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Si yo tan solo fuera tú por Bbo

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Notas del capitulo:

Holaaaaaaaaaaaaaa :) Bueno aqui de nuevo ^^ siento no haber actualizado antes TwT pero es que estaba en la semana de examens pero sigo sin internet ;____; y a penas tengo tiempo de escribir. Asi que espero que esteis votando por BAP *^* y que os guste el capitulo ^^

YoungJae asomó su cabeza por el borde de la puerta asegurándose de que nadie lo veía, caminó de puntillas por el pasillo pero se sorprendió de que las luces estuvieran apagadas y no hubiera nadie cuando hace unos momentos estaban Yongguk y Himchan a punto de matarse.

-Zelo? –preguntó acercándose a la puerta de su habitación.

-Tengo sueño hyung –susurró entre jadeos, se había dejado deslizar por la puerta cayendo sentado en el suelo con la cabeza entre las piernas conteniendo lágrimas de rabia.

-Iba a salir…seguro que estas bien? –se acercó queriendo abrirla pero en el último momento se detuvo.

-Estoy bien, ten cuidado hyung.

Resopló y se alejó poniéndose la chaqueta, Zelo siempre aguantaba sus llantos pero cuando él lloraba YoungJae no sabía que hacer, nunca se le había dado bien consolar a la gente y se detestaba por eso.

-Hyung? –cuando abrió la puerta para salir se encontró a Yongguk sentado en los escalones, al parecer esperando a que Zelo le abriera la puerta.

-Ho-hola –se levantó sacudiendo sus pantalones.

-Que ha pasado? –el rubio al notar como el mayor bajaba la mirada comprendió que no le diría nada –voy a salir, cierra la puerta cuando te vayas…

Yongguk lo miró sorprendido y solo asintió viendo como YoungJae entraba en el ascensor –Hyung ten cuidado con lo que haces. Me estoy cansando de ver a Zelo llorar por tu culpa… -y tras soltarle esas palabras tan frías las puertas se cerraron dejando con un terrible cargo de consciencia al mayor.

 

-Para Himchan – dijo Jongup mientras miraba como su hyung se ahogaba en alcohol –te hará daño! –pronunció quitándole el vaso.

-Dámelo! –es cierto, se ahogaba en alcohol como consuelo pero lo que en realidad quería era ahogar sus penas.

-No! –suspiró tontamente; cuando Himchan lo llamó para ir al concierto su corazón se aceleró haciéndolo flotar pero se desplomó contra el suelo cuando nada más ver al mayor con una cara de desilución comprendió que no tenía ganas de divertirse.

-Lo siento…-en casi un susurró sus ojos se volvían cristalinos, tenía el alma partido en dos y el corazón aplastado.

-Porque? –preguntó Jongup sacando la billetera para pagar las copas.

-Lo siento… -volvió a repetir bajando la mirada.

-Vamos –lo tomó del brazo y se lo pasó por los hombros, el mayor apenas podía mantenerse en pie y el olor a borrachera era tan grande que casi podía dejarlo ciego.

Caminaban, bueno caminar… Jongup intentaba no estamparse contra el asfalto mientras que Himchan hablaba de cosas sin sentido, cosas que hacían reír al pequeño,  tales como un conejo con nariz de cerdito que pasaba volando al lado de esa estrella de allí o como había visto a Goku paseando en su nube voladora. Tonterías que hacían que Jongup se cuestionara si debía o no denunciar a la cervecería que había fabricado aquella bebida.

-Necesito un descanso hyung –suspiró tumbándose en el suelo agotado y dejando caer al mayor a su lado.

-Yah! Porque me tiras conejito? –gritó el mayor gracioso mientras se sentaba en el césped de aquel parque.

-Conejito? –volvió a repetir mirándolo raro.

-Conejito… -sonrió de lado acariciando su mejilla de pronto.

-Columpios! –gritó el menor intentando evitar aquel contacto corriendo y acercándose a ellos, el otro lo siguió con la mirada para después levantarse con fastidio.

-Espera! –se tambaleó pero consiguió seguirle.

-Que lento caminas! –le gritaba mientras se columpiaba y se burlaba aumentando la velocidad.

-A que te gano! –se acercó intentando detener el balanceo del menor con la mano.

-Ja-ja, tu y cuantos más? –iba frenando poco a poco.

-Para que me estas mareando –se quejó Himchan sonriendo.

-Te dije que no bebieras, que te sentaría mal pero nunca me haces caso y siemp…-su respiración se paró en seco al igual que él cuando el mayor agarró las dos cadenas del columpio atrayéndolo hacia él con la mirada fija que expresaba cierto misterio que Jongup no podía descifrar.

-Perdóname por hacerte perder el tiempo…-no quitaba su cristalina mirada del castaño, ni él mismo sabía si las lágrimas que empezaban a brotar de sus ojos era a causa del alcohol, del sueño o de la rabia que lo carcomía por dentro.

-Perdonarte?

-Querías ir al concierto pero…

-Eso no me importa –susurró sosteniéndole la mirada- que te pasa?

-Eso tampoco importa.

-Y que es lo que importa? –preguntó Uppie con la más inocente de las sonrisas.

-Pues que estas aquí… conmigo. –tras escuchar aquello y la manera en como lo había dicho el corazón del menor golpeó desenfrenadamente, la sangre se le bajó a los pies para luego subir hasta sus mejillas provocando que desviara la mirada, no podía contener los impulsos que su cuerpo provocaba y cada vez se sentía más y más mareado, parecía que hubiese sido él el que estaba borracho porque ahora mismo su vista se nublaba dejando a flor de piel sus más tímidos sentimientos– Como lo haces Uppie? –el pequeño lo miró desorientado y cada vez más alterado. Hacer? Que cosa? Himchan se arrodilló delante del él apoyando las manos es sus rodillas y acercándose a su rostro–…apareces con esa sonrisa y haces que parezca todo tan fácil… Y yo…yo no puedo dejar de mirarte…

-No lo hagas –dijo al instante, sentía como si el mayor en cualquier momento fuera a desaparecer– mírame solo a mí… siempre. –susurró pegando su frente con la contraria acariciándole los cabellos.

-Tengo ganas de besarte…-murmuró cerrando los ojos con un gesto de dolor. Esas palabras que tenía atragantadas salían con culpabilidad. Quien las escuchaba era Jongup pero a quien quería decírselas era a Zelo…

-Pues hazlo…-rogó intentando adueñarse de aquellos finos y rosados labios. Y lo hizo. Obedeció y lo besó fundiendo sus remordimientos y matando su dolor dejando volar la imaginación intentando buscar en ella al pelirosa sin éxito.

 

-Hola…-YoungJae lo saludaba con una sonrisa y los ojos llenos de ilusión, Daehyun estaba parado delante de él con un chándal negro, una camisa y el pelo desordenado, se notaba que estaba durmiendo pero ante los ojos del rubio era la persona más hermosa que había visto en toda su vida. –Siempre lo haces?

-El que? –lo miró sobándose un ojo con la más bonita de las sonrisas.

-Levantarte así de guapo? –el mayor al escuchar aquello tan solo hizo una mueca divertida dejándolo pasar.

-Es tarde, no me gusta que salgas a estas horas de casa…-le reprochaba serio, pero Jae hizo algo, la única cosa a la que Daehyun no podía resistirse, poner esa carita de niño pequeño mientras susurraba un ‘quiera verte’ que acabó por desarmarlo. Que ganas de abrazarlo tuvo en esos momentos, que ganas de abrigarse entre sus brazos y que con sus besos le hiciera saber que nada malo pasaría. Ahora era él quien pedía al pequeño consuelo. No soportaba el abatimiento que sentía recorrer su cuerpo, le pesaba tanto el corazón… pero ahí estaba Jae. Y quería que estuviera todos los días de su vida.

Se sentó en el sofá suspirando cansado seguido por el pequeño que había notado el desánimo del mayor. El rubio se acercó despacio sin hacer apenas ruido, lo abrazó tirando de él y acurrucándose a su lado apretándolo fuerte como si quisiera impedir a toda costa que se alejara de él y enredando los dedos en sus cabellos trazando círculos imaginarios por su cabeza.

-Quieres chocolate?

-Chocolate? –Daehyun lo miró extrañado.

-Sí…el mejor consuelo es el chocolate…-le sonrió con aires de haber hecho el descubrimiento más asombroso de la historia.

-Y porque es el mejor consuelo?

-Bueno… -el rubio titubeó sin saber que decir –supongo que porque es dulce… sí, eso debe ser…

-Dulce? –levantó una ceja divertido.

-No me crees?

Daehyun se acercó al rostro de un inmóvil Youngjae, suspiró pesadamente haciéndole sentir su aliento en los labios y sonrió saboreando su boca con infinita dulzura haciendo que el menor siguiera su ritmo. Se separó mordiéndole el labio inferior suavemente ahogando un gemido en él. –Sí… las cosas dulces sirven de consuelo…-susurró haciendo reír vergonzosamente al menor.

 

Yongguk caminaba con sigilo por el pasillo de la casa. Se acercó hasta la puerta de Zelo cogiendo aire y armándose de valor para abrirla. Pero no pudo. No al escuchar los sollozos del pequeño tras de ella. Se odió con todas sus fuerzas en esos momentos. Tanto era el desprecio que sentía por sí mismo que hasta podía respirarlo. Necesitaba poner orden a todo lo que había ocasionado. Necesitaba dejar de sentirse la peor persona del mundo. Necesitaba pedirle perdón. Pero lo único que pudo hacer fue retroceder sus pasos, retroceder y evadirse de la ansiedad que aquello le provocaba. Estúpido cobarde, repetía su cabeza una y otra vez deslizándose por una de las paredes de la sala. No merecía aferrarse a Zelo, no merecía que el pequeño lo mirara con esos ojos de embobado, no merecía que el pelirosa estuviera perdidamente enamorado de él, no se merecía nada de aquello si decidía irse, si decidía coger la puerta y marcharse aun después de haber escuchado su llanto... Y no lo hizo. No se fue.

 

 

-Lo siento…-dijo una vez más apoyando su cabeza en el pecho del castaño.

-Qué? –Jongup no lo comprendía, nada más entrar en el bar Himchan no paraba de repetir aquello. Mientras bebía repetía aquello. Cuando se fueron dijo aquello de nuevo y ahora, después de que lo acababa de besar, después de llevarlo al paraíso en tan solo segundos el mayor volvía a disculparse una vez más.

-Lo siento…-tenía rayadas aquellas palabras en la punta de la lengua. Se detestaba por jugar con aquel pequeño de esa manera. Pero no podía evitarlo. No podía ni tan siquiera saber porque lo hacía… Despecho? Rabia? O tan solo buscaba alivio en alguna parte? O… o… es que realmente sentía todo aquello que le decía al menor solo que el tener a Zelo en la cabeza lo cegaba y no lo dejaba pensar con claridad? O es que tan solo era un idiota que se había pasado de copas esa noche? Sí, seguramente era un idiota… El más grande de los idiotas...

-Eh…-sostuvo su rostro entre sus manos mirándole con ternura- deja de disculparte.

-Pe…

-Shh! No me pidas perdón nunca vale? –le apretó los cachetes divertido.

-Porque?

-Porque lo digo yo y se acabó –se levantó arrastrándolo con él y pasándose una vez más su brazo por el hombro. –Volvamos a casa, hace frio.

 

 

 -YoungJae…-musitó al borde del sueño, sentía como fastidiosamente sus ojos se iban cerrando sin poder controlarlo.

-Mmm? –el rubio estaba envuelto entre las sabanas de la cama y el cuerpo del mayor.

-No te duermas antes que yo vale?

-Vale –arrastró las vocales con sonrisas, no tenía que esperar mucho pero se quedaría cuidando sus sueños. Al parecer lo único que necesitaba era alguien que lo mimase un rato y eso le encantaba. Le encantaba esa parte infantil de Daehyun. Le encantaba ser su almohada. Y sobretodo le encantaba inhalar ese champú que se había convertido en su más preciada adicción. Por otra parte Daehyun había contactado con su niño interior hipnotizado por el pacifico y marcado ritmo del corazón de Jae, las palabras sobraban porque Youngjae conseguía aquello; acurrucarse con él en la cama y quitarle las culpas sin apenas pronunciar nada, su oreja descansaba sobre su pecho dejándose acunar y desvaneciéndose poco a poco por el sueño. Su consciencia iba desapareciendo, pero algo tenía claro; si la vida fuera un día él tan solo se pasaría esas 24 horas así, reteniendo ese momento eternamente…

 

 

-Zelo…-susurró abriendo la puerta, observó un bulto sobre la cama y se acercó despacio visualizando gracias a la luz que se colaba por la ventana la espalda del pequeño acostado sobre el colchón, al parecer dormido. Se recostó a su lado poniéndose de cara al menor adivinando su rostro por la luz de la luna –Estas dormido? –que tontería, claro que estaba dormido. O eso pensaba porque después de acariciar su mejilla aun húmeda por las lágrimas el pequeño frunció el ceño molesto. Al escuchar a Yongguk entrar fingió estar dormido; seguramente el tonto de Youngjae lo había dejado pasar… Y Yongguk lo sabía, a ese mocoso se le daba fatal eso de fingir. Apretó con los dedos su nariz impidiendo dejar pasar el aire. Zelo al notar aquello abrió los ojos de golpe apartando su mano violentamente anhelando oxígeno.

-Estás loco?

-Por ti…-susurró al instante. Zelo no lo soportó, no sabía si odiarlo por comportarse de esa manera y romperle todos los esquemas o si odiarse a sí mismo porque no aguantaba las ganas que tenía de robar un beso de aquellos labios. Enojado se levantó dispuesto a marcharse pero un apretón inesperado por detrás por parte del mayor lo hizo detenerse.

-Perdón…-suspiró con tristeza hundiendo su cara en el cuello del pequeño y envolviendo su cintura con los brazos, no quería que se fuera, no quería dejarle marchar.

-¿Como has entrado?

-Necesitaba verte…-lo apresó más haciéndole cosquillas en el cuello con los labios a la vez que pronunciaba aquellas palabras.

-Eso no responde a mi pregunta. –el menor estaba sentado inmóvil en la cama dándole la espalda, no quería girarse y verlo, no quería porque sabía que si lo hacía, que si lo veía estaba perdido. Si miraba por más de dos segundos aquellos ojos rasgados y oscuros se rendiría, cedería dejando el orgullo de lado y cayendo en sus encantos. Ambos lo sabían.

-Ya sabes como es Youngjae…-soltó con pesadez enredando sus manos a las contrarias con suavidad.

-Como no…

-Mírame por favor –rogó alejándose un poco de él para que se volteara. Pero no lo hizo. Por eso decidió tomar las riendas, se levantó dejando a Zelo atónito, rodeó la cama hasta ponerse de rodillas en el suelo frente al pequeño. Alzó los ojos y él bajó los suyos. –Mírame –suplicó una vez más rozando la punta de la nariz con la contraria – por favor…

-Porque? –haló las vocales con la voz quebrada cerrando con dolor los ojos, no resistía el mal trago que le estaba haciendo pasar. Yongguk recogió las lágrimas que nacían de sus ojos secándolas con los dedos.

-Tu eres el loco, lo sabías? –Zelo abrió las pupilas desconcertado. –Llorando por alguien como yo… Y yo, yo soy un imbécil. Un imbécil que no te sabe valorar.

-Que eres un imbécil eso… eso ya lo sabía. –dijo intentando sonreír.

-Pero este imbécil te quiere… y mucho… –dios, como podía contra aquello? ¿Qué derecho tenía Yongguk a venir y ponerle la cabeza patas arriba como si nada? ¿Cómo era tan jodidamente adorable cuando se lo proponía, y sobretodo, cómo se resistía él a aquellas palabras? ¿Cómo?!

-Si me quisieras como dices cuidarías mejor tus palabras…-necesitaba soltar aquello, es verdad que se hundía cada vez que Yongguk se comportaba tan irresistible pero le había faltado el respeto, le había hecho daño y le había hecho llorar. –Jamás podrás saber lo que duelen tus palabras… porque, porque si supieras cuanto lastiman juro que lo entenderías…

-Soy consciente de que hacen daño…el primero que lo nota soy yo, y quiero cambiar, de verdad que sí, pero lo que quería antes era cerrar esa puerta y largarme con el corazón en la garganta y el portazo en la mente pero estoy aquí Zelo, estoy aquí pidiéndote perdón porque…-bajó la mirada, no podía contener la impotencia que aquello le estaba causando, todo se quedaba corto al intentar expresar ese nudo que se le formaba en el pecho- …porque te quiero conmigo, porque quiero que te enamores todos los días de mí y porque quiero que me quieras solo a mí. –en esos momentos se convirtió en la persona más egoísta y rastrera del planeta, que derecho tenía a pedirle eso? Ninguno. Pero no le importaba.

-No es justo…sabes que lo haré si me lo pides, lo sabes… –recriminó el pequeño.

-No es justo pero te lo pido –sonrió melancólico con la voz desgastada.

-A veces desearía querer a Himchan tanto como te quiero a ti para que tuvieras buenos motivos de estar celoso.

-No le quieras…

-Le quiero… a ti más, pero a él le quiero. Quiero a mi hyung.

-A mí no me llamas hyung.

-A ti no te veo como un hyung…

-Pero es que… no soporto ver como le miras, entiendes? No lo soporto Zelo.

-Y sabes cómo te miro a ti? Lo sabes Yongguk?! –el pequeño estaba perdiendo los estribos y su voz se rompía a cada sílaba que dejaba escapar.

-Si quieres culparme por no poder renunciar a ti, hazlo! –Zelo se levantó exhausto de la cama caminando de un lado para otro siendo observado por Yongguk. Aquella conversación no tenía sentido ya.

-Y ahora que se supone que tengo que decir? –el mayor se levantó también sosteniéndole las manos y colocándolas en su propio cuello obligándolo a que lo abrazara.

-No digas nada y solo quiéreme…vuélveme a querer…– entre suplicas le rozó tímidamente con las manos la cintura y con tan solo eso al pequeño se le aceleraba el corazón.

-No renuncies a mí…-suplicó el menor.

-Sé que no me he ganado la forma en la que me miras...

-Pues gánatela…por favor… dame motivos suficientes para estar loco por ti.

Tras eso no lo dudó. Le besó la frente deseando conocer su cuerpo pero no se atrevía a más por si el pequeño aún no estaba preparado para aquello, apenas estaba seguro de si podía besarlo, pero se arriesgó y absorbió sus labios pidiendo permiso. Un permiso que fue concedido por el pequeño pelirosa que tenía las ideas y las sensaciones revueltas. Motivos para estar loco por Yongguk? Le sobraban.

-Quiero que solo seas para mí…-tragó saliva. Tenerle tan cerca no le dejaba respirar, tampoco pudo respirar cuando el menor posó su boca sobre la de él violentamente llevándolo hasta la pared arrinconándose a sí mismo contra el cuerpo del mayor.

-Y soy tuyo…-sentenció. Yongguk sonrió de medio lado mordiéndole despacio el labio inferior, era tan suave, tan perfecto que no podía ser real. Empezó a besarle la mandíbula al mismo tiempo que ambos se dejaban deslizar por la pared encontrándose con el frio suelo. Luego continuó con el cuello arrebatándole pequeños jadeos y con ellos la camisa. Observó su pálida piel con cuidado, resplandecía y brillaba gracias a la oscuridad de la noche. Una noche en la que solo le pertenecía a él.

El pequeño también le arrancó la ropa que llevaba empezando a deslizar sus manos por su espalda desnuda dibujando figuras sin sentido por toda ella, cada centímetro de su cuerpo estaba a su alcance y no se quedaría con las ganas de examinarlo. Lo volvió a besar con pasión encontrando al fin sus lenguas y empezando a luchar la una contra la otra. La piel entre sus piernas era tan suave, tan cálida que el mayor no podía despegar las manos de ellas, esa sensación era la más intensa que nunca había sentido. En medio de la noche apagaban sus gemidos acelerados, ardiendo entre deseos ambos cuerpos desnudos dejando escuchar los latidos del pequeño que amenazaban con salir disparados de su pecho por cada roce que le  provocaba el mayor. La ropa interior estaba esparcida por el suelo y ahí estaba el menor entre el suelo y su cuerpo, entre el calor que le brindaba su piel y el helado cemento,  empezando a sudar, a respirar y gemir con fuerza. Yongguk le deseaba tanto que le dolía, le gustaba tanto que en algún momento, no supo cual, aquel chico de pelo color chicle le había quitado el corazón sin apenas enterarse. Le besó la frente, luego la nariz, la mejilla izquierda y luego la derecha degustando cada milímetro y volviéndose loco por los gimoteos que el pequeño le regalaba.

-Estas seguro de que quieres hacer esto? –Zelo asintió y fue en ese momento en el que el mayor empezó a moverse dentro de él acariciando y arañando con suspiros la lengua del pequeño. Quería hacerlo ingratamente suyo y de nadie más. Zelo se mordió el labio hasta hacerse daño reteniendo tontamente los suspiros y quejidos que se dispersaban entre sus dientes y moviendo la cadera de tal forma que hizo estremecer al mayor empapándolo de su sudor y temblando bajo él. Yongguk se levantó arrastrándolo con él y aprisionándolo en una esquina de la habitación marcando un ritmo tan fuera de sí que no sabía dónde sujetarse. Apoyó con desesperación las manos en las paredes teñidas de celeste de aquella habitación penetrándolo con profundidad. Zelo se enredó a su cuerpo con las piernas y le mordió con placer la lengua pidiendo más velocidad a lo que el mayor acató. Sentía que en cualquier momento se rompería como un frágil cristal o se convertiría en burbujas desvaneciéndose por completo.

-No quiero que te vayas –pidió el pequeño clavando la yema de los dedos en su cuello mirándole a los ojos.

-No me iré –lo aferró más a él hundiéndose en sus propias embestidas deshaciendo su rostro descontrolado entre sus manos y enterrándolo en el pecho del pequeño. Recorrió una vez más su pecho, sus hombros y sus costillas esparciendo y bañándole la piel de su ardiente aliento sin dejar de moverse encima de él tal como lo había pedido pensando que si no era para él nada tenía sentido, que si no veía esa sonrisa aunque fueran dos malditos segundos nada merecía la pena.

Su cordura se fugó por la ventana cuando la boca del pequeño ardió en la suya provocando descargas por todo su cuerpo erizándole los vellos de los brazos y dibujando con ella un te quiero que sencillamente no tenía precio. El resto no importaba. Ni Himchan. Ni el dolor. Ni los celos. Nada. Todo eso se desbarató entre sudores y jadeos avisando de que pronto llegaría el climax. Le mordió por última vez el hombro con hambre reteniendo ese último suspiro sin triunfo ya que al sentir como el mayor se corría dentro de él se rindió ahorcando su garganta en gemidos que bañaron toda la habitación. El mayor sollozó al mismo instante que Zelo lo hacía desplomando su peso encima del cuerpo mojado del pequeño. Todo había terminado. Y todo había sido tan perfecto.

Cuando consiguió calmarse cerró los ojos para después levantarse y con él agarrando al pequeño, posándolo en la cama y envolviéndose ambos entre sabanas y cojines sin parar de besarlo. Sin parar de beber de sus labios. Sin parar de darle amor a cada minuto.

-No podré dormir por tu culpa –dijo remoloneando como un gatito encima del pecho del mayor.

-Mi culpa? –agarró una de sus manos para rozarla contra sus labios tiernamente.

-Tu culpa…

-Esta bien…-resopló con una sonrisa que ocupaba toda su cara- quieres que te cante una canción de cuna?

Zelo soltó una carcajada besándole el pecho y diciendo que sí con la cabeza… Lo hizo, se la cantó… pero, esa canción… donde había escuchado antes esa canción? –como se llama?

-Eh… dulce gatito…por?

-N-no…nada…-sonrió y volvió a arroparse en el cuerpo de Yongguk. Estaba seguro que la había escuchado. Tan seguro como que odiaba los lunes… Tras pasar unos largos minutos en silenció levantó su cara escondida por sus cabellos rosados y sonriéndole.

-Yongguk… cántame dulce gatito -Volvió a pedir rodeando con los brazos su cintura y cerrando los ojos. Como amaba su voz, como amaba que fuera así de profunda, así de extraordinaria. Y como amaba tenerle así, tendido en la cama malcriándolo con sus caricias y asfixiándose en ese perfume tan peculiar que desprendía su cuerpo.

Pero Yongguk tardó en reaccionar, era como si aquello ya lo hubiese vivido antes. No, no podía ser. Un déjà-vu? Lo llamaban así, verdad? Báh, paranoias suyas…

 

Notas finales:

Tachaaaaaaaaaaaán (???) Os ha gustado? No? Sí? Siiii? Eso espero *--^* XDDD Lol. Bueno supongo que actualizare el viernes si es que puedo YuY así que esperen por mí y sus reviews *333* Adiós :3


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