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Nuestra Pequeña Rutina por lakyday

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Capítulo 10: “Festival de sorpresas, parte II”

 

El dragón quedó inmóvil, sin saber cómo responder, mientras que Kyu se dio media vuelta y se alejó seguido por megu.

 

- Eso fue inesperado –comentó la pelirrosa.

 

El moreno se quedó en silencio y se reunieron con kinta y Kazuma quien había ido a protegerse con su tía.

 

Ryu vio al peliverde marcharse rápidamente y se sintió mal por lo que había ocurrido. Aunque sabía que no había sido su culpa y en realidad no había razón para sentirse así, cuando Kyu probablemente sólo les había dado espacio y nada más. ¿Qué estaba pensando? Era imposible que el moreno se hubiese molestado. A pesar de saberlo, se sentía avergonzado por aquella escena, además de disgustado. Alicia no era la persona que le gustaba, Kyu era esa persona y no quería ser besado por alguien que no fuera él.

 

- No lo vuelvas a hacer – le llamó la atención a la chica con expresión seria.

- pero… yo creí que… por el regalo que me hiciste y…

- ¿qué más podía hacer? ¿dárselo a la novia de mi mejor amigo? – le espetó.

- yo… l-lo siento… -se disculpó a punto de llorar.

 

El dragón se compadeció de ella, después de todo ambos cargaban un amor no correspondido.

 

- Sólo… no lo vuelvas a hacer –le advirtió suavizando su expresión.

- ¿es porque tienes a alguien que te gusta? –le preguntó al ver aquello como la única razón posible para que el azulino no hubiera cedido a sus encantos.

- sí… y honestamente no me interesa nadie más.

- ya veo… pero… aún podemos se amigos ¿no?

- supongo… si sólo es eso.

- está bien. Lo he pasado muy bien contigo estos días, gracias. –le dijo sonriendo tenuemente.

 

Luego de dejar las cosas bien claras se reunieron con el grupo.

 

Kyu miró de reojo a Ryu. No parecía molesto ni nada por el estilo. ¿Acaso estaba bien con lo que había hecho Alicia? ¿Acaso ella le gustaba, a pesar de que el peliazul le había dicho que no era nada más que una desconocida?. Bajó la mirada. Ryu podía hacer lo que se le diera la gana, pensaba, a él qué le importaba. Se mordió el labio inferior al notar que se le humedecían los ojos.

 

- ¿Kyu-kun, estás bien? – le preguntó megu enfocando, sin querer, la atención del grupo en él.

 

El moreno se bloqueó al ver que todos estaban pendientes de su persona.

 

- ¿Kyu-kun? –insistió la pelirrosa.

 

Tenía que decir algo rápido para salir del paso y no podía ser la verdad.

 

-estoy bien –respondió- es que… ehm… acabo de darme cuenta de que se me perdió el móvil.

- oh… qué mal ¿Cuándo sería? –exclamó la chica.

- ¿estás seguro de que lo trajiste? –preguntó Ryu.

- sí… lo tenía conmigo…

- ¿quieres que retrocedamos para buscarlo? – propuso su novia.

- no… ustedes-ustedes sigan, Ryu me acompaña…

- claro –respondió el dragón sin vacilación.

- no se vayan a perder, chicos –habló la Sra. Wood – y no gasten muchas energías buscándolo es difícil que lo encuentren…  ¿Ryu-kun, llevas móvil?

- sí

- bien, si sucede algo nos llaman ¿sí?

- entendido.

 

Luego retrocedieron sobres sus pasos, alejándose de los demás.

 

-entonces… rehagamos el camino que anduve hasta aquí –propuso el moreno.

- bueno.

 

Caminaron en la dirección contraria al grupo, en silencio, recorriendo todos los lugares por lo que Kyu había pasado. Era una búsqueda inútil, bien sabía el peliverde, pero no se le ocurría qué más inventar para salir de esa absurda situación. Además en un impulso había arrastrado a Ryu con él para separarlo de Alicia, qué idea más estúpida. Debería confesarlo todo y dejar libre a su amigo para que siguiera pasando un buen rato con la chica, de verdad quería poder decírselo, pero no podía. No quería que ellos dos estuvieran juntos. Se sentía un egoísta y se avergonzaba de sí mismo.

 

- Siento haberte arrastrado a esto, Ryu. Seguro preferirías… estar con…

 

¿Cómo preguntárselo? ¿Decirle: con tu novia? Quizás, pero tenía miedo de la respuesta.

 

- No te disculpes, no me molesta en absoluto.

- b-bien…

 

Retrocedían e iban cada vez más atrás, obviamente sin tener éxito en la búsqueda. El moreno se rompía la cabeza, pensado como hacer para fingir encontrar su teléfono móvil y así terminar con el sinsentido. Tampoco podían volver con las manos vacías porque luego aparecería con él de todas formas. Además no le apetecía para nada regresar con los demás, tener que tomar de la mano a Megumi y continuar como si nada. Ni tampoco quería que Ryu fuera con Alicia y volvieran a besarse.

 

De pronto, habían llegado al estacionamiento. Entonces siguieron hasta donde estaba estacionada la van y así fue que terminó el camino.

 

- podría estar adentro… -habló el dragón.

- no… recuerdo que me bajé con él…

 

Se quedaron parados allí, en silencio, durante algunos segundos, como si estuvieran en un callejón sin salida.

 

- ¿y ahora qué? –preguntó Ryu.

 

Antes de que Kyu pudiera responder sonó el timbre de un móvil. Era el timbre de SU móvil que estaba en SU bolsa. Había sido descubierto. Sacó el aparato verificando que la persona que lo llamaba era Megumi. Miró al dragón como esperando una reprimenda que llegaría en cualquier momento.

 

- contesta – le ordenó el azulino con un tono de voz neutral.

 

El moreno obedeció.

 

- hola.

- ¡Kyu-kun! ¡Qué bueno que encontraste tu móvil! Pensé que si te llamaba y lo hacía sonar sería más fácil que encontraras.

- sí… muchas… gracias… los alcanzamos en un rato más, adiós.

- bueno, no demoren, adiós.

 

Colgó y se quedó con la vista en el equipo en su mano. No sabía cómo explicarle a Ryu que le había mentido todo el tiempo. Era un idiota impulsivo, ni siquiera había pensado que una simple llamada lo podía descubrir.

 

- Qué idiota soy… lo tenía en mi bolsa… je je

 

Dijo finalmente sin poder soportar más la tensión. Luego miró a Ryu quien levantó una ceja.

 

- No me crees ¿cierto? –preguntó rindiéndose.

- ni un poco… ni siquiera al principio.

- ¡¿eh?! ¡¿lo sabías desde el comienzo?!

- sí… -alivió su expresión hasta que casi parecía que la situación le hacía gracia- siempre te he dicho que eres muy malo mintiendo ¿no?

-mmm… no creo ser tan malo, los demás me creyeron… Yo diría que tú me conoces demasiado bien, por eso me lees tan fácilmente

 

Concluyó apoyando su espalda en el automóvil, sin sospechar que había dejado al peliazul sin palabras.

 

- nunca… lo había visto de esa manera…

 

Luego de un silencio el de mirada dorada preguntó:

 

- Si sabías que era mentira entonces ¿por qué me seguiste la corriente?

 

Ryu sonrió, sabía perfectamente cómo responder a eso:

 

- Yo no te interrogaré si tú tampoco lo haces.

 

Habían interrogantes que serían muy difíciles de responder si su amigo las formulaba, por lo cual aceptó la propuesta:

 

- Trato hecho.

- volvamos entonces.

- ah… sí… -respondió el peliverde no muy contento.

 

En el camino de vuelta con el grupo, Kyu caminaba atrás de Ryu, siguiéndolo con la cabeza gacha.  Así terminaba su patético montaje, pensaba el moreno. Sin lograr nada más que una vergonzosa escena junto con hacerle perder tiempo a su amigo. Debía aceptar que algún día Ryu se enamoraría, que incluso se casaría y formaría una familia con su bella esposa. Suspiró. Era mejor pensar en otra cosa, ya que aquellos pensamientos le dolían demasiado. Levantó la cabeza y miró la espalda de su amigo. Solamente quería pasar el máximo tiempo posible con él, antes de que la triste realidad se le estrellara en la cara algún día.

De pronto, al mirar a su alrededor notó que los puesto no le eran para nada familiares.

 

- ¿Ryu? ¿nos perdimos? –preguntó mirando hacia todos lados, desorientado.

- no nos hemos perdido –respondió él con toda la calma del mundo, atrayendo la atención del peliverde- pensé que recorrer el mismo camino por tercera vez sería aburrido, así que tomemos una desviación.

 

Ante esas palabras la expresión de Kyu pasó de la confusión a una amplia sonrisa. ¿Acaso era posible que su amigo estuviera pensado lo mismo que el? Qué estúpida pregunta, si ellos solían pensar lo mismo hasta el punto de que parecían tener telepatía. Ahora tenía sentido el que Ryu le hubiera seguido la corriente todo el tiempo, también quería pasar tiempo a solas con él. Lo cual significaba que Alicia no era tan importante y quizás ni siquiera le gustaba. Respiró aliviado y sin demorar más agarró al dragón del brazo, llevándolo con él a donde quiera que su impulsiva mente encontrara atractivas entretenciones.

 

 

La pareja de amigos había avanzado gran parte del camino, en el cual habían probado muchos alimentos, jugado toda clase de juego japonés, incluso habían visto un espectáculo de danza y de malabares con fuego muy impresionantes. Entonces fue que vieron una larga fila saliendo de un puesto de comida rápida.  Al acercarse para saber de qué se trataba vieron un letrero que decía “Takoyaki de pez dulce”.

 

- Suena interesante ¿no crees, Ryu?

- supongo, nunca lo había oído.

- ¡quiero probarlo!... voy a ponerme a la fila.

- es… una fila muy larga…

- ¡eso quiere decir que debe ser delicioso!

- no me gustan mucho las cosas dulces… te espero aquí al lado.

- bueno, pero… si-te-no-para-volver…

- ¿eeh?

 

No logró entender el resto de lo que su amigo había dicho, producto de que éste salió disparado a ponerse a la cola, alejándose de él y el ruido del ambiente cubrió su voz. Sacudió la cabeza ante otra demostración de la inagotable cantidad de energía que era típica en Kyu.

En seguida, se acercó al puesto que había indicado antes. Allí vendían pulseras de muchas variedades, entre otras cosas. Había querido regalarle algo al peliverde para que lo tuviera siempre presente, una pulsera era una buena opción y con su amigo lejos y distraído esta era su oportunidad. Las miró cuidadosamente hasta que una llamó su atención. Era de doble correa negra, con una pequeña placa de metal al centro, que tenía grabados los kanjis de Datsuzoku (脱俗). Eso le recordó instantáneamente la personalidad de Kyu, esa era la belleza que él veía en el moreno y el sacarlo de su limitada concepción del mundo era justo lo que el muchacho había hecho por él. Así que sin pensarlo dos veces la eligió para regalársela.

 

Al paso de unos minutos Kyu se reunió nuevamente con Ryu, llevando una brocheta donde estaban ensartadas las bolitas de takoyaki.

 

- ¡Ryu, esto sabe muy muy bien! – exclamó con los ojos brillosos.

- ¿en serio?

- ¡Sí! ¿quieres? –le ofreció acercándole la brocheta.

- no realmente, sólo quiero probar su sabor –respondió.

 

Entonces envolvió la mano del moreno con la suya, guiando  la vara a su boca, para sacar un trozo de una bolita a medio comer.

 

- De verdad es muy dulce –comentó.

- eso fue como un beso indirecto ¡jajaja! –exclamó livianamente el peliverde, haciendo que el dragón se sonrojara- ¡oh, mira! ¡pulseras! –chilló luego distraídamente y se acercó a mirar algunas.

 

Este chico es muy imprevisible-pensó Ryu- … un beso indirecto ¿qué clase de persona dice algo así? –se volvió a sonrojar- nunca se me hubiera ocurrido verlo de esa forma, pero… -miró a su amigo quien estaba concentrado en los accesorios- supongo que sí fue un beso indirecto.

 

- Oye, Ryu ¿qué significa eso? –preguntó Kyu mientras señalaba al mostrador, sacando al dragón de su monólogo interno- yu… gen.

- eso es… un principio de la estética japonesa… una forma de belleza en el arte.

- ¿y qué significa?

- misterio, sutileza… se trata de encontrar la belleza en lo que no se muestra completamente…

- wow… tu sabes sobre muchas cosas… -el peliazul se encogió de hombros como respuesta- sabes… me recuerda a alguien.

- ¿ah, sí?

- ahá. Quiero comprar esta –le dijo al vendedor.

 

Una vez tuvo en sus manos el pequeño sobre que guardaba el accesorio, estiró el brazo ofreciéndosela a Ryu.

 

-toma, es para ti.

 

Habiendo superado la sorpresa inicial, el dragón rió suavemente.

 

- ¿qué pasa? ¿es extraño lo que estoy haciendo? –preguntó el moreno con un puchero.

- no, no… es sólo que…

 

Sintiendo que las palabras sobraban, sacó de su bolsa un sobre idéntico y se lo ofreció. Su compañero lo abrió, comprobando que allí dentro también había una pulsera.

 

- La compré cuando estabas haciendo la fila, es para ti…

 

Entonces Kyu también rió. Fue una risa tan suave y delicada que nunca antes había oído de él. Luego esa hermosa mirada dorada se encontró con la suya. Estaba teñida de una dulzura que le arrebató la respiración y le hizo dar un brinco a su corazón.

Y fue que Ryu se acercó a Kyu, tanto que podía sentir su respiración. Le quitó la pulsera de las manos con gesto afable y se la amarró en la muñeca derecha. El accesorio era muy fino, no destacaba mucho, pero se veía bien. En seguida, el peliverde hizo lo mismo con el obsequió que le había dado al dragón. Aquella pulsera era de una correa también de color negra y al centro tenía un pequeño anillo ajustado donde mostraba los kanjis de Yugen (幽玄).

 

- Datsuzoku… ¿qué significa? –preguntó calmadamente, con la muñeca alzada y la vista en ella, sin alejarse un milímetro más del azulino.

- también es un principio estético… tiene relación con… escapar de lo ordinario, trascender a lo convencional, liberar de los canones. Tú… -Kyu levantó la mirada y el peliazul continuó diciendo mientras lo miraba a los ojos- tú me liberaste de lo que me habían enseñado sobre la vida, me ayudaste a aprenderlo por mí mismo y no es como ellos me decían…

 

Kyu tragó en seco. Estaban muy cerca y las ganas de besarlo de antes no eran nada comparado con el feroz impulso de ese momento. Y es que lo que Ryu le estaba diciendo le hacía pensar que quizás tenía una oportunidad. Iba a rendirse a sus impulsos cuando se oyó una voz masculina resonar por todo el lugar.

 

-“Bienvenidos todos a un nueva versión del festival de verano en el pueblo X, correspondiente al presente año. Es momento de dar inicio a nuestra celebración más importante. Por favor todos acérquense al escenario”.

 

Intrigados ambos amigos siguieron al flujo de gente y caminaron adentrándose en la feria hasta que llegaron a una especie de claro donde las hileras de puestos convergían. Allí estaba el escenario. Entonces una mujer vestida con un traje de sacerdotisa habló por micrófono diciendo que se daba inicio al ritual de la sacerdotisa correspondiente a ese año. Para los turistas comenzó a explicar que en la celebración debían construir  un globo de papel con papel de arroz, un armazón de bambú y una concha especial que iba en la base. Aquella, agregó, sólo se podía encontrar en esa playa.

Era un ritual que consistía en que dos personas enamoradas buscaran la concha especial juntas y armaran con ella un globo de papel, de manera que su función era portar el algodón embetunado con aceite que se incendiaría para hacer flotar el conjunto. En unas tiritas de papel debían escribir sus deseos, luego estas debían ser atadas al globo y en seguida se lo lanzaba al cielo para que con la ayuda de los dioses del mar y de la tierra, que habían sido testigos de ese amor, elevaran las peticiones de los amantes al dios del cielo para que, bajo la bendición de las tres grandes deidades estuvieran juntos para siempre. Esta celebración se hacía todos los años y tenía su origen en una leyenda, la cual comenzó a relatar a continuación.

 

 

Continúa...


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