De besos
¿Había oído bien?
Bueno… su audición era perfecta, como todo lo demás en él por supuesto. Pero ¿qué querían que hiciera? Saltar a los brazos del rubio y decir ¡Sí! No importa que pasara tres años de mi vida suspirando como un imbécil… eso no lo haría definitivamente. Sasuke Uchiha tendía mucho al resentimiento y al ser un poco demasiado vengativo, por lo tanto no podía aceptar esto de buenas a primeras por mucho que siempre lo hubiera deseado. La verdad era, por que eso si lo aceptaba, que el terreno sentimental era algo que en su familia jamás era tocado, como si fuera un tabú, tanto que no se había dado cuenta aún si su molestia provenía de que Naruto correspondiera a sus ocultos sentimientos después de tanto tiempo o por el simple hecho de que el rubio se atreviera a decir lo que él en todo este tiempo no había podido.
El silencio se estaba volviendo incomodo, ninguno de los dos se había movido un centímetro, inclusive Naruto parecía aguantar la respiración. Sasuke entonces se permitió observar los azules ojos de su amigo, como si eso le dejara ahondar en su alma, y de hecho así lo sentía, sus ojos destilaban sentimiento puro, avivando el golpeteo de su pecho recordándole que el sentía lo mismo. Y pasó.
Le besó.
Al principió había sido lento y torpe –jamás había besado a alguien más- pero aquel simple roce, húmedo y fascinante agolpaba en él más de mil emociones a la vez, y por la forma en que Naruto respondía aquel beso - de manera casi feroz – sabía que no era el único en sentir todo aquello.
Pasado un rato, en el que Sasuke pudo asegurar que pareció eterno, más aún así insuficiente, se dio cuenta de que sí había una persona capaz de hacerle sentir así, ese sólo podría ser Naruto, nadie más. Y para cuando sus labios se separaban Naruto había emitido un gruñido de inconformidad, cosa que le había subido lo suficiente el ego como para toda una eternidad.
El rubio fijó su vista, con cierto deleite, en la tez algo sonrojada del Uchiha, era algo desconcertante poder ver esa faceta suya, más aún sabiendo que era él quien lo causaba. Entonces se dio cuenta – había recuperado la capacidad de razonar – que su trabajada y concisa declaración se había quedado a medias. Ya a esas alturas, su miedo se había ido a tomar unas vacaciones permanentes a “no vuelvas jamás” así que, animado por la falta de habla del moreno se atrevió a sugerir:
- Ese es un “a mí también” ¿verdad? – ronroneó a su oído.
¿Este era Naruto? Al parecer sí… así que al fin había encontrado algo que no fuera todo lo demás donde el rubio no parecía ser un torpe. Pero la llevaba cruda si pensaba que podría con él.
- Más que eso, imbécil – le había insultado y se las había arreglado al mismo tiempo para dejar por sentado que lo suyo era más que un simple gusto, y antes de que pudiera reclamar le beso nuevamente.
Una hora después, con el libido más que subido de tono, los labios rojos y la respiración entrecortada Sasuke comprendió que ninguno de los dos podría jamás dominar al otro, después de aquella declarada guerra de bocas le había quedado claro. Se habían aferrado el uno al otro y ahora se encontraban en un confortable silencio disfrutando del calor que el otro desprendía. Muy a pesar del rostro tranquilo que Naruto mostraba podía sentir el presuroso golpeteo en el pecho del rubio (Sasuke juraba que el suyo había latido más rápida y furiosamente que en toda su vida). Sintió entonces como sensaciones indescriptibles, tomaban forma desde la boca de su estomago hacia su pecho hasta arrancarle, muy a su pesar, una cálida sonrisa.
Sí, sólo una persona podía hacerlo sentir así.