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Opuestos
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Naruto es vida, ánimo, emoción, alegría y expresión.
Naruto es felicidad, tristeza, rabia. Es como un terremoto, un huracán, un volcán activo.
Naruto es contagioso; como la gripa, —y según la opinión de muchos— algo muy parecido a un dolor en el trasero. Es gracioso. O eso intenta la mayor parte del tiempo.
No se rinde, nunca lo ha hecho. Tiene sueños y esperanzas, se mueve por ellos, respira por ellos… Vive por ellos. Naruto habla —grita y chilla—, dice verdades como puños y no miente —no sabe—, sonríe cuando quiere y lo intenta cuando no.
Naruto abraza y se deja abrazar.
Naruto es inocencia.
Por otro lado…
Sasuke es quietud, —en ciertos casos extrema y desesperante—, seriedad, sensatez y severidad.
Es apático, analítico, antipático, indiferente y según algunos: asexual.
Sasuke es venganza, muerte, dolor, veneno. Es como el mar en reposo, un felino cazando, una suave y fría brisa, una noche de verano.
Tiene metas y objetivos, no sueños. Él los considera estúpidos. Vive y sobrevive por ellos, no está dispuesto a morir. Sasuke miente, engaña, manipula, finge. Traiciona, y no se arrepiente
Sasuke no habla. Murmura, sisea y amenaza; y cuando está enojado gruñe o suelta su típico monosílabo: "hmp". No ríe ni sonríe, y si lo hace es para provocar dolor.
A Sasuke no le gusta que le toquen muchas personas —la mayoría— y no le gusta tocar a muchos otros.
Naruto es la antítesis de Sasuke en muchos aspectos y en otros difieren.
Por esa razón todos se quedaron pasmados, mirando con estupor y fascinación, como Naruto pasaba su brazo alrededor del cuello del Uchiha, le sonreía, lo apretujaba mucho y le hablaba confianzudamente cerca del oído con un evidente sonrojo en el rostro, —Que nada tenía que ver con estar borracho—.
Sasuke no se movió, no gruñó ni amenazó; algunos dudaban si quiera que hubiera respirado.
Shikamaru bufó un "Esto es molesto", Kiba ahogó una carcajada y Lee gritó un "¡Viva la juventud!" mientras Sakura e Ino chillaban indignadas. Chouji se ahogó con un pedazo de carne, Hinata gimoteó y Sai despegó la mirada de su libro sólo para presenciar el épico acontecimiento. Neji suspiró fastidiado y Ten Ten emocionada.
Todos esperaban algo. Un grito ¡Usuratonkachi!, un golpe, un kunai ,—o en el peor de los casos un Tsukiyomi—, pero nada pasó; como si el tiempo se hubiese detenido en medio de una batalla.
Sasuke por fin gruñó (¿o ladró?) molesto, haló a Naruto por el cuello de la camisa y lo sacó a rastras del local. Naruto moriría lenta y dolorosamente en algún lugar apartado de la aldea, donde los gusanos, cuervos —y tal vez una que otra serpiente— pudieran devorarlo hasta los huesos.
Eso era lo que pensaban todos, y en parte el mismo Naruto. Solo Sasuke sabía lo que realmente pasaría, y pausada —pero firmemente—, se lo haría saber al rubio idiota.
Nadie se la pasaba toda una noche metiéndole mano bajo la mesa y hablándole al oído sin sufrir las consecuencias, sobre todo Naruto.
¿Quién dice que los opuestos no pueden divertirse? Más si eso incluía estar a solas y con poca ropa.
Fin