De preocupaciones
Ya tenía un rato que Sasuke se había retirado de su departamento y aún así su corazón no dejaba de dar saltos inestables dentro de su pecho. Su imprudente ser casi hace que se le escapara en esta ocasión. Suspiró. Miró a su alrededor, la habitación estaba hecha un asco, su ropa (y la de Sasuke) estaba tirada a un lado de la cama, una cama que se encontraba totalmente deshecha; no pudiendo ignorarlas y con deseos de pensar en otra cosa, por el momento, se dedicó a hacer algo que no hacía tan seguido: limpiar.
Para cuando Naruto hubo terminado su departamento lucía flagrante y pensó que incluso Sasuke, quien ya llegaba a pasar bastante tiempo ahí, podría habitar más gustosamente sin quejarse por alguna cosa mal puesta (como siempre lo hacía). Era inevitable para él pensar como su amigo había pasado a ser tan importante en su vida. ¡Estaban juntos casi para todo! Entonces comprendió la razón de su nerviosismo.
Miedo.
Estaba enamorado –recién lo descubría- enamorado de su mejor amigo, eso por donde quiera que lo viera era todo menos normal, sobre todo cuando el objeto de su afecto era nada más y nada menos que otro hombre. Ese hecho por sí sólo denotaba un camino lleno de prejuicios, negaciones y un par de cosas más; cosas que venían a importarte una mierda, pero había una que no podía pasar por alto: él era su amigo. Podría enfrentar a las personas a su alrededor, el que dirán e incluso a sus propios padres. Lo que temía era perder a Sasuke; si el tener ese tipo de sentimientos resultaba aversivo para el Uchiha y esté terminaba alejándose… esa era la única cosa por la que realmente podría hacerle sentir mal.
Esa noche durmió poco.
El sol comenzaba a amenazar con salir dibujando ligeros tonos naranjas sobre las nubes matutinas, la brisa fresca de la mañana golpeó el rostro de Sasuke dándole un ligero tono rosado a su muy blanca piel. Eran las 6:30 de la mañana y para cuando Sasuke atravesaba el umbral del departamento, lo último que esperaba encontrar era a un Naruto enfundado ya en su ropa de día y tomando un desayuno ligero. Resultaba sumamente inusual ya que en el repertorio de Naruto, hasta ahora, sólo habían de dos opciones: o estaba completamente dormido o estaba corriendo maldiciendo todo lo que se le cruzaba enfrente por que se le había echo tarde de nuevo.
Cuando Naruto vio a Sasuke sonrió… ligeramente. Debía disimular de algún modo y sabía que cualquier cosa que hiciera delataría su actual sentir (él mismo reconocía que a veces era muy torpe). Así que de la manera menos decorosa apuró lo que quedaba de su jugo y se levantó para tomar sus cosas y salir rumbo a la universidad, junto al moreno quien -disimuladamente- le veía de hito en hito buscando algún indicio que le dijera lo que estaba pasando ahí (lo había encontrado despierto a tiempo en el departamento que estaba más limpio que nunca).
Todo el trayecto a la universidad Naruto se había concentrado en mantener una platica trivial, tanto que no notó la depresiva música que solía poner Sasuke y que a él tanto le molestaba, sin embargo si Sasuke se enteró de algo extraño en él, no lo dijo.
El día transcurrió rápido y al terminar sus clases, cómo era de costumbre en ellos, se habían ido a comer juntos para después regresar a casa, también juntos. A veces, hacían sus deberes en su departamento y después se distraían viendo televisión. Naruto fue consiente hasta ahora, de cuan dentro de su vida estaba Sasuke.
–Dime Naruto –la profunda voz de Sasuke le llegó a sus oídos como alerta, conocía ese tono de voz. –¿Hasta cuando piensas ocultarme que algo te está pasando?
–No es… –pero esta vez, Sasuke no le dejo tiempo a inventar una excusa.
–Por que en verdad me estás preocupando.
El rubio entonces sintió como su alma le regresaba al cuerpo, junto con unas enormes ganas de abrazar al moreno; Sasuke sólo se molestaba en comportarse así con él, lo sabía y lo había visto antes, y ahora estaba ahí enfrente genuinamente preocupado. Supo entonces que no tenía nada que temer. Sasuke era un verdadero amigo y sabía que aunque no le correspondiera, no se iría por que su amistad era real. Una vez Naruto pudo verse reflejado en los intensos -y preocupados- orbes negros del Uchiha pudo ver claramente a sus dudas volar muy lejos.
–Me gustas, eso es lo que pasa.
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