Nuestro cuento perfecto, nuestra historia eterna… se acabó.
Tú te casarás, vivirás feliz, tendrás una familia.
Pero dime…
¿Qué hago yo?
Entraste como un rayo de luz, como un aire encantador. Así te metiste en mi vida, y tiempo después, en mi corazón. En mi frio y recluso corazón. Lo liberaste con tu hechizo. Estuvimos juntos por mucho tiempo, tanto que los besos, caricias, citas, risas, el amor: no faltaba. Te amaba tanto. Te amo tanto. Tu dulzura corrió por mis venas. Creí en tu intención.
Pero, un día… aquel día, veintitrés del mes agosto del año dos mil doce, a las seis y media de una tarde oscura y lluviosa: me citaste en el restauran de siempre y… terminaste conmigo. “Esto ya no puede ser, lo siento Sasuke”. Fueron tus palabras. Las recuerdo. Es irónico. Recuerdo más aquel día, que cuando me propusiste ser tu pareja. A escondidas, claro. No me importó. Me gustabas tanto… que me fuera imposible negarlo más.
Pero… me terminaste. Jamás pensé que fuese un engaño ni una mentira tu amor. Me negaba a creerlo al principio, pero dijiste que te habías vuelto a enamorar, esta vez de una chica: Sakura Haruno. Ella fue la culpable, ella tuvo la culpa de que ya no me quisieras más. Traté de impedirlo, te rogué, mi orgullo rompí. Te imploré, te prometí incluso dejar de ser tan frio o si lo querías volverme hiperactivo como tú, hacer lo que tú quisieras, pude haber matado con tal de que no me dejaras. No funcionó, mis suplicas no funcionaron. Que estúpido fui. Quedamos callados por un tiempo que se hacía cada vez más eterno. Observándonos. Te miraba aterrado, te sujetaba de las manos. Me observabas: lástima, fue lo descifré en tu mirada. No hablamos, no sabíamos que decir, hasta que rompiste el silencio: “Me está llamando”. Te levantaste lentamente de la mesa para contestar, sacaste el móvil de tu pantalón. “Sakura”. Leí en tus labios. Te esperé, preparé un monologo para que cambiaras de parecer, para que volviéramos a estar juntos.
No pude decírtelo, porque jamás regresaste.
Ahora me encuentro aquí solo. Sentado en el sillón con una taza de té al lado. La ventana está abierta y deja pasar frio, al igual que algunos pétalos del árbol de cerezo. Es una tarde oscura y lluviosa, por eso recordé “aquella vez”.
Sé que te va bien, y también sé que te casarás. Lo anunciaron en el periódico: “La pareja del año: Sakura Haruno y Naruto Uzumaki”. Inconscientemente lloré cuando leí esas líneas.
El teléfono comienza a sonar. Lo miro con fastidio, tengo que responder.
-¿Diga? –Ah, otra vez mi voz tan fastidiosa.
-# ¿Sasuke?# –Responden. Es tu voz, tu hermosa voz.
-Naruto –Pronuncio tu nombre y sueno igual de arrogante que siempre, pero no puedo evitar sonreír y apretarme el aparato al oído.
-#Ah Sasuke, tal vez esto suene raro pero pensé que tal vez podíamos vernos mañana#
-¿Enserio dobe?
-# ¡De veras! Teme#.
-Bien–Mi voz suena tan tranquila, aunque me muero por gritarte y decirte lo mucho que aún te amo. Estúpido orgullo – ¿Dónde quieres que nos veamos?
-#Hmm… veamos… ¡Ya se! En Ichiraku Ramen ¡De veras!#
Lo que tú no sabes, es que no he visitado ese lugar desde esa vez, pues me trae un muy mal recuerdo y… demasiados buenos como para no llorar.
-¿Ahí?
-# ¡Sí!# –Respondes casi destrozándome los tímpanos.
-Bien –Quiero verte, así que: – No tengo opción.
-# Adiós teme# –cuelgas.
Me presioné tanto el teléfono que me duele la oreja, no puedo evitar el sonreír. Y el llorar. Me voy al armario y busco algo para ponerme mañana. Me pruebo tantas mudas de ropa que termino por desordenar todo. Esta noche no dormí bien, estaba tan emocionado por estar contigo.
Nos reunimos en el local, venías con tu clásica ropa. Se ve que dejé de importarte como para que te arreglaras como cuando salíamos. Hablamos un enfrente del lugar. Sonrió. Hablamos solo cuando puedes. Estoy acostumbrado.
-Te cité por algo en especial, Sasuke.
-¿Qué sucede?
Me entregas algo, es un sobre blanco. Una invitación…
Para tu boda.
En ese momento sentí como el corazón latía demasiado fuerte, el cuerpo se me paralizó, mi respiración se incrementó y las lágrimas amenazaron con salir. Tú, tú solo sonreías tan ampliamente como siempre. Apreté los puños lo más que pude y, en un impulso: Te abracé.
-¿Sa-Sasuke?
-¡Estoy tan feliz Naruto! –Grito sin despegarme de tus pecho, sin levantar el rostro de tu hombro, sin soltar tu cuerpo –Felicidades. Claro que iré –te mantengo el abrazo al esconder ¿Qué no haría por tenerte a mi lado al amanecer?
-Sasuke, teme, suéltame, esto es vergonzoso.
No quiero soltarte, no quiero. Me gusta tu aroma, escuchar tu voz, sentir tu cuerpo, me gustas. Por eso no quiero soltarte ¿Dime? ¿Qué haré después de que te cases? Me olvidarás. No quiero que lo hagas. No quiero olvidarte, eres lo más hermoso que me ha pasado en la vida.
Me alejo. Me disculpo y sonrío de lado.
Al llegar a mi casa, me aviento sobre la cama y lloro. Me revuelco y enredo en las sabanas, me rasguño la cara, sollozo y grito ¿Qué más puedo hacer? ¿Me invitas a tu boda? Idiota. Idiota. Idiota. Me dicen que te olvide, que solo me estoy haciendo daño, que antes de ti no era igual. Claro que no era igual. Antes de ti la vida no tenía sentido. Lo cambiaste todo, mi mundo, mi forma de ver las cosas, aprendí a amar.
Y ahora que ya no estás ¿Qué hago yo? ¿Qué hago con mis labios si me ruegan tus besos? ¿Qué hago con mis manos cuando suplican tu regreso? ¿Qué hago con mis noches? ¿Qué hago con mis días? Dime Naruto… ¿Qué hago con tu esencia que se aferra a la mía? Tan solo dime… ¿Qué hago yo?
El día de la boda llegó.
Casi toda la aldea estaba presente. La ceremonia transcurrió normalmente. Ella llegó vestida de blanco, tú la esperabas en el altar, todos nos pusimos de pie, el señor con la biblia en mano comenzó a hablar y todos guardamos silencio. Yo estaba sentado, en primera fila. ¿Qué solo podía permanecer así?
-Y bien –La voz sonora del sacerdote me sacó de pensamientos –Si hay alguien que impida la unión de esta joven pareja. Que hablé ahora o que calle para siempre.
Todos se miraban unos a otros en silencio. Apreté fuertemente mi puño, rechiné los dientes y bajé la cabeza. No quiero perderte para siempre. No quiero… Naruto… ya no quiero morderme más el labio…
-Yo-…
-Entonces…–Mi susurro fue demasiado bajo – Los declaro marido y mujer –Aquel hombre habló primero –Puede besar a la novia.
La besaste.
Música alegre se hizo sonar, todos los felicitaban con entusiasmo al momento en que salían de la iglesia. El lugar quedó vacío en poco tiempo. El único que quedó fue el hombre de la biblia con sus ayudantes y yo: aun con la cabeza baja y derramando lágrimas. Lamentable. Así me debí haber visto.
En ese momento lo entendí. Te perdí para siempre… te perdí Naruto. Callé para siempre. Y ahora ¿Qué hago?
¿Olvidarte?...
Si… …Eso haré