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Cosas típicas de instituto. por Naoko-san

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Notas del capitulo:

dsadasd, iba a actualizar caundo terminara el quinto capítulo, pero me he echado a perder el word y estoy escribiendo en cuadernos, por lo que avanzo algo lento. Esta semana me compraré el puto producto y podré volver a mis andadas (?), aquí el capítulo dos :3. Desde nuestro sensual Deryl, que aclaro es seme. XD Sólo por las moscas.


El día había comenzado normal, había llegado y golpeé a los típicos de siempre. ¿Por qué? No sé, me da la gana, desquitarme con alguien la situación pésima que hay en casa.


Me senté solo atrás, no quería estar con nadie, ni con mi hermana. Ella entendió y se quedó una butaca adelante, agradecí el gesto. Todo normal hasta que se nos avisó que había un alumno nuevo. ¿Quién es tan estúpido para llegar a mitades de semestre? La profesora (que por cierto es una estreñida, seguro algo de sexo le faltará) presentó al muchacho nuevo.


Sentimientos maricones, fue lo primero que pensé al verle. Bajo, de apariencia delgada pero con una mirada mordaz, sonrisa hipócrita y ojos azules claros. Cabello negro con un flequillo que le llegaba a los ojos y piel pálida. Atractivo.
Soy bisexual, siempre lo he sabido. Aunque ahora tengo una novia que es peor que el estereotipo que es mi hermanita; pero sigo con ella por que le quiero, además está la costumbre… y no puedo estar solo mucho tiempo, soy como un animal.


Al verlo así, ser tan tajante con la maestra me hizo molestarme, algo que me cabreaba eran los tipos que eran levantados de raja. O sea, que eran engreídos y miraban con desdén a los demás. Gruñí al verlo acercase a MI banco, se sentó sin siquiera pedir permiso y esa actitud me cabreaba.


Le pregunté y él sólo se mofaba de mí. Pero que imbécil.
Así comenzó a molestarme; preferí ignorarlo. Aunque estaba en mi naturaleza golpear a quién me molestara, le daría esa oportunidad considerando que es nuevo y que no conoce como soy, menudo estúpido.
Siguió intentando que le gruñera o le mostrara un signo de pelea; pero no cedería tan fácilmente. Soy mejor que eso; mejor que él.


Al sonar el receso, salí de ese lugar rápido. Odio estar encerrado en el salón, me da tanto repelús, ¡No sé! Ahg, detesto éste lugar. Odio que intenten meternos la educación de manera obligatoria, no es como si no quisiera ser alguien en la vida pero ese alguien que me imponen que sea, no me agrada. ¡No puedo! Odio mi familia, teniendo expectativas de mí.


Mi madre es una neurótica, es una controladora y mi padre no hace nada para detenerla, es un jodido sumiso. Ninguno de los dos está para Julie y para mí, ella sólo grita, manda y golpea. Él sólo ve, no dice nada ni aconseja. Ambos me dan asco, nunca han estado para apoyarnos. Y ahora vienen con que quieren que nos graduemos y tengamos las cosas que ellos no tuvieron.


Como sea, caminé por el pasillo cuando sentí que chocaban conmigo, miré hacia abajo y se trataba del imbécil de Tomás. Un estúpido demasiado tímido, le miré feo y enseguida procedió a disculparse, le tomé de la solapas del cuello.


Le miré de cerca y noté lo asustado que estaba, le sonreí —¿Asustado, Tomás? —le pregunté, asintió con lentitud. Le golpeé en el estómago, emitió un quejido —. Lo siento —reí y él me empujó, soltándose.
—¡Siento haber chocado contigo! —me gritó y le miré mal nuevamente, por lo que se cohibió agachando la cabeza.
—Pues yo no te perdono —respondí mordaz.
Volví a tomarlo de la solapa de su camisa, le miré y le volví a golpear en la boca del estómago, escupió y chilló.
—¡Te dije que lo siento!
—¡Y yo te dije que no te perdono! —reí para apresarlo por el cuello, sentí risitas y miré hacia atrás. Era el chico nuevo, mirándome con sorna. Al verlo allí, sentí rabia por lo que apreté más el agarre, sentí lágrimas y el imbécil estaba llorando. Lo solté con brusquedad, para mirar al nuevo.
—¡Qué te sirva de lección! —volví a gritar, para mirar a todos los que nos rodeaban —. ¡Y ustedes mirones, vuelvan a lo suyo si no quieren qué les llegue! —amenacé, para irme de allí.


Vi a la inepta de Narcisa, que me miró aterrada con su almuerzo en mano. La empujé bruscamente y cayó sobre Tomás, que gimoteaba en el piso. Me reí y me fui de allí.
Metí las manos a mis bolsillos para ir caminando por todo el pasillo, no entraría a clases, me duele la cabeza y quiero dormir un rato. Sentí pasos detrás de mí, ignoré. Seguro algún estúpido que quiere dárselas de listo y saldrá mal parado, seguí caminando hasta llegar a las escaleras que daban con la azotea. Miré hacia atrás y noté que era el nuevo que venía siguiendo mis pasos, seguí caminando.


Subí y al estar frente a frente con la puerta, al parar sentí que él paraba también sus pasos, intentando no delatarse. Como si no supiera que está allí, observándome.
Tanteé la puerta, saqué la llave de la azotea (se la robé a Maxxie) y entré, al momento de caminar el otro siguió caminando, deje un leve espacio en la puerta para que entrara también; pero antes, le hablé:
—¿Te divierte el seguirme? —pregunté volteándome, y puedo jactarme de que se sorprendió que le haya descubierto, pero enseguida recuperó la postura.
—En realidad sí —sonrió y atravesó la puerta, cerrándola quedando enfrente de mí—. ¿Qué linda vista, no?
Miré a donde miró, aunque era obvio que ya sabía como era el paisaje que se extendía a mis espaldas. La azotea estaba rejada pero se veía todo el colegio, la gran pileta que estaba en la entrada y los frondosos arboles.
—Lo que digas —mascullé, lo observé, y cuando notó mi mirada que se posó en su figura, me miró y sonrió de manera falsa.
—Eres muy interesante, ¿Sabes? —aquellos ojos azules me miraban intentando intimidarme. ¿Quién se cree que es? Sonreí con autosuficiencia, encogiendo mis hombros.

Me di la vuelta y al parecer mi actitud le molestó, pues bufó. ¿No le parece entretenido sacarme de quicio? Dos pueden jugar ese juego.
—Lo sé —contesté luego de unos minutos, miré y estaba ahora a mi lado, entrelazó la mano con la rejilla para mirar otra vez.
Me sostuvo la mirada intentando incomodarme o enfurecerme.
—Me ha sorprendido lo bestia que eres, pareces tan pacifico e idiota… pero resultas ser un bruto —hizo una pausa para sonreír y seguir—: Oh, y un idiota.
—Así es la vida, imbécil —espeté con calma. Quizá si me desquito con todo el mundo por pequeñeces, pero sé a donde va esto. Quiere cabrearme, lo está haciendo a propósito, lo cual si hiciese, no sería divertido.

¿Dónde está lo divertido en darle lo qué quiere? Así no funciono yo.
—Sí… —bufó para mirarme, luego chasqueo la lengua y le vi de reojo, una pequeña sonrisa se frunció en sus labios—. Tú, un idiota y tu hermana... Una puta en toda la palabra. Quizá si le pido que me la mame lo haga, me pregunto cuánto cobrará. ¿Quién sabe? Sois tan divertidos, tú eres el típico chico americano y ella la típica puta. Lástima que no seáis novios, ¡Pegarían tanto!

Le dio al clavo. Tocarla a ella era lo que más me enfadaba.
Chilló cuando le hundí mi puño en su estómago, jadeó para mirarme con una sonrisa.
—Pero qué divertido.
Posó sus manos en su estomago para intentar apaciguar el dolor, al oír aquel tono de voz tan detestable, lo agarré de las solapas del cuello. Lo levanté y lo golpeé contra la rejilla, él jadeo como respuesta.


—No quería darte lo que quieres —apreté el agarre—, pero vuelve a hablar así de Julie, y acabaré contigo.
—Tengo tanto miedo —gimió con sorna, aun en esa situación se mofaba de mí. Joder, ni tres o cuatro horas le conozco, y es como una jodida piedra en el zapato.

Apreté el agarre para volver a repetir con voz grave —Puedes meterte todo lo que quieras conmigo, pero le haces algo a ella y…
—¿Y qué? ¿Me matarás? —bufó.
—Quizá lo haga —apreté el agarre y el gimió, lo levanté del piso y cerró los ojos, para volver a golpearle contra la rejilla —, quizá lo haga.
Él jadeo pero en su cara se trazó una sonrisa, me sonrió de manera hipócrita.
—¿C—crees que le temo a la muerte? —Me golpeo en el abdomen, cosquillas me hizo pero lo solté igual, se sobó el cuello mirándome aun con esa estúpida y arrogante sonrisa—. No tienes idea de quién soy.
—Matthew Jäger —pronuncié—. Sé tu nombre y con eso tengo, no quiero saber de ti. Imbécil.
—Lo mismo digo —gimió para recuperar la compostura, luego emitió una carcajada—. Un placer conocerte. ¡Ahora sé que contigo el instituto será todo un circo! ¡Gracias, así no me aburriré!


Aquello comentó para irse caminando, yo no me inmuté en seguirlo ni dejarle en claro quién manda aquí.
En este lugar lleno de animales mando yo; sólo yo. Lo mejor de todo, es que quizá él también consiga entretenerme en lo que quede de escuela.
Me quede allí mirando el lugar, aprecié todo y pensé en mí y en mi hermana. Apreté la mandíbula, pensé en lo mal que está todo. En lo falso y estúpido que soy.

Y comencé a llorar.


Las lágrimas mientras bajaban, se sentían como si quemaran mi rostro. Dolía estar solo, no poder contar con nadie. A ella es a la única que he apreciado de verdad, pero aun así es falsa. Falsa, por que sigue atada conmigo, sigue soportando el trato de nuestro padre. Sigue vendiéndose de esa manera para poder tener algo, perder su dignidad para poder sostener la de nuestros padres.

Y yo era igual o peor que ella.


Acostándome con quién me pareciera bien, indagando con cualquiera. No necesito amor, eso es para tontos que necesitan aferrarse a algo. Pero algo no va bien en mi vida, en realidad nada va bien. Mi madre intenta moldearme a la perfección y al equivocarme, siempre se ha expresado con violencia.


Todavía tengo las cicatrices que me dejó cuando tenía quince años.


Siempre ha sido violenta, si hago algo mal, se desquita. Si mi padre la engaña, se desquita conmigo. Lo peor de todo es que ha sido siempre así, que sus costumbres se me han pegado. Si alguien me dice algo que me molesta, reacciono igual que ella: golpeándoles.
Mi padre jamás dijo o hizo nada, siempre mirando allí como un espectador. Y mi hermana, siempre buscaba el consejo de alguien, ella se moldeó a la perfección. Hija perfecta, mejor promedio escolar, mejor cuerpo.

Pero cuando se enamoró no tuvo a quién consultar. Mi madre estaba demasiado ocupada intentando moldearme a mí, que ella recurrió a mi padre.
Él jamás respondió ninguna duda, jamás la apoyó, jamás escuchó lo que decía.
Por eso me molestó que Matthew dijera lo que dijo; sobre ser una puta.
Lo es.
Está convencida de que así encontrará el amor, pero no lo hará. Ni ella; ni yo. Y yo no hago nada para ayudarla, por que soy igual.
La diferencia es que yo lo hago para satisfacerme, ella para encontrarse. Al final, ambos estamos acabados. ¿Qué importa?
Pero igual duele.
Luego de haber llorado unos diez minutos, con los ojos hinchados bajé. No me importa si me ven, si se burlan, habrán cavado su tumba ellos mismos.

Cuando bajé, habían tocado nuevamente para el receso, me perdí el segundo bloque. Entré al salón y vi la mirada del nuevo sobre mí, analizándome. Vi como había quedado una marca en su cuello, pero se mantenía con una sonrisa… aquella sonrisa hipócrita.

Me senté a su lado, de todas formas allí era mi asiento. Mañana me encargaría de que se alejara. Cubrí mi cara con mi mano, me dolía la cabeza.
Mi hermana me miró con preocupación, le hizo una seña al nuevo y ambos se fueron.
Sostuve mi cabeza que dolía, todo era horrendo.
Mi vida es un estereotipo, y no puedo hacer nada para salir de ella. Y tampoco quiero, es demasiada la costumbre.

Notas finales:

Espero les guste, gracias a los reviews. Los contestaré~ hehehe, y cambiaré el sensual resumen (?) gracias!


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