"De Sonrisas..."
Miró con aire crítico su figura en el espejo. Había tomado unas prendas prestadas del ropero de Naruto. Era una fortuna que los dos fueran del mismo talle. Su ropa estaba arrugada y había adquirido olor a borracho, no pensaría en ponerse eso por nada. Prácticamente había devorado su desayuno y le tomo menos de 5 minutos darse un baño, eso más las pastillas evitaban que golpear cualquier cosa que se le pusiera en frente. En ese momento agradecía que Naruto lo conociera un poco demasiado bien.
La actitud de Naruto le había desconcertado. No hace dos semanas estaba lamentándose por sentir que no encontraría a la mujer que le aceptara por lo que era y ahora parecía que toda aquella penuria se hubiera esfumado. Aunque sabía que el rubio no podía permanecer mucho tiempo deprimido.
Él siempre había dicho que estimaba a Naruto como se aprecia a un dolor de cabeza o una patada en el trasero, pero él mismo y los que les conocían sabían que eran como un par de muéganos*: inseparables. ¡Por dios si hasta tenía la llave de su apartamento! Pero había una razón claro. Siendo Sasuke más responsable que Naruto, tenía a su disposición su propio automóvil -recordaba como Minato había negado a su hijo el dichoso aparato pues “quería seguir teniendo un lindo hijo por un largo tiempo más”- entonces, Sasuke pasaba por él y después se iban a la Universidad. Pero Naruto siempre había sido un tanto demasiado perezoso y al mes de seguir pasando por él, el rubio había decido darle las llaves para permitirle al Uchiha entrar a patear su adormilado trasero. Eso o cambiar la puerta cada vez que Sasuke se desesperaba y casi rompía la puerta a patadas.
Al ver su reflejo, se hizo consiente de que sus labios había dibujado sin querer una de esas sonrisas sinceras que pocos entes en este mundo habían tenido la dicha de ver. Naruto le hacia salir a flote aquello conocido como felicidad, aún en sus recuerdos. Suspiró. En verdad a veces odiaba a Naruto, por hacerle cambiar su forma de ser, por hacerle feliz cuando él no quería, por hacerle ansiar esa felicidad más que nada. Por que en algún momento se había dado cuenta, no era idiota.
No había querido aceptarlo al principio, su orgullo, su estatus (el de los dos) y un sin fin de etcéteras, se oponían a que aquella pequeña idea conjeturada en su atormentada mente fuera realidad. Sobre todo por que el rubio nunca lo vería más que como a su mejor e inseparable amigo.
Tomó aire y se desplazó a la sala donde estaba Naruto, cuando lo vió, el rubio le regaló una de sus más amplias sonrisas. Entonces pensó en algo que el rubio le había enseñado desde que se conocieran:
“No pierdas la esperanza y lucha por lo que quieres”. Y cuando veía esa sonrisa…
Rubio Idiota.
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*Los mueganos son frituras de maiz cubiertas en piloncillo y pegadas entre si con miel. Cuando te dicen que parecen mueganos es que andan pegados todo el tiempo.
Uju ya es tarde y por fon terminare de subir los caps que me faltan.