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La guerra que unió corazones. por marial18

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Notas del fanfic:

Ahm~~~~ esta es una pequeña locura que se me ocurrio.... XD desde el año pasado esta parcialmente escrita y me pone algo nerviosa XD ....cada vez que lo leo y leo y leo siempre le modifico algo XD! 
Y bueno no se XD si les soy franca me gusta mucho esta historia ;w; y espero que a ustedes les guste tambien (?) y...eso mismo XD

Costa oriental de Trondheim. 1943

 

-Presentándose el capitán Donovan al comando del escuadrón ocho dirigiéndose hacia el objetivo localizado, permiso para disparar.

-Permiso concedido capitán. 

El capitán Donovan dio la orden de ataque y desde los bordes del barco salieron los largos cañones de acero donde desde sus adentros, disparados a toda velocidad, los proyectiles volaban hacia el blanco enemigo que se encontraba a unos pocos kilómetros de distancia. El ruido ensordecedor de las armas en funcionamiento y la vibración del barco aturdían a los novatos cadetes tripulantes a la vez que abollaba y lesionaba con fuerza la nave enemiga. Desde lejos, de fondo viéndose el ambiente hostil del mar plena guerra, se escuchaban los gritos del barco contrario y no tardo mucho hasta que el capitán Donovan sintiera sus proyectiles estrellándose con fuerza en las placas de acero y titanio de su propio transporte naval. 

-¡Nos contraatacan!- grito desde la radio a la cabina de control ubicado en tierra firme, donde alguien de rango mas alto que el estaría diciéndole que hacer en ese momento de crisis. 

Para su desgracia, nadie contestaba. 

-¡Aquí Capitán Donovan a centro de control!, ¿Me escuchan?, repito, Capitán Donovan del escuadrón ocho en plena altamar, nos están atacando. 

-¡Capitán un proyectil pego en la proa!- entro en la cabina uno de los muchos tripulantes del barco. El sudor le corría por la frente y en el área del rasurado bigote, el terror en sus ojos acababa con cualquier esperanza en los planes del experimentado Donovan y su actitud de gallina era suficiente para producir el caos en todo lo que queda de tripulación. Contrario a responderle, el hombre con uniforme de marinero repleto de medallas lo miro con incredulidad y en su mente se lamento estar a cargo de una panda de cobardes. Camino con calma frente al chico que no tendría más de 20 años y lo tomo por el cuello de traje de marinero. 

-¿Sabes porque estas aquí, imbecil?- le susurro con el rostro cerca al del aludido, los ojos miel miraron fijamente a los horrorizados verdes, la mezcla de tabaco y carne de su aliento le pegaron directo en la nariz y el joven solo asintió mientras tragaba en seco, tampoco es que estuviera muy cuerdo en ese momento para responder a ese tipo de preguntas -Bien, entonces mueve tu culo de niña, y manda a sacar los rifles para contraatacar a esos hijos de puta antes de que nos maten a todos, incluyéndote.

Lo soltó con brusquedad y el cadete se fue gritando y dando trompicones por todo el pasillo. Por su parte el capitán regreso al radio, esperanzado de escuchar aunque sea una contesta con interferencia, pero no recibió ninguna. 
Tomo su chaqueta, se puso los guantes blancos, y salio a la popa, donde podía ver a cadetes peleando más con los rifles de largo alcance que con los propios enemigos. El grito de uno de los jóvenes marineros lo saco de sus pensamientos en donde se imaginaba todas las cosas dolorosas que haría con todos esos críos a llegar a tierra firme. 

-¡Hombre al agua!, ¡Hombre al agua!

-¡¿Cómo carajo se ha caído?!- Grito Donovan mientras se acercaba corriendo a la borda, esquivando muchachos jóvenes corriendo y proyectiles que venían desde afuera- ¿Quién ha sido? 

-¡Fue Evan!- grito su compañero por sobre el bullicio de las armas.

-¡¿Quién es Evan?!

-¡Bondevik! 

-¡Maldito Imbecil!- grito obstinado el capitán a la vez que se asomaba para observar al agua y ver al chico (que ni siquiera le vio la cara y no identifico, en realidad, ni siquiera sabia quien era el tal Evan Bondevik) intentando mantenerse en flote, mientras evitaba que la corriente producida por el barco lo llevara a las aspas y muriera de manera patética. Para cuando Donovan se disponía a saltar para salvarlo, una cabellera oscura paso a su lado con un salvavidas naranja en el brazo y se le vio saltar de manera olímpica por la borda- … ¿y ese? 

-¿¡Que dijo Capitán!?- El chico, con unos anteojos de pasta gruesa que aun intentaba disparar el solo los pesados proyectiles con una compleja arma la cual obviamente no sabia usar, solo recibió un golpe en la cabeza por parte de Donovan (Muy poco en comparación con lo que quiso hacerle en ese momento, algo relacionado con el rifle y su cabeza)

-¡Nos retiramos!, ¡Todos!, ¡Retirada ahora!- La orden que apenas se escucho entre el caos fue bien recibida y casi en segundos se podía ve a todos los jóvenes marineros dentro del barco, con el sudor cristalizándole el rostro y los ojos llenos de terror, ¿Y quien dijo que la guerra era bonita? 

-¡Espera!, Tu y Tu- dijo señalando a los últimos que entraban- Lánzale una cuerda al torpe y al suicida que fue a buscarlo- y dicho esto paso adentro cerrando consigo la puerta, dejando a cuatro marineros a la merced de los explosivos que aun llegaban desde el barco enemigo, el cual se le veía mas cerca. Los mencionados soltando maldiciones por su suerte, corrieron a socorrer a los hombres que estaban en el agua protegidos únicamente por un salvavidas naranja y el propio Dios. La gruesa cuerda callo al agua y ambos, pesados por la ropa mojada, lograron subir por un costado del barco, sintiendo aun los delgados proyectiles de su enemigo rozándole el cuerpo y las mejillas. 
Ya sobre el barco y supuestamente a salvo, los cuatro marineros tocaron la puerta y lograron pasar a resguardarse dentro de la fortaleza, que ya empezaba a moverse. 

-A ver, a ver- Dijo el capitán, ya viendo que tenía a sus cadetes juntos, sanos y salvos (o eso creía)- ¿Quien fue el imbecil que se callo al agua?

Tuvieron que pasar unos cuantos segundos de duda hasta que una temblorosa mano se alzo entre la multitud y su propietario caminara hasta quedar adelante. El capitán no pudo evitar su sorpresa.

-¡Pero si es la nena!- dijo sonriendo con sorna al ver la delgada figura que de una manera u otra sobresalía de los altos y fuertes marineros - Ya me decía yo, el Bondevik me sonaba de algo- El hombre se acerco y se vio obligado a agacharse para poder mirar al chico que aparentaba menos de diecisiete años- Ahora no me extraña que el hijo de un panadero y una ama de casa se cayera por la borda de mi barco- se acerco tanto que el aliento de ambos chocaba con el contrario y el miedo y el nerviosismo del menudo joven se olía con tanta fuerza como si se acababa de aplicar el perfume mas fuerte- no se que haces aquí chico, pero estas haciendo el ridículo.

Se separo sin esperar una respuesta. Miro al chico con altanería, una mirada de “jálame las bolas” con una sonrisa digna del hombre mas hijo de puta del planeta, por supuesto, ese era el general Donovan. 

-¿Quién fue el suicida que se creía héroe y salto a salvar a la princesa?

No hubo respuesta. 

-¿¡Acaso no me escucharon cuerda de maricas?! 

-Señor…-Una tímida voz salio desde el fondo, y uno de los cadetes se vio salir de entre los demás- Fue Johnson…pero se desmayo. 

La carcajada del capitán fue tan alta y estruendosa, que pudo haber resonado incluso hasta afuera del barco. Respiro intentado parar de reír y volvió a ser un hombre serio -Al llegar a tierra tiren al héroe en la clínica- dijo a su vez que se daba la vuelta y regresaba a su oficina de control- el cadete prodigio se desmayo por saltar al agua, patético.


*****

 

Base medica de la Costa Oriental. 


En otra parte, médicos y enfermeras corrían de un lado a otro en la casa que se había habilitado como clínica para la guerra. La mansión de tres plantas acabada por el tiempo fue desmantelada de cualquier lujo para recubrirla con los enfermizos colores de la salud, y vuelta a decorar con sillas carentes de estilo, camillas sobrias y estantes con intimidantes utensilios médicos, algunos poco ortodoxos. El olor de alcohol, antisépticos y sangre estaba tan patente en el ambiente que a los minutos de entrar o te olvidadas que estaba ahí o empezabas a olerlo incluso estando en aire limpio. Se te metía en la cabeza. 
En toda la casa se veía a médicos, enfermeras y militares moviéndose, subiendo y bajando escaleras, con las manos vacías o llenas, todos con la misma meta: atender al Doctor Lukas Schwartz. 

La persona quien había ido a socorrer a un grupo militar herido en plena trinchera, a unas horas de distancia, había sido golpeado de lleno por un proyectil y luego de horas intentando mantenerlo estable, se encontraba muerto en una camilla dentro de las muchas habitaciones de la clínica improvisada. Una enfermera lo tapaba de pies a cabeza y dos médicos anotaban la fecha y hora de defunción, a su vez que otras personas, preocupadas y escandalizadas al verse sin un medico a quien estar a cargo corrían de un lado a otro pensando y cuadrando a un reemplazo. 

Pero sin ser pedida, la solución llego pronto. 

-¡¿Hey que desorden es este?!- pregunta un militar que acababa de entrar con dos maletas en ambas manos. Tenía el cabello gris y la cara desfigurada por los años.

-¡El doctor Schwartz ha muerto!- grito una enfermera ahogándose en lagrimas- no hay nadie mas con experiencia a horas de viaje, todos los médicos aquí son estudiantes y aunque no lo muestren están igual o mas asustados que yo, y a cada rato entran heridos, ¡Morirán!, ¡Morirán nuestros soldados y seremos los mas afectados en esta estupida guerra!, ¡Y luego de ellos vendremos nosotros!, ¡Oh mis hijos!, ¡¿Quién cuidara a mis hijos?!

-¡Cálmate mujer!, ¿Por qué hay tantos estudiantes y un solo profesional?

-¡Oh!, ¿no lo sabe? el gobierno es muy estupido, muy, muy, muy estupido- contesto la afligida mujer a su vez que secaba sus propias lagrimas y se sorbía la nariz- prefieren dejarle a los profesionales a las zonas mas pobladas, y darnos a nosotros los futuros médicos para no tener perdidas en las ciudades, pero es al revés, aquí hay jóvenes que ni siquiera saben suturar, en estos últimos meses ha habido demasiadas perdidas, ¡Ni los buenos militares nos mandan!. ¿Acaso no pueden repartir a los médicos de forma equitativa? Incluso tenemos menos personal que otros lugares, ellos creen que nadie llega acá, creen que seremos los últimos en recibir a un herido, ellos creen que aun no hemos visto a hombres con el rostro desfigurado o con las tripas arrastrándolas por el suelo, no señor, no, pero en realidad, es lo que mas se ha visto –la mujer sorbió los mocos de nuevo e intento respirar, miro al techo evitando mas lagrimas- se ha abierto un campo de guerra a unos tres kilómetros, y la costa mas cercana la tomo la marina y sus cadetes, desde ese momento, esta clínica improvisada es un caos, el doctor Schwartz fue a atender un escuadrón con una sonrisa en el rostro y llego con el estomago abierto, demasiado para mi. 

-Señora eso es horrible…

-¡Claro que es horrible!, ¡a ese hombre no le importaba su propia seguridad!, ¡¿A que loco se le ocurre?!, ¡cometer semejante error!, y cuando perdamos mas vidas y esta guerra, ya veras a los demás del gobierno quejándose de la ineptitud del ejercito, al igual que lo hacen cada año. 

-Si, si, eso si lo he visto, y lo he vivido también- el hombre suspira cansado y luego le da una sonrisa a la mujer- pero les he traído una pequeña sorpresa. 

-Pero que locura habla, esto no es momento para sorpresas, estamos de luto y estado critico, casi no tenemos médicos y si nos llega alguien grave se va a morir, estos pobres chicos, los han sacado a patadas de la facultad a ejecutar un servicio para el que aun no están listos. 

-Vera, cuando me entere que el doctor Lukas había sido herido, sabía que iba a morir. Para ese entonces estaba en las oficinas y escuche como el militar herido pedía ayuda, y esta vez no era por el, y pues, las heridas de esos proyectiles siempre son mortales, a mi hermano lo mato una cosa de esas- hizo una pausa y en el rostro mayor se dibujaba una suave sonrisa - y pues sabia que para nuestra desgracia el doctor no iba a sobrevivir, así que maneje unas horas y llegue a un pequeño pueblo, donde sabia que encontraría la sorpresa para ustedes. 

-Muy bien, ¿y que es?- contesto la mujer que aunque aun no paraba de llorar, se le veía entre curiosa y escéptica.

-Venga conmigo desconocida- la tomo del hombro a su vez que se sonrojaba por el lógico apodo. Salieron de la casa y el hombre señalo adentro de un auto que estaba en todo el frente- dígame, haber si su vista esta tan buena como yo espero, ¿Qué ve dentro del auto? 

-Pues veo un joven…-se seco las lagrimas con la manga del vestido rosado pastel e intento volver a enfocar la vista. 

-Pero no es cualquier joven- El hombre soltó un fino y agudo silbido, el chico dentro del auto vio al uniformado que le hacia señas para que saliera, el aludido hizo lo pedido y saliendo del pequeño Volkswagen negro se acerco a las dos personas- dígame, mujer, ¿a quien se parece?

La enfermera abrió los ojos sorprendida y una graciosa letra O se vio en sus labios, el color se le subió a la cara y por un momento pareció que se paraba en puntillas, cualquier rastro de tristeza se había borrado del rostro- no puede ser…-fue lo único que se limito a decir. 

-Ah, si, si puede ser- contesto el hombre entretenido con el rostro de la mujer- quizás no sea tan experimentado, pero es un genio. Y yo también lo soy, debo agradecer a mi ingenio de comunicar las líneas de radio de esta zona con las de mi oficina –sonrió complacido- usted sabe, modestia aparte. 

-No me diga que el…-señalo la mujer sin reparo al chico, que se le veía confundido- ¡No puede ser!- la enfermera corrió y paso los dedos por el rostro del recién llegado, las cejas delgadas y finas, la nariz respingona, los labios delgados y rosados, hasta por los grandes ojos azules. Tampoco sintió vergüenza en tocar el cabello liso y azabache que brillaba con la luz del sol, o al pasar las manos por el fuerte pero delgado cuello, o los hombros anchos, hasta tomo las manos blancas y finas entre las suyas. Se ocupo de evaluar cada parte visible de el, hasta comprobar lo obvio que llevaba rato gritándole en la cabeza.

-…H-hola…¿Hola?...soy Mathias Schwartz. 

La mujer chillo como una adolescente emocionada frente a su ídolo de la vida y entro corriendo a la clínica vociferando “¡Tenemos medico!, ¡Tenemos el mejor medico!, ¡Tenemos un pez gordo!”. El uniformado soltó una carcajada, Mathias se rió con el mientras desde afuera se escuchaba el escándalo resultante del nuevo caos que había llevado la desconocida enfermera adentro de la casa. Ya se podía ver a la gente asomándose hacia afuera para ver a las dos personas al lado del auto.

-Te dije que causarías conmoción 

-Pero no creí que fuese de esa manera

-La verdad es que yo tampoco- el hombre lo tomo del hombro con sus gordas y callosas manos y lo guió dentro de la casa- ven, todos querrán verte…además deje tus maletas atravesadas adentro.

-Eres un descuidado, Thomas, a ver si alguien se tropieza y se cae con ellas

-Bueno, tenían tu nombre, ¿no?

-…No- Mathias se ríe

-Entonces tú también eres un descuidado

-Supongo que si. Por lo menos si alguien se lastima, el culpable será anónimo

-Hasta que te vean recogiendo tus chécheres. Vele lo bueno, será tu primer paciente en este caos –ambos hombres rieron con la idea y prosiguieron a ir a la casa.

Cuando entraron al sitio, una ola de personas les cayó encima. Unos preguntaban, otros se limitaban a observar y los atrevidos manoseaban al recién llegado tal y como lo hizo la enfermera. Las expresiones de asombro salían a cada rato de bocas distintas y todas caían en el mismo tema del inmenso parecido que tenia el chico con su difunto padre, las ideas escépticas de por ser aun un niño y que se había graduado de la escuela de medicina a corta edad y cualquier otro rumor que hubiese corrido en el pasado sobre el hijo menor (y el único sucesor medico de la familia) de Lukas Schwartz salían a flote y en la cara del aludido. 

A Mathias ya le faltaba el aire de tanta gente encima. Pudo sentir una mano que lo jalaba hacia fuera y lo sacaba del bullicio. 

-¿conseguiste mis maletas?- Le pregunto a Thomas a la vez que le hombre se las entregaba. 

-Tal y como me las diste hace rato. 

La nube de personas se acerco de nuevo y el militar tuvo que abrir espacio para el joven medico. Salían exclamaciones y preguntas que se mezclaban con los susurros y todo acaba en un inentendible escándalo que se escuchaba hasta el ultimo piso de la casa y una cuadra fuera de la clínica, hasta cualquier persona que pasaba y cualquier interno que se pudiese mover por su cuenta se asomaba para ver de que iba ese desorden nunca antes visto. 

Mathias pudo sentirse como un autentico bicho de feria. 

-¡Bueno, bueno!, ¡Con calma!, ¡Esto no es una función de circo y el joven no es un espécimen extraño así que por favor no lo manoseen mas!- Grito Thomas en un intento de poner orden- ¡El chico aquí presente es Mathias Schwartz y es el hijo menor de su difunto medico Lukas Schwartz!, ¡Cuando me entere de su herida lo he ido a buscar por voluntad propia ya que considere buena idea su presencia para reemplazar a su padre!, ¡Se graduó de la academia a los 19 años y tiene experiencias con enfermos y heridos!- el hombre mayor respiro hondo recuperando aire, pero en lo que cayo el bullicio inicio de nuevo- ¡Silencio por favor!, ¡lo están asustando!, ¡Si tienen una pregunta levanten la mano!- una ola de manos se levantaron al mismo tiempo- bien eso fue una mala idea…¡Levante la mano si tu nombre empieza por A!- tres enfermeras y dos residentes levantaron la mano- Señoritas, caballeros…

-¿¡Cuantos años tiene?! 

-¿¡Ha hecho cirugías?! 

-¡¿Qué tipos de cirugías has hecho?! 

-¡¿Has trabajado en plena guerra?! 

-¿¡Tiene novia?! 

Mathias se río avergonzado ante la ultima pregunta, ahora no sabia como sentirse, ¿Estaba obligado a responder a cada pregunta que le hicieran?, ¿Y si esas mujeres salían con alguna cosa loca?, le espantaban algunas (La mayoría) de las mujeres, a veces eran tan descaradas y sinvergüenzas, ¿no les daba pena?, sacudió el pensamiento y se aclaro la garganta para responder- Tengo 21 años, desde que me gradué he hecho cinco cirugías, tres ambulatorias, una de apendicitis y la otra de bala, no tengo experiencia en la guerra…y no tengo novia- chillidos por parte de las enfermeras mas jóvenes se hicieron escuchar, Thomas rodo los ojos y pidió a las personas cuyos nombres empezaban por B y saltaron dos hombres- Caballeros… 

Y así salieron muchas preguntas mas, todas por personas de la A a la Z (Mathias agradeció que no hubiese mucha gente de todas formas), algunas laborales, otras personales, otras demasiado personales que Mathias se limito a no contestar. A medida que iba contestando las personas se dispersaban mas, al parecer recordaban que tenían trabajo que hacer y se iba yendo cada quien a laborar. Al rato ya todos aceptaban como gente civilizada a su nuevo medico. La calma reino en la clínica como si nada nunca hubiese pasado, pero una cosa es aceptar, y otra cosa en confiar. 

El chico tenía que ganarse la confianza del equipo que tenia su padre.

Notas finales:

Y eso es el prologo .w. 

...tenia tiempo sin pasar por aca XD! asdfsd espero que les haya gustado. 

 

* En realidad Trondheim es una base aero naval de Noruega XD tiene su relacion, pero por favor por no incluir politcas ni para ponerme a inventar mucho, imaginemos que es un pais ficticio, vale? XD


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