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Colmillo de Dragón por blackrain

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Notas del fanfic:

Bueno, como empezar.

Sí, rompí mi racha de actualizar cada semana, eso fue debido a que la semana pasada fue mi entrega de evaluaciones parciales, por lo que no pude terminar esta historia, este será la última hitoria nueva que escriba, ya que a partir de la siguiente actualización será acabar mis historias acabadas, además me parece que a partir de este punto voy a empezar a actualizar cada 2 semanas, lo que sucede es que tengo preparado un proyecto en Tumblr, mi one-shot Hermanos Gemelos que es original es realmente la introduccion de una novela que planeo publicar en esa red social, así que estaría publicando una semana aquí y otra en Tumblr, aparte quiero seguir publicando cuentos en Falsaria, así que me las veré un poco apuradilla, pero prometo que sacaré mis historia

Notas del capitulo:

Venlo en una época de lo épico, en otras palabras ubiquenlo en un lugar tipo el señor de los anillo o de clase de historias de caballeros y dragones.

Tiene una leve influencia de una historia mía que nunca han sido públicadas xD, pero es una idea con la que tengo bastante, así que espero les guste

“La pieza que quiero es conocida como colmillo de dragón, es una espada curva conocida como Shamsir de las tierras de Persia, más allá de lo que puedas creer se trata de dos espadas en una, las espadas suelen estar juntas y la hoja es tan delgada que pueden ser guardadas en la misma funda, su apariencia delicada oculta perfectamente el terrible filo de esas espadas, son bellísimas , son elaboradas de plata, en cada hoja tienen grabado un lenguaje en un idioma inentendible pero cuyos trazos son hermosos a la vista, la empuñadura  es de oro, y tiene incrustaciones de una hermosa piedra negra, dicen que la carga un joven de un extraño cabello azulado”

Sai maldecía el día que había aceptado esa misión, creía que se trataba de un trabajo fácil, robarle una espada a un extraño, no importaba lo excelente espadachín que fuera, nadie podía ser mejor que él. Pero encontrar al dueño de la espada había resultado difícil de lo que pudo haber creído, su peculiar cabello le había facilitado su encuentro, pero cada vez que estaba cerca desaparecía, era como si pudiera volar. Tenía seis meses siguiendo su pista, pista que lo había conducido a la punta de una montaña nevada, le advirtieron que no subiera, su preciado caballo había muerto días atrás y, a pesar de lo que le dictara cualquier instinto de supervivencia, enterró su caballo en lugar de aprovecharlo de alguna forma, y lloró mientras lo hacía, había sido su único amigo, el regalo de su estimado compañero, y culpa de esa odisea sin sentido lo había perdido. Vago durante días entre la nieve, él era fuerte, cualquier otra persona hubiera perecido en ese clima despiadado, pero no él, no la persona que fue bendecida por los demonios de la noche negra, no el ladrón de los secretos de las hechiceras, no el alumno del maestro demonio de una cola… maldijo de nuevo su suerte, se maldijo a sí mismo por haber dejado manejar una vez más por el valor del oro.

“Y aún si sobrevivo conseguiré las espadas, no puedo dejar que lo que me ha sucedido sea en vano” pensó con amargura mientras notaba que no quedaba ningún alimento en su bolsa, su maestro se lo había dicho, los dos grilletes que lo ataban evitando convertirse  en un  maestro eran su terquedad y su avaricia.

–Tú nunca lo entendiste, maestro –Sai se hincó para colocar nieve a su boca, apretó con suavidad para que se derritiera–  lo que me mantenía atado era mi enfermo amor por ti. Eso fue lo que me hizo abandonarte y convirtió en un mercenario– sus ojos cerraron, y su cuerpo cayó si oposición en la nieve –hoy es un bonito día para morir, después de todo…

···

Fue la sensación de no sentirse perseguido lo que lo hizo volver, esa sensación extraña lo había mantenido emocionado por más de 6 meses, su instinto era muy especial, solo pertenecía a su raza, nunca fallaba por el simple hecho que su presentimiento era basado en el futuro que se les permitiría ver, sabía que la persona que lo seguía sería la responsable de su muerte, eso más que preocuparlo lo emocionaba, no sabía de nadie que buscara a su raza, menos que resultara una amenaza para él. Fue debido a eso que se sorprendió de encontrar a esa persona fuera tan joven, más que sorprenderle fue una decepción para él, era demasiado pequeño, exageradamente débil  y bastante vulnerable. La piel del joven era tan blanca como la nieve, su cabello negro y sus vestimentas contrastaban con la blancura del paisaje,  la escena era tan bella que  le era doloroso mirarla, debería dejarlo ahí, pero algo, más allá de la emoción que le había ocasionado su fatídico destino a manos de ese niño, lo obligaba a no abandonarlo, ese algo que había nacido en el instante que decidió volver y mirar;  la nieve que caía había comenzado a cubrirlo con lentitud, pero en su cintura algo llamó la atención, la espada que quizá sería su ruina.

···

En la oscuridad solo se veía el rojo, le recordaba a su cabello, se movía con lentitud, marcando un suave compás inexistente, quería mover su mano y tocarlo, pero su mano no obedeció su petición, quería acariciar su cabello, enredar con suavidad los mechones rojos entre sus dedos y juntar su rostro con el suyo para profanar su boca “no, no puedo hacer tal cosa” la oscuridad volvió atrapándolo de nuevo.

Sai se sintió arropado, se sentía muy cálido y cómodo, no deseaba moverse, nunca imaginó que la muerte sería tan agradable, como una costumbre  eterna llevó su mano a su cintura, buscando la tranquilidad que siempre obtenía al tocar su espada, no la encontró, su cadera no tenía el cinto de cuero duro que siempre portaba su espada envainada, se levantó asustado dispuesto a buscarla, pero sus fuerzas no fueron lo suficiente para permitirle levantarse, sólo pudo sentarse, se mareó, lo que le impidió ver más de lo que quisiera. Notó que estaba acostado en una capa de piel forrada con terciopelo, era tan suave que por un instante no pudo notar que estaba en el piso de piedra, estaba cubierto con su propia capa negra, y sobre ésta había una manta mullida que lo mantenía caliente,  el fuego frente a él lo sorprendió, recordó su sueño sobre el cabello rojo, y entendió que a esas llamas se debía, volvió a recordar su espada, por lo que hizo el intento de levantarse.

–¿Buscas esto? –al otro lado del fuego se encontraba un joven, a pesar de que traía un turbante raído en su cabeza logró ver sus mechones “cabello azulado” se dijo sorprendido al ver los reflejos que lograba el fuego. Le mostraba la espada que afilaba con lentitud, mientras se encontraba sentado en una piedra.

–Es mía –su voz salió más débil de lo que esperaba, exigencia fría falló y por el contrario sonó como una débil petición.

–Las espadas son un juguete demasiado peligroso para un niño.

–No puedes ser más grande que yo… que 5 años –logró decirle, a pesar del fuego comenzaba a sentir frío, notó que estaban en una cueva, a la espalda del peliazul podía ver la tormenta de nieve cayendo afuera de ésta con fuerza.

–Te sorprendería nuestra diferencia de edad– Le asombró que el pelinegro solo vistiera con una camisa y un pantalón, las botas que calzaba estaban cerca del fuego, proveyéndolo como única fuente de calor, supuso que la capa en la que dormía era suya, el hombre que buscaba lo había salvado de la tormenta, le debía la vida, pero aún así robaría sus espadas.

“No le mataré, será la manera de saldar mi deuda”

–¿Qué es tan importante para seguirme hasta este lugar? –el pelinegro seguía afilando su espada, eso era algo que ha Sai no le molestaba, su espada lo necesita y el joven sabía hacerlo a la perfección, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. –Cúbrete –los oscuros ojos se clavaron por primera vez en los suyos, le asustó que el estremecimiento que logró en su cuerpo fuera aún más fuerte que el ocasionado por el frío.

–Yo… oí sobre ti… escuche que tienes una espada, soy alumno de un gran maestro de la espada –Sai mordió su labio, para evitar decir el nombre de su maestro.

–¿Quién es? –el peliazul notó su titubear, lo que hizo que se interesara más.

–El demonio… de una cola –agachó su rostro, al tiempo que se metía entre la manta. “Perdóname, maestro” se había prometido que nunca usaría el nombre de su maestro en sus negocios.

El peliazul notó que no mentía, se veía avergonzado de decir la verdad, fue eso algo más que llamó su atención de él, lo vio cubrirse con las mantas.

–Por favor, no la robes, el valor que tendría para ti sería mínimo en comparación del valor que tiene para mí –lo escuchó murmurar al comenzar a quedarse dormido.

···

Sai despertó alarmado, la tormenta había pasado, fue eso principalmente el motivo de su preocupación, había dormido confiado en que debido a que con la tormenta el peliazul no se iría, más que la pérdida de su rastro le preocupaba su espada. Pero ésta estaba a su lado, colocada con cuidado sobre la manta, acercó su mano, acariciando con cariño la empuñadura, cuántas veces su maestro no lo había enseñado la manera correcta de sujetarla, seguro que menos a la que se le enseña a un alumno promedio. Cada vez que empuñaba su espada recordaba a su maestro y le dolía, deseaba deshacerse de ella, pero era importante gracias a todas las veces que le había salvado, no podía ser un desagradecido con ella.

Advirtió que el fuego se había apagado, pero se sentía aún más cálido que cuando había estado encendido, quiso levantarse dispuesto a buscar al peliazul pero notó que  era sujetado por la cintura, miró sobre su hombro, encontrando que el peliazul dormía a su lado, estuvo a punto de gritar de la sorpresa de su cercanía, pero llevó su mano a su boca, cubriéndola para ahogar cualquier ruido. Aun así el peliazul despertó.

–Duerme –le dijo sin abrir sus ojos, apretando la cintura, atrayéndolo con suavidad a él –estoy cansado, quiero descansar.

–Te dejaré el lugar –Sai hizo el intento por levantarse, pero el joven no se lo permitió.

–No confío en ti, duérmete.

Sai se volvió a acomodar, pero el peso del brazo en su cintura no le permitía conciliar el sueño, se sentía cálido, como si no hubiera nieve, aunque por momento el aire que entraba por la boca de la cueva le recordaba el clima extremo del exterior. El peliazul dormía por encima de la frazada, nada lo protegía del frío, sin embargo, se veía muy cómodo con el helado clima, la fogata estaba apagada, por lo que con curiosidad se preguntaba qué era lo que hacía tan cálida a la cueva. El mayor se revolvió, buscando una posición más cómoda para seguir durmiendo lo atrajo más a él, Sai sintió la respiración del mayor chocar con su mejilla, la sintió ardiente, el cuerpo que lo abrazaba también se sentía muy cálido. Se atrevió a voltear a verlo, era muy atractivo; él, que siempre había considerado a su maestro la persona más atractiva que de todas las que conocía, tuvo que admitir que ese joven rivalizaba con facilidad con él, su piel era blanca, pero mantenía ese tono saludable, no como el blanco de su piel que muchos confundían con el síntoma de alguna enfermedad, las pestañas tenían ese mismo tono extraño de su cabello que le había facilitado encontrarle, el turbante había sido dejado de lado y su extraño peinado era algo que él nunca había visto. Con más curiosidad que timidez colocó su mano en la mejilla del mayor, estaba ardiendo, temió que fuera fiebre, por lo que se apuró a levantarse.

–¿A dónde vas? –preguntó el peliazul algo molesto de ser despertado.

–Nieve, tienes fiebre, parece que es alta –salió de debajo de la manta –tenemos que bajarla, la nieve funcionará.

–Espera –el peliazul sujetó su mano cuando estaba por echarse a correr –no es necesario, es mi temperatura normal.

–Claro que no, estás ardiendo.

–Estoy bien –el peliazul jaló con suavidad la mano, haciéndolo hincarse frente a él que se encontraba sentado.

–Pero… –Sai se vio algo desesperado, el peliazul colocó un dedo sobre los delgados labios del pelinegro.

–Sasuke, ese es mi nombre, ¿cuál es el tuyo?

–Sai –el mercenario sintió ardiente el dedo del mayor al rosarlo al hablar.

–Bien, Sai –el tono en el que dijo su nombre hizo que una corriente eléctrica recorriera su columna –tendrás que creerme, esta es mi temperatura corporal normal, ¿cómo crees que pude llegar hasta aquí de lo contrario?

Sai sintió frío ahora que estaba lejos de él, el cómodo calor emanaba del cuerpo de Sasuke que seguía sujetando su mano y con su dedo sobre sus labios. El calor aumentaba en su cuerpo debido a los penetrantes ojos oscuros de Sasuke sobre él, le molestaban, lo intimidaban, haciéndolo sentir pequeño e insignificante, era como si esos ojos pudieran ver en el fondo de él y supieran la verdad, ladeó su rostro, tratando de evitar la mirada, pero sintiendo el calor de esta sobre él.

–Sé quién eres, Sai –se atrevió a romper el silencio Sasuke –nunca ningún humano había sido tan fácil de leer, la mano ardiente acarició su  mejilla con ternura –eres tan puro e inocente –Sai mordió sus labios, incapaz de mirarlo o decir algo, ni siquiera era capaz de moverse –crees haber cometido un pecado imperdonable y tratas de mancharte con otros pecados para ocultarlo, pero la verdad no has sido capaz de cometer alguno, siempre terminas haciendo lo correcto. Tu pecado, no es más que una tontería inventada por algún envidioso.

–¿Crees que es natural amar a un hombre? –se atrevió a mirarlo, en sus ojos podía verse su furia.

La respuesta de Sasuke fue sujetar su barbilla y besar sus labios, al principio se resistió, asustado de la acción, pero sus labios calientes sobre los suyos lo hicieron temblar de placer, el gesto tan simple y puro no le basto, cuando el mayor lo hizo abrir la boca jalando con suavidad su barbilla obedeció dócilmente, el aliento cálido llenó su boca, la lengua fogosa y traviesa buscó la suya para iniciar una batalla de placer, la temperatura del cuerpo caliente de Sasuke comenzaba a pasar al suyo, sentía arder su piel ante el contacto de sus manos en su espalda que lo atraían.

–¿Pasó algo malo? –Sasuke se alejó –¿crees que ese es el sabor del pecado?

–Lo dices porque están tan enfermo como yo –las lágrimas que cayeron despertaron la piedad de Sasuke, Sai realmente estaba asustado por lo que consideraba que era un gran mal, sujetó un brazo del joven mercenario, mientras con su mano cubría sus ojos.–Duerme –le pidió en un susurro, sujetándolo cuando se desvaneció.

Lo colocó en su capa, cubriéndolo con la capa de Sai y con el edredón, se sentó a su lado para mantener la calidez del pelinegro, éste seguía llorando, con un dedo limpió sus lágrimas, le dolía, él, que siempre había sido tan frío, sentía el dolor de cada una de sus lágrimas, no le había mentido a Sai, le era fácil leerlo, nunca había conocido a un humano tan fácil de leer.

Sabía quién era, no le había mentido cuando le dijo que era estudiante ni sobre su maestro, pero no le dijo que él era el estudiante más talentoso y él que ocuparía el lugar de su maestro, pero se enamoró de su maestro, y para evitar su odio decidió marcharse, fingiendo lo que su maestro consideraría una traición, el desear usar su espada para ganar dinero, considero que al tener el odio de su maestro nunca sentiría la necesidad de volver a su lado, pero se equivocó y sufría cada día más al no poder evitar el deseo de regresar.

–Cuantas veces te prometiste mancharte con algún pecado más grande para oculta tu amor por tu maestro, no entiendes que tu amor es puro sin importar a quien sea dirigido –acarició los mechones negros con cariño –lo que los vuelve tan valiosos, a ustedes los humanos, es la fuerza salvadora de su amor, su amor los cambia, todo amor es puro y ustedes no lo entienden, lo ensucian, confundiendo nuestra pasión de bestias con su bello amor, su egoísmo los hace volver pecado cierto tipos de amor que al final son puros y valioso, más valiosos incluso que nuestra inmortalidad.

···

Sai despertó justo al momento que Sasuke entraba a la cueva, el peliazul lo notó preocupado al verlo, lo entendía, ya que no era normal que alguien soportara tales temperaturas con esa vestimenta, normalmente serían muy discretos respecto a eso, pero el sentimiento de amenaza había vuelto y más fuerte que nunca… eso le encanta, sentirse amenazado por ese niño que podía comenzar a llorar sólo con un beso. Sai había puesto rojo, no pudo evitar sonreír al saber que era por el recuerdo de su beso, lo había disfrutado, le había fascinado esa pasión reprimida que se encerraba en él, el deseo que ver su reacción cuando tomara su cuerpo era bastante tentadora, pero por alguna razón no podría hacerlo, quizá porque en el fondo la piedad que habían inspirado esas lágrimas eran más fuertes que el deseo. El pelinegro desvió su mirada, se sentía culpable de haberlo disfrutado, de haber encontrado tanto placer en quien él consideraba un hombre, le preocupaba un poco que Sai fuera como un libro abierto para él.

–Esas… son colmillo de dragón –Sai estaba sorprendido

–Es lo que quieres –las espadas colgaba de un cinturón de piel negro con incrustaciones de plata, la espadas estaba a la vista, pero daban la apariencia de ser una sola al estar unidas.

–Pensé que tendrían una vaina.

–No puedo guardarla, no existe vaina que las soporte, deben estar siempre así.

–Puedo… verlas.

Sasuke dudo por un momento, pero después la quitó de su cinturón.

–Deberás dejarme sentar contigo –“necesitaré calor” fue lo que se vio obligado a callar.

Sai se movió un poco, Sasuke se sentó a su lado, cubriéndose con la capa del pelinegro y con la frazada caliente, pasó una mano por la cintura de Sai atrayéndolo a él, lo que pareció incomodar al mercenario, pero calló para poder tener las espadas.

Sasuke se las entregó, Sai las revisó fascinado, eran tan bellas como le habían contado, pero al tocarlas, sentía como si estuvieran vivas, era como tocar los colmillos de un ser salvaje, al igual que Sasuke, algo en esa espada lo intimidaba.

–Solo tiene un filo.

–Su forma curva no permite dos.

Sai acarició las letras que estaban en la hoja, le habían dicho que nadie podía leerlas, pero por curiosidad las miró.

–Existió un dragón que entregó sus colmillos –la mano de Sasuke que seguía en su cintura tembló cuando comenzó a leer –un ser que no ha nacido con el don de amar, como lo hacen los seres humanos, entrega lo único que le es valioso y puede tener tanto valor para ocupar el lugar del corazón humano…

–La inmortalidad –interrumpió Sasuke, Sai lo volteó a ver sorprendido por un instante había olvidado que estaba ahí –no pares, sigue… –le pidió, Sai notó que el peliazul temblaba un poco.

–Para poder entender el verdadero amor del que son poseedores lo humanos  es necesario el sacrificio, el único sacrificio comparable que somos capaces los dragones es entregar la inmortalidad.

Sai se asustó, no sentía el calor proveniente del cuerpo de Sasuke y éste temblaba como si muriera de frío.

–¿Estás bien? –se atrevió a preguntarle.

–No… tengo frío –sus dientes castañeaban.

Sorprendido notó los labios que se ponían azules, Sai miró al fuego, había suficiente y se sentía tibió bajo las sabanas.

–Es porque estas mojado con la nieve –dijo recordando de pronto, dejó la espada de lado comenzando a hacer  que Sasuke se sacará la ropa– quítatela pronto.

Sasuke sonrió mientras se quitaba la camisa ayudado por el pelinegro.

–No lo necesito

–Pero estás temblando –Sasuke tomó la espada, ofreciéndole una mano a Sai que se había levantado para colocar la camisa cerca del fuego, dudando un poco Sai la sujeto. –estás caliente. –mencionó sorprendido.

–Vez –dibujó una sonrisa en sus labios que volvía a su color natural –por favor sigue leyendo –jalándolo con suavidad lo hizo sentarse entre sus piernas, colocando la espada en su regazo sin soltar la empuñadura.

–¿Acaso no lo entiendes? –su cuerpo tembló de miedo y placer cuando Sasuke apoyó su babilla en su hombro mientras pasaba su mano libre por su cintura.

–Es un idioma muerto, nadie lo entendía, al parecer no es así. ¿Quién te lo enseñó?

–Nadie, es la primera vez que lo veo… –el pelinegro acariciaba las hermosas letras –pero no es la primera vez que me sucede, es por la llamada “bendición de los demonios de la noche negra”, hice algo para ellos.

–Les ayudaste, ¿por qué no admites que eres una buena persona? –le reclamó con suavidad.

–El dragón se enamoró de un humano –comenzó a leer para evitar el reclamo –la belleza de algunos humanos han sido la joya más valiosa desde todos los tiempo para nosotros, tal amor lo hizo pedir un deseo a los poderosos sabios, permitirle tener a ese humano, los sabios le permitieron una odisea para ser digno de ese favor –Sai hizo un gesto molesto –termina aquí.

–No –Sasuke movió la empuñadura de la espada de una manera especial y esta se separó en dos, mostrando, como se le había dicho, que se trataba de dos espadas.

El estomago de Sai hizo ruido, no había comido nada en ese día.

–Tenemos que dejar este lugar, falta demasiado para que las tormentas se detengan, creí que podría obtener comida, por eso salí, pero si me retiro a cierta distancia no podré volver a encontrar la cueva. No te pediría que emprendieras este viaje si no fuera realmente necesario –Sai notó el tono dulce mientras le abrazaba con un poco más de fuerza.

– Lo sé –Sai juntó la espada de nuevo, había aprendido el movimiento solo con verlo una vez –te leeré la historia en un clima un poco más cálido. ¿Nos ponemos en marcha?

···

–¡Tienes que ponerte algo! –Sai se veía obligado a gritar por la tormenta de nieve que los atrapó después de una hora de camino.

Sasuke seguía usando su pantalón y camisa, había obligado a Sai a vestirse con las capas de ambos  y además usar la frazada, y a pesar de eso sentía que la mano que sostenía de Sasuke era más cálida que la suya.

–Deberías estar más preocupado por ti que por mí –el viento frío se llevaba las palabras del mayor –tu mano está helada.

Y Sasuke en serio estaba preocupado, sentía como, a pesar de lo cubierto que iba Sai, se encontraba muriendo de frió, temblaba y la sensación de amenaza disminuía terriblemente.

–Tenemos que esperar que pase la tormenta –Sasuke vio una saliente, por la manera en que caía la nieve ese era el lugar más protegido, se dirigió ahí, sentándose jaló a Sai, abrazándolo con fuerza a su cuerpo.

El pelinegro se resistió un poco al principio, pero a pesar de que Sasuke no le dijo nada supo que lo hacía para pasarle un poco de calor. Le abrazó también con fuerza, lo temblores que invadían su cuerpo comenzaron a disminuir, con sus manos alrededor del torso de Sasuke, que lo abrazaba con fuerza, notó que su cuerpo no sólo se calentaba debido a la temperatura del cuerpo contrario, sino que era su propio deseo de volver a sentir esos labios ardientes sobre los suyos lo que le hacían aumentar su temperatura, y se odiaba, ya que no eran solo los labios los que deseaba, sino que deseaba sentir ese cuerpo bien formado sin que su ropa se interpusiera, deseaba a su vez sentir las ardientes manos recorrer cada centímetro de su piel, deseaba que su lengua caliente lo probara has hasta llevarlo a la locura.

Sintió sus ojos escocer, las lágrimas amenazaron con derramarse al sentir su miembro reaccionar a su excitación, había enfermado más,  a pesar de haber estado enamorado de su maestro nunca había pasado de desear más que un casto beso de su parte, mientras que con Sasuke había reaccionado de esa manera solo por tener sus brazos atrayéndolo por debajo de las capas.

–No pasa nada –sintió la mano caliente de Sasuke comenzar a desabrocharle el pantalón –no te asustes.

–¡No! –Sai trató de ajearse de él al sentir sus dedos calientes rozar su hombría.

–La tormenta aún va a durar –su boca calentaba su oído con su fogosa respiración –no has hecho nada malo, está bien que te sientas así, hemos pasado tiempo juntos después de todo, está bien.

Sai comenzó a llorar sonoramente cuando un gemido escapó de sus labios, pero la culpabilidad no era bastante para calmar su libido.

–Me harás sentir que soy terrible en esto –le susurró con cariño, intentando que se tranquilizara, pero solo logró que guardara silencio, porque sus lágrimas continuaron corriendo, mientras que de su boca escapaba algunos gemidos que trataba de reprimir.

Sasuke sentía el cuerpo del pelinegro temblar de placer ante los movimientos de sus manos, lo estaba disfrutando, pero podía ver que se sentía culpable, consideraba ese un pecado mayor que el haber amado a su maestro. Quizá lo fuera, después de todo no había amor en eso, era sólo el placer que le proporcionaba su mano. Pero no quería parar, sentía lo vulnerable que estaba en sus brazos, los gemidos que eran solo por su causa, la sensación de peligro volvió, más fuerte que antes, se preguntó si Sai consideraría el matarlo por lo que le hacía.

–No pares –le rogó tomándolo de la muñeca cuando lo sintió disminuir el ritmo, las lágrimas seguían corriendo, pero se encontraba perdido en el placer.

Movió con más velocidad su mano, sujetando un poco la punta para evitar que se corriera tan pronto, sabía que se sentiría aún más culpable una vez que terminara, así que trato de prolongarlo lo más posible.

–Sasuke, por… favor –ni siquiera el propio Sai tenía claro que le pedía mientras gemía con su frente apoyada en su pecho para ocultar su rostro, su camisa estaba humeda por sus lágrimas.

De pronto lo sintió ponerse tenso, con un sonoro gemido de placer terminó en su mano. Por un instante temió que se alejara de él aterrado y eso, extrañamente, le dolía, acomodó su pantalón y cuando terminó notó que Sai lo abrazó con más fuerza, mientras su llanto se volvía un poco más audible. Sabía lo que sentía, se sentía culpable por lo que acababa de suceder, la culpabilidad era tanta que carcomía, pero no se arrepentía, no deseaba que nunca hubiera sucedido y eso lo tenía aun más confundido.

–No pasa nada, no hiciste nada malo, fue culpa mía –comenzó a murmurar al tiempo que acariciaba su espalda con cariño por encima de la camisa –no hiciste nada malo. ..

···

Sai caminaba a su lado, sujetaba con ambas manos las telas que lo cubrían del frío, la tormenta había pasado, desde lo que había sucedido no había hablado nada, había estado pensando todo el tiempo. Sasuke estaba tratando de entender lo que había en su mente, pero Sai se había cerrado herméticamente, no podía saber nada de lo que pensaba, por lo que ninguno notó las sombras que los perseguían.

Sai notó el silbido justo a tiempo, arrempujó con fuerza a Sasuke hacía un lado mientras él se movía al lado contrario, la nieve saltó con tal fuerza que al principio no lograron notar nada. Sai se apuró a desenfundar su espada, preparándose para él ataque. Había pasado bastantes años peleando con espadas, podía identificar el sonido de una hoja al cortar el viento aún con cualquier sonido a su alrededor, más de una vez eso había salvado su vida, y esta podía agregarse a la lista. Escuchó el chocar de dos espadas, entiendo que Sasuke había comenzado a pelar, para su sorpresa una espesa niebla lo rodeó, evitando ver más allá de un metro, frente a él apareció un joven cubierto completamente, usaba una extraña vestimenta negra desagarrada, había marcas de fuego en algunas partes de la tela, una capucha de la capa desgarrada de las orillas impedía ver sus ojos, solo notaba la piel bronceada de la parte inferior de su boca, permitiéndole ver una atractiva sonrisa en sus labios. En sus manos traía una espada de un metal negro que él no reconoció.

–Sorprendente –le alagó –ni el dragón nos había notado, ellos no están acostumbrados a ser atacados por arriba.

–¿Quién eres? –Sai no entendía a que se refería con dragón, supuso que se trataba de un apodo por la espada de Sasuke.

–Un asesino –agregó con una sonrisa aún más amplia, su voz reflejaba que se trataba de alguien joven. Sai se situó en  posición de ataque, las capas y la frazada cayeron al piso, en una mano sostenía su espada, mientras que con la otra sostenía su vaina –interesante técnica, hace unos años que no la veía.

–¿Te has enfrentado a mi maestro?

–Eres alumno del maestro Gaara, eres Sai –Sai se sorprendió de haber sido reconocido, su actitud se volvió un poco fiera, dispuesto a atacar a matar.

–Impresionante, pero no planeó pelear a morir contigo– tiró un lado su espada, ésta cayó en la con un ruido amortiguado por la nieve, Sai lo vio hacer unos extraños gestos con su mano, y murmurar unas palabras que no lograron llegar a sus oídos, se lanzó a atacar cuando se dio cuenta que murmuraba un hechizo, pero antes de que lograra tocarlo dos personas le sujetaban por detrás, Sai soltó un grito frustrado, era como si habían aparecido de la nada, ni siquiera los notó acercarse.

–Maravilloso, ¿no? –ambos hombres que lo sujetaban hablaron con el mismo tono de voz idéntico al hechicero y al mismo tiempo –copias exactas, un nivel muy poderoso de magia.

Sai rió, levantó sus pies en un saltó con tanta fuerza que dio media vuelta, jalando a ambas copias que lo sujetaban los tres cayeron al piso y en la confusión Sai se levantó, cuando otra copia salida de la nada a atraparlo dio un rápido salto, la copia sorprendida por la altura de tal salto no logró notar lo cerca que estaban del precipicio y al darse sujetó la mano del pelinegro, pero éste se soltó en un movimiento brusco que las piedras del suelo cedieron ante su peso, la sorpresa del hechicero y sus copias se reflejó en un gemido al verlo caer, las copias se evaporaron y el hechicero corrió a asomarse al precipicio, para su sorpresa Sai estaba colgado de éste, había clavado su espada entre las piedra y se sujetaba de ella.

–Dame la mano.

–¡Nunca! –gritó enojado Sai.

–¡No seas terco! –logró mirar bajo la capucha, encontrándose con unos ojos azules que se notaban aterrados

–¡No!

El hechicero se enderezó, Sai lo escuchó hablar mientras se esforzaba en mantenerse sujeto de su espada.

–Onii-san, algo salió muy mal, debes dejar al dragón, tiene que venir a salvar a Sai.

Después no oyó nada, notó como las piedras que comenzaban a soltarse. –No –no había nada que hacer, trató de sujetarse a la superficie, pero era imposible, era demasiado lisa para encontrar un punto de apoyo.

–¡Sai!–oyó a Sasuke gritar su nombre.

–¡¡Aquí! –gritó Sai. No tardó en ver al peliazul asomarse al precipicio, lo notó pálido y preocupado al verlo.

Sasuke se tiró al piso, estirando su mano para tomar la de Sai.

–No pasa nada, no pasa nada –repitió el peliazul sin estar seguro si se trataba de convencer a Sai o convencerse él –Intenta darme tu mano.

Sai trataba de estirarse lo más que podía, pero solo lograba rozar los calientes dedos de Sasuke, escucho el ruido de su espada deslizarse, sabía que no duraría mucho. Sasuke logró estirarse un poco más, logrando tomar la mano de Sai, quien le sujetó con fuerza.

–Vez, todo saldrá bien –Sai notó como su espada se deslizó más, Sasuke se vio preocupado y el pelinegro notó la razón, sólo estaba sujeto con una mano, si la espada se soltaba lo llevaría con él al precipicio.

–Fue mi decisión –Sai hizo un último esfuerzo apoyándose con una mano de la espada logró subir un poco, besó con dulzura la punta de los dedos de Sasuke –estaba destinado que muriera, a pesar de que me salvaste con anterioridad, no es tú culpa, fue mi decisión. Por favor, cuida mi espada.

–¡¡No, no, no!! –Sasuke pudo ver lo que haría antes de que lo intentara, Sai soltó su mano al mismo tiempo que soltaba su espada.

Sai cerró los ojos al caer, Sasuke lloraba, no quería ver su cara de dolor, se prometió no volver a abrir sus ojos sin importar lo que pasara. El viento sonaba en sus oídos, hasta que una fuerte ráfaga lo movió, sintió una especie de garra sujetarlo de un brazo un instante, pero se obligó a mantener su promesa de no abrir sus ojos, escuchó bajo de él el sonido de algo enorme cayendo al agua al instante cayendo él dentro de la helada agua, abrió sus ojos al sentir que el agua lo rodeó, era tan helada que sintió que su corazón estaba por detenerse, sus miembros se entumecieron lo que le hizo imposible nada a pesar de su esfuerzo, trató de no reír de la ironía que moriría por el frío y no por la caída, su destino era morir por eso a pesar de los esfuerzos de Sasuke.

Sintió unas manos que lo jalaron, sacando su cabeza del agua, trató de ver algo pero el temblar de su cuerpo no le permitía nada, sintió como los brazos nadaron sujetándolo, debido al frío no podía respirar, se estaba congelando, logró sacarlo del agua, sintió las calientes manos sujetar su rostro y besar sus labios, el cálido aire entró en él, obligándolo a expulsar el agua helada de sus pulmones en un tosido.

–Sa…suke–logró articular al ver al peliazul mojado junto a él. Debía ser una fantasía de su mente para evitarle el miedo de morir ahogado, de lo contrario como explicaba que todo se estuviera volviendo tan negro.

Fueron las manos calientes lo que los despertaron, seguía helado por lo que esas manos recorriendo su cuerpo desnudo lo asustaron pero a la vez fueron bastante placenteras, una se detuvo sobre su miembro, comenzando a acariciarlos, no tardó en reconocer los hábiles dedos como los de Sasuke.

–No, por… favor –logró gemir en voz baja.

Su ruego fue ignorado, por el contrario, sintió un dedo penetrándolo por detrás.

–No, no, no, para –estaba asustado, ni la habilidad de los calientes dedos pudieron mantener su erección, sus lágrimas comenzaron a correr cuando el dedo hurgó en él. A pesar de seguir llorando no podía hacer nada por detenerlo, el frío y el miedo lo tenían paralizado. –No quiero, para –sintió la mano dudar un poco pero continuó, no quería abrir los ojos, no quería ver a Sasuke haciéndole eso.

Un segundo dedo entró en su interior, lo que hizo escapar un sollozo de su boca. Seguía moviendo sus dedos dentro de él hasta que tocó un punto que le ocasionó una descarga de placer, logrando que su miembro volviera a erguirse y su cuerpo se calentara.

–Lo siento –Sasuke se inclinó sobre él para hablar a su oído, lo que le permitió sentir su caliente y perfecto cuerpo sobre el suyo –no puedo esperar más.

Los dedos salieron de su interior, sintiendo el húmedo miembro rozar su entrada

–No, Sasuke –a pesar del placer que proporcionaba su mano sobre su miembro despierto tenía miedo, sabía que estaba permitiendo un pecado sin perdón.

–Sai, por favor entiende –murmuró contra su oído –te estoy salvado la vida, de lo contrario no me atrevería a hacerte sufrir de esta manera.

Ante la sinceridad de sus palabras Sai abrió sus ojos, Sasuke se encontraba frente a él, su cabello seguía mojado y a pesar de su cara de tristeza se veía tan atractivo a sus ojos, colocó sus manos en las mejillas, si se iba a condenar de igual manera mejor se permitiría seguir los instintos que le marcaba su cuerpo.

Sasuke comenzó a entrar, Sai rodeó la cintura con sus blancas piernas, impidiéndole que siguiera masturbándolo, pero facilitándole la entrada mientras le besaba, sintió la lengua jugando con habilidad con la suya, el gemido al entrar a su interior chocó contra sus labios de manera seductora.

–Está caliente –murmuró Sai sin atreverse a alejarse.

–Tu cuerpo comienza a ponerse caliente, el placer devuelve la temperatura a tu cuerpo.

 –Entonces sólo tengo que obtener más placer.

Sai comenzó a recorrer con sus manos el cuerpo de Sasuke, mientras sus manos recorrían el cuerpo, besando y lamiendo el cuello, fue en ese momento que Sasuke se atrevió a hacer la primera embestida, la mano de Sai que se encontraba en su espalda clavo las uñas con fuerza en su piel, mientras que sus dientes dieron una mordida a su cuello, que después lamió con un cachorro arrepentido.

–¿Te gustó? –se atrevió a preguntar, sin poder ahogar un gemido.

–¿Tú lo disfrutaste?

–Sí, fue delicioso– agregó con una sonrisa, viéndolo directo al rostro.

–Entonces sigue –le pidió con suavidad.

Comenzó un constante entrar y salir con embestidas firmes, le pareció más placentero cuando Sai comenzó a gemir, sintió sus piernas apretar con más fuerza su cintura y sentir el miembro duro contra su abdomen. Buscó sus labios, besándolo con fogosidad, disfrutando lo estrecho de su interior.

–¡¡Sasuke, Sasuke, Sasuke!! –comenzó a gemir su nombre mientras entraba con mayor rapidez y fuerza, no le bastaba esa cercanía, era como si deseaba que se volvieran uno, quería más.

Se sentía en su límite, por lo que intentó alejarse de Sai, para no terminar en dentro de él.

–¿Qué sucede? –le preguntó, se veía precioso con sus ojos nublados por el placer, sus labios rojos por sus besos y sus mejillas sonrojadas, ahora Sai estaba sudando, el frío había sido sustituido por el calor del sexo, por un instante no fue capaz de pensar con claridad, pero logró recordar su pregunta, inclinándose para susurrar la repuesta a su oído –hazlo –le pidió Sai –termina dentro de mí.

Su cara de deseó y su sexy tono fue más de lo que Sasuke, que se encontraba en su límite, fue capaz de soportar, mojando el interior del pelinegro, Sai gimió ante lo caliente del líquido espeso que llenó su interior, terminando sobre el abdomen de Sasuke.

–Sasuke, lo siento –las lágrimas se desbordaron de los ojos mientras el mayor salía de su interior –te amo.

Sasuke soltó un suspiro, la sensación de querer ser uno mismo con Sai quedó satisfecha, no necesitaba nada más, lo abrazó con fuerza, cubriendo la desnudes de ambos con una capa beso sus labios. La declaración de amor de Sai logró algo más, que la sensación de amenaza contra él se volviera más intensa, había dejado de volverse un presentimiento para pasar a ser una realidad. Sai iba a matarlo, pero en ese momento ya nada le importó.

:::

–Todo era por esto –Sasuke le ofreció sus espadas.

–Yo… –Sai se vio confundido y herido, no quería que Sasuke creyera que todo había sido por las espadas –ya no las quiero.

–Pero las necesitas –se encontraban en un bosque a los pies de la montaña, el clima ya no era tan helado como en la cima, la sonrisa de Sasuke era triste, pero sincera –y yo quiero que las tengas.

–Pero… –Sai sujetó las espadas con torpeza.

–También esto –le ofreció su espada –la recuperé para ti mientras dormías.

Al ofrecérsela a Sai el pelinegro negó con su cabeza.

–El valor no es el mismo, pero quiero que te quedes con ellas –los ojos de Sai se humedecieron –esto es una despedida después de todo.

–Lo siento –fueron las palabras de Sasuke – será tan valiosa para mí como lo fue para ti.

Sai asintió, volteó a ver las espadas para que Sasuke no viera sus lágrimas correr.

–Pensé que las piedras eran negras –mencionó al ver las incrustaciones en la empuñadura, podía reconocer la roja piedra como un rubí.

–Lo eran –Sasuke miró el cambio –nunca había visto nada así.

Sai le ofreció las espadas pero Sasuke negó con tristeza, mientras acomodaba su capa para cubrirse mejor con ella.

–Volverás a la cima.

–No – el peliazul sonrió –moriría de hacerlo.

Sujetó la mejilla de Sai, quien para su sorpresa notó que la temperatura de Sasuke se había vuelto normal.

–¿Qué sucedió?

–Lo siento, no puedo contarte, es hora de partir. –Sai asintió –Por favor, parte primero –le pidió el mayor y prométeme que no voltearas sin importar nada.

Su rostro le decía a Sai lo imposible que era preguntarle algo, por lo que decidió pedirle algo a cambió.

–Te lo juraré, sólo si me regalas un beso.

El mayor se inclinó, besando sus labios con dulzura, Sai no pidió más de ese beso, sabía que no valía la pena alargar la tortura de hacerla más placentera y arrepentirse después.

–Te juro que no voltearé.

–¿Por lo que más amas?

Sai asintió, agregando con tristeza.

-Por ti.

Dio la vuelta, emprendiendo su partida, sintiendo que sus lágrimas amenazaban con correr.

–Sai –escuchó a Sasuke llamarlo, pero como le prometió no volteó, solo se detuvo, escuchó a Sasuke hacercarse a él y lo sintió besar su cabello, se alejó de él, caminando en sentido contrario –yo también te amo.

Sai abrazó la espada contra su pecho, mientras sus lágrimas corrían por sus mejillas, había jurado por aquello que más amaba que no voltearía… y no lo hizo.

Notas finales:

¡¡Final triste!!

Naaaaaa, miento, la verdad es que es final feliz y lo publicaré el lunes, ahora lo estoy teminando, son dos capítulos, por cuestion de estética, es decir, este era el final perfecto si no fuera muy nena para ser injusta con los finales.

En el siguiente capítulo se resuelven todas las dudas que tengan.

Así que sean un amor y dejenme un comentario :3...

Me animará a seguir clicquenando.

Aaaaaa, a quienes leen mis historias, ¿cuál quieren que actualice?, me encuentro abierta a sugerencias.

Tengo:

Asesino (SasuSai+Mpreg)

Hacer lo correcto (SaiSasu)

Maldita apuesta (SasuSai+vida escolar)

El tercer one-shot de lo que será mi saga sweet (SasuSai)

Y Vampiros (SaiGaa)

Bueno, veces, me despido hasta mañana.

*Blackrain sube a su unicornio gay y se vaaaaaaaaa~* Fushhhhhhh~


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