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No more tomorrow por Maddie Lawliet

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Notas del fanfic:

Se lo dedico a mi Chingu bella, que la amo tanto <3 Creo que nunca te he dedicado nada u.u Sé que este te gustará, o al menos eso espero :/ Te amo mucho feita <3 MinKey por siempre xD

Notas del capitulo:

Este es el video que me inspiró =P

http://www.youtube.com/watch?v=qlkgY_1xj7U&feature=related

- ¡Nos estás poniendo en peligro muy idiota! – me gritó con tal furia que de cierta manera me aterrorizó - ¡¿Cómo mierda haces algo tan riesgoso?! ¡¿Quieres que nos maten?! - me tomaba de los hombros y me agitaba fuertemente - ¡¿Qué diablos quieres que haga para que entiendas Kibum?!

- ¡Cálmate mierda! – le grité empujándolo con furia - ¡No me quedaré con los brazos cruzados como tú, esperando que más de los nuestros sigan muriendo!

- ¡¿Crees que soy indiferente a todos mis amigos que mueren?! ¡¿Crees que no me importa?! ¡¿Tan frío crees que soy?! – parecía que su voz se desgarraría, por lo menos mis oídos parecían desgarrarse por el volumen de su voz. Ahora me tenía contra la pared de la pequeña habitación donde nos ocultábamos, su cara cerca de la mía.

- ¡Cállate, maldito! – le di una bofetada fuerte en la mejilla mientras mis lágrimas caían, verlo así de verdad me asustaba.

Me sujetó por los brazos fuertemente, dejaría marca. Sus grandes orbes me miraban angustiado, su ceño fruncido con el extremo externo de sus cejas hacia abajo, mordía su labio inferior con fuerza, la piel de su barbilla arrugada, sus comisuras hacia abajo, su respiración pesada. Estaba a punto de quebrarse.

- Muy idiota, estúpido, tonto… - dijo con un hilo de voz - ¡¿No ves lo asustado que estoy?! ¡¿Qué haría si murieras?! ¡¿Cómo podría cuidarte si muero?! ¡¿Acaso sabes cuanto te amo?! – golpeó el muro con sus puños, me pareció escuchar un crujido proveniente de sus nudillos. Parecía un monstruo vulnerable.

- ¡¿No estás siendo muy egoísta?! – ahora ambos llorábamos lentamente – ¡¿Sólo por tu egoísta amor vas a abandonar a todos los demás?!

- ¡Sí! ¡Sí! ¡Por la persona que amo lo dejaría todo! ¡A la mierda todo! ¡No puedo dejar que te pase nada muy imbécil! Aunque tenga que capturarte en este lugar… - me miraba con esa mirada de súplica y dolor que me hacía tan frágil.

- Déjame salir – forcejeé para que me dejara salir de su acorralo contra la pared, pero no cedía.

- No… - me abrazó fuertemente, con ferocidad y me besó con desespero.

- ¡Suéltame Minho, maldición! – lo empujé, aunque me doliera verlo así, esto no estaba bien, seríamos de mucha ayuda, al menos Minho, el de mayor experiencia en el grupo.

- ¡Qué no! – me volvió a abrazar bruscamente para besarme de nuevo. No pude resistirme esta vez. Sentía el mismo miedo que él. Sus labios me llamaban, sentía que tenía que besar esos labios, tenía la necesidad de su cuerpo, de su calor de su amor. Sentía que nada estaba bien, que el fin se acercaba pronto, cada vez eran menos, cada vez estaban más cerca de nosotros. No iban a parar hasta matarnos a todos.

 

***

 

El muy idiota se quedó dormido, me vestí silenciosamente y salí, dejando un delicado beso sobre las sábanas que lo cubrían. “Minho, mi amor, discúlpame, no puedo abandonar a nuestros amigos”, pensé mientras conducía hacia el lugar que me había indicado uno de los chicos, para unirme a su lucha. Al menos sin el auto Minho no podría irse tan fácilmente de ese oculto motel en lo más remoto de los alrededores de la ciudad.

Cuando llegué todos estaban ocultos, había algunos heridos, faltaban varios los cuales sin necesidad de preguntar sabía que habían muerto. “Por ahora no nos han encontrado en este nuevo escondite”, “Ellos nos superan en número”, “Ese maldito Minho nos abandonó”. Los comentarios acerca del bastardo de Minho traicionero eran varios, me hacía sentir mal escuchar que lo llamaban así, Minho siempre fue del tipo frío a quien no le importaba mucho los demás, pero sabía que se sentía mal de dejarlos solo para cuidarme.

- ¡Vienen hacia acá! – llegó uno alarmado – Son demasiado para nosotros – su voz temblaba del miedo.

- No temas – puse mi mano en su hombro – No puedo decir que todo estará bien, pero si dejas el miedo de lado y te concentras en hacerlo bien serán más las posibilidades de sobrevivir – sonreí leve, la verdad yo estaba aterrorizado, no sabía que pasaría, no sabía si podría volver a ver a Minho, no sabía si Minho seguía con vida. Cualquier cosa pudo haber pasado.

Los sonidos de armas de fuego disparando sin parar no se hicieron esperar, resonaba en el no tan grande almacén donde nos encontrábamos. Tomé mi francotirador favorito y dos magnum 357 viejo modelo, Minho decía que eran horribles, pero a mi me encantaban. Empecé a disparar desde los lugares más escondidos, moviéndome constantemente para que no me encontraran. Ver cuantos de nuestro grupo, sobre todo los más nuevos caían, de cierta manera me afectaba, jamás lo había dicho, pero cada vez que alguien de nuestro grupo moría me afectaba, me encariñaba demasiado rápido.

Buscaba al jefe del otro bando, no lo encontraba por ningún lado. Si lograba matarlo sería un avance, era el mejor tirador de todos, su habilidad para esconderse era muy buena también, necesitaba derribarlo. Entonces sentí el cañón de un arma de fuego en la parte trasera de mi cabeza, me quedé estático.

- Con que eres franco tirador que mató a mi Hwang – revisó la herida que tenía en mi brazo causada por él mismo cuando casi me atrapa – También eres el que me robó al mejor hombre, ese estúpido de Choi se cambió de bando solo por ti – reía irónico.

- No te traicionó por mí, te traicionó porque vio que eras de lo peor – hablé con odio, al recordar todas las cosas que Minho le había contado acerca de esa persona.

- Tal vez sea cierto – movió el cañón hacia mis cien y acercó su cuerpo al mío para tomarme de la cintura y pegarme a su cuerpo, sentí su nariz en mi nuca – hueles bien – dijo con morbo – ahora entiendo por qué Minho te dejo – sentí como acariciaba mi trasero con su miembro. No me importaba si moría en el intento, pero no dejaría que ese viejo violador hiciera conmigo lo que quisiera. Cuando estaba a punto de moverme sentí un proyectil viajar rápido y muy cerca de mi cabeza, sentí sangre salpicar una parte de mi rostro. Me quedé congelado. Entonces vi a Minho, manchado de sangre, había disparado a su antiguo jefe dejando un hueco en medio de sus cejas. Me vio los ojos con una expresión de alivio y sonrió dulcemente, caminó lentamente hacia mí, estaba muy herido, noté un balazo en su hombro, otro en su pierna y uno en su abdomen. Mis lágrimas caían lentas mientras mis ojos se habrían en demasía, estaba petrificado. Nunca había visto alguien en ese estado que sobreviviera, estaba aterrado.

- Kibum… - habló apenas, mientras caminaba con dificultad extendió su mano, como queriendo alcanzarme – Kibum… amor, todo estará bien… - parecía como si cada vez su respiración se hacía más pesada – Hemos ganado, ya nadie podrá herirte – sonrió. Sus ojos se cerraron poco a poco cayéndose en el frío suelo frente a mis ojos.

Corrí hacia él, con mi corazón saliéndose del pecho. Llegué hasta donde él y me arrodillé a su lado, sus ojos estaban entre abiertos, todavía respiraba levemente. Mi llanto imparable no me dejaba proferir ninguna palabra. Levanté su cabeza con cuidado y la recosté en mi regazo. Quité el cabello sudado de su cara, la cual estaba pegajosa por las salpicadas de sangre que manchaban su bella piel.

Los demás chicos sobrevivientes nos encontraros, se quedaron de pie contemplando la melodramática escena. Decían cosas que no lograba oír, el tiempo avanzaba lento a mi alrededor, solo podía escuchar la respiración escaza que quedaba en el cuerpo de Minho. Sus ojos me miraron, la dulzura tan única que solo era para mi seguía ahí, una sonrisa leve se notó en las comisuras de sus labios, con dificultad elevó su mano para acariciar uno de mis pómulos como siempre hacía cuando me iba a decir cuánto me amaba. ¿Por qué? ¿Por qué lo sentí como una despedida? ¿Por qué tus labios se mueven tratando de decir te amo pero solo salen los últimos suspiros que tu cuerpo parce tener? ¿Por qué no podía hablar en ese momento, decirte todas los te amo que merecías? ¿Por qué hasta el final me das esa muestra de amor que logra derretirme por completo?

-Minho… - susurré – Te amo tanto, por favor… - el llanto no me dejaba hablar con claridad – sobreviviremos a esto, te lo prometo – mis lágrimas caían sobre su rostro, mojando sus mejillas – Mi amor, no es hora de despedirse todavía – besé sus labios con delicadeza – Te amo… por favor… no me dejes – lloraba como un niño.

Su mirada ennegrecida perdió su brillo y su mano todavía en mi mejía calló. Sus ojos abiertos ya no eran dulces, eran fríos, casi igual a cuando lo vi por primera vez. ¡Cuánto amaba esa mirada que se volvió tan dulce cuando me miraba! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué esa mirada me había abandonado?! No era justo…

- Minho – empecé a moverlo – Minho, Minho, muévete – empezaba a elevar mi voz aterrado – Di algo, aunque sea mueve tus ojos, ¡Minho! – grité. Sentí unas manos en mi hombro y a escuché una voz lejana la cual no entendía. Solo escuchaba el silencio de una respiración que ya no estaba. Besé sus labios nuevamente, queriendo revivirlos – Todo saldrá bien, vivirás, lo prometo – abracé su cabeza contra mi pecho mientras lloraba incontrolable, sentía como la vida se me escapaba con las heridas que sentía abrirse en mi cuerpo causadas por el filo de la daga de tu muerte.

 

***

http://www.youtube.com/watch?v=x_NYz5mkMZQ&feature=related

 

Entré a la casa, furioso, arrojando todo en mi camino, gritando.

- ¡¿Dónde diablos estás Minho?!

Vi su figura salir de la habitación, se frotaba los ojos, iba solo con un pantalón blanco y su cabello color caoba desordenado. Se acaba de levantar, me miraba confundido. Mi corazón palpitaba con fuerza, el verlo de esa manera, sus perfectos abdominales, sus pectorales, sus brazos, su cara adormilada, su cabello rebelde. Parecía un ángel, lo contrario de mí. Mi cabello rubio caía sobre mis ojos, casi cubriéndolos por completo, mi vestimenta completamente negra hacía contraste con el color claro de toda la casa.

- Bebé, ¿por qué gritas? – habló tranquilo.

- Maldito imbécil – dije casi dejando a caer unas cuantas lágrimas. Tomé una bola de cristal que me había regalado en navidad con unos renos dentro de él y se la lancé, la esquivó.

- ¿Qué pasa? – dijo sorprendido, pero sin gritar.

- ¡Maldito idiota! ¡Pensé que habías muerto! – tomaba cualquier objeto cercano para lanzárselo y él los esquivaba, tratando de calmarme mediante palabras tranquilas y dulces, mientras que las mías eran hirientes y amargas.

Logró llegar hacia mí y me abrazó con fuerza, tratando de tranquilizarme.

- Suéltame – lo empujé fuertemente haciendo que diera unos pasos hacia atrás, pero él volvió a abrazarme, acariciando con amor mis labios con los suyos. Sus manos rodearon mi cara mientras sus pulgares acariciaban mis mejillas. Como me derretía cuando hacía eso. Se separó lentamente, mirándome a los ojos y sonrió como sólo él sabía hacerlo.

-Te amo mi Bummie, siempre estaré para ti…

Sentí mis facciones suavizarse, mi cuerpo relajarse, solo quería besar a aquel hombre frente a mí, quería llenarme de él, esos momentos eran los que me hacían sentir cuánto lo amaba. Salté a él abrazándolo con piernas y brazos, empecé a besarlo desesperado, necesitaba de su ser.

Dejándose llevar por el momento, me recostó contra un muro besándome de la misma manera, ahora agitado, me quitó la camisa negra con desesperación, empezó a besar mi pecho mientras acariciaba mis piernas, ya empezaba a excitarme tan solo con esa acción que sabía que me encendía rápidamente. Pasé mis dedos por su cabellera, halando levemente de sus cabellos. Su lengua estimulaba mis pezones haciéndome gemir.

Me separó de la cálida pared y me reposó sobre la mesa de comedor. La habitación iluminada por la tuene luz externa daba una atmósfera de tranquilidad y calidez a toda la estancia. Quitó el resto de mi vestimenta con rapidez, igual hizo con la de él.

Pronto estábamos sudados, gimiendo con fuerza, mi entrada era invadida, la fricción de nuestros cuerpos se hacía cada vez más rápida, nuestras respiraciones más agitadas, besaba mi boca ahogando gemidos, su lengua se paseaba por todo mi pecho, sus manos acariciaban mis piernas enrolladas en su cintura. Sentí húmedo en mi interior, se sentía tan bien, junto a un te amo me sentí liberado. Nuestros cuerpos todavía unidos sentían el placer luego de la culminación, su cabeza descansaba sobre mi pecho.

Cansados nos fuimos a acostar luego de una rápida ducha. Caí sonriente sobre las sábanas blancas. Respirando tranquilo, inundaba la estancia un silencio pacífico. Minho se acercó acostándose a mi lado y posando su cabeza en mi pecho, me miró con sus ojos dulces, sonriendo. Era como si esa escena apareciera una y otra vez en mi cabeza.

 

***

 

No sé cuando me quedé dormido. Cuando abrí mis ojos todo estaba oscuro, hacía frío, no había luna ni estrellas que iluminaran la habitación. No escuchaba nada. Palmeé a ciegas el resto de la cama, encontrando solo almohadas y sábanas.

- Minho – llamé con mi voz temblorosa. Algo no estaba bien – Minho, amor, ¿dónde estás? Estoy asustado.

No hubo respuesta.

Fue cuando la realidad me abofeteó en la cara, tan cruelmente. Riéndose en mi cara, me decía que ya no estabas, que te habías ido de este mundo, ensangrentado en mis brazos. Mis lágrimas caían imparables. Empezaba a retorcerme de dolor en el pecho entre las sábanas, sudaba como si estuviera teniendo una pesadilla, gritaba tu nombre. Dime que no te has ido, por favor, dime que aparecerás cuando el sol se asome. Dime que habrá un mañana contigo.

 

 

 No, no, no, no más mañana

Recibir amor no significa que lo tienes

Cubrir el tiempo no significa que pase

Respirar no significa que vives, no significa

Bebé, no, no hay mañana

Notas finales:

Espero que les haya gustado :D Gracias por leer y si hay algunasugerencia, muestra de amor, muestra de odio o simplemente quieren decir algo random pueden dejar un review xD

Chingu bella, no te enojes porque maté a Minho de nuevo u.u Te amo~ -3-


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