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Te odio más que a nadie en el mundo por YumeRyusaki

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Notas del fanfic:

La idea nacio de mi otro fic -¿A donde se fue el amor?- Eso no quiere decir que necesitan leerlo para saber de que trata este. No tienen nada absolutamente nada que ver el uno con el otro. Ah la idea tambien nacio de mi desmedido amor por las historias amor-odio *--* y de una noche de insomnio, otra vez u.u

Notas del capitulo:

Este fic sera un two-shot. Y es mi pequeño aporte para festejar el cumple de nuestro bataco sexy. A que cada día que pasa el condenado se pone más...bueno *q*

Si, ya se que deberia estar actualizando mis otros tres fic, pero ya que nacio esta idea no podia desaprovecharla, cierto?

TE ODIO MÁS QUE A NADIE EN EL MUNDO
Yume Ryusaki


 Ese día no podía ir peor, estaba convencido de ello. Sin embargo, en el mismo segundo en que dio un paso fuera del auto, lo presintió, el mal día aun no acababa. Por eso no se sorprendió cuando el portero le salió el paso justo antes de entrar al edificio. Sonrió como siempre lo hacía esperando que el hombre solo quisiera platicar un rato o simplemente se limitara a pedirle un autógrafo para una inexistente sobrina, siempre le pasaba eso. Y con esa sonrisa que siempre adornaba su rostro la gente tenía la confianza para acercársele, a veces llegaba a odiar su rostro, tan amable, tan malditamente tierno.

« Ah que fastidio», pensó al tiempo que ensanchaba su sonrisa sin ser consciente de ello.

—Una fuga de gas, señor, el edificio ha sido evacuado, no puede entrar. —Esa afirmación era aproximadamente la novena o decima cosa en la lista de cosas que, Kai en definitiva, no esperaba que el hombre dijera. Y fue hasta entonces que se dio cuenta que la mayoría de las luces de los apartamentos estaban apagadas y también vio esas cintas amarillas rodeando el edificio que rezaban “prohibido el paso”.

Suspiró intentando no mostrar el tedio y enfado que estaban apoderándose de él. En definitiva ese día no podía ser peor. No solo se habían llevado más tiempo del programado en la grabación del PV gracias al cabeza hueca de Uruha, Sino que también, como buen y responsable líder que era, había tenido que pedir a los técnicos, al staff y a un sin número de personas más tiempo, disculpas y…

Eso en otra situación no le molestaría, pero casi podía jurar que Uruha lo había hecho a propósito y solo para meterle en problemas. De hecho, estaba absolutamente seguro haber visto una sonrisa de burla en el rostro del guitarrista cuando el manager le había pedido expresamente que pusiera más atención a los detalles.

Estuvo a nada de hacer a un lado al hombre y subir a su piso y hacer una carta de suicidio señalando al castaño guitarrista como único culpable de su muerte, y aunque la idea de que Uruha pasara sus buenos años en la cárcel se le hacía sumamente tentadora, él amaba lo suficiente la vida como para matarse. No habiendo más opción pidió detalles y la quijada casi le cae al piso cuando el guardia le informó que no podía regresar a su piso en menos de una semana. Despotricando internamente en contra de las autoridades incompetentes por tardarse tanto y despotricando también su mala suerte, y aun cuando estaba consciente que Uruha no tenía vela en ese entierro también le dirigió un par de maldiciones. La costumbre. Rio internamente por su excusa.

Se dio la vuelta, olvidando despedirse. Lo único que en ese momento empezaba a preocuparle era dónde iba a dormir, no llevaba su cartera, la había olvidado en su casa o en la compañía o al menos eso creía. Buscó entre sus bolsillos y solo un par de billetes encontró, era apenas suficiente para rentar una habitación por una noche. Resignado empezó a caminar hasta su auto. La voz del hombre le detuvo, volteó sonriendo esperanzado de que lo anterior solo fuera una broma, sin embargo no fue así.

—Me podría dar un autógrafo Kai-sama —La sonrisa en su rostro no desapareció, pero las ganas de golpear al hombre le invadieron. “Gracias por matar mis esperanzas” chilló mentalmente. Escribió lo que el guardia le dictaba y firmó.  Los brillantes ojos del hombre le miraban casi con amor y Kai no pudo evitar retroceder ante eso. Dio una escueta despedida y se alejó lo más rápido que pudo.

 

Al día siguiente pasó lo impensable: por primera vez en su vida, Kai llegó tarde. Con unas marcadas ojeras que difícilmente se podían ocultar con maquillaje y aún faltaba grabar lo que el día anterior no habían podido. Uruha tuvo el descaro de recriminarle su tardanza y su mal aspecto. Si Kai hubiese tenido algún arma a la mano estaba seguro la habría utilizado en contra del guitarrista aunque fuera él quien pasara sus últimos días viendo solo rayas. Pero a Kai no le sentaban bien las rayas, así que se contuvo y se dedicó a ignorar al castaño gran parte del tiempo.

Cuando por fin, gracias al cielo y a todos los dioses, terminaron de grabar, Kai estaba más molido que si un tren le hubiese pasado encima, y sus tres amigos no tardaron en cuestionarle, Kai entonces les había contado su desgracia. Y todos parecían bastante apenados por lo sucedido, todos excepto Uruha, quien parecía bastante complacido con las desgracias del menor.

—Rei-chan —Llamó Kai con ojitos suplicantes— ¿Puedo quedarme en tu casa mientras tanto, verdad que sí? —Y Reita estuvo a nada de aceptar pero la voz maliciosa de Uruha no se hizo esperar.

—¡Que expresión tan lastimera das! No puedo creer que tú seas el líder.

—¡Cállate! —Casi le ordenó. A Kai difícilmente alguien le caía mal, pero con Uruha era otro cantar.

Para con el guitarrista sentía una especie de aberración desmedida y el sentimiento era ampliamente correspondido. Todo había empezado justo en el momento en que se vieron por primera vez y Kai tuviera la mala suerte de creer que Aoi era el único guitarrista y Uruha fuera un simple técnico de soporte.

Le falta encanto” había susurrado por lo bajo cuando Ruki le había aclarado que Uruha era en realidad el guitarrista líder, para su mala suerte el castaño había alcanzado a escucharlo y desde entonces llevarse bien era una tarea titánica que ni el manager ni sus otros tres compañeros habían conseguido.

Habían logrado mantener al margen sus diferencias cuando asuntos de la banda se trataba, incluso en los live parecían íntimos y no es que en esos momentos fueran falsos pero una cosa era el escenario y otra la vida real. En ésta ni uno ni el otro dejaban pasar la oportunidad de meterle el pie al otro, solo para disfrutar ampliamente de sus desgracias.

>>Cabeza hueca —susurró por lo bajo pero lo suficientemente alto como para que Uruha escuchara, este último sintió que era capaz de arrancarle la cabeza al batero pero se contuvo cuando vio al manager haciendo esfuerzos por no gritarles a ambos— Akira… —volvió a llamar Kai.

—Por supuesto —contestó el bajista amablemente—, líder-sama puede quedarse en mi casa todo el tiempo que quiera.

—Rei-chan te amo —casi gritó un jubiloso batero—. Gracias.

Gay —escuchó decir al guitarrista y Kai hizo un sublime esfuerzo por ignorarlo—, solo te falta un trajecito tutu —Se volvió a burlar.

—Ese me lo podrías prestar tú —se la regresó el batero— tantos que tienes no echaras de menos uno.

—Imbécil. ¡Yo realmente te odio más que nadie en el mundo! —Escupió casi con odio obteniendo a cambio una sonrisa satisfecha de Kai, el batero había ganado la primera partida. Ah, pero no la guerra y Uruha sabía muy bien donde golpear—: Al menos mi nombre no grita pasivo homo —se burló y con ganas el guitarrista, sus otros tres compañeros entornaron los ojos, ya empezaba una discusión que nadie podría parar—: Uke —canturreó y a Kai se le subieron los colores al rostro.

—Pues con la pinta que te cargas no puedes decir mucho —contraatacó. Y estuvo a punto de añadir más pero el histérico grito del manager le detuvo, riñendo a los dos por igual, como cada día, como siempre.

—Él empezó —Se señalaron mutuamente. Aoi tomó asiento preparado para disfrutar el show que se avecinaba. Reita sacó sus kit-kat y también se acomodó, Ruki no tardó en hacer lo mismo.

—No tienes donde vivir, ¿cierto Kai-kun? —El batero asintió —. Bien, no vas a ir con Reita-kun, te irás a casa de Uruha-kun. A ver si con esto consigo que se lleven mejor.  —finalizó esperanzado. Los cinco chicos abrieron la boca incapaces de creer lo que estaban escuchando. Mudos de la sorpresa—. Antes de que piensen siquiera en replicar quiero decirles que les aumentaré el doble de tiempo que pasaran juntos por cada replica, no está demás decir que cuento con el apoyo de la directora. —Reita comió sin siquiera saborear su chocolate, Aoi soltó su guitarra poniendo más atención a lo acontecido y Ruki se olvidó de hacerle cariños a Sabu-chan.

Los tres miraron con impaciencia a sus dos amigos, esperando el primer grito. Pero los segundos pasaron y nadie hizo comentario alguno. El manager respiró satisfecho con su idea, por fin había logrado que ese par se callara. Sin embargo, el gusto le duró poco, Kai y Uruha empezaron a gritar al mismo tiempo, sin tomar en cuenta la amenaza que tenían encima.

—¡No pienso vivir con él una semana!

—Vivirán juntos dos semanas —sentenció el manager.

—¿¡Dos semanas?! ¡Está Demente! ¡Que se vaya con Reita! O que viva bajo un puente, pero no en…

—Cuatro semanas —Volvió a sentenciar el hombre.

—No pienso vivir un mes con este… —señaló Kai con desprecio al guitarrista—. Mi casa estará lista en una semana.

—Dos meses. Y si no quieren que aumente la cantidad de tiempo entonces guarden silencio y empiecen a ver cómo se las arreglaran.

—Pero… —empezaron los dos al mismo tiempo, pero se callaron de inmediato.

—¿Sakai-san esto no es… demasiado? —Quiso ayudar Aoi.

—Apenas y pueden verse porque inmediatamente empiezan a discutir, vivir juntos dos meses es impensable —Corroboró Reita y Ruki asintió con firmeza temiendo que sus dos amigos terminaran matándose.

—Está decidido —contestó el manager. Seguro de que su idea iba a funcionar—. Vivirán juntos a partir de hoy. —Kai y Uruha echaron una mirada suplicante a sus amigos para que les ayudaran a convencer al hombre de retractarse, si ellos hablaban temían que terminaran viviendo juntos toda la vida. Peros sus tres amigos poco pudieron hacer.

El manager se retiró, no sin antes advertirles que les estaría vigilando. Y para terror de ambos chicos, era hora de retirarse a casa.

Como si le llevaran al matadero, Kai siguió en silencio a Uruha. Se subieron al auto del primero, puesto que el guitarrista había llevado su moto y Kai no confiaba en la manera de conducir del castaño. Estaba seguro que en alguna curva peligrosa, Uruha le empujaría fuera de la moto. Y aunque Uruha también estaba seguro que Kai tenía un plan malvado para asesinarlo, al final con la ayuda de sus tres amigos aceptó subirse al auto del batero. Tanto Reita como Aoi y Ruki los miraron marcharse con la preocupación dibujada en su rostro. Esa no era una buena idea, definitivamente no lo era…

 

Kai manejó sin decir palabra, Uruha tampoco tenía ánimos de hablar. Por vez primera no deseaban discutir. Todo el trayecto se hizo en silencio.

Segundos antes de que la puerta del elevador se abriera para darles paso al piso de Uruha, este golpeó el estómago de Kai, quien de inmediato se dobló por el dolor. Uruha sonrió  maliciosamente y no se detuvo a esperarlo. Escuchó a Kai maldecirle y su sonrisa se ensanchó. El batero se levantó para alcanzarlo pero algo cayó a sus pies, una cartera, su cartera.  Uruha había aprovechado para golpearlo al devolverle su billetera.

Alcanzó a Uruha cuando este abría la puerta de su departamento, Kai aprovechó para curiosear dentro de la cartera, sonrió.

—Y no está vacía. Aún suceden los milagros —Ironizó al tiempo en que entraba a la casa del castaño. Éste le miró con mala cara.

—No te robé un solo yen, imbécil —se defendió fingiéndose indignado.

—Gra…cias —susurró apenas audible el batero.

—¿Qué dijiste? No te escuché, habla más fuerte —La sonrisa en la cara de Uruha no podía ser más grande y victoriosa. Kai le enseñó el dedo medio sin molestarse en volver a agradecer al guitarrista por devolverle su billetera—. Cuida mejor tus cosas, que para la otra no te la regresaré —Sentenció feliz por saber que en cuanto a ese tema, Kai no podía rebatirle—. Ahora veamos dónde vas a dormir… ¿Crees que el baño sea demasiado para ti?

—Posiblemente —respondió como quien no quiere la cosa—, pero no quiero robarte tu suite de lujo —respondió con sorna.

Esta vez fue Uruha el que le mostró el dedo medio. Y subió las escalerillas a donde se encontraban las únicas dos habitaciones que tenía su casa. Kai le siguió en silencio.

Después de que Uruha le mostrara dónde iba a dormir, Kai se tragó su orgullo y agradeció, solo para recibir una sonrisa de autosuficiencia de parte del castaño. Molesto, salió a comprar algunas cosas de uso personal y un par de mudas de ropa.

Regresó justo antes de que Uruha empezara a cocinar para la cena, afortunadamente, puesto que el guitarrista lo único que sabía preparar era pasta y arroz. Fue turno de Kai de burlarse por lo inútil que Uruha era en la cocina.

 

Al día siguiente, cuando ambos llegaron al estudio fue con gafas oscuras, los dos tenían tremendas ojeras pero las ganas de discutir seguían tan vivas como siempre, solo se callaban cuando sentían asechar al manager.

Cuando Kai por fin pudo regresar a su departamento se quedó a dormir por cuatro días, hasta que el manager le descubrió y estuvo a punto de subirle el castigo. Fue la primera vez que Uruha abogó por él, alegando que el cuarto de su casa que le había dado a Kai lo habían fumigado por las alimañas. El manager supo que estaban mintiendo pero lo dejo pasar y Kai tuvo que regresar a casa de Uruha, sin embargo, difícilmente se quedaba ahí, salía de noche y llegaba por la madrugada, justo antes de que el manager los pasara a recoger, para estar seguro que no le estaban mintiendo. De esa manera pasaron las primeras tres semanas.

 

Para esa fecha, Uruha y Kai tuvieron una entrevista en conjunto. Sonrieron frente a la cámara, hablaron tranquilamente como si fueran amigos de toda la vida. Y los presentadores se tragaron el cuento. Ruki continuamente decía que en realidad Kai y Uruha habían nacido para la actuación y no para la música.

—Uruha-kun y Kai-kun se llevan tan bien —comentó con ensoñación la mujer que les había entrevistado. Y los demás presentadores hicieron comentarios parecidos sobre su hermosa amistad.

Uruha entonces paso la mano por el hombro de Kai y este sonrío como si eso fuera cosa que hicieran todos los días. Y aunque esas personas no se dieran cuenta se estaban echando tierra el uno al otro.

—Kai-kun es bastante torpe y pierde todo siempre —dijo Uruha, su sonrisa amigable disfrazaba la malicia de sus palabras—, pero es un buen chico —terminó dando suaves palmaditas en la espalda del batero. Éste sonrío como si lo que dijera el castaño no le importara, pero ahí estaba, contraatacando las palabras del mayor.

—Uruha-kun es un poco lento y terco —y dio una de esas sonrisas matadoras que engañaba a todos, menos a Uruha, quien apretó con fuerza el hombro del menor pero fingiendo perfectamente su disgusto bajo una sonrisa—, pero puedes confiar en él.

Todos los del programa alabaron su amistad una y otra vez. Alguna chica comentó que incluso se veían la mar de bellos juntos. Y ambos habían sonreído como si no les importara. Eternos minutos soportaron la perorata de esas personas hasta que los dejaron a solas. En cuanto todos desaparecieron Kai quitó la mano de Uruha de su hombro con solo dos dedos, como si tocar enteramente la mano fuera a infectarle.

—Te odio.

Así empezaron una nueva discusión que supieron disfrazar cuando uno de los entrometidos entrevistadores se apareció por si algo andaba mal.

 

Con todo eso, la segunda semana del último mes juntos empezó a correr. No tenían grabaciones pendientes y entrevistas había muy pocas, las sesiones de fotos ya las habían hecho y solo quedaba practicar para los live que se aproximaban. Para empezar con entusiasmo tenían una semana libre. Kai aprovechó para salir de parranda y no quedarse en casa de Uruha. Sin embargo, el manager empezaba a sospechar el porqué ese par parecía no tener problemas con vivir juntos.

A tan solo dos horas de haber salido de casa del guitarrista, Kai recibió una llamada de Aoi, contándole que había visto al manager dirigiéndose a casa de Uruha. El batero no había alcanzado a agradecerle al pelinegro por correr a tomar un taxi y volver. Justo en la entrada del edificio se encontró al corpulento hombre, y Kai tuvo que mentir con descaro sobre haber ido a la tienda de conveniencia a comprar algunas cosas pero que no había encontrado.

—Eres muy malo para mentir Kai-kun —le dijo el hombre y el batero sudó en frio. Lo habían descubierto—. No les subiré el castigo, pero tienes que prometer que de ahora en adelante lo cumplirás. Desayunaras, cenaras, y dormirás en casa de Uruha-kun, ¿quedo claro? —Y Kai a regañadientes dio su palabra de que así seria.

El manager se retiró satisfecho y Kai subió al piso que por ahora tenía la desgracia de compartir con Uruha. En el ascensor le escribió un mensaje a Aoi contándole lo sucedido y agradeciéndole la advertencia. Ya no había necesidad de que Kai se quedara una noche en casa del pelinegro y otra en casa de Reita. Porque sí, Kai ya no se escapaba a su departamento pero lo hacía a casa de uno de sus tres amigos y ellos aceptaron encantados refugiar al batero, de esa manera estaban seguros que sus dos compañeros no terminarían matándose una noche, pero ahora estaba obligado a permanecer en casa de Uruha, sí o sí. Había dado su palabra. Suspiró y abrió la puerta del departamento.

Casi se atraganta con su propia saliva cuando cruzó la salita de estar rumbo a las habitaciones de arriba y vio al castaño en el segundo escalón recogiendo la toalla que se le había resbalado, dejando al descubierto su cuerpo. Desnudo. Recién bañado.

Kai siempre había creído que Uruha bromeo cuando en una entrevista había mencionado que su baño estaba en la planta baja y que tendía a olvidar su ropa y tenía que subir desnudo las escaleras para poder vestirse. Ahora se daba cuenta que el castaño hablaba en serio. Quizá le pasaba lo mismo a los demás miembros cuando a él se le escapó mencionar que dormía desnudo, Aoi y Reita seguían preguntándole si era verdad. Ruki no lo hacía porque había tenido la oportunidad de confirmar el rumor un día que había enfermado y el vocal le había hecho una visita, entrando a su casa sin permiso. Aun recordaba con diversión el momento en que el rubio le había arrebatado las sabanas para encontrarlo como dios lo trajo al mundo sonrojándose levemente y dirigiéndole una de esas peroratas interminables sobre lo pervertido que resultaba. Pero, ahora no era Ruki quien estaba con él y tampoco era Kai el desnudo, era Uruha. El insoportable, detestable, sinvergüenza, borracho y odioso guitarrista con cuerpo de infarto. Kai había visto un sinfín de veces las piernas de Uruha y siempre se había burlado de él por parecer una princesita con pantaloncitos cortos, pero… vaya que sin nada de nada, esas piernas resultaban mucho más atractivas que las de una mujer. Daban ganas de darles una buena mordida y…

—¡Tú! —gritó Uruha sacándole de sus calientes pensamientos.

—No tienes nada que yo no tenga —se hizo el desinteresado avanzando hasta quedar justo a un paso de las escaleras—. En realidad un par de centímetros menos pero nada interesante.

—Pues hasta hace un minuto tu mirada decía otra cosa —Se defendió el mayor— ¿Qué pasa? ¿No puedes admitir que te gusta lo que ves?

—Oh, vamos Uruha, ¿no será que el que gusta de mi eres tú y por eso me recibiste con el culo al aire?

—Que vulgar nos salió el líder —resopló el mayor— Ahora que… ¿hablas en serio? ¿Gustarme tú? Já, tengo malos ratos pero no malos gustos.

—Lo mismo digo… Por cierto, tienes celulitis— dijo aguantándose la risa para enfado de Uruha.

—¿Y cómo sabes que tengo… eso? Se nota que me ves mucho, ¿seguro que no te gusto? —Kai subió los dos escalones hasta quedar a la altura del guitarrista e hizo quizá lo último que Uruha esperaba.

—Aquí falta algo… — acaricio uno de los rosados pezones. Torturando el pequeño botón con maestría, termino dándole un ligero apretón que provoco un gemido que Uruha a duras penas pudo ocultar. Acto seguido, Kai bajó la mano hasta la entrepierna del castaño— Y aquí — susurro—: sobra esto —apretó suavemente el flácido miembro, toqueteó un poco ganándose a cambio un profundo gemido de Uruha.

Kai le soltó, disfrutando enormemente del sonrojo que tenía el guitarrista. Parecía entre apenado y molesto por lo recién sucedido. Kai tuvo que hacer un supremo esfuerzo por no echarse a reír.

>>Me gustan las mujeres —dijo subiendo un escalón— Y aunque tú te parezcas mucho a una, no lo eres. Si buscara acostarme con un hombre, tendría que parecer y ser uno— se burlo.

—Te gustan las mujeres, eh —repitió Uruha, aún abochornado y humillado por lo de recién— ¿Sabes en que te convierte eso? —pregunto retorico— En lesbiana, por supuesto. —Kai quiso golpearlo, pero se aguantó.

— Uruha… ¿piensas seguir exhibiéndote? —El mencionado tardo en captar la indirecta. Hasta que recordó que estaba enteramente desnudo, intentó cubrirse con la toalla que sujetaba en la mano derecha aun cuando Kai ya había visto y tocado todo o casi todo.

El batero no disimuló su diversión y terminó subiendo los escalones para adentrarse a su habitación. Uruha tardó unos segundos más en hacer lo mismo.

Ya en su dormitorio, Kai observaba con detenimiento la mano que había utilizado para tocar al guitarrista. Estaba sin creerse su atrevimiento, no es que fuera un santurrón. Kai había estado con algunos hombres pero no habían significado gran cosa, era solo sexo y en ese campo prefería a las mujeres. Pero… haber tocado a un compañero de banda, peor aún, haber tocado a Uruha y que no le pareciera tan desagradable, eso sí que no era de dios.

Mientras tanto en la habitación contigua Uruha estaba en las mismas. Él prefería los hombres a las mujeres, aunque le iba a los dos bandos. ¡Pero Kai! El no era una opción, no lo era ni lo seria nunca y, sin embargo, sentir esas callosas y fuertes manos por tanto golpear la batería, le había gustado. De hecho, el solo remembrar la sensación, le provocaba tal latigazo de excitación que estaba más duro que una roca.  Suerte que Kai no había bajado su mirada después de tocarlo o se hubiese encontrado con tremenda erección y entonces Uruha no hubiese sido capaz de salvar su orgullo.

 

Después del incidente, ni Uruha ni Kai hicieron comentario alguno.

No tenían nada que hacer, se la pasaban siempre trabajando por lo que una semana de vacaciones les resultaba extraño, no tenían idea de que se hacía con los días libres y aunque Uruha deseaba salir a beber, temía que el manager le descubriera y le obligara a salir con Kai y eso no le parecía buena idea. Prefería beber solo, en su habitación, con la música a todo volumen, sabiendo a la perfección que eso enfadaría a Kai, porque el batero buscaba concentración y con tanto ruido no lo conseguía. Sí, estaba enfadado. Uruha lo sabía, casi podía sentir el aura asesina que Kai desprendía desde la otra habitación. Sonrió satisfecho, saberse el único con la capacidad de sacar de sus casillas al apacible Kai era uno de los grandes placeres de Uruha.

Y de esa manera tres días pasaron. Kai y Uruha solo se veían en las comidas. Empezaban a extrañar las discusiones sin sentido pero ninguno de los dos lo admitiría.

La tarde del cuarto día de sus vacaciones el timbre se dejó escuchar una y otra vez. Kai estaba en la cocina y ni se inmutó por la ensordecedora resonancia. Uruha bajó los escalones bastante molesto y antes de dirigirse a abrir la puerta pasó a echarle un par de maldiciones a Kai por haberlo hecho correr de esa manera. Kai, sin embargo, disfruto el berrinche de Uruha y apagando el fuego se dirigió a ver de quien se trataba. No con tanta sorpresa vio a sus tres amigos buscándolo con la mirada. Kai empezaba a sospechar el porqué de la visita. Les saludo como siempre y se regresó a la cocina, rápidamente les preparo té y algunos bocadillos para acompañar.

—¡Ves! —susurró Reita a Ruki—. No se han matado

—Pero no ha sido por falta de ganas —contestó Uruha soplando su bebida. Jamás admitiría que el té que Kai preparaba era sencillamente el mejor que había probado en su vida.

—Es porque sería tedioso buscar otro guitarrista —completo Kai sonriendo ampliamente y Uruha le miró feo. Aoi suspiró, por un momento creyó que ese par se llevaba mejor, por lo visto seguían igual.

—Cosas que nunca cambian —dijo.

—¿Entonces como han estado? —preguntó Ruki

—Muy bien —contesto Uruha—. Tener una sirvienta me ha ahorrado mucho trabajo.

—Por mi parte —empezó Kai, tratando de ignorar lo dicho por el castaño— también me ha ido bien, aunque me estoy quedando sin saliva. Pero escupir tanto en la comida de Uruha ha sido divertido.

—¡Tu imbécil! ¿Estás bromeando verdad? —preguntó aterrado el guitarrista. Empezaba a pensar que dejar que Kai cocinara no era tan buena idea.

—Me pregunto —canturreó divertido y empezaron a discutir como hacía días que no lo hacían. Incluso olvidaron que tenían público.  Quizá por eso Kai dijo lo que dijo—: Al menos yo no me ando exhibiendo con el culo al aire como tú comprenderás…

—Sí, pues al menos yo no ando toqueteando a otro hombre como tú me… —Y congeló sus palabras cuando se dio cuenta de lo que estaba diciendo enfrente de sus tres amigos, quienes le miraban con tremenda cara de asombro.

Uruha quiso remediar lo dicho aun cuando no había forma de hacerlo. Reita, Aoi y Ruki se pusieron de pie al mismo tiempo dirigiéndose a la salida dando torpes excusas sobre asuntos pendientes. Empezaban a sospechar que lo que había entre Uruha y Kai era algo más que odio.

Y que esa famosa frase que tanto se gritaban no tenía ni pizca de verdad. Vamos, que si fuera así, no andarían por ahí exhibiéndose y toqueteándose como ambos se acababan de gritar. “Te odio más que a nadie en el mundo” esa frasecita ahora carecía de sentido. Y era mejor que se retiraran, no deseaban interrumpir los amoríos de sus dos compañeros.

Los esfuerzos de Kai y Uruha por detener a sus amigos fueron en vano. Y aunque quisieron aclarar que los gritos de recién eran un malentendido, ya nadie les sacaba de la cabeza que esos dos tenían algo. Y siguieron con las excusas sin sentido para marcharse y dejarlos solos.

—Tengo cosas que hacer, ya saben cómo  buscar el one piece y… —Reita se rio nerviosamente— gomu gomu no pisoru —dijo en un tono bastante agudo tratando de imitar la voz del protagonista de goma. Y sin más salió dejando a sus cuatro amigos con la boca abierta por tremenda mentira tan obvia.

—Aoi-kun —Kai habló al mayor, esperando que este pudiera entender un poco la situación. Pero el pelinegro dio una excusa aun más obvia que la del bajista.

—Yo… eh, mi nevera se descompuso, tengo que llevarla con el técnico para que la arregle.

—¡Pero si tú no tienes nevera! —resopló Uruha.

—Si bueno, en realidad ayudare a Reita a buscar las esferas del dragón. Sí, eso…

—¡Pero Reita buscara el one piece! —replicó Kai, sintiéndose tonto por tal afirmación, pero Aoi ya no se detuvo a escucharlo, se había marchado.

—Ruki tu si me escucharas, ¿verdad? —preguntó esta vez Uruha.

— Ah, Shima, sabes es que tengo una cita con una chica rubia de ojos azules y grandes pechos, ¡una belleza! —dijo y corrió para darle alcance a sus otros dos amigos que le habían dejado atrás.

—Pero si a ti ni siquiera te gustan las chicas —gritó Uruha aun cuando sabía que Ruki ya no le iba a escuchar.

Tanto Kai como Uruha se quedaron en la puerta, como tratando de asimilar lo que había pasado. Casi podían jurar que ante sus ojos pasó rodando una de esas bolas de heno que aparecen en los desiertos o en las películas cuando no hay nada.

—¡Es tu culpa! —Se acusaron al mismo tiempo cuando hubieron reaccionado. Y no tenia caso echarse la culpa ahora que sus tres amigos ya no estaban. Ellos no eran tontos, sospechaban lo que sus compañeros de banda habían pensado. Suspiraron derrotados, sería complicado desmentir sus sospechas. Muy complicado…

 

Esa tarde cuando Kai preparaba la cena, Uruha no le quitó el ojo de encima. Quería asegurarse que Kai no escupiera de verdad en su comida. Y no, no lo hizo, se pregunto si era porque lo estaba vigilando o porque Kai solo había bromeado al respecto.

Justo cuando terminaban de cenar, Kai recibió la llamada de alguien. Uruha supo que se trataba de una de las amigas que el batero solía visita cuando necesitaba descargar estrés.

—¡Oye, Uruha! —llamó el batero después de colgar—. Me echaras una mano, ¿cierto? —El guitarrista estuvo a punto de negarse, él no iba a hacerle un favor al batero ni siquiera porque se estuviera muriendo y Kai lo sabía, por eso añadió—: Te conviene, toda la tarde y noche para ti solito.

Uruha no lo pensó mucho. De inmediato aceptó.

 

Y al día siguiente, a eso de las once de la mañana.

Uruha se encontraba trabajando en una canción que hacía un tiempo le venía rondando en la cabeza. Como eran asuntos de la banda, no dudó en preguntarle a Kai que le parecía. Y el batero respondió con sinceridad, era de las mejores composiciones que Uruha había hecho.

Almorzaron y Uruha continúo con la canción, eran cerca de las cinco de la tarde cuando creyó que había hecho suficiente por ese día, para su sorpresa Kai le tendió amablemente una taza de café recién preparado. Iba a dar el primer sorbo cuando lo escucho decir:

—Con tres cucharaditas de arsénico como debe ser —dijo bastante serio, como si en realidad no se tratara de una broma. Y Uruha tenía sus dudas. Kai rio con ganas al ver la reacción del guitarrista—. No te creas, solo escupí tres veces en tu café.

Y Uruha se convenció, que si bien, Kai no era capaz de envenenarlo, si era muy capaz de escupir en su comida. Con recelo dejo su bebida en la mesita de centro. El batero entonces se puso de pie y se dirigió a la cocina alegando que se le antojaba un panecillo. Uruha aprovechó para intercambiar las tazas. Cuando Kai regresó mordisqueando una galleta, el guitarrista hizo como si nada hubiese pasado y sonrío victorioso cuando Kai bebió su café sin preocupación alguna.

Dejó la taza a la mitad y se puso de pie nuevamente para buscar sus llaves, era hora de marcharse a descargar estrés. Regresó sin nada, justo en el momento en que Uruha daba un primer y grande sorbo a su taza, para inmediatamente escupir la bebida.

—¡Qué rayos! —gritó histérico—: ¡Kai! —Y este no tardó ni un segundo para romper a reír a carcajadas.

—Eso te pasa por intercambiar las tazas —decía entre risas el batero, Uruha entornó los ojos sospechando que había caído en una trampa de Kai. Alcanzó la otra taza y dio un pequeño sorbo. Estaba bueno—¿No me digas que no te gusto tu café? El mío estaba justo.

—Por supuesto, el tuyo tenía azúcar, no sal. —El líder volvió a reír al escuchar eso de la voz de Uruha. Se le había ocurrido en el momento y por un segundo llego a temer que Uruha no cayera en la trampa, pero había salido mucho mejor que si llevara años preparando el siniestro plan del café salado.

Kai empezaba a sospechar que en su vida pasada debió ser un temido estratega militar. Algo así como Yamamoto Kansuke.

Cuando por fin pudo parar de reír, sus mejillas estaban adoloridas. Antes de que Uruha le arrojara una de las porcelanas a la cabeza, salió corriendo a buscar sus llaves y su móvil.

Y por extraño que pareciera el guitarrista sonrío, esa broma aunque en un principio le había enfadado, lo cierto es que también le había hecho el día. Por supuesto, eso no significaba que dejaría pasar la bromita, se las iba a cobrar y con creces.

La oportunidad de vengarse le llego segundos después del mismo celular de Kai. Arrumbado entre los cojines del sofá, bailaba esperando que alguien contestara la llamada. Pensó en llamar al batero, pero su vena vengativa le orilló a contestar.

Kai, amor… —Uruha casi vomitó al escuchar la melosa voz de la mujer. No le puso mucha atención a lo que decía, pues dentro de su maliciosa mente estaba trazando el plan perfecto para regresarle a Kai la broma de recién… carraspeó un poco simulando perfectamente una voz indignada, molesta.

—¿Se puede saber porque le llamas a mi novio? Hay que ver lo arrastrada que pueden llegar a ser algunas —Hizo un esfuerzo para no empezar a reír.

¿Quién eres? ¡Quiero hablar con Kai! —ordenó la mujer quitando el tono meloso y utilizando el tono de una autentica bruja— oh dios, tú debes de ser un acosador de mi Kai. ¡Qué asco! —Uruha sintió verdaderas ganas de asesinar a esa mujer por las palabras que le estaba dirigiendo.

—Kai no dice lo mismo cuando se corre en mi boca —empezó nuevamente a usar el tono malicioso y la mujer después de un más que fingido llanto histérico colgó la llamada. El guitarrista sonrío satisfecho. Travesura realizada, se moría de ganas por ver a Kai tratando de explicarse a la mujer, lástima que solo fuera capaz de imaginarlo, pero eso era suficiente. Puso el teléfono en vibrador y lo guardó entre sus ropas, segundos después Kai bajaba con llaves en mano…

—Uruha, ¿por casualidad has visto mi teléfono?

—Seguro lo perdiste —contestó ahogando las ganas de echarse a reír. Kai frunció el ceño y empezó a buscar nuevamente. Eran pasadas las seis de la tarde cuando se dio por vencido. Salió rumbo a su cita.

 

Aproximadamente había transcurrido una hora de que Kai se  marchara, Uruha hizo un conteo mentalmente y supo que a esa hora Kai ya sabía o estaba a minutos de descubrir su pequeña e inofensiva broma. Recalentó algo de la comida que sobró en el almuerzo y empezó a comer lentamente echándole de vez en vez un vistazo al reloj de pared que tenía enfrente. Dio un brinco cuando sintió algo vibrar entre sus ropas. El móvil de Kai no tenía registrado ese número así que no contestó, empezaba a sospechar que el batero ya se había enterado.

Intentaron llamar nuevamente pero tampoco contestó. Dos minutos después recibió un mensaje de texto. La curiosidad le pudo:

“Eres hombre muerto”

Pese a la amenaza que estaba sobre su cuello, Uruha no pudo evitar reírse, tanto o más que el mismo batero cuando le hizo beber el café salado. Así que Kai estaba teniendo problemas para descargar estrés, pues con la pena. “Quien me la hace me la paga” pensó el castaño y Kai se lo había buscado.

Termino de cenar y depositó los trastos en el lavabo. No se molestó en lavarlos y se dirigió a su dormitorio con una botella de sake, tenía razones para festejar. Bebió dos copas y abandonó la botella, las ganas de beber se habían esfumado. Tomó el móvil por si había un nuevo mensaje u otra llamada. Nada.

Ah, eran las 8:13 pm y Kai seguro estaba a punto de regresar. No supo por qué pero se puso de pie y cerró por primera vez en su vida la puerta de su habitación.

Exactamente 24 minutos después, alguien entré al departamento y cerró con un sonoro portazo. Uruha supo que Kai había regresado y que no estaba nada contento. Lo escuchó trastear en la cocina y después el silencio invadió la casa. Por alguna razón, Uruha sospechó que Kai se había detenido en su despensa de sake, estuvo tentado a salir y cobrarle cada gota de licor que el batero hubiese consumido de su preciosa reserva, pero no lo hizo. Algo en la actitud aparentemente pasiva de Kai le hacía temer por su integridad, sobre todo cuando recordaba el mensaje que el mismo batero le había enviado.

Uruha confirmó que Kai no estaba de humor cuando escucho el caminar pesado subiendo las escaleras y las zancadas no se detuvieron hasta que estuvo enfrente de su puerta.

—Uru —Al aludido se le enchinó la piel por la manera casi infantil en que el batero le llamaba. Si hubiese sido cualquier otra persona quizá no se hubiese percatado que ese tono demandaba peligro—, ¿por qué cerraste tu puerta? Y yo que quería tener una agradable charla contigo…

El guitarrista sintió un escalofrió recorrer toda su espina dorsal al escuchar el retintín con el que Kai había dicho las palabras “agradable charla”.  Quizás, solo quizás, su bromita no había sido buena después de todo. Quizás se había pasado un poco. El era un hombre y sabía que si alguien le arruinaba su noche de descarga de estrés  seguro estaría muy enfadado.

>>Aún es temprano, anda sal que quiero platicar contigo… —volvió a insistir el batero.

—Ah, Kai, tengo sueño. Hablamos mañana —Esperaba que al día siguiente a Kai el enojo ya se le hubiese pasado.

—Nee, Uruha… por casualidad has visto mi móvil el día de hoy —preguntó el batero.

—No —respondió con descaro, tomando el teléfono y empezando a chismear en las carpetas que encontró—, ni una sola vez…

—Ah —dijo el batero y no volvió a emitir sonido alguno en un buen rato. Uruha pensó que eso había sido demasiado fácil. Había esperado que Kai dijera algo más que un simple “ah”. Decepcionado por la poca emoción que el batero le daba a esa aventura se dedicó a ver cada uno de los contactos que Kai guardaba en su móvil. Con fastidio vio que en ese teléfono lo que más abundaba era nombres de mujeres.

>>Por cierto —Uruha se sobresaltó por escuchar al batero hablar nuevamente— Estoy un poco enojado —volvió a decir Kai con ese tono casi empalagoso—, así que te doy dos segundos para que abras la puerta o… —“Eso está mejor” pensó un emocionado Uruha sin dar importancia a esa frase que el batero había dejado inconclusa. Con gusto tomó el móvil y empezó nuevamente a escanear cada carpeta que encontró. Y Kai no tardó en empezar a aporrear la puerta. Una, dos, tres… la madera cedió.

Kai sonrió como si el abrir la puerta de esa manera fuera la cosa más normal del mundo. Su sonrisa se amplió aun más cuando vio su teléfono en las manos del guitarrista. Y con ese tono empalagoso que a Uruha le causaba escalofríos preguntó como si no supiera ya:

—¿Has visto mi móvil el día de hoy? —Infantilmente Uruha escondió el teléfono tras su espalda, aun cuando era inútil hacerlo—. Paso algo gracioso —empezó a hablar el batero—: Alguien contestó una llamada, digamos, personal… y dijo cosas interesantes. ¿Tú sabes algo al respecto? —Uruha negó con la cabeza, presintiendo que eso realmente llevaba mal rumbo— Sí, eso imaginé. Porque Uruha sería incapaz de meterse con la noche de sexo de un hombre, ¿verdad? —preguntó retorico. Y el guitarrista supo que si no sacaba a Kai de su habitación en ese momento ese asunto terminaría muy, muy mal.

—Sí, Kai… eh, mañana hablamos. En serio que tengo mucho sueño —Pero el batero parecía no escucharlo. Se acercó peligrosamente a la cama, Uruha solo reaccionó cuando estuvo a dos centímetros de su rostro.

—Es una enorme casualidad  que tu teléfono sea igual al mío —dijo Kai al guardar distancia con el móvil que Uruha había escondido entre las manos— ¡Ah pero que tonto, si es el mío! Qué raro que este en tu habitación cuando es la primera vez que entro, ¿verdad?

—Y entraste como un cavernícola— Uruha tuvo el descaro de parecer indignado por el actuar de Kai.

—Y lo volvería a hacer —contestó Kai con esa sonrisa tan característica suya—, por qué ya que alguien arruino mi preciosa noche, alguien la repondrá.

—¿Qué… qué quieres decir? —preguntó un temeroso Uruha.

—Decir nada… Hacer, ya lo veras o lo sentirás —La sonrisa torcida seguía dibujada en ese amable rostro. Uruha se puso de pie de inmediato— ¿Sabes? Poner la cama como barrera entre nosotros no es una buena idea, no para ti, al menos. Porque esta noche repondrás la cita que acabo de perder.

—¡Estás loco! —Retrocedió Uruha—. No me voy a acostar contigo, ni que estuviera tan necesitado.

—Pero yo si lo estoy… y ya que quisiste jugar, pues vamos a hacerlo en serio. ¿Te hiciste pasar por mi amante, no? Pues vas a tener que fingir hasta el final. —Kai tocó su mejilla izquierda, estaba levemente colorada, como si alguien le hubiese dado una buena bofetada. Uruha empezaba a sospechar las verdaderas razones del enojo de Kai. En primer lugar no solo estaba obligado a estar en un lugar que no quería sino que también había perdido la noche de sexo que tanto le importaba o necesitaba y para terminar, la mujer le había golpeado quien sabe enfrente de cuantas personas y con qué palabras.

—Cuando dices hasta el final…

—Cuando digo hasta el final es porque es hasta el final, toda la noche… hasta la inconsciencia, querido.

—Ajá —se burló Uruha—. Como si fuera a dejarme. Arréglatelas con la mano —contestó Uruha aventándole a la cara un almohadón haciéndolo retroceder. El guitarrista aprovechó para empujarle y salir corriendo. No llegó ni a la puerta cuando una mano le atenazó el brazo.

—¿Con mi mano para que…? Si para eso tengo la tuya… y también esa boquita que solo sabe meterte en problemas. Uruha, ¿tú no creerás que estoy bromeando, verdad?

Y a Uruha le quedó más que claro que efectivamente Kai no iba en broma. No cuando esa boca le estaba casi devorando. El beso más obsceno y hambriento que alguien le había dado. Las caricias por sobre la ropa eran rudas, llenas de lujuria. Más por instinto que por afecto. “Sexo, sexo” era lo único que gritaba cada caricia, cada beso. Y al guitarrista no le importaba, en esa nebulosa llena de libido él había empezado a corresponder cada una de las acciones del batero.

Gimió enronquecido cuando unas garras sádicas apretujaron la carne de sus nalgas, abriéndose paso al canal que no tardo en ser explorado. Kai le separó las piernas con brusquedad, pegándoselas al pecho, doblándolo en dos, teniendo su trasero al completo desnudo. Uruha en realidad no se dio cuenta del momento en que las ropas habían dejado de cubrirlo o el momento en que había regresado a la cama y tampoco le importaba.

Temió un poco por la integridad de su trasero cuando vio el enorme, grueso, palpitante y goteante miembro endurecido de Kai. El batero en verdad no había alardeado cuando dijo sobre los centímetros de más que tenía. O Quizá no tanto de más. Quizás eran justo los centímetros que Uruha necesitaba dentro de su palpitante y necesitada entrada.

Ahogó un gruñido, mitad dolor, mitad placer con la barbará penetración. Kai se aguantó las ganas de embestir como su instinto le dictaba. Dio algo de tiempo para que Uruha se acostumbrara. Y después de un corto tiempo en que se habituó a tener un enorme mástil de carne empalándole, fue el mismo Uruha quien empezó a mover las caderas. Ansiando más, mucho más. La bestia sedienta de sexo que ahora le cabalgaba le besó con apremio sin dejar de embestir una y otra vez.

El olor y el tacto rudo de Kai, los besos que se convertían en mordidas, el sudor recorriendo su cuerpo y el de su amante, el miembro que entraba y salía de su cavidad, todo eso le inundaba más en esa nube de placer y pronto terminó por correrse en medio de ambos cuerpos, sin que hubiese necesidad de masturbarse. Los anillos de carne se contrajeron y dando una poderosa y última embestida, Kai se corrió dentro de aquella húmeda y placentera cueva. Se desplomo en la cama sin preocuparse siquiera si aplastaba con su peso el cuerpo de Uruha.

Después de algunos minutos que le llevó a su organismo reponerse, Kai ya estaba listo para otra ronda. El guitarrista supo entonces con seguridad que Kai tampoco había mentido cuando dijo “toda la noche, hasta la inconsciencia”. Ahora empezaba a entender el porqué tenía tantas amigas. Y es que una sola mujer seguramente no era capaz de seguirle el ritmo a menos claro que la dejara en silla de ruedas por algunas semanas. Y Uruha presintió que el que en realidad necesitaría una silla de ruedas iba a ser él, donde Kai siguiera con ese entusiasmo. Pues iban ya por la tercera ronda y el batero seguía con tanta o más energía que en un principio.

 

Cuando Uruha abrió los ojos el sol estaba en pleno apogeo, a tientas busco su móvil para consultar la hora y entonces recordó lo que había pasado toda la noche anterior. Intentó enderezarse pero no pudo, con terror descubrió que tenía muerto la mitad inferior de su cuerpo.

—Son las 10:30 —volteó a la puerta donde Kai se encontraba. El muy maldito se veía tan fresco y revitalizado que Uruha sintió odiarlo de muerte—. ¿Prefieres un baño o desayunar primero? —Aun con las ventanas abiertas, en la habitación y su cuerpo estaba impregnado el picante olor a sexo. Optó por la primera opción no sin antes dedicarle unas cariñosas palabras al batero cuando casi lo cargaba hasta la planta baja. Por primera vez desde que vivía en ese apartamento, Uruha maldijo que el baño no estuviera en la planta de arriba como dios manda —. ¿Quieres ayuda? —preguntó Kai desde afuera del baño.

Uruha casi pudo jurar que el batero se estaba divirtiendo de lo lindo. Ya ni el recuerdo del Kai enfadado de la noche anterior. Abrió la llave del agua fría empezando su refrescante baño. Trago grueso cuando sintió algo escurrir por entre sus piernas, no había que ser genio para saber de qué se trataba. Semen. Una obscena y enorme cantidad de semen escurría por sus muslos. Hizo nota metal de poner arsénico, cicuta o cianuro en la comida de Kai.

Todo ese día Uruha la pasó en la cama, realmente no podía moverse apropiadamente. Por supuesto después de la apasionada noche ninguno de los dos hizo comentario sobre una rosa relación o sobre el amor que de pronto habían descubierto que sentían uno por el otro. Siguieron tal cual estaban. Por eso cuando la semana de vacaciones terminó y regresaron a los exhaustivos ensayos y empezaron a discutir a la menor oportunidad sus tres amigos se llevaron la sorpresa de su vida. Kai y Uruha no se habían confesado su apasionante y mimoso amor, empezaron a sospechar que lo anterior solo sucedía en su cabeza y que ese par realmente si se odiaba. Suspiraron derrotados cuando la decima octava discusión fue llevada a cabo. Y Ruki sin pensar dijo unas sabías palabras que hicieron que por primera vez Kai y Uruha estuvieran de acuerdo en algo que no fuera la banda.

—Los que se odian se desean —dijo el vocal haciendo cariñitos a Sabu-chan. Reita y Aoi se miraron y asintieron firmemente. Entonces Uruha y Kai se callaron y miraron al vocal como si le hubiese salido un tercer brazo.

—¡Cuando vuelen los cerdos! —gritaron al unísono y cada uno jaló por su lado. Ruki creyó que había dicho algo indebido. Por eso guardo silencio y no se fijó en el sonrojo que apareció en las mejillas de ambos hombres.

Los recuerdos de lo que había sucedido un par de días atrás habían golpeado de lleno en su memoria. Y la verdad estaba ahí. Se odiaban, pero sexualmente eran compatibles, sin lugar a dudas. Ah, pero primero muertos que aceptar que les había gustado.

Con el revuelo en el estudio nadie se dio cuenta que alguien había observado a detalle cada acción de sus compañeros.

Al día siguiente los cinco se sorprendieron que el manager no hubiese aparecido en el estudio y en la compañía, fue hasta el tercer día que lo vieron llegar. Parecía bastante nervioso, esperanzado. Reita podía jurar que incluso lo había escuchado rezar.

Justo cuando terminaron el ensayo. Aoi se estiró gatunamente y escucharon un gritito agudo de sorpresa del pelinegro cuando este se asomó por la ventana. Se volteó con una sonrisa traviesa viendo fijamente a Kai y a Uruha por igual.

—¿Ya se desean? —Les preguntó con esa actitud juguetona que siempre tenía. El par alzó una ceja sin entender la pregunta hecha por el pelinegro, este señaló al cielo. Y Ruki y Reita se apresuraron a ver de qué se trataba. Aguantándose la risa les empujaron hasta la ventana para que vieran la maravilla que volaba cerca. Tanto a Kai como Uruha casi se les cae la mandíbula hasta el piso.

—Es un cerdito… —dijo Reita.

—Y está volando —completó Ruki rompiendo a reír sonoramente.

Batero y guitarrista observaron con incredulidad la figura que se agitaba por las suaves corrientes de aire.

Los que se odian se desean. Rezaba la leyenda que el anuncio tenía en llamativas letras neón. Uruha deseó tener algo puntiagudo a la mano para lanzarle a ese molesto globo. Mientras que Kai tuvo deseos de matar a la persona que había mandado a hacer esa… bromita.

 

En la recepción el manager se despedía de sus ahorros al entregárselos al hombre de aquella empresa de publicidad. El condenado anuncio del cerdito le había costado lo de dos meses de sueldo. Se tomo un té de tila. Solo quedaba esperar.  

Notas finales:

¿Y entonces? Les gustó, quieren la continuacion pronto? Antes, durante o despues del cumple de nuestro bataco? 
Olvide decirlo, pero en el segundo y último cap. esta el regalo de Kai. 

Ah, quizas piensen que me estoy alejando mucho de lo que es el caracter de Kai y no... realmente pienso que Kai no es ese angelito que todas vemos y compramos al ver su hermosa sonrisa. Creo que la cara de santo solo la tiene de adorno porque el chico es un demonio, uno sexy, hermoso y... uf pero demonio al fin. No han visto las ultimas sesiones de fotos? Haber diganme donde esta el niño dulce. 

Uruha y yo sabemos que Kai no es el angel que hemos creido siempre... y Uru-pon sabe!! (?? xDD -huye-


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