en morir, siempre luchaba. ¿De verdad crees que merecía morir por ti, que ni valoras tu propia existencia? Aprende esto, mocosa: la vida es lo único que tienes, y es un insulto para la gente que vivía como Ranzza que te creas con el derecho de acabar con ella.

- ...Calle... Calle por favor...

Se alejó para ir  a la estación, a acompañar a la policía.

- Vete al campo ahora si quieres. Si vas a suicidarte, hazlo lejos de mí.

- ¿...Porque me dice eso...? ...Duele mucho...

- ...Porque yo la quería. – se quebró su voz y cerró la puerta de un portazo.

Seo se abrazaba a sí misma con todas sus fuerzas. Su corazón latía tan deprisa que sentía que podía escaparle del pecho, y parecía que su piel bailase separándose de la carne; no se sentía los brazos ni las piernas, solo sentía un dolor punzante en el corazón, como si alguien le clavase un cuchillo. Lloraba tan fuerte que cada alenada de aire le producía dolor en el pecho.

“- R-ranzza... ¡Mamá, lo siento...!”

“Duele... duele mucho mamá... duele mucho...” Apretó los ojos. Se veía a sí misma en el suelo de la habitación, tirada allí como si estuviese muerta, pero de repente abría los ojos y la miraba.

“- ¿Así?”

Luego estaba frente a un coche, mirándola sonriente. El coche impactaba y se veía volando por los aires hasta chocar en el suelo.

“- ¿Pensabas que morir era así? Caer y luego levantarte...”

Le dolía tanto la cabeza que por mucho que abría los ojos no lograba ver nada de nada. Ahora estaba viendo a su madre, a su madre de verdad, llorando. Pero de repente paraba. Ella y su padre, con la misma cara indiferente de siempre. Su corazón dio un salto; se sentía como si se rompiese.

“- Sí aún quieres morirte, puedes decidirlo ahora.” La otra Seo la miró desde el medio de la sala. Veía sus pies, y luego sus rodillas contra el suelo. Estaba en el suelo. Cayó sin darse cuenta. La miró a los ojos y parecía que se burlase de ella.

- Q-que... que estás diciendo.

- ¿Sientes como tu corazón late...? Es un ataque Seo. No es la muerte que tú querías pero... No me vas a negar que es trágica. Di, ¿aún quieres morirte?

- ... ¿C-como...? Mírate Seo, ¡Sangras, tu piel sangra! – “¿Eso lo he dicho yo o ella?”

“- Seeeoo.... Tic tac, tic tac. Tienes que decidir Seo...”

- ¿Sí eres yo entonces... Es que.... es qué...?

- Tic tac, tic tac...

La chica en medio de la sala de repente se hacía pequeña y tenía seis años. Su corazón dio otro golpe brusco dentro de su pecho y trató de agarrárselo, arañándose la piel.

- ¿Mamá? ¿Mamá, cuando iremos al campo?

- ¿Al campo...? No sé hija, cuando papá regrese del trabajo. Últimamente él trabaja tantísimo...Tienes que portarte muy bien para que esté contento, ¿vale? – “¿¡Mamá!?” De repente estaba en el salón de su casa.  

Y ahora de repente estaba en el colegio, sola en clase.

- Esa niña rara. ¡Fantasma! – una pelota impactaba en la cabeza de la pequeña de ocho años y ella miraba al niño indiferente.

“Esto... esto ya lo he vivido... ¡Esto es un recuerdo!”

De repente Seo estaba mirando a través de unos barrotes. Veía sus pequeñas manos agarrándolos. Su madre, su padre, su abuela, su tía, todos allí a asomando.

- ¡Ha dicho “mamá”! ¡Ha dicho mamá! – la joven madre la cogía y la alzaba en el aire. Oía su propia risa y se le calvaba en el cerebro.

- ¡NO! ¡SEO! – agonizaba de dolor y volvía a estar en la sala del hostal. La otra Seo estaba detrás de la barra, con el trapo del hombre gordo sobre el hombro - ¡SEO! – Su corazón dio otro bote dentro del pecho. El dolor fue atroz y se le traspasó a todos los músculos y todos los huesos de su cuerpo.

- ¿Un té?

- ... ¡SEO...DUELE MUCHO! – ella se le acercó y le acarició la frente, y de repente estaban en la vía, pero ella no era ella, ella era otra persona, una persona sentada sobre una roca, a punto de morir. - ... ¿Por qué duele tanto... porque todo duele tanto...? - Tosió y se vio la mano ensangrentada. Ahora también le dolía el cuello

“Se llama Seo JooHyun, es de Seúl. Estaba desaparecida”

- Viste a mamá, ¿verdad...? ¿Cómo está ella...? ¿Cómo estuvo todo este tiempo?

“Otra vez. Uno, dos, tres...”

- Ella está mal, está mal... Ella está mal porque ya no le quiere... Ellos van a divorciarse por aquella mujer... Los escucho siempre... Aquella secretaria de papá, aquella mujer con la que... él... – Su corazón dio una fuerte sacudida y sentía dolor en las costillas y en los pulmones de nuevo. – ¡M-mi corazón...! S-seo... ¡S-Seo...! ¡SEO!... ¡KYUHYUN! ¡MAMÁ! ¡PAPÁ! ¡RANZZA! ...¡KIBUM, TIFFANY...! ¡POR FAVOR, NO QUIERO MORIRME...! ¡NO QUIERO DESAPARECER DEL MUNDO! ¡NO QUIERO IRME! ¡NO QUIERO! ¡NO QUIERO! ¡NO QUIERO...!

“Tic. Tic. Tic. Tic.”

Ranzza corría por el campo, bajo el arcoíris. Había caballos sanos, corriendo y saltando libres. Ella iba con un vestido blanco que parecía de un material desconocido; liviano y puro. La miró con una amplia sonrisa, y luego todo se volvió blanco.

Notas finales:

"Hola,

Las vacaciones están yendo bien... Más o menos. Fuimos a la casa del abuelo, bueno, de echo aqui estamos. Es divertido pero no tanto como esperaba, porque yo creía que podría venir aqui con Jong, que dariamos paseos en bici, nos bañaríamos en el lago y esas cosas. Pero supongo que no podrás ser. 

Mucha gente en internet se rie de estas cosas; dicen eso de "Uy, un niño de 12 años sufriendo por amor y yo aún corro escaleras arriba huyendo del monstruo que hay en la osucuridad". Yo también corro aveces huyendo de las cosas que me dan miedo, pero eso no me impide estar enamorado. Me da rabia cuando leo esas cosas; si ellos no saben amar no es mi problema. Además, se tiene miedo toda la vida. Aunque es verdad que cuando tenía que bajar a media noche para cogerle agua a Jong subia lentamente para no derramar ni una sola gota.

Supongo que te haces mayor cuando te olvidas del miedo pensando en cosas más importantes."

 

WOOOHOHOY!! No os podreís quejar; no se ha hecho esperar naaadaaa !! XD Muy loco todo, ¿verdad? No sé como ocurrió x3 ¿Que les parece Ranzza? ¿Y la nueva vida de YeSung? Comenten ! ! :DD Espero que disfruten de esta última temporada !! ^^


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