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Me envenenan los besos que voy dando... por Tavita

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Notas del capitulo:

Bueno, me dijeron por qué no agregaba más capítulos. Y se me ocurrió (algo deprimente, pero es lo que hay) de buscar canciones tristes -y que han marcado en muchos aspectos mi vida T_T- para ir agregándolas.

 

Esta canción es de Sanz (seguimos con los autores españoles)  me encanta! pero no sé si quedó muy bien con la temática.

en fin. esto es libre creación así que espero que les guste!

cariños por montones ;)

Nuestro amor era igual que una tarde de abril

que también es fugaz, como ser feliz

Yoh se apoyó en la muralla esperando a que la primera luz del día le diera la señal que le decía que se le otorgaban otras 24 horas más de vida antes que los hombres de Fei Long, los de Arbatov o los de Asami, lo encontraran. Tenía 24 horas más para recuperar energías… al menos las necesarias para reponer su camino delirante, al ser incapaz de dejar de lado un amor no correspondido y volver a su búsqueda suicida.

Llevaba unas cuantas semanas escapando de los hombres de Fei Long, que lo quería muerto por haberlo traicionado con el peor de sus enemigos, con el hombre que era capaz de hacer cualquier cosa con tal de recordarle aquella herida abierta y sangrante que significó el nunca tenerlo. Los hombres de Arbatov lo seguían porque para el hombre, Yoh era el último nexo que Fei Long tenía con Asami, alguien que había que eliminar por el simple hecho de estar en el bando equivocado… y los hombres de Asami lo perseguían porque, contrariamente a lo que su jefe le había dicho, tocó la reliquia preciada que debía haber resguardado, cometió el terrible pecado de haber tocado aquello que no era suyo.

Sin embargo, para el que fuera el hombre con mayor confianza de Fei Long en Baishe, la muerte se parecía mucho a lo que estaba viviendo en ese momento, entre medio de las sombras de las calles de Hong Kong, a la espera de que las heridas –las ganadas en el incidente del barco casino, y las más recientes- se sanaran para seguir buscando la forma de llegar a Fei Long, encontrar cualquier camino que lo llevara hasta él no para pedir misericordia, sino para morir con el alma en paz sabiendo que éste se había ido gracias a la mano del hombre que le robó el sueño… quería dejar una huella en la vida de Fei Long, la que fuera, que lo recordara como el hombre cercano que había sido durante esos siete años… como amigo, como guardia, como conocido… ¡Maldita sea! Daría lo que fuera con llegar a ser la alfombra donde deja sus zapatos!

Asami se había dado cuenta de las razones de su carácter tan servicial, él, que cuando lo conociera lo primero que le entregó fueron dos patadas y un puñetazo en la cara por intentar jugar con él. Conocía a Asami y su lugar en el bajo mundo, pero eso no evitaría que le diera una lección al hombre si podía hacerlo. Aun así, lo contrató, lo mantuvo a su lado hasta que le entregó en bandeja el peor de los castigos, como si una burla fuera el destino que lo llevara a los brazos de aquel hombre perfecto… pero intocable. Sabía que Fei Long era codiciado por el japonés, sabía que llegar a poner los ojos en él significaba ganarse el odio del hombre, el que lo había recibido y por el cual podía ganarse la vida sin muchos problemas. Había lealtad con Asami, eso nunca debió haberlo olvidado.

Pero lo olvidó.

No fue necesario que pasara mucho tiempo dentro de la cárcel, donde conoció a Fei Long, cuando se dio cuenta que aquella tarea sería demasiado complicada llevarla a cabo sin caer en las redes de aquel hombre mitológico. La seducción inherente a la sangre que llevaba, tan natural como el respirar, lo envolvía en una nube de ensueño que poco a poco lo llevó a caer a sus pies sin ninguna otra condición que el poder estar cerca de él.

La primera noche que estuvieron libres, Fei Long mandó a buscar por él para ofrecerle un trabajo dentro de la organizaciòn. Como agradecimiento y como parte de su nuevo equipo, Yoh tenía un lugar asegurado dentro de Baishe. Sin embargo, los negocios eran lo menos importante para Fei Long. En la residencia Liu, los recuerdos del enfrentamiento con su hermano, lo que pudo haber sido con Asami y el dolor de saber que éste matara a su padre seguían tan latente, que el dolor punzante recorriendo la herida en su pecho era como si esta estuviera recién hecha. El dolor se veía reflejado en esos ojos ambarinos mientras lo llevaba a hacer el recorrido por todas las habitaciones, explicándole que lo necesitaba, que no podía darse el lujo de no tener gente en quien confiar que lo ayudara a levantar lo que fuera la familia Liu… él le pidió que se quedara porque “lo necesitaba” y con eso fue suficiente. Las órdenes de Asami eran quedarse cerca de aquel hombre, y por primera vez, desde que trabajara para el japonés, hacía un trabajo de muy buena gana.

-esta será tu habitación, si decides quedarte- recuerda que le dijo para finalizar el recorrido. Como si fuese posible rechazar aquella invitación- está junto a la mía, para que puedas venir en caso de cualquier emergencia- volvió a hablar mientras levantaba la mano para que los camareros abrieran la puerta. Ambos entraron a una amplia sala de baldosas de mármol con bellas cortinas que enmarcaban amplios ventanales. Las aplicaciones de bambú, plantas naturales y muebles de caoba daba al lugar un aspecto sobrio, de buen gusto y moderno. La puerta se cerró tras ellos dejando a Fei Long como amo y dueño del lugar- no quisiera quedarme solo en esta inmensa casa… sería un honor para mi que consideraras mi hogar, como el tuyo. Como pago a todo lo que hiciste por Baishe cuando estuve en la cárcel…

-no es necesario que pagues por eso- dijo moviéndose e intentando no perderse ninguna de las expresiones del chino a pesar de la media luz que reinaba en la habitación. La noche, como ahora, lo envolvía todo en aquella ocasión, aun cuando, a diferencia de lo que sucedía en su realidad tras el incidente en el barco casino, el ambiente era mucho más cordial y prometía grandes cosas para el futuro- con gusto lo volvería a hacer…

Fei Long sonrió con aquella coquetería natural, apenas con la comisura de los labios

-eso quería escuchar- dijo mientras se movía lentamente, acercándosele como una serpiente a un pequeño ratoncito en medio del campo- pero me gustaría contar contigo en esto, Yoh.

Lo siguiente fueron gestos significativos que duraron días, y semanas, y meses. Mientras más pasaba el tiempo, más enamorado estaba Yoh de Fei Long, y éste más lo torturaba para probarlo, para saber si efectivamente podía confiar en él, hasta la noche fatídica en la cual selló su destino y fue sentenciado a muerte por su propia debilidad.

Se cumplía otro aniversario de la muerte de su padre adoptivo, la diferencia con los demás aniversarios, era que esta vez se encontraba en la residencia que lo vio morir lo que hacía los recuerdos más vívidos de lo que se imaginaba, sentado en aquella habitación utilizada por él y sólo algunos de sus soldados, los con mayor jerarquía y confianza, podían ingresar para beber algo y descansar. Sin embargo, cuando estaba él, nadie se acercaba en señal de respeto, lo dejaban disfrutar de la soledad de su hogar que estaba abierto para quienes sirvieran bien a Baishe.

La puerta se abrió repentinamente, Yoh entró sin darse cuenta que su maestro estaba ahí, semi escondido en el amplio sillón de cuero que miraba al ventanal que daba hacia el parque de rosas de la residencia. Como todos los días, casi a la misma hora, Yoh entró a la habitación siguiendo su rutina; se sacó la chaqueta para dejarla colgada en uno de los percheros de la puerta principal, luego se sacó la corbata y desabrochó los primeros dos botones de la camisa para, finalmente, remangarse las mangas y servirse un corto de escocés y un vaso de agua… por separado. Una costumbre que le había aprendido a uno de sus clientes hacía mucho tiempo, cuando se bebía el corto del escocés separado del agua podía dejar de lado el sabor amargo pero seguir sintiendo el ardor delicioso del alcohol bajando por su garganta. Finalmente, pudo descansar y mirar hacia el hermoso parque que se abría paso con tenues farolas de colores…

-no sabía que bebías de esa manera- escuchó finalmente. Cuando entró a la habitación no se había dado cuenta que el sillón de cuero, el que se encontraba en la posición principal de la habitación estaba girado para dar vista a toda la habitación, pero sin ser visto en el caso de que alguien lo ocupara

Yoh se volteó asustado, no había sido capaz de darse cuenta que no estaba solo… y desarreglado

-no sabía que estaba acá, Laoban…- Fei Long levantó la mano para detenerlo

-no son horas para este tipo de protocolos, Yoh- dijo sonriendo a pesar de que sus ojos estaban brillantes de tristeza. Al guardaespalda no se le había olvidado la fecha y sabía perfectamente que los cambios de ánimos de Fei Long tenían relación con la llegada y alejamiento de este día- supongo que no me esperabas en este lugar…

-así es- contestó el hombre, notando que no iba a explotar con ira esta vez como sucedía en otras ocasiones. Aquel día el carácter del amo había estado especialmente complicado, según le dijeron alguno de los encargados del servicio de las cámaras internas de la residencia, por lo cual era mejor irse con cuidado para tantear terreno- esperaba que ya todo estuviera listo para el día de mañana….

-todo lo está, Yoh- dijo mientras se removía en el sillón. Fei Long estaba vestido con los mismos pantalones de diseñador color negro y la camisa blanca de su traje de terno hecho a la medida. Su cabello en una cola baja se desparramaba en su hombro izquierdo y en su mano derecha aun descansaba un buen escocés hasta la mitad.- sólo estaba pensando… ¿Sabías que fue en esta habitación donde murió papá?- dijo mirando todo a su alrededor- aunque no se veía así en ese entonces…

-creo que es mejor que vayas a descansar…- Fei Long tomó el escocés hasta el fondo y sonrió más para sí que para el hombre que, soslayadamente, le acababa de dar una orden. Pero era el bueno de Yoh, el que siempre iba a hacer lo correcto para su bienestar. Lo miró con los ojos febriles y sin el efecto del alcohol en la sangre, y se dio cuenta lo importante que era poder encontrar en alguien ese espacio de seguridad. Se le acercó moviéndose con el mismo sigiloso andar que lo caracterizaba, un espacio de seguridad en donde poder descansar era lo que necesitaba aquella noche, por lo cual no dudó en utilizarlo, como lo utilizaría más adelante. Aquel sería su espacio de completa calma y tranquilidad.

Sin que Yoh opusiera resistencia, le desabrochó por completo la camisa, lentamente pasó su mano por aquella piel curtida. Tan distinta a su piel que parecía de porcelana. Yoh tenía la atracción de lo tosco, como si fuera el hombre salido recién del barro con el primer aliento de vida entregado por los dioses.

-me acostaré cuando quiera, Yoh- comentó ahora con mucha más ganas de jugar que lo que tuviera antes. Aquello le estaba gustando- y con quien quiera hacerlo… ¿Estás dispuesto a ser aquella compañía?

Y no necesitó dar una respuesta.

Ambos desnudos se movían con intensidad y fuerzas, con la necesidad de doblegar al otro para no dejarse manipular. Pero Yoh siempre había tenido perdida aquella batalla. Él ya lo amaba, y para Fei Long, a pesar de tenerlo gimiendo sobre él, a pesar de que cerrara los ojos en el éxtasis de su descontrolado orgasmo luego de horas jugueteando en su desnudez, aquello no era más que una vía de escape de todo con lo que tuvo que lidiar.

Pudo haber sido feliz a su lado. Pero el líder de Baishe nunca se daría aquella oportunidad, no con alguien distinto a Asami.

 

pudo ser y no fue, por ser la vida como es

nos dio la vuelta del revés,

¿Lo ves?,

¿Lo ves?

Y Asami sintió el dolor de los celos ante la posibilidad que Yoh tuvo en los siete años de servicio en la residencia Liu. Sin embargo, para Asami, Yoh fue siempre leal hasta su llegada a Hong Kong, cuando finalmente se vieron luego de tantos años y pudo constatar de la tragedia que se estaba avecinando, no sólo para Akihito o Fei Long. Sino que también para él.

Primero vio el brillo delirante en los ojos del hombre de confianza. Luego los gestos que había adquirido luego de pasar horas y horas junto al líder de Baishe, Yoh se había mimetizado con su nuevo amo, se movía  como él, ponía caras y fruncía el ceño de la misma manera que lo hiciera el dragón… después de todo Yoh pudo verlo noche tras noche, compartir día tras día para saber a la perfección cómo se iba transformando en lo que era ahora, pudo aprender sus gustos, conocer sus tonos de voces… y sus miradas. Cuando lo vio entrar en la sala donde se reunieron, Asami se dio cuenta que Yoh llevaba todo grabado en su cabeza, como si de aquella información dependiera su vida, y aunque en cierta medida así era, también se dio cuenta que había abierto la puerta a una relación que le iba a carcomer la vida.

Y odió saber que el hombre se sentía a gusto en aquella situación, se imaginó verlo despertarse cada mañana con el corazón latiendo como loco sólo por escuchar las primeras órdenes de su amo Fei Long, porque se acostaba en las noches con las imágenes que más se habían grabado durante el día de Fei Long… hablando, caminando, leyendo o haciendo cualquier cosa. Porque ya se sabía sus gustos culinarios, literarios, musicales entre otros como los pequeños detalles –como el ocaso sobre el mar, que nunca se lo perdía, como el cariño especial que le tenía a Tao, por verse reflejado en el muchacho, o la maravillosa forma en la cual trataba a sus orquídeas para poder relajarse luego de un largo día de trabajo.

Sabía todo de Fei Long, lo había compartido todo con él. Había cambiado parte de su apariencia y había hecho un pacto de sangre para poder protegerlo… y aunque todo esto lo hiciera por estricta orden de él mismo, de Ryuichi Asami, era obvio por el blush que invadía su rostro que éste terminó haciendo más de lo que hacía sólo por cómo los engranajes de su corazón comenzaron a reaccionar ante la compañía constante de aquel hombre que le nublaba la razón.

Yoh estaba en la cotidianeidad de FEi Long y era feliz con eso… era feliz porque, de alguna manera, Fei Long también lo era.

Y era feliz sin él. Feliz sin Asami.

Fue entonces que se los imaginó uno acompañando al otro, los vio como si de un recuerdo real se tratase, contrastados en la luminosidad de las tardes de otoño, cuando el dorado sol los bañaba en el ocaso con tonos cobrizos que jugueteaban en medio de los pliegues de la ropa. Aquellas tardes donde, sin decir mucho, como siempre daba las órdenes, pero sin la premura de una orden exigente, Fei Long le pedía a Yoh, con todo el cariño del cual, estaba seguro, era dueño, que lo acompañase antes del té de la cena… los imaginó conversando y recordaba cuando Fei Long hablaba y sonreía por entre la comisura de sus labios…el líder de Baishe seguramente se levantaba dejando la taza de su exquisito té con esencias y especias en una de las finas mesas de madera para invitarlo a que lo siguiera… y en esos momento, él podía encontrar la gloria.

La maravillosa puerta del paraíso, un lugar prohibido para asesinos como ellos…

Ee podía ver en los brazos desnudos de Fei Long, entre medio de su cabello de seda fina y con sus labios posados en su cuello. Yoh se dejaba explorar, se dejaba acariciar y penetrar cuantas veces lo necesitara Fei Long, siempre con él como el único protagonista de una obra perfecta donde su alma estaba en juego…

Y Asami no sabía de esos encuentros, aquellos eran parte del trabajo con su amo Fei Long, no con él que deseaba saber no sólo acerca de los negocios, sino que también de sus relaciones, con quiénes se juntaba, a dónde salía y qué hacía con quién y en donde… y supo de todas y cada una menos de él, su fiel guardaespaldas que hacía de un delicado muñeco de felpa para retener el lado más dulce del hombre frío que era el dragón de Baishe.

Yoh había sido amante de Fei Long aunque supiera que perdería todo, como ahora mismo se demostraba por su lamentable situación.

Asami bebió de su trago servido mientras en el fondo de la vista panorámica de su departamento, podía verse la bahía de Tokio iluminada, más allá del mar, en algún lugar de Hong Kong, Yoh debía estar escapando de sus garras sabiendo que lo había traicionado y que aquella traición debía ser pagada con sangre.

 

Nuestro amor era igual que una mañana sin fin

imposible también como no morir

 

Luego de ver las dudas en los ojos del guardaespaldas cuando le pidió los documentos del casino, una ola de imágenes del Yoh que conociera y el que estaba parado frente a él se agolparon con la fuerza de la realidad… ¡fue entonces que todo se volvió extremadamente obvio! Desde los primeros indicios, en aquel viaje fugaz a la cárcel para saber de él, y cuando lo vio con aquel tono carmesí que reflejaba un patético amor no correspondido hasta las miradas furtivas que evitaba el hombre en su presencia. Recordó los pequeños detalles; las noches en las cuales no contestaba a pesar de ser muy tarde en la madrugada y que se suponía no tenía nada que hacer para Fei Long;  Las peticiones de hacer pequeños arreglos para que Fei Long “no sufriera la pérdida de su personal y luego sospeche de la infiltración!... pero por sobre todo, la razón por la cual ahora lo miraba a los ojos con el mismo tono desafiante que le conociera, pero con un secreto oculto que, si lo llegaba a saber, sería razón suficiente para perder la cabeza… y la perdió.

 

Los imaginó a ambos desnudos sobre una cama paradisíaca… ambos disfrutando de sí mismos totalmente ajenos a lo que él sintiera y lo que le gustaría hacer con aquel chino… Yoh sabía de sus deseos, sabía que estaba ahí sólo para que le contara sobre lo que aquel hombre poderoso hacía o quería, saber con quienes se juntaba para controlar cada minuto de su vida.

Yoh debería haber sabido que una traición como aquella no se pagaba más que con la muerte. Fei Long era de él, y no podría ser de nadie más que de él…. Su trabajo era sólo mantenerse en alerta ante la posibilidad de que otro ocupara su lugar… si llegaba a perder sus heridas, era posible que nadie más se acercara a quitarle el espacio que tan dolorosamente se había ganado con el hombre, Akihito abrió la puerta sacándolo de sus pensamientos.

El muchacho sabía, pensó para sí mientras se volteaba para mirarlo con los ojos delirantes por el rencor y la imposibilidad de pensar en sí mismo.

Lo sabía y no hablaría porque, tan ridículamente penoso como era para él aceptar que había dejado a Fei Long por preferir aquella herida persistente de su presencia, Akihito preferìa retenerlo el máximo de tiempo posible para poder guardar las migajas que pudiera recoger.

 

Dejó de ser o será

porque el diablo es como es

juega contigo al esconder,

¿lo ves?, ¿lo ves?

 

Akihito prefirió callar. Como había preferido desde que llegaran de Hong Kong. Desde su regreso de aquella playa donde sanaron sus marcas en la piel, pero se profundizaron las heridas en el alma.

En ocasiones como estas, donde el silencio constante de Asami le decía lo terriblemente alejado que estaba del hombre, se decía que venía un final trágico, uno en el cual Akihito Takaba, el muchacho alegre del cual él mismo se sentía agradecido, se perdería.

Estaba en un punto de no retorno, viendo como el hombre del cual se había enamorado seguía volviéndose loco ante la imposibilidad de estar con Fei Long, por alguna razón que él mismo no lograba entender, y sintiendo cómo él mismo se marchitaba por ser incapaz de dejarlo y volver a su vida normal.

No eran los que se conocieron, tampoco avanzaban a ser una pareja bien consolidada. Estaban en un limbo donde la desesperación reinaba con el desaliento de los amores no correspondidos…

¡Si tan solo Asami pudiera dejar de lado a Fei Long!... de voltearse para mirarlo a él y no a la espera de encontrar al Dragón de Baishe que siempre fue su obsesión.

-tendremos que dar término a todo esto- dijo finalmente, sacando valor de no sabía bien donde.

-a qué te refieres?

-a que si no te decides a olvidar a Fei Long… entonces decídete a dejarme ir.

 

Y ahora somos como dos extraños que se van,

 sin más como,

dos extraños más,

que van quedándose detrás.

Asami entrecerró sus ojos para sopesar a ese niño con el cual se había encaprichado. Aquel muchacho por el cual tantas molestias se había tomado, pero por quien no sentía el mismo nivel de obsesión que por el muchacho que dejara siete años atrás a merced de una organización que tan buenas ganancias le había dado durante todos estos años.

-sabes que tu libertad no es negociable- fue lo primero que se le ocurrió decir porque, en cierta medida, es lo que verdaderamente sentía.

El muchacho era su salvación, la única ancla a tierra que lo mantendría a flote si se mantenía esa ridícula obsesión de dañar a Fei Long para mantenerse presente en la vida del líder de Baishe. El muchacho sería su cura o, de otra manera, se iría con él al mismo infierno por haber tomado aquel rumbo en su vida.

Akihito no quiso seguir con la discusión. “su libertad” como lo había llamado… “no era negociable”

Aun cuando en sus pensamientos no había espacio para aquel cariño que verdaderamente sentía por el hombre, aun cuando los tormentos lo imposibilitaban para dejar sentir algún tipo de afecto.

Aun cuando sería capaz de morir con tal de sacarle una sonrisa, una mirada de reconocimiento… Asami no sería capaz ni siquiera del mínimo gesto de misericordia. Dejarlo partir para seguir con su vida, mientras él se consumía con sus recuerdos de un amor retorcido y que por eso mismo, nunca le daría más felicidad que aquella vivida, que no logró a ser plena felicidad.

-para qué haces todo esto- dijo ahora más para sí que para Asami. Pero con un tono de voz suficiente como para que lo escuchara- si al final aun no te decides a hacer nada.

-porque puedo darme el lujo de hacerlo- y porque aun mantenía el delicioso sabor de Fei Long en sus labios.

 

Yo sigo estando enamorado y tú sigues sin saber si lo has estado

y si te quise alguna vez,

¿lo ves?, ¿lo ves?

 

La verdad era que Akihito jamás entendería. Por su juventud y por la permanencia de esos buenos valores que a él hacía tanto tiempo lo habían abandonado, lo que pasaba en su cabeza.

No era que no pudiera amarlo a él, un muchacho bastante guapo con un espíritu que llamaba tanto la atención como su rostro. Por supuesto que Akihito era un ser adorable, un muchacho que llamaba a ser amado… pero eso no quitaba el hecho de que nunca pudo amar a Fei Long…pero no a este ligado a los bajos fondos, desequilibrado pero profundamente controlado en sus acciones, sino al otro muchacho, al que conociera siete años atrás y que por el bien de Baishe y sus negocios en Japón, decidió desaparecerlo para que tomara el lugar que le correspondía como heredero de la familia Liu.

Cuando se acostaba se preguntaba cómo debió haber sido el estar con él. El acurrucarlo en las mañanas, antes de despertar. Se preguntó mil veces cómo sería besarlo sólo porque era así la normalidad, cómo lo recibiría y cuál sería el tono de su mirada al despedirse.

Cuando volviera a Japón, con la clara intensión de meterse en sus asuntos, se dio inmediatamente cuenta que la decisión que tomara en aquel momento, había borrado los vestigios de aquel muchacho llamativo por su belleza, pero indeciso por su juventud. Ahora Fei Long estaba lleno de misterios y poder de decisión… y una sed de venganza de la cual sería imposible escapar, no por ser ciertos los problemas que tuviera con su padre, o del disparo que decía él mismo le había dado, sino porque en su subconsciente, aun tenía la sensación de que debía pagar por haber hecho lo que hizo.

Fei Long no sería nunca más el mismo, y él había visto desaparecer al muchacho del cual quedó prendado y había caído, como nunca le había sucedido antes, a un auto repudio que significó que la historia se alargara hasta estos días llegando a involucrar al único muchacho que había aceptado como un cambio deseable por los labios del dragón de Baishe.

 

Mikhail descorrió las cortinas que oscurecían su cuarto, no quiso mirar el desastre que seguramente había alrededor de la barra de su suit personal. Las mujeres en su cama dejaban de tener valor cuando llegaba el día como si de una extraña maldición se tratase.

Había vuelto a soñar con la primera vez que viera al dragón de Baishe, aquella presencia silenciosa lo atrapó como si fuese una polilla que encontrara a la mas bella de las luces para poder morir quemada y feliz.

Pero Fei Long no lo tomó en cuenta. Para él, Arbatov no era más que un muchacho más con el cual debía mantener la paz entre Macao y Hong Kong. El brillo de sus ojos azules no le llamaron la atención, ni mucho menos lo desequilibró las intensiones claras que su actitud demostró más adelante, cuando lo invitó a salir.

Mikhail había quedado prendado del líder de la tríada, había quedado obsesionado con su espíritu y luego de conocer la historia con Asami –una historia que le costó mucho tiempo y dinero poder armar para verla completa- se dio cuenta que más deseaba tenerlo en sus brazos.

Era apenas las 10 de la mañana, pero ya necesitaba un trago.

Un trago que le sacara el maldito trago amargo que significó verlos juntos, imaginando lo que la mente de ambos querían decir al estar al lado del otro, sin poder mirarse ni tocarse como, lo sabía, deseaban hacerlo.

Odió a Fei Long por no mirarlo con el deseo encendido que lo invadía cuando observaba el caminar de Asami y luego se odió a él mismo por dejarse atrapar por aquel hombre violento y extremadamente guapo.

El sabor que quería borrar con alcohol todas estas semanas, era el sabor de la derrota que se materializaba con la imposibilidad de encontrar a Yoh. Quería la historia completa, y éste tenía la última pieza, el relato de lo que pensaba Asami, poder evaluar, gracias al topo que había dejado en Baishe, lo que el japonés pensaba seguir haciendo.

La puerta de la habitación se abrió y su guardaespaldas negó con la cabeza. Había pasado otra noche y Yoh ganaba 24 horas más. Sus hombres, inexplicablemente, no habían podido dar con él aunque sospechaban que estaba cerca, que pronto se dejaría ver puesto que, sabían, estaba herido y débil.

“no lo encontrarán”- se dijo mientras los mismos guardaespaldas que le habían dado la noticia, sacaban una a una las mujeres que compartían su cama.

Su única esperanza, a esas alturas, era poder contar con la información de Yoh sobre los siguientes pasos de Asami, poder vislumbrar un poco de ventaja y sacarle información para poder llegar a ese corazón gélido que era Fei Long. Un premio grande, pero que valía completamente la pena.

 

Después nos hemos vuelto a ver alguna vez

y siempre igual como

dos extraños mas que van quedándose detrás

y este extraño se ha entregado

hasta ser como las palmas de tus manos

 

Yoh abrió sus ojos a la muralla lisa de aquel motel que había conseguido para pasar aquel día. Durante la noche era la hora más peligrosa, aquella en la cual sus sombras representadas en los soldados de tres hombres poderosos, jugaban a buscarlo para llevarse el premio más grande. Su cabeza cercenada con los secretos que guardaba tanto de Fei Long como de Asami.

Cerró los ojos y respiró con calma, el pecho le dolía, no por alguna herida –como el brazo, el estómago y la rodilla izquierda- sino por la angustia que tenía el no saber si podría llegar a ver a Fei Long por última vez para cumplir con su último deseo… a un cuando a éste no le plazca poder hacerlo

Aun cuando volviera a repetir en su memoria aquel último encuentro, Yoh no recordaba ni entendía la razón por la cual Fei Long no quiso hacer aquel último golpe. Su traición había sido terrible, peor que muchas otras en las cuales el mismo líder se había hecho cargo de castigar y hacer público “para que nadie más se atreviera a traicionarlo”

Pero él lo hizo… a sabiendas de lo que se avecinaba si lo pescaban como doble agente, Yoh lo traicionó… lo hizo aun con un amor incontrolable y con el deseo corriéndole por su cuerpo. Se dejó manipular por Asami para darle el último golpe de gracia al hombre que amaba y por aquello entendía que mereciera el odio y la frialdad de Fei Long aunque sólo eso le hubiese entregado.

 

y tú solo has actuado y

yo aún sabiendo que mentías

me callé,

y me preguntas si te amé, ¿no ves?, ¿no ves?

 

La verdad era que pensaba en todo lo sucedido y sentía pena por sí mismo. Nuevamente estaba al mando de Baishe con los documentos del casino en su poder.

Su intento por marcar a Asami, de dejarle una de las tantas heridas que este le dejó a él no funcionó y a cambio, lo despreció nuevamente para quedarse con aquel dulce muchacho japonés.

Y él tuvo que dejar ir a Yoh. No pudo matarlo, no luego de los siete años y sabiendo que todo lo que pasó entre ambos sólo pasó porque así lo quiso Asami… el mismo que siempre estaba detrás de sus fracasos.

Pero aquel día, en el cual sus hombres le habían avisado que Yoh seguía deambulando por Hong Kong puesto que no lo pillaron, el hilo de esperanza que lo envolvía lo golpeó con la fuerza de la realidad de su vida.

Todo había acabado mal y debía saber sobrellevarlo. Yoh lo había traicionado, y aunque en su pecho la esperanza se colara irremediablemente, era mejor dejarlo ir y seguir adelante como siempre lo hacía.

 

Pero Fei Long estaba equivocado en creer que luego de todo lo pasado, él no valía la pena para que alguien se arriesgara.

No había sido capaz, inmerso en su  amargura, de notar la incidencia de Arbatov en aquel lío creado de la nada, obviando lo obvio y a la espera de que  su pena pasara soñando con el amor de quien no sabe amar, y sin notar los ojos azules del eslavo que sueña con llegar a besar sus labios.

 

Yo que lo había adivinado y tú sigues sin creer que se ha acabado,

por una vez escúchame, ¿no ves?, ¿no ves?

Míranos aquí diciendo adiós

Notas finales:

espero sus comentarios y si tienen alguna canción que les parezca que calce. DIGANMELA!

saludos


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