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Piedra preciosa por Athena Takahashi

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Notas del capitulo: Bueno, aquí llego con la actualización. No sé si me habrá quedado muy bien pero espero que la disfrutéis ^.^
Se situaban frente a frente, aunque un tanto alejados. No sabían que decir ni que hacer, parecían estar patidifusos por el encuentro, tan inesperado y ansiado a la vez, y, como no, por la brillantez de sus respectivas gemas, aún cegadoras en un día de caudalosa lluvia, la cual caía cada vez en mayor cantidad, como si tuviese intenciones de tapar la visión del uno hacia el otro. Pero las maniobras de Zeus no dieron resultado; ni todos los dioses conjurados podrían quebrar sus respectivas efigies o impedir esa inconsciente hipnotización por la belleza que el otro rezumaba. Inexplicablemente, se avistaban a la perfección, tal vez porque ambos tenían grabado a fuego en su mente cada escrupuloso detalle de la perfección facial de su compañero.

Finalmente, fue el mayor quien se atrevió a dar unos pasos, acercándose poco a poco, con cuidado para no resbalarse, hasta colocarse al lado del pequeño. Igualmente, fue Tsuzuki el primero en pronunciar algunos vocablos:
-¿Cómo has estado estos días?
Transcurrió un minuto de silencio, hasta que Hisoka respondió con voz queda:
-Debo decir que algo abatido. -Hizo una pausa e inhaló una bocanada de aire para continuar-. A ti no puedo mentirte- articuló no sin cierta dificultad debido a su naturaleza introvertida, pero con unas palabras que brotaron desde lo más profundo de su alma denotando una confianza irrefutable.

Ante esa desesperanzadora respuesta, el de cabellos de color café sintió un ardoroso ímpetu por bombardearlo a preguntas y descubrir de una bendita vez lo que le ocurría pero no le pareció el momento oportuno, así que tuvo que contenerse. Decidió dejar al de orbes esmeraldinos a su libre albedrío, pues tenía la certeza de que se sinceraría cuando estuviese preparado.

Las notas del silencio continuaron fluyendo en la atmósfera ejerciendo como música de ambientación. Los muchachos, sin decir nada todavía, se miraron, armonizando con este acto mutuo el estribillo de la canción. En ese momento, las mentes de los jóvenes volvieron a ser pobladas por pensamientos no muy afines a la relación amistosa que tenían.

Tsuzuki contemplaba con diligencia las gotas de lluvia descendiendo por el rostro de Hisoka, adornando su pulida piel simulando ser lágrimas. …stas, curiosamente, se concentraban en sus labios, aguándolos cada vez más. El shinigami se sorprendió con que anhelaba ahincadamente beber de aquel acuífero minúsculo, sorber cada milimétrica gota de su abertura, hasta dejarla completamente seca. La llovizna continuó su recorrido por el cuello, sintiendo Tsuzuki el mismo deseo de limpiarlo, hasta llegar a su pecho, donde desaparecieron siendo cubiertas por las ropas del joven.

Al mismo tiempo, el mayor tuvo otros tórridos deseos que consistían en despojar al pequeño de sus ropas para dar calor a su cuerpo, sumándosele el propósito de que en vez de ser gotas de lluvia refrescantes las que transitaran por su tórax fuera un camino de saliva entibiada trazado por su propia boca. Quería admirar su torso en todo su esplendor, el cual debía estar infestado por aquellas marcas mortales que le dibujó el matasanos. No obstante, no pudo evitar imaginarlo enteramente inmaculado, con esa característica gama nívea coloreando cada rincón al igual que el resto de su ser. Se cuestionó que nivel tendría el matiz de sus pezones, si un rosáceo tenue que complemente a su tonalidad natural o uno algo más fuerte que discordara con lo nivoso de su piel. De cualquier manera el muchacho sería irresistible, un dulce sin duda delicioso que valdría la pena degustar. También quería saber que se escondía un poco más abajo, tras la muralla que suponía su pantalón. Realmente anhelaba descifrar cada secreto, cada enigma oculto en su interior, escondido por sus atavíos…

Hisoka se deleitaba observando como las gotas de lluvia cepillaban el cabello de Tsuzuki, provocando que sus hebras color café se alisaran, reuniéndose alrededor de sus ojos, dándole así a su rostro un aspecto aún más agraciado. Cierto es que con la imaginación de esas gemas sin igual, que ni el más talentoso joyero habría podido labrar, la respiración se le dificultaba, pero una mirada directa causó un escalofrío que intentó disimular.

Las fantasías del adolescente se centraron en las manos de su compañero. Deseaba que dichas manos recorrieran cada porción de su ser, con atención especial en su torso delineado. Estaba seguro de que esas manos tenían la destreza necesaria para desinfectarlo del virus que le inoculó Muraki. Y no se refería a sus marcas, eso poco importaba ya, sino al regusto tan aflictivo generado por aquel acto atroz.
Confiaba plenamente en que podía salvarse de cualquier circunstancia gracias a Tsuzuki, aunque no estuviera aún listo para contarle lo ocurrido, y esa tranquilidad despertó una sonrisa que se guardó para sus adentros.

Tsuzuki creyó ver a Hisoka sintiendo un leve escalofrío. No sería extraño, puesto que iban uniéndose cada vez más gotas a ese recorrido sucesivo. Eso sí, a pesar del clima, Hisoka continuaba firme e imperturbable, como si estuviera cómodo. Es posible que fueran delirios de Asato, pero los ojos de su amigo daban la impresión de estar sonriendo. «Es un paso adelante» pensó el de ojos amatista. Así es, parecía que poco a poco iba avanzando en su meta de hacer feliz a Hisoka. Sin duda la reunión tuvo algo que ver, había sido beneficiosa para ambos ya que había sanado parte de las heridas que acuciaban sus corazones.

Sorpresivamente, la quietud se rompió con un amago de acercamiento por parte del pequeño. Esta vez eran sus labios los que se miraban, deseando chocar. A punto estuvieron de hacerlo pero el sonido estrepitoso de un trueno y un tropiezo de Hisoka a causa del suelo empapado concluyeron la canción. Aterrizó en los brazos de Tsuzuki, que propuso que se protegieran de la tormenta que se avecinaba, a lo que Hisoka respondió:
-De hecho, Tsuzuki, quería pedirte que te quedaras en mi casa. Pero sólo será un tiempo, lo prometo.
Tsuzuki accedió, sin dudar ni un segundo, en tanto que ambos shinigami decidieron pasar por alto las fantasías de esa tarde. Les dieron la ingenua interpretación de una alegría exaltada por su reencuentro.

Cuando cayeron en la cuenta de que había una única cama se formó un silencio incómodo y el rubor irrumpió en las mejillas de Hisoka sin que Tsuzuki se percatara.
-No te preocupes, dormiré en el sofá –dijo Asato agitadamente.
-Ni se te ocurra –repuso Hisoka tajantemente.

Tsuzuki no tuvo más remedio que acceder, así que se acostó en la cama. «Bueno, no está tan mal esto, así tendré más facilidades para protegerlo si algo raro ocurre», se autoconvenció Tsuzuki. Hisoka lo imitó y no tardó en dormirse, pese a que se encontraba en una situación incómoda. Pero a la vez era reconfortante y aunque aquella era una noche tormentosa sus sueños no lo fueron, quizás porque descansó al lado de su ángel guardián.

Tsuzuki despertó en la madrugada con unos brazos estrechados en torno a su cuello y una suave voz murmurando su nombre, ambas cosas provenientes de Hisoka. Lo miró y vio que estaba dormido, por tanto estaba hablando en sueños. Ante esta anécdota curvó sus labios en una sonrisa y no pudo evitar acariciar sus brazos y a modo de acto reflejo depositar un beso en su ahora cálida frente. Tras ese momento se sumió en un sueño plácido que duraría hasta la mañana siguiente, siendo observado tanto él como su compañero por una faz demoníaca contraída en una mueca de intensa rabia que los observaba en la penumbra.
Notas finales: La verdad es que aún no tengo muy claro como va a seguir ni que va a hacer Muraki xD Pero espero que la inspiración acabe llegando que ya que lo he empezado pienso acabarlo, ya salga mejor o peor.

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