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Dragones sin cielo. por YaoiNoAkuma

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Notas del capitulo:

¡Felices fiestas! Muy atrasadas las felicitaciones…

Espero me disculpen por el tiempo que me tomó traer el siguiente capítulo, realmente han pasado demasiadas cosas… ¡Odio salir de casa!

Como sea, el capítulo no es lo más largo que he hecho… me parece corto en realidad, pero es sólo una introducción para lo que es esta segunda parte.

IX

Escuchó un ruido metálico, viejo, oxidado. Penetró sus oídos y retumbó en su cabeza. El miedo se apoderó de su persona.

Cuídalo.

Una voz en grave. Y de nuevo el constante picoteo del sonar de tuercas y bandas férreas. Quiso concentrarse, de verdad lo intentó… Pero sus delgadas y magras piernas se habían quedado trabadas, le temblaban pero parecía usar un par de zancos de cemento como zapatos. Las máquinas, de tamaño descomunal, con garras mecánicas… de apariencia animal. En sus jóvenes ojos simulaban bestias.

Sus orbes chedrón se torcieron en horror.

El ambiente pardo, un hedor a carne y hierro viejo se incrustó en sus fosas nasales; una masacre. Gimió al advertir el cañón de un rifle sobre su frente. Su rostro contorsionado en miedo.

Cuídalo.

Cerró los ojos con fuerza y esperó el ardiente frío llenar cada fibra de su cuerpo, mas nunca llegó.

Lo siguiente le fue borroso; no pudo percibir sonido alguno y las figuras estaban desenfocadas. Sentía una fuerte presión en el abdomen y sus pies no tocaban el suelo…

¿Estás conmigo? Un sonido ahogado; lejano. ¡Mierda, no me dejes! La presión en su estómago se aflojó. Podría jurar que el aire en sus pulmones había regresado, como si hubiese estado bajo el agua, sujetando la respiración. Comenzó a enfocarse en algo; un par de orbes lavanda fue lo primero que notó. ¡Bakura! Una sacudida fue suficiente para traerle de vuelta a la realidad.

-¿Dónde está Ryou? –Abrió los ojos asustado. La quijada le tembló al intentar responder. -¡Joder, te dije que le cuidaras! –Juntó sus rodillas y las fue acercando hacia su pecho; buscó refugio en su propio cuerpo. -¡Quédate aquí, no te muevas! –Los gritos apenas llegaban a sus oídos, la comunidad estaba inundada en monstruosos sonidos sordos, chiflidos y traqueteos que perturbaban su capacidad auditiva.

Le vio alejarse. Tal vez producto de su joven mente y la desesperación que le sofocaba, pero pudo notar un sutil rastro blanquecino en el camino de aquella persona; la vaporosa figura de un ave blanca.

Se abrazó a sus piernas. Inspeccionó su alrededor; una especie de cueva, húmeda, fría. Tapó sus orejas con sus manos y cerró los ojos tan fuertes como pudo. El sonido le quemaba. Los gritos desesperados de gente inocente, porque ¿qué habían hecho ellos más que vivir en sus tierras? Sus molares chirriaron, la imagen de aquel hombre con porte elegante pero sucio de arrogancia se estampó en su mente. La sangre comenzó a acumularse en sus mejillas.

Nunca lo perdonaría.

En ese momento su infancia se quebró. Pensamientos inocentes, blancos y puros se desvanecieron en un abrir y cerrar de ojos; tan fácil, tan rápido que le hacían preguntarse si en realidad existía la palabra castidad. Incluso pudo jurar que sus ojos cambiaron de color; más rojizos.

Pisotearé a todo el que se ponga en mi camino…

Su rostro se descompuso en una mueca animal, enfadado. Las palabras de aquella persona comenzaron a cavar en su cerebro, alojándose y haciéndole odiar al locutor de tan asquerosas palabras.

Venganza.

Era todo lo que había en su cabeza en esos momentos. Juró que le haría pagar por haber asesinado a la gente que tanto quería. Haría que se retorciera del dolor, que suplicara por su vida y como él hizo, ignoraría sus peticiones… No tendría piedad con él. No la merecía.

¡Bakura! La figura de orbes lavanda regresó a su alcance visual. Cuida a Ryou…

 

Un pequeño escozor en su frente le despertó. ¿Un sueño?

-¿Te he despertado? Perdona. –Ah, la cándida voz de su hermano…

Cuida a Ryou.

No, un recuerdo. Sus cansados ojos se enfocaron en los castaños del menor, quien se encontraba vendando apropiadamente las heridas hace poco adquiridas. Le examinó, a pesar de la poca luz en la habitación podía notar cada detalle en su rostro, probablemente por los años… Le era difícil no conocer alguna parte de aquél cuerpo, después de todo lo tocaba con frecuencia.

En realidad ha abusado de él.

Piel. Tan blanca… y tan frágil. Era como terciopelo, agradable al tacto e incluso adictiva. Sensible, muy sensible. El más pequeño roce la marcaba y la erizaba. Vio sus brazos moverse para tomar su mano lastimada. Se dejó adormecer por el toque… No lo diría en voz alta, pero adoraba cuando el menor le dedicaba tiempo de esa manera.

Porque entonces no lo hería.

Sólo en esas ocasiones podía olvidarse de su alrededor, ignorar su cruda vida, porque lo tenía a él. Y recordó las palabras de Yami; sí, su hermano menor siempre estaba ahí, sonriéndole… Perdonando cada uno de sus pecados, sus errores, su insana vida.

-¿Bakura? –El menor le miró con preocupación. Miró los ojos castaños, tan inocentes… Carentes de sentimientos impuros.

Lo había estado cuidando ¿no es así? Todos estos años le había protegido de cualquier daño…

…No.

Él era el peor peligro.

-¿Kura? –La consternación permaneció en los ojos castaños.

Cuánto dolía… Hasta ahora no había notado esos sentimientos, intangibles, porque quería tomarlos entre sus manos y destrozarlos pero sólo se resbalaban de sus manos como líquidos incoloros… ¿Tendrían sabor? ¿Olor? Vaya, en realidad olvidaba todo cuando su hermano le ofrecía gestos como aquellos.

Le volvía vulnerable.

…¿Por qué tuvo que recordar aquello?

Se incorporó en la cama y se sentó en el borde. Tomó el rostro del menor y le besó, hambriento. Entró en su cavidad bucal, rozó la lengua ajena. Se separó abruptamente y tiró al menor sobre la cama.

Cuida a Ryou.

¡Maldición! La voz de su hermano se había incrustado en su cerebro, como una molesta espina. Se levantó y dejó al menor sobre el mullido colchón. Gruñó y se retiró, descargó un poco de su enojo al cerrar la puerta con fuerza.

Salió con rumbo a su oficina. Necesitaba despejar la mente y algo de alcohol le ayudaría. Al llegar a la habitación no se molestó en cerrar la puerta, llegó directamente hacia uno de los muebles para sacar una botella de vidrio con coñac.

 

Miraba por la ventana. Su frente sobre su antebrazo derecho y éste recargado en el cristal. El par de chicos tricolores estaba en el patio, les vio tan felices…

-¿Por qué lo cuida con tanta devoción? –Preguntó, hacía unos minutos que Mahado estaba en la habitación, había ido a revisarle las heridas. -¿Qué intenta hacer? Porque sólo habla contigo, debes saberlo. –Yami sólo trabajaba para él, su relación es meramente laboral.

-No sé si pretenda o no hacer algo con él, nunca me ha comentado sobre ello. –La voz impasible del moreno le hacía creer sus palabras… Probablemente Yami no se atrevería a revelar algo como eso.

Frunció el cejo al ver al par de jóvenes en los jardines. Gestos calmos, sonrisas mutuas, roces castos… Cerró con fuerza la quijada y golpeó el vidrio en un movimiento rápido de su brazo derecho.

El crujir alarmó al moreno y alzó la vista repentinamente. Vio la ventana cuarteada.

Dejó la habitación con la intención de quitarse la imagen del par de jóvenes. Necesitaba respirar.

Bajó las escaleras, cruzándose con quien precisamente no quería ver. Se detuvo en seco una vez Yami le miró, los recuerdos asaltaron su mente de nuevo… Esos ojos… No pudo siquiera pensar algo para fastidiar al carmesí, simplemente gruñó y se alejó de ahí.

 

Estuvo en los jardines traseros, necesitaba despejarse… Todos esos recuerdos no harían más que distraerle. Después de unos minutos regresó a la mansión.

Apretó sus dedos contra sus palmas en un acto reflejo. Allí estaban de nuevo los jóvenes de peculiares cabellos.

-¿Ahora paseas a tu mascota? –Enójate, vamos… ¡Despréciame!

El carmesí le regresó una mirada iracunda, no sin antes hacer que el menor abandonara el lugar. -¿Acaso te afecta? –Una media sonrisa.

Si tuvieras sus cicatrices… No te sería tan difícil.

Algo se quebró en su cabeza, tirando el gatillo. -¡¿Qué es lo que pretendes?! –Se acercó al carmesí con prisa, enojado. Tomó por el cuello al carmesí con ambas manos y le arrinconó contra la pared. La presión en sus manos aumentaba a cada segundo.

-Ba… kura… -Con su cuello sujetado le era difícil hablar. Sujetó las muñecas del albino intentando soltarse del agarre, sin aparente éxito. –Deten-te… -El oxígeno comenzaba a faltarle.

-¡¿Por qué me miras así?! –Sus ojos chedrón comenzaban a adquirir un color rojizo, animales. -¡¿Por qué no puede dejarme en paz?!

La presión en las manos del mayor aumentó considerablemente, los intentos del menor por soltarse se entorpecieron cuando comenzaron a temblarle las extremidades por la falta de aire. Su garganta obstruida comenzaba a doler, su vista empezaba a nublarse y sus músculos perdían fuerza. Cada intento por obtener más oxígeno se volvía inútil, la boca estaba seca, la garganta raspaba…

¿Por qué? ¿Por qué debía seguir recordándolo? Si tan sólo pudiera borrar esos reflejos rojos… No tendría que escuchar sus palabras. –Si ya estás muerto ¿por qué insistes en fastidiarme? –Había hecho todo lo que quería…

-¿Bakura? –Una voz calma, con leves toques de miedo.

Giró los ojos al dueño de la voz, los abrió al encontrarse con un par de orbes lavanda y su agarre se aflojó al instante. El carmesí cayó, tosiendo y dando largas bocanadas por aire. Trató de calmarse, ignoró el estado de Yami y se encaminó al nuevo personaje en la habitación.

-No creí que fueras a venir… -Pasó su brazo por su cintura, descansando la mano en su cadera. –Marik.

-Sabes por lo que vengo, nada más. –Miró con desconfianza el gesto del mayor.

-Bien, pero vayamos a un lugar más privado. –Comenzó a caminar en dirección contraria a donde se encontraba el tricolor, quien observó cuidadosamente al moreno.

 

-¿Y bien? ¿Vendas o maquillaje? –Le dijo mientras revisaba los moratones en el cuello del carmesí. Dos al frente y un par de líneas desde el nacimiento del cabello.

-Se dará cuenta, haz como gustes.

No supo interpretar el tono de su voz, pero optó por esconder las marcas con algo de polvo. –Parece como si no te importara preocuparlo…

-No puedo ocultarle nada, aunque quiera.

-Me parece increíble que no te hayas desmayado. O te dejaba inconsciente o te quebraba el cuello. –Podía notar las marcas de las manos del albino.

Dio un resoplido y una media sonrisa se dibujó en su rostro. –Quería matarme.

-¿Qué? Imposible, eres su mejor arma.

Ignoró el comentario, que probablemente era un cumplido. -No es la primera vez que lo hace. He olvidado cuántas veces lo intentó… La primera herida que me trataste había sido su último intento de quitarme la vida. –Miró sus manos una vez el moreno terminó de poner polvo sobre las marcas en su cuello. –Soy la sombra de su hermano. –Murmuró.

-¿Ryou?

-Ah, es verdad, tú no lo conociste. –Quitó la vista de sus manos para ver los ojos del mayor. –Fue quien puso un arma en mis jóvenes manos.

 

Las manos morenas en su espalda, sujetándole con egoísmo. Las manos blancas hundidas en el mullido colchón, apretando entre sus dedos las sábanas. Movimientos hambrientos, caricias lascivas y besos impúdicos. Las uñas enterrándose lentamente en su pálida carne, sus alientos mezclándose y roncos gemidos que se impregnaban en las paredes.

Un jadeo más anunció el final de la danza sexual.

Salió del menor y se dejó caer sobre su propia espalda al lado derecho del cenizo. Esperó hasta recuperar el aliento para poder hablar. -Marik, ¿por qué nunca se dio? –Hasta ahora no se había atrevido a preguntar… por miedo a que el moreno le dijera lo que no quería admitir.

-Porque estás atado, -se movió sobre la cama para quedar sobre su costado izquierdo para darle la espalda al albino –y quien te ata no soy yo. –Un susurro que flotó en el aire para evaporarse segundos después y humedecer la habitación.

Notas finales:

¡Listo~!

¿A que es corto? Disculpen por eso…

Bien, tal parece que Yami y Yuugi ya se están tratando más, y eso le fastidia a Bakura. Demasiado.

Hay varias cosas que me encantaría explicarles… pero no sé si alteraría un poco las cosas, así que dejaré que avance más la historia.

Los siguientes capítulos probablemente se alternen entre “narradores”, no estoy segura, en el siguiente les aclaro mejor.

¡Muchas gracias por su apoyo hasta ahora y por haber esperado!

¡Sean felices~!


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