Llegó ese día al departamento que compartía con su amigo dispuesto a que arreglase las cosas con su ex, se estaba volviendo loco teniendo que escucharlos a ambos lamentarse por el engaño que los separó. Él sabía que había sido culpa del ex de su amigo, siempre lo sospechó y Nao solo se lo confirmó, pero al contrario de lo que esperaba, Kai era más reticente a las conversaciones y se estaba haciendo daño solo al aislarse de la sociedad para que nadie viera su dolor…
—Tengo que hablar contigo— indicó
—No empieces de nuevo, no quiero escuchar— dijo
—Me vas a escuchar así tenga que amarrarte— amenazó
—Hazlo— desafió
Si pensaba que no cumpliría su amenaza estaba equivocado, aun cuando tuvo que perseguirlo y hasta golpearlo, Shima lo amarró a una silla para evitar que se arrancara como la mayoría de las veces que intentaba conversar con él al respecto de su situación…
—Ahora si vas a escucharme— dijo
—No conseguirás hacerme cambiar de opinión, no importa lo que digas— respondió
—¡Me importa un carajo!, ¡Vas a escuchar y punto!— se enojó
—No insistas— pidió
—¡Cállate, mierda!, ¡Déjame hablar!— gritó
Seguido de eso le pegó una cachetada y lo amordazó para evitar que lo interrumpa y que se ponga a cantar como siempre lo hacía para huir de la situación. De la nada llegó un recuerdo a su mente por una ocasión parecida, y de hecho con Nao había hecho lo mismo en el momento en que fue por una explicación por las lágrimas y el desconsuelo con que Kai había llegado a su departamento…
—Por fin… silencio— suspiró
—Ok, sabes que con tu esposo somos compañeros de trabajo— vio como fruncía el ceño
—Por ende sé su versión de la historia —sacó algo de su bolsillo—. Versión que tú te niegas a escuchar de su boca— completó desdoblando una hoja
—Pero~ no será él quien te la diga directamente —extendió la hoja frente a sus ojos—, sino seré yo quien te la lea— informó
—carraspeó— Sé que la voz de Nao es más linda para ti, pero sé también que puedes imaginarlo a él diciendo todo esto, solo cierra los ojos— pidió
—“Mi vida era perfecta hasta que…”— comenzó a leer
“Mi vida era perfecta hasta que alguien empezó a meterme cosas en la cabeza, cometí el error de confiar más en las palabras venenosas de otra persona, que en ti que eres la persona que amo y no sabes cuanto me arrepiento…
Para mi nunca fue un problema que demostraras tu afecto abiertamente tanto conmigo como con tus amigos, eso me hacía saber que eres una persona de lindos sentimientos y que no te importa demostrarlos aun cuando eso no agrada a todo el mundo…
Y aun no sé en que estuve cuando le creí a ese hombre que tú me engañabas, por su culpa me alejé de ti poco a poco, desconfié de cada “Te amo” que salió de tu boca, creyendo estúpidamente que se lo habrías dicho a cuantos más antes de que llegaran a mis oídos, me negué a tus abrazos y a tus besos, convenciéndome imbécilmente de que no compartiría saliva ni calor con ninguno de tus amantes, me negué a ver el dolor en tu mirada cada vez que rehuía de tu contacto, me hice el digno en todo momento, cegándome al dolor que te estaba provocando creyendo que estaba bien lo que hacía…
Pero no conforme con eso, seguí dejándome engatusar por las venenosas palabras de aliento de ese hombre que se decía ser mi amigo, quien me aconsejó que te pagara con la misma moneda ¡Y le creí! Me convencí a mi mismo de hacerlo bajo el pretexto de que tú tenías saber como yo me sentía al ser engañado. Me costó encontrar un candidato digno con quien acostarme, pero lo conseguí y lo hice, me revolqué con alguien, en nuestra casa, en nuestra cama, frente a tus ojos…
Nunca pensé que realmente fueras a llegar esa tarde a la casa tal como habías prometido, ya no confiaba en ti, pero llegaste y me viste y fue en ese momento en que la venda cayó de mis ojos, de paso dejando mi alma en el suelo...
Por Dios, mi mundo se quebró cuando vi tus ojos llenos de lágrimas, me dolió más que cualquier otra cosa ver como tu corazón se rompía frente a mí. Esa maldita escena se repite en mi mente cada vez que cierro los ojos…
Pero tal como me lo hayas dicho alguna vez “Si me entero de que me fuiste infiel no te dirigiré la palabra nunca más en la vida”, en silencio devolviste tus pasos y sentí como la puerta se cerraba, ni siquiera fue un estrenduoso portazo y aun cuando no estabas frente a mi me pareció ver tu rostro lleno de dolor…
Dejé al imbécil con quien estaba encamado y me puse lo primero que encontré para salir de allí, pero aun cuando corrí y corrí no alcancé a detenerte, supe en ese momento que te había perdido para siempre…
Al volver a la casa vi al hombre con quien me haya acostado momentos antes y me di cuenta que inconscientemente había buscado a alguien parecido a ti, también en esos momentos me quedó clara la diferencia que existe entre tener sexo y hacer el amor…
Cuando busqué el consejo de la persona que me llevó a eso lo único que saqué de él fue su risa, se rió de lo que le conté, se rió de mi dolor y mis lágrimas como si fuera lo más chistoso del mundo, entonces supe de su propia boca que eso era venganza; el maldito imbécil era el corazón despechado del que tanto me advertiste tuviera cuidado y me sentí peor.
¿En que cabeza cabría que alguien que dijo amarte te destrozaría de ese modo?, y no lo digo solo por él, lo digo por mi también, yo que prometí bajo juramento hacerte feliz y ser fiel, yo con su ayuda te destruí de una forma tan ruin y dolorosa…
Él me empujó a romper mi absoluta felicidad a tu lado aprovechándose de que nunca me sentí digno de un hombre tan bueno como tú. No lo culpo a él de todo, él solo fue un factor decisivo en todo esto, el culpable de tu corazón roto y mi martirio soy yo. Ahora sé que nunca habrías sido capaz de engañarme como yo lo hice contigo…
Mi amor…
¿Por qué mi mente es tan débil?
¿Por qué sabiendo que no me perdonarás nunca te sigo amando?
¿Por qué tenía que romperte el corazón de ese modo?
Estoy arrepentido de lo que hice…
Siento que no solo rompí tu corazón, sino que me destruí a mi mismo por ser quien residía en lo más profundo de él…
Me detesto por ser egoísta y tener la esperanza de recuperar mi felicidad a tu lado, pero es que tengo la convicción de que nadie me dará lo que tú me diste… Nunca nadie me dará el afecto que me entregaste, nadie me besará como tú lo hiciste, nadie estremecerá mi cuerpo con solo una caricia como tú lo hacías, nadie nunca logrará que sienta lo que es hacer el amor, así como tú me enseñaste…
Seguiré amándote como lo hago, viviré hasta donde me alcance solo de los recuerdos… Recuerdos de un amor que ya no volverá, y que yo mismo destruí por imbécil.
Te lo dije alguna vez… Te mereces a alguien mejor que yo
Y sigo convencido de lo mismo, de algún modo sabía que no era digno de una persona como tú. Busca a esa persona y sé feliz, ódiame si así lo quieres, pero busca tu felicidad, por favor
No me queda más que asumir la culpa de mis actos… Tampoco busco volver a tus brazos, solo quiero tu perdón
Mi amor, perdóname por ser estúpido, por confiar más en otro que en ti, por no decir las cosas a tiempo, por haber sido ciego, por haberte hecho daño, perdóname por decirte mi amor, pero eso jamás cambiará para mi… Perdóname, pero aunque me lo pidas nunca te olvidaré ni dejaré de amarte
Por favor, perdóname...”
—Uff, mil palabras justas, llenas de arrepentimiento, dolor y sobre todo amor— comentó desatando la mordaza una vez terminó
—Kai solo sollozaba—
—¿Seguirás sufriendo solo aquí sabiendo que él está igual o peor que tú?— preguntó
—…— No recibió respuesta
—Te juro que si tú no haces nada, cobarde de mierda. Yo mismo los encierro a los dos en un cuarto oscuro y no los sacaré hasta escuchar sus gemidos de reconciliación— amenazó
No le insistió en más, solo lo desató y se fue del departamento dejando las llaves de la moto y la carta sobre la mesa. Sabía que eso lo había hecho reaccionar. No la amenaza, sino saber que no era el único que sufría con todo eso…
Luego de que su amigo saliera por la puerta y acariciara sus muñecas que habían estado aprisionadas, leyó solo y en silencio esa carta otra vez desatando aun más el llanto al imaginárselo diciendo todo eso. Si bien ahí decía que si se enteraba de una infidelidad no le hablaría nunca más, el par de semanas alejado de él se le estaban haciendo una pesadilla, aun cuando no conocía la verdad, la distancia y el quiebre en su matrimonio le dolía, no podía odiarlo, mucho menos dejar de amarlo…
Se armó de valor y antes de que pasara más tiempo tomó las llaves de esa moto y salió del departamento dispuesto a solucionar ese problema de una vez por todas. Condujo a toda velocidad por las calles hasta llegar a su antiguo hogar, aquel donde haya compartido tantos lindos momentos con Nao. Aun tenía la llave de la casa, pero se negó a usarla, prefirió tocar el timbre y esperó con paciencia a que abrieran la puerta...
Esperó y esperó, estaba empezando a creer que no había nadie dentro e iba a irse, pero cuando estaba bajando los escalones de la entrada, la puerta se abrió y un par de brazos lo rodearon posesivamente desde atrás…
—Kai, perdóname— pidió sollozando
—N-no llores— dijo dándose vuelta
—se limpió las lágrimas—
—Leí la carta— comentó
—Perdóname— repitió
—asintió— ¿De verdad me amas?— preguntó
—Sí, te amo, te amo como nunca amaré a nadie más —respondió seguro— Además…— agregó
Dejó de escuchar lo que le estaba diciendo como a la segunda frase y su fuerza de voluntad se esfumó cuando le tomó atención al estado en que se encontraba, el que tenía en frente no era su Nao, estaba flaco y maltrecho, eso era solo un indicio de que de verdad estaba sufriendo tanto como para no preocuparse por él mismo…
—Nao— susurró
—Dime— respondió sin mirarlo
—tomó sus mejillas y alzó su rostro— Te amo— declaró
—sollozó— Yo también te amo y mucho— contestó
—Lo sé, mi amor— dijo y luego lo besó
Tanto lo extrañó en esas semanas que se negó a saber de él que no quería separarse de sus labios, lo besó con tantas ganas y tanto amor que fue imposible alargar más ese contacto, cuando se separó de su boca se quedó viéndolo. Le daba pena el estado len que estaba, pero él tampoco estaba en las mejores condiciones, el sufrimiento había sido mutuo…
No le interesaba nada más, sabía que a pesar de todo su amor era sincero como el suyo, él tampoco concebía una vida sin Nao, ese hombre era su mayor pilar, sin él su mundo se le venía abajo, poco le importaba el engaño a esas alturas porque tenía la certeza de que había aprendido su lección y no volvería a hacerlo, pero si tenía que aclararle algo…
—Tengo cosas que aclararte— anunció
—Dime— puso atención
—Nunca vuelvas a decir que no me mereces— habló
—Pero…— iba a replicar
—Tú si me mereces, porque eres la única persona en el mundo capaz de hacer latir mi corazón de esta manera— explicó y puso una de sus manos sobre su corazón
—¿Solo late así por mí?— preguntó ilusionado
—le robó un beso— Solo por ti, mi amor— respondió
Se besaron una vez más y sin despegarse fueron entrando a la casa, a su casa, esas cuatro paredes que habían sido testigos de los mejores y los peores momentos de su relación, pero que también guardaría esos susurros de amor y reconciliación que estaban por venir. Esas cuatro paredes guardaban grandes secretos, pero también maravillosas experiencias de esa pareja que había decidido enterrar en lo más profundo de su alma el dolor, y seguir adelante confiando ciega y exclusivamente en el amor mutuo que se tenían.