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Enigmatic Lovers por Van Phantomhive

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Notas del fanfic:

Como reza el titulo, la pareja enigmatica a la que aludo es el joven asistente de Chiaki, Yanase Yuu y al siempre afable editor del equipo Emerald Mino Kanade.

Lo que inició como un juego de rol de un grupo, salta a las paginas de un fic, veremos como estas antagonicas o similares personalidades chocan contra el "amor" que alguna vez tienen o tuvieron.

Notas del capitulo:

Como verán he aparecido de nuevo y esta pareja ha comenzado a deambular por los sitios web, el nombre de los Enigmaticos se los concedí yo, en un día cuando entre charla con las roleadoras de la susodicha pareja bromeaba a cuatro manos con apodarlos de alguna manera. Asi fue el nombre de Enigmaticos nació.

El titulo original tomando en cuenta que pertenecen a Nakamura Shungiku serian:

 

Yanase Yuu no Baai y Mino Kanade no Baai

 

Sin mas que decir pasen y lean, bienvenidos a Enigmatic Lovers

Capitulo 01: Reset

 

Una noche de tormenta donde nadie en su sano juicio estaría paseándose por aquellas húmedas y desérticas calles, se hallaba en una de esas de miles de millares un joven de cabellos castaños claros que cubrían unos ojos de tonalidad parda. Raro de ver en la era en que se vive tener ese color de ojos, pero lo mas curioso es que hacia en un sitio como ese un joven adulto como el que acabo de describir… pronto lo sabremos…

 

-No quiero esto nunca más. –se dijo a si mismo en el medio de aquel aguacero. –No volveré a caer y si me dan una segunda oportunidad de sentir esto la tiraré a la basura. –dijo con firme sentencia, dirigiéndose a su residencia de estilo antiguo.

 

-Si la gente me viera en este estado, si esa persona que tanto amo me viera así… no lo podría soportar, no quiero verme más patético de lo que ya soy. –tales pensamientos deambulaban en mi mente, apenas podía pensar de forma coherente. Por dios donde quedó mi tranquilidad y buen juicio…

 

Sé que no es el momento ni la hora pero muy pocos me conocen o todos saben quien soy, Yanase Yuu de 28 años. Hasta el momento de mi carrera profesional me he dedicado a ser un asistente de mangas sin importar el genero, todos saben que no hace mucho o… no se cuantos meses pasaron… de que mi mejor y único amigo de la secundaria me ha rechazado.

 

Sí, todos dicen que su editor y amigo de toda la vida es mejor que yo y que hacen mejor pareja… y pueden que tengan razón, pero es muy doloroso vivir y convivir con esos sentimientos si tienes enfrente a la persona que te ha destruido el corazón.

 

Es posible que suene exagerado pero no saben lo que es vivir callando por una década entera y pelear todos los días con Hatori, por eso, si tuviera una segunda oportunidad de en este mismo momento pediría desde e fondo de mi ser no enamorarme de un hombre o de una mujer jamás.

 

Sin darme cuenta he llegado de nuevo a mi casa, nunca hay nadie y por qué… digamos que mis padres salieron hace mucho tiempo, tuve suerte de poder valerme por mi mismo y apenas me gradué comencé inmediatamente a trabajar de esto. Todas las personas que vivimos de este entorno me vive preguntando el por qué no trabajo con un mangaka fijo, odio decirlo… incluso ahora… no quería trabajar con nadie porque deseaba ayuda a Chiaki con sus historias.

 

Ahora que lo pienso, fui un total imbécil y egoísta pero qué podía hacer si lo amaba y aun lo amo… ya basta, es momento de olvidarme de todo esto.

 

No crean que me suicidaré, eso no sirve de nada y es la salida fácil que la mayoría aplica cuando no puede más, afortunadamente creo que no soy de ese tipo de personas.

 

Sin muchas ganas me fui a dar un baño de agua caliente y después de ello me metí a la cama, inconscientemente lleve una mano a mi mejilla izquierda, aun siento el golpe que me dio Chiaki en ese día de verano pero como no deseaba recaer en mis negativos pensamientos desganadamente me recosté y como muchas otras veces intenté dormir, creyendo soñar un mundo donde no exista un Hatori ni él.

 

La mañana se asomó por las hendiduras de la persiana, mis ojos estaban más cansados de lo acostumbrado pero igual debía cumplir con mis deberes por lo que, muy a mi pesar, me levanté de la cama.

 

Lo primero que enfoca mi vista apenas logro reubicar mi mente en tiempo y espacio, es el librero donde no solo estaban mis cuadernos universitarios y los libros de las materias que cursé, sino que también estaban los blocs que sin darme cuenta, ocupaban casi la mitad de un estante. No me gustaba pero a la vez si, contemplarlos porque dentro de sus viejas y amarillentas hojas quedaron plasmadas los primeros bocetos de mi vida amateur como dibujante.

 

Por otro lado, los odiaba ya que entre esos lisos y a mi parecer mini lienzos que dormirían para la eternidad estaban todos los bocetos que realicé de Chiaki a lo largo de esos diez años.

 

Seria lamentable si los tiro, además mejor los conservo como prueba de mis errores y que en un futuro lejano no vuelva a suceder. Entre suspiros me voy hasta al baño y ponerme mas presentable, el día sería largo… bastante largo…

 

No era para menos porque no solo ayudo a “Yoshikawa-sensei” sino que también tengo cinco o seis mangakas más a quienes les ayudo con los fondos, entramados, escalar colores, en fin, todo lo necesario para la composición de un storyboard.

 

Dejando mis deberes laborales, en momentos como este, pienso si esta bien que siga con tantas personas. No me molesta, tampoco pierdo mucho tiempo pero es la primera vez que el reflejo del espejo me demuestra lo que una noche de tormenta y dormir tarde le cobraron a mi rostro y probablemente a mi posible desempeño.

 

-Creo que usaré los lentes. –me dije a mi mismo, notando la irritación de mis globos oculares.

 

Tras asearme, vestirme y asegurarme de tener mejor semblante, tomé mis cosas y salí una vez más a las calles de la fría ciudad. En medio de mi caminata me percaté que había menos gente de lo usual, quizás se debía a que el tiempo seguía inestable o que era demasiado temprano.

 

Finalmente llegué a uno de mis destinos, la residencia de Satou-sensei cuyo editor era Hatori Yoshiyuki, para mi desgracia.

 

-Buenos días. –saludé con tono neutral al mangaka y a sus asistentes.

 

-Buenos días, Yanase-san. –corearon la mayoría de los presentes con ojeras y cierto malhumor debido al cansancio.

 

Luego me dirigí al mangaka que con mucho cansancio me pidió los fondos y otros detalles de veinte paginas, algo exagerado pero típico de este trabajo, de buena gana tome las hojas y me acomodé en una de las mesas de dibujo para comenzar a hacer lo pedido.

 

Las horas pasaron como agua y al ver que mis ojos se cansaban después de la tercera hora me coloqué los lentes y seguí con el trabajo, algunos ya sabían que los uso para descanso, no es que estuviese mal de la vista solo agota tener los ojos enfocados en la blanca hoja de papel y dibujar detalles minúsculos tras muchas horas de trabajo.

 

El toque de queda de mi estadía llegó al ver a la persona que atravesó en el umbral de la puerta, el editor de Satou-sensei había llegado con su seria expresión y cierto enojo  al notar mi presencia. Como buenos profesionales que somos, ambos ignoramos la presencia del otro mientras cada quien sigue en lo suyo, él con el dibujante y yo con las últimas pasadas de lo encomendado.

 

Después de otra hora de arduo trabajo, finalicé y le pedí al dibujante que los revisara para ver si se debía cambiar algo o con eso era suficiente, la confirmación no se hizo esperar y así como estaba guardé mis cosas y me disponía salir para no tener que tolerar la presencia de ese hombre y él la mía.

 

Antes de retirarme de la casa del mangaka, Hatori me siguió hasta la entrada y con su cara de pocos amigos y molestia me dijo.

 

-Yanase no te olvides de ir para allá.

 

-Ya lo sé, no me digas lo que tengo que hacer. –dije con la mirada llena de furia y rabia, retomando mi camino hasta que la pregunta del editor me descolocó.

 

-¿Hasta cuando ayudaras a Yoshino?

 

La pregunta siempre tiene dos significados, una era la normal: el odio, la envidia, los celos de pasar más tiempo que él con la persona amada. Pero para mí ya era la segunda opción: la lastima o el patetismo que había tras saber la verdad de las cosas y aun seguir insistiendo en ello.

 

Con un suspiro me giré le puse mi mejor cara neutral que me fue posible para responderle.

 

-Hasta que Chiaki lo diga.

 

Esa respuesta era una espada de doble filo para los dos, porque conociendo al castaño que con su inocencia lastima más que con sus golpes, éramos y somos conscientes de que Chiaki no me dejaría con facilidad y tampoco soy tan desalmado como para negar mis servicios a un amigo.

 

Los ojos azules petróleo de Hatori se clavaron en mi persona, comprendiendo que lo que dije era cierto y que mi “fatídica” presencia dependía si el chico deseaba que siguiera ayudándolo o no como asistente de dibujo que soy desde que comenzamos los tres a trabajar de esto.

 

Sin decir nada más me despedí me encaminé hacia la siguiente casa que obviamente me pedirían un idéntico pedido.

 

Esto es lo que odio de las fechas limites, todos los dibujantes deja para ultimo minuto todos los detalles que muy pocos son capaces de llevarlo de buena manera durante los veintes días que hay entre fecha y fecha.

 

Si uno lo medita… creo que ser mangaka sería lo último que haría sobre la faz de la tierra, porque no me veo pensando una trama, una historia y relatarla de forma tal que para el público le fuera interesante.

 

El día pasó, las horas volaron y de a poco me iba agotando, al final me deje los anteojos todos la mañana y tarde, no podía pasar unas horas sin ellos porque realmente mis ojos estaban mas que irritados. Creo que me falta una buena noche de sueño o un día de descanso.

 

Al ver que los rayos del sol desaparecían por los edificios más altos, comprendí que la noche se avecinaba, rápidamente me encaminé a mi casa para comer algo y luego ver si dentro de la contestadora había algún mensaje pidiendo auxilio por las fechas limites.

 

Sin esperar mucho ya sabía de quien se trataba: Chiaki.

 

Con un suspiro comiendo parte de un almuerzo-cena recalentado y escuchaba atentamente la desastrosa situación de mi amigo. El sonido  de la contestadora finalizó, dándome a entender que eso fue todo, mirando hacia el patio oscuro de mi casa me dije a mi mismo.

 

-Podía ser peor.

 

Vestido tal y como estaba, y revisando los materiales necesarios en mi bolso me encaminé una vez más hacia el edificio donde se hallaban todos: la Editorial Marukawa Shoten.

 

Afortunadamente logré ingresar sin problemas porque hubo veces en las que tuve que entrar por el área de servicio o en las salidas de emergencias. Al llegar en la sala en cuestión abrí la puerta y noté que estaban varias personas aparte de las usuales, dos editores más aparte de Hatori que los conocí en reiteradas oportunidades: Takano Masamune, editor en feje del departamento y Onodera Ritsu, el más joven de los editores.

 

Como siempre mi amigo se hallaba en su más deplorable estado, todo ojeroso pero aun bien vestido, por lo menos Hatori lo tenía bien cuidado… creo que eso es lo bueno de ser pareja, cuidar uno del otro… por dios, basta concentración… concentración y a terminar con otro suplicio.

 

-Yuu, buenas noches. –me saludó Chiaki.

 

-Buenas noches Yanase-san. –corearon las asistentes.

 

-Buenas noches a todos. –dije inclinando levemente mi cabeza ante la presencia de los editores. -¿Empezamos? –dije para volver a la situación y ponerme a corriente del avance realizado.

 

Las chicas me indicaban como estaban, las correcciones pedidas, entre otros detalles, mientras que Chiaki seguía pasando a limpio la mitad de las paginas de su siguiente capitulo.

 

Entre suspiros todos volvimos a enfocarnos en la hoja de papel hasta que un comentario de mi amigo castaño me obligó a retirar mis ojos de la hoja.

 

-Yuu… ¿esas bien?

 

Definitivamente esa fue una pregunta algo extraña.

 

-Sí, estoy bien, ¿no lo parezco?

 

-Mmm… no del todo. –observó Chiaki.

 

-No te preocupes es falta de sueño, supongo. –dije restándole importancia para volver al papel y remarcar con los marcadores y pinceles lo que estaba haciendo.

 

Chiaki me miró por un rato más y luego volvió a la hoja, de ves en cuando me miraba pero ya estaba acostumbrado a eso desde mi confesión, aunque yo lo aparentase probablemente en el fondo se me notaba que estaba sufriendo pero esa agonía me la gané yo mismo así que no nadie tiene por qué tenerme lastima.

 

No quiero de la misericordia de la gente, aun tengo orgullo y dignidad por lo que ignoro mi propio sentir y cumplo diligentemente las labores encomendadas; además prefiero sufrir solo, siempre lo he hecho y dudo mucho que eso cambie.

 

Las horas de la madrugada fueron eternas, entre bebidas energéticas, algunas golosinas fáciles de digerir cortesía de las tiendas de 24 horas, dibujábamos o arreglábamos los diálogos, la verdad es cansador que cada veinte días este hecho se repitiera pero era inevitable si la mayoría de los mangakas sufrían de aquel lapsus de ausencia creativa.

 

Al final las primeras horas de la mañana de un nuevo día llegó, solo éramos conscientes de ello por la hora porque si se trataba de la claridad matutina no era observable ya que estábamos confinados en una de las salas de juntas de la editorial.

 

Con las pinceladas, retoques, coloreados finales, todos suspiramos en nuestras sillas y yo me quedé mirando por unos instantes el techo sin enfocar mi vista en nada en particular, solo se quedó clavada en los tubos de luz que adornaban el lugar mientras que los demás comentaban lo aliviados que estaban por haber terminado todo antes de la hora limite.

 

Hasta cuando debía seguir así… si tan solo pudiera desatarme y romper esta cadena de sentimientos, quizás lograría finalmente alejarme de este chico… pero cuanto tiempo debía pasar, hasta cuando debía sufrir para comprender que Chiaki solo lo quería como un amigo y nada más… que injusto era estar ahí y ver como las sonrisas de todos adornaban sus rostros.

 

No me gusta fingir algo que no siento es por eso que mi cara queda inexpresiva a pesar de todo y antes de que notaran tan insulso detalle me volví a sentar y agarré mis cosas con rapidez. Cosa que quizás ya no les extrañó tanto a los presentes.

 

-¿Ya te vas? –preguntó Chiaki triste.

 

“Como desearía que no emplearas ese tono” pensé en ese momento mientras continuaba recogiendo mis pertenencias.

 

-Sí aun debo ayudar a otra persona más. –eso era mentira porque las demás personas que tenían mis servicios ya habían logrado finalizar con sus storyboards.

 

-Oh bueno… pero ven de ves en cuando a visitarnos. –dijo Chiaki con una sonrisa cansada.

 

La verdad quisiera negarme pero aun albergando tales sentimientos, me resulta casi imposible  negarlo pero debo ponerme a mi mismo en disciplina y olvidarme de esa efímera ilusión que aun tengo dentro de mi corazón.

 

-Iré en cuanto pueda. –respondí componiendo una fingida sonrisa y tomando mi bolso para retirarme de ese sitio, despidiéndome de los otros editores que pacientemente esperaron una vez más al despistado amigo que tengo desde hace una década.

 

Antes de irme a casa pasé por el baño para lavarme la cara e ir a casa sin caerme de dormido en el proceso, en medio de eso aparece Hatori a mis espaldas y con su voz neutral dijo.

 

-¿Vas a seguir yendo a la casa de Yoshino?

 

-Ya te dije, eso no depende de mí sino de Chiaki el que valla o no a su casa. –respondí cansinamente y mirando lo ojos del hombre.

 

-Deja de insistir Yanase. –me advirtió o reprochó, no lo se muy bien porque el tono que emplea al dirigirse a mí siempre es el mismo. –Ya sabes que él te rechazó.

 

“No es necesario que me lo vivas recordándomelo cada dos por tres” pensé frustrado y con la mirada alicaída y desafiante a la vez.

 

-Te lo diré de nuevo, no depende de mí sino de Chiaki.

 

-Depende de ti también si no pones algo de voluntad y lo olvidas. –dijo Hatori. Si lo dijera otra persona quizás lo hubiera tomado como un consejo pero viniendo de él no puedo esperar nada bueno.

 

Ignorándolo tomé mi bolso para salir volando de ahí pero el brazo de Hatori me retuvo para decirme una especie de ultimátum.

 

-No te acerques más a Yoshino, porque o sino no me contendré.

 

La mirada azulada brillaba y demostraba que los celos aun seguían latiendo por las venas del editor, una mirada que congelaría a cualquiera aunque yo me acostumbré a ella después de varios años.

 

Forcejeando liberé mi brazo y salí caminando a paso rápido del lugar de trabajo de los editores de Emerald, llevando a varias personas en el camino pero no me importó, solo quería llegar a casa y dormir olvidando esas palabras que tanto y millones de veces golpearon mis neuronas, obligándome a dejar de algo que no puede ser y que jamás sucederá.

 

Cuando llegué a casa y sacando los objetos de dibujo para guardarlos en el correspondiente estante me percaté de que había olvidado los anteojos en el baño de la editorial.

 

-Mejor los olvido y me compro otros mañana.

 

Además no deseaba volver a ese sitio, no es que no los quisiese pero fue una de las cosas que me compré cuando notaba que mi vista se agotaba tras el intenso trabajo al que me sometía.

 

Suspirando y con cansancio me tiré a la cama sin siquiera cambiarme, los ojos me dolían lo suficiente como para querer hacerlos aguantar una sesión de ducha y comida.

 

De esta manera es como el joven asistente se sumergió en el mar de la inconsciencia queriendo soñar para olvidar, soñar para desaparecer aquellas cosas que, según su propio corazón, nunca debieron nacer. Todo eso bajo los cálidos rayos de un día frio de invierno.

 

Mientras tanto en la mítica y magnifica editorial Marukawa Shoten, uno de los tantos editores doncella estaba en el servicio para despejarse la mente por un rato.

 

La lacia cabellera castaña clara caía a raudales sobre el frente, ocultando unos ojos que de por sí nunca fueron mostrados ante nadie que fuera digno de merecerlo y no es porque no quisiese a nadie pero esos ojos eran mejor que permanecieran en el anonimato ya que las miradas transmiten más que las palabras.

 

Cuando el joven tomó una de las toallas higiénicas del lugar notó la presencia de unos marcos verdes.

 

-Que raro… -comentó tomándolo y mirándolo a través de ellos, aumento no tenían y al parecer no era para ver ni de cerca ni de lejos. –Mejor me los llevo y le pregunto a alguien si sabe de quien es.

 

El editor volvió a la oficina donde estaban sus compañeros de trabajo, Kisa curioso y observando el objeto traído en las manos del castaño preguntó.

 

-Mino-san ¿de dónde sacó esos anteojos?

 

-Estaban tirados en los baños. –respondió el mencionado y enseñándolos a los demás.

 

-Hatori-san esos se parecen a los que usaba Yanase-san. –observó Ritsu que se situaba al lado del editor azabache mayor.

 

El aludido miró el objeto que exhibía Mino y asintió con la cabeza.

 

-¿Deberíamos llevárselo? –cuestionó Kanade.

 

-No te preocupes él vendrá. –respondió Hatori restándole importancia.

 

-No lo se… -dijo pensando y mirando el enmarcado.

 

Los días pasaban y para el asistente entre cuestiones laborales y otras cosas se había olvidado de comprar un nuevo anteojo de descanso.

 

Para los editores doncella se le hacía extraño que el dueño en cuestión no se cruzara para reclamar la susodicha pertenencia, por lo que Mino tomó la rienda de la situación y le preguntó a uno de sus compañeros si conocía la dirección de la vivienda del dibujante. Como Hatori andaba ausente por sus rondas para cerciorarse que todo seguía en orden y más aun sobre los trabajos de la despistada Yoshikawa-sensei, Takano colaboró en accederle tal información.

 

-Gracias Takano-san, si me disculpa también iré a ver como le van a mis mangakas y de paso devuelvo esto.

 

-Ve con cuidado. –dijo el mencionado.

 

-Valla con cuidado Mino-san. –dijo Onodera.

 

-Esfuérzate. –dijo animado Kisa.

 

Encaminándose a la casa del joven asistente, Yuu miraba los víveres que le hacían falta en la nevera, ese día lo tomó como su descanso no tenía ganas de atender a nadie y de paso poner algo de prioridad a lo que haría de su vida.

 

Luego de hacer una nota mental de todo lo faltante se encaminó a la salida de su casa y lo primero que ve es al editor en la puerta a punto de tocar el timbre de su casa. Eso si que lo sorprendió, ambos hombres se estudiaron por minutos de silencio y lo primero que se le ocurrió decir a Yuu fue:

 

-¿Quién es usted?

 

-Mi nombre es Mino Kanade y trabajo en el departamento Emerald de Marukawa Shoten.

 

 

Una presentación, una sensación extraña en el aire y un duelo silencioso de dos presencias que ocultaban más cosas de lo que la simple mirada logra transmitir. ¿Será el inicio de un nuevo amor o solo de una ilusión pasajera?

Notas finales:

Ojala les halla gustado, y aclarando una cosa:

La pareja enigmatica será innovadora en cuanto al nombre pero en fics soy la tercera persona o cuarta, no lo se muy bien.

Conosco que los primeros en usar a dichos personajes plasmarlos en fics fueron precisamente sus roleadoras y escritoras de estos mundos

Lini02 de Amor y Mundo Yaoi y Marii Maaro de Mundo Yaoi.

Por favor leanlas que al igual que yo, usa sus mentes prodigiosas para contar sus versiones de los hechos.

Adyuu

 

PD: FELIZ CUMPLE LINI OKAA-SAAN XDDDD


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