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Mejor que un dorama por Tail End Charlies

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Notas del fanfic:

Súper cliché, pero trabajo con lo que la inspiración me da.

Mejor que un dorama

 

Se miró en el espejo de cuerpo entero que había en la habitación, analizándose atentamente, pero no le acabó de convencer lo que veía, pero es que compararse con Siwon no tenía sentido, el caballo estaba por encima de todos en cuanto aspecto y personalidad, no porque lo dijera él, sino porque esas cosas se veían a distancia. No era muy alto, tampoco destacaba mucho; sí que tenía unas facciones tiernas, pero eso no ayudaba a que se viera más duro y mayor. En su opinión, no tenía nada reseñable y que lo hiciera sobresalir entre una multitud. Quizá esa pésima visión de sí mismo se basaba en el hecho de que estaba bajo de ánimos y cualquiera le parecía mejor que él. La puerta del cuarto se abrió y entró Kyuhyun, el cual lo saludó con un movimiento de cabeza.

 

—Kyu, ¿crees que estoy gordo? —preguntó el conejito mientras se estiraba la ropa, pegándola a su cuerpo.

 

El manknae lo miró confundido, intentando asimilar la cuestión. ¿Qué si estaba gordo? Arqueó una ceja, ladeó la cabeza buscando nuevas perspectivas. ¿Qué clase de pregunta era esa?

 

—¿Acaso eres tonto? —inquirió, sin mucho tacto. Minnie frunció el ceño.

 

—¿Por qué me insultas?

 

—Porque es de idiotas que preguntes eso. Eres perfecto, Minnie. —Sungmin asintió con la cabeza, tocándose las mejillas.

 

—Pero mi cara es redondita. —Kyuhyun se cruzó de brazos, a punto de enfadarse por tanta tontería.

 

—Tu cara está bien así —replicó, con sequedad. Y lo decía de verdad, porque para él, el conejito se veía increíble tal cual.

 

—Si fuera más alto…

 

El menor resopló mientras seguía escuchando a Sungmin sacando a relucir sus supuestas imperfecciones. ¿A qué venía todo eso? Y mientras más hablaba el mayor, más se fruncía su ceño.

 

—Cuando termines de vapulearte a ti mismo, me lo dices.

 

Y salió de la habitación bastante irritado con Minnie, el cual no sabía a qué se debía el mal humor de Kyuhyun. Le restó importancia y se pasó la tarde viéndose en el espejo, pensando que seguía siendo bajo y con cara de niño bueno. Sí, era un hombre, pero los hombres a veces también se sentían inseguros, y en ese momento Sungmin era una inseguridad con piernas. Claro que, el que a veces Kyuhyun lo mirara raro no ayudaba.

 

En realidad todo había comenzado de forma infantil y tonta, todo diciéndose entre ellos si tal tenía menos no sé qué que cual o que si ese era más no sé qué que el otro, comparándose y sacando a relucir debilidades de forma juguetona, en ningún momento queriendo sonar hirientes, pero a Minnie todas las críticas le habían sentado como un puñetazo en el estómago, aunque en ningún momento había dejado de sonreír. Después de eso todos seguían tan amigos y el conejito se había encerrado en la habitación, inspeccionándose minuciosamente.

 

()

 

Encerrados en la habitación, Sungmin y Kyuhyun se habían sentado en la cama saboreando un vino excelente que había comprado el mayor. Ya casi era una tradición meterse en el cuarto ellos dos solos y beber vino, sólo eso, beber y deleitarse con los divinos sabores. Los demás comenzaban a sospechar que ahí dentro pasaba algo más, no era normal que dos hombres hechos y derechos se encerraran en una habitación con esa excusa, pero en realidad sólo bebían, se emborrachaban un poquito y hablaban.

 

—¿Ya se te ha pasado la paranoia? —preguntó Kyu. Sungmin alzó una ceja, confundido. —Sobre tu cuerpo y demás.

 

—Ah, sí.

 

—Eres un dramático.

 

Minnie rió por lo bajo; quizá sí que lo era. Gordo no estaba, pero seguía siendo bajo, lo cual no es que pudiera cambiar: su época de crecimiento ya había pasado. Era cuestión de resignarse y aceptarlo. Dio otro sorbo a su copa y observó a Kyu, que se había quedado en silencio, pensativo.

 

—¿Todo bien? —inquirió el conejito.

 

—Te quiero —declaró Kyu con simpleza. Sungmin parpadeó varias veces, incrédulo. Observó la botella que descansaba en el suelo y de nuevo al menor.

 

—Estás borracho —comentó, intentando imprimir un tono divertido a su voz. Kyu se encogió de hombros, despreocupado, bebiendo un poco de vino.

 

—Tampoco te pido una respuesta o que me correspondas, sólo quería que lo supieras.

 

Sungmin frunció el ceño, molesto. ¿Y ya estaba? ¿Le decía que le quería y ahí terminaba todo? Tenía la cabeza llena de bobadas; el mayor pensaba en una declaración de amor en plan película y luego muchos besos apasionados. Se terminó la copa de vino de un solo trago y se la llenó de nuevo. Claro que todos creían que era una niña si tenía todas esas estúpidas ideas románticas en la cabeza. Además, que Kyuhyun tampoco le llamaba mucho la atención, así que no sabía qué narices estaba esperando.

 

—Todos creen que hacemos algo más que beber cuando nos encerramos aquí —susurró el mayor sin venir a cuento. Kyu lo miró extrañado, sin saber a qué venía eso.

 

—Que piensen lo que quieran. ¿A ti te preocupa?

 

Min acarició el borde de la copa con el dedo índice; ahora sí que le preocupaba porque Kyu le había dicho que le quería. No deseaba que los chicos llegaran a una conclusión que no era cierta, y si se enteraban de los sentimientos que le profesaba el maknae, quizá sí que terminaban sacando conclusiones erróneas.

 

—Un poco —confesó.

 

—¿Tanto asco te doy? No creo que sea tan horrible el que piensen que tenemos algo.

 

—No quería decir eso. En realidad me resultas un poco atractivo.

 

—¿Sólo un poco? —preguntó Kyu, divertido. El mayor ignoró la pregunta.

 

—¿De verdad me quieres? ¿Cómo pareja?

 

—¿Tan raro te parece? Siempre me has atraído.

 

Sungmin bebió un poco más para esconder la turbación que le había provocado esa afirmación. Sabía que le gustaba a las fans, muchas le habían enviado mensajes diciéndole lo guapo que era y en internet había constatado que resultaba atractivo y deseable, pero siempre eran chicas, nunca un hombre le había dicho algo así. No es que le asqueara el que Kyu sintiera eso por él, simplemente le resultaba extraño. Y debía admitir que esas declaraciones del menor habían hecho que algo se removiera en su interior, algo muy agradable, cabía añadir.

 

—Ya te he dicho que me resultas un poco atractivo.

 

—Pero no me quieres —afirmó Kyuhyun, sin acritud, simplemente constatando un hecho.

 

—Sí te quiero, como amigo, como compañero…

 

—No digas “como hermano” porque me matas —avisó, con una sonrisilla bailándole en la cara, aunque por dentro estaba bastante inquieto, decidiendo que la conversación iba de mal en peor. Maldito vino que le soltaba la lengua. Suspiró y dejó la copa en el suelo mientras se levantaba de la cama. —Si después de esto nuestra relación cambia porque te alejas de mí, te juro que me enfadaré muchísimo. —Y salió de la habitación, dejando a Minnie pensativo.

 

No volvieron a sacar el tema y Sungmin no se alejó de Kyuhyun, ambos comportándose como si esa conversación no hubiera existido, aunque ninguno de los dos la había olvidado. Pero Minnie comenzaba a dudar que las palabras del menor fueran ciertas; no estaba muy seguro de cómo iban esas cosas, pero el maknae no parecía enamorado de él. En realidad no sabía qué estaba esperando de Kyu, ¿acaso esperaba que lo siguiera allí donde fuera, diciéndole a cada rato que lo quería? ¿Quería que se comportara como un estúpido baboso?

 

Kyuhyun le hablaba como siempre, lo trataba como siempre, nada había cambiado. ¿Tan egocéntrico era que quería que Kyu le comiera la oreja para sentirse mejor? Pero todo eso sólo le hacía creer que esa tarde el que había hablado era el vino, aunque el makne no iba borracho, ni siquiera un poco contentillo. Comenzaba a estresarse.

 

()

 

Shindong, Yesung, Ryeowook, Eunhyuk, Kyuhyun y Sungmin participaban en un programa de televisión, Shinhwa Broadcast, junto al grupo Shinhwa. No tenían muy clara la finalidad del programa, pero se estaban divirtiendo muchísimo, aparte de que ese conjunto de treintañeros era muy divertido y agradable y se lo estaban pasando genial.

 

Sentado en sillas, un grupo frente al otro, debían “coquetear” con los contrarios, haciéndose querer, para, finalmente, “conseguir” pareja. Le tocó el turno a Sungmin, el cual se levantó y se acercó a los mayores, comenzando a bailar a su alrededor, tocándolos, frotándose contra ellos, convirtiendo todo ese teatro en algo serio. Kyuhyun apretó los puños y tensó la mandíbula, notando como los celos lo iban devorando lentamente. De acuerdo que no eran pareja y que no tenía derecho a ponerse así, pero no podía quedarse como si nada viendo a Sungmin de esa guisa y encima delante de las cámaras.

 

No era justo. No lo había presionado, no le había pedido una respuesta, había seguido a su lado como su amigo, se había portado bien, no era justo que Sungmin le hiciera eso sabiendo que él estaba viéndolo todo a unos metros. El resto del programa lo pasó bastante molesto e impaciente por volver a casa, ignorando a Sungmin, forzando sonrisas y gestos amables. Pero en cuanto salieron a la calle, dirección a la furgoneta que los llevaría a su vivienda, cogió del brazo al mayor y se lo llevó a un lado, mirándolo furioso, pero conteniendo esa furia.

 

—He dejado pasar lo que siento por ti para que no afectara a nuestra amistad, pero eso no quiere decir que deba tragar con tus coqueteos para con los demás delante de mí. Respétame un poco, joder.

 

Y se alejó muy enojado, dejando a Minnie bastante aturdido, recordando lo que había hecho, razonando que por eso Kyuhyun estaba tan dolido. Sungmin no se había comportado así con mala intención, sólo quería darle más emoción al programa, pero si hubiera sabido que sus acciones harían sentir mal al menor, se habría contenido. No quería dañar al maknae.

 

Entró en la furgoneta y lo buscó con la mirada, percatándose que Kyu se había sentado en la parte de atrás, aislándose, los otros dejándole su espacio sabiendo que el menor no estaba de humor como para aguantar una charla o comentarios sin sentido. Minnie se sentó al lado de Yesung y se giró un poco en su asiento, observando a Kyuhyun, el cual miraba por la ventanilla con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Se le encogió el corazón, porque de verdad que no quería hacerle daño. De una manera extraña el maknae siempre había sido su debilidad, pero ahora tenía la impresión de que hiciera lo que hiciera, lo estaba haciendo mal, Kyu viéndose afectado.

 

Y el maknae se estaba alejando de Minnie, lo cual enervó sobre manera al conejito. Kyu casi lo había amenazado para que siguiera a su lado, que no cambiara nada entre ellos a pesar de lo que habían hablado, y ahora era el otro el que ponía distancia. Pues de acuerdo, que se alejara, no era él el que estaba enamorado. Vivía con ocho personas, no hablar con una de ellas tampoco sería una catástrofe, total, le quedaban siete más. Pero echaba de menos a Kyuhyun y sus tertulias entorno a una botella de buen vino.

 

()

 

De incógnito, como unos espías queriendo pasar desapercibidos entre una multitud, Sungmin y Eunhyuk fueron a comprar un pedido de Wookie para poder preparar la cena esa noche. El mayor del dúo se caló mejor la gorra en la cabeza mientras serpenteaba entre la gente, intentando sortear a los viandantes que llenaban la acera, agobiándose al ver que a esa hora la ciudad estaba a rebosar.

 

—Son las siete de la tarde, por Dios. ¿Acaso no tienen una casa a la que ir? —rezongó, molesto, maldiciendo porque no recordaba que el supermercado quedara tan lejos. Hyukkie rió por lo bajo y tropezó con una mujer. Se disculpó y siguió andando, intentando seguir el paso apresurado del conejito.

 

—Últimamente estás intratable —comentó el mono, divertido.

 

—Un tipo que lleva unos pantalones floreados no tiene derecho a echarme nada en cara. —Y rodó los ojos cuando oyó al otro reír.

 

Pero Eunhyuk tenía razón, desde que Kyu y él se comportaban como si el otro no existiera que tenía los nervios de punta, saltando por cualquier nimiedad, sólo le faltaba morder al primero que le pasara por delante. Por fin llegaron a su destino, donde, sin perder tiempo, buscó lo que necesitaba Ryeo, cogiendo del brazo a Hyuk y tirando de él para que se diera prisa, ya que el menor se había quedado mirando los aparatos electrónicos. Salieron del lugar, metiéndose de nuevo entre toda esa gente que seguía pululando por la calle y entorpeciéndole el paso. Entonces Hyukkie se paró.

 

—¿Ese no es nuestro maknae? —Sungmin siguió la mirada del mono y entrecerró los ojos, constatando que sí, que ese era Kyu, paseando con una chica. —¿Quién será ella? Está muy buena. ¿Has visto qué piernas? —preguntó, admirado. Minnie apretó los puños.

 

—O te callas o le digo a Donghae que estás babeando por una fulana —amenazó, molesto y, porque no decirlo, celoso. Eunhyuk frunció el ceño.

 

—No hay huevos.

 

—Pruébame. —Se miraron de forma retadora y el mono se relamió los labios.

 

—Tiene un culo de escándalo. —En menos de un segundo Sungmin sacó el teléfono móvil de uno de sus bolsillos y comenzó a apretar teclas. Eunhyuk, en modo pánico, se abalanzó sobre él. —Lo siento, no quería decir eso, es horriblemente fea. ¿No lo ves? ¡Tiene celulitis! Sungmin, por Dios, no lo llames —suplicó, mientras intentaba quitarle el teléfono.

 

El conejito se apiadó del menor y se guardó el móvil mientras comenzaba a andar. Eso era lo que quería escuchar, que la tipa esa era muy fea, lo de la celulitis había sido un extra. En cuanto llegó a casa lo primero que hizo fue buscar a Leeteuk y encararse con él, aún con la lata de guisantes que había comprado aferrada a su mano.

 

—He visto a Kyuhyun con una chica. —Teukie alzó una ceja.

 

—¿Y qué?

 

—¿Cómo qué “y qué”? Si nosotros lo hemos reconocido, ¿quién te dice que no podría reconocerlo una fan? ¿Sabes la que se liaría? —preguntó, agitando la lata, alterado. —¡Haz de líder y pon orden en esta casa!

 

Entonces la lata resbaló de su mano y salió volando hasta el salón, de dónde provino un grito ahogado de Shindong junto a unos insultos.

 

—¡¿Quién ha sido el idiota que ha tirado una lata de guisantes?! ¡Casi me da en la cabeza! ¡¿Acaso estáis locos o qué?!

 

Avergonzado, Sungmin se escabulló y terminó encerrándose en la habitación esperando a que Shindong se olvidara del “ataque” y no quisiera matar al “atacante”. Se echó en la cama y se tapó los ojos con un brazo. ¿Qué estaba haciendo? Odiando a una chica que no conocía, diciéndole a Jungsoo que no estaba haciendo su trabajo y tirando latas de guisantes a la cabeza de sus compañeros. Esto de Kyuhyun lo estaba afectando demasiado; siempre habían estado juntos y ahora notaba su ausencia. Se sentó en el borde de la cama pensando en cómo acercarse de nuevo al maknae, aunque terminó recordando los pantalones floreados de Eunhyuk.

 

—Pues tampoco eran tan feos —murmuró.

 

No sabía cuánto tiempo había pasado cuando oyó como la puerta de la habitación se abría. Dirigió la mirada hacia la entrada, viendo a Kyuhyun acercándose a él para luego sentarse a su lado. Y de repente se puso nervioso, notando como un silencio incómodo los envolvía. Minnie reprimió un suspiro al darse cuenta de cómo las cosas se habían torcido entre ellos.

 

—¿De verdad le has lanzado a Shindong una lata a la cabeza? —preguntó Kyu, intentando destensar el ambiente.

 

—Ha sido sin querer, me ha resbalado de la mano. —Y de nuevo el silencio los rodeó, pero esta vez Sungmin se permitió suspirar audiblemente, apenado. —¿Cómo hemos terminado así, Kyu? Se suponía que esto no iba a afectar a nuestra amistad.

 

—Está siendo más complicado de lo que pensaba. No es fácil verte hacer tu vida mientras yo muero por ti. —Y desvió la mirada, avergonzado por lo último que había dicho, Minnie notando como se le calentaban las mejillas; el maknae era demasiado directo y sincero.

 

—Te echo de menos.

 

—Yo también, pero no… —Kyu suspiró y apoyó los codos en las rodillas, evitando mirar al mayor. —Dame tiempo, ¿vale? Olvidaré, enterraré lo que siento por ti y todo volverá a ser como antes, sólo dame tiempo.

 

Sungmin asintió con la cabeza, aunque el maknae no lo estaba mirando, así que musitó un “vale” que el menor apenas escuchó. Kyu se levantó de la cama y salió de la habitación, Minnie notando cierto malestar qué no sabía a qué podía deberse, aunque estaba seguro que esos “olvidar” y “enterrar” habían ayudado.

 

()

 

El conejito sabía que había algo raro en él, sobre todo cuando alguno de sus compañeros se tomaba ciertas libertades con Kyu. No es que le molestara el que hablaran con el menor o lo abrazaran de forma espontánea, el problema era Donghae y su necesidad de cariñitos por parte de cualquiera que se dejara, que parecía que de pequeño habría sufrido falta de afecto o algo así, porque eso no era normal. Que Sungmin no lo entendía, porque teniendo a Eunhyuk a ver por qué se acercaba a Kyuhyun. ¿Acaso Hyukkie era imbécil, que veía todo eso y no hacía nada?

 

Estaba celoso, no había porque darle más vueltas, aunque aún no decidía si eran celos de amigo, porque ahora parecía que tenía nuevos mejores amigos, o celos de enamorado. Y todo lo que ocurría a su alrededor iba formando una bola que iba creciendo: Kyuhyun seguía alejado de él, Kyuhyun se acercaba a todos menos a él, Kyuhyun abrazaba a todos menos a él… Y todo se reducía a un “Kyuhyun y él”, sólo que esas dos palabras no iban seguidas por un “se comían a besos”, por ejemplo. Y encima se pasaba el día de mal humor, lo cual no había pasado desapercibido a los chicos, que no sabían cómo tratar al mayor para no recibir una mala palabra de su parte. Pero era Sungmin, el carita tierna, el rey del aegyo, y ha esto podían jugar dos.

 

Estaba en la cocina haciéndole compañía a Ryeowook, el cual estaba preparando la comida. Intentaba ayudarlo, pero el menor no le dejaba tocar nada así que, aburrido y frustrado, lo dejó solo. Pasó por el salón y entonces vio al pez tirando de forma juguetona las mejillas de Kyu. Frunció el ceño, notando como sufría un tic en el ojo. Pequeño descarado, pensó el conejito. Miró alrededor y vio a Eunhyuk, al cual se acercó, abrazándolo por la cintura, frotando su mejilla contra el pecho del mono, ronroneando de forma suave, dándole más efecto al conjunto.

 

—Hoy te has despertado terriblemente sexy —comentó el mayor.

 

Hyukkie se tensó como la cuerda de un violín. Con los brazos laxos a los costados para que se viera que no estaba haciendo nada y que nadie pudiera echarle en cara que estaba participando en esa violación de su espacio personal, el mono buscó ayuda con la mirada, diciéndole así a sus compañeros que hicieran algo para sacarlo de ese aprieto. Finalmente Leeteuk se apiadó de él y le echó una mano.

 

—Hyukjae, ayúdame a preparar los horarios de mañana.

 

El mono articuló un gracias con los labios y separó a Minnie con amabilidad, casi corriendo hacia el líder, que sonreía con burla. El conejito hizo un puchero de forma inconsciente; algo había fallado en su fantástico plan, se suponía que Hyuk debía devolverle el abrazo. Miró a Kangin, que reía por lo bajo, y su puchero se acentuó, cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo deshizo el gesto tierno y se puso serio. Pero el moreno seguía riéndose a su costa, así que hinchó las mejillas, ofendido, y se metió en la cocina donde seguía Wookie.

 

—¿Por qué has hecho eso? —Se giró y vio a Kyuhyun, que lo miraba confundido.

 

—¿Por qué dejas que Donghae se te acerque tanto? —preguntó a su vez. Kyu alzó una ceja.

 

—¿Estás celoso?

 

—¿Y tú eres tonto?

 

—¡Estás celoso! —gritó el maknae, contento. Ryeo dejó de remover una olla y se giró hacia ellos con los brazos en jarras.

 

—Las peleas de enamorados en otra parte, por favor.

 

—Claro que no estoy celoso, ¿por qué debería estarlo? —inquirió Minnie, manteniendo la calma, aunque por dentro estaba hirviendo de celos, sí.

 

—Bueno, no sé, le has dicho a Hyukkie que estaba sexy o algo así. —El conejito enrojeció mientras Kyu sonreía triunfante.

 

—¿Le has dicho a Hyukjae que es sexy? —preguntó Wookie, incrédulo.

 

—¿Qué pasa? Nuestro monito es atractivo, por algo Donghae está con él, aunque últimamente se magrea demasiado contigo. ¿Acaso te gusta ese pez idiota? Porque tú tampoco es que hagas mucho por apartarte.

 

Y mientras seguía ese intercambio de preguntas contestadas con más preguntas, Wookie asistía a esa escena embelesado, y es que era muchísimo mejor que un buen dorama. Se acercó a la nevera, sacó una lata de refresco y volvió a su posición inicial mientras daba sorbos de su bebida, asintiendo con la cabeza, efusivo, cuando una cuestión daba en un punto clave.

 

—¿Entonces sí estás celoso? —inquirió Kyuhyun una vez más. —Es que sino no entiendo a qué viene esto. —Sungmin suspiró y se frotó las sienes; se le estaba yendo de las manos.

 

—¿De verdad vas a olvidar lo que sientes por mí? —preguntó a su vez Minnie. Ryeo contuvo la respiración ante eso, ansioso por la respuesta de Kyuhyun, el cual suspiró, frustrado.

 

—Tú no me correspondes, no puedo esperar por algo que no va a llegar —respondió, esta vez sí.

 

—Oh, Dios, pobre Kyu —murmuró Wookie mientras bebía un poco más. —Vamos, Min, dile que sientes lo mismo —murmuró de nuevo, apremiante.

 

—Pero es que no puedes olvidarlo, hombre, no puedes hacerme esto, no ahora —prácticamente suplicó el mayor. Kyuhyun abrió los ojos sobre manera ante lo sorprendente de la declaración. Ryeo sonrió, contento.

 

—Explícate —pidió el maknae.

 

—Eso, eso, explícate —murmuró Ryeo. Sungmin lo fulminó con la mirada.

 

—¿Se puede saber qué haces aquí?

 

—La comida.

 

—¿No oléis a quemado? —preguntó Kyu, dubitativo.

 

Los tres olisquearon el aire hasta que su mirada se posó en la olla que seguía en el fuego, hirviendo alegremente.

 

—¡La comida! —exclamó Ryeowook mientras apagaba el quemador, pero ya era tarde.

 

Kyuhyun asomó la cabeza por la puerta de la cocina y, sin dirigirse a nadie en particular de los que estaban en el salón, gritó un:

 

—¡Que alguien pida unas pizzas!

 

Volvió al lado de Minnie, lo cogió de la mano y lo arrastró hasta la habitación, sentando al mayor en la cama y él a su lado, bien cerquita.

 

—Bien, responde.

 

—Sí, huele a quemado.

 

—No me refiero a eso y lo sabes. Deja de marear la perdiz.

 

Minnie se cruzó de brazos, enfurruñado. Claro que sabía a lo que se refería Kyuhyun, pero no quería responder, bastante avergonzado se sentía ya con todo lo anterior como para encima exponerse un poco más. En esos momentos se preguntaba dónde estaban sus supuestos veintisiete años y la supuesta madurez que esa edad llevaba consigo. Dio un respingo cuando el maknae le pasó un brazo por la cintura, pero enseguida se relajó y apoyó la cabeza en su hombro.

 

—¿En serio debo decirlo? Si ya lo sabes, ¿no? —Y la voz de Sungmin no pudo sonar más lastimera. Kyu rió por lo bajo y le besó la cabeza.

 

—Me gustaría escucharlo.

 

—Tú lo que quieres es abochornarme, maldito maknae del demonio. —Entonces la habitación se llenó con el sonido de la franca carcajada que salió de Kyuhyun.

 

—Admito que sonrojado eres de lo más encantador —declaró una vez se hubo calmado, aunque a cambio de tanta sinceridad recibió un golpe en las costillas de parte de Minnie. Kyuhyun apretó su brazo entorno a la cintura del mayor.

 

—Le has dicho a Donghae que hiciera algo, ¿no? —preguntó Minnie mientras se acercaba un poco más al menor, el cual sonrió de forma pícara.

 

—Probablemente. ¿Estás enojado?

 

—Sí… No… Bueno, no sé.

 

—¿Me das un beso? —preguntó Kyu. Sungmin negó con la cabeza.

 

—No te lo mereces.

 

—¿Uno pequeñito?

 

El conejito observó consternado como Kyuhyun hacía un intento de puchero; el maknae no había nacido para hacer pucheros enternecedores.

 

—Vale, sí, pero deja de hacer eso.

 

El menor sonrió contento y esperó a por su beso. Minnie, nervioso perdido, se acercó lentamente hasta que sus labios toparon con los de Kyu, moviéndolos suavemente, constatando que le agradaba demasiado ese contacto, pero en cuanto notó una lengua traviesa intentando abrirse paso en su boca, se separó.

 

—Hemos dicho uno pequeño —avisó Minnie. Entonces llamaron a la puerta y oyeron un carraspeo.

 

—No quiero molestar, pero ya están aquí las pizzas —explicó Wookie desde el otro lado.

 

Ambos se levantaron de la cama y salieron, viendo como Ryeo los miraba con los ojos brillantes.

 

—¿Os habéis “reconciliado”? —preguntó, esperanzado y un poco pervertido, Sungmin alzó una ceja.

 

—Wookie, en serio, deja de ver doramas, te están dejando el cerebro frito. —Y se alejó, pero a los pocos pasos se paró de nuevo. —Kyu, se me ha olvidado decirte una cosa: —Se acercó al menor y le susurró en el oído —Te quiero. —Y se marchó con rapidez, dejando una sonrisa boba en la cara del maknae, el cual miró a Ryeo.

 

—Sí, Wookie, nos hemos “reconciliado”, y ha sido espectacular; si hubieras oído como gritaba…

 

Se dirigió a la cocina donde ya estaban los demás, pensando en cómo convencer a Sungmin para que tuvieran un “reconciliación” como Dios mandaba, mientras Ryeowook seguía de pie donde lo habían dejado, sonriendo, feliz; la vida real era muchísimo mejor que un dorama, lo acababa de comprobar.

 

 


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