Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

究其原因. por Bubble x3

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Hi o 3 o

Hace tiempo que no subía nada xDD que bien se siente esto...

Bueno, esto es para tí, Gabi~ 

Espero que te guste, lo hice con todo mi amor ; u ;♥

 

 

究其原因

 

 

Había hace mucho tiempo, en una pueblo cualquiera, y una lugar que no existió nunca, dónde dos personas que no vivían, hallaron un amor translúcido, con lucecitas puestas para escena.

 

No soy una persona perfecta.

Y hay muchas cosas que desearía no haber hecho…

 

Todo comenzó con un paraguas y una noche de invierno, donde ambos, tontos y testarudos, no llevasen paraguas, aun viendo el manto gris que llevaba el cielo aquel día.

 

Una noche y un parque, donde corrieron y no se dijeron nombres, pero sí hablaron desde lo más profundo de su corazón, ante unos ojos aún desconocidos.

 

Él se llamaba Chang Min, y el otro, MinHo.

 

Estaban juntos en un espacio oscuro y silencioso, un pueblo hundido en miseria, escasez y poquedad, lleno de desgraciados, drogadictos y alcohólicos. Juntos tiraban piedras a los autos y pegaban a los niños menores, juntos fueron a esa ratonera maloliente que muchos llamasen escuela, y juntos pasaron esa infancia cruel y fría.

 

De interminables noches nevadas estaban hechas sus memorias, cuando se tiraban al pasto húmedo y resbaladizo, y solo estaban ahí, pensando, uno al lado del otro.

 

-Oye… -La voz de MinHo le había hablado, no volteó el rostro, pero con un poco sonoro murmullo le hizo saber que tenía su atención. –Siempre la tenía, pero ninguno de los dos se daba cuenta. —D-dame la mano…

 

-¿Qué? –Sí, había sonado un poco más alterado de lo que quería aparentar, pero, ¿qué eran esas peticiones tan extrañas?

 

-Ah, tonto… -Revolviese los cabellos impacientemente con la diestra, soltando bufidos. –Olvídalo.

 

Sin embargo, Chang Min no estaba dispuesto a hacerlo.

 

Y centímetro a centímetro, sus dedos temblorosos atraparon la mano de MinHo.

 

Ninguno dijo nada, ni una sola palabra. Solo se quedaron ahí esta que el frío invadió sus jóvenes cuerpos, y con las cabezas blancas de nieve, se despidieron y cada uno partió por un lado diferente.

 

-

 

Pero continúo aprendiendo…

Yo nunca quise hacerte nada de eso a ti.

 

Llovía mucho, en aquel lugar siempre llovía.

 

Daban grandes zancadas y saltaban sobre los charcos, manchando sus rasgadas ropas y sus desgastados zapatos de lodo. Tarareaban juntos una canción que ninguno de los dos conocía, y que ni siquiera era la misma. Ya se hacía tarde, tenían que volver a sus casas. El sol ya casi rozaba el horizonte detrás de la nada, amanecería en un rato, quizás en media hora más ya deberían estar nuevamente en pie.

 

-Hey, MinHo… -Con uno de sus brazos ágiles le atrapó el cuello, y con la otra mano le llenaba la cabeza de ligeros golpes. –Más tarde, tengo que enseñarte algo, tienes que venir temprano…

 

-Ok, pero ya suéltame, maldito bastardo… -Farfulló por lo bajo. Y corriendo, había llegado hasta la puerta de su casa.

 

No miró atrás, por lo que no pudo ver como Chang Min sonreía, o como lentamente, se caía al suelo, inconsciente.

 

-

 

Y hay algo que quiero decirte antes de irme.

Solo quiero que sepas…

 

Y ahí, una hora después, estaba MinHo, tocando con insistencia la puerta, que parecía venirse abajo si no era abierta.

 

-¡Ya, mocoso! –La señora Shim tenía un par de lágrimas en las mejillas, y sus dedos se crispaban alrededor del pomo, estrujándolo, conteniéndose.

 

-¿Y Chang Min? –Usualmente, era su amigo quién lo recibía, y quien le murmuraba "corre", para que su madre no se enterase de que había salido sin permiso.

 

-¡¿No estás tú con mi hijo?! –Lo movió fuertemente por los hombros, mientras los grandes ojos de MinHo se llenaban de llanto. – ¿Dónde está Chang Min? ¡¿Dónde?!

 

Se escucharon pasos, apresurados, rápidos y largos, él, estático y nervioso, solo se dejó jalar cuando lo llevaron a rastras por la calle.

 

-

 

Su cuerpo tendido en la cama cuan largo era, con las manos juntas sobre el pecho, inertes y quietas, quisiera alguien que sus ojos estuviesen abiertos, y no tan silencioso, y no tan pálido, y que su boca pintase tan roja como una rosa, en vez de presentar esa tan triste lividez.

 

Un viejo amigo de su padre lo había encontrado en la calle, tirado, con la mirada blanca y perdida, sintiendo su pulso bajo, lento, como suave murmullo bajo su piel, a duras penas respirando.

 

Lo cargó en sus cansados brazos hasta el hospital, donde se lo llevaron en una rechinante camilla hasta la recámara.

 

El doctor, con la seriedad que le otorgaba su guardapolvos blanco y un estetoscopio colgando del cuello, habló con voz grave, afectada en lo más mínimo, y hasta con un poco de culpa.

 

-Tiene anemia, está desnutrido y, al parecer, no duerme lo suficiente. –Le tanteó la frente, reposando su mano sobre la caldeada tez del niño. Tenía fiebre, y se removía sobre las colchas. – Presenta un casi inofensivo cuadro, no es muy agudo así que no necesita ser hospitalizado, más sigue siendo importante.

 

Luego de un par de largas palabras más, MinHo pudo estar por fin con su amigo, pero de lejos. La señora Shim lo llenaba de besos, y apretaba su mano, casi destrozándosela, Chang Min bufaba.

 

-

 

Encontré una razón para mí.

Para cambiar aquel quien fui.

 

 

Casi al mes, Chang Min ya parecía haberse olvidado de su enfermedad, y todos también parecían haberlo olvidado, menos él.

 

MinHo aún se preocupaba, aún lo trataba con más cuidado y cariño del necesario y de lo que estaban acostumbrados –lo cual, no era mucho-.

 

Cada vez que el mayor hacía un esfuerzo, o simplemente hacía algo, detrás de él estaba MinHo, siempre alerta, a cualquier cosa que pudiese ponerlo en peligro, o muy cerca de este.

 

Y eso ya empezaba a hartarlo.

 

-¡Déjame! –Le empujó con todas sus fuerzas –que por cierto, eran aún muchas.- y con la mirada le dijo "aléjate". MinHo jamás le habría hecho caso, estaría con él aún si no lo quisiera, pero esos ojos, ese par de ojos no mentían, él había superado su paciencia. – ¿Podrías dejar de tratarme como a un niño? ¡Soy mayor que tú, maldición! Ya no estoy enfermo, ¿es eso tan difícil de entender?

 

-Pero yo, Min hyung… -Susurró, jugando sus manos ansiosas y ya tristes, no esperando una respuesta, esperando y anhelando un silencio que pronto Chang Min podría olvidar, y ellos seguir con su rutina.

 

-No, nada de "Min hyung"; me tienes harto, MinHo, ya no soporto que me "cuides", cuando lo que en realidad hacer es tratarme como a un tonto, como a un maldito moribundo que nada puede hacer, no estoy mal, me siento bien, vivo… -Las palabras que ya no manchaban sus labios, habían sido dichas con algo parecido a la rabia, no quería a nadie sintiendo pena por él, si quiera fuese su mejor amigo, a nadie. Y mientras estuviese en sus manos evitarlo, lo haría. – Estoy bien, ¿ok? No tienes por qué preocuparte tanto…

 

-Bueno… Pero aun así, no dejaré de molestarte con esto, aún si me dices eso, tengo bien claro que no eres para nada cuidadoso, podría pasarte cualquier cosa si no me tuvieses siempre siguiendo tus pasos, y eso no podría perdonármelo, jamás, Chang Min… ¿Entiendes tú eso? –Un molesto color empezaba a picarle las mejillas, justo después de las palabras tan serias de MinHo. No quisieron mirarse, entonces, por varios largos segundos. Pero luego en el rostro impasible de Chang Min surcó una sonrisa, que llenó cada espacio de enojo o de molestia.

 

-Entonces eso significa… -Calló un momento, no muy seguro de que sus palabras fuesen acertadas, pero jamás él no se guardaba ningún pensamiento y no iba a empezar en ese momento. – ¡El pequeño MinHo se preocupa por mí! –Saboreó una risa en los labios, corta, breve, y alcanzó para que a MinHo se le encendiese el rostro, como él mismo segundos antes.

 

No hubo palabras para describir la vergüenza que el menor soportó aquella tarde, con las constantes burlas que Chang Min gritaba, cargadas de un sentimiento hermoso que le llenaba por dentro, y que no revelaría a MinHo, porque era algo suyo y de nadie más.

 

… ¿Así se siente ser querido?

 

-

 

Una razón para empezar todo de nuevo.

 

Y esa razón eres tú.

 

Los días de verano pasaban rápidos y poco significativos para alguno, entre juegos en el bosque, ni lluvias  y mucho calor, la habían pasado medianamente bien aquellos dos meses.

 

Y la última noche, una piedra golpeó a su ventana, seguida de otra y otra, creando a sus oídos el sonido más molesto en la existencia del mundo.

 

-Hey… -Oía murmurar desde afuera, esa vocecilla conocida y ya hasta masculina. Quién lo creería, ya quince años, diez de ellos que habían pasado juntos, casi toda su vida.

 

-¿Qué rayos putas mierdas quieres, maldito? –Porque todos sabían que si molestaban a MinHo mientras dormía, tendría problemas. Aunque con Chang Min, todo era una excepción, una muy molesta y vergonzosa.

 

-Cuidado con esa lengua, bastardo… Te has vuelto muy grosero, no sé como permití que mi dulce MinHo se convirtiese en esto… -Casi una mirada despectiva le dedicó, pero con ese trasfondo lleno de burla, solo consiguió enojar más al soñoliento MinHo, quién, preparado para cerrar su ventana, le dedicó a su hyung un lindo gesto con el dedo medio. –Imbécil, solo vístete y vamos, tenemos cosas que hacer…

 

-¿Qué cosas? ¿Y a las dos de la mañana, estás loco? –Se frotó un casi cerrado ojo, bufando. Es que hace mucho tiempo se habían acabado sus escapadas en la madrugada, ya no eran dos niños, ya tenían más cosas en qué pensar que solo correr y jugar. Y sus ocho horas de sueño eran algo muy preciado por él.

 

-Solo baja…

 

Y al final terminó cediendo ante su pedido sin sentido, porque, a decir verdad, la curiosidad empezaba a picarle.

 

Bajó por la ventana, que si sus padres se enteraban de que había salido tan tarde lo molían a palos. Y nadie quería eso, no. Significaría luego yagas en las manos y en los brazos, gracias a los malditos rosales que pendían de las paredes. Su madre ni siquiera los cuidaba, ¿qué carajos hacían esas plantas ahí, entonces?

 

Caminaron varias cuadras bajo la sombra del viento, en silencio. No hacía mucho frío, pero estaba fresco y había viento. MinHo había olvidado llevar algún abrigo y se reprendía por aquello.

 

-¿Tienes frío? –Chang Min parecía un poco más atento aquella noche, ¿qué significaba eso? ¿Qué tipo de asuntos tendrían ellos que resolver a esas horas? Ya no podía con la intriga…

 

-Sí… -Un tanto incómodo, los fuertes brazos de Chang Min lo acunaron, y así, encontraron juntos la forma correcta de seguir en esa posición y poder caminar normalmente, casi correr, a decir verdad. – ¿No se te ocurrió darme tu chaleco, tonto?

 

Quería reír por la expresión tan graciosa y abochornada de su hyung, pero se contuvo. Y este, mirándolo por encima de su propio hombro, con las manos aún alrededor de su cintura, habló.

 

-Pero eso sería otro problema, MinHo, porque yo no soy de piedra –Y con eso lo dejó sin palabras, continuaron caminando.

 

-

 

Lo siento si con eso te herí.

Es algo con lo que tengo que vivir cada día.

 

Y esa noche no hicieron mucho, pero de lo poco que hicieron, todo parecía lo más importante. Ahora.

 

Se tumbaron en el pasto, como hace mucho tiempo no hacían, compartieron un par de escasas palabras y se miraron, lo último es lo más importante.

 

Chang Min le había preguntado si le quería, y MinHo había dicho, muy débilmente que sí, que lo quería mucho.

 

Guardaron silencio, porque nadie sabía qué decir o qué hacer, mudez cruel y triste, que a ambos los dañaba hasta lo más hondo, donde ninguno de los dos conocía bien, aún.

 

Y así, rato a rato, Chang Min se fue acercando lentamente a MinHo, casi con miedo a ser visto aproximando su cuerpo y su rostro y sus manos al otro.

 

Cuando ya quedaban pocos centímetros entre los dos, MinHo dijo…

 

"Y tú, ¿me quieres?"

 

Ahí fue cuando no lo soportó más, el trágico y dulce momento en el que las palabras ya no querían abordar su boca.

 

Y lo besó, suave como nunca había sido, tierno como se guardaba para sus adentros, sonriendo sin orgullo ni frialdad alguna, porque esa sonrisa era para MinHo, y venía cargada solo de sus mejores sentimientos.

 

Ambos parecían flotar en rosadas nubes de algodón esa noche, y ya cuando vieron el sol colándose, asomándose entre las hojas de los árboles, tuvieron que separarse, muy a su desagrado.

 

Eran algo de las 5:37 cuando MinHo llegó a casa, se descalzó y desvistió con calma, para poder soñar, al menos por unas horas, con esos ojos que esa noche fueron suyos, y esos labios que aún le sabían a dulce en los suyos propios.

 

Pero había algo de Chang Min que él odiaba, y era su incertidumbre, porque lo único que había hecho era besarlo, y no prometerle nada, y no decirle nada de lo que sentía, solo besarlo y dejarlo ir, dejarlo escapar de sus brazos.

 

Y todo el dolor que te hice pasar.

Desearía poder llevármelo todo lejos.

 

Ya han pasado seis años desde eso, quién lo diría.

 

Habían pasado juntos casi toda la infancia, luego la adolescencia, y juntos ahora en la adultez.

 

Veintidós años tiene Chang Min, veinte años tiene MinHo.

 

¿Y qué pasó con ese beso? Quizás se pregunten…

 

Quedó… Ahí, en eso, simplemente.

 

No tuvieron el valor, no tuvieron la fuerza como para preguntarse qué había sido eso, ni por qué había sucedido, quedó en eso, quedó en un cariño piadoso una mañana de primavera.

 

Pero ahora, MinHo no piensa seguir soportando esto.

 

-

 

¿Como una misma boca puede decir cosas como "quería matarte" y "te he amado"?

 

MinHo le había gritado, entonces, había bufado y hasta lo maldijo por lo bajo, obteniendo por respuesta un silencio abrumador y seco.

 

Es que no gritó nada con coherencia, ni siquiera él recuerda lo que chilló, pero lo hizo y Chang Min lo miraba con una ceja alzada.

 

-¿Qué? –Tenía el enojo desbordándole, como rayos saliéndosele por los ojos.

 

-Ugh, nada… -Apretó los puños y se volteó en su cama, dándole la espalda al mayor. Nervioso, porque sabía que Chang Min no dejaría eso así, y tan bien como lo conocía, estaba en lo cierto.

 

-Vamos, dime…

 

-Quería matarte, ¿sabes?

 

Y ese leve murmullo lo dejó congelado, quieto, sin palabras. También, lo dejó sin aliento. ¿Su mejor amigo estaba diciendo eso? ¿No eran ellos los más unidos, no se querían tan horriblemente?

 

Cuán difícil le fue pensar en todo eso al pobre Chang Min, sus labios se entreabrieron para decir algo, cualquier cosa, tratando de defender esa buena imagen que su amigo quizás aun tuviese de él.

 

-¿P-por qué…?

 

-Quería matarte, esa noche… ¿Te acuerdas? También tenía miedo de preguntarte, sabes que soy muy paranoico… Esa noche, cuando me llevaste a rastras al solar, para hacer nada… Yo creía que me dirías algo importante, la verdad. ¡Me despertaste en la madrugada para ir a tirarnos al pasto! Te odié tanto esa vez… Sobre todo cuando… -Detuvo entonces su hablar y miró al suelo, como si este fuera interesante, sonrojado. Y la vergüenza se le salía a Chang Min por los poros. –Cuando me besaste, esa vez te odié demasiado, como jamás había sentido, como jamás había aborrecido tanto a alguien.

 

-Y-yo… No te…

 

La risa se le caía de la boca como agua en una fuente, cubriéndose el rostro con ambas manos.

 

-Por favor, no me digas que no lo recuerdas –Su semblante se ensombreció de pronto, y las comisuras de sus labios entristecieron, junto a sus ojos, sus ojos brillantes que se llenaron de llanto –Si me dices eso, podría morir…

 

-Lo recuerdo…

 

¿Y saben por qué ninguno de los dos vivía?

 

¿Y saben, por qué ese maldito pueblo, jamás existió?

 

¿Y saben por qué su amor era de una sola escena?

 

Porque no tenían nada, ni juicio ni lógica, ni lucidez o intelecto, sentido o pensamiento.

 

Lo que ellos necesitaban, era una razón.

 

Su corazón se detuvo en ese instante.

 

Chang Min volvía a besarlo.

 

Sabía a gloria, a bondad merecida, a honrosa ofrenda, a lánguida pero amorosa ternura, a gentil afecto, a algo nuevo pero que muy adentro ambos conocían, ambos deseaban.

 

Tomó su mano y lo jaló, cerca suyo, muy cerca suyo, juntos tantos sentimientos que ninguno tenía palabras.

 

Y hallando la forma de verlo mejor, lloró en sus brazos el más chico.

 

Y todo a su alrededor se volvía realidad.

 

Y el pueblo donde vivieron ya no era una mentira.

 

Y ellos ya no eran transparentes e irreales, eran de carne y hueso, y pensaban, y se amaban juntos.

 

Y beso a beso, y caricia a caricia, palabra a palabra, todo se pintó de color…

 

Y bueno, solo quiero que sepas…

 

Que eres mi razón para vivir.

 

Fin.

Notas finales:

¿Les gustó? ¿Te gustó Gabi? ; 3 ;

Ok, seguiré escribiendo, me han llegado varias quejas de que soy una escritora vaga xDDD 

Bye - w -~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).