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Wicked Game por Tail End Charlies

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Notas del fanfic:

Sé lo que estáis pensando: "¿Yesung/Donghae? Estás loca." Es que lo hice a suertes y me salieron esas parejas principales XD Tranquilas, hay más parejas imposibles a lo largo del fic.

En total son siete capítulos y actualizaré los viernes.

Lee Donghae, sentado en el suelo de la sala, veía y corregía a los menores que practicaban una coreografía. Era profesor en una escuela de baile y enseñaba a niños de entre diez y doce años, por las mañanas y por las tardes; ese trabajo le ayudaba a ahorrar para poder conseguir su sueño: irse a Estados Unidos y poder tener una carrera como bailarín. Y mientras conseguía ese dinero poco a poco, enseñaba a niños. Aunque con casi veintiséis años quizá era demasiado tarde para eso, pero él no desistía.

 

Ahogó una carcajada cuando uno de los niños tropezó y dio con el culo en el suelo. Los que no se contuvieron con sus risas fueron los compañeros del caído, que seguían haciendo burla mientras el otro se levantaba y se sobaba el trasero haciendo una mueca de dolor.

 

—Venga, chicos, centraos —ordenó, aún con una sonrisa divertida en la cara.

 

Eran buenos muchachos, algunos muy buenos bailando, quizá no muy elegantes en sus movimientos, pero si seguían esforzándose, más de uno iba a tener un gran futuro como bailarín. Como ese pequeño, por ejemplo, Shindong, que sobresalía por encima de los demás, y con diferencia. Donghae estaba muy orgulloso de ellos y de sí mismo por el buen trabajo que estaba haciendo con los chicos.

 

Observó la hora en el reloj colgado de la pared: las cinco. Se levantó y se acercó a la mesa donde descansaba el equipo de música, el cual apagó. Jadeantes, los niños dejaron de bailar y lo miraron.

 

—Lo habéis hecho bien, pero deberéis practicar más: la coreografía no es tan complicada como para que llevemos con ella casi dos semanas.

 

Alguno de ellos gruñó mientras salía de la sala, otros simplemente habían hecho oídos sordos; muchos de ellos sólo eran niños cuyos padres los habían metido ahí para no tenerlos todo el día en casa, tampoco es que aspiraran a ser un Fred Astaire coreano o algo parecido. Una vez se hubieron marchado Donghae recogió sus cosas y salió, encontrándose en el portal de la escuela a su novio Kyuhyun. Sonrió feliz y se acercó a él para poder besarlo con suavidad.

 

—Te he echado de menos —susurró Kyu en su oído.

 

—Qué tonto, pero si me has visto hace unas horas —replicó, sonrojado hasta las orejas.

 

Cho Kyuhyun tenía veinticuatros años y teniendo una familia rica no estaba muy preocupado por su futuro; se lo estaba tomando todo con bastante calma, emborrachándose los fines de semana junto a su amigo Heechul; les gustaba más la fiesta que a un tonto un lápiz. Donghae, de talante más calmado y casero, le dejaba su espacio y aceptaba el que su pareja fuera más juerguista. El resto de la semana Kyuhyun no hacía nada, quedaba con Donghae, con sus otros amigos, con Heechul de nuevo en busca de más fiestas y poco más. Sí, se lo estaba tomando con calma.

 

Se conocían desde la secundaria, pasando de simples amigos a mejores amigos según transcurría el tiempo, emparejados desde hacía dos años. Pero desde que eran pareja que Donghae había ido perdiendo amigos por el camino, y es que se había centrado demasiado en Kyuhyun, dejando como secundarios prescindibles a todo aquel que no fuera su chico. Aunque a Hae tampoco es que le importara mucho, estaba con Kyu y a él era al único que quería seguir manteniendo en su vida.

 

Cogidos de la mano, Donghae le estaba explicando cómo le había ido su clase con los niños mientras Kyu le iba dando besos en el cuello, interrumpiendo al mayor a cada rato, el cual empezaba a ponerse nervioso ante esas demostraciones tan públicas.

 

—Kyu, para, llegaré tarde —pidió, en mitad de un jadeo. El menor se separó a regañadientes.

 

—Aún no entiendo por qué vas a tomar clases de inglés. —Donghae suspiró.

 

—Ya te lo he dicho, si quiero ir a América tendré que saber el idioma, ¿no?

 

Kyuhyun chasqueó la lengua; eso de que la gente tuviera sueños y esperanzas era algo que no le terminaba de entrar en la cabeza. Para él era suficiente terminar un sábado con una buena melopea y sin recordar nada al día siguiente. Donghae no dijo nada, cada vez que salía el tema terminaban discutiendo, y es que el menor no lo apoyaba en su decisión, incluso a veces parecía que le daba igual lo que fuera a hacer en un futuro. Pero Hae lo amaba, así que prefería no insistir para no crear problemas.

 

Llegaron a su destino y se pararon delante de un gran edificio, una escuela cualquiera donde por las tardes, cuando los escolares terminaban su jornada, los mayores de veinte ocupaban el lugar, algunos para ampliar sus estudios, otros para retomarlos porque los habían dejado antes de tiempo por cualquier razón, otros, como Donghae, para aprender un nuevo idioma.

 

Observó a su alrededor, viendo como entraba y salía gente. No lo diría en alto, pero estaba un poco nervioso, eso de comenzar a estudiar de nuevo, aunque fuera una lengua extranjera, lo tenía un poco acongojado; hacía años que no abría un libro, había perdido los hábitos de estudio. Miró a Kyuhyun, el cual veía todo con cara de aburrimiento, y lamentó el que no lo apoyara un poquito.

 

—¿Me vendrás a buscar? —preguntó el mayor.

 

—He quedado con Heechul. Te llamaré más tarde, ¿vale?

 

Donghae asintió con la cabeza, desilusionado. Kyu lo besó con intensidad, olvidando que estaban en plena calle y no en la intimidad de su casa, y tuvo que empujar un poco para separarlo, y es que el menor era demasiado fogoso y siempre tenía ganas de llevárselo a la cama, aunque tampoco le hacía falta tener un lecho cerca para hacérselo a Hae.

 

—No te aburras mucho. Te amo —declaró Kyu antes de robarle un último beso.

 

—También te amo.

 

Y vio cómo se alejaba, notando como tenía el pulso disparado, sonriendo como un bobo. Pero la felicidad le duró poco; observó de nuevo el edificio y un nudo molesto se le instaló en el estómago. Respiró hondo varias veces y entró en el lugar, buscando el aula donde pasaría dos horas de su vida tres veces por semana durante los siguientes meses. Tuvo que preguntar varias veces, pero finalmente la encontró. Abrió la puerta y se ruborizó cuando once personas se giraron para mirarlo. Cohibido y aún más nervioso, con la mirada sin despegarse del suelo, se sentó en el primer lugar que encontró vacío.

 

Sin apartar la vista de la mesa, esperó con paciencia a que el profesor llegara, pensando que ni siquiera había recordado traer una liberta o algún bolígrafo. Pues empezaba bien. Jugueteó con sus dedos, pasó una uña por una rozadura de la mesa, cruzó y descruzó las piernas varias veces y entonces notó una mirada insistente sobre su persona. Observó de reojo al chico que tenía al lado, una mesa a la izquierda, del cual no se había percatado de su existencia hasta ese momento. Parecía tener su edad, con pómulos prominentes y un tono berenjena coloreando su pelo.

 

—Hola —saludó el desconocido.

 

—Hola —susurró Donghae.

 

—Kim Jongwoon, pero mis amigos me llaman Yesung.

 

—Lee Donghae, pero mis amigos me llaman… Donghae.

 

Eso había querido sonar gracioso, de hecho, Hae sonreía divertido, pero el tal Yesung no movió un músculo de su cara. La sonrisa del bailarín se borró y miró al frente muerto de la vergüenza.

 

—Ah, vale, ahora lo pillo. —Y oyó como Jongwoon reía con suavidad. —¿Te gustan las tortugas? —preguntó de improviso, Donghae un tanto descolocado por el cambio de tema tan abrupto.

 

—Me dan igual. —Durante un segundo Hae creyó ver un brillo de desilusión en los ojos de Yesung, pero no estaba muy seguro.

 

—A mí sí, tengo tres. Trabajo en una tienda de animales todas las mañanas. ¿Me permites un comentario? —Donghae estaba aturdido ante tanta información, es más, estaba seguro que Jongwoon ni había parado para respirar.

 

—Sí, claro, supongo.

 

—Tienes ojos de cachorrillo, así, tristones y muy tiernos.

 

Donghae parpadeó varias veces, confundido; si hubiera podido se habría mirado los ojos. Era la primera vez que le decían algo así y no sabía cómo tomárselo, si como un halago o como un insulto. Yesung lo miraba una vez más sin ninguna expresión en la cara, como si fuera haciendo ese tipo de declaraciones todos los días.

 

—Gracias, creo —susurró, todavía un poco desconcertado.

 

Y el momento incómodo se vio interrumpido cuando entró un hombre en el salón maletín en mano, aunque aparentaba ser más bien un adolescente portando un maletín de adultos. Lo dejó encima de una mesa y sacó unas fotocopias que fue pasando entre los alumnos mientras se presentaba.

 

—Me llamo Kim Kibum y seré vuestro profesor de inglés los próximos meses.

 

—¿Me prestas un bolígrafo? —pidió Donghae en voz baja inclinándose hacia Jongwoon. Este asintió con la cabeza y le alcanzó uno, el cual tenía dibujos de tortugas. No sabía el por qué, pero Hae no se sorprendió por eso.

 

Fueron las dos horas más largas en la vida de Donghae, y es que no recordaba haberse aburrido tanto, pero había intentado esforzarse porque el resultado de todo aquello le convenía. Se desperezó y se levantó de la silla con el trasero dolorido por estar tanto rato sentado. Sólo eran las siete y media y no le apetecía volver a casa; vivía solo y a una casa vacía era el último lugar donde le apetecía ir, Kyu había quedado con Heechul… Suspiró desganado y metió las fotocopias en su bolsa de deporte.

 

—¿Me lo devuelves? —Miró a Yesung, el cual observaba su bolígrafo de tortugas. Donghae rió con nerviosismo.

 

—Sí, claro, perdona.

 

—¿Haces algo ahora? —inquirió Jongwoon.

 

—No, ¿por qué?

 

—Porque te invito a tomar algo, aún es pronto para encerrarse en el calor del hogar.

 

A Donghae ni se le pasó por la cabeza negarse, es más, casi estuvo a punto de abrazar al mayor por tener esa gran idea. Y, bueno, Jongwoon parecía alguien muy agradable, extravagante, pero muy agradable.

 

()

 

Escondió más la cara en la almohada, ahogando así un grito de placer cuando Kyuhyun le mordió en un hombro. Los dedos del menor se le clavaban en las caderas, pero para lo que a otros les sería doloroso, a él eso sólo lo enardecía más, le hacía pedir por más, le hacía gemir más. Entre ellos siempre era así, brutal, salvaje, casi un acto belicoso más que amoroso, aunque entre ellos no había amor, sólo era una manera de desahogarse, para Kyu, una manera de olvidarse de tanta ñoñería y ser un poco más él mismo.

 

—Joder, Kyu… Ahí… Otra vez… —pidió, en mitad de un gemido ronco.

 

El menor no se hizo de rogar, aumentando la profundidad e intensidad de sus penetraciones, pero entonces paró, arrancando un gruñido de desaprobación del otro, lo giró y lo penetró de nuevo de forma feroz, el mayor arqueándose mientras un gemido gutural le desgarraba la garganta. Eso era lo que quería ver Kyuhyun, su cara contraída por el placer, sus ojos cerrados con fuerza mientras le gritaba por más. Verlo sometido.

 

—Mierda… eres tan… —Pero el menor se vio interrumpido por un gemido propio.

 

Kyuhyun creía tener el control, que podía hacer con el otro lo que quisiera, creía que mandaba, pero no era así, Kim Heechul era el que movía los hilos, el que hacía y deshacía como se le antojaba, y le divertía comprobar que el menor se creía el amo y señor de su “relación” por conveniencia. Aún le parecía más divertido el que Kyuhyun le fuera infiel a su novio cuando siempre decía que lo amaba tanto. Sí, viva el amor sincero.

 

Ambos eyacularon y Kyu se dejó caer al lado del mayor mientras los dos intentaban recuperar el aire, el sudor corriéndoles por el cuerpo, el corazón latiéndoles de forma desbocada. Unos minutos después Heechul se levantó de la cama.

 

—Voy a darme una ducha. —Viendo que Kyu no se movía del lecho, alzó una ceja. —¿No vienes? —preguntó, de forma insinuante. El menor lo siguió como un perrito, y es que ese hombre lo tenía loco.

 

()

 

Yesung y Donghae entraron en un bar bastante concurrido a esa hora. Se quedaron de pie al lado de la barra y pidieron unas cervezas mientras seguían conversando. En ese rato, Hae había descubierto que Jongwoon era una persona muy ocurrente y divertida, aunque tenía algunos comentarios y actitudes un poco extrañas, pero aun así creía que el mayor era alguien interesante. Pero le avergonzaba un poco el hecho de que, de vez en cuando, lo llamara “ojos de cachorro”, apelativo que lo incomodaba un poco pero que a la vez le sacaba una sonrisa.

 

Notó un brazo rodeando su cintura y unos labios besándole la mejilla que le arrancaron un suspiro; reconocería al dueño en cualquier parte.

 

—¿Qué haces aquí, cariño?

 

Donghae giró un poco la cabeza a un lado y vio a Kyuhyun sonriéndole con ternura, lo cual ocurría en contadas ocasiones. Se acercó un poco más al menor y lo besó con suavidad, percatándose que detrás de su chico esperaba Heechul, sonriendo de forma torcida.

 

—He venido con un compañero de clase. Jongwoon, te presento a Kyuhyun, mi chico, y a Heechul, un amigo.

 

Los tres se saludaron y mientras Kyu intercambiaba algunas palabras con Yesung, Hae observó con disimulo a Heechul. Este había sido amigo de toda la vida del hermanastro de Kyuhyun, Jungsoo, también conocido como Leeteuk. No veías al uno sin el otro, iban juntos a todos lados, pero un día su amistad se rompió; nadie sabía por qué, nadie preguntó, pero a todos les extrañó. Lo más raro de todo fue que, a pesar de ser cinco años mayor, Heechul comenzó a juntarse con Kyuhyun, convirtiéndose así en su nuevo mejor amigo. Se rumoreaba que Kyu era un sustituto de su hermanastro, lo cual irritaba en demasía al menor, que tenía demasiado orgullo como para ser el sustituto de nadie.

 

A Donghae Heechul ni le gustaba ni le disgustaba, le era bastante indiferente, lo aceptaba simplemente porque era amigo de Kyuhyun. Lo conoció un día que fue a casa de Kyu para hacer un trabajo de clase; por ese entonces Heechul aún era una extensión de Leeteuk y más de una vez pensó si no serían pareja, pero Hee revoloteaba de cama en cama y no estaba seguro de que, en el caso de tener algo más, Jungsoo aprobara ese tipo de comportamiento, siendo que lo veía como a alguien más fiel y leal. Así que al final decidió que sólo eran muy buenos amigos.

 

Durante la hora siguiente, como observador objetivo e imparcial, Yesung notó algo fuera de lugar en ese trío; Donghae cariñoso con Kyuhyun, y aunque este último lo trataba de igual forma, de tanto en tanto se le escapaban algunas miraditas hacia Heechul que eran de todo menos amistosas, las cuales le eran devueltas con la misma intensidad. Yesung frunció el ceño al notar hacia dónde se dirigían sus pensamientos; eso de las infidelidades era algo que lo enervaba y molestaba demasiado como para sentirse a gusto con Kyuhyun y Heechul. Creía que era de sinvergüenzas que se comportaran como si nada pasara delante de Donghae, que parecía desvivirse por su pareja.

 

Aunque tampoco podía sacar conclusiones de manera tan precipitada, quizá estaba viendo cosas que no eran, pero en las pocas horas que había pasado con Donghae, había tenido la impresión de que el menor era alguien demasiado confiado e ingenuo, demasiada inocencia en ese metro setenta. Dio un sorbo a su bebida y vio que Donghae le sonreía.

 

—Lo siento, quizá te estás aburriendo —comentó Hae, un tanto avergonzado por haber dejado de lado al mayor. Jongwoon negó con la cabeza, sonriendo a su vez.

 

—No te preocupes, no estoy aburrido. —En realidad estoy bastante entretenido intentando decidir si tu novio es un hijo de puta, pensó Yesung observando a los otros dos.

 

—Cariño —llamó Kyuhyun captando la atención de Donghae —, Heechul y yo vamos a buscar alguna fiesta. —Abrazó a su pareja por la cintura y acercó los labios a su oído. —Espérame despierto, iré a tu casa —pidió mientras mordisqueaba su lóbulo. Donghae se estremeció entre sus brazos y ahogó un suspiro.

 

—No, ya sabes que mañana trabajo —comentó, con debilidad. Kyuhyun bufó y se separó.

 

—Caray, qué aburrido eres. —Se encogió de hombros y lo besó. —Supongo que forma parte de tu encanto. Si no es muy tarde te llamaré.

 

Yesung estaba por saltarle al cuello y arrancarle la nariz de un mordisco; qué cínico, mentiroso y… Bueno, no le llegaban los apelativos para describir a ese tipo. Vio a Heechul observando la escena con diversión, pensando a saber qué cosas. No, ahí había algo y Donghae ni se había dado cuenta. Sintió pena por él, porque no se merecía que lo engañaran de esa forma. Ambos vieron como salían del local.

 

—¿No te molesta que se lleven tan bien? —preguntó Jongwoon. Donghae observó de forma distraída su jarra de cerveza ya vacía durante unos segundos y luego miró al mayor, sonriendo.

 

—Heechul no es una buena influencia para Kyu, pero no tiene tantos amigos como para ir perdiéndolos.

 

—Y tú, ¿tienes amigos?

 

Donghae sintió esa pregunta como un golpe bien dirigido. No, no tenía amigos, y creía que con Kyuhyun tenía suficiente. No respondió y Yesung tampoco insistió.

 

()

 

A media noche salió de la habitación y se dirigió a la cocina a por un poco de agua. No era la primera vez que se quedaba a dormir en casa de Kyuhyun, en su cama, así que ya se conocía el piso del derecho y del revés. Cuando llegó a la cocina vio que en ella se encontraba Jungsoo, que, de espaldas a él, enjuagaba un vaso de donde había bebido un poco de leche. Heechul lo miró, repasando el cuerpo que se presentaba delante suyo, y se mordió el labio inferior, decidiendo que había sido un estúpido y que en su momento había cometido el mayor error de su vida.

 

Se acercó en silencio a Leeteuk y lo abrazó por detrás, pasando los brazos por su cintura, repartiendo besos por su nuca. Jungsoo se giró entre sus brazos y lo observó con frialdad y cierto punto de desagrado. Lo apartó con firmeza y pasó por su lado.

 

—Cómo vuelvas a hacer algo así, te parto los dientes.

 

Heechul suspiró molesto y se cruzó de brazos. Pues si pensaba que iba a dejar de insistir, iba listo. Jungsoo maldijo mil veces a Hee cuando se metió en la cama, tapándose con las sábanas con más fuerza de la necesaria. Ese desgraciado, después de cómo lo trató hacía tres años, y ahora venía de buenas. ¿Acaso pensaba que era como el estúpido de su hermanastro? ¿Qué era como los imbéciles con los que se acostaba? Todos le iban detrás como si fuera algún tipo de Dios, como si él les diera algo que no tuviera cualquier otro, pero Jungsoo conocía la peor cara de Heechul y sabía cómo ignorarlo y salir indemne. Sí, en su momento habían sido casi como hermanos, pero la bocaza de Heechul lo mandó todo a la mierda.

 

()

 

Eran las dos de la mañana y Donghae seguía despierto esperando una llamada de Kyu. Comenzaba a preocuparse cuando dieron las tres y el menor no daba señales de vida. Decidió enviarle un mensaje con el teléfono móvil.

 

Kyu, ¿estás bien? No me has llamado. Te amo.

 

Veinte minutos después por fin recibió una respuesta.

 

Joder, que estaba durmiendo. Te llamo mañana. Te amo.

 

Ya más tranquilo, Donghae por fin se durmió, aunque quizá no habría pegado ojo si hubiera sabido que había interrumpido a Kyu y a Heechul.

 

 

Notas finales:

El domingo último capítulo de My heart draws a dream y el viernes que viene más Wicked Game.


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