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La Hija De Kamijou por kakashiruka

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Notas del fanfic:

El fic no es un Mpreg. 

En el segundo capítulo se explicará más sobre de dónde salió la chica.

Notas del capitulo:

Holas a todos! ^^

Me pregunto como están, espero que bien y estudiando ^^. Yo estoy en medio de una semana con demaciados examenes, espero que los apruebe... espero XD jkajakja.

Hoy les traigo un fic de índole Nowaki/Hiroki... creo que es el primero que presento de esta pareja. Espero que os guste y que lo disfruteis. 

En lo posible tendrá 2 capítulos (rezo por que no sean más de 2) asique esperen la segunda parte que aclarará muchas cosas ^^.

De lo que es yo celebré mi cumpleaños hace poco (27 de septiembre), y eso XD mantengo la promesa de terminar "editorial Konoha" XD y les invito a mis demás obras ^^ también tengo interes en escribir originales ^^ y hace poco publiqué un one shot KakaIru para el cumpleaños de kakashi, principalmente era un concurso, y adivinen... gane!!!!! creo que no soy tan malo XD 

Les invito a agregarme al facebook que aparece en mi perfil y que sigan mi blog! ^^ estamos avanzando cada día más =D 

Muchas gracias por preferirme nuevamente, me encantaría saber de ustedes, asique no duden en presentarse y conversar ^^ nos veremos pronto =D 

Después de haber terminado con él seguía viéndolo de vez en cuando. Sin sexo, mucho menos los besos, pero de alguna u otra forma llegaba a topárselo en algún café, o plazoleta, en que el destino los siguiera manteniendo unidos. Pero ahora debía encontrarlo, no por deseo corporal, sino, antes bien, por la misma razón que el mismo Hiroki Kamijou hallara factible para diluir cuatro años de convivencia de amantes; una hija.

— ¿Hiro-san? — consultó con rareza.

—Es una emergencia, no puedo cancelarlo.

—Pero… es que… ahora alguien también me necesita en casa.

—No me interesa, entretenlo aquí. Alguien tiene que cuidarla — le ordenó a tono imperativo.

Y así terminaba una civilizada conversación por teléfono. Casi a medio comer su desayuno, rabiaba sobre que no hallaba traje limpio entre sus ropas, sin mencionar que la chica llevara el uniforme correctamente, juntamente con su almuerzo y bebiera la leche con cereal. Con dificultades encontró su cepillo de dientes, pero al estar escobillándose la boca, una gota blanca de la pasta calló sobre su corbata. Hizo todo un escándalo, y lo peor era la auto-negación a decir palabrotas frente a la muchacha. Corriendo fue al dormitorio, mientras ella actuaba con total naturalidad debido al cumplimiento cercano de vivir dos años así, y sacó cualquiera, ya a tal punto no importaba si combinaba o no, pero al ver el reloj se alteró; disponía de una hora para no perder el viaje en el tren subterráneo. En medio segundo ingresó un resto de documentos a su maletín, se colocó la chaqueta del traje, y agarrando de un brazo de la chica con su mochila, bajaron hasta la planta del edificio, subiéndose en auto de Kamujou.

Condujo como loco, ya que, además, iba atrasado para la escuela de la niña. Al llegar al establecimiento, descendió en un santiamén, y prácticamente volando la ingresó al aula, para luego correr al auto y conducir hasta la estación en donde se encontraría con Miyagi.

Ni siquiera saludó al profesor cuando llegaba desaliñado a la estación, es más, evadió tanto el contacto visual como el verbal con el maestro, su rabia y cansancio ya eran tantos que con suerte se preocupó de mirarse en el reflejo del vidrio del tren para ver su nefasta apariencia luego de aquel rally. Se maldijo al recordar su falta de aviso a la maestra de Mina, su hija, que otro sujeto iría a buscarla.

—Hiroki, te ves pésimo — dijo Miyagi al acercar su mano al demonio —, deberías arreglar esto…

La mano de Kamijou bloqueó todo contacto. Luego de ser sorprendido por enésima vez en una conversación comprometedora con su compañero de trabajo en la universidad por parte de Shinobu, ambos recibieron una lluvia de libros que en un principio estuvieran apilados junto a la puerta, pero que el joven rubio ocupara para satisfacer sus celos, evitaba cualquier manera que diera oportunidad a malas interpretaciones, en especial, si de alguna u otra forma, quizás en otra vida, pudiera existir algo entre ellos.

—No estoy de ánimos para que un menor de edad me mate por celos contra su amante pedófilo.

— ¡Hey! —Alegó con orgullo el hombre de cabellos más oscuros —, la semana anterior consiguió la mayoría de edad.

— ¿Ya lo sabe su padre? — preguntó sabiendo la respuesta.

—No — respondió con pesar y amargura, en particular por el delito ante la ley y su jefe, sin mencionar que era el hermano de su ex mujer.

—Es ingenuo al creer que no le harás nada mientras vives con él — escupió al ingresar al vagón, cuando éste abriera sus puertas.

 

 

Con pesar subía escalera por escalera, la luna se veía creciente y el cielo estrellado. El día había estado agotador, sin mencionar que tuvo que reimprimir la mitad de los documentos, ya que se le quedaran en el departamento por razones obvias. La presentación del proyecto se concretó a la perfección, aunque les consumiera más horas de las previstas. Además, al llegar de regreso a la estación, Shinobu esperaba a Miyagi tal esposa, pero al verlo con Hiroki se puso de pie, desde el banco en que esperara, sin pensarlo dos veces y comenzó a caminar solo. Por ende, el profesor se despidió rápidamente y le siguió las huellas a su amante antes de que fuera demasiado tarde y no le dejara entrar siquiera al departamento, o inclusive, le dieran el doble de porción de repollo.

Ahora lo que esperaba era una bañera caliente, espuma y una copa de vino en cuanto Mina se durmiera, pero entonces lo recordó; Nowaki estaría ahí. Se estancó frente a su propia puerta al pensar en él, y lo peor, a quién habría llevado a su departamento; hombre o mujer. Si es que era una mujer posiblemente fuera mayor, bella e inteligente, o quizás lo contrario, una chica joven, quizás de su misma edad, también guapa y posiblemente ella se ocupara de su hija, inclusive adivinaría que una maestra de pre-escolar, pero algo tonta e idealista, sería ideal para Nowaki. En cambio si era un hombre existían aún más posibilidades. Bajo, meloso, despreocupado, guapo y con una brillante sonrisa, o por qué no uno como el de Miyagi, algo monopolizador y huraño. Mas lo peor sería si la posición de Nowaki cambiara, y refiriéndose siempre a ésa posición. Sería algún empresario poderoso, alto, mucho más que Nowaki, amador del derroche y altanero. De todas formas un simple profesor de universidad no les era competencia académicamente, quizás la maestra de preescolar no sería problema en ese ámbito, pero cualquiera le ganaría en el área afectiva a Hiroki Kamijou, y eso le quedaba totalmente claro, a tal punto de sentir un pequeño malestar en el estomago.

Con un suspiro de suplicio abrió la puerta. Al entrar, en el living, no se hallaba nadie. No creía que Nowaki durmiera a la niña y luego llevara a su pareja al otro dormitorio, es decir, al suyo. Lo imaginaba, pero no lo creía. Tomó un florero, despojándolo de sus flores, y lo llevó en su mano hasta su dormitorio, claramente con intenciones de hacer valer su título del “Demonio Kamijou”. Fuera quien fuera, y aunque le hubiera dado de su propia boca la autorización, armaría un escándalo, sin importar hombre o mujer.

La imagen le impactó. Estaba ahí Nowaki, estirado en su cama, mientras que Mina descansaba la cabeza en el pecho de este, durmiendo ambos, al igual que un animal oscuro sobre el vientre de Kusama, mientras la televisión estaba en el canal del juego de la ruleta. No supo que pensar de la escena, no lo esperaba, y no por creer que el otro fuera un matrero, sino por el simple hecho bizarro de no poder verlo junto a otra persona, inclusive más, sin él.  De la nada el ex amante despertó como presintiendo la situación.

— ¿Hiro-san? — consultó, aún algo adormilado.

Como todo un cobarde escapó de la escena con tranquilidad en sus pasos, mas sus ojos derramaban demencia. Mientras Nowaki se iba desamoldando, el animal, que fuera un gato, se despertó, mas al acorrucarse junto a la chica volvió a dormir. Tras salir de la cama, persiguió a Kamijou sin ánimos de indagar más en su actitud al llegar, antes bien, simplemente recordar, con gusto a hiel, otros tiempos.

— ¿Cómo te fue? — consultó, yendo a la cocina, mientras el otro estaba sentado en el sofá.

—Bien. ¿No tuviste problemas al recogerla?

—Jeje — rió —, en realidad fue gracioso.

— ¿Gracioso? — consultó, serio y levantando una ceja, mientras su mirada permanecía fija en el televisor sin encender.

—Mina me identificó como la ex esposa de su padre — volvió a reír.

La respuesta incomodó a Hiroki, quien aparta de colorearse un poco, frunció el ceño. Iba a discutirle aquellas palabras, pero su boca no cedió al regaño. Concordó en guardar sus palabras para excusarse ante la maestra de la muchacha.

A los pocos minutos llegó Nowaki con dos tazas de té al sofá. El otro recibió la suya sin agradecer, como era de costumbre, y por supuesto sin contacto visual. Las palabras no fluyeron por algunos minutos, sino que la pugna de las tazas con los platillos era la cacofonía única que emulaba la habitación. Cuando Hiroki terminó su té, siendo el último, dejó la taza sobre la mesa de junto.

—Mina ha crecido mucho desde que… — rompió el silencio, Nowaki.

—Quizás debas irte… — interrumpió al ponerse de pie y escapar hacía una ventana, Hiroki.

No supo el por qué, pero deseaba escuchar ese “Hiro-san”, persiguiéndole los pasos, tal chiquillo llorón que necesita guía a sus pasos. Porque, pese a ser el mismo quien rechazara a Nowaki, no concebiría verlo con alguien más, ni mucho menos compartiendo su vida siendo feliz con otra persona y, de alguna u otra forma, no se resignaba a rechazarlo de su propiedad.

Celos.

Ahí lo notó. Quizás si no lo hubiera llamado esa mañana para que fuera a su departamento, y verlo junto a Mina, no habría renacido aquel sentimiento, ese mismo que se prometió cortar y erradicar de su corazón. Pero desconocer cada sortilegio que le dominaba en noches como ella sin duda era jugar a las escondidas con la memoria, un solaz en el que premonitoriamente sabía su inferioridad.  

—Entonces nos vemos Hiro-san — se despidió al estar poniéndose los zapatos desde la entrada—, Mina me invitó a su presentación de ballet, ¿No te molesta si voy?

—Si ella lo pidió  creo que no me puedo oponer — dijo de brazos cruzados, mirando por la ventana al oscuro cielo.

—Ten — estiró un papel que sacara de su bolsillo —, es el numero de la tienda de mascotas. Mina quería una, pero sé que te opondrás. Aunque podrías consultar, sólo por curiosidad.

Lentamente se le acercó Hiroki. Con un suspiro de pesar tomó el papel, pero al hacerlo le agarraron la mano. Lo supo; era un fraude del pediatra. En milésimas de segundos fue jalado hacia el otro. Si no fuera por la lengua de Nowaki, que se desplazara por su boca, no lo habría notado a causa de la premura con que se cometió el acto. Siendo aún sujetada su mano se dejó llevar. No iba admitirlo, pero algo de eso le fascinaba, y le envolvía. Cuando el médico se separara de él simplemente, lo único que se le ocurrió fue propinarle una cachetada. Nowaki no lo entendió, juraría que eso había sido de mutuo acuerdo, inclusive sintió como la otra mano de Hiroki se apoyaba sobre su hombro. Pero al mirarlo lo notó; estaba rojo, sin poder mirar otra cosa que la muralla de lateral. No supo qué hacer, en ese estado podría pasar de ángel a demonio y viceversa en segundos.

Los movimientos de Hiroki fueron algo torpe, pero precisos. Se levantó un poco en puntillas para alcanzar con su boca la rival, y proseguir con aquello que pagara con una bofetada. Ahora lo hacía a plena consciencia, deseándolo, celando las posibles infidelidades legales a causa de la distancia. No le puso ni una mano encima al cuerpo del médico, antes bien, sólo sus bocas, y el brazo de Nowaki en la cintura de Kamijou, los unía.

— ¿Papá? — se escuchó una voz en el sordo espacio.

El espinazo se le estiró a Hiroki, mientras que el otro atinó a atender a la niña somnolienta que vagaba desorientada. La condujo hasta su dormitorio y la acostó bajo las frazadas, donde se quedó dormida al instante. El gato negro no dudó en seguirlos y acomodarse de junto a la niña, en donde al parecer encontraba bastante calor y agrado.

Por los dichos de la chica, con referente a un supuesto reino de golosinas, Nowaki supo que se mantenía inmersa en la aventura de fantasía que jugaran esa tarde en el parque. También, notando la ausencia del padre, supuso que las limitaciones de Hiroki le retenían fuera, cosa que confirmó al salir y notar aquellos ojos cafés que no comunicaban nada. Se miraron como bobos sin decir palabra alguna. Nowaki tomó la directriz escabullendo su mano por el cuello contrario hasta llegar a la mejilla tan delicadamente como para no desojarle el rostro. El otro hincó su rostro cual felino reaccionara a dicha caricia, mas al bajar la guardia dio cabida para que le invadieran saboreándole el cuello. Tan húmedo encuentro le hizo hinchar su pecho de aire y luego botarlo con una dificultad excitante al punto de sentirse culpable por el beneplácito.

En la cama fue un forcejeo de quien cediera más. Sí uno atacaba con las manos, el otro la devolvía con los labios. Lo único que les era ajeno a los cuerpos fue la corbata de Kamijou, cosa que permaneciera con la finalidad de retener cerca al demonio.

Durante la mañana siguiente, que fuera domingo, Mina, tras haber peinado sus cabellos castaños, se sorprendió de la visita que entendía la mesa.

— ¿Kusama-san?

La única respuesta que recibió fue la sonrisa del carismático muchacho. Por otro lado su padre simplemente siguió leyendo el periódico, pero con una especial inclinación por esconder su rostro con el papel impreso. Y su acción sí que era intencional; ni muerto le explicaría a su hija la razón verdadera de por qué un pediatra le atendía en el desayuno. Aunque de alguna manera de las ingeniaba para mirar sobre las hojas cuales eran los movimientos de la muchacha, quien se sentara luego de que le dijera el invitado que le serviría algo para comer. Con simples órdenes que daba Hiroki a través de sus cejas dictaminaba el silencio por parte del otro mayor. Al oír la caída el agua dentro de la taza de la muchacha levantó la vista para admirar la escena, mientras disimulaba su concentración en aparentar su enfoque en el periódico. En ello se tentó de tomar una tostada con la derecha, en cuanto la izquierda sostenía el periódico.

—Kusama-san, ven — pidió la muchacha para que el otro se le acercara.

Al cumplir los deseos de la pequeña fue sorprendido con un breve beso en los labios por parte de Mina. Nowaki por su lado no perdió la razón, antes bien supuso la inocencia de la pequeña, juntamente con una pizca de cortesía, pero al oír como impactaba la tostada que frustradamente no llegara a la boca de Hiroki, e interpretar el pálido rostro del padre de la criatura, conjeturaron ambos en sus mentes; habían sido vistos.

 

Notas finales:

Gracias por leer, nos vemos en el próximo capítulo =D


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