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Borning Incide, Dying Incide por Haru_Sence

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Notas del fanfic:

Personajes originales.

Notas del capitulo:

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-Cállate… por favor, ya déjame tranquilo-  Sollozaba el chico jalándose el cabello sin cuidado hasta arrancarse  mechones de cabello, con los dientes fuertemente apretados para evitar dejar escapar su llanto mientras comenzaba ahora a gritar con desesperación a garganta seca.

-¡CALLATE, POR FAVOR, CALLATE…DÉJAME TRANQUILO!- Solo, completamente solo en la desolada casa, casa vieja, hecha de tablas de madera carcomida, sombría y que crujía al momento en que el joven se lanzaba de rodillas al piso a llorar abrazándose a si mismo para luego rasguñar sus brazos dejando rojas marcas y continuar gritando desgarradoramente, aun cuando no estaba del todo solo, en el primer piso le acompañaban dos bultos, dos bultos que más precisamente eran los cuerpos ensangrentados, maltratados y hasta medio-quemados de sus padres.

-Déjame ser libre…- Sollozó finalmente antes de sacar de su pantalón una pequeña pero elegante navaja suiza, de un solo movimiento levantó el rostro al techo y abrió la navaja revelando la hoja del pequeño artefacto, afilada, nunca la había utilizado ni para cortar una hoja de papel por lo que iba a inaugurarla, la observó con el rabillo del ojo levantándola a la altura de su rostro, pudo ver su reflejo aún a pesar de la oscuridad de la noche, la luz de la luna se colaba por la ventana rota de la habitación y se reflejaba en ángulo perfecto en la plateada hoja del cuchillo de la navaja, reflejando su rostro en ella, pudo ver el maquillaje al que tanta dedicación le había puesto corrido y esparcido por toda su cara mezclado con sudor y lágrimas, también cómo su labio sangraba por la fuerza con que se mordía para aguantar el llanto, por la ira, la impotencia;  Sonrió.

-Eres libre si así lo quieres…-  Masculló en un tono a penas audible, acercó la navaja a su cuello aun arrodillado sobre el piso entre los escombros,  y con el cuello bien despejado  ya que inclinaba la cabeza levemente hacia atrás, cerró sus ojos y se preparó para el ardor del corte.

---------------------------(Meses atrás)-----------------------

Sorprendentemente el mismo joven, con una apariencia muy distinta, sentado sobre una mesa en el aula de clases, sus ojos grandes y redondos le daban una apariencia infantil y brillaban con la pureza de la inocencia de un cachorro pequeño, su sonrisa sincera irradiaba un aura de comodidad y seguridad a todo cuanto le rodeaba. No usaba maquillaje, tan solo su piel blanca y tersa como porcelana. Cabello corto colón marrón chocolate y ojos grises con un tono verde esmeralda en el fondo. Un joven aplicado, alegre, sano y rodeado de gente que lo mantenía de esa forma. Pero en el fondo el odio ya estaba sembrado en su corazón, desarrollando raíces tan profundas que para el momento en que salieran a la luz serían imposibles de remover. La responsabilidad, la carga, los recuerdos, el pasado, el futuro, la falta de cariño, todo eso comenzaba a arremolinarse dentro de él creando algo mucho más grande de lo que podría soportar. Poco a poco cada noche se volvieron pesadillas constantes, la falta de sueño lo transformó en alguien inestable emocionalmente, cambiante, irritable, desagradable y comenzó a alejar a todas las personas que le rodeaban, aun que ni el mismo entendía por qué le sucedía a él, su autoestima nunca había sido bueno y más bien se auto infringía el odio propio y la soledad… como le temía… Cuan estresado podría llegar a estar un joven de 17 años, pensó, no era lo suficiente para explicar por qué se sentía tan derrotado por la vida, pero el hecho de que secretamente formaba parte de una familia de mafiosos respondía gran parte de la causa por la que las noches se volvían verdaderos martirios, peligro de muerte, ser raptado un par de veces cuando niño le dejaron estigmatizado, explicaba también por qué se sentía tan vulnerable, oír el sonido de las balas aún con silenciador e incluso él mismo haber sido forzado a disparar para evitar la muerte de su propia madre, esas simplezas y cotidianeidades que vivía las mantenía guardadas por proteger a su familia y a su propia garganta de ser condenado por traición. Nunca le gustó la violencia a ese nivel, las estafas, los negocios eran cosas que lo aburrían pero debía lidiar con ello.

Muchos profesores se preocupaban al verlo llegar con marcas de cortes o de golpes, sospechaban que en su casa le agredían o tal vez él mismo se hacía daño, como era moda en esa época el auto-flagelarse, llamaban a sus padres con constancia para hablar de cosas como esa y al llegar a casa le castigaban con torturas por no ocultar bien las heridas de las peleas de otros mafiosos que intentaron robar sus tesoros  familiares. Muchas veces intentó huir, pero sus guardias personales no se lo permitieron, habiendo cumplido 16 le fueron quitados lo guardaespaldas ya que si intentaba alguna locura como esa de nuevo tendría que defenderse solo en el caso de que la familia lo buscara para castigarle a disparo limpio en el pie como se acostumbraba con los que huían abandonando la mafia. Pero estaba harto, de hacía tiempo había comenzado a beber pero moderadamente, necesitaba algo que le mantuviese cuerdo.

Esa noche no era la excepción, fue a una pequeña licorería y con las técnicas de robo y burlado de la seguridad que le había enseñado su propio hermano mayor sacó lo que consideró necesario para esa noche, salió rápidamente de allí y saco en seguida una de las botellas para comenzar, pero se vio interrumpido por la sarcástica risa de un desconocido que le observaba.  Levantó la mirada, uno de esos adefesios que visten cuero y collares de púas, cabello teñido y alfileres en toda la cara, mayor que él por varios años y llevaba una botella igual bajo el brazo mientras con sus manos sostenía un encendedor y un par de cigarros. Reía entretenido viéndolo beber de la botella camuflada dentro de su mochila de estudiante de secundaria. Se enfadó.

-¿Que te entretiene tanto?- Le miró bruscamente aun que sin lograr intimidar al otro por sus facciones infantiles.

-Eres un chiquillo ladrón- dijo antes de volver a echarse a reír y empujarlo con el codo para luego encender ambos cigarros. – Tómalo, es un regalo- le extendió el segundo cigarro guardando el encendedor mientras pero al ver que se lo rechazó se lo metió a la fuerza en la boca al joven mafioso que le miro con más enojo aún. Luego volvió a reír.

-Yo no fumo- Dijo quitándose el cigarro de la boca y echando humo por la nariz.

-Puedo verlo- Esta vez si hizo reír al chico, ya que era verdad, él sabía fumar, sin embargo no era de sus costumbres.  Le hizo un gesto mientras habría su propia botella, insistiendo que se quedara con el cigarro y luego de dar el primer trago a su botella le indicó que caminaran en dirección a un callejón de allí cerca. –Cual es tu nombre- Comenzó.

-Ryu, pero en mi casa me llaman Demonio- Dijo sentándose junto el hombre en el fondo del callejón apoyándose contra la pared.

-Me imagino por qué- Dijo entretenido. – Tú puedes llamarme Kazu-

-Para qué si probablemente no te vea de nuevo- Le cortó de repente.

-Uno nunca sabe Ryu…- Continuó. –Dime, tú no eres algo joven para estar robando en licorerías, apuesto a que tus padres no tienen idea-

-Hay mucho que no saben… supongo- Dijo sin pensar realmente sus palabras, seguía estresado y deprimido y Kazu le daba confianza, a pesar de que no le conocía, le gustaba su forma de ser y a pesar de ser un adefesio le quedaba bastante bien.

-¿Eres de esos chicos problema?

-No realmente, soy alumno estrella tan solo que nadie me conoce realmente.

-Pero que chiste tiene ser buena persona si no puedes confiar en nadie.

-Ninguno… a veces pienso que nadie se interesa en ver a través de mi realmente… no estoy seguro como lidiar con ello así que vengo aquí- Confesó comenzando a beber también algo avergonzado por hablar algo tan personal.

-Yo estoy aquí ahora, puedes desquitarte si quieres, tengo tiempo.

-¿No tienes nada mejor que hacer acaso?

-No te menosprecies tanto, chico, te vez interesante por algo me acerqué a ti ¿no crees?

Habiendo dicho esto Kazu le sonrió y con una mano le revolvió el cabello algo brusco, con torpeza, pero así era él, torpe de una manera fresca, hasta su manera de pararse era algo burda, como si fuera holgazán hasta para levantarse, algo agachado con las manos en los bolsillos y la mirada de abajo hacia arriba, cuando reía lo hacia de una manera corta, casi como en un susurro  y dejaba ver sus dientes extremadamente blancos pero rotos, sus colmillos se veían extremadamente largos casi como de vampiro de seguro no eran reales pero le daban un aspecto tan único e interesante que deseaba nunca tener que separarse de Kazu y poder estar allí toda la noche bebiendo, hablando sus problemas que nunca había soltado y viendo a Kazu reír y molestarlo de una forma cariñosa y perezosa.  Esa noche no sintió deseos de volver a casa y sabía que sus padres no estarían,  pues andaban de “viaje de negocios”, a demás,  de llegar ebrio los guardias les informarían a sus padres al llegar. Kazu le ofreció alojamiento por el tiempo que quisiera y así hizo, se quedo lo que quedó del fin de semana y en toda su estadía no probó ni un bocado de comida, la dieta de Kazu aparentemente se basaba en cigarros y cerveza barata “quizás por eso es tan delgado” pensó Ryu recordando el par de veces que le vio sin camiseta al cambiarse, ya que a Kazu sin esfuerzo alguno se le veían las costillas y los huesos de la cadera, sus clavículas sobresalían exageradamente y eso llamó la atención de Ryu  en especial por que destacaban aún más en contraste con sus brazos y abdomen tatuados. Él mismo también poseía tatuajes pero no debía mostrarlos salvo en peleas entre familias, ya que su familia pertenecía a la Yakuza, una mafia en la cual debías tatuar prácticamente todo tu cuerpo salvo las partes del cuello y pecho que podían verse al abrirte la camisa, así al andar en la calle la gente no podía verlos. Kazu, el último día que estuvo allí trató de quitarle la camisa a la fuerza ya que Ryu insistía en no quitársela ni cambiarse de ropa durante ese par de días, apenas vió un pequeño tatuaje en su cintura le dejó tranquilo y le sonrió alejándose.

-Cuando ibas a decírmelo.

-¿De- De que hablas?- intentó disimular Ryu.

-Que eres de la Yakuza, ¿crees que no había visto como tus tatuajes alcanzan el borde de tu cuello?

-Pero…de qué estas hablando… eso es solo…- En seguida Kazu a la vez que encendía un cigarro levantó la mirada levantándole también las cejas en expresión de que no intentara negarlo.-Como te diste cuenta…

-Soy de las calles, de niños nos advierten de tipos como ustedes- Ryu sintió como si una daga le atravesara el pecho con esa frase y eso Kazu pudo notarlo en su rostro.- No te preocupes, confío en ti, pero me hubiera gustado que me lo dijeras tú en ves de tener que forcejearte para comprobarlo por tus tatuajes.

-Lo siento, entiéndelo se supone que nadie debe saberlo.

-Yo entiendo Ryu, tú tranquilo.

Ryu tranquilizado volvió a recostarse en uno de los colchones que había en el piso de la vieja casa de Kazu, la presión se le había subido de la nada al recordar todo el tema de su familia, pero por lo menos podía seguir confiando en el otro, que continuaba concentrado en su cigarro aun que ahora no le despegaba los ojos de encima a Ryu mientras se quedaba dormido.

-Ya que lo sé puedes quitarte la camisa si tienes calor.

-Que alivio… - Suspiró Ryu arrancándosela de una vez y volviendo a su posición para descansar. Con sus ojos cerrados se dedicó a oír a Kazu acercarse  y ponerse junto él, o más bien sobre él inspeccionando los dibujos de su piel.

-Realmente son muchos…- Comentaba el rubio de Kazu acercándose a observarlos mientras recorría las líneas con sus dedos provocándole cosquillas a Ryu que trataba de dormir. Kazu no pudo más que sonreír ante la inocente reacción de su nuevo amigo.  –Ryu…- dijo apenas con el aliento para que el chico abriera sus ojos a verle. Ryu tal como Kazu esperaba se volvió a su posición inicial recostado de espalda mirando el techo, aun que ahora en vez de al techo se topó con Kazu observándole fijamente. Ryu  sonrió sin entender que quería su loco y excéntrico compañero, duda que se disolvió pronto cuando vio al rubio robar rápidamente sus labios en un beso. Se quedó allí paralizado por un par de segundos y luego decidió apartarse, pero cuando dispuso a empujar a Kazu con las piernas como le habían enseñado desde pequeño a quitarse a alguien de encima se vio inmovilizado por el otro que de alguna manera tenía más fuerza que él mismo. –Cálmate y déjate llevar-  Ryu asustado que había vuelto a cerrar sus ojos sintió por primera vez desde hacía mucho temor de otro ser humano, siempre había sabido como defenderse pero ahora no podía ni siquiera mover un dedo bajo Kazu. No entendía como eso era posible. Kazu volvió a repetir su nombre para que abriera sus ojos y al hacerlo volvió a encontrarlo frente su rostro, sonriendo nuevamente y volvió a sentir esa tranquilidad que sentía cada vez que el rubio reía sarcásticamente al igual que la vez en el callejón en que le revolvió el cabello con torpeza, la mirada que Kazu le dirigía era profunda pero a la vez perdida, de seguro ese es el llamado encanto de la calle del que todos hablan, ese que no se puede actuar si no hasta que lo vives. Se tranquilizó y no pudo evitar sonreír de vuelta y entonces sí, Kazu volvió a aproximarse con cuidado, y antes de besarle nuevamente, estando justo frente sus labios susurró sobre ellos “Promete que no me vas a morder para desangrarme” Ryu no pudo evitar reír y es que realmente había pensado hacerlo ante el pánico de no poder escapar de las manos del otro pero en seguida se calmó y le aseguró que no pensaba hacerle daño, no después de darle los mejores días de su vida luego de tantos días deprimentes.  Kazu no puedo evitar dibujar una sonrisa en su rostro luego de ver al chico  reír así, y le dio una bofetada delicada, casi de broma, luego de oír que Ryu había pensado en hacerle daño antes. Y entonces sí volvió a besarlo y Ryu esta vez sí le correspondió sin pensarlo. Kazu era especial, de esas personas que te revuelven el estomago tan solo con ser ellos mismos, que te hacen desear cambiar toda tu forma de ser con tal de agradarle y solo por ser especial,  le permitió el derecho de hacerlo, de obtener su primer beso real ya que por ser parte de una familia mafiosa no podía salir con quien quisiera, si no que le conseguían pareja a cierta edad y arreglaban un matrimonio, cosa que para alivio de Ryu aún no ocurría. Luego de un corto roce Kazu coló su lengua por entre los delgados labios del chico que era un par de años menor que él, se recordó a si mismo no sobrepasarse por lo mismo, y luego de un corto juego entre sus lenguas Kazu soltó sus brazos dejando a Ryu moverse con libertad nuevamente, Kazu comenzó a jugar con el cabello del chico mientras éste a su vez rodeó el delgado torso de Kazu con sus brazos, arañando con cuidado la espalda de este, cuando lo consideró prudente el rubio se separó y besó lenta pero apasionadamente el cuello del chico, comenzaba a perder el control sobre si mismo, pero al oír sus quejidos agudos recordó que no debía sobrepasarse, se separó bruscamente, lo que asustó de hecho un poco a Ryu y focalizó su mente cerrando sus ojos. “No debo hacerle daño” pensó y luego repitió.

-No te haré daño Ryu, por lo mismo debemos controlarnos- dijo aún con sus ojos cerrados. Y Ryu algo sorprendido y sin entender muy bien a que se refería asintió con la cabeza y rápidamente volvió a acercar al otro para que le besara nuevamente devolviéndole a Kazu su buen humor con ese gesto de ternura y necesidad.

Prosiguió la noche luego de un rato simplemente sacaron al patio posterior de la casa el viejo colchón que por cierto poseía algunas manchas de sangre. Allí ya siendo de noche se recostaron ambos a observar el cielo que comenzaba a llenarse de estrellas, tal como decía Kazu vivir en una villa de delincuentes y pobres tenía sus ventajas, al no tener luz el atardecer y anochecer se apreciaban en todo su esplendor. Kazu mantuvo sin embargo su revolver cerca de la mano en caso de que se apareciera alguno de sus vecinos ebrios, acto que a Ryu le pareció completamente normal.

-Me gustaría quedarme siempre- Dijo suspirando, esa misma noche debería regresar a su mansión y dar un par de explicaciones, probablemente hasta le harían la tortura del tanque de agua como castigo, tan solo en el caso de que sus padres llegaran de mal humor de su “viaje de negocios” –Crees que tal vez… yo podría-

-Ni lo pienses- Le cortó enseguida Kazu con un tono serio –¿Realmente no te diste cuenta en estos tres días?- Le dijo bajando la voz y acercándose a su oído.

-¿Darme cuenta de qué?

-Te han estado espiando todo este tiempo… por suerte son solo un par, quizás tres no estoy seguro por que todos visten igual…- Comenzó a divagar como sino fuera gran cosa.

-Claro que no, ¡estás paranoico!

-Así que realmente no lo habías notado...- Kazu al ver que Ryu insistía en mirarlo como si fuera un loco recogió su revolver lo más rápido que pudo y sin siquiera ver donde apuntaba dio tres disparos limpios, uno por detrás de su espalda, a la casa del vecino y finalmente un tiro a distancia, los tres acertados proseguidos por tres quejidos de heridos de balas probablemente, por lo demás, heridos de muerte. Ryu anonadado tenía muchas preguntas aun que ya se había contagiado con la paranoia de Kazu.

-¿Hay alguien más o esos eran todos?- Susurró asustado levantándose y enrollando en su mano una pequeña pistola que llevaba escondida en el tobillo. Kazu posó su mano sobre la del menor indicándole que se relajara.

-Eran solo ellos, de seguro no creyeron necesario más vigilancia ya que andabas armado y no fuiste muy lejos,¿ verdad?- Ryu solo pudo asentir y por dentro se preguntaba como era posible que ningún vecino hubiese salido de su casa a ver que pasaba,¿ eran tan comunes los disparos en esa población?

-De donde aprendiste a disparar así… a demás como es posible que tú te hubieses percatado antes que yo de los guardaespaldas, siendo que yo soy al que prácticamente criaron para ser asesino profesional…- Dijo ya en un tono serio algo preocupado de que Kazu fuese uno de esos caza-recompensas que raptan a los hijos de familias adineradas. En menos de un segundo había sacado de su bolsillo un viejo cuchillo y lo tenía ahora contra el cuello de Kazu esperando una respuesta acertada.

-¿No lo entiendes?- Dijo con la respiración algo cortada ya que se encontraba en una posición muy incomoda con el filo del cuchillo rozándole la piel. Al notar que Ryu frunció el ceño en señal de desconfianza por su respuesta respondió apresuradamente de nuevo. –Solo mira… mis muñecas- En seguida Ryu tomó uno de sus brazos y al acercarse la muñeca para inspeccionarla le soltó sin palabras, en ella se veía un pequeño dragón con la daga en la boca,en general cualquier ser vivo con la daga en la boca era símbolo de un descendiente de la Yakuza, eran obligados a tatuárselo al terminar su entrenamiento a eso de los 13 años, pero aún más increíble, era el hecho de que fuera un dragón… símbolo que caracterizaba a parte de la familia de Ryu, por parte de sus tíos… Kazu era entonces, sin duda alguna…

-Tú eres mi primo… - Dijo alejándose rápidamente y tomándose con ambas manos la cabeza sin comprender como eso era posible…

-Al parecer somos familia, pero no estoy seguro de que línea… puedes tranquilizarte ahora- Asintió haciendo crujir su cuello y revisando no tener ninguna marca o corte.

-Pero… pero como es posible que no me lo dijeras antes… tú… ¡Tú me dijiste que habías sido criado en las calles!

-La verdad fue más como una segunda crianza, por mi cuenta, me escapé a los 19 y debí aprender a cuidarme solo y mantenerme por mi cuenta, creí que por los tatuajes te habías dado cuentas es decir… tengo demasiados para no tener el cuello y el pecho rayados también no crees?

 

-Pero  no, no es posible… ¡Ya te habrían matado!

-Intentaron, pero maté a toda persona que intentó seguirme hasta que fui capaz de camuflarme y también me hice pasar por muerto en una pelea de pandillas

-Escuché algo sobre eso…  habían raptado a uno de mis sobrinos… un grupo de delincuentes que necesitaban dinero, pero fueron a rescatarlo, dijeron que murieron por lo menos  cinco personas de la familia… entre ellos un miembro que se asumía perdido

-El chico que raptaron, yo lo tomé en representación de un grupo de idiotas de esta villa, todos muertos, el chico estaba bien, era un primo lejano, parece que realmente somos familia Ryu…-Dijo rascándose la cabeza con una sonrisa incómoda en el rostro –Situación complicada

-¿Seguro que esos guardaespaldas no te espiaban a ti?

-No, perdieron mi rastro hace tiempo, pero de seguro al volver podían delatarte ya que cualquier miembro de nuestra familia se daría cuenta que soy desertor de la Yakuza, salvo tú por supuesto- Rió volviendo a revolverle el cabello- Por eso tuve que matarlos, así te evitarás problemas- Volvió a acercársele de esa sugerente manera y le besó tan solo en la mejilla ya que el de pelo castaño se negó a recibir otro beso de él con una mueca de disgusto.

-Y tú, tú sabias  y aun así hiciste eso… ¿eres un enfermo o qué tienes que te gustan esas cosas?…- Dijo tapándose el rostro avergonzado al recordar como se había dejado llevar con alguien que podría haberlo denunciado de aberraciones con su propia familia.

-Sabía que habían altas probabilidades de que fuésemos familias… nunca creí que tan cercana pero- Se detuvo y tumbó al menor bajo él quitándole las manos de encima del rostro – Solo no pude contenerme…

En ese segundo volvió a besarle mientras sujetaba ambas de sus manos para evitar que el chico se cubriera de nuevo, Kazu viviendo en las condiciones que vivía, de humildad, tratando con personas que eran delincuentes para sobrevivir había adoptado sinceramente esa sencillez de la calle que sobre Ryu causaba un encanto casi admirable, al igual que la última vez el menor pudo sentir al besarlo con claridad sus intenciones, era sincero, realmente sentía esa atracción extraña… a pesar de todo, pero sincera y en corto tiempo había demostrado más interés en el joven que cualquiera de sus compañeros de escuela o familia, había logrado sacar fuera de su caparazón al verdadero Ryu y por eso, el chico sentía que le debía la vida, lo había liberado y le había mostrado un mundo de posibilidades fuera de la violencia y la matanza. Ryu luego de calmar sus pensamientos dejó de lado la incómoda culpa que sentía al recordar que la persona que estaba acariciándole y besándole era de hecho parte de su familia y simplemente dejo mostrar su gratitud y deseo de permanecer allí junto él con esas pequeñas acciones que a Kazu lo descontrolaban, entre tanto y tanto Ryu sin estar seguro por que mordía con vergüenza el labio de el rubio hasta que en un minuto dejó un par de gotas de sangre sobre sus labios, Ryu se aterró y se disculpó sonrojándose de vergüenza, mientras Kazu solo lamió la sangre y riendo le contestó “Se nota que disfrutas ver correr sangre” Luego de decirlo Kazu también procedió a morder el labio del chico y luego se entretuvo robándole suspiros al lamer y besar su cuello hasta que consideraron que era mejor idea regresar a dentro de la casa.

En medio de la noche, cuando ya ambos buscaban conciliar el sueño, abrasados y tapados tan solo por un par de camisas abiertas sobre el piso de la habitación Kazu no lograba cerrar los ojos.

-¿Sucede algo?- pregunto Ryu acurrucándose contra el tibio cuerpo de el mayor, preocupado.

-En unos minutos el sol saldrá y debemos idear como hacerte llegar a casa sin que otros espías te vean con migo- gruñó frustrado al no encontrar la manera.

-Puedo irme solo, si lo prefieres…- dijo algo desganado realmente no quería volver.

-Sería arriesgado…  al dispararles a los espías, sin ofender, pero pude haberte disparado a ti también y ni cuenta te habrías dado, tendré que enviarte con algún colega y tu no menciones mi nombre en todo el camino- Decidió y besó la frente del chico y se levantó para salir a hablar con uno de sus vecinos mientras dejó  Ryu preparándose para la partida.

Mientras el sol comenzaba a iluminar el deteriorado sector, Ryu no soltaba sus brazos del delgado cuerpo de su primo pero Kazu tomando los brazos del chico lo separó y se despidió indicandole a él y su amigo que debían partir.

-Cuando te veré de nuevo…-  dijo Ryu temiendo la respuesta.

-Lo mejor es que nunca… ahora vete- Dijo besándolo en los labios una última vez y de una patada lo mandó a correr tomado por el brazo de el vecino al que le encargó que le hiciera llegar sano y salvo a casa de la familia.

Notas finales:

Traté de hacerlo extenso para hacer una presentación completa. Ojalá no se hallan agotado. Nos vemos en el próximo!!! Será una serie porlo demás.


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