Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Those Beautiful Names por risu-chan

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Lamento la tardanza m(_ _)m tuve bloqueos e inconvenientes, hmm espero les guste este segundo capítulo y bueno, las cosas se irán "aclarando" más conforme pase la historia... Eso~ DISFRUTEN! (^O^)/

El viento era fresco, mostraba una temporada agradable del otoño tarde e invierno temprano. El sol era de un hermoso atardecer que parecía durar horas, pero al mismo tiempo, segundos. La calle por la que transitaba era extrañamente tranquila, algo solitaria. Pero eso le gustaba… Caminar con ese clima, bajo ese sol y con esas escasas personas a su alrededor. Y aunque fuese algo “paranormal”, algo que ni él mismo creía, no veía la necesidad de traer un cigarrillo en boca, no lo quería. Por un momento pensó que el cigarrillo “mancharía” esa imagen tranquila que estaba viviendo, ese instante que parecía de fotografías; esa acera por la cual caminaba, con hojas secas, con sombreado ligero de los árboles… Ese maravilloso momento de fotografías que vivía, le producía el sonido resonante de unos pasos rápidos, los cuales iban apurados detrás de él, persiguiéndolo.


 


-¡Hiroto! –Le llamaron, masculló mentalmente al escuchar la voz, actuando como si no escuchara -¡Ogata, espera! –Volvieron a llamarlo, y con molestia se detuvo, ansiando entonces un cigarrillo al momento de frenar sus pies sobre la acera con hojas secas y sombreado ligero


-¿Qué? –Pronunció sin darse media vuelta, tratando de no cabrearse y acomodarse sus gafas de sol


-Perdóname –Dijo apenado, como si fuese un chiquillo regañado


 


“Perdón”. La palabra que todos siempre queremos escuchar cuando una disputa idiota termina peor de lo que imaginamos y que por muy insignificante que fuese, nos hace actuar como el problema del milenio y golpea nuestro orgullo… O nuestro corazón.


 


-Yusei –Dijo cansado, relamiéndose levemente los labios para después apretarlos y reprimir un suspiro de verdadera molestia –Ya te dije que no importa ¿Si?


-Si no importa ¿Por qué no volteas a verme? –Arqueó una ceja aquél chico, pasando saliva después


 


Tenía razón, y de cierta forma le molestaba admitirlo. Si la discusión ya no le importaba en absoluto ¿Por qué no volteaba a verlo? Si las absurdas peleas no tenían caso ¿Para qué hacer un drama en ése momento, en ése lugar?… ¿Para qué hacer una tormenta en un vaso de agua?


 


-Yusei-chan


 


Se giró para abrazarlo, mirando que SU chico se encontraba algo cabizbajo. Le gustaba llamarlo suyo, le hacía sentir completo, de alguna forma. Aquella persona apenas pisaba los treinta años, pero se veía menor a pesar de eso; sus alborotados cabellos rubios que llegaban poco más debajo de su hombro eran ligeros al momento de acariciarlos, sus labios eran altamente rosados y cuando duraba más de diez minutos besándolos se ponían de un color carmesí intenso, sus ojos de un color marrón claro eran algo que adoraba ver detenidamente… Y su suave aroma.


 


-Perdón –Repitió el rubio al sentir que Hiroto le abrazaba, y que sin lugar a dudas correspondió a ese acto


-Ya, no digas nada… Igualmente, perdóname ¿Si? –Pronunció delicadamente, cerrando sus ojos al sentir sus brazos rodearle por la cintura


-Perdón… Perdón ¡Perdón! –Escuchó una voz burlona a la lejanía, una constante, una repetitiva… Algo fantasmal, vaga


-Perdón


-PERDÓNAME ¡PERDÓNAME! –Resonaban las voces en su cabeza, volteando a ver a todos lados, pero no había nadie a su alrededor… Ni siquiera su rubio acompañante, su Yusei


-Perdón Hiroto, perdóname por favor


-POR FAVOR… Por favor


-Perdón


-Hiroto ~


-Perdón Ogata


-Por favor, Hiroto


-¿Hiroto?


-¿Hiroto? Por favor


-¿Estás bien, Hiroto? –Le movió de uno de sus hombros algo preocupado


-¿Mande? –Abrió los ojos algo confuso, mareado, incomprensible y adormilado


-… ¿Todo bien? –Se incorporó y fue a encender la lamparilla nocturna que estaba junto a la cama, en un interruptor inferior y se quedó parado, mientras se estiraba de brazos un momento


-Si –Susurró y se quedó viendo la cama un momento. A leguas se notaba que no comprendía nada, como si viviese en un tiempo y espacio perdido entre la realidad y la alucinación -¿Qué estaba haciendo? –Alzó su vista y miró como si fuese un pequeño castigado al chico rubio de sus sueños


-Hablabas… Aunque no entendía lo que decías –Soltó un bostezo y se metió a la cama nuevamente


-Hablaba –Dijo para sí, quedando con la mirada perdida en algún lugar o tal vez en ninguno con exactitud


-Tranquilo, amor –Pronunció preocupado al notar su mirada, apegándose a su cuerpo y tomarlo de una de sus mejillas con cuidado, tratando de hacerlo reaccionar –Fueron, sólo pesadillas de seguro


 


Pesadillas… Claro, era eso tan normal desde hace cuatro años atrás, cuando estaba en un centro comercial cualquiera en Sendai. Recuerda a profundo detalle ese día, lo recuerda tanto como si lo hubiese vivido hace dos minutos.


 


Había estado de visita en dicha ciudad, con obviedad no estaba sólo; paseaba con su banda, con “Nul”. Era justo el mes de abril, era justo el día 21 y eran justas las 02:00 pm cuando decidió ir con su banda al centro comercial en busca de nada en especial realmente


 


-… Nee, Hiroto-san –Dijo apenado el castaño en aquél entonces; Yusei, el compañero de cuerdas del mayor


-Mande –Respondió distraído mientras miraba los estantes en el área de bebidas alcohólicas


-Tú… Hm –Se quedó algo pensativo, sin saber cómo soltar las palabras


-¿Yo? –Dijo algo burlón en su tono de voz, sabía lo que quería decir el guitarrista pero era lo suficientemente “malo” como para dejarlo hablar solo


-Es, es que la semana pasada, bueno… Lo que ~


-Lo que pasó entre nosotros ¿Eh? –Sonrió de lado y siguió viendo las botellas de licor, tomando luego una de sake y mirarla atento


-Eh, si… Sí, bueno es que etto –Dijo bastante nervioso, sonrojándose de sólo recordar aquella noche llena de abrazos, fiesta, besos, alcohol, caricias, cigarrillos y sexo


-No creo que debamos de hablar de esto en el supermercado –Rió bajo, estando internamente apenado y alzó su brazo para tomar una botella de licor que le había robado la atención –Sobre todo con los demás chicos rondando por alguna parte


-Dijeron que iban por café –Pronunció en un puchero, olvidándose de momento sobre lo que quería decir –Aunque ya tardaron bastante


-Son unos perezosos ¿Nee? –Sonrió mientras empezó a andar hacia la caja registradora, siendo seguido por su guitarrista líder


-Son… Algo despreocupados –Asintió –Hm… Yo voy a ver si vienen


-Sólo no vayas a otro piso, o nos perderemos aquí


-¿Más de lo que estábamos hace dos horas? –Rió bajo y fue hacia la salida de la tienda en que estaban, quería pensar que estaban en el Starbucks de a cuatro negocios de distancia


-Eso es cierto –Susurró para sí, pagando luego por el licor y aprovechar para comprar una cajetilla nueva de tabaco, distrayéndose bastante al escuchar las risas de Yusei y mirar que abandonaba totalmente la licorería donde estaba


 


“Baka-chan” pensó, sonriendo pleno y volver mentalmente para pagar las cosas pedidas, tomando su bolsilla de compras y salir algo distraído del lugar. Lo suficientemente distraído para no notar nada, ni nadie. Lo suficientemente distraído para no fijarse hacia dónde caminaba. Lo suficientemente distraído hasta de al fin guardó su billetera, hasta que dejó de ver los vitrales de los locales conjuntos. Hasta que miró a un hombre notoriamente fastidiado, con bolsas de compras de chicas; miraba por los vitrales los productos y juguetes para bebés y niños pequeños hasta que una atractiva, sencilla y notoriamente gestada mujer lo distrajo al darle tres bolsas más llenas de compras, marchándose campante a otra tienda y dejar a ése hombre un poco más fastidiado. A ese hombre de piel clara, de complexión bastante delgada, de unos calculados metro con setenta de altura, de cabellos teñidos de castaño, de nariz aguileña, de boca pequeña con labios palpables, de mirada fija, de unos pisados treinta años o tal vez más o tal vez menos.


 


Y justo ese hombre lo miraba atento. A distancia, ambos, mirándose por tres segundos que se disfrazaban de siglos, se percataron de su existencia cósmica en el mismo lugar, a la misma hora y con los mismos recuerdos que parecían haberse esfumado por siempre. A distancia, ambos, siendo interrumpidos al mismo tiempo, cada uno por su persona especial… O aparentemente especial en esa “nueva vida”.


 


-¿Hiroto? –Volvió a llamarle, de momento pensó que era cansado el que el guitarrista en segundo se distrajera tanto, que su mente parecía “desenchufarlo” de su vida real y atraparlo en pensamientos que quería adivinar


-P-perdón… Lo hice de nuevo ¿Nee? –Sonrió apenado, girando sobre la cama para abrazarlo profundamente y poder verlo a los ojos


-Te estaba hablando


-¿Me repites? Por favor, Yusei~


-Te preguntaba sobre qué era tu sueño, tal vez… Así podemos descifrar el que andes tan distraído o tengas esas pesadillas


-Es que… No recuerdo qué soñé –Mintió nuevamente, recordaba siempre ese sueño, recordaba el verlo pero como desde un inicio, decidió reprimir todo lo que sentía por ese chico que ahora, era un padre de familia –Gomen


-No importa –Sonrió en un suspiro, abrazándose a él, acurrucándose en su pecho y besar su mentón huesudo –Pasa buenas noches, cariño


-… Igualmente –Susurró, apretando los ojos y pasando saliva. Odiándose por al menos un segundo, odiándose nuevamente


 


-/-/-/-/-/


 


-¡Perezoso! –Se escuchó una voz infantil a la lejanía, seguido de unas risas divertidas


-¿Eh? –Carraspeó su garganta y sintió luego un pequeño cuerpo tirarse sobre su pecho, seguido de unas manitas intentar abrir sus ojos, riendo luego –Oe~ Ya, ya, ya… Estoy despierto ¿Ven?


 


Abrió los ojos con pesadez y sonrió pleno al ver a dos hermosas pequeñas, una de ellas estaba sentada a las almohadas a su lado, rondaba apenas los cinco años de edad y la mayor, de los siete y medio años, estaba acostada sobre su cuerpo, moviéndose constante y golpeaba su pecho con suavidad para despertar a su padre por completo


 


-¡Despierta, perezoso! Despierta, despierta~ Quiero comer, por favor –Decía la más pequeña y al escuchar esa frase, él tomó su reloj y miró la hora sorprendido


-No puede ser, me quedé dormido ¡Niñas! –Se incorporaba mientras las alentaba a salir de su cama –Ya saben qué hacer, Mitsuko ve a quitarte la bata de dormir y tu también, Naru. Pónganse un vestido bonito, o unas ropas limpias y no tomen muchos juguetes para llevarse a casa de su abuela –Decía apurado, buscando un desayuno práctico para ellas y nada en especial para él salvo su café mañanero –No olviden ir al baño y después de desayunar laven sus dientes


 


Parecía que se dividía o que le salían ocho brazos como a un pulpo, buscando fruta, yogurt de centeno y panecillos; buscando ropa decente y perfumarla un poco; sirviendo azúcar a su taza y acelerar el paso de ebullición del agua; tomando el peine y andar tras sus princesas para peinarlas con una cebollita práctica y listón de colores. Esa era su rutina de todos los sábados, sólo que nunca andaba a las prisas, yendo como loco de un lugar a otro


 


-Recuerden no fastidiar a su abuela


-Sí, papá –Dijeron en coro las dos niñas mientras estaban en el comedor, desayunando esos panecillos con yogurt de centeno


-Y sean educadas en todo momento


-Sí~ papá –Rieron bajo, ya sabían las reglas, la rutina de cada sábado en la que ellas iban a casa de su abuela materna mientras su padre iba a la escuela a impartir cursos, cosa que ellas deseaban él dejara de hacer


-Y si se portan bien


-¿Nos llevarás al festival de invierno? –Interrumpió emocionada la más pequeña, Mitsuko


-… Trato hecho –Asintió


 


Naru, la mayor, sólo escuchaba atenta y terminó su desayuno, saliendo de la mesa e ir al pequeño cuarto que estaba junto al recibidor, uniendo sus manos y dar una oración frente aquél pequeño altar que siempre estaba limpio y bien decorado.


 


-Mamá, si papá nos engaña de nuevo –Susurró hacia la fotografía de aquella mujer de tez medianamente aperlada, con finos cabellos negros y largos, de sonrisa suave y ojos brillantes como diamantes, una de las fotografías más hermosas, puesto era bastante fotogénica –Por favor, asústalo –Rió bajo y salió del lugar para cepillarse los dientes –Ya… Estoy… ¡Lista! –Dijo mientras daba brincos hacia su padre y lo abrazó, alcanzando a besar sólo su estómago


-Ve al auto entonces –Dijo con una sonrisa –Le ayudaré a tu hermana


-¡Sí señor! –Le saludó como si fuese un soldado y rió, saliendo de casa y obedecer al subir al auto


 


Por más que quisiera, él no podía tener malos días. Inclusive ése sábado que se despertó tarde, era uno de los días más hermosos de su vida. Siempre era así cuando veía a sus hijas cada amanecer y agradecía tanto a los Dioses por permitirle quedarse con dos de sus tres amores en la vida. Aunque nada hubiera sido comparado con quedarse con esos tres amores, con Kaede, Naru y Mitsuko. Aquellos tres nombres, los más hermosos del mundo.


 


-¿Otou-chan? –Lo jaló de la mano, mirándolo extraño –Otou-chan, te dije que ya estoy lista


-Ah, ah~ Ve a despedirte de tu mamá y luego al auto


-Si –Sonrió la menor e hizo las mismas acciones de su hermana antes de ir al auto. Y al ver que estaba solo en casa, entonces fue a despedirse de su amada, como acostumbraba, antes de salir de casa


-Kaede, buenos días –Suspiró, siempre era nostálgico hablar con ella, con su fotografía –Etto, espero que hoy me vaya bien en el trabajo


 


Asintió leve en forma de despedida y salió a prisa de casa después de tomar su maletín, subiendo al auto y andar a casa de la madre de su difunta esposa. Vaya que era difícil vivir un simple sábado, vaya que le era doloroso. Aunque casi siempre lo era, nunca quiso mostrar dolor frente a alguien.


 


-Papi ¿Ya casi terminas de dar cursos? –Preguntó la mayor de sus hijas, mientras peinaba los cabellos de una muñeca que decidió llevar para jugar


-Si cariño, ya casi termino de dar cursos ¿Por qué preguntas?


-Porque quiero que pases más tiempo con nosotras, sólo podemos jugar los domingos –Soltó en un puchero, con dolencia verdadera y transmitiéndola tanto a su hermana como a su padre


-Hablaré con mi jefe y voy a pedirle que me dé el permiso para dejar de trabajar los sábados


-¿En verdad? –Las dos lo miraron asombradas, sin percatarse que había estacionado el auto


-Hai –Se sacó el cinturón de seguridad y abrió la puerta para salir, haciendo lo mismo con las puertas traseras del auto


-¡Abuela! –Bajó rápidamente Mitsuko, corriendo hacia la entrada de la casa


-Hola dulzura –Sonrió la mujer de cabellos platinados, abrazándola un instante –Escuché el auto y supe que eran ustedes


-Sí –Tras bajar Naru cerró las puertas traseras del auto –Etto, Uno-san


-Ya sé, tienes trabajo y seguro se te hace tarde, Naoyuki –Dijo con normalidad, aunque siempre él lo tomara de alguna manera mala


-Lo lamento, si… Bueno, yo vendré


-Que te vaya bien en el trabajo –Abrió la puerta, dispuesta a entrar con las pequeñas –Despídanse de su papá, muñecas


-Que te vaya bien, otou-chan


-Por favor dile a tu jefe-san que ya no des clases los sábados


-Claro –Rió bajo por las ocurrencias de Mitsuko –Pórtense bien


 


Tras decir esas palabras, vio a las tres meterse a la casa. Y algo volvió a doler, como cada sábado; “olvídalo” pensaba mientras volvía al auto y conducía hacia la escuela, “olvídalo” era fácil de pensar o decirse pero nunca lograba hacerlo, “olvídalo” era una palabra tan corta pero tan fuerte. Tan fuerte como sus emociones, como sus sueños que se cumplían y se des-cumplían al mismo tiempo, como los dolores de cabeza que sufría en la escuela, como el sabor del café que se preparaba, como el amor que seguía teniendo por Kaede, como el miedo de ser culpado por su suegra, como la alegría que Naru y Mitsuko le brindaban todos los días y como su pasado que parecía ser presente.


 


-Buenos días, Murai-san –Saludó uno de sus compañeros de trabajo al momento de verlo entrar a la sala de maestros, uno de sus actuales amigos en realidad, aunque nadie parecía notar que fueran amigos


-Buenos días –Sonrió ligeramente en general mientras iba a la cafetera por su segunda taza del día, mirando que de momento entró igualmente aquél nuevo compañero, Takashi


-Buenos… Días –Dijo algo sumiso, mientras firmaba el registro de ingreso y mientras nadie le respondía


-Eh –Miró a los pocos profesores que había en el lugar, nadie estaba lo suficientemente despierto los sábados, sobre todo cuando era para impartir cursos extras a los alumnos que llevaran mal ciertas materias o por el contrario, quería seguir aprendiendo más y mejorar –Buenos días, Takashi-san ¿También impartirá cursos?


-Hai, así me… Citaron –Asintió leve y repetitivamente


-Eso es bueno –Sonrió un momento, tomando luego su taza de café, dispuesto a salir de la sala de maestros –Con su permiso –Dijo algo desanimado, todo gracias a los sábados perezosos, y salió del lugar con cierta alegría al portar su taza


-Ah, Mu… Murai-san –Lo siguió y mencionó su apellido no muy convencido, puesto era la primera o tal vez segunda vez que lo escuchaba


-¿Si? –Se detuvo un momento, mirándolo mientras ladeaba la cabeza


-Eh, bueno yo iba justo ya a los laboratorios –Era torpe, a leguas se notaba y eso hizo que Naoyuki sólo sonriera ligeramente, sabiendo que no había cambiado nada


-Yo igual


 


Asintió levemente, con una sonrisa ligeramente burlona en sus labios, siguiendo el pequeño tramo que llevaba de la sala de maestros hacia el área de los laboratorios; siguiendo disfrutando su taza de café con ligereza, con bastante gusto.


 


-… ¿U-usted de casualidad…? –Preguntaba dudoso Takashi hasta verse interrumpido, cosa que le molestó bastante de momento


-¡Naoyuki-sensei! –Le llamó una chica que tomaba cursos de electrónica


-¿Si? –Volteó a ver a la estudiante


-Vino el subdirector, y me pidió que lo buscara porque quiere hablar con usted


-¿El subdirector? –Se preguntó sorprendido, puesto él nunca iba a la escuela los sábados de cursos


-Hai –Asintió cortésmente –Está en la sala de maestros pero dijo: “Dígale por favor a Murai-san que lo esperaré en mi oficina” –Trató de imitar su voz y luego lo miró atentamente


-Ya veo, gracias por avisarme Kotoko-chan


-De nada Naoyuki-sensei… Etto ¿Aviso a los del curso que tardará en llegar al taller?


-Sería de gran ayuda –Asintió repetidas veces


-Por cierto, se ve extraño con la barba crecida –Rió bajo y decidió marcharse rápido, no sin antes haberse despedido de ambos


-¿Qué? –Susurró extrañado mientras se acariciaba el mentón y sentía su barba de dos días de crecido sin rasurar, recordando que esa mañana no tuvo tiempo para aquello –Eh, bueno… Yo lo lamento, Takashi-san pero como puede ver~


-No se preocupe, entiendo eso –Negó leve con la mano, pareciendo restarle verdadera importancia


-Con su permiso –Se despidió con la mano en el aire, regresando su camino para desviarse luego hacia la temerosa y mencionada oficina del subdirector


-… Propio, Murai Naoyuki


 


Susurró mientras miraba su caminar algo distraído, mientras su cabeza empezaba a palpitar al recordar ese nombre con precisión, mientras intentaba despejarse, mientras quería creer que había más de un Murai Naoyuki en todo Japón.


 


Extraño y curioso, que ambos pensaran lo mismo, que no quisieran reconocerse, que siguieran esforzándose a pesar de todo por olvidarse totalmente. Pero al mismo tiempo sus nombres palpitaban en su cabeza inconscientemente y era tan extraño, tan nostálgico y tan insignificante al mismo tiempo. Pensó de momento ¿Y qué hay de malo que sea Murai Naoyuki? Nada, al menos con Naoyuki no podía encontrar algo malo cuando los años pasaron como agua que corre por el arroyo; no había nada malo pero tampoco había algo bueno, sólo había algo y eso era seguir adelante simplemente, como si nada ni nadie hubieran pasado por su vida hasta el día en que se casó.


 


Pero no podía seguir borrando a fuerza los recuerdos ni las emociones, no porque se tratase sólo de Naoyuki, puesto si lo pensaba bien, él no había tenido culpa de nada salvo mantenerse callado y decir SI con facilidad a todo lo demás. Si no que no se trataba sólo de él, ni de Nao… Si no de tres personas más, tres personas de las cuales, dos de ellas tenía más de quince años de no saber absolutamente nada, y aquella tercera le confundía bastante con sólo hacer memoria. Viajando en el tiempo hace cuatro años, cuando había ido a un simple centro comercial en Sendai con su esposa que estaba reciente y notoriamente gestada, cuando en ése mismo lugar por alguna razón “el planeta”, “el destino”, “el cosmos” o todo lo demás estaba ahí, a distancia, aquél chico que ya no lucía tan chico, si no como un hombre; el mismo que en verdad quería que siguiera estando en su presente, pero que ya no podía lograr hacer nada, si no seguir adelante con su persona especial que estaba por traerle a una personita aún más especial.

Notas finales:

asdgaskdads!? u__u no sé qué decir, pero si ustedes tienen algún comentario es siempre bienvenido, ya saben dónde~ dejen review siempre los contesto y buee, me motivan bastante a seguirle :'D NOS LEEMOS!

PD: espero ya no tardar tanto para el capi 3 uwu


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).