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Crypto's Agreement por Shiroi Kaze

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Notas del fanfic:

Bueno primeramente y cómo siempre espero que les guste este nuevo one-shot porque a mi parecer me quedo mucho mejor que el otro trolololo 

 

La temática va basada en el reto de los Pecados Capítales a pesar de que no participe(?) XD Al principio pensé "ñe... me da pereza pensar en un fic nada más para un pecado" pero luego a última hora se me vino todo a la cabeza con el pecado que más me interesó al buscar información, la vanidad. 

 

 Espero que la historia las atrape y me dejen lindos reviews uwu

 

 Disfruten 

 

 ~Shiroi

El final del concierto había llenado las expectativas de los cinco integrantes de la banda. Lograban sentir la euforia en sus fans con cada grito que hacía retumban los vestidores luego de abandonar el escenario; el cansancio sólo les era una consecuencia pasajera. Estaban ansiosos por más, la sensación vibrante que dejaba cada presentación actuaba como una droga, adictiva y en excesos dañina. Su próximo concierto sería en unas escasas semanas, si no prestaban atención a las condiciones de sus cuerpos podían arruinar lo que concernía a su estado de salud y capacidad física en las presentaciones.

 

- ¿Puedes dejar esta mierda?, te joderás las cuerdas vocales… - Aoi en estos casos solía ser extremadamente paranoico; arrebatando cada cigarro que el vocalista encendiera con la escusas de verse obligado a cuidar su voz. Muchos eran los críticos y artistas que frecuentaban sus conciertos en estas temporadas del año, lo menos que quería el moreno era ver perjudicada la reputación de su banda. Llegando a un punto en el cuál Ruki abandonaba la sala, cansado del perfeccionismo del guitarrista.

 

- Déjale amor, piensa en que hoy fue un buen concierto… - Uruha pasaba gatunamente sus manos por los hombros de Aoi al notar su ligera expresión de pesadez; llevándolas en descenso, ceñidas al cuerpo de su novio hasta llegar a borde de su pantalón.

 

– Tú y tus constantes juegos. – espetó Aoi al sentir que Uruha plantaba un beso en sus labios, logrando calmar lo que eran indicios de una segura molestia. No se explicaba cómo, pero el castaño siempre conseguía calmar su mal humor, en ocasiones, causado por motivos estúpidos. No podía evitarlo, era por naturaleza que Yuu se dejara llevar por su personalidad perfeccionista y egocéntrica. Todo desde su perspectiva tenía que encajar a su medida, desde el trabajo, música, amistades y hasta su pareja… aun que actualmente no considerara a Uruha de ese modo. Kouyou era todo lo contrario a él; despreocupado, sencillo, despistado pero bastante optimista... A veces su personalidad le daba cierto impulso de ira y sin embargo no lograba explicar el amor que sentía por él. “Uruha simplemente sabe cómo tratarme” pensaba al recoger sus pertenencias para salir de aquel salón donde vivió tres horas de gloria.

 

- Vamos a tomar algo por lo menos Yuu… Tú y yo… - Uruha susurraba con suavidad al pie del oído del moreno, con un tono de voz tan bajo que lograba ser seductor. “Otra vez con sus trucos”  era el pensamiento que pasaba por la mente de Aoi al notar que eran los últimos en irse. Nunca conseguía negarse a las peticiones del castaño en tan insinuante disposición. Llegando hasta uno de los clubs nocturnos de su preferencia para compartir una que otra bebida y más de un beso. La compleja personalidad de Aoi se acoplaba al ambiente gracias a esa convivencia por más de tres año.  Ya dudaba el separarse alguna vez del castaño al estar tan acostumbrados el uno del otro y cabe recalcar lo celoso que el moreno lograba ser con Uruha cuando este desaparecía de su vista. Solía no demostrarlo y vengarse de sus pocas escapadas cuando llegaban a casa.

 

Esa noche, la aglomeración de gente era masiva, logrando perderse de vista más de una vez. La paciencia de Aoi tenía su límite y estaba decidido a largarse a penas encontrara a Uruha si no hubiese sido por la extraña aparición de un sujeto.

 

Se notaba en su compostura que no pasaba de los treinta y cinco años, su altura no pasaba más de cuatro o cinco centímetros más alto que Ruki. Aoi le analizó sin ocultar su curiosidad al verle sentado a su lado. A pesar de ser alguien de edad contemporánea, sus negros cabellos tenían ligeros reflejos en el plateado que caracterizaba a las canas, tal vez utilizado de tal manera por moda. Su cuerpo no le interesaba en lo absoluto pero su rostro le era tan llamativo que parecía fotografiarle con la mirada. Lograba ser tan perfilado cómo Uruha, nariz respingada acompañado de unos pequeños, finos y a su vez carnosos labios, sus ojos ligeramente achinados y sin ningún otro color que lograra brillar fuera del negro azabache.

 

– Buenas noches, Shiroyama-san… - La voz del mismo lograba ser una composición armoniosa en ese punto que él consideraba adonis, fina y a la vez lo suficientemente grave como para poder hablar en un tono de voz bajo y ser escuchado nítidamente. “Perfecto” pensaba el moreno que aún no salía del trance que le causaba la mirada del joven a su lado, notando la gracia que le provoco a éste.

 

No se había percatado que permanecía con la mano extendida. – Vaya disculpa… Un placer… pero ¿le conozco? – Aoi se vio avergonzado por su indiscreto ensimismamiento en la apariencia del joven, más cuando recordaba que tenía que buscar a Uruha.

 

- Estuve en su concierto de hoy, me asombró su forma de tocar guitarra. – Yuu se sentía maravillado ante ese comentario y a su vez confundido. “¿Me venía siguiendo?” se preguntaba a si mismo mientras le regalada una pequeña sonrisa. – Y no, no me conoces, pero te interesa conocerme -  Nuevamente Aoi se sentía fuera de base con la seguridad del joven que tenía al lado, esta vez frunciendo leve el ceño. No estaba acostumbrado a conocer a alguien con una personalidad tan retadora, pero contuvo sus comentarios al escuchar la voz de Uruha a su lado. Desconectarse del aspecto tan siniestro en aquellos ojos negros le costaba, quedando con la impresión de estar desubicado.

 

Ni siquiera se percató en qué momento el castaño se sentó en sus piernas, hablando fluidamente con el desconocido. – Yuu, ¿qué te sucede? – Uruha y su reciente acompañante rieron al verle salir del trance con una típica disculpa. Aquella conversación le pareció corta para todas las horas que perdieron en aquel club y al cruzar la puerta de su apartamento Aoi seguía observando a Uruha con detalle. “Parecían hermanos” susurró para sí mismo esta vez buscando la diferencia entre ambos. “Uno es más bajo que el otro…” Iba enumerando poco a poco las características físicas mientras se desvestía, a fin de cuentas no conocía a ese sujeto, tomando como iniciativa que ni su nombre sabía.

 

- Estás muy callado Yuu… ¿Qué pasa? – Uruha estaba acostumbrado a que éste permaneciera en silencio, pero le conocía como la palma de su mano, teniendo el presentimiento de que algo le incomodaba. Por unos minutos el moreno permaneció en silencio, dejando que el castaño se acostara a su lado mientras le regalaba una que otra caricia. “Tal vez… no lo vea nunca más” trató de convencer a su inconsciente para dejar de pensar en los ojos negros que le encandilaron, pero era imposible. Al ver a Uruha sólo conseguía verlo reflejado en él. Se dio por vencido, pensando que tal vez era el cansancio acumulado del día. – Te amo… eso es lo que pasa… - forzó una pequeña sonrisa al acariciar la mejilla de Uruha, saliendo de su comodidad por unos escasos minutos para regalarle el típico beso que podía resonar en una habitación vacía o llena de silencio.

 

Los días pasaron desde aquella noche. Y tal cómo Aoi lo había previsto ese extraño personaje no se había vuelto a aparecer. Los primeros días, tenía la sensación de verle al fijar su mirada en Uruha, pero con el tiempo el recuerdo de su imagen se desvanecía. Al volver a las presentaciones, volvían las emociones explicadas al principio; esa sensación podía compararse con cualquier reacción a las drogas, tal como la LSD. Ese poder de la relación entre el público y la música, la sensibilidad al sonido que provocaba el aumento de la confianza en sí mismos, la distorsión entre las luces y el cansancio formando parte del delirio de la banda en esas horas de “gloria” como le hacía llamar el moreno.

 

Estaba satisfecho con su trabajo aun que siempre tuviera críticas para las técnicas de los demás. Uruha era el único que lograba escuchar sus extensos discernimientos, armándose de paciencia para no reclamarle, sin embargo, esta vez no se contuvo al notar la forma tan despectiva en la que hablaba. “Pareciera que no les interesara su trabajo, esto no es un juego” Ese comentario tuvo como respuesta un fuerte golpe en la mesa frente a Yuu, haciendo que todos voltearan a ver al castaño. - ¡¿qué mierda te crees?! Tú no eres solista, si eso es lo que quieres te puedes largar…

 

- Me creo suficientemente profesional cómo para ayudar a corregir los estúpidos errores que tienen… incluyéndote - Al igual que el castaño, se irguió para verle con indiferencia. – Si no te gusta lo que digo sólo dilo y no comento…

 

- Esa no es la idea idiota, si estamos juntos se supo…- Uruha no logró terminar su frase.

 

- El punto aquí es que nunca cometo ninguna falta y no estoy para fallar por sus insignificantes  deslices…

 

El castaño estuvo a punto de callar a Aoi de un solo golpe a puño cerrado, pero los demás intervinieron antes que se terminaran dejando marcas notorias en los rostros. A la hora de discutir, la sumisión que Uruha le demostraba al moreno desaparecía, explotando todo el disgusto que contenía en ocasiones. Esta vez, la discusión fue mucho más turbada ya que siempre eran las mismas quejas al final de las presentaciones. Hasta que un fuerte aplauso se hizo presente en la sala, dejando a todos en silencio y a Aoi sin palabras al verse atrapado en los ojos negros una vez más. – Veo que llegue en un momento interesante. – El arrebato de cólera que abatió el lugar desapareció de la misma forma en la que se había  presentado con la llegada de ese joven, de repente. Parte del staff se encargó de presentarlo como el nuevo administrador de la disquera, pero lo que aún Aoi parecía no comprender era el porqué a nadie le causaba la misma incomodidad que le recorría el cuerpo al ver sus ojos. – Les invito a una reunión con tal del que calmen el mal humor, acaban de dar una presentación espectacular… -  La invitación surgió luego de algunos minutos de platica donde nadie parecía oponerse a sus encantos, su sonrisa y amabilidad; lograba mantener la paz en el ambiente. Ya no habría más presentaciones hasta que un nuevo álbum se diera por concluido, volviendo todos a sus respectivos hogares para encontrarse luego de unas horas.   

 

El silencio en el apartamento de Uruha y Aoi se mantuvo hasta la llegada de estos. El castaño mantenía viva la discusión que tuvieron luego del concierto mientras todo lo que tocaba terminaba haciendo un fuerte estruendo.  

 

- Shima… ¿me puedes escuchar?... – Aoi se acerco al castaño, acorralándolo contra una pared antes que viera algo de gran valor ser destrozado por sus manos, pero éste se dejaba invadir por el orgullo y molestia de la situación, siendo el fuerte tono de voz del moreno lo que le tranquilizo aunque su mirada demostrara lo contrario. – Disculpa – Por fin pudo susurrar al abrazarle. De nuevo, lo único que se podía percibir era el sonido de la ciudad tras las ventanas cuando Uruha tomo el rostro de Aoi, uniendo sus labios con demanda. El tacto lograba trasmitirle la ira que logró sentir el castaño; el brusco movimiento al dejarlo contra la pared, jalando sus cabellos mientras recorría su boca sin darle la oportunidad a Aoi de tomar el liderazgo en la situación, menos al ver una de las piernas del castaño entre las suya, dejando escapar los jadeos inevitables que le ocasionaban tal presión. Con una certera mordida en el labio inferior del moreno, Uruha detuvo todo movimiento aún con un semblante rígido. – No tengo nada que disculparte, pero te recuerdo quien maneja la guitarra líder… - Susurró sobre sus labios al separarse. – También recuerda que vamos a salir, busca tus cosas.  

 

- Bipolar… - Aoi musitó, dejando escapar una suave risa ante el cambio esporádico de Uruha al mostrarle una sonrisa. Paso el tiempo  y el altercado entre ambos se había olvidado, pero las palabras que aún rondaban la cabeza de Aoi, repitiéndose con claridad “Te recuerdo quien maneja la guitarra líder…” No lograba entender porqué su pecho se comprimía tanto con aquellas palabras y peor fue su malestar interno al volver a encontrarse con los ojos negros del supuesto administrador.

 

 – Pensé que no vendrían… - Sonrió al ver a la pareja, colocándose entre estos para dirigirles a lo que era la celebración; su ingreso en la disquera había sido reciente y aprovechaba para celebrar. Pasando desde la noche hasta la madrugada entre bebidas, música y conversaciones triviales, esta vez no se preocupaba por causarle delirios existenciales a Aoi. Esta vez su objetivo era otro, sentándose al lado de Uruha cuando por fin le encontró solo. A diferencia del moreno, Uruha tenía bastante afinidad con el joven aceptando su compañía mientras Aoi se distraía entre la multitud.

 

- Disculpa la indiscreción… pero… ¿Ya arreglaste tus diferencias con Aoi? – El joven se tomo la libertad de acariciar los cabellos del castaño.

 

- Mm… si, supongo… gracias por la preocupación…

 

- Sabes, a veces es difícil cambiar tu forma de ser, más si eres tan vanidoso como Aoi… Mi consejo sería cambiar algo para que él también intente cambiar…

 

Por un momento Uruha se sintió confundido al observar su fija mirada, la profundidad de sus ojos parecía atraparte; un hoyo negro en la inmensidad del universo y sin salida alguna, la sensación le pareció escalofriante, pero a su vez se asombraba, cayendo en la conclusión que el joven tenía razón. – Tu castaño es muy hermoso, pero… atrévete a usarlo diferente… - Después de ese último consejo, se levantó de su asiento y tomo camino entre la multitud. “Que extraño…” pensó Uruha, observando por un momento el color de su cabello a un punto que consideraba la propuesta del otro.

 

- Y justo a quien quería ver… - La risa del joven desconocido daba por enterada su entrada a los baños del lugar, fijando su mirada en el reflejo de Aoi en el espejo.

 

- ¿Quién eres? ¿Qué quieres? ¿Por qué…?- Pero Aoi se vio interrumpido por la carcajada del joven, tomando asiento en la cerámica de los lavamanos.

 

- Quién soy, no te interesa… Sólo me mandaron a ayudarte, considérame cómo tu padre contemporáneo… por eso te causa impresión mis ojos.

 

- ¿Ayudarme en qué? – La desconfianza de Aoi había aumentado junto con su confusión.

 

“Recuerda quien es el guitarrista líder; deja tu egocentrismo; cuando será el día que no seas vanidoso”… ¿Te suenan familiares esas palabras? – Dejó escapar una suave risa – Sólo me mandaron a ayudarte a explotar tú talento, tus compañeros exageran tu dedicación y esfuerzo.

 

Aoi quedo en silencio al escuchar sus palabras, como si fuera su propia consciencia la que le estuviera hablando. Detallando la profundidad de sus ojos al verse en un “déjà vu”  cuando el joven sin aparente nombre le extendía la mano. – No le des tantas vueltas al asunto y dime… ¿Aceptas mi propuesta? – Pareció ser un impulso el que hizo que  Aoi estrechara la mano del sujeto, sin saber de dónde sacó la fuerza para atraerle a sí y plantar un beso en sus labios. “Con el tiempo sabrás mi nombre” Al escuchar la armoniosa voz en su mente se aparto con brusquedad, percibiendo la ligera sensación del temor. – Acabas de firmar un contrato, la única manera de abandonarlo es suicidándote. – El de los ojos oscuros sonrió con satisfacción al retirarse.

 

“Está jugando una muy mala broma” pensó Aoi al tomar a Uruha y largarse sin explicaciones, lo menos que quería era que le hiciera algo a su pareja.

 

Muchas veces intento evadir el encontrarse a tal sujeto luego de ese encuentro, pero con el pasar de los días parecía encontrarlo con más frecuencia en cada esquina y lugar que visitara. Estaba aturdido con tanta incomodidad, pero para las fechas intentaba despejarse; ya habían entrado en sus pequeñas vacaciones, no tendría que pasar por la disquera y lo único que le reconfortaba era su próximo aniversario con el castaño. “Te tengo una sorpresa” las últimas palabras que escucho de Uruha le tenían intrigado y ansioso por llegar a casa. También le tenía una sorpresa a su parecer sencilla, pero la motivación de Aoi era el encontrar esos detalles extrovertidos y la imaginación radical que poseía Uruha. – Shima, feliz aniversario – Canturreo buscándole en el interior del apartamento, hasta verle. Teniendo que tapar sus labios para no emitir ningún sonido que demostraran el temor que sintió ver un negro azabache cubrir el castaño de sus cabellos. Acercándose a él para inspeccionar que fuera realmente Uruha.

 

- ¿Qué pasa? – Las risas características de su novio le calmaron, plantando un beso en sus labios.

 

- ¿Por qué demonios te pintaste el cabello de ese modo? – Suspiro al dejarse caer sobre la cama sin dejar de sujetarle, quería seguir escuchando su característica risa para olvidar el cambio que se había hecho. Si antes le parecían muy similares, ahora podían hacerse pasar por mellizos.

 

- Esta vez quise hacerme un cambio, para ti… no quisiera aburrirte… - Uruha inconscientemente mostraba un puchero en sus labios cuando recibió otro beso acompañado de un suspiro.

 

- Nunca me vas a aburrir idiota… - Aoi le observaba con detalle; seguía siendo su novio detallista y complaciente a pesar de la similitud física con su extraño acosador. Admirando el color café de sus ojos al acabar con la poca distancia entre sus labios. Presentando un beso suave y dócil al mover sus bocas con parsimonia, disfrutando el roce de las mismas. Las manos de Aoi fueron acariciando sus cabellos, pasando por su nuca para permitirle ladear el rostro e intensificar el beso. Uruha sólo cedía al movimiento, separándose y acariciando los labios del moreno con la yema de sus dedos, haciendo lo mismo con su lengua para permitirse el acceso a una caricia más intensa. Cerrando los ojos y abriéndole las puertas al amor y la pasión que anunciaba su presencia con la calidez de sus cuerpos. Aoi continuó con ese tacto corporal cómo si necesitara del lenguaje icónico para transmitir sus sentimientos; siendo siego con la confianza de que Uruha le guiara, mudo para aquellos arrebatos de vanidad que le invadían y sordo para las voces que pidieran a gritos destruir esa unión.  

 

Ya las manos de Aoi eran libres bajo la ropa de quien, con el tiempo, había colocado sobre su cuerpo. Causando aun más sensibilidad en Uruha, delineando su contorno con  un roce casi inapreciable pero a su vez tan excitante cómo los apasionados besos que resonaban en la habitación. Mientras uno intentaba ser lo más sutil y cálido posible, él otro dejaba que sus impulsos le llevaran a las mordidas seductoras, jalando la camisa hasta que por fin accediera a abrirse. Inconscientemente Uruha se dejaba llevar por un instinto gatuno cuando sus jadeos se volvían constantes, jugueteando con su lengua al recorrer desde las clavículas hasta el ombligo de Aoi. Ceñir sus manos al cuerpo de éste borraba el rastro de saliva que brillaba sobre su tez, alzando el rostro y dejando al descubierto el lascivo asesino en su interior. Ya al rozar la tela que aun cubría las piernas de Aoi, lograba discernir su derrota frente a sus encantos.

 

Riendo al sentir como le dejaban recostado de la cama… - Está bien lo admito, me desesperas… - Aoi se unía con una picara risa al hablar en tono bajo, despojándole por completo de su ropa, pero al subir su mirada sintió la confusión volverle a invadir al ver cómo en el negro de sus cabellos caían los reflejos platinados junto con aquellos ojos negros. “¿Te gusta mi cuerpo?” Igualmente, la voz del joven resonó en su mente, alejándose levemente cuando éste tomó la iniciativa, dejándole sin salida en la cama mientras forzaba un beso. Los bruscos besos pasaban los límites de la lujuria, las mordidas lograban lastimar la piel al igual que las manos cuando clavaban sus uñas en la espalda del moreno; llegando a preguntarse en qué momento logró despejarlo de toda prenda.

 

“Esto no puede estar pasando” Se reclamó a sí mismo al cambiar las posiciones en un arrebato, sintiendo su corazón frenarse por unos instantes al ver nuevamente a Uruha bajo su cuerpo con una leve risa. - ¿Qué sucede, no te gusta que este arriba? – bromeo al volver a besarlo. Al principio dudaba en corresponder, acariciando sus cabellos para asegurarse que no tuviera ni un reflejo blanco cuando un jadeo escapó de sus labios al sentir la mano del otro estimular su intimidad erguida. – Te amo Shima… - Susurró contra su oído, intentando convencerse que su imaginación le traicionaba. Retomando el romanticismo al escuchar la respuesta de su pareja, era su voz, ya no quería dudar. Apegando sus cuerpos luego de recorrer sus glúteos, tomando sus rodillas mientras éste le rodeaba la cintura con sus piernas.

 

“¿Me tienes miedo?” Sintió la risa nuevamente dentro de su mente intentando separarse al verse preso bajo el cuerpo del “acosador” cómo solía llamarle. “Cálmate, asustarás a tu novia” cerró con fuerza los ojos para abrirlo de golpe. “maldito, está jugando con mi mente” seguía reprendiéndose a sí mismo al volver a ver a Uruha completamente extasiado con el vaivén que imponía sobre su intimidad… Su confusión era por escasos momentos y al volver a la realidad las reacciones del cuerpo parecían caerle de imprevisto, presentando un placer excesivo al ritmo que llevaba Uruha. No entendía que sucedía, por sus momentos de delirios entraba y salía de una misma pesadilla.

 

 – nh… Yuu… no te me distraigas…más - Comenzaba a penetrarle dejando que Uruha aplicara el ritmo que le placiese, siendo él quien insistía en estar encima de su cuerpo. La necesidad de besarle le impedía mantenerse recostado mientras éste daba pequeños saltos sobre sus caderas, atrayéndole con un beso demandante; callando sus gemidos hasta verse en un ritmo frenético. 

 

– Hazme el amor…- Noto la debilidad en su voz, maldiciendo para sus adentros al creer que volvía a perderse en ilusiones. Deteniendo los besos al darle la impresión de volver a verle con una tonalidad castaña en sus cabellos, luego negra y al final los mechones blancos, volviendo a ver esa sátira expresión en los ojos profundamente negros. “Definitivamente eres espectacular” La rabia que le invadió pese a sentir cómo llegaba al orgasmo sin complacencia alguna, convirtiendo las embestida en un violento arrebato. Quería que ese rostro que tanto odiaba desapareciera para volver a ver a su pareja, pero se negaba… Sus sentimientos se encontraban al ser su cuerpo el que no lograba contener los impulsos de eyacular mientras la culpabilidad le embargaba. “Si nunca hubiese aceptado su propuesta…esto no estaría pasando”.

 

- Yuu estás algo ido… - Al salir de su interior se alivió al volver a tener a Uruha a su lado, abrazándose a su cuerpo posesivamente mientras repetía lo mucho que le amaba. En ese instante el miedo de no tenerle cerca dominó sus sentidos, sacando la pequeña caja que había dedicado a elegir para los anillos que representaban su larga relación. A pesar de haber tenido una mala experiencia en tan intima relación, no dejaría que le estropearan la sorpresa; colocando el anillo en el dedo anular del castaño y viceversa.

 

Sin embargo, esa asquerosa experiencia se repetía en ocasiones y no dejo de ocurrir hasta que volvieron a la rutina laboral. Madrugando sólo para a dejar los puntos claros con el sujeto que en un principio le pareció fascinante pero ahora sólo quería desaparecerlo de su vida. Eran muy pocos los que estaban a la hora exacta en que abrían la disquera cuando Aoi parecía un tigre en cacería, en busca de esos ojos que le causaban tanta ira al presenciarlos en cada esquina.  – Uuh… tus sentimientos son fáciles de percibir. – La leve risa del joven se transformó en una carcajada al sentir la presión de las manos de Aoi en su cuello, arrastrándole y llevándose todo a su paso mientras le pedía explicaciones lógicas a lo que sucedía. – Hiciste un contrato… y no saldrás de él hasta que se cumpla… creo habértelo dicho…

 

- Deja de reflejarte en Uruha… No me interesa lo demás – Aquella afirmación parecía una amenaza por parte de Aoi, arrepintiéndose al notar como la malicia se apoderaba del contorno de sus ojos.

 

“Lamentándolo para ti, me encargué de jugar con la mente de Kouyou”

 

El tono tan bajo utilizado al decir el verdadero nombre de Uruha le causó un escalofrío al moreno. Notando cómo la gente comenzaba a llegar a sus respectivos trabajos mientras se desesperaba al no ver a Uruha.

 

Éste le costaba salir hasta de su propio hogar al sentir constantes miradas sobre él. Sentía una ligera incomodidad aunque prefirió ignóralo. Sin embargo, estos sucesos comenzaron a repetirse con frecuencia y cada vez más fuertes. De simple sensaciones paso a sentir cómo le tocaban, susurraban en cada esquina con las mil maneras de morir más atroces. “¿Qué mierda me está pasando?”  Pensaba una y otra vez mientras intentaba integrarse a las típicas conversaciones con sus compañeros de trabajo, pero le costaba. Con el tiempo no se había percatado lo callado y retraído que comenzaba a ser, preocupando a los que percataba su actitud defensiva.  Aoi cada vez más se aseguraba que aquel administrador tenía que ver con tales reacciones y cambios, aún no olvidaba la última disputa que tuvo con éste, así pasaran días, semanas o meses.

 

Intentaba ser inteligente en la situación, no quería reclamarle ya que pensaba que aquello perjudicaría a Uruha y al mismo tiempo se preguntaba ¿Cómo hago? Estaba cansado, Uruha comenzaba a mostrarse paranoico con sus sensaciones interminables de persecución, respondiendo “susurros” que más nadie lograba escuchar mientras Aoi no encontraba cómo afrontar la situación. “¿Qué digo? Un acosador le causa alucinaciones a mi novio, será para que me manden al psiquiátrico” se reprendía cuando la mera idea de hablar le pasaba por la cabeza.

 

Llego un punto que no se le permitía la salida a Uruha de su apartamento, sus crisis comenzaban a ser más violentas. Delegaba ver desde animales en descomposición hasta el ver asesinatos de personas que ni conocía; los celos que nunca demostraba se dispararon en contra de sus propias amistades, nadie podía acercarse a Aoi sin salir lastimado. Ya en la cumbre del desespero al moreno no le quedo de otra que buscar al joven de canas, suplicándole que detuviera las alucinaciones de la mente de Uruha, pero éste sólo actuaba como si le estuviera hablando un completo desconocido. Estaba entretenido jugando con la mente más vulnerable de todas y ni siquiera se molestaba en perturbar a Aoi en aquellos interminables meses.

 

Aún no pasaba lo que quería, tomando medidas en el asunto al hacer los delirios más fuertes y sin censura para la vista de Uruha. En sus momentos de soledad, volvía a presentar susurros en su mente, está vez manifestando las aparentes muertes de cada uno de sus amigos.

 

Los fines de semanas para el castaño eran más tranquilos mientras mantuviera la dosis de medicamentos en altas proporciones, pero sin embargo esa tarde en la que permaneció sólo nada lograba calmar los susurros y visiones.

 

“Suicídate… ¿Para qué vives si ya estás solo?”

 

Uno a uno, su mente iba reflejando en sus más profundos recuerdos muertes inauditas, desde familiares a los que ya no reconocía hasta a sus compañeros de trabajo. Choques, suicidios, sangre y aquellas miradas que parecían mostrar la locura que le embargaba. - ¡Déjenme en paz! – Abrir y cerrar sus ojos era lo peor que podía elegir, entre más lo hiciera más visiones tendría. Quería acabar con eso cuando estaba decidido a hacer lo que tanto le pedían. Al amenazar su cuello con una navaja se sentía aliviado, las voces iban desapareciendo hasta sentir cómo le era arrebatada el arma.

 

- ¡¿Eres imbécil?! ¡Suelta Kouyou! – Aoi parecía llegar en el momento preciso al cruzar la puerta y ver tan horrible escena. Debatiendo la custodia de la vida de su pareja mientras esta se negaba a soltar el arma.

 

- ¡Déjenme, no saben lo que se siente esto! – El desespero de ambos comenzaba a mostrar lágrimas en sus ojos cuando por fin Uruha cedía al agarre de Aoi. Aferrándose a su pecho temblante, dejando que el llanto llenara la habitación mientras buscaba calmarse. – Ayúdame Yuu… - el desespero en su voz le era insoportable al moreno, quien se había negado por completo a acudir a un hospital psiquiátrico, pero ya era demasiado… no estaba dispuesto a que Uruha terminara suicidándose.

 

Esa misma noches decidió internarle mientras dormía, avisando a sus compañeros para que le ayudaran con la situación. Simplemente no soportaba su culpa cuando escuchaba los gritos de odio que resonaban en los pasillos. Todo estuvo tranquilo hasta que Uruha se percató de lo que ocurría, reclamándole con insultos e intentando agredir a quien permaneciera a su lado. Mejoras nunca hubo, con los días la situación parecía empeorar y cada visita parecía detonar la agresividad del guitarrista.

 

“Esto es tú culpa Shiroyama Yuu”

 

La voz del joven volvía a presentarse en la soledad que Aoi presentaba en su apartamento, prefiriendo siempre permanecer activo a un grado tan excesivo que su cansancio no le permitiera oír a nada ni a nadie.

 

- Quiero que me expliques cómo llego a ese estado… - Lo peor se presentaba cuando la madre del castaño insistía en ver con sus propios ojos las condiciones de su hijo. No había nada que no se lo permitiera, ya hacía un mes que Uruha parecía haberse adaptado a los tratamientos impuestos. Aoi se encargaba que tuviera los mejores cuidados, inspeccionando la habitación mientras dejaba que la madre intentara entablar conversación con su hijo aunque no consiguiera respuesta. Uruha sólo tenía ojos para seguir a Aoi, hasta encontrarse con su mirada. – Yuu…- musitó en un hilo de voz al extenderle la mano. La madre ya se había dado por vencida a que su hijo le respondiera algún llamado, dedicándose a acariciar sus cabellos cuando Aoi no pudo evitar besarle. – Discúlpame Uruha… nunca debí dejar que esto pasara. - Se extrañaba la sumisión del mismo ya que luego de decir su nombre no hablo más y tampoco quería forzarle, saliendo de la habitación al notar la presencia del médico encargado de su caso. Aoi buscaba explicaciones lógicas para la repentina esquizofrenia que sufrió su pareja.

 

- Todo estará bien Kouyou… - La madre por un momento comenzaba a susurrar a su oído, sin saber el por qué ponía un espejo frente a ambos rostro. – Pronto saldrás de aquí… - Pero para Uruha ese reflejo era un tormento, volver a ver a su otro “yo”. Ver a aquel sujeto que le atormentaba con su voz suave a los indicios de suicidio, ese desconocido de ojos negros era el que se reflejaba en el espejo. La única reacción defensiva que optó fue el quebrar el espejo, sacando a la mujer a empujones de la habitación. - ¡Deja de torturarme! – La mujer se impresionó de tal actitud cuando el médico y Aoi se acercaron a intentar abrir la puerta, pero era imposible, había trancado el paso con uno de los tantos muebles de la habitación.

 

- ¡Uruha! Ábreme la puerta… - Aoi se desesperaba al ver cómo se negaba a escuchar al tapar sus oídos, viéndole a través de la ventana de la puerta mientras comenzaba empujar la misma con fuerza para abrirla.

 

El médico tomó medidas al llamar al personal para abrir la puerta con más facilidad mientras el moreno seguía hablándole, manteniéndolo calmado. Hasta que sus ojos se vieron humedecidos. - ¡Espera…Kouyou deja esa mierda! – Los ojos de Aoi parecieron abrirse en sobremanera al notar que la atención de Uruha se fijaba en los pedazos del espejo roto que yacía a su lado. Los golpes a la puerta comenzaban a ceder, pero con el exaspero de la situación Aoi se había encargado hasta de quebrar la ventana  de aquella puerta tan pesada. Uruha parecía jugar con el cristal entre sus dedos hasta percatarse que pronto podrían entrar en la habitación, manteniendo su mirada fija en el moreno al pronunciar vagamente las palabras “Siempre te amaré”. Con ello terminó por llevar el filo del vidrio a su cuello sin importarle las desgarradoras negaciones que espetaba a gritos el que aún se debatía con la puerta al ver la escena.

 

Tal vez los sedantes no le permitieron a Uruha sentir dolor al incrustarse tan afilado objeto en su piel, dejándole deslizar sólo unos centímetros de forma horizontal cuando las fuerzas motoras comenzaban a abandonar su cuerpo, dejándose caer por completo en el suelo. El impulso de adrenalina en ambos había sido diferente, mientras el castaño había decidido quitarse la vida, Aoi en un último arrebato logro abrir la puerta… Acercándose al cuerpo que aún mostraba escasas señales de vida.

 

- ¡No, no, no! ¡Maldita sea Uruha, no puedes hacerme esto! – Las lágrimas comenzaban a hacerse presentes, nublando la vista del moreno mientras intentaba detener el fluido de la sangre que emanaba del cuello del castaño. Los encargados de abrir la puerta al llegar y ver tal escena actuaron rápidamente, llamando a emergencias de inmediato. El único problema era que no encontraban como quitar a Aoi del camino. – No te puedes morir… No me puedes dejar solo Shima… - Los sollozos de éste mientras se aferraba a su cuerpo no le dejo otra opción a los médico que apartarle con brusquedad, sacando a terapia intensiva al castaño.

 

En menos de una hora Aoi logró recordar desde el momento en que conoció a Uruha hasta esos escasos segundos en los que presenciaba aquella herida en su cuello; ver desvanecer esa mirada llena de pavor le hacía sentir culpable. Ver al médico encargado de su emergencia era caerle a preguntas como si de un interrogatorio judicial se tratase, con la esperanza en el profesionalismo del médico que había elegido meticulosamente para su pareja. – Disculpe, pero la herida fue muy profunda… no logramos hacer nada. – Esas palabras parecían no tener fondo en la caída que le representó al moreno; cayendo en cuenta de la gran pérdida que había ocurrido al escuchar el llanto desgarrador de la madre del castaño, culpándose a sí misma por haber sacado tan peligroso objeto. Las lágrimas de Yuu se presentaron, resbalaban por su rostro cómo el agua que desciende de una cascada llena de dolor, pero no emitió ningún sonido o alguna expresión de vulnerabilidad. Saliendo de inmediato al encuentro con el autor de tales alucinaciones que sufrió Uruha.

 

Llegando a su oficina con el propósito de una reunión privada. A penas al abrir la puerta y verle con la fisionomía de Uruha le tomó por el cuello lanzándole contra una pared para dirigir un certero golpe a la cara cuando le vio tomar su forma original; ese cabello negro azabache en conjunto con sus canas y respectivos ojos negros. – Es tú culpa que Uruha allá suicidado, no vengas a culparme a mí. – Aoi perecía en una inevitable y contradictoria indignación; se sentía culpable por su muerte y a la vez sabía que aquel sujeto formaba parte de esos juegos mentales. Dejando caer las lágrimas al golpearle; inmovilizando en el suelo mientras escuchaba la tormentosa risa de su acosador. - ¡sigue golpeándome! Eso no te lo devolverá… - El chico parecía sentir placer al verse sangrar y en su punto de aburrimiento, quitándose al moreno de encima con facilidad.

 

Escupió un poco de sangre. – Así es que me gustas, prepotente y lleno de ira – Volvió a mostrarse con la apariencia del castaño al ponerse de pie. – Dime… ¡Dime que se siente ver a lo que amas morir ante tus ojos! – El desconocido se encargaba de revivir la escena en el momento que Uruha decidió acabar con su vida, cuando el moreno se vio nuevamente acorralando al joven contra la pared, cortando sus posibilidades de respirar al apretar su cuello.

 

- Así hayas matado lo que más quería no me verás suplicándote a tus pies, prefiero estar muerto… ¡Todo era perfecto, era perfecto antes que tu puta existencia llegara, tenía la mejor carrera, la mejor pareja, el mejor futuro y todo me los estas arruinando! – Por un momento Aoi se sintió aliviado al ver la desesperación en esos ojos inexpresivos. Volviendo a quedar desconcertado al escuchar su risa. – No me estás haciendo nada imbécil… - El moreno se desesperaba al aplicar toda la fuerza que podía en el cuello contrario hasta sentir cómo una pistola era apoyada en su frente; por un momento el tiempo se frenó y todo quedo en silencio.

 

“Sigue así Yuu, estás en el comienzo de los pecados… Eso fue lo que me atrajo a ti, para divertirme en el mundo humano”

 

“Tú y otros aunque sean pocos, son los que me hacen pensar que la vanidad definitivamente es mi pecado favorito”

 

“Recuerda mi nombre… Crypto”

 

Al escuchar el disparo, fue instantáneo que el moreno perdiera el conocimiento. Todo se torno tan negro cómo los ojos de quien tenía en frente, pero aún no comprendía el poder de su acosador. Crear ilusiones, sus sarcásticas risas, cambiar su forma ¿Qué era? Su nombre retumbaba en la oscuridad que presenciaba; no sabía si estaba muerto, si estaba dormido o en la profundidad del océano, sólo lograba diferenciar la voz de Uruha al llamarle. Su voz vagamente se sentía y con el tiempo más fuerte, cercana. Sintiendo su pecho presionarse al pensar el estar muerto; que aquel tiro le hubiese atravesado la frente y que sus demás compañeros le encontraran aún sin saber la mala noticia de Uruha.

 

“Yuu, ¿estás bien?… Carajo Yuu me estás asustando, despierta”

 

Sintió cómo la oscuridad se iba disipando al sentir tacto; un leve zarandeo que con el tiempo se volvía más insistente y fuerte hasta abrir los ojos de golpe incorporándose en lo que era una sala de vestuarios. Su respiración al igual que su pulso estaba completamente acelerado. Recordaba con claridad todo lo que había ocurrido y no se explicaba el porqué se encontraba en tal sala. Aún el sonido le aturdía, escuchaba su nombre y a su vez sólo lograba visualizar con claridad sus manos temblantes.

 

- Yuu… ¿Te sientes mal? – El castaño tomó su rostro para que le mirara fijamente mientras éste secaba el sudor de su rostro; besando cada parte del mismo. – Al parecer te desmayaste, tenías varios minutos sin responder. – En aquel momento pensó que todo había sido un sueño, abrazando posesivamente a Uruha luego de recorrer todo su rostro para asegurarse que era él.

 

- Gracias a Dios estas bien… - Su voz pareció quebrase cuando todos se acercaron con preocupación y extrañeza, Aoi no era de reaccionar con tanto pavor reflejado en su semblante. Las pequeñas burlas se hicieron presentes inmediatamente por parte de todos mientras seguía besando con constancia a su pareja.

 

- ¿Qué mosca te pico Yuu?... El mareo te sentó bien… - Luego de incorporarse buscaba ubicar en que día estaba, necesitaba la fecha exacta. Impresionado al ver que estaba en el concierto del principio de la temporada fuerte; recordando la fuerte discusión que había tenido con el castaño justamente en la mesa donde se encontraba apoyado.

 

- Ya…ya estoy mejor, no se preocupen… - Por un momento pensó haber soñado todo una pesadilla de su vida. Notando que había sido una vivencia cuando la puerta de la habitación se abrió, mostrando a un hombre pasando más allá de los cuarenta años. “El es el nuevo administrador de la disquera muchachos.” 

 

El “déjà vu” volvió en ese instante; el hombre era totalmente diferente pero estaba seguro de haber vivido esa experiencia al notar la suma amabilidad y encanto del sujeto. “Les invito a una reunión, por mi ingreso a la compañía y por su tan espectacular presentación”  Notó el contacto visual que el hombre mantenía en su vista con una sonrisa insidiosa.

 

- No gracias, tengo asuntos pendientes con mi pareja perfecta. - Esta fue la espontanea respuesta que Aoi espetó, devolviéndole el gesto malicioso al sujeto frente a él antes de salir de la sala con el castaño. “Tan vanidoso como siempre” pensó Uruha sin oponerse al agarre del moreno; estaba satisfecho con los halagos que éste le regalaba desde ese momento en adelante.

 

Aquella reunión había fracasado, mientras Uruha y Aoi faltaran los demás ni si acercarían al apartamento del hombre. Éste sólo reía en la soledad del oscuro lugar, volviendo a tomar su forma natural; su perfilada contextura y esos ojos tan oscuros cómo la profundidad del mar, pensando que aquel guitarrista había actuado con inteligencia con respecto a lo que había vivido. El retroceso no había sido en vano y a pesar de su cambio, mantenía la misma ideología.

 

“Definitivamente, la vanidad es mi pecado favorito”


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