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Las Cuatro Y Diez por kakashiruka

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Notas del fanfic:

Debo admitir que es en base a una canción u.u

Notas del capitulo:

Holas a todos! ^^ 

Por lo que podrán ver... me he dirigido un poco hacía los originales ._. XD quién diría! XD

No he abandonado el KakaIru, sino que es otra fecet (rara) mia XD.

Casi se me olvida hablar de mi vida XD. He leido a una mangaka nueva que es excelente, casi al nivel de mi querida miyamoto Kano XD, ella es Kou Yoneda. Se los juro, es impresionante la forma en que maneja tramas, pueden buscar trabajos de ella en mi blog =D 

Espero que les guste y disfrutenlo =D 

Repasaba el borde de aquella mesa con ademanes de tristeza y melancolía. El almuerzo había sido de su gusto.

—Sam, deja de pulir la mesa.

—Siempre olvido que no gustas recordar ello.

Rió con naturalidad, dejando aquel acto, pese a las palabras ásperas de su acompañante. Aunque persistía en esos pesados suspiros, ahora mirado hacia la fachada. El manzano de fuera ya no reverdecía como en otros tiempos. Aquellos tiempos en que la policía se revestía de un aura bastante oscura debido al golpe militar. Pero aún así aquellas datas le parecían más claras que las mismas que fueran contemporáneas.

Le hubiera preguntado cómo se sentía, pero también con certeza imaginaba la respuesta, acompañada de esa sonrisa perfecta; muy bien. Un hombre prodigioso, tan templado e intachable como Dan vivía sumergido en lo presente, no vivía del pasado como él. Pero hubo un entonces en que Dan no fuera tan templado, y quizás, mucho menos prodigioso. Aquella primera vez, escondidos en una bodega a causa de los disparos que se oían a unas calles de ahí. Pudo confundir los otros labios con hojas de papel al mantener cerrado los ojos.

Luego de ello se mantuvieron cercanos, aunque con miedo, las represalias del régimen eran bastante temidas, en especial para los jóvenes estudiantes que eran fácilmente identificados por sublevados. Otro era el repudio social que pudieran llevar más allá de cuando terminara y cayera el gran general. Además, Benigno, un amigo y que sobresalía en talantes políticos, había desaparecido, a lo cual le adjudicaron la excesiva presencia de la policía armada por su propia escuela. Pero sentir el corazón de Dan, palpitando fuerte al son de las balas, mientras le besaba y descansaba su mano sobre el torso de éste, era un placer que parecía del otro mundo. De igual manera fuera por esos días en que descubriera la fascinación por escribir.

Nunca supo por qué disfrutara tanto aquellos besos, que más allá de caricias nunca fue. Quizás porque fuera una droga para el adolecer de la mocedad, o simplemente porque entre aquellos brazos pareciera seguro el mundo, tal paz que no concebía en su cosmos, lo dimensionaba entre esos aromas a ligero tabaco recientemente descubierto.

Llegó, inclusive, a odiar de una rara manera los días jueves, que siempre se dieran para protestas, mas ésta no fuera la acertada razón, sino por qué sus clases de matemáticas le cruzaran justamente a la hora del encuentro y debía dejar lo emprendido a medio camino. La asignatura se hacía sempiterna para ir al Hojas De Otoño, dónde forjaran la antesala para ir al cine, sin mencionar que ahí mismo Dan le esperaba casi por hora y media. Dulces fragancias de pubertad, pero lo pensara de la forma que fuera, Dan le había robado su mes de Abril.

—Toma — sacó su cartera Dan, y de ella una pequeña tarjeta —, ahí está el número nuevo. Llámame el día que quieras.

—Así que ahora eres gerente, ¿Qué es eso? — preguntó Sam al notar dentro del objeto personal contrario una fotografía, pasando a segundo plano la tarjeta.

—Es una foto muy fea — habló con desinterés —. Era de cuando el menor acababa de nacer.

Tarde notó el verdadero efecto que tendría aquello en Sam, su rostro sirvió de evidencia plena, que como siempre, intentaba eludir todo bajo una torpe y sencilla sonrisa de las primaveras pasadas, pero entumecida por la oscilación de los tiempos y la pérdida de quimeras. No hay peor castigo para el hombre que vivir al frenesí de sus utopías.  

—Oye, no pidas la cuenta, yo te invité a comer.

—No, mira la hora. Llegaras tarde — habló con desolación en los ojos, Sam.

—Pero…

—Date prisa. Ya casi son las cuatro y diez. 

Notas finales:

Muchas gracias, si os gustó pueden revisar mis otros trabajos ^^


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