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Ven y sonríeme por Bbo

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Notas del capitulo:

Holaaaaaaaaaaaaaaaa! :)

Bueno, un dato importante, estaba escribiendo otro fic. Por si hay alguna que lo estaba leyendo 'Si yo tan solo fuera tú', ahora ese fic ya no existe, problemas con la cuenta y tal, no sé si lo seguiré pero bueno, si alguna de mis queridas lectoras llegó hasta aqui, mis disculpas por todo el lio u__ù. Pero espero que les guste este :) 

 

 

Miraba una y otra vez el reloj de su móvil, vendría? No lo soportaba. Tic, tac, tic,  tac… la manecilla parecía avanzar lenta y dolorosamente mientras su pierna se movía desesperadamente esperando en aquel asiento. Cada segundo que pasaba era una tortura. Hacía frío, tal vez un café no le vendría mal, sí, le apetecía uno. Personas que iban y venían de un lado a otro, equipajes de por medio. Algún que otro niño corriendo y esos molestosos ruidos de las ruedas de las maletas. Veía como la gente se volvía loca por recoger su bolsa en la cinta y como otros buscaban desesperadamente la puerta de embarque mientras maldecían todo a su alrededor. Por algún motivo aquel chico de pelo rosa solo podía observar la escena a lo lejos, como si no formase parte de aquello. Se cansó y se levantó. Fue hasta la cafetería del aeropuerto. Pidió un café bombón, muy caro para su gusto pero que es la vida sin caprichos? Se sentó mientras se sacaba la chaqueta y la dejaba encima de su maleta revolviendo con entusiasmo la bolsita de azúcar. Aquello provocó en él una sonrisa llena de tristeza. Y nuevamente los recuerdos venían a su mente como una maldita rutina.

 

“ –Hazme un café~! –se quejaba mientras con los pies cubiertos de aquellas medias de colores empujaba el cuerpo del mayor para que se levantara.

-Todo yo, todo yo… -rechistaba con una sonrisa de lado mientras le tiraba un cojín dirigiéndose a la cocina.

Zelo tan solo se rió de aquello mientras se acurrucaba entre las mantas, el sofá estaba calentito pero aún mas con él ahí. Y que más podía pedir. Era perfecto. Llovía fuera pero ellos se habían pasado toda la tarde entre películas, palomitas, chocolate caliente, mantas y risas. Esos días le encantaban.

Escuchó el ruido del microondas, se giró mirándolo desde el sofá y ahí estaba aquel idiota, con un chándal, una camisa sin mangas y por encima un suéter largo abierto. Se movía de un lado a otro buscando las tazas arrastrando las zapatillas, parecía un ancianito pero aún así se veía tan tierno. A quien quería engañar, le encantaba verlo así, bueno, así y de todas las maneras, sencillamente le encantaba verlo.

-Te lo estoy preparando, deja de intimidarme con la mirada! –decía con aires de enfadado el mayor mientras revolvía el café con la cucharilla.

- Te sientes intimidado? –preguntó divertido pestañeando varias veces. No sabía como lo hacia pero siempre parecía tan inocente. Eso era lo que pensaba el mayor a cada momento. Se acercó con ambas tazas sentándose al lado del menor mientras le daba una.

- Esta calient…-y antes de que pudiera acabar la frase escuchó un quejido. Sonrío al ver su cara, no que quería café?

- Me quemé da denguaaaa! –se quejó mientras se daba aire con la mano.

- Te lo dije, impaciente! –decía el mayor dando un sorbo cubriéndose con la cobija.

- Cállate, seguro que lo has hecho a posta –acusó dejando la taza en la mesilla quitándole la manta.

- Yah! –también dejó la taza y se abalanzó hacia el pelirosa que sonreía malignamente.

Y en segundos aquello se convirtió en una guerra de almohadas, risas, gritos y caricias. El mayor se había subido encima de las caderas de Zelo aprisionando sus manos mientras le hacia cosquillas. El menor pataleaba riéndose desesperadamente.

-Tú! Se comienza por cosquillas y se termina en lucha libre –le advirtió el menor intentando ser serio, cosa que no resultó ya que el mayor seguía haciéndole cosquillas – Para, p-para.. por-po-por fav-vor…-intentaba decir entre carcajadas.

- Que dices? No te escucho! –decía juguetón.

- Ah! De verd-da- Auuh! –se mordió la lengua. Otro quejido más.

- Estas bien? –dijo el mayor parando el juego preocupándose por el pelirosa.

- Déjame –decía molesto quitándolo de encima sentándose mientras intentaba ocultar su cara.

- Z-ze… déjame ver…-acercó su rostro –Zelo?- susurró acercándose más.

- Duele… -intentaba darle pena mientras fingía estar molesto.

- Te curo? –susurraba infantil levantando el mentón del menor.

- No quiero –le gustaba hacerse de rogar.

- Seguro?

-S-s… -no pudo decir nada mas, en segundos su boca se veía prisionera de aquellos labios con algo de azúcar y olor a café, otro quejido entre sonrisas, se apartó bruscamente –Yah! Crees que es correcto ir besando a la gente sin su permiso?

- No te gustó? –preguntó divertido el mayor fingiendo sorpresa –esta bien… devuélvemelo! –exigió robándole otro beso. Un beso más intenso, sus labios danzaban al ritmo marcado por el mayor, un dulce ritmo acompañado por ligueras mordidas y roces de dientes, Zelo dejándose llevar subió sus brazos hasta el cuello del él acercándolo más. Poco a poco el mayor se fue posando encima de él, despacio, no quería aplastarlo. Zelo tan solo volvía a sonreír entre beso y beso. Le volvía loco que su hyung con lo tosco y arisco que era en público se comportase tan tierno con él.

La temperatura aumentaba, y aquel beso antes inocente y puro se iba convirtiendo poco a poco en algo más íntimo, más personal… más profundo.

No más quejidos, más bien la habitación se llenaba de cálidos gemidos llenos de amor y algo de placer. Los dos habían perdido el norte y lo único que hacían era tocar el cielo con la yema de sus dedos. Lentamente una mano entrometida se fue colando por el pijama del pelirosa dándole todas las caricias necesarias. Zelo lo único que hacia era despeinarlo mientras se perdía entre el roce de sus cuerpos.

-¿Nunca te cansarás de gustarme? Otra sonrisa a mitad del beso. Ante aquel comentario Zelo solo pudo arrugar la nariz en señal de negación…”

 

 

 

Revolvía la leche condensada, soplaba mientras su gorro cubría ligeramente sus ojos, no quería llorar, no después de todo. La gente siempre que lo veía pensaba que era eso, un simple niño llorón inmaduro, pues se equivocaban, carácter y orgullo le sobraba para dar y repartir. Suspiró, dio un sorbo y como de costumbre tan impaciente, se quemó ligeramente la lengua. Un quejido nuevamente.

- Mocoso! Cuantas veces necesitas quemarte la lengua para aprender la lección? –decía una voz con algo de arrogancia pero llena de dulzura...

 
Notas finales:

Y Bieeeeeeeeeeen? >333< 


Bueno XD espero sus reviews y sus criticas ^^ y lo siento por el otro fic nuevamente, a las que me leeis recién... Bienvenidas (???) >.< 


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