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Si yo tan solo fuera tú por Bbo

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Notas del capitulo:

Holaaaaaaaaaaaaaaaaa ^____^ Bueno bueno asjldhajlsdhasjd que estoy de vacacioneeeees weeeeee -party hard- Lo que significa que actualizaré mas rápido ouuuuuh yeah! Ok e__é  Ya paro. Aunque este cap es cortito ;A; Bueno que oish que amores que sois con los reviews

Bueno que no me entretengo más y os dejo leer que sé que algunas estáis como locas por saber que pasará con mi Yongguk y el baby Zelo ;____; 

No me odiéis eh? Que soy muy amor yo, eh? >,< 


Junhong estaba parado delante de Yongguk, fijó su mirada en él y como si de una brecha se tratase algo en su interior se agrietaba y se resquebrajaba haciendo que cayera en picado dentro de un mar de negras aguas, llenando sus pulmones y congelando su corazón para que no pudiese gritar. ¿Cómo sobrevivía él a este sin vivir? Seguía con los ojos encharcados y la autoestima hecha trizas mientras a paso indeciso se acercaba al mayor. Apretó con fuerza la foto que tenía en la mano convirtiéndola en solo un trozo de papel arrugado. Arrugado como el corazón de Yongguk que a cada paso que daba el pequeño se ahogaba en un vaso  de agua arrebatándole las ganas de vivir. Seguía inmóvil desde que lo vio saliendo por la puerta de aquel orfanato y un intenso dolor parecido a mil agujas clavadas en su piel le impedían apenas pestañear. Tan solo era un títere en manos del destino que jugaba con él a su antojo.

 Su respiración se agitaba a la misma velocidad que el menor se acercaba. Segundos escasos que se hacían eternos y él no sabía cómo desafiar sus demonios.  Pero Zelo no hizo nada, absolutamente nada. Continuó caminando con la mirada perdida mientras dejaba caer esa foto en blanco y negro. Su mente no funcionaba. Ahora era como un robot al cual acababan de formatear y sin memoria alguna pasó por su lado caminando hasta perderse de los ojos de Yongguk. ¿Y Yongguk? Yongguk se desmoronaba aún quieto en el mismo lugar. Una vez más su más preciado todo se marchaba de su lado.

Había estado buscándolo durante más de diez años y en menos de diez segundos lo había perdido de nuevo. Ojalá no le hubiese conocido. Ojala no hubiese nacido nunca. ¿Porque? ¿Porque tuvieron que ser así las cosas? Pestañeó varias veces intentando deshacerse de las pequeñas lágrimas que brotaban en sus ojos al mismo tiempo que se arrodillaba observando la fotografía. Sintió asco. Algo dentro de él se revolvía y no dejaba nada más que un sabor amargo y salado.  Su corazón se estaba oxidando con el aire.

 

-Basta! Voy a buscarle –Daehyun se paró dispuesto a salir por la puerta. Desde que Yongguk se había marchado corriendo de la comisaria habían vuelto a casa para ver si su hyung estaba allí. Y  no era así.

 -¿Y a dónde iras? –YoungJae aún seguía mirando el móvil, veinte llamadas perdidas le había dejado a JunHong sin que ninguna hubiese sido contestada por el menor. Desesperación es lo que su cuerpo sentía y lo reflejaba en sus manos, que no paraban de dar pequeños golpecitos en la mesa intentado controlar la angustia.

-¿Quieres parar? Me estas poniendo histérico! –sentenció Daehyun irritado. El menor paró al instante odiándole mucho.

-Tú sí que me pones histérico –dijo levantándose de mala gana y encerrándose en la cocina.

Dae resopló e intentó calmarse. Eran instantes difíciles, sí, pero YoungJae estaba igual de mal o incluso peor que él. Rascándose la nuca siguió los pasos del pequeño abrazándole por detrás. Le necesitaba en esos momentos y básicamente le necesitaba siempre.

-Lo siento –dijo inundándole el oído por su cálido aliento.

-¿Qué hacemos? –dijo el menor echando la cabeza hacia atrás y poniéndola encima de los hombros de Daehyun.

-¿Qué quieres hacer? –le rozó la mejilla con la nariz y el pequeño cerró los ojos.

-Perderme…

-¿Conmigo?

-Contigo…-sonrió tontamente, un momento de calma no hacía daño a nadie. Pero ese momento se vio interrumpido al escuchar la puerta abrirse. Ambos se alteraron y salieron pensando que era Yongguk. Y una vez más no fue así.

-¿Qué pasa? –Himchan entraba por la puerta arrastrando su alma. Todo le había salido mal. Hoy y siempre las cosas no iban bien. Era esa clase de personas a las que el destino coge mucha manía y se ceba con ellos hasta dejarlos añicos. Primero Zelo, luego JongUp le aplastaba el corazón. ¿Las carcajadas y risas de siempre? Las guardaba en el bolsillo por seguridad. Pero todas sus desilusiones se quedaron pequeñas al escuchar a Daehyun, que le explicaba el huracán que había pasado por su costado sin apenas notarlo.

-¿Yongguk y Zelo hermanos? Sí, claro. ¿Y qué es lo próximo? ¿A que huelen las estrellas?

-Himchan es enserio –dijo Daehyun. No mentía. Lo podía descifrar en su cara.

-¿Dónde está Yongguk? –por dios. ¿Se podía hundir aún más? Que se acabe ese día ya, suplicaba el pelinegro saliendo por la puerta. Necesitaba encontrar a su mejor amigo. Lo había vivido en carne propia. Lo que el mayor sentía lo sentía también Himchan cuando le consolaba todas las noches mientras Yongguk buscaba a oscuras a su hermano pequeño por los fríos pasillos de ese maldito orfanato.

-Me voy –dijo YoungJae después de ver como Channie salía. Él también necesitaba tener a Zelo delante y asfixiarle con un abrazo para que no se le escapara de las manos.

-¿A por Zelo? –Daehyun lo dio por hecho y tan solo sonrió melancólico. –Si pasa algo, llámame, vale? –el pequeño asintió y se marchó. ¿Y él que hacía? ¿Quedarse de brazos cruzados mientras todo se iba al traste a su alrededor? Cuando los cerdos volaran. Ahora necesitaba saber el porqué de todo.

 

Junhong corría. Corría como si la vida se le fuera en ello. Sentía como el viento azotaba su cara  punzante y le daba igual. Necesitaba algo que lo redujera. Alguien que le hiciera ir lento, que le dijera mil veces que aquello era mentira, liberar esa opresión del pecho y que se fuera de puntillas. Necesitaba a Yongguk y a la vez no quería ni verlo. No podría.

 Solo encontraba gritos silenciosos que usaba para ignorar lo que realmente sentía. Aquello que le daba miedo aceptar. Y es que le daba igual todo ya. Durante toda su vida había vivido sin saber que tenía un hermano. ¿Por qué todo tenía que ser así, y al mismo tiempo? ¿Por qué si no necesitó a Yongguk de pequeño ahora se moría por un segundo a su  lado? Y es que podía llegar un tsunami y arrasarlo todo que si a él lo pillaba aferrado a Yongguk le daba igual.

Sus fuerzas se desgastaron y bruscamente se dejó caer en la acera de vete tú a saber dónde. Lo único que sabía es que no había nadie quien lo juzgara, y eso bastaba para romperse en lágrimas que se escapaban sin control convirtiéndolo en lo más frágil que había sobre el universo, tan inconsciente de que un simple aleteo de una mariposa en Pekín puede provocar un huracán en New York.

 

-¿A dónde vas? –Himchan recién estaba saliendo del portal cuando vio como YoungJae bajaba corriendo las escaleras.

-A casa de Zelo –dijo y unos segundos después ya no estaba. Aquello dejó pensando a Himchan. ¿Cómo estaría su pequeño con todo esto? ¿Le necesitaba? Seguramente no.

Resopló y se sentó en la escalera sacando le móvil. Quería llamarle, quería escuchar su voz tanto como quería que las cosas no hubiesen sido así. Que ninguno de los dos hubiese mirado a la persona equivocada y en cambio ambos se hubiesen dado la oportunidad de estar juntos. Pero no fue así.

Y tras unos minutos dejó de comerse la cabeza y se levantó. Tenía que encontrar a Yongguk. Salió y por más de cuatro horas estuvo recorriendo la ciudad. Parques, callejones, bares… en una tarde había conocido media provincia y a Yongguk es como si se lo hubiese tragado la tierra, o se hubiese esfumado entre el humo de la chimenea que tenía delante de él. Debía volver a casa. Por si había recapacitado y había regresado.

 

Quería que lloviera, que sus lágrimas se confundieran con las gotas de una tormenta. No le importaban ya los truenos. Zelo se pasó las manos por las mejillas eliminando cualquier rastro de debilidad. Pensando en cómo había reaccionado y en cómo esa reacción había afectado a Yongguk. Allí sentado en medio de una acera cualquiera empezó a recordar cosas fugaces que vivió junto a él de pequeños. Era curioso cómo funcionaba el mundo. Hace un día le tenía enredado entre las sabanas de su cama con esa sonrisa de Stitch que tanto amaba y ahora tan solo era un vago recuerdo que no quería recodar. Se le olvidaba olvidarle, ese era el maldito problema!

Se levantó y sin saber que podía suceder volvió. Regresó a casa. Tenía que enfrontarlo. No podría huir eternamente de la verdad. Y ya estaba harto de que todos le ocultaran cosas, como si fuera un niño pequeño que no está preparado para el mundo adulto y de que todos mirasen hacia otro lado. Todo lo hice por ti, aquella frase que su padre repetía una y otra vez desde que se despertaba hasta que se dormía ya no valía de nada ahora. Siempre nos sacrificamos por ti. La realidad era que siempre que él se equivocaba no dudaban en acuchillarle a reproches. Pero ¿Y? ¿Nadie se molestó en decirle nada acerca de su vida? Era su vida, tenía derecho a saberlo todo. La cuestión siempre era echarle la culpa a alguien. Era más sencillo que reconocer una equivocación. Sabes que siempre cuidaré de ti, mocoso Recordaba perfectamente como de pequeños Yongguk le guardaba de su miedo a las tormentas. Hyungcántame dulce gatito. Sonrió para sí al pensarlo. ¿Qué hubiese pasado si Yongguk hubiese estado en su vida desde un principio? Si tan solo no se hubiese marchado... Si tan solo le hubiesen dado la oportunidad de quedarse a su lado desde el comienzo... Si yo tan solo fuera tú. Susurró viendo los coches pasar y llegando hasta ese portal tan conocido por él.

Entró y en el momento en el que cerró la puerta se arrepintió. Era cobarde para hacer aquello. Demasiado cobarde. Retrocedió sus pasos pero nada más verle rezó por que algún duende o genio de la lámpara le concediese el deseo de desaparecer. Vivir sin que nadie se diera cuenta,  porque escasos segundos después el mayor entraba por el portal con cadenas arrastrando su tormento. Yongguk una vez más estaba parado delante de él y una vez más no sabía que demonios hacer.

Cerró la puerta y se quedó observando al pelirosa que lo miraba sin saber que decir. ¿Tal vez Zelo sentía lo mismo por él? ¿Reproches? Su demonio se despertó y en algún lugar de su cerebro apagó el botón de sentimientos. Lo desenchufó deshaciéndose de todo lo vivido. Ya no era el mismo. Su corazón era tan tierno como vivir en una licuadora y el pequeño se dio cuenta de aquello. Algo en su mirada había cambiado. Estaba vacía, fría y sin color.

-Yongguk…-pero el mayor continuó subiendo las escaleras. No soportaba tenerle así de cerca, no soportaba el sentir como su estómago se revolvía.

-Yonggu…

-Déjame Zelo –sin mirarle buscaba la llave de casa en los bolsillos. Quería morirse. Maldito destino que se dedicaba a burlarse de él!

-Pero tenemos que hablar –el pequeño intentaba buscar sus ojos sin éxito. Yongguk evitaba su mirada y eso le dolió. Tenerle delante no era fácil para él tampoco.

-Lárgate –abrió la puerta de una patada entrado de mala manera. La rabia empezaba a quemarle la sangre y lo veía venir. No aguantaría mucho tiempo reprimiendo su cólera.

-Es que no ves que tenemos que hablar! –gritó siguiéndole por la casa.

-No quiero verte! –chilló cerrándole la puerta de la habitación en las narices. Daehyun que estaba en el salón lo presenció todo sin pestañear. No quería meterse en esa discusión. No sabría tampoco cómo afrontarlo. Solo vio como Zelo se revolvió el pelo desesperado. Iba a decirle algo pero Yongguk salió del cuarto bruscamente interrumpiéndolo. El mayor saliendo de la habitación y Himchan entrando por la puerta.

Y Yongguk no salía por placer. No. Tenía en la mano una maleta repleta de ropa metida de cualquier manera mientras la cerraba con frustración y desespero.

-¿Qué haces? –Himchan aún seguía parado en la puerta. Pero Yongguk no respondió tan solo salió empujándolo y arrasando con todo a su paso. Una fiera enjaulada. Así se le podría describir.

-Yongguk! –el pequeño siguió sus pasos escaleras abajo. No podía perderle. No ahora que lo había encontrado. No quiero que te vayas. Le rogó aquella noche en la que se había entregado por completo a él. No me iré. Le aseguró Yongguk.

¿Por qué rompía su promesa?

El mayor caminaba arrastrando el equipaje por media carretera y con la chaqueta en la mano, le molestaba. Si no hubiese tenido tantas cosas le hubiese sido más sencillo huir de allí. Pero lo que más le pesaba era su corazón. O lo que le quedaba de el.

-Yongguk espera! –le jaló del brazo deteniéndole por completo.

-No me toques, no vuelvas a tocarme! –gritaba el mayor fuera de sí lanzando las cosas y asustando a todo aquel que pasara por ahí.

-No es fácil para mí tampoco ¿entiendes? –JunHong tampoco se quedaba atrás a la hora de gritar.  

-¿Qué entiendo Zelo? ¿Qué? ¿Qué te odio y me odio a mí? ¿Eso lo entiendes tú?!

-¿Me odias? –su voz se quebró, sentía que pronto no podría controlar las lágrimas, Yongguk ahora le daba miedo. Y no soportaba aquella mirada que le clavaba. Ya no había amor en ellos que se reflejara.

-¿Tú no me odias? Cada vez que te veo siento asco Zelo! –escupió aquello lleno de dolor y con la voz quebrada,  el pequeño prefirió mil veces un corte transversal en la garganta antes de escuchar eso. ¿Asco? ¿Yongguk sentía asco de él?

-¿Asco? –aquello le había herido y Yongguk lo notó perfectamente. El pelirosa se encogía ante la mira del mayor. Tan pequeño. Tan frágil. Tan nada…

-Sí, asco. Asco hacia mí –protestó golpeándose el pecho con los puños. –No puedo tenerte delante sin odiarme Zelo! –gritó casi rogando que le quitara ese dolor. –Haces que quiera morirme por quererte! –se acercó golpeándole la cara con el aliento- Eres mi hermano y lo único que quería esta mañana era quedarme contigo acurrucado en la cama. Y besarte con ese  olor a pan recién tostado! –su voz se hacía tan débil y turbia, sentía el dulce sabor salado de sus lágrimas correr por sus mejillas. Y para ese entonces Zelo ya lloraba.

-Prometiste cuidar de mí! Lo prometiste! –le empujó levemente y enseguida volvió a acercarlo hacia él, le abrazó como si en cualquier momento el mayor se fuese a esfumar. Pero Yongguk no correspondió al abrazo. Estaba congelado y apenas respiraba. Sentía repulsión hacía sí mismo por no poder alejarse de él, por ser tan asustadizo como para retroceder. Le amaba. Le amaba como nunca había amado a nadie en este mundo, y no podía evitarlo. Pero una vez más hizo de tripas corazón. No le quería en su vida.  Eso lo tenía claro. La culpa que se echaba a sí mismo no le dejaría tranquilo si le tenía delante por más tiempo. Guardó su corazón en algún lugar donde no pudiese escucharlo. Bajo llave. Y apartó al menor recogiendo la maleta y escapando de sus brazos.

Y viendo como el amor de su vida se marchaba sin él poder hacer nada comenzó a llover, encubriendo y mezclando así sus lágrimas con el aguacero. Zelo estaba roto por dentro y no había pegamento que funcionara para él.

Lo que no sabía el mundo era que el verbo amar venía de amargura...

 

Notas finales:

 

Y bieeen? -se esconde esquivando zapatazos- Yongguk se va y deja solito a mi Zelo DDDD: A dónde se irá? Y JongUp y Channie? Volverán juntos o pasará algo que lo destrozará todo más? hskdjahsdas Todo esto y mucho más en los próooximos capitulos :3333

Espero sus rw! Y gracias por leerme juuu <333

Ah! Y Quien me quiera agregar al twitter soy @_erredeReptar *www* Que me gustaría tener más babys en mi twitáh 8D Jé. Besitooooooooos C:


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