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Nuestra Pequeña Rutina por lakyday

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Notas del capitulo:

holass aqui les dejo otro capítulo, se me han ocurrido algunas cosillas asi que no tardaré en publicar la continuación...

 

un detalle, el anubis que decidi utilizar en esta historia no es el de la serie sino el del manga que se llama Kerberos si alguien no sabe quien es dejo este link para que se haga una idea: http://fc08.deviantart.net/fs10/i/2006/096/d/4/Kelbros__Pluto_by_sapphireyuriko.jpg

debo confesar que aunque conozco poco a este personaje me gusta demasiado jajaja! y una relacion de obsesión/odio con Ryu me motiva mucho *¬*

Capítulo 20:  “Una visita indeseada y una amenaza latente”.

 

Esa tarde cuando Ryu volvió a su casa después de ir a festejar con sus amigos, Yurie personalmente le abrió la puerta como si lo hubiese estado esperando hace mucho. En sus ojos pudo ver preocupación y la orden de mantenerse impertérrito. Lo saludó con una cortesía excesiva y le pidió que la siguiera hasta el living de la mansión. Cuando ingresó al lugar y vio a la persona que lo esperaba allí todo tuvo sentido.

 

- konban-wa, Amakusa-sama.

 

Le saludó con una delicada reverencia, el pálido hombre de cabello negro y ojos dorados que vestía un impecable y ajustado traje plateado, con camisa blanca y corbata de seda color rojo sangre.

 

- Anubis... -murmuró con desprecio.

- jajaja -rio jovial el súbdito que no era más de 12 años mayor que su amo-  preferiría que me llamara Kerberos, pero si mi señor me nombra así entonces instantáneamente he cambiado de parecer.

 

El comentario no provocó gracias alguna ni a Ryu ni a Yurie, quienes estaban más bien tensos, pero al hombre pareció no importarle.

 

- ¿Yurie-san, dónde se encontraba nuestro maestro que ha tardado tanto en regresar al hogar?

 

La mujer miró al dragón perturbada y luego cerró los ojos con resignación para responder:

 

- yo... no lo sé, Kerberos-sama.

- oh... pero cuanta desdicha me provoca oír eso.

 

Exclamó el interrogador con una expresión de lástima que a nadie logró convencer.

 

- ¿no se supone que has de cuidar a Amakusa-sama? Al heredero, a nuestro príncipe.

- sí, mi señor, pero...

-no hay excusas, mujer- replicó mortalmente serio  y con frialdad, para luego continuar con su cinismo de siempre- ¡Qué malos hábitos se adueñan de un alma empoderada y mediocre! ¡Aquellos que causaron la huida de nuestro maestro!

- ¡ya basta! -intervino el dragón muy enojado- No te permitiré que le hables así. Yurie no fue la culpable de que me fuera de esta casa y no hay necesidad de que controle todo lo que hago en mi tiempo libre, así que déjala en paz.

 

La mujer permaneció rígida con la cabeza gacha y los ojos cerrados, mostrándose neutral. Mientras que Kerberos tuvo que obligarse a disimular su sonrisa. Ryu sabía que disfrutaba ser el blanco de su odio y sus escapes de ira. Ese hombre le daba escalofríos, estaba obsesionado con él y eso lo tenía muy claro.

 

- lamentablemente es mi deber supervisarla, mi señor -le respondió calmadamente- mas si usted la estima tanto estoy dispuesto a ser menos imparcial con ella. Retomando mi inquietud ¿podría decirme dónde estaba y con quién?

 

Esa no era una petición sino más bien cortesía y ciertamente estaba obligado a responder según reglas que había aprendido hace mucho tiempo.

 

- estaba con mis compañeros de la sección Q -le dijo con indiferencia - querían mostrarme su compañerismo, ya que finalmente no abandoné la academia y fuimos a un karaoke. Pero más importante aún quiero que me expliques cómo demonios hipnotizaste a Megumi-san -trató de parecer sereno aunque la rabia había refulgido en su interior.

- ¿eh? ¿Qué le hace pensar que fui yo, mi amo?

- no me trates de idiota, sé que fuiste tú. Ninguno de tus aprendices es tan poderoso como para hipnotizar a alguien y transmitirle un mensaje con apenas un símbolo visual.

 

Kerberos sonrió resignado.

 

- disculpe mi ofensa, mi príncipe. Usted no es un ingenuo ni un tonto, es más, hubiese sido mi aprendiz más talentoso si no despreciara el humilde arte de la hipnosis. Así que está en su derecho: castígueme como crea necesario -le dijo inclinándose con devoción.

 

Ryu realmente detestaba a este tipo. Jamás en su vida había aceptado siquiera una vez alguno de sus ofrecimientos, primero porque torturar o castigar no eran acciones agradables para él y segundo porque el muy bastardo lo disfrutaría.

 

- no trates de evadir el tema. ¡¿Cómo lo hiciste?! -exclamó comenzando a perder la compostura.

- no se lo diré, lo siento.  Esa información me la puedo reservar como maestro. Sin embargo, se lo diría si aceptara ser mi estudiante nuevamente.

- nunca lo haría -le respondió con una férrea voluntad- Si no me cuentas sobre el método entonces dime la razón. Ya he vuelto a casa. Junto a mi familia. ¿Qué pretendías con ese mensaje?

- mi amo, yo pretendía justamente lo que usted ya sabe -respondió sumisamente, mas con una deshonesta perspicacia, ya que a propósito había hecho sentir al azulino que no le era muy difícil leerlo.

 

Efectivamente el dragón tenía en mente la posible intención de Anubis. Y hubiese deseado estar equivocado, porque pensaba en la posibilidad más siniestra y retorcida: El hombre sólo estaba jugando con él. Utilizando a sus amigos para atormentarlo y hacerle sentir culpable, podía alzarse en su mente como una silenciosa y traicionera sombra que lo abarcaba todo y de la cual no había escapatoria. Quería controlarlo a través del miedo o en su defecto la prudencia. Esa era la bizarra razón y por eso no podía admitirlo en voz alta, dándole a cambio una respuesta vaga.

 

-le he traído un obsequio, mi señor.

 

Continuó diciendo mientras inclinaba levemente la cabeza hacia adelante y extendía elegantemente el brazo con la palma abierta en la misma dirección. Entonces Ryu volteó a mirar lo que señalaba tras de él y vio que, en un mueble apoyado en la misma pared cuya puerta había cruzado previamente, se encontraba un grueso florero de cristal pálido que soportaba un gran ramo de rosas negras.

 

- usted es mío, para siempre, no lo olvide -le susurró con malicia y deseo.

 

El azulino se sintió enfermo y asfixiado al captar su mensaje, pero tuvo el temple suficiente para atacarlo.

 

- mi abuelo está contento de que yo haya vuelto, por lo tanto él no te encomendó venir a aquí. Así que vete y déjanos en paz o te daré problemas -le dijo amenazante.

-me rompe el alma que me amenace con algo tan trivial como lo es acusarme con su abuelo, mi amo -respondió con expresión de dolor tan genuina como bizarra- Preferiría verlo utilizar métodos que estuvieran más a su altura. Sin embargo, tiene razón. Esta visita fue más bien con motivos personales. Fue un verdadero placer volver a verlo, maestro. Disculpe mi intromisión y me retiro enseguida... aunque... eso no quiere decir que me retracte de nada.

 

El dragón permaneció firme cuando Kerberos pasó a su lado en retirada y antes de que saliera le llamó en un susurro. El hombre le dirigió la mirada y entonces Ryu empujó con altivez el pesado florero con las rosas, haciéndolo caer al suelo y quebrarse en pedazos. Esparcidas en el piso quedaron las rosas negras despreciadas y basureadas. El hombre le sonrió desabridamente sin poder evitar un tinte de resentimiento y un dulce placer asaltó al dragón quien se sintió satisfecho con arruinarle esa cínica sonrisa que siempre llevaba en el rostro. Finalmente el hombre siguió su camino y abandonó la casa.

 

Cuando Yurie volvió al lado del azulino después de despedir en la puerta a su superior, quiso limpiar el desastre pero éste la detuvo.

- no las recojas hasta mañana -le ordenó enojado.

 

Luego subió las escaleras y se encerró en su habitación. Cerró la puerta tras de sí, apoyando la espalda en ésta y luego se deslizó hasta el suelo con abatimiento para finalmente quedar sentado con el rostro escondido entre los brazos que abrazaban sus rodillas. Realmente esperaba que Anubis estuviera sólo de pasada porque si se quedaba cerca sería un gran dolor de cabeza. Él era una persona muy peligrosa lo que se evidenciaba en que había sido capaz de usar a Megumi para manipularlo, poniendo su vida en juego aun cuando ella era una de los posibles sucesores de Dan Morihiko. Además era astuto y tenía esa enfermiza fijación con su persona, por lo cual era capaz de hacer cualquier locura incluso a espaldas de Hades. Y estaba seguro de que hipnotizar a la pelirrosa había sido una de ellas, así que la mejor opción que tenía era contarle a su abuelo lo que había hecho y esperar a que él le llamara la atención para asegurarse de que no volviera a meterse con sus amigos. Eso era lo único que podía hacer para protegerlos, además de contar con las medidas de seguridad que el profesor Dan adoptaría. Se sentía impotente y angustiado. Ese hombre era su mayor pesadilla.

 

 

Al día siguiente Yurie despertó a Ryu temprano en la mañana, ya que desde ese día en adelante retomaba las clases particulares. Durante el transcurso del día y salvo algunos cortos descansos como el del almuerzo Ryu estuvo atareado hasta que fue la hora de ir a la academia. 

Las clases se sintieron más demandantes ese día en particular y es que entre retomar su anterior ritmo de vida y el angustiante asecho de Anubis no lograba concentrarse en lo que tenía delante. Claro que tampoco las clases le ayudaban mucho a sacarse de la cabeza el problema de Meiosei, porque dado el accidente del día anterior el profesor Dan había encomendado a algunos selectos profesores enseñarles todo lo que sabían sobre la organización de asesinos a la que se estaban enfrentando para que tuvieran las herramientas necesarias cuando se encontraran cara a cara. En fin, resultó ser un gran reto para Ryu el comportarse como todos los demás sobre todo en las ocasiones en que alguna información estaba errada y él no podía corregirla.  

De esa forma pasó la tarde hasta que las clases terminaron. El profesor acababa de dejar el salón y todos ordenaban sus mochilas cuando Kyu le habló a Ryu en el asiento de al lado.

 

- ¿Ryu... está todo en orden? -le preguntó en tono casual, pero sin poder esconder completamente su preocupación.

 

El dragón interrumpió su acción para mirarlo y en seguida la retomó al tiempo que respondía:

 

- todo bien, ¿por qué me lo preguntas?

- no lo sé... me pareció que estabas distraído.

- ah, sí. Debe ser porque estoy cansado, hoy retomé mis clases particulares así que no he tenido descanso desde la mañana -respondió por no decir que eso era a causa de Anubis.

 

- bueno, esa era mi segunda pregunta, luces cansado jeje

 

El dragón sonrió con un poco de preocupación, a pesar de ser tan inocente Kyu era perspicaz y por poco no lo había convencido con su respuesta.

 

-pero... -el peliverde se puso serio de pronto- si estás preocupado por lo que pasó con Megu-chan quiero que sepas que yo confío plenamente en el profesor Dan. Él sabrá qué hacer y cómo protegernos, así que no te preocupes de más.

 

El dragón se resignó, Kyu tenía razón puesto que sus manos estaban atadas y debía confiar en el detective también. Aunque le era un tanto difícil desde que la DDS sólo manejaba una acotadísima información sobre Meiosei.

 

-tienes razón... También confiaré en él.

- bien. Y dime, ¿qué es eso de las clases particulares?

- ah, es que desde que terminé las materias de la preparatoria mi abuelo me ha hecho estudiar otras cosas relacionadas con... el... negocio... familiar... -la inseguridad le hizo terminar la explicación casi en un susurro y es que sentía que había hablado de más- y ahora que he vuelto a casa debo retomar la rutina, es un poco agotador volver a acostumbrarme a ella.

- ¡wow, sugoi! Pero... deberías tomártelo con calma mientras te acostumbras - le dijo atento al comentario de que había estado ocupado todo el día.

- sí, Yurie es a veces muy exigente...

 

Aunque se excusara con Yurie de que con tanto trabajo no rendiría en la academia nada lograría, puesto que sabía muy bien que la mujer llenaría su tiempo con responsabilidades para que no tuviera espacio de ver a Kyu. Después de que le había costado tanto recuperarlo no bajaría la guardia otra vez, aún más si Anubis estaba sobre ella.

 

- ¡Qué curiosidad! ¡Dime, dime! ¿de qué son tus clases? -le preguntó con admiración.

- eh... etto...

 

Ryu tardó unos segundos en responderle, ya que primero tenía que pensar muy bien qué decirle. No podía ir y contarle que estaba tomando clases de una gama de artes marciales o de entrenamiento y capacitación en armas y todo lo que pudiese ser utilizada como una o de lenguaje encriptado para codificar mensajes o de expresión corporal, entrenamiento vocal y caligrafía para poder suplantar identidades, etc etc. Estudiar esas cosas no era normal.

 

- bueno, clases de... de...

 

Por su buena suerte o mala según se daría cuenta luego, su móvil sonó dentro de su bolso y tuvo que interrumpir su balbuceo para sacarlo y contestar.

 

- moshi-moshi

- amo, Ryu- oyó la voz de Yurie al otro lado de la línea- estoy estacionada a la salida de la academia y ya han pasado diez minutos desde que terminó la jornada, por favor no me haga esperar más.

- recuerda lo que hablamos sobre mi tiempo libr-

- precisamente ese es el punto -le interrumpió- tiene un asunto programado.

 

Era tal y como lo había predicho. El trato era que en su tiempo libre tenía el derecho de hacer lo que quisiera mientras que atendiera bien todas sus responsabilidades. Pero la mujer estaba haciendo que ese tiempo fuera demasiado escaso.

 

- no me darás un respiro ¿o sí? -preguntó con un leve matiz de súplica.

- no, lo siento... Lo estoy esperando.

 

Luego de decir eso, ignorando por completo la súplica del azulino, colgó el teléfono. Ryu guardó su móvil y suspiró con resignación.

 

- me tengo que ir, mi madre me está esperando afuera -le dijo a todos, ya que mientras hablaba por teléfono los demás los habían rodeado.

-oh, está bien -el moreno pareció decepcionado aunque luego respondió con una amplia sonrisa-  ¡Nos vemos mañana!

- sí. Mata-ne.

 

Seguido salió del salón dejando atrás a sus cuatro compañeros.

 

Ajeno a la conversación del grupo, Kyu se quedó mirando con decepción la puerta tras la cual había desaparecido el azulino. Esperaba una despedida más afectuosa por parte de su novio, pero a cambio había recibido una como tantas otras, aunque con Megumi presente eso sería un poco incómodo y estaba seguro de que el dragón lo había observado. El moreno suspiró. Qué lástima, no había podido darle un solo beso y un día sin recibir un beso de Ryu era un día desperdiciado.

 

-¿Kyu-kun... -le habló la pelirrosa llamando su atención- nos vamos juntos a la estación?

- claro -le respondió con una sonrisa casual.

 

Entonces se despidieron de Kintaro y Kazuma a quienes les tocaba el aseo del aula durante esa semana y emprendieron el viaje a casa.

 

- Kyu-kun... -habló tímidamente y con la cabeza gacha la joven mientras viajaban en el vagón del metro- siento... ser una molestia para ustedes dos.

 

El peliverde se sorprendió por la declaración y se apresuró a responderle con cortesía:

 

- ¡¿ pero qué dices tan de repente, megu-chan?! ¡No eres una molestia en absoluto!

 

La chica sonrió con timidez pero sabiendo que Kyu sólo lo decía para hacerle sentir mejor.

 

- está bien... Pero yo sé que lo soy, si no Ryu-kun se hubiera despedido de ti más adecuadamente, con un beso quizás y tú no lucirías decepcionado.

- v-verás... eso... -no tenía como defenderse mientras balbuceaba mirando al techo.

- por eso quiero que sepas que no me importa. No  se fijen en mí porque yo estoy feliz de que estén saliendo, en serio. No sé dónde tenía la cabeza antes, pero no soy la misma -le dijo con honestidad.

 

El peliverde no sabía cómo responder a eso, se sentía tan aliviado y feliz que sólo murmuró:

 

- bueno, gracias, megu-chan.

 

Continuará…

Notas finales:

espeo que les haya gustado, chau!


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