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The Man With No Name por Amani

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Notas del fanfic:

Hola, este es el primer fic que publico aca :) Tambien esta en mi blog  http://adarinofanfics.blogspot.com.ar/

 

The Man With No Name

Salió de la casa con una expresión inusual en su rostro, entre confusa y preocupada, su madre le había mirado especulativa como queriendo adivinar. Pero la compostura y naturalidad de su comportamiento le dejaron tranquila pronto.

No obstante, él estaba ocupado en su deliberación y cuando salió de la casa procuro continuarla ¿Será que tan solo no lo recuerdo?- se preguntaba mientras caminaba las pocas cuadras hasta un parque cerca de ahí. La última noche no había soñado con nada, o al menos eso pensaba. Había despertado con la mente en blanco y el cuerpo frío, y se preguntaba si realmente alguien puede soñar con nada.

Si no lo recordaba hacía el esfuerzo por invocar al menos una imagen o tal vez una sensación. Pero su sensación era la misma: de desacierto.

En su mundo pequeño y cómodo no existían las grandes preocupaciones, ni siquiera las medianas. Él existía en un raro microclima de estabilidad y comodidad que padres pudientes y moderados le habían propiciado. Su vida hasta el momento era la de cualquier adolecente y sus problemas eran solo preocupaciones ocasionales y otras banales que se inventaba. Había desarrollado un miedo a las alturas para tener algo que decir en los viajes familiares. De vez en cuando se hacía vegetariano para tener conversación en las comidas e incluso desarrollaba gustos peculiares para resaltar un poco. Aunque eso último era solo en su casa, porque afuera llamaba bastante la atención con su fina figura y su rostro perfecto.

Vivía una época más relajada que lo normal, vida familiar normal, ningún altibajo económico o de salud, todo era demasiado “normal” y pronto se aburrió de la excesiva tranquilidad. Por lo que esa mañana se intrigaba en una larga deliberación si había soñado con nada o sólo no lo recordaba. Cada opción representaba una serie de otras cuestiones que de solo pensarla le cambiaban el ánimo a la mañana.

Una mañana algo tediosa para él, había prometido conceder un favor a un amigo, un favor que le resultaba muy tedioso. Detrás de su banal preocupación se escondía el deseo de hallarse en alguna encrucijada psíquica que le forzara a volver a su casa con perfectas excusas. Mientras deliraba con enfermedades que sabía que no tenía llegaba al parque donde había prometido encontrarse con Lay, su amigo, y otras dos chicas más de la universidad a la que asistían.

Cruzó la calle para ir a la acera del parque pasando por unos autos estacionados. De repente se acordó del celular y se pegunto si lo había traído consigo. Se detuvo en la acera del parque y reviso sus bolsillos mientras se daba vuelta. Detrás de él vio a un hombre joven totalmente vestido de negro que entraba a un auto. Tenía cabellos negros y piel muy blanca. Por un instante sus miradas se juntaron, incluso si usaba gafas el sentía que le veía. Pero de inmediato subió al auto y se fue.

Aquel instante le había dejado una extraña sensación, la severidad de aquel hombre se confundía con un extraño encanto que confundía y atrapaba.

Su problema con esas situaciones, era que pensaba todo demasiado. Si hubiese sido otro no se hubiese detenido a pensar en aquel hombre y el instante en el que se miraron de casualidad. Pero él siempre pensaba todo de más y pensó que esa sensación le era familiar.

Los días que le siguieron a ese lejos de olvidar el casual y ordinario encuentro pensó más y más en el. Estaba convencido que esa sensación que le había provocado su mirada le era familiar, que ya la había sentido y sobre eso daba vueltas. Incluso había momentos en el día que sentía que esa misma sensación. Como si aquel hombre le mirase desde lejos. Aquella rara sensación en parte le gustaba y en parte le atemorizaba. Pero esa inusual mix le atrapaba sus pensamientos a toda hora. En el fondo sabía que no era más que su imaginación, pero quería poder seguir jugando con su imaginación un tiempo más.

Aquella mañana iba caminando devuelta a su casa, ya que la universidad estaba a pocas cuadras, prefería ir a pie y no luchar con el tránsito. Lay le había invitado a su fiesta de cumpleaños e iba pensando en que regalarle. Con el acontecimiento cerca había estado pensando en eso todo el día y no había vuelto a pensar en el hombre. Su pensamientos estaba llenos de especulaciones de como sería la fiesta, quien iría, que se pondría y que le regalaría.

Estaba cruzando la calle cuando escuchó a alguien gritar “cuidado” y el sonido del frenado de un auto. Torció a ver y vio al auto venir sobre él.

Abrió sus ojos y vio a mucha gente alrededor de él, no entendía que pasaba, pero luego lo recordó. Intentó levantarse y sintió un dolor en el brazo. La gente alrededor le decía que permaneciera quieto pero se esforzó por pararse. La situación en la que estaba no le gustaba y solo quería ir rápido a su casa.

Tan pronto estuvo de pie vio a un hombre en la esquina de la acera de enfrente, apoyado en la pared de un negocio. De inmediato le reconoció, la sensación volvía a él cuando se sentía atrapado en su mirada penetrante que cruzaba la calle y llegaba a él a través de toda la gente. Sin duda, era el mismo; su piel blanca, su cabello negro, su figura esbelta, tenía que ser él.

Se sostuvieron la mirada por un instante, entonces él siguió caminado apartándose de su vista. Luhan salió detrás de él en ese instante, incluso si la gente le pedía que se quedara, él atravesó la multitud para tratar de alcanzarlo. Pero cuando dio vuelta la calle, él ya no estaba ahí. Sintió una sensación de desahucio en ese instante. Se quedo parado en la esquina mirando la calle con un gran pesar que ni siquiera él comprendía. Pero aquella sensación lo llenaba y apartarse de ella le hacía sentir muy solitario.

Cuando se percató de la escena que estaba montando se avergonzó y siguió camino a su casa. Él se daba cuenta que actuaba sin sentido, se desconocía así mismo y se preocupaba de no llegar a recuperar la calma.

De vuelta en su casa subió directo a su cuarto y allí se quedo pensando. Todo lo que le sucedía respecto a ese hombre estaba fuera de lugar y había decidió quitarse eso de su mente.

Los días siguientes logro ocuparse con los estudios de manera que no volvió a pensar en aquello. Iban a festejar el cumpleaños de Lay en las montañas, y ese fin de semana viajarían con esa intención. Era viernes y estaba armando su equipaje para salir por la noche  cuando se dio cuenta que no había ido a recoger el regalo de Lay que había encargado.

Tomo su abrigo y salió en dirección de la tienda de instrumento para recoger la guitarra que pensaba obsequiarle.

Detuvo el auto en la vereda de la tienda, y miró por el espejo retrovisor para abrir la puerta y salir; entonces vio un auto negro estacionado en la vereda del frente.

En ese momento sintió un frío recorrerle la espalda “Aquel auto…”- murmuró. De repente, el juego dejaba de ser tan divertido. Lo agradable de pensar que podía hallar esa grata sensación en todas partes quedaba atrás cuando pensaba que realmente podía ser real. En aquel instante sintió algo distinto… miedo. Pero el miedo traía algo detrás, la adrenalina de lo misterioso, lo peligroso y sobre todo lo encantador.

Dudo sobre que hacer, sobre que sentir, sobre que pensar. Pero ¿no era al final todo parte de su imaginación? ¿O era real? Si era real ¿estaba necesariamente mal? ¿No había estado deseando día tras día volverle a ver? ¿Lo que sintió aquel día cuando lo perdió de vista no fue tristeza? Si era él, el que estaba en el auto de atrás, esa podría ser su última oportunidad de hablarle.

Cuando consideró ese último punto todo quedo decidido. No importaba lo que fuese pero no podía dejarle ir.

Se bajo precipitadamente del auto y camino directo hacia él cruzando la calle. El auto dio arranque pero él se paro delante de el. En ese momento se dio cuenta que no sabía que decir.  Se quedo ahí parado con una expresión acongojada. Los segundos pasaban y a él le parecían años. Finalmente se dio cuenta de su abrupto y se subió a la acera para dejarle vía libre.

Extrañamente el auto no arranco de inmediato. Una vaga esperanza surco su mente, pero bastaron pocos segundos para que se disiparan porque el auto finalmente arranco y se alejó nuevamente. Aquellos vidrios oscuros le habían impedido saber si era realmente él.

Sobre su velador el celular no paraba de vibrar, era Lay preguntando porque de repente había decidido no viajar y le había enviado la guitarra con el chofer.

Él simplemente lo ignoraba recostado boca abajo en su cama. Estaba hecho un manojo de sentimientos enredados que no le daban claridad en lo absoluto. Eran esos momento en lo que se desearía no existir, pero era mucho más que eso, era un profunda y difusa tristeza.

Después de un par de horas el celular dejó de sonar, todos los ruidos de la habitación habían desaparecido excepto el tic tac del reloj de manecillas y sus propias palpitaciones que parecían ir al unísono. Cuando todo ese ruido externo había desaparecido de su mente la confusión pudo disiparse y dejarle tan solo con la tristeza. Una profunda tristeza que no sabía de donde venía ni a donde iba, pero que lo envolvía totalmente.

La añoranza de aquellos días despreocupados lo inundó, pero sobre todo lo que le deprimía era no encontrar a la persona que súbitamente se había vuelto tan importante para él. No sabía bien como sucedió ni porque, pero de repente verle se había vuelto tan importante. Antes no lo había notado, pero encontrarle de nuevo había ocupado sus horas, sus días. Le buscaba por todas partes y le recordaba a cada momento. Soñaba despierto con la sensación que le causo la primera vez que se vieron. Y la buscaba a cada momento, como si tuviera una extraña adicción. Como si necesitase verle para sentirse bien, de que manera tan inocente y despreocupada se había enamorado de un desconocido. De hombre que solo había conocido furtivamente y del cual no sabia nada. De un persona que seguramente  no volvería a encontrar en toda su vida. Y ese era al fin el motivo de su tristeza.

Abrazó la almohada soltando un largo suspiro y volviendo a inspirar. Miro hacia lo lejos y su mirada se cruzo casualmente con el reloj en el instante que él mismo marco las doce de la noche. Él se quedó esperando el campaneo de la hora, pero se dio cuenta que el segundero estaba detenido. Se sentó sobre la cama y lo tomo en sus manos para revisarle las baterías. Entonces un abrupto estruendo lo espanto haciéndole dejar caer el reloj sobre la alfombra.

Se había oído como algo que se rompía, sus padres estaban de viaje por ese fin de semana, por lo que tenía que hacerse él cargo de la casa y bajar a ver si algo había sucedido con las personas del servicio.

Se levanto de la cama y se encaminó hacia la puerta, pero esta se abrió súbitamente dejándole ver a la persona detrás de ella.

Su mira fija y profunda estaba al descubierto gracias a su cabello peinado hacia atrás, su piel blanca de porcelana solo dibujaba una pequeña arruga en el ceño de la frente. Sus labios rojos estaban cerrados como guillotinas con una expresión severa. Le miro fijamente mientras le apuntaba con un arma, a tan solo tres pasos de él.

Luhan empalideció rápidamente, su mirada se pobló de lágrimas contenidas y confusión. Dio un paso hacia atrás y cayó sentado contra la cama tras enredarse con la alfombra. Su cuerpo estaba helado, desprovisto de cualquier fuerza que le permitieran huir. La impresión y el dolor lo enmudecieron, solo podía quedarse viendo como el hombre que amaba esta a punto de robarle la vida.

No sabía nada…- pensaba, y era exactamente así. Él no sabía nada de aquel hombre a quien despreocupadamente y casi ingenuamente le había regalado sus pensamientos, sus hora, todo su anhelo. La realidad se volcaba cruelmente sobre él y le exigía pagar el precio por su ingenuidad.

Los segundos eran eternos y ninguno se movía, el brillo de sus ojos tiritaba en la luz artificial de la habitación mientras sus miradas permanecían juntas.

Súbitamente la expresión de aquel hombre cambio, la pequeña arruga en su frente se hizo más evidente, y en su rostro severo la confusión apareció. La mano que sostenía con fuerza el arma tembló ligeramente. Mientras él inspiraba dejando sus labios entre abiertos. Solo su mirada permanecía fija, pero el brillo no era el mismo, un atisbo de dolor apareció en ellos. Parecía como si deliberara consigo mismo.

Luhan lo contemplo confuso esos pequeños instantes en que la realidad parecía doblarse.

Cerró sus ojos con fuerza y bajo el arma, su expresión decía que era algo de lo que se iba a arrepentir. Dio dos pasos hacia delante, tomó a Luhan por la muñeca y se lo llevo con él.

En aquella confusión él no pudo atinar a nada y solo se dejo levar a donde quisiera que él lo llevara, incluso si ese camino lo llevaba a la muerte.

Ambos salieron rápidamente de la mansión, hacia la entrada donde aquel auto negro polarizado estaba estacionado. A medida que salía, Luhan, veía fugazmente los cuerpos de la gente de servicio y seguridad regados por doquier.

Lo subió al asiento del acompañante y él condujo lejos de ahí, atravesando gran parte de la ciudad hasta llegar a un edificio departamental. En todo el trayecto ninguno dijo nada, Luhan no salía de la conmoción y el hombre parecía muy preocupado.

Dejaron el auto en la cochera del edificio y subieron hasta el piso octavo donde estaba el departamento del hombre. Entraron y él puso cerrojo a la puerta.

Una vez adentro Luhan pareció reaccionar, torció violentamente hacia él, quien esta detrás, como queriendo comenzar  a decir algo. Pero él hablo primero.

_ Soy un asesino a sueldo contratado por el socio de tu padre para matarte- le dijo.

Lo que sintió entonces fue totalmente confuso, por un lado estaba el shock de oír aquellas palabras, y por otro la agradable sensación de oír su aterciopelada voz por primera vez.

_ Entonces… tu… siempre que estabas ahí… era, por esto.

_ Se me encomendó vigilarte hasta que se decidiera si vivías o morías, dependiendo del negocio que el que me contrato tuviera con tu padre. El mismo falló y decidió tu muerte.

_ ¿Se decidió mi muerte?

_ Después de que te paraste en frente a mi coche recibí la orden. Este es mi trabajo, me pagan por hacerlo.

_ ¿Te han pagado por matarme? ¿Por seguirme todo este tiempo?- dijo con los ojos brillantes.

_ Sí…- susurro.

_ ¿Entonces por qué no lo has hecho?- exclamó con voz adolorida. La verdad había envenenado toda su ilusión.

La pregunta lo descolocó, se llevo la mano a la boca en gesto confuso y fue hasta la ventana.

_  No tenemos mucho tiempo. Por la mañana me contactaran para conocer los resultados, les diré que estas muerto. Usaremos las horas que eso nos de para ir a Hong Kong, te dejaré con tu padre- le miro- usa el teléfono para llamar a tu padre y dile que habilite tu salida en un jet privado para mañana al mediodía a más tardar.

_ ¿Y que harás después?

_ Eso es problema mío- se fue hacia la habitación mientras decía- Llama ahora a tu padre.

Luhan se sentó en el sillón con expresión triste, en su mente se preguntaba ¿En que momento había caído en esto? Él siempre supo el padre que tenía, que el dinero que tenían era mal habido, que algún día probablemente él haría lo mismo. Pero insistió en mantenerse al margen, insistió en pretender que nada sucedía. Mientras su padre lo avalaba cumpliéndole cada uno de sus caprichos, él solo fingía que todo estaba bien. Pero algún día las cosas lo tenían que alcanzar, y al final él había estado deseando a su asesino sin saberlo.

Tomó el teléfono y le marcó al celular del padre.

_ Hola- dijo la voz del otro lado.

_ ¿Papá?

_ ¡Luhan! ¡¿Estas vivo?!- exclamó emocionado.

_ Papá necesito ir a Hong Kong, prepara un jet para mí. Tengo que salir antes del mediodía.

_ Ve al hangar 42, todo estará listo para esa hora.

_ Esta bien.

_ Dime ¿Cómo lograste huir?

_ Después te lo digo…-cortó.

Se quedó inmóvil con las manos juntas mirando la nada. En ese momento algo capto su mirada, sobre la pequeña mesa de cristal frente a él una pila de pasaportes. Entonces comenzó a mirar el lugar con más detenimiento. Los muebles eran estándar, probablemente se alquilaba el departamento con ellos. No había ningún tipo de adorno, solo las cosas necesarias para vivir cada día. La impersonalidad del lugar daba la impresión de que nadie vivía realmente ahí. Con el ruido de la ducha de fondo, pensaba, que no había en ninguna parte de aquel oscuro departamento algo que le dijera algo sobre aquel hombre. Incluso si revisaba los pasaportes encontrarían que era imposible saber cual era el verdadero, si es que el verdadero existía ahí.

Había ido muy lejos con un hombre del cuál no sabía nada, una persona que casi era un fantasma. Pensó que mañana por la noche, cuando estuviera fuera de su vida jamás volvería a encontrarle, desaparecería como si nunca hubiese existido.

Se rehusaba a dejarle desaparecer de esa forma, pero como un asesino profesional, aquel hombre no había dejado ninguna huella. Para recordarle solo tendría la memoria de esa noche.

Paso por detrás de él con el torso descubierto y descalzo, y una toalla sobrepuesta en su cabeza. Fue a la cocina donde preparó dos porciones de remen instantáneo. Volvió a la sala dejo un pocillo delante de él sobre la mesa y él se sentó a comer el otro en el sillón del enfrente.

_ Prefiero cocinar- dijo- pero no he tenido tiempo de hacerlo- tomó los palillos y comenzó a comer.

Luhan asintió con la cabeza mientras le veía comer. Su cuerpo tenía varios tatuajes, dos en la espalda y dos frases en el pecho. Le llamo la atención la que decía “Acuse no man” en latín.

_ ¿Quién eres?- le preguntó.

_ Nadie- respondió sosteniéndole la mirada y dejando la comida de lado.

_ ¿Cuál es tu nombre?

_ No tengo.

_ ¿De donde vienes?

_ De ninguna parte.

_ ¿A dónde vas?

_ A ningún lado.

_ ¿Quién eres para mí?

_ Tu asesino.

Mordió sus labios en una expresión de dolor y rehuyó su mirada.

_ ¿Hay algo que quieras?

_ Todo y nada.

_ ¿Qué soy para ti?- su mirada se perdía en las lagrimas que buscaban aflorar.

_ La presa que no puedo matar- su mirada se conmovió junto a la suya en una tristeza compartida. La distancia de la pequeña mesa entre ellos era el enorme abismo de sus vidas.

_ ¿Por qué?

_ Porque la amo.

Luhan agachó su mirada mientras las lágrimas surcaban su rostro. Él se le quedó contemplando en silencio.

_ Dime ¿Cómo llegamos a esto?

_ No lo sé…

_ Incluso si eres mi asesino ¿Por qué no huyo de ti? ¿Por qué no te odio?

Le miro.

_ Te amo… no quiero amarte, pero te amo y no sé que hacer con eso.

_ No tendrás que preocuparte de eso después.

_ Esta será la única noche que te veré ¿verdad?

_ Después será solo un mal sueño para ti.

_ No quiero despertar, incluso si esto es una pesadilla y tu asesino-

_ No digas nada más- se levantó súbitamente y sostuvo su rostro con ambas manos estrechándole un mirada.

Ambos se miraron largamente ahogando palabras que no podían salir de sus bocas.

_ Necesitas descansar…- le dijo finalmente dejándole ir.

Luhan pasó la manga de su buzo por su rostro para secarse las lágrimas.

_ Ve a mi cama y descansa ahí, yo me quedaré despierto si algo sucede.

La habitación era sencilla, de tamaño mediano. Tenía una cama de plaza y media, dos veladores de cada lado, un sillón de un cuerpo y un armario. La paredes eran blancas al igual que el acolchado y las sábanas. De nuevo no había nada ahí que le hablara de él. En el armario se alcanzaba a ver ropa negra, azul oscuro y algunas piezas blancas. Parecía que no usaba nada que llamase la atención, pero como era su trabajo, pero como era su trabajo, estaba más allá de sus gustos.

Se quitó los zapatos y el buzo, y se metió a la cama. Ahí fue el único lugar donde encontró algo de él, su perfume. Envuelto en su aroma, buscando consuelo en la nada se fue quedando dormido.

Tarde en la madrugada sintió calor y sed. Despertó algo afiebrado envuelto en transpiración fría. Cuando miro alrededor lo vio sentado en el sillón que estaba a pasos de la cama. Se había quedador dormido ahí, tenía puesta una camisa blanca y pantalones de gabardina negros. Su rostro era calmo, parecía tranquilo, nada de él anunciaba que era un asesino. Dormido parecía inofensivo, incluso hasta cansado. Dormía profundamente en la misma posición con la que seguramente lo contempló hasta quedarse dormido.

Luhan le contempló largamente como si quisiera imprimir su imagen angelical en su memoria para así adorarla para siempre. Luego se levantó y fue hasta la cocina por un vaso de agua. Cuando paso por el frente del sillón vio el celular vibrando. Lo tomo y dudo un segundo, luego se decidió por leer aquel mensaje. Decía:

“Sé que mataste al chico, te daré otra oportunidad. Tráeme su cabeza antes del mediodía y todo será como antes.”

Dejo caer el celular sobre el sillón y él se sentó tomándose la cabeza con las manos.

Todo en algún punto era su culpa; su comportamiento irresponsable lo habían convertido en un blanco fácil. Su ingenuidad lo había hecho entregarse a sentimientos que no debía. Como el hijo de un cabeza de mafia y como su sucesor él debía saber utilizar la debilidad de ese hombre para salir bien librado. Pero no podía traicionarle, él no era esa clase de persona. No era alguien frívolo o manipulador, solo era un joven distraído con un amor platónico que le robaba el sueño. Un amor absurdo por el cual dejaría cualquier cosa y lo haría todo.

Tomó el celular y llamó al númro del mensaje.

_ Así que has pensado mejor- dijo un voz grave del otro lado de la línea.

_ Soy Luhan, hoy a las nueve de la mañana en mi casa, sin trucos- dijo con voz precisa.

_ ¿te estas suicidando? No juegues conmigo mocoso ¿Dónde esta él?

_ Dormido, iré solo si prometes luego dejarle ir.

Soltó una carcajada.

_ Así que son de esos… Eres un tonto muchacho… ya sé de que va la cosa. Mientras no se involucre no le pasará nada, tienes mi palabra.

_ Estaré ahí- cortó.

Torció y lo vio dormido desde donde estaba y esbozo una pequeña sonrisa en medio de su gran tristeza. Le contemplo con un amor infinito a la vez que le dedicaba su sacrificio.

Volvió a la cama y le miro dormir hasta que el mismo quedó dormido.

Por la mañana despertó primero, había encontrado sedantes en un botiquín y planeaba dárselo. Preparó un café cuando le vio levantarse, puso el sedante en el de él y se sentó en la pequeña mesa de la cocina a esperarle. Al poco tiempo llegó y se sentó en frente suyo.

_ Te hice un café- le dijo con media sonrisa.

_ Gracias- contestó- ¿has llamado a tu padre?

_ Sí, todo estará listo para hoy al mediodía. Nos esperan en el hangar 42.

_ Tienes mala cara ¿te sientes bien?

_ Sí, no es nada.

_ Anoche parecías tener un poco de fiebre. Será mejor que tomes algo. En el botiquín del baño hay unas capsulas de jarabe, toma una.

_ Estoy bien, de verdad- esforzó una sonrisa.

_ Por favor.

_ Esta bien…- se levanto y fue a buscarlas.

Cuando regreso lo vio tomando un sorbo del café, lo que le dio alivio. Pronto se quedaría dormido y para cuando despertara todo habría acabado.

Tomó asiento y pasó una capsula con un sorbo de café.

_ Tú…- empezó a decir luego- deseo que seas feliz después de esto…

Le miro.

_ a pesar de todo, me gusto haber podido conocerte…- agacho su mirada- Incluso si todo ha sido tan efímero… me iré con tu recuerdo. Tú existes para mí incluso si no se nada de ti y mientras sepas que existes seré feliz- sonrió con lágrimas en los ojos.

Él le miro largamente, luego tomó otro sorbo de café. Luhan también lo hizo y comenzó a sentirse cansado mientras sostenía la taza.

_ De mí solo basta que sepas que te amo…

Le miro y su vista estaba borrosa.

_ Tu padre podrá protegerte… para estas horas debió haber reagrupado a su gente ya. Estarás bien.

Le miro y luego a la taza de café mientras su vista se nublaba.

_ ¿Las cambiaste?- le pregunto conmocionado.

_ Eres una buena persona…- le contempló- te observado por largo tiempo y lo sé, eres mi persona favorita… no morirás hoy- se levantó.

_ ¡Espera!- se abalanzó hacia él tropezándose con la pequeña mesa que aventó a un costado- ¡Espera!- lo sujeto de la ropa- ¡No quiero que mueras!

Se inclinó hacia él tomándole el rostro.

_ Del cruce de un asesino y su victima, necesariamente alguien debe morir.

_ ¡No lo hagas! ¡Por favor!- sus lágrimas fluían en desesperación.

_ Para mi felicidad solo alcanza esto… Vive. Quiero que lo hagas. Yo también lo haré pero no nos volveremos a ver.

_ ¡No! ¡Te mataran!

Lo silencio con un fuerte beso apasionado que le robo el aliento. Luego le miro y le sonrió por primera vez, su rostro parecía iluminarse. Su semblante angelical estaba tranquilo. Le dedicó una última mirada y se alejó.

_ No…- apenas podía murmurar envuelto en lágrimas hasta quedar inconsciente.

Despertó en un lugar diferente. Miro a su costado y vio hombres de traje negro y el interior de un avión.

_ ¿Dónde estoy?- exclamó- ¿Qué paso?

_ Trabajamos para su padre, le llevaremos con él.

_ ¿Cómo llegue aquí?

_ Un anónimo nos dio su locación.

_ ¿Qué hora es? ¿Dónde esta él?

_ Son las 13hs pronto aterrizaremos en Hong Kong.

_ ¿Dónde esta él?

_ ¿Quién es él?

_ ¡La persona que estaba conmigo!

_ Lo encontramos solo.

_ Él fue contratado para matarme, pero me salvo.

_ No sabemos que asesino contrataron.

Se tomó el rostro absorto. Por la hora que era seguramente él no estaría más ente mundo. Pero no tenía ninguna certeza de que así fuera y jamás la tendría. Si estaba vivo ¿A dónde fue? No tenía ni un nombre, ni una foto para buscarle. Desde ahora no existía en ningún lado más que en sus recuerdos.

 

 

 

 

 

Notas finales:

Gracias por leer :)!


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