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Video Games. por Blackbird Venom

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Notas del fanfic:

Este fick esta basado en la canción "Video Games" de Lana del Rey, pero no tiene nada que ver con ella. Es FRERARD. Tiene citas de la misma canción y está narrada en diferentes momentos de las vidas de los protagonistas. Esta historia es completamente ficticia, ya que tiene hechos que fueron acomodados según la historia.

- Ve y juega a los video juegos. –

Le dijo para alejarlo un poco y tener más de su espacio.  El otro, con los ojos tristes hizo caso a su amante y se alejó.

 

Un año atrás.

Todo era tan perfecto y bello aquél soleado día de primavera… Frank volvía del colegio, caminando despacio, disfrutando cada rayo del tibio sol de New Jersey rosando su rostro, cuando al cruzar la calle advirtió que un automóvil venía a toda velocidad hacia él. No pudo reaccionar, quedó en blanco sin poder moverse. De pronto sintió un golpe y todo se desvaneció.

-  ¡Despierta! ¡Despierta! –

Cuando abrió los ojos, se encontró con otros color esmeralda observándolo asustados. No entendía nada. Solo intentó preguntar qué había sucedido.

- ¿Qué sucedió?  – Le cuestionó

- No sucedió nada pequeño, tan solo te desmayaste. -  Le dijo calmado.

- ¿Cómo? Yo vi al automóvil venir hacia mí a toda velocidad y luego sentí un golpe… ¡No pude haberlo imaginado! –

-  Es que te esquivó… Tal vez te asustaste y por eso te desmayaste. Estás pálido. ¿Te llevo al hospital? – Se ofreció con amabilidad.

- Oh, no gracias. Estoy bien. – Respondió.

- Okay, te llevo a tu casa. Tengo el automóvil aparcado aquí cerca si quieres.-

- No, gracias… Oye, te gustaría un café? ¿Cómo te llamas? –

- Oh, estaría genial! Me llamo Gerard, Gerard Way. –

 

Octubre del 2001.

Frank recordaba aquél día en que todo había comenzado. No podía creerlo… Todo había cambiado tanto… Luego del atentado Gerard ya no era el mismo, estaba distante todo el tiempo, quería estar siempre solo, a veces lo trataba mal, lo regañaba, ya no quería jugar a los video juegos con él, se la pasaba ebrio o durmiendo a causa de las pastillas…

 

21 de Marzo del 2000.

- Entonces Frank, -Toma un sorbo de café - ¿A qué te dedicas? – Preguntó el joven de cabello negro alborotado y ojos verdes.

- Oh, solo voy al colegio. Con suerte este año me gradúo. También tengo una banda. Y tú? – Preguntó mientras sonreía.

- ¡Genial! Yo soy dibujante, trabajo para Cartoon Network. – Respondió - ¿Qué edad tienes tú? –

- ¡Eso sí que es genial! Yo tengo 18, cumpliré 19 en Haloween. – Contestó divertido y luego tomó un sorbo de café.

- ¡Haloween! ¡Eso es… Cool!  Yo cumpliré 24 el mes que viene… ¡Pero no será en Haloween! ¡Te envidio! –

Bromeó y ambos rieron, hasta que sus miradas se encontraron… Luego de ese día todo cambiaría para los dos.

Cuando el calor de aquella mirada que habían compartido se disipó los dos siguieron hablando y tomando café hasta que el sol se puso en el horizonte… Ambos decidieron partir, Gerard se ofreció a llevar a Frankie hasta su casa y este aceptó. En el viaje siguieron charlando, parecía que cada vez había más y más de que hablar, tenían tantas cosas en común que les era fácil comunicarse.

- Es aquí. – Señaló Frank. Gee frenó en la casa. – Oye, el sábado a las diez toco con mi banda en el Punkn’s bar. ¿Te gustaría ir? – Preguntó con timidez.

- ¡Seguro! A las diez estaré allí. Adiós Frankie. – Acto seguido le dio un cálido beso en la mejilla y se marchó dejando estupefacto al pequeño Iero.

Los días pasaban, pero el sábado parecía negarse a llegar para Gerard, que sin saber por qué lo anhelaba fervientemente ni para el joven Iero, que creía estar tan ansioso porque tocaría con su banda.

Finalmente el día llegó… A las diez en punto Frank comenzó a tocar su amada guitarra y a cantar. Trataba de divisar entre la gente la cara de su nuevo amigo, lo buscaba, pero no tenía éxito… Él no estaba.

Diez y media de la noche, la puerta del Punkn’s bar se abre… Un hombre de unos veintipico, con el cabello revuelto y una remera de The Misfits entra, mira hacia el escenario y su mundo se desvanece al encontrar los ojos de el joven Frank quien esbozo una enorme y tierna sonrisa. Gerard había llegado.

Disfrutaba tanto escuchar la voz de Frankie resonar en sus oídos, era perfecta para él, la sentía imposiblemente angelical, lo hacía pensar solo en tenerlo entre sus brazos, besarlo…

- ¡Carajos! ¿Qué estoy imaginando? – Se dijo.

Pero fue imposible dejar de sentir...

Cuando el recital acabó, el chico se bajó del escenario y fue directo hacia Gerard.

- ¡Gracias por venir! – Le dijo al momento en que le daba un beso en la mejilla dejándolo pasmado al sentir sus finos labios en su piel.

- ¡De nada! Son muy buenos… ¿Quieres que tomemos algo? – Preguntó con una sonrisa producto de tenerlo cerca.

- ¡Seguro! Pero no aquí, ya está lleno de borrachos. – Esbozó una tierna sonrisa como él sabía hacer.

- Tienes razón. ¿Vamos a mi casa? – Dijo y el otro asintió. Ambos salieron del lugar y se dirigieron a la casa de Way. Al llegar, se sentaron cómodamente en el sofá con una buena provista de cervezas. Frank, al ver el televisor tuvo una idea.

- ¿Video juegos, que dices? –

- ¡Genial idea! – Respondió el dueño de la casa.

Jugaron hasta el amanecer, ese día y los días siguientes. Cada vez pasaban más tiempo juntos, cada vez se enamoraban más…

- Adiós pequeño. – Le dijo despidiéndolo en la puerta de su casa.

- Adiós Gee. – Respondió y quedó inmóvil en el umbral mirando los ojos de su amigo.

En ese momento los segundos se hicieron años, cuando Gerard dio un paso hacia él y tomó su rostro suavemente… Los instantes que antecedieron al beso fueron infinitos, no podían esperar más, no aguantaban las ganas de rosar sus labios, de desatar aquella pasión… Hasta que todo quedó en silencio, las luces de la calzada destellaban, todo se había paralizado, pero a la vez se movía en cámara lenta, todo era hermoso para ellos, el aire olía a cerezas y llenaba sus pulmones de dulzura… Parecía magia, un hechizo divino juntar sus labios con el del otro, suave y sin prisas, los de Frank sabían a algodón de azúcar para Gee. Estaban tan felices… Cuando se separaron, Iero se despidió confesando sus sentimientos.

- El cielo es un lugar en la tierra contigo, cariño. –

Way quedó sin palabras ante tanta dulzura y solo respondió con un:

 – Te amo mi pequeño, te amo. –

Cada momento juntos era inolvidable, bello. Los besos, el esperar a Gerard llegar en su auto, la primera vez, la emoción de tener a su pequeño Frankie entre sus brazos, observarlo desvestirse, amarse, jugar en el patio, mirarse hasta quemar el aire… Aquellos días eran perfectos.

 

Octubre de 2001.

Frank busca tomar una decisión. Gerard lo lastima, pero lo que más le duele es que se está lastimando a el mismo, sumido en el alcohol y la depresión, ahogándose en una soledad que el mismo inventa… Entonces, bajó las escaleras y fue hacia la cocina, donde Gee tomaba otra cerveza más.

- Cariño, esto no puede seguir así… Te amo, pero no puedes seguir en este pozo. – El otro solo lo observaba en silencio. - ¡Gerard! ¡Por favor reacciona! ¿Acaso ya no me amas? Yo se que estás pasando por un momento horrible, pero tienes que salir, no estás solo, por favor cariño. – Le decía acariciándole su rostro a la vez que comenzaban a brotar las lágrimas en sus ojos. – Por favor Gerard, déjame ayudarte. – El otro seguía en silencio, al ver esto, Iero agachó la cabeza y llorando se marchó. Decidió irse lejos de el amor de su vida, aceptando el hecho de que ya no lo amaba.

 

Gerard observaba como su persona favorita en el mundo lo abandonaba, por culpa de su depresión. Pero a la vez se sentía bien, lo había liberado, ya no sufriría por él. Él ya no tenía ganas de seguir adelante y ver la carita triste de su pequeño lo hacía sentir una basura. Lo amaba tanto…

Él sabía que era especial, Frankie tenía algo que hacía que lo amen, pronto encontraría a quién amar y se olvidaría de él, estaba seguro.

Way se dirigió hacia las escaleras, con pocas fuerzas subió a la planta alta y fue al baño…

Frank estaba llegando al aeropuerto, de pronto sintió algo extraño en su pecho… Tenía que volver con Gerard, no podía dejarlo solo en un momento así, por más que ya no sienta lo que él siente. La casa quedaba a quince cuadras, no pasaba ningún taxi entonces decidió correr hasta allí, estaba desesperado.

Gerard abrió el botiquín de su baño, busco con la vista hasta encontrar el frasco de pastillas para la depresión que el médico le había recetado y lo tomó como todos los días. Lo dispuso en el borde de la bañera y abrió el agua para tomar un baño. Luego se comenzó a desvestir y dejó la ropa amontonada en el piso, acto seguido entró a la bañera. Se sentía bien con el agua tibia mojando su piel, mientras disfrutaba de su baño, estiró su brazo para alcanzar el frasco de pastillas…

Frankie se hechó a correr por las calles de New Jersey, solo quería llegar a la casa de su amado, no le importaba nada, lo quería cerca aunque este se negara. Lo había decidido.

Gee tomó del frasco una pastilla, luego otra, y otra, y otra más hasta terminarlas. De a poco sentía como sus músculos se relajaban, todo daba vueltas, parecía irreal. Sus manos perdían la fuerza y solo podía pensar en una persona…

Frank, a su vez corría sin parar, solo le quedaba una cuadra. – Vamos, es solo una maldita cuadra corre más fuerte. – Se decía, hasta que al fin llegó.

Respirar se le hacía difícil al joven Way, recordaba el bar donde tocaba Frank, las noches de video juegos, los besos, las manos del otro, aquél Marzo del 2000 y una sonrisa invadió su rostro. Este era el final, todo se acabaría. Era tan feliz con su pequeño en aquellos recuerdos…

- El cielo es un lugar en el mundo contigo, pequeño. –

Luego de decir eso, sus ojos se cerraron, su mundo quedó por siempre frenado en ese instante. Su corazón simplemente dejó de latir…

La puerta de la casa se abrió, Frank entró agitado y casi sin aliento. Comenzó a gritar el nombre de su pareja, nadie respondía. Lo buscó en la cocina, en el patio, subió y no estaba en las habitaciones, entonces, fue al baño…

Allí estaba. Sumergido en la bañera, parecía un ángel dormido… Frank desesperado se abalanzó sobre él e intentó despertarlo, pero ya era tarde… Se había ido…

Sin parar de llorar lo contuvo entre sus brazos hasta que la ambulancia llegó, no quería desprenderse de él, no así… Pero era lo que le tocaba.

Días después, estaba más tranquilo… De hecho casi está feliz, todo en su vida dio un giro y le ofrecieron integrarse a una banda famosa. Tal vez era Gee que desde el cielo lo ayudaba.

Frankie se dirigía hacia el acantilado, abrazaba con fuerza la urna que contenía las cenizas de Gerard, iba a liberarlas allí.                  

Cuando estuvo en el borde, con lágrimas en los ojos abrió el contenedor color plata y vació los restos de su amado al precipicio para que en algún momento lleguen al mar, a la vez que articulaba

– Dicen que el mundo fue hecho para dos. Solo vale la pena vivir si alguien te ama, cariño, tú me amas. –

Y con estas palabras, dio un paso hacia adelante y se perdió entre la niebla que poblaba el precipicio… Para juntarse por siempre con el amor de su vida, con Gerard…

Hasta el fin de los tiempos.

 

21 de Marzo del 2000.

Gerard salía de la tienda de comics, cuando de repente vio a un joven cruzando la calle a punto de ser atropellado por un vehículo a toda velocidad. Sin pensarlo corrió hacia él y lo empujo a la acera, salvando su vida.

Notas finales:

Espero que les guste, no olviden que como escritora pido sus críticas.


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