#Chapter 1.
La noche había caído en las calles de Seúl, toda la ciudad se veía iluminada por miles de farolas y paneles de neón atrayendo la atención de los paseantes. Era un frío viernes, pero eso hacía que todo se viese tranquilo, relajante. Choi Minho prefería el inverno antes que a ninguna otra estación. Amaba estar en su apartamento, descansando en su sofá con una taza de chocolate caliente en sus manos, o ver por su ventana cómo caía la nieve que tanto le gustaba, también adoraba dar paseos en la noche y terminar en el mismo lugar, en la misma cafetería de siempre.
Ese lugar era cálido y reconfortante. Tenía un ambiente muy hogareño, y eso era una de las cosas qué más le encantaba a Minho del lugar. En la puerta había unas campanas que siempre anunciaban la entrada de algún cliente, o bien la salida de otro. Tenía un gran mostrador en el fondo, lleno de pequeños pasteles, croissants y muchas más cosas deliciosas.
Cómo era costumbre al llegar a aquel lugar, Minho saludó a la dueña del sitio, la Sra.Kim, una mujer de mediana edad muy amable, al que él había cogido mucho cariño tras sus múltiples visitas al sitio.
“Buenas noches Minho-ssi ¿Lo mismo de siempre?” La señora lo saludó con una gran sonrisa adornando su rostro como era habitual. “Buenas noches Sr.Kim. Sí, pediré lo de siempre” Dijo inclinándose levemente a la mujer, y devolviendo la sonrisa.
Tras unos pocos minutos su cappuccino estaba listo. Minho le pagó y se despidió amablemente mientras iba a su asiento. Siempre se sentaba en la misma mesa, la que estaba junto a la ventana un poco alejada del mostrador. Esta vez no había traído ningún libro, hoy prefirió sentarse y ver la gente pasar por la transcurrida calle. Veía a jóvenes corriendo hacia la parada del bus, a parejas caminando de la mano muy encariñados, a más grupos de jóvenes que conversaban alegremente unos con otros a pesar del frío que debía hacer allí afuera. Todo era muy relajante para él, una de las bellezas que le otorgaba una fría noche de finales de noviembre. También vio a un extraño muchacho que paró delante de la ventana en la que él se encontraba, éste miraba en el interior, parecía intentar buscar algo, no pudo mirarlo por mucho más tiempo porque tras unos pocos segundos éste se fue, y el sonido de las campanas de la puerta sonaron. Era ese mismo chico entrando a la cafetería. Fue directo hacia el mostrador, colocándose tras él y hablando con la Sra.Kim. Minho estaba lo suficientemente cerca cómo para poder escucharlos hablar.
“Jonghyunnie te dije que no hacía falta que vinieras, yo soy capaz de cerrar el local, no te tenías que haber preocupado.” La Sra.Kim se acercaba al muchacho, al que al parecer conocía.
“Omma es invierno y hace demasiado frío en la calle cómo para que te quedes tú a cerrar. Llamaré a un taxi para que te lleve a casa, y ni se te ocurra negarte, yo cerraré por ti.” El chico parecía muy decidido en lo que decía, y la Sra. Kim no tuvo más remedio que aceptar las peticiones del muchacho. Cogió su abrigo, dio un beso en la mejilla a éste y se dispuso a marcharse no sin antes despedirse de su cliente favorito.“Buenas noches Minho-ssi. Ten cuidado cuando regreses a casa.”
“No se preocupe Sra. Kim y tenga una buena noche usted también.” Dijo a la mujer mientras hacía una leve inclinación. Esta solo sonrió y salió del lugar adentrándose en el taxi que ya la estaba esperando fuera.
Minho miró al mostrador, allí se encontraba el chico, éste era bajo, bastante más que él, bueno quizás es que él era muy alto, eso también podría ser. Jonghyun, había descubierto que así se llamaba aquel chico, tenía el pelo castaño oscuro, sin llegar a ser negro. Poseía unos ojos grandes, parecidos a los de un cachorro, Minho sonrió ante aquel pensamiento, pero para ser sinceros tenía razón, ese chico tenía ojos de cachorro. Absorto en sus pensamiento no se dio cuenta de que el tiempo transcurría, pues una hora pasó y ya era hora de cerrar. El chico se aproximaba hacia él, por lo que Minho rápidamente miró hacia otro lado, intentando no ser muy descarado. Sólo lo volvió a mirar cuándo éste ya se encontraba al otro lado de la mesa.
“Disculpe, pero ya es hora de cerrar.”Amablemente le comunicó mientras miraba los ojos del menor. “Oh, sí, claro. Lo siento” Minho se apresuró a contestar mientras se levantaba. Por alguna razón no podía quitar los ojos del otro.
“No te preocupes.” Jonghyun sonrió alegremente, y esto hizo que Minho no pudiera hacer otra que cosa que imitarle. Nunca había visto una sonrisa tan brillante, era única y encantadora. Se había quedado embobado mirándolo cuando el otro chico le puso la mano en el hombro, haciéndolo bajar a la tierra de nuevo. Éste rápidamente la quitó al ver que Minho parecía volver en sí. “Hey ¿estás bien?” Preguntó un tanto preocupado.
“Oh, sí sí, es sólo que tu sonrisa, wow, es hermosa.” No pudo evitarlo, respondió casi sin pensar, todavía medio asombrado. Jonghyun se sonrojó, y bajó la mirada avergonzado. Esto a Minho le pareció enternecedor, el comportamiento del otro chico era simplemente muy tierno. “ Siento no haberme presentado, soy Choi Minho.”
“Encantado. Yo soy Kim Jonghyun, cómo habrás visto mi madre es la dueña de este local.” Informó Jonghyun a Minho mientras se quitaba el delantal que llevaba. “Sí, la Sra.Kim, muy amable, siempre me trata cómo si fuera su hijo.” Sonrió a Jonghyun, mientras éste le devolvía la sonrisa. “Bueno será mejor que me vaya no quiero que cierres tarde por mi culpa.” Minho comenzó a dirigirse a la salida, dándose cuenta de que era él el único cliente que quedaba en la cafetería.
“No te preocupes, pero sí, será lo mejor.” Jonghyun seguía en el mismo lugar observando cómo Minho se marchaba. “Fue un placer conocerte Kim Jonghyun, espero volver a verte” Contestó abriendo la puerta . El frío chocó de golpe en su cuerpo, haciendo que su nariz se volviese levemente roja. “El placer fue mío”.
Con una última mirada a Jonghyun quién regresó al mostrador y empezaba apagar las luces del lugar, Minho se dirigió a su departamento. Por alguna extraña razón no logró quitarse aquella sonrisa de la cabeza en toda la noche. No paraba de pensar en el dueño de esos ojos de cachorro. Definitivamente tenía que volver a verlo, si ya antes era un cliente habitual del lugar, ahora lo sería el doble.